Sueños arrastrados

Hay veces, algunas, en que algún sueño decide quedarse a compartir un poco de la mañana que debería haberlo sentenciado y sigue ahí, como queriendo dar a entender que la consciencia no es más que otro poco de un todo no desmadejado del todo. Y así, con la vista espesa y los pensamientos más imaginados que pensados, uno empieza el día compartiendo una realidad que se antoja menos real.

Ayer me costó un café y una ducha convencerme del todo que no estaba en Zalla, y que no había sido mi madre con sus tejemanejes en la cocina la que me había despertado, sino el casero sacando los cubos de basura a la calle principal.

Me desperté, si, pero un buen rato después de levantarme, y la sensación de estar en tiempos de Universidad con mi familia en mi casa me acompañó hasta bastante más tarde. Parecía que en cualquier momento Javi iba a abrir la puerta de la habitación para preguntarme, aburrido, que qué estaba haciendo.

De verdad que si, no me habría extrañado escuchar su voz.

Son días raros, ausentes, emotivos, tristes y al tiempo felices, nostálgicos, diferentes, más de vivir por dentro y pasar el trámite de las horas mientras se desea volver a estar solo.

Uno se mide con uno mismo; razón y corazón imponiendo a hostia limpia pensamiento contra sentimiento hasta dar con algún tipo de respuesta que calme la desazón del alma, que es la que reina en estos días tan vacíos como fundamentales.

Razones que expliquen porque un invierno y diez mil kilómetros me separan del mundo de mi sobrina en el que yo no salgo.

Respuestas que aclaren porque Javi no me tira ya de las orejas en mis cumpleaños, ni paseamos por el pueblo como hacíamos a veces, muchas menos de las que ahora quisiera recordar.

Uno pesa y sopesa los motivos que expliquen cada día no vivido cerca de los míos, trata de buscar que compensen, que cuadren los latidos al final del día y parezca, aunque sea por meros pálpitos, que lo que se está haciendo tiene alguna razón de ser, que merece la pena pasar la gran mayoría de las noches de invierno en una casa donde el que llega siempre es el mismo que la deja vacía cuando se va.

Todo se intensifica. Lo malo es horrible, lo bueno maravilloso. A veces del lado de los ventrículos y otras de las entrañas, pero todo importa porque esos días son tristes y felices a la vez hasta que llega la noche donde sólo puede ser uno de los dos.

En el último sumaron tus ojos que aunque pequeños, son dos, y son ya un poco mas míos que tuyos aunque tu no lo sepas. Tampoco sabes que contó lo chato de tu nariz multiplicado por tu boca, esa con la que me ríes, y que todo se elevó al cuadrado del calor de las manos con las que me haces olvidar el viento de enero.

No te dije nada, no te conté que esa mañana salí llorando de casa. No hizo falta porque, ¿sabes?, se me olvidó…

Ikubiblia: trámites

Pasemos al capítulo dos de la ikubiblia, ese compendio de sabiduría según San Tosca, ese manual de la vida cotidiana japonense, sin patrañas ni mentiras escritas por los reguleros mayores del condado, que da tirria leer según que cosas… la bilis se me sale por las narices, ¡la bilis!.


Trámites y papeleos

– Un extranjero que viva aquí tiene que lidiar con diversos trámites sin que deba (y a veces pueda) escaquearse: hay que sacarse la tarjeta de alien-gaijin, registrarse en el distrito donde se vive, pagar impuestos de la zona y arreglarse los papeles para pagar jubilación y seguro médico, aunque es habitual que estos dos últimos te los descuenten del sueldo directamente (te lo suelen dar a elegir cuando firmas el contrato). Absolutamente todo es un Cristo gordo como un Buda empachao, un jaleo del copón, no hay ni uno que sea fácil y prácticamente nadie habla inglés en estos sitios (que son departamentos creados para tratar con extranjeros, touch your eggs if you dare). Hay más gente que habla inglés dentro de un club de Shibuya que en cualquier oficina de inmigración, and this, my friends, is a fact. En España será peor fijo, porque encima los funcionarios son unos bordes dejaos, aquí por lo menos te sonríen y no se van al café.

– El visado hay que renovarlo con tiempo y dicen que tardan un mes en hacer el papeleo, aunque el mío tardó una semana porque soy un tipo grácil y simpático. La oficina de inmigración de Tokyo está en Shinagawa a tomar por cleta de todo en un sitio super desolado al que se llega en bus desde la estación de Shinagawa, un bus petado hasta las trancas que da más vueltas que el spaguetti que se cayó al suelo del escurridor. El máximo visado de trabajo que se puede pedir es de 3 años, otra cosa es que te lo den. Para que te lo mantengan si te piras del país de vacaciones, tienes que apoquinar dinero y pedir un permiso de reentrada. Es papeleo fácil y no es que sea caro, pero tienes que irte hasta allí, que es donde Shrek echó el erupto. Se rumorea que están a punto de ampliar el máximo visado a 5 años y quitar esto del re-entry permit, pero también decían en España que iban a quitar el límite de velocidad en las autopistas como en Alemania, y mira la gracia.

– Estás obligado a llevar en todo momento la gaijin-card bajo pena de multa… en teoría, porque a mi me han parado dos veces y no la tenía porque había ido a correr con lo puesto. Multa no he pagado, pero las dos veces la poli me «escoltó» a casa a por ella.

– Gracias a un acuerdo entre Japón y España (y prácticamente medio mundo, no nos creamos de más), es sólo cuestión de papeleo que te convaliden el carnet de conducir, aunque es un auténtico jaleo y de fácil no tiene nada por mucho que digan por ahí lo contrario. Ahora que no tenemos que hacer ningún examen, ni práctico ni teórico, lo que sería la muerte directamente, imagínate el teórico en japonés con la misma palabra esa que me usan para los colores verde y azul.

Hay un documento en concreto que es bastante cachondo: te piden que demuestres que has vivido por lo menos seis meses en el país donde te dieron el carnet después de habértelo sacado. Esto que parece obvio, es una jodienda cuando no se tiene un pasaporte que quede entre esa fecha y carece totalmente de sentido en Europa donde podemos movernos libremente por cualquier país sin que quede reflejado en ningún documento. Yo entregué el título de la Universidad de Deusto en castellano y en Euskera, no te pierdas la que se montó allí explicando que era cada cosa. Ahí va la ostia. Y pues, añado.

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– Comprarse una moto, sin embargo, es tirado, te dan un papel con el que te sacas un seguro en cualquier tienda y con ambos te dan una matrícula al momento en el ayuntamiento de tu zona. Luego aprende tu a conducir por el otro lado, descifrar los cruces y leer las mentes retorcidas de los taxistas y su uso aleatorio de los intermitentes y rayas de la carretera. La vida es un reto, amigos, retémonos!, retémonos!

– Para alquilar un piso necesitas un aval, no te lo alquilan por tu cara bonita y tu nariz griega, una de dos: o tienes un amigo japonés que firme y responda por ti, o pagas dinero a empresas que se dedican a avalar peña. Está claro: a base de pasta, to’l mundo es Gandhi. Si el piso es a través de una inmobiliaria, tienes que pagar normalmente el equivalente a un mes a esta gente por sus servicios. También se le paga al dueño una cantidad equivalente a uno o dos meses de alquiler al principio porque si, y este dinero se le suele tener que volver a pagar cuando hay que renovar el contrato. Vamos, una comedia que aquí es así y no queda más remedio. El primer mes suele ser chata la cosa, si mi renta son 73.000, pongamos que pagué 73.000 a la inmobiliaria, 73.000 de depósito en teoría reembolsable, 146.000 al dueño en concepto de «key money» (me pagas porque me sale del hidari tamago) más 73.000 del primer mes de alquiler, total: 73.000 x 6=comiendo lechuga hasta seis meses después, onigiris los domingos.

– Puedes domiciliar tus recibos por el banco o puedes recibir las facturas en casa y pagarlas en cualquier combini. Esto significa que te mandan una carta a casa donde pone un precio y una fecha límite, tu vas con eso a cualquier combini, allí lo cogen, le enchufan el lector de código de barras y te dan un resguardo. Ale, ya has pagao la luz, el teléfono, internet, el gas o el agua. Lo mismo pasa con los impuestos municipales y la seguridad social. Dado que las tiendas están abiertas las 24h, esto es una gozada, aunque es jodido no salir de allí con un kitkat o algo… ya que vaaaaas…


Y hasta aquí todo lo que me acuerdo… ojo, que esto no es una dictadura. Bueno, si, es una dictadura con los porsaquiles que vienen a tocar los huevos dejando comentarios pa dar por saco siempre, que a esos ni agua. Pero para las personas aquí como nosotros, no, así que todo lo que se desmienta o aporte algo al post será bienvenido y reeditado si es menester.

Atentos a sus kioskos, la siguiente entrega en ciernes: ¡Comida y bebida! y de regalo, una foto de un luchador de Sumo calvo!

Ikuweek

Homenajeando (o plagiando más bien) al Zordor, aquí va mi semana resumida en imágenes, a lo informe semanal pero con el tío Tosca en vez de la Rosa Mari. Cantemos la música: tantantararaaan tantantararaaaan

El domingo me fui a un parque a ver los ciruelos en flor, ba, na del otro mundo y con el friski que hace como que se miran las flores a toda hostia y dan más igual que otro poco…

¡Buen fin de semana, compas!
:ungusto: :gambi:

Miel de la de verdad

Corría el año 2010 y el que les rascateclea se disponía a celebrar su cumpleaños en compañía de queridas y amadas amistades, cuando un regalo inesperado nubló con caracter retroactivo a cualquiera de los regalos recibidos desde que se tiene memoria. Básicamente era un bote de miel con tropezones, pero, ay amigos, analicemos el documento gráfico antes de nada, monada:

Prosigamos no sin antes aclarar que el salto que pegué cuando abrí el bote fue porque todavía no era segundo dan de Karate, ahora mismo no habría mostrado ni el más mínimo atisbo de sentimiento ni sorpresa siendo fiel a mi nueva condición de pequeño junco Toscanense que fluye en el viento.

Llegados a este punto, cualquier persona independientemente de su provincia natal, habrá sacado ya dos conclusiones:
1- El espejo tiene tanta mierda adherida ya al propio material reflectante, que haría las delicias de Walter toda una tarde.
2- De La Granja San Francisco esto no es.

Procedamos al desenlace: resulta que la Nere se había ido ese día de excursión al Japón profundo y me trajo este botecico lleno de abejas del tamaño del dedo gordo de mi pie. Como dijo que era para regalo, la señora de la tienda, amablemente, hizo un transvase abejorrense de botes cercanos para potenciar el factor sorpresa del momento apertura boticuero (insisto en lo del segundo dan, esto con el entrenamiento adecuado, ni pestañear).

El asunto es que tu te vas zampando la miel y cuando vayas por la mitad del bote, la rellenas con miel de toda la vida. La mezcla reacciona ahí con los abejorros que le van dando regustillo haciendo, además, que se oscurezca, cuanto más oscura, más sabor. Si ya ves que tienes el día cachondo, te puedes comer los abejorros que por lo visto deben crujir de lo lindo lirindo, ¡proteína en estado puro!.

No se ha dado el caso.

La miel está cojonuda, eso sí.

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¡Gracias Nere y Guille!
:gustico:

Anexo la explicación original recibida por email:

T hago un rasumensillo

A ve… er bote tiene miel normá y abejorrone. Pue tu te va comiendo la miel, cuando te l’akabe, le esha má miel normá. Losabehorro son lo que le va dando ergu’ttiyo a la miel. Según se vaya o’kkuraciendo, mehó sabe.

Si ere un masho de verdá, te pwé komé losabehorro, te lo huro por mi muerto’tó! Eso me diho la vieha que la vendía, asínque… sierra losohillo y pa entro!

:D

Buenos Días Javi Nieves

… y luego suena chan chan charachaaaaan, y normalmente empieza mi ofuro. Vamos, que hay que buscarle mañas al invierno para sobrellevarlo con la cabeza bien alta y el cuerpo bien caliente, y mi baño de las noches no me lo quita nadie. Ya puedo tener cuarenta emails esperando y diecisiete llamadas perdidas, que ese momento es mío. Bueno, mío y de Mar Amate, y de Javi Nieves, y de Jimeno y sus niños y de parejas que a veces no saben que lo son, y a veces nunca lo serán.

Vamos, que si antes aguantaba cinco minutos dentro de la bañera, ahora sólo salgo de allí con los dedos como dátiles cuando acaba el quientetienta. El de ayer salió mal, por cierto, que no le quiere ni ver decía.

No sé si por nostalgia, o por estar hasta los huevos de tanto hablar en inglés y japonés, pero les escucho porque me gusta el buen rollo que tienen, me río mucho con Javi cuando se ríe él de esa manera espontánea tan suya, tan de niño, ojalá la mía se le parezca un poco. Está claro que como a tantos otros, que lo sé yo, la voz de Mar Amate me tiene enamoradísimo, como sea en persona la mitad de simpática que en la radio… Y luego están Jimeno y sus chavales que con sus verdades, que ellos dicen que siempre las dicen, me acaban de remachar la sonrisa y así, entre todos me ponen el pijama cuando poco queda ya que sacarle a la noche más que algún que otro sueño prestado que habrá que devolverle al despertador en nada. Je, y ellos hacen el programa de madrugón, lo que son las cosas.

Total, que el otro día el programa iba de eso de lo que uno no se olvida ni pa Dios desde crío y hubo una chica que decía que se sabía la canción de Candy Candy en japonés de memoria, aún sin tener ni idea de japonés ni de lo que decía. Ahí fue donde salí yo, bueno no salí, me mencionaron, un ratito solo, pero no veáis la ilusión que me hizo cuando el tío Ro me mandó el email…

Ellos no lo saben, pero todas las noches yo les digo eso de «Buenos días Javi, buenos días Mar», antes de irme a dormir.  

おやすみハビ
おやすみマル

Oyasumiiiii Javi y Mar

¡¡ Un San Valentín del copón!!

El día de ayer duró cuarenta y siete horas por lo menos, desde que me pegué el madrugón padre para ir a inmigración a chanchullear mi visado hasta el último tren en el que llegué a casa desde Asakusa pisando nieve cargao de chocolate (Dios, me encanta este país).

Ahí van las instantáneas que lo son como el Colacao o incluso más:

La moto se quedó en la oficina y se zampó la nevada, no tengo yo todas conmigo de que vaya a arrancar luego, no…

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Eso si, aun con nevada bonica y todo:

:ojetepalinvierno:

Akarenga

Pasamos muchos días y un abril juntos hasta que uno de los dos no pudo con el otro. No acababan de cuadrar opiniones que se falseaban demasiado y ése era el problema, que siempre quedábamos bien aún no sintiéndolo. O no, yo que sé, si todavía no tengo claro que fue lo que pasó allí.

Pero el caso es que estuvimos juntos una temporada, y empezamos a querer querernos, creo que tu un poco más que yo, aunque yo tenía más ganas de quererte que tu. Hubo muchas tardes de paseos yendo de la mano y cervezas de yakinikus de esquina, meses de soledad compartida a la sombra de cualquier árbol que quisiera cobijarnos, sin preguntas sobre el pasado ni atisbo de planes de futuro, pero con edredones y sábanas en común. Como si sólo importasen las horas que eran nuestras y no hubiese que pensar más allá… ni más acá, porque estaba poco claro por donde iban a ir ambos. Es lo que es, los dos lo sabemos y ya, ¿para qué liarlo más?. El pijama está bien donde está, que yo te lo lavo para cuando vuelvas.

Un día nos encontraremos, y tendremos el doble de edad, y nos miraremos a los ojos recordando que el ahora fue ayer, y por mucho que te empeñes, no me habrás olvidado, eso te lo he ganado ya
¿Y porqué querría olvidarte?
Porque lo veo en tus ojos, en tus gestos, en la fuerza que pones de menos cuando vamos de la mano y nos cruzamos con alguien que conoces. Esto para mi es un sueño que sé que acabará cuando tu lo decidas
Dices cosas muy raras -mentía yo, acatando sin rechistar lo que los dos sabíamos y sólo ella se atrevía a reconocer.

Parques, templos, bares, paseos, ningún viaje fuera de Tokyo aunque muchos fines de semana dentro, algunos incluso de los de tres noches y tren de ir al trabajo los lunes compartido hasta donde coincidía. Cuatro ojeras para dos desgraciados de oferta, como éramos nosotros dos, con oficio y con beneficio, pero sin una mísera mueca de felicidad por descubrir mientras nos turnábamos ser el roto o el descosido.

El asunto trataba ya de buscar con quién los latidos latiesen juntos más que apañarnos el uno al otro la melancolía del que se sabe sólo, y por primera vez en mi vida, di yo el primer paso de la caminata que me llevaría a volver a sentir el frío del invierno dejando de lado un calor que aunque harto apetecible, se sentía casi siempre frío como el témpano. Pan para hoy y pan para mañana, el hambre vendrá después, a la que no mires.

Y así fue. Adios, hasta luego, hasta siempre, hasta nunca. Hasta cuando sea que cuadre que nos volvamos a sentir solos los dos a un tiempo.

Y no cuadró más.

El sábado pasado, por la noche, llegó un mensaje como respuesta a la llamada perdida de aquél número desconocido que irrumpió en mi teléfono a eso de las cuatro de la tarde.

Hola Oskar, hace tanto tiempo… estaba dando un paseo por Yokohama y me acordé de aquél día contigo, era invierno y hacía frío, como hoy, ¿te acuerdas?… sólo eso. Hasta luego

Y no fuí capaz de contestar.

Segata Sanshiro

Llevan en el curro unos días revolucionados descojonándose vivos viendo un vídeo por internet, que la verdad es que tiene su miga. Resulta que a finales de los 90, la Sega Saturn era la consola más famosa que había pero la nueva Playstation amenazaba con quitarle protagonismo, así que los creativos de Sega la liaron parda con una idea absurda de la que salió un personaje que no tenía ni pies ni cabeza, pero que se hizo tan famoso que relanzó las ventas de juegos de la consola prolongando su vida un par de años más.

Los anuncios los protagonizaba un experto en todas las artes marciales del mundo mundial llamado «Segata Sanshiro» cuyo nombre suena a «Sega Saturn shiro!» que significa «A jugar a la Sega Saturn!».

segata_sanshiro_01.jpg

La mayoría de los anuncios creados son para vender juegos, así que el Segata Sanshiro sale haciendo algo del juego en cuestión «a su estilo»…

httpvh://www.youtube.com/watch?v=2Dhx1Li69gE

httpvh://www.youtube.com/watch?v=Zfk7G8-RTV8

httpvh://www.youtube.com/watch?v=zXpXbNzntOA

Jajaja, el de los zombis que se vuelven a levantar y grita «esto no son humanos!!!» me tiene loco!! jajaja

Bueno, total, que ni sé los anuncios que hay y ni sé lo que me va a costar quitarme la canción pegadiza de la cabeza, madre de Dios. Pues el caso es que se siguieron vendiendo consolas y juegos, y fue tal el éxito de este hombre que le hicieron un juego para él solo.

segata game-thumb.jpg

La Playstation, aunque más tarde debido en parte a Segata Sanshiro, acabó imponiéndose en Japón y en todo el mundo, y en Sega se dieron cuenta que no merecía la pena seguir luchando contra lo evidente y se retiraron del mercado, pero no sin un último anuncio en el que Segata Sanshiro se sacrifica por la propia Sega:

httpvh://www.youtube.com/watch?v=yhrLrBT2hp0

Después de aquello, lo único que quedó fue un vídeo musical con la canción y un montaje con todos los anuncios creados para esta campaña que a mi me parece ya legendaria, y eso que a mi las consolas y todo esto ni me va ni me viene. Será la crisis que estoy teniendo con haberme dedicao a la informática, que todo lo demás me parece cienmil veces mejor…

httpvh://www.youtube.com/watch?v=joNwYPdEBTc

En el siguiente vídeo, que es el que tiene el records de vistas de este mes de mi oficina, se cuenta toda la historia y se recopilan muchos de los anuncios sino todos… no hay por donde cogerlos, pero molan muchísimo y tuvo que ser acojonante participar en una campaña de publicidad parecida hace ya casi 20 años !!!

httpvh://www.youtube.com/watch?v=o3lCF8O2N50

¡Buen fin de semana!
:regulero: & :gustico: & :gambi:
:ojetepalinvierno:

Conversación de dos ruedas

Volviendo en moto para casa un sábado por la noche más bien tarde que pronto, debajo de mi aliada la luna lunera, me para la poli:

Buenas noches, mire, esto es un control de alcoholemia, por favor sople aquí -y me pone un tubo delante al que se le sopla desde lejos sin metérselo en la boca ni nada
Fffffff -soplo sin preguntar, que esta me la contó el Lorco y ya me la sabía
Muy bien, ha dado usted cero, no está bebiendo nada, ¿verdad?, siga siendo responsable y conduciendo con seguridad
En realidad estoy bebiendo esto -y le enseño la lata de té calentica que llevo en el bolsillo de la chaqueta
¡Qué bien hablas japonés! -el día que sea verdad esto…- ¿y bebes té verde? ¿no está amargo?
Si, pero me gusta el sabor, si yo hasta estudié la ceremonia del té un año y medio y todo!
¿En serio? anda la leche. ¿pero tu cuanto llevas en Japón?
Pues casi cuatro años ya…
Eso es mucho tiempo!!, ¿eres sueco?
– No no -¿pintas de sueco yo?- de España, del norte -ostia wa achi iku dakedo (ahí va la ostia pues)
¿España?, campeones del mundo de fútbol, ne
Si si, menudos artistas
¿Y porque estás aquí? ¿estudiante de la universidad?
Me ves jóven, ¿eh?, no no, hago páginas web aunque…

Se acerca alarmado haciendo gestos el compañero encargado de parar a gente con el sable láser, miramos para atrás y resulta que hay una cola de motoristas ahí formada ya del copón esperando su soploturno. El poli que me daba palique se pone serio de repente

Prosiga su marcha y no olvide conducir con cuidado
Hai, ryoooookai desu!

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San Walantain

No, si yo es por comentar… que el lunes que viene es San Walantain, si si, otro año más, ya, tan pronto…

Que ya puedes espabilar, que siempre te pasa lo mismo y acabas comprando lo primero que pillas y quedando reguleramente como tú sólo sabes…

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Que si, venga, que claro que eso de quererse durante el año está muy bien y es muy bonito, pero que el detallico de San Valentín es la guindica al asunto, pos también lo sabemos tu y yo…

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Que si una corbata, que si colonia… buff, madre del amor hermoso, cómo andamos de originales, ¿eh?, ya puestos cómprale otra bufanda para ver si ya se le deja de ver del todo!

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¡¡ No preocuparse más, mozos y mozas !!

Todos sabemos lo que es eso de no tener ni zorriquica idea de qué regalar, que me vais a contar a mí que soy quedamal acreditado con honores… Weno, pues el caso es que en Ikusuki, que somos como el Señor Lobo, os solucionamos la papeleta, así que ahora que todavía estáis a tiempo, seguid instrucciones:

1- Elegid camiseta para vuestro amorcico querido, y nos pasáis el nombre para que le hagamos una pedazo de etiqueta personalizada que se va a quedar chato/a, de amor, si, pero chato/a.

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2- Aprovechad el viaje y si os pedís otra para vosotros, los gastos de envío nos los comemos con patatas (ojo! estamos hablando de 6 euros menos, esto es la locura del amor que nos afecta aquí al meloncio!!). Con que nos indiquéis en el pedido el lío, nosotros ya lo hacemos todo en condiciones (bueno, Bea, que a mi me pilla un poco a desmano…)

¡¡ Al que no le quieren más es porque no quiere !!
:gustico:

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Paso de ciervo

Ahí va un post de esos de poner cuatro letras y un vídeo que ha hecho otro y quedarse sentao a esperar cieneces de comentarios que no nos hemos merecido por tener la osadía de airear nuestros floridos tamagos-manzana aportando lo mismo a la red que ponerle intermitentes a la Yamanote.

100% :regulero: flavour

Al lío que tengo reputación regulera que mantener y rascables que han de ser rascados. Total, que en Nara hay ciervicos por allí a su pedo lo saben hasta en Albacete, pero el caso es que resulta que aparte de zamparumiar, últimamente han aprendido a cruzar la carretera, ojo, cuidao aquí. Yo sólo estuve una vez visitando al tito Fla cuando vivía por allí cerca, y me acuerdo de ver un ciervo a punto de ser atropellado al pasar a toda hostia delante de un coche que frenó de milagro evitando que cenaran misobambi los lugareños esa noche.

Pues bien, veamos el vídeo, que ahora van y se me esperan en el paso de cebra (prima-hermana del ciervo), y no pasan hasta que no cambia el semáforo:

Deer crossing the street in Nara, Japan from Catherine Davis on Vimeo.

Yo creo que más que a descifrar el semáforo lo que han aprendido es que la gente está esperando y cuando les ven pasar, pasan ellos, lo que no deja de ser acojonante, ojo!!!! cualquier día les vemos cambiando árboles por totos!

Mi experiencia con los ciervos de Nara se resume entrañablemente a partir del minuto 2:14 de este bonico vídeo…

Ikusuki y Flapy por Nara from ikusuki on Vimeo.

Y no podría quedarme más a gusto que un arbusto sin despedir el post regulero con una sabia reflexión #turismoBisbal (también plagiada, por supu)

Anda, si Cristiano Ronaldo es de Madeira!!!, como Pinocho!!!

Segundo dan

Otro hito, otro momento especial a señalar a fuego en alguna neurona para tratar de que su recuerdo siga ardiendo cuando a su alrededor hayan muerto la mitad. Que cuando sea de las últimas en morir, que lo haga echando humo para que se sepa que ahí se forjó algo importante.

No fue especial en el sentido que imaginé. Lo cierto es que a Suzuki Sensei se le olvidó completamente, pero ayer no aguanté más y pregunté por él, por el diploma que certifica que empezando desde cinturón blanco hace tres años y medio logré sacarme el segundo dan de Karate en el cuartel general de la SKIF en Tokyo, con Kanazawa Kancho de examinador.

Con el karategi empapado, un tobillo dolorido y barba de tres días llamé a la puerta de los profesores apenas esbozando un sumimasen en un tono mezcla de vergüenza, respeto y ya impaciencia.

– «Siento ser maleducado, pero es que todavía no tengo el título de segundo dan»
– «Eh, ¿no te lo hemos dado todavía?, ¡ya nos vale!, espera que lo tengo aquí, perdón, perdón»
– «No no, no importa, pero es que tengo muchas ganas de verlo»

Debajo de dos o tres títulos creo ver mi nombre en Katakana, quizás del puño de Kanazawa Kancho. Suzuki Sensei se hace más Sensei, lo coge con las dos manos y me lo da con una reverencia:

– «Enhorabuena. Oss»
– «Arigato gozaimashita. Oss»

Y ahí me quedo un rato, con la cabeza agachada y los brazos adelantados sujetando aquél papel con las dos manos mientras trato de contener las lágrimas. Como ahora. O más porque ahora no hay nadie delante.

– «Ahora a por el tercero»
– «Oss» –alcanzo a contestar y me voy al vestuario. Rápido porque aunque nadie iba a decir nada, mis lágrimas sólo las veo yo desde atrás, no son para enseñar a quien no toca.

Recompongo el gesto mientras me cambio de ropa y empiezo a pensar, de nuevo, en un futuro en el que haya gente que quiera aprender todo lo que me están enseñando. Me pregunto si seguiré delgado y en forma o me habré abandonado al hastío descuidándome y descuidando parte de lo que éste arte significa por culpa de haberlo enrutinado. Pienso que quizás le pondría la misma pasión que Suzuki Sensei o la disciplina de Murakami Sensei o quizás la dureza física de Tanaka Sensei, o una mezcla de todos y ninguno con mi alma por método. Sueño, una vez más, con ser anfitrión de los que ahora son mis profesores a los que apenas devolver la deuda de hospitalidad contraída día tras día, mes tras mes, año tras año, mae-geri tras mae-geri.

Y así, viviendo entre nubes por una noche, regreso a casa a dejar de soñar para empezar a dormir.

Gaijin-poi

Yo me echaba colonia todos los días, era costumbre y la importé aquí hasta que una vez saliendo del combini que hace esquina, vi que la dependienta estaba moviendo la mano delante de su nariz aireando la pestuza que por lo visto habíamos dejado yo y mi primo CalvinKlein.

Ahí empecé a sospechar que igual esto de perfumarse no tenía el mismo efecto seductor que en mi pueblo (más bien ná porque nunca me he comido un rosco, aunque estoy homologao porque todo el mundo sabe que en Euskadi nosefo… ¿tufo? pues nosotros nofo, es así la cosa).

Un día me olieron y me dijeron la frasecica del título, «Gaijin poi», que viene a decir algo así como «al estilo extranjero». Dejé de echarme, porque soy bastante tonto pa estas cosas y me da vergüenzica llamar la atención sobrio. Y desde entonces cada vez que voy por la calle y apesta a colonia, cuando me giro veo a un extranjero el 95% de las veces. Vamos, que es costumbre nuestra y no de ellos, lo que no quita pa que en ambos equipos haya excepciones, ojo. Peeero se nos asocia el asunto a los extranjeros.

Hay más gaijinpois, más gestos o asuntos típicos que desencadenan la frasecica que tal y como yo la entiendo no viene a dar por saco, sino que te la dicen en plan curiosidad como diciendo «fíjate tu lo que hacéis que nosotros no!! hay que ver como sois!!».

Ahí va una lista de las que me han tocado a mi:

– Llevar gafas de sol
– Llevar pelo corto engominao a lo pincho parriba o crestica
– Cuando empezó a venderse el iPhone hace unos años tener un iPhone era un gaijinpoi del copón (ahora lo tiene todo Cristian)
– Dejarse patillacas y u o perilla
– Ir en manga corta en invierno (esta no me la han dicho a mi que soy el más friolero del reino y duermo con leotardos, pero si sobre otros rascayús que no se si eran rusos pero los tenían amandarinaos)
– Sacar fotos a gente poniéndoles la cámara prácticamente en la jeta sin pedir permiso
– Decir «arigatoooooo» en plan kawaii como si fueses una gyaru shibuyense. Aquí también aplica decir todo el rato «chooo» y algo en plan «mucho, muy grande» exagerando (chooo ooki), y acabar todas las frases con un «yo» (soooooou da yoooo). Todo esto es gaijinpoi y maricapoi.
– Dar las gracias al recoger las vueltas en un combini (esta me sorprendió cuando me la dijeron, por lo visto casi nadie lo hace)
– Beber mucho alcohol y muy rápido (que no significa pimplarse más rápido, el asunto suele ser al revés cuando se está con amigos japoneses)
– Parejas dándose besos, digamos acuosos, en la calle.

En fin, apariencias, comportamientos, maneras de ser que por alguna razón coinciden entre los extranjeros que vivimos aquí y que provoca la consabida frasecica con la que ya me he echado yo más de unas risas más de una vez.

Por supuesto, también está la del «Nihonjin-poi» que lo mismo la decimos nosotros que nos la dicen según hagamos algo que pinte más japonés que guiri, pero esa… esa pa otro día!

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Haced bondad!

:ojetepalinvierno:

El mercado de segunda mano

Aunque cada vez tengo más claro que somos muy iguales aquí mis primos de Japón y yo, si que hay mucho de distinto en vivir aquí. Aunque si cambiamos coche por moto, parque de Zamudio por Aoyama y castellano por inglés/japonés, mi día a día no es tan diferente al que tenía en Bilbao. Se hacen más o menos las mismas cosas aunque sea de otra manera. Por ejemplo: zampo de taper o salgo fuera según me de el aire, esto es igual que allí pero con comida distinta (sushi, ramen, onigiris en vez de alubias, ensaladilla rusa o un bocata lomo), delante del ordenador hago poco más o menos lo mismo… la rutina es rutina, aquí y en Teruel.

Últimamente me ha dado por pensar que yo he vivido toda mi vida en un pueblo donde si andas más de veinte minutos te sales, y si cambiar Zalla por Bilbao ya tuvo su miga, vivir en Tokyo supone no sólo adaptarse a la cultura de otro país, sino al ritmo y velocidad de una de las ciudades más tochas del mundo. Aquí hay mil millones de cosas más que hacer, sería prácticamente imposible probar todos los restaurantes no ya de la ciudad, sino de un sólo distrito. Siempre hay un templo que visitar, un barrio nuevo que ver, un izakaya que nomihodear. Supongo que un tío que venga de Pekín, o de Nueva York, no notará tantísimo cambio como aquí el Zalluco que les escribe (es chica lo que echo de menos mi pueblo a veces, por cierto).

Bueno total, a lo que iba. El caso es que digo yo que por ser la ciudad que es y vivir la pila de almas que viven, aquí lo que hay es un mercado de segunda mano del copón. Están los mercadillos normalmente cerca de algún templo donde cualquiera puede ir con una esterilla de esas azules a vender lo que les sobra por casa (en cuanto ponga el bar, ahí estaré yo con todo lo que se enchufe y tenga pantalla). También es bastante habitual ver tiendas de segunda mano por ahí, que suelen tener de todo y amontonao: lo mismo te venden una pecera con un cangrejo dentro que un ejército de mamacharis.

Centrémonos en el asunto internet. La moto la compré porque el Chiqui contactó con un australiano medio pirao que vende motos poniendo anuncios a través de una web. Las dos pantallas que me traje del curro anterior las vendí poniendo un anuncio en otra web y quedando con un par de pavos para hacer el trapicheo cerca de mi estación. La lavadora-secadora se la pillé a un italiano que me las instaló en casa mientras contaba chistes de franceses, y al que contacté por un anuncio en la metrópolis.

Así que me he vuelto un adicto a esto de la segunda mano y todas las mañanas me recorro mis recursos segundamaniles, más por curiosidad que por realmente acabar comprando nada. Y así, café en mano, me voy pasando por:

GaijinPot: donde conocimos al rascayú que nos vendió las motos, y que todos los días tienen un montón de anuncios nuevos de todo tipo.

Metrópolis: donde abundan los Sayonara Sales que últimamente molan muchísimo porque se ha puesto de moda crear álbumes en Picasa con todo lo que pillan por casa para vender

Craigslist Tokyo: no sale el de Bored to Death (inmenso Ted Danson), pero este es el sitio que más se actualiza con diferencia, incluso tienen una aplicación para el iPhone que abro justo después de la de ver el tiempo cada mañana (mes y pico sin llover en Tokyo, ja, toma ya amortizamiento de la moto!)

Después hay más que ya no miro tanto, sólo si de verdad ando buscando algo concreto… pero ¿esas tres de antes?, ¡esas todos los días! y menudo peligro tiene el asunto, que más de una vez a punto he estado de comprar gilipolleces supinas, menos mal que todavía me controlo… (aunque ando dándole vueltas a una máquina de esas de hacer pan …).

Soñar con Japón y Crónicas desde Cipango

Es curioso como poco a poco nos vamos conociendo todos. El mundo es como Facebook pero sin ordenador (jodé, menudas comparaciones hago últimamente… que ganas tengo de dejar de rascar teclas y poner un bar!).

Bueno, total, que yo seguía blogs de gente que vivía aquí desde hace tiempo, y no les conocía en persona cuando anunciaron el libro de «Soñar con Japón». Lo cierto es que todavía me falta uno por conocer, pero a los otros cuatro les tengo ya calaos:

Ale
Flapy
Héctor
David
– Y Javi que es al que no conozco todavía

Pues estos cinco señores vaciaron encima de la mesa el cajón con las mejores fotos que habían sacado hasta ese momento y empezaron a liarla. Me consta que tenían un curioso sistema en el que uno no elegía cuales de sus fotos iban a ser publicadas, sino que eran los demás los que votaban, así salieron las que mejor les parecieron a la mayoría de cada uno, y sacaron el libro que seguro que ya os suena:

Yo conseguí un ejemplar gracias al tito Fla, y bueno yo soy bastante subjetivo a la hora de valorarlo así que sólo susurraré un escueto y tímido:

¡¡Mola del copón!!
:gustico: :copon: :gustico:

En esas estamos, ¿no?, viendo el libro y va y resulta que después un tal Capitán Urias, que es un tío cachazuno más largo que un día sin onigiri cinamayo, se vino para hacer un reportaje de los suyos cuestionándose porqué tamagos Japón resulta un país tan atractivo para los occidentales, y nos hizo entrevistas ahí a unos cuantos. Está mal que yo lo diga, pero quedamos todos bien majicos y salaos ahí cada uno con su copla:

httpvh://www.youtube.com/watch?v=6HcbzQuto3g

El documental se ha estado proyectando en salones relacionados con Japón por toda España, contando en una ocasión con Marc Bernabé que nos presentó uno a uno hasta que llegué yo y no acertó ni una, jajaja.

Ojo que la historia está lejos de acabar. David y el capi se arrejuntaron una tarde digo yo que por internet, y dijeron «coño, pues si al final todo está relacionado, ¿porqué no hacemos algo para dar un DVD de Crónicas desde Cipango junto con el libro?». Y aunque del dicho al hecho hay un trecho, como el capi tiene las patas largas, éste trecho se recorrió rápido. No perderse la promoción destamagante!!

httpvh://www.youtube.com/watch?v=5_MqFyMRGzw

Pues ahora va ikusuki y mete el hocico en todo el jaleo éste que me tienen montao, y hemos decidido que molaría que los que compren alguna ikucamiseta y les interese el pack libro+DVD, tengan alguna ventajica…

¡¡ Pues ala, 1 euro menos si vas de nuestra parte !!
:vainas: :vainas: :vainas:

La cosa funciona así: si os interesa el pack y tenéis ikucamiseta, pinchando en el banner y haciendo el pedido a través del formulario Ikusuki Flavour os costará el asunto un eurico menos. Vamos que antes de mandar libro ni DVD ni nada, miraremos bien si os tenemos en la base de datos como ikuclientes, y si es el caso, entonces si!!! y si no es el caso entonces no!!!!

Es más, nos hemos emocionao del tó y tanto para los que son ikuclientes como para los que no, las cinco siguientes camisetas que se pidan, sean cual sean, además de poder aprovecharse del descuento en el pack libro + DVD si quieren…

¡¡ Se llevan un fuurin de regalo !!
¡Por aquí se pide el asunto!

Quedan
5
4
3

2 fuurins

:gustico: del bueno mode

Viernes, primer día

Hacía mucho que no salía de casa de noche, no le apodaron los chinos a éste país como le apodaron en vano porque el sol no se despierta nunca más tarde de las seis y si que nace si, vaya si nace.

Pero a esta hora manda la luna, que es un queso, o una sandía porque me tiene enamorado y se me antoja dulce aunque se convierta en una naranja con los últimos ronquidos del sol. Si dijese todo lo que sabe temblaríamos más de uno, menos mal que se calla las noches que tenemos a medias.

No equivoco la ruta, que en moto tiene más miga, y llego a tiempo para el saludo inicial justo cuando Suzuki sensei empieza a escribir en su cuaderno los nombres de los asistentes. Muchos niños, más que otros años, y dos extranjeros más, los dos que mejor me caen, aunque hablen francés.

– No necesitas la chaqueta, hombre -me dice el chico belga, en japonés, cuando algunos se la ponen por encima del karategi y saco yo la mía.
– ¡Claro que no! -contesto en el mismo idioma prestado, y la vuelvo a dejar en la taquilla, envalentonado, bravucón como parece que soy cuando me achuchan.

No son ni las siete de la mañana y ya llevamos un rato corriendo. Es un ritmo lento, se lleva bien a pesar del frío y vamos siguiendo a Daizo Sensei que se vuelve de vez en cuando y vigila que ningún niño salga demasiado a la carretera. Daizo Kanazawa, que iba para jugador de baloncesto hasta que le dió por seguirle el juego a su padre y hermanos y empezó a sacarse danes el que más tarde de todos. El mismo que no se limita a un breve saludo cortés y siempre me pregunta si estoy bien cuando coincidimos. Creo que le caigo bien, él también a mi y siempre agradezco sus palabras esforzándome por ponerle el «masu» en vez del «ru» a mis verbos por aquello de sonar educado. Me he quedado con ganas de darle un abrazo un par de veces que supo hablarme en horas bajas.

Cuando vamos llegando de nuevo al dojo, los mayores tomamos posiciones y en cuanto Daizo Sensei esprinta, le seguimos a todo lo que dan las piernas. Suelo ganar yo, hoy no ha sido el caso. Mañana el café será doble.

Entramos, nos descalzamos y empieza una clase de Karate de unos cuarenta minutos sin parar. Técnicas básicas: paradas, puñetazos… primero diez despacio luego poniéndole lo que quede dentro…

La clase la da Tanaka Sensei, y el resto de profesores hacen de alumnos esta vez. Todo un privilegio dar patadas a su lado, desde la mayor de las motivaciones dadas las circunstancias. ¿Había madrugado yo hoy? que poco importa en ese momento.

Hacemos todas las katas básicas más una superior, dos veces cada una, despacio y con fuerza, asentando conocimientos y aventando garra, respectivamente o no. Para mi todo está mezclado, más de mí no hay, que yo sepa.

La única fila habitual de las clases hoy se divide en tres. Nos arrodillamos al acabar en posición de seiza, como en la ceremonia del té, como en algunos izakayas, y saludamos gritando las gracias y cerramos los ojos para meditar un rato hasta que el dojo kun en japonés pone el punto y final a la clase, y abre comillas de la historia todavía por pasar del nuevo día.

Gracias a la moto tengo tiempo de sobra, así que estiro mientras los chavales van dejando libre el vestuario. Wakisaka Sempai me dice que el título de segundo dan está preparado, que si voy a venir el domingo. Le digo que no puedo, que sólo puedo los martes hasta que me doy cuenta en el vestuario que en realidad me había dicho domingo y no lunes. Me vuelvo a poner el cinturón, porque entrar al dojo sin él es una falta de respeto, y le digo que me había liado, que si que voy. Por éstas que voy, con un poco de suerte el diploma me lo dará Kanazawa Kancho, aunque de mano de cualquiera de los profesores me honraría igual.

Sólo en el vestuario empiezo a cambiarme pensando ya en seguirle el juego a la vil rutina de oficinas y horarios. Entonces entra Daizo Sensei.

Oskar san, genki?
Genki desu, okagesamade

寒稽古

Kangeiko, el entrenamiento de invierno, es una tradición que todavía se practica en muchos dojos de Japón, e incluso en el extranjero. Se trata de desafiar al vil invierno entrenando durante días consecutivos a primerísima hora del día. Desde antes de la guerra, el kangeiko tradicionalmente incluye ejercicio en la calle con el mismo traje del arte marcial que se practica, despuntándole el rocío a la mañana a base de coraje. Dicen que el entrenamiento es más para la mente que para el cuerpo, yo tengo claro que es así.

Hay quien dice que estoy loco por levantarme viernes, sábado y domingo a las cinco de la mañana para ir a correr con el karategi por la calle junto a unos cuantos como yo. En la oficina algunos compañeros me han mirado con respeto cuando lo he contado a la hora de la comida, aunque han sido los menos. La hipótesis de mi inestabilidad mental ha cobrado más protagonismo que habitualmente cuando el respetable se ha enterado de la gripe A que pillé el año pasado.

¿Y yo? ¿que pienso yo de todo esto? pues yo me veo dentro de una película de artes marciales, rodeado de japoneses codo a codo con los hijos de Kancho Kanazawa inaugurando las calles, devolviendo los saludos de los comerciantes cercanos que se saben la historia que se cuenta allí cada año y se paran para animarnos quizás recordando juventudes pasadas. Obviaré caras de sorpresa de los que descubren al extranjero que lucha contra el frío como uno más entre la marea de trajes blancos y cinturones negros que corre más por lo que se gana en el camino que por llegar a la meta. Volveré a casa con el tiempo justo para ducharme e ir a la oficina, pero ¿sabéis? no veo la hora de que suene mañana el despertador.

Pocos, muy pocos conocerán esa sensación, la de sentir el alma más viva a costa de obligarle a la mente a que siga mandándole no parar al cuerpo sin que ninguno de los dos quiera seguir. La de que respirar sea tan difícil que el pecho arde mientras el cuerpo muere de frío tres veces por aliento. La de acabar tan exhausto que sólo queda ya dormir y aguantar agujetas y sabañones con la nunca más cierta satisfacción de sabernos mucho más vivos.

Ojalá me sigáis llamando loco por muchos años. Eso es que sigo por buen camino.

Ikusuki in the world

Soy un disaster de proporciones daibutsuíticas, lo reconozco y pido perdón por ello. Llevo recibiendo fotos de gente con camisetas de Ikusuki ni sé desde cuando pero como tengo los colganderos como mandarinas, ahí estaban criando polvo 2.0. que no se iba ni con Ajax.

¡¡ Hasta ahora !!
:copon:

Empezamos con la moza que venía a sentarse a la cajonera cuando se cansaba de darle al cobol verdinegro, que no sólo ha comprado absolutamente todas y cada una de las ikucamisetas, sino muchas más que ha regalado a los que le rodean. De lo maja que es, si no la han hecho santa ya es porque dice tacos.

¡Miralá, miralá! ¡atiende como lucen la Kotoba la Nago y el Andrés!

El tito Robe que va a dejar la informática y va a montar un dojo conmigo pero que él todavía no lo sabe, un día se fue a San José por ahí por Almería y al Bisbal no sé si le llegó a ver, pero la IkuEki se la llevó y se saco una fotaca en plan pose nocturnense que Dios tirita!!!!

IMG_20100822_220046.jpg

El que si que tiritó tuvo que ser el que le sacó la foto al Neki en el Valle de Arán, que sale con el boquino ahí que parece que le va a arrancar la mofletada al fotógrafo!!! Paisaje y barbas impresionantes en una foto bonica del tó que me hace añorar el verano más todavía. Ah! y con la Kurosuwado! (jaja, si no pongo el nombre de la cami, a ver ande coño enchufo el link a la web!!!):

100_0214.JPG

Otro que me mandó una foto cuando todavía quedaba verano fue Quicoto, que se fue a Estoril con la Cienpiés de color cyan. Toallas no se si compró, pero miraló que lozano me sale aquí, miraló!!

David aprovechó que Héctor se fue a Barcelona para una charla de las suyas esas que da y pensó que estaría gracioso sacarse una foto con la Kotoba y con él. Sin desmerecer a Héctor, que todo lo que tiene de largo lo tiene de majetón, David aquí hay que reconocer que sale atractivo y guapetón guapetón!!! Ojo que van dos fotacas!!

Nacho y Adela siempre hacen viajes chulos chulos, de esos de decir: pues mira que viajecico oyeeeeee. Y lo que es mejor es que siempre se acuerdan de llevarse las ikusetas y afotarse para envidia del ikupersonal. Las poses de espaldas de Nacho son todo un clásico ya, ¿donde nos dará la espalda la siguiente vez?, jejeje. Adela guapísima, como siempre. Dentro enlaces: Ikufuji y Kotoba. Y dentro fotos en Teotihuacán, Palenque y Chichen Itza respectivabeibol:

Erick se pilló también la Ikufuji, por cierto menuda gaita fue subir el Fuji, o bajarlo… el otro día se vino Jairo de Korea y estuvimos recordándolo, ¡¡suplicioooorrrr!!.

Total! que Erick dice que le llegó la cami a casa, no como el paquete de embutidos que me mandó mi madre para Navidades, que todavía no ha llegao, tiene huevos cómo se habrán puesto en Osaka los carteros….

Bueno!! que le llegó la cami y dice que le queda guay y que está súper chula, y nosotros más contentos que ni sé!!! Ojo a la foto espaldera IkuFuji estilo Nacho!!

Erick.jpg

¡El mundo es nuestro!
:gustico:

:gustico:
:vainas: :vainas:

Toca ikupromoción del día para celebrar que me he desmandarinao un poquico publicando lo que tenía pendiente:

¡Las cuatro camisetas siguientes
que se pidan por la web
van con una mini-alfombrilla
para el ratón de tatami!

DSC08381.jpg

¡Quedan 4
3
1
0 !
¡campana y se acabó!
:vainas:

:ojetepalinvierno:

Hasta aquí

Llevo una temporada dándole vueltas a la cabeza con una idea que está tambaleando todo mi mundo conocido y el de los que me rodean, que los estoy volviendo locos a todos. El caso es que con todo el lío del año pasado de buscar un nuevo currele, no puedo evitar la sensación de que mi trabajo es mentira, que no vale para nada, que no es real. Y cada día que pasa, la cosa va a peor.

A ver si soy capaz de explicarme y de paso me aclaro y oriento el asunto este de ver cómo voy a vivir lo que queda de aquí para adelante.

Llevo haciendo páginas web prácticamente desde que volví de Japón la primera vez. Ya lidiaba con el IE unos cuantos años antes de que salieran Firefox, Safari o Chrome, me curraba validaciones de formularios en javascript puro bastante antes de que existiesen Mootools o jQuery, y trataba de cuadrar todo con tablas y después con CSS hasta que me he visto estos días programando especificamente para smartphones.

Aunque me da bastante igual, es un hecho que la gran mayoría de las páginas que he programado en empresas anteriores ya no están en internet: han sido actualizadas o simplemente borradas por sus dueños, así que poco hay que pueda enseñar a quien quiera saber de mi trabajo. Es más: aunque estuviesen ahí, tendrían un aire rancio que no se yo si sería menester airear. Ocurrirá lo mismo con las que estoy haciendo ahora: pasarán algunos meses y dejarán de cumplir su función, porque su utilidad es tan temporal que asusta. A su manera, siento lo que hago como una mentira que me importa más bien poco.

En su momento todas cumplían los requisitos del cliente, cuando a éste le importaba, y por regla general siempre había unos plazos más bien estrictos que cumplir y mil quebraderos de cabeza. Aunque luego la pagína no la visitara ni Blas y el cliente pasase mil de actualizarla. Trabajo entregado, dinero cobrado y aquí paz y después gloria (o bit y después pixel). Total: una farsa.

Tuve, todavía tengo, la oportunidad de ser parte de un proyecto de red social muy ambicioso cuyo desarrollo está llegando a su fin. No hay clientes que satisfacer (o padecer), sino usuarios de todo el mundo y lo que se trata es de ofrecer el mejor y más rápido servicio para que sigan entrando y el número aumente. Aunque es un concepto distinto a las webs de toda la vida, tengo el mismo sentimiento: es mentira. Aunque nos hagamos ricos, que no creo que pase, seguiré teniendo esa sensación de que no estaré orgulloso de ello, que me da igual.

Pero mira, el caso es que todos los días paso por delante de la frutería-pescadería de un matrimonio de japoneses de edad muy muy avanzada, tanto que a veces parece mentira que ella sea capaz de mover cajas de un lado a otro con tanta agilidad. Esta gente no tiene página web ni internet, dudo que sepa mandar mensajes con el móvil, pero venden fruta y pescado en una pintoresca mezcla de tienda. Todos los días vendrán los vecinos y compartirán un par de historias además de la compra y el cambio, se conocerán a los niños del barrio y les verán crecer. No les afectan ni los permisos de los directorios, ni los navegadores, ni demás historias de ese otro mundo de ordenadores para adentro que es una capa adyacente al mundo real en que se mueven, en el que nos hemos movido siempre pero que cada vez olvidamos más. Un mundo que sirve de ayuda para hacer más fácil el mundo real, pero nunca es la realidad en sí como se me está convirtiendo a mi porque mi trabajo es este.

Lo mismo con los dueños del ryokan de Nikko que suben a sacarte el futón del armario mientras cenas y te vuelven a dejar otro par de bombones de chocolate en la mesa de noche.

O mi profesor de Karate de los martes que es capaz de repetir la explicación de un movimiento hasta que todos lo entendemos y sale de allí sudando como el que más, y seguro que el pecho se le hincha un poco cuando alguno de nosotros es capaz de hacer algo más que antes de haber entrado.

Hace unos meses, un vecino puso un puesto de nikuman en la puerta de su casa de dos pisos. El mismo señor de aire huraño que me cruzaba de vez en cuando con traje y corbata, es el que ahora me vende de tarde en tarde bollos de carne y me arranca tres o cuatro carcajadas con frases que ha buscado en castellano por ahí desde que le conté de donde venía.

Hoy han llegado dos pedidos de camisetas, y esta noche le pediré a Beatriz la mía junto con las de amigos de Tokyo. Ponerme esa camiseta hará que me sienta mil veces más orgulloso que el «well done» de mi jefe cuando le enseño la web que me encargó. La camiseta me da dos o tres euros de beneficio, lo segundo me permite vivir en Tokyo a costa de tragarme ocho horas al día de mi vida haciendo algo que me da igual.

Algo está fallando aquí. Me niego a resignarme.

Me alegro darme cuenta ahora que todavía puedo cambiar las cosas (una vez más). Seguiré jugando el juego, actuando en la comedia, pero no descarto yo dar la campanada y cambiar radicalmente de vida a la que se me presente la oportunidad, dándole el empujón definitivo al mundo este que se me tambalea desde hace unos meses.

De mientras, sigamos bien al acecho sin perder ni una: aprendiendo el que más en Karate, por si la cosa fuese por ahí o diseñando más camisetas, o yo que sé… algo pasará por delante y ahí estaré yo para saltarle encima.

Ojalá nunca me falten ganas.

Nikko Tobu World Square

Aprovechando la gesta de que el lunes era fiesta, nos piramos a Nikko a asomar el hocico, concretamente un día y pico.

(Tres cuartos de hora para escribir el párrafo anterior y que luego nadie me ría la gracia como el alarde de humor y desparpajo sin precedentes del post anterior. En fin, delfín, también Gaudí murió pobre e incomprendido… sigo en prosa que da menos cosa)

¡Total! que nos fuimos a Nikko y después de la obligada visita al Toshogu y alrededores y una velada de película en un ryokan de quedarse chato y pericueter todo a un tiempo, alquilamos un coche y nos fuimos a una movida que se llama «Tobu World Square«, que no es ni más ni menos que un parque temático con maquetas de las maravillas más famosas del mundo lirundo (aunque faltaba el incomparable «Puente del Charco» de Zalla!!! grrrr).

La Tokyo Sky Tree es la novedad últimamente, y me hizo mucha gracia ver que la maqueta estaba entera, no como la de verdad a la que todavía le queda el pirulín por pinchar. Estoy seguro que si hubiese sacado fotos teniendo cuidado con las montañas de los alrededores, cosa chunga porque estaban por todos los lados, habría dado el pego!! jeje.

DSC_2093.jpg

Menudo detalle tenían las maquetas, de flipar, por ejemplo estaba la estación de Tokyo y cuando llegaban trenes de vez en cuando sonaba la musiquita típica y el mensaje de la tía diciendo lo de la «doa ga shimarimaaaaaaasu». O el aeropuerto de Narita yaviones aparcando con sus luces parpadeando en las alas y los coches esos que llevan los equipajes y toda la pesca, y todos los árboles que hacen de árboles eran bonsais de verdad!.

El parque está dividido en Asia, Europa y América (todo englobao dentro del mismo Indautxu) pero tampoco es tan grande como para que no se puedan mezclar monumentos en la misma foto. Era gracioso ver las torres gemelas, el Empire State Building y la Tokyo Tower / Sky Tree al fondo, o la plaza del Vaticano y la Torre Eiffel!

Como era tarde, ya nos quedamos hasta la noche para ver el asunto de la iluminación que me tienen preparada, y la verdad es que fue bastante más bonito aunque como hacía un frío del carajo, no me dió por sacar la cámara y ponerme con el trípode a afotar, si eso en verano vuelvo (a ver si tienen el puente del charco de Zalla hecho pa entonces, que ya puse la reclamación).

Está un poquico lejos desde la estación de Nikko, y aunque fuimos en coche, hay autobuses y trenes (en la web lo pone divinamente). La entrada vale unas cuatro birus y un edamame (2500 ñapos), pero yo creo que merece la pena, es un parque curioso curioso, así que si os sobra tiempo después de ver el Toshogu y las cascadas Kegon, pasaros por allí y saludad a la de la puerta de mi parte que seguro que se acuerda (esta historia otro día ya si eso…).

¡Buen fin de semana, mozalbetes!
¡haced bondad!
:gambiters: :gambi: :gambiters:


Un día de oficina

Aparco la moto con los dedos congelados a pesar de usar dos guantes en cada mano, y entro en el edificio cuya octava planta alberga el hueco de Tokyo donde me acogieron como empleado unos tres meses atrás. La mayor parte del edificio está alquilado por Fujifilm, así que el logotipo está por todos los lados. ¿Seguirán haciendo carretes? lo mismo un día entro y se lo pregunto y de paso que me expliquen por qué a veces entraban 25 fotografías en un carrete de 24. Ya si eso cuando haga un poco más de calor, que ahora con la fresca da pereza.

Unas tres o cuatro personas esperan ya a que baje uno de los ascensores. No me he fijado, pero supongo que todos japoneses dada la proporción de extranjeros que trabajamos en este edificio… rara vez me cruzo con otro del estilo de mi cara, ésa de la napia con rebaba y los ojos de ratio más cercano a Pi.

Marco mi número «secreto» y pongo la mano en el chisme de detectar manos, parece que cuadra y la puerta se abre, raro día éste que no haya tenido que probar un par de veces más.

Doy los buenos días y algunos me contestan, aunque poca gente hay hoy, ni adrede consigo llegar más tarde, sigo sin acostumbrarme a llegar a la oficina a las diez de la mañana y ni queriendo me levanto ya más tarde de las ocho. Lo de que contesten o no creo que tiene más que ver con el sueño que con la educación, aunque no me vencerán y seguirán teniendo que pasar por ese trago todas las mañanas. Que para eso fuí a una universidad de pago.

La oficina es como todas las oficinas en las que he estado, bueno menos la de Bilbao que era un disparate (sus dueños también): cada uno tiene su mesa con su ordenador y un par de pantallas, un teléfono, cuadernos, bolis y algún toque personal del estilo de la taza que compré nada más llegar a Japón en el súper de mi barrio. Luego hay una impresora aquí y otra allá, un par de faxes, un chisme de esos de meter un folio y sacar confetti… nada de robots, ni pantallas que floten en el aire a lo Minority Report. Esto es más normal que el copón.

Mi equipo ya ha llegado y en corro, taza de café o té en mano, están compartiendo sus fines de semanas. Hay risas, gritos, a veces se habla a la vez, a veces no… insisto: gente normal en una oficina normal hablando de cosas normales, de no ser por el idioma, esto sería igual que cualquiera de las mañanas en el parque de Zamudio hasta que Natalia gritaba «dispersión» cuando venía la jefa y nos íbamos cada uno a nuestro ordenata.

La mañana pasa rápido cuando hay cosas que hacer. Todo va por emails, a veces con mucha gente en copia, a veces no. Estamos todos en red, hay servidores de ficheros para dejarnos cosas entre nosotros, hay servidores web internos, externos y de producción. Somos administradores en nuestro propio ordenador, así que podemos instalar lo que queramos, aunque el antivirus estaba ya, y por lo que yo sé, no se espía lo que uno mira por internet, aunque ya no me fío ni de mi sombra.

A la hora de comer algunos calientan el taper en el microondas, otros salen fuera al típico menú del día de menos de 1000 yenes. El otro día descubrí que trabajo al lado del restaurante ese de Kill Bill porque fuimos a comer allí a mediodía, que también abren, es barato y no hay nadie. Esto es Tokyo, al fin y al cabo, y la oferta gastronómica supera a la de Bilbao, un poquitín sólo, ojo.

La secretaria se encarga de que haya siempre café recién hecho para después de la hora de la comida. Mira, esto no lo teníamos en Zamudio, aunque ni falta que hace, que no me gusta que me hagan las cosas, apañadito que es uno.

Toca reunión, el Outlook avisa (que feo es Windows XP, por cierto, es como Mac OSX pero en tuerto y bostezando), y con el cuaderno me voy a la sala de reuniones. Una mesa grande con un proyector y un montón de sillas, de nuevo ningún alarde más allá de la pizarra blanca de rotuladores de esos de borrar con el dedo. El teléfono en modo manos libres nos permite hablar con los Koreanos cuya web estamos preparando, y ahí nos tiramos una hora perdiendo el tiempo y cinco minutos de productividad. Mira tú, otra coincidencia más con el mundo conocido.

Llega la hora de salir, alguno se queda, aunque la mayoría nos ponemos las chaquetas y vamos juntos al ascensor y, hasta hace poco, hasta la estación de Shibuya. La moto me ha hecho ganar mucho tiempo, pero ese cacho de risas hasta el tren con los compañeros molaba mucho, porque si ponemos que en mi mente mi jefe habla igual que Sheldon Cooper (aguantale sobrio) y que uno de los filipinos es igual que el indio, ya tenía el circo montao.

En la oficina nadie se queda por gusto, no hay nada que aparentar, no hay más presión que la que se pone uno solo. Aunque sé, por personas muy cercanas, que no es precisamente lo normal aquí. Este tópico lo dejaré como está, porque parece ser real, como la suerte que tengo yo de que no se cumpla, supongo (y ya van dos empresas aquí).

Después toca Karate, o Capoeira, y llegar a casa a ver alguna serie bajada de internet mientras ceno hasta que los párpados ya no pueden más. El día siguiente empieza de la misma manera, y así hasta el fin de semana donde ya la cosa cambia y uno manda un poco más en su vida que antes.

Si se tienen ganas, se cocina algo para recalentar mañana dentro de un taper.

Hoy no es el caso.

Oyasumi nasai.

Viviendo

Vivo solo desde hace casi cuatro años en el segundo piso de una casa de dos. No es el típico bloque de apartamentos, sino una casa en la que sólo hay cuatro viviendas siendo la mía la más grande de todas, lo que es decir bien poco dado que sólo pasa un par de metros cuadrados de los veinte.

La puerta de la calle da a la cocina donde una puerta corredera descubre la habitación en la que como, duermo, veo la televisión y trabajaba hasta hace apenas unas semanas. Luego también hay un baño, claro, de esos prefabricados de plástico con desagüe en el suelo, con su bañera que uso prácticamente cada día de este alter ego mío que es el invierno.

No es mía, la casa digo, así que no me molesto en tener la alfombra más cara o el mejor sofá que quepa, es más todo lo contrario: mientras sirva su función, me da bastante igual que la mesa donde como haya costado 2000 yenes porque cuando se rompa, compraré otra del mismo precio y de mientras no me preocupo si se raya o dejan marcas los vasos.

Una cosa no quita la otra, y como tengo pánico a las cucarachas que tanto abundan por aquí en cuanto se va el invierno, limpio la casa a fondo prácticamente todos los fines de semana. Tampoco es mucho decir, en pasar la aspiradora no se tardan más de diez minutos ni aposta. De la misma manera, me he rodeado de utensilios que me hacen la vida más fácil como la lavadora-secadora o el cocedero de arroz, el objetivo es tener más tiempo para lo que de verdad me importa minimizando el necesario para, digamos, vivir con dignidad. Podría resumirlo en que nada de lo que tengo, materialmente hablando, me importa de más.

Tengo dos espejos de cuerpo entero y nada en medio de la habitación, esto es porque muchas veces me dedico a dar patadas de Karate o intentar piruetas de Capoeira delante de él y me encanta tener espacio para ello. También tengo muchos libros de Karate desperdigados por el suelo, una pelota de esas de hacer abdominales, pesas, lastres, un pulsómetro y playeras para correr y me niego a comprar sofá, mesas o sillas porque la mayor parte del tiempo que paso delante de la televisión lo hago tirado en el suelo haciendo estiramientos.

En la nevera siempre hay fruta, verdura, tofu y huevos y todas las mañanas saco pechugas de pollo o piezas de salmón del congelador para cenar por la noche. Normalmente la regla es no beber alcohol ni comer nada malo entre semana, regla que se olvida los fines de semana donde todo está permitido. No soy un monje y de vez en cuando cae un McDonalds o me pongo ciego a chocolate un martes, aunque no es lo habitual. Y nunca, nunca, diré que no a una cerveza con amigos, sea jueves o fiesta nacional.

No es raro que desayune un cuenco de arroz, lo raro es que sean tostadas. Sólo bebo un café al día que es el de nada más levantarme, sin leche, porque no me gusta su sabor, y desde hace un año, sin azúcar, digo yo que la edad hace que me gusten más los sabores amargos. Al llegar la noche podré haberme bebido perfectamente diez tazas de té verde. En la oficina siempre hay agua hirviendo disponible en una máquina y me levanto de media dos veces cada hora a la cocina a hacerme uno.

Desde que me compré la moto, me he olvidado de trenes y de la hora y pico que tardaba antes, ahora en veinte minutos estoy en la oficina. El dueño me deja aparcarla en el mismo edificio por 2000 yenes al mes, y si le sumamos a la cuenta que llenarla una vez por semana cuesta unos 800 yenes, podemos decir que la cosa ha salido redonda. La moto es bastante cutre y últimamente no marca la velocidad, pero aplicamos la ley de la mesa de 2000 yenes de casa.

Evito a la gente que no me aporta nada, que me cansa, que siempre ve el lado negativo de todo, que se está siempre quejando. No aguanto a los que creen saber de todo, a los que no escuchan, a los vagos que no hacen nada, a los que centran su vida en compararla con las de los demás, no soporto a los que se dedican a criticar todo y a todos sin prácticamente saber nada ni conocer a nadie. Me caen mal los que sólo son capaces de ver los errores de otros sin reconocer ni uno de sus logros, sea la proporción cual sea.

Desde que vivo en Tokyo no me gusta hablar por teléfono, me da pereza, quizá verguenza, me siento mucho más cómodo comunicándome con mensajes o por email, esto hace que tenga el teléfono lleno de llamadas perdidas que supongo que provocarán malentendidos entre mis amigos, no es mi intención, pero no lo puedo evitar.

Un día me planteé reírme de todo lo que es reíble, y descubrí que lo es la gran mayoría de lo que compone mis días, empezando por mi mismo. Duró poco, lo de reírme queriendo, y ahora ya me río de verdad y creo que eso ha hecho que sea un poco más feliz adrede. Como todo el mundo, tengo preocupaciones y he tenido problemas serios, pero he sabido reírme de ellos aún tomando las medidas adecuadas en cada momento. No ser serio no significa no ser responsable.

Muchas veces me olvido de que soy extranjero porque la mayor parte de lo que hago es rodeado de japoneses. No me gusta hacer cosas de extranjeros ni ir donde van ellos, tampoco me gusta que hagan distinciones por serlo, aunque es inevitable dado el envoltorio.

Me gusta decir lo bueno de lo que siento sobre otras personas, lo malo me lo callo y muchas veces desearía no hacerlo, evito todos los enfrentamientos que puedo, quizás soy un cobarde, o puede que simplemente me den igual.

Lloro más que antes, mucho, demasiado, a veces creo que no es normal aunque la mayoría de las veces no es de pena, me emociono muy fácilmente.

Envidio a algunas parejas, matrimonios de amigos muy cercanos, me gusta la relación que tienen, cómo se tratan delante de mí, la amistad que destilan entre ellos y con los demás, como si se multiplicase una con otra.

A mis 34 años veo bien, no necesito gafas, tampco me duele nada, no tengo ningún dolor que se repita como el típico de la espalda o las rodillas o del estilo. Lo curioso es que unos años antes si los tenía, supongo que mantenerme activo físicamente me los ha quitado.

Aunque no me preocupan demasiado, tengo entradas que trato de tapar dejándome el pelo largo, y tengo más pelo en el cuerpo del que me gustaría. Hace unos años odiaba ser bajo, ahora me gusta, me siento más ágil y rápido.

Alguien me preguntó hace poco sobre mi vida aquí y esto me ha salido, poco más se me ocurre. Poco más hay que añadir, excepto una reflexión de última hora, y es que sé que Tokyo me ha cambiado mucho, pero también sé que de volver a Bilbao no creo que mi vida cambiase casi nada.