Archivo de la categoría: Conversación de…

Díaz-san

Son cinco, quizás seis, los señores que por turnos se encargan del aparcamiento de bicicletas que queda a menos de una centena de metros de la estación. Sin margen de error y con total seguridad afirmo que todos pasan de las cinco docenas de años, diría que dos de ellos tienen incluso una docena y pico más. Por alguna razón que a ellos les valdrá han decidido darle sentido a su tiempo entre ruedas, manillares y candados buscando, creo yo, el contacto humano de los vecinos que nos pasamos tan a menudo por allí.

A photo posted by @ikusuki on

El mismo azar que nos empujó a comprar piso en esa estación es el culpable de hacer que ellos y yo nos veamos las caras dos veces cada día: una cuando después de dejar por la mañana a mi Kota en la guardería, paso a confiarles la bici eléctrica a cambio de mi recién estrenada Orbea. Y la segunda, claro está, cuando mando ésta misma a dormir bajo su techo una vez finiquitada la jornada laboral y uno a uno todos los kilómetros que quedan entre medias.

Me conocen y no solo de vista; lo cierto es que me llaman por mi nombre. Bueno, por mi apellido más bien. Díaz-san, esto, Díaz-san lo otro. Ellos se lo saben por la solicitud que cursamos para poder aparcar allí. Y yo no me sé ni uno solo de los suyos ni creo que esto vaya a cambiar pronto. El caso es que de vez en cuando se paran a intercambiar algunas palabras conmigo más allá de los ohayos y konbanwas de rigor.

El espacio entre las charlas se ha ido acortando a la vez que la frecuencia y la duración han aumentado.

– Díaz-san, hoy cuidado al volver que va a llover, yo creo que mejor en tren, ¿eh?

– Díaz-san, ayer estuvo tu mujer aquí para pagar la cuota, hay que ver que guapa y que maja es, y mas joven que tu un rato largo, no te quejarás, ¿eh?

– Díaz-san, te he movido la bici a este sitio que había más espacio para que te sea más fácil sacarla.

– Díaz-san, ¿en qué idioma le hablas a tu hijo?, ¿en inglés?

Quitando a uno, que todavía no le ha cogido el truco a tratar conmigo, quizás por miedo a que no nos vayamos a entender, todos me dicen algo siempre que la actividad del momento lo permita. Porque, especialmente a las mañanas con todas esas madres dejando las bicis eléctricas, no te vayas a creer que están mirando el paisaje. Es admirable el trabajo que hacen, en Tokyo poca broma con todas las bicicletas que hay, yo he llegado a tener tres a la vez.

A photo posted by @ikusuki on

Aparte del ajetreo de reorganizar las bicis, de crear huecos donde parecía que no los había, de cobrar a los que no pagan cuota mensual sino por día. Aparte de todo eso, también tienen mucho papeleo que hacer: nuevas solicitudes de pases anuales, bajas, informes. Lo sé no solo porque les he visto hacerlo, sino porque me lo han contado. Este tipo de trabajo lo hacen en una especie de despacho, casi garita por lo estrecho, que cierran con llave supongo que por los cambios que puedan dejar. Si es el caso, yo procuro no molestar; aparco la bici, cierro el candado y me voy por donde he venido con las piernas temblorosas según vayamos cerrando la semana.

Ayer a la vuelta estaba el que más simpatía me regala cuando coincidimos: un anciano que me saca una cabeza, delgado como solo la palabra enjuto es capaz de matizar, con los pómulos de la cara tan marcados que es inconcebible que ahí haya existido carrillo alguno. Suele llevar una gorra pero muy vieja, como las que llevaban los ciclistas de antaño, descolorida y con tantos manchurrones como supongo que recuerdos porta la cabeza, repleta de canas, a la que protege de brisas traicioneras, que a ciertas edades mejor no arriesgar.

Me habla siempre que nos cruzamos. Ayer incluso dejó lo que estaba haciendo, salió de la garita y vino hacía mi. Se quitó las gafas y las dejó caer hasta que quedaron colgando de su cuello ancianándole todavía mas la facha. Venía riéndose, como si me hubiese estado esperando y por fin podía ya tachar de la lista la charleta con el chaval de las dos bicis, que era lo que le faltaba para ponerle colofón al día:

– Diaz-san, otsukaresama desu. ¿Te has mojado?, hoy por la mañana caía poco pero como tienes un rato largo hasta Shibuya, te habrás calado. ¿En España no hay tsuyu?, aquí es todos los años pero no se acaba de acostumbrar uno, ¿verdad?.

– Diaz-san, he estado mirando en internet y he encontrado Bilbao, es en el País Vasco, ¿verdad?, yo estuve una vez en Barcelona y otra en Madrid, pero he visto fotos del País Vasco y parece muy bonito.

– Diaz-san, no se te olvide candar la bici que ayer la dejaste suelta y tiene pintas de ser cara, a ver si vas a venir un día y no va a estar…

– Diaz-san, esto

– Diaz-san, lo otro

Y a mi se me olvidan las prisas, y me paro y echamos un rato.

Ya camino de casa, a pie esta vez, saco el boli y el cuaderno para tachar, sonrisa mediante, un punto más de las cosas que conviene hacer para conseguir que el día sea más bonito y valga más la pena.

  charlar con el abuelo de las bicis       

A photo posted by @ikusuki on

Conversación de pelos

Chachos!! resulta que es que estaba yo pensando en que me gusta ser yo el que controle a mi rutina el máximo posible y que no sea al revés. Que es que mira, por ejemplo, ahora me toca irme tres estaciones más para allá a trabajar y todo es diferente: el horario, la gente, el sitio… así que yo lo que hago es tratar de aprovechar cada día para hacer mis cosas, que no sea solo el fin de semana cuando gane yo, sino siempre. Al fin y al cabo de siete días a la semana, cinco son de estos de tener que ir a un sitio porque no queda otra, ganan por mayoría así que hay que apropiárselos lo más que te dejen.

En Shibuya ya tenía todo 100% controlado y aquí después de un mes en el curro nuevo finalmente estoy consiguiendo robarle huecos a la vida de salaryman, por ejemplo: ya he encontrado un gimnasio que abre muy temprano al que voy antes de trabajar y ya tengo dos cafeterías localizadas en las que estudiar japonés en la hora de comer.

El viernes pasado completé el ciclo encontrando una peluquería que sustituyese a la de Shibuya y a la que solía ir de tarde en tarde a los mediodías y después me zampaba un sandwhich del combini a toda leche antes de volver al rascatecleo, eso sí: más bonico que un clavel con mi pelado nuevo. Por cierto que nadie me decía nada en la oficina, es una sensación rara que te cortes el pelo y no te digan nada, ¡sosongos!.

Total, venía yo aquí a narrar mi primer encuentro en la nueva peluquería de caballeros Toscanítica de la que ya soy fan absoluto.

Tu entras y te recibe un chico joven que por alguna jodida razón a mi me recuerda a Calamardo el de Bob Esponja, aunque el carácter de este hombre es muy cordial. Mira en la lista y ve que la bola de pelos extranjera esa no está apuntada, así que me hace pasar a una sala con un montón de revistas de modelos masculinos cada cual con un peinado distinto. Allí me dan un oshibori, la toallica húmeda, y me dicen que espere un rato. Yo me pongo a buscar el equivalente a las interviús propias del peluquero de mi pueblo para leer el equivalente a las noticias culturales (jaja, si si), pero lo que encuentro es una estantería repleta de mangas. Decido mirar por la ventana. Está diluviando, virgen santa que disparate es esto de la época de lluvias.

– Diaz saaaaaan -me llama alguien, y cuando miro me encuentro a un tipo con sombrero del que le cuelgan rizos hasta aproximadamente los hombros. Si aquí Tamariz va a ser mi estilista estamos arreglados, pienso yo -pasa para acá y siéntate ahí en aquella silla, chato
– ¿Qué hacemos hoy? -y yo me lo imagino con la baraja de cartas y tres dientes podridos
– Pues mira como explicándome voy a tener mucho peligro, me he traído una foto de más o menos como me corto yo siempre -y le enseño esta foto que tengo metida en el móvil a tales efectos peluqueroexplicantes:

2012 PRATiNO03567.jpg

Tamariz la mira dos segundos, y dice ahaa, ahaaa, uhuuu, todo mientras me toquetea la cabeza con las dos manos arramplando de vez en cuando algún mechón de pelo y pegando tirones como comprobando si el matojo está pegado o algo.

– Ala, guárdate eso que empezamos, no vaya a ser que se te moje el cacharro -me dice en el tono amigable más coherente con su imagen que podría yo imaginar- venga, que te lavo la cabeza, pon aquí el melón
– No no, si yo solo quiero que me cortes y ya
– Que no hombre, que esto está pagado, vamos a ver: ¿tu de donde eres? -me pregunta mientras veo como el resto de los peluqueros levantan la cabeza de las cabezas que tienen entre manos y me miran extrañados como diciendo para si que tiene huevos aquí Casimiro.
– Pues yo vengo de las Iberias aquí donde me ves
– ¿Y allí no os lavan la cabeza?
– No sé, yo a Jesús el de mi pueblo le digo siempre que me corte solo
– Pues yo no soy Jesús, así que venga, pon el melón ahí おねがいします
– Vale vale, sin problema, si en realidad no pasa ná, es más vergüenza que otro poco -y le otorgo mi almendra para que disponga
– Vergüenza ni vergüenzo

El tío me lava la cabeza masajeando un buen rato y cuando vuelvo a levantar la sandía y me miro en el espejo tengo la cara del perrete chico al que le llevan toqueteando la papada toda la tarde, ¿sabéis cual, no?, esa que se te entrecierran los ojos y te da gustete hasta respirar, esa esa.

– Ala, ya estás niquelado. Vamos al corte, ¿te importa que te meta máquina?
– No no, tu mismo -ya de perdidos, 川へ
– Así que de España, ahí no he estado yo, pero no te creas que tengo muchas ganas de ir, ¿eh?, que allí fiuuu -y hace el gesto de que te guindan la cartera mientras silba
– Hombre, es un país muy bonito y la gente es muy maja, pero si que es verdad que hay que andar con ojo
– Esto en Japón no pasa, ¿eh?, ¿tu cuanto llevas?
– Yo ocho años y pico ya… tienes razón, en Japón no pasa nunca nada, bueno en Tokyo a mi una vez me desapareció la cartera en el tren y para mi que alguno se la quedó
– Si, pero yo por ejemplo ya me he quedado dormido por ahí en la calle después de salir de juerga y nunca me han robado nada… también es verdad que yo no debería contarte esto, jajaja
– Jajaja, anda que no. Pero bueno, vente para España algún día hombre, seguro que cambias de idea
– Bua, si tampoco es que sea por ganas, lo que pasa es que yo lo más lejos que he estado ha sido en Osaka. No he salido de Tokyo casi nunca, ni a Korea. Bueno, cualquiera va a Korea ahora con la que hay liada, ahí si que te la juegas por ser japonés. Y a China ni te cuento. Jodé, que de amigos tenemos
– Jajaja, un poco liada la cosa si que la tenéis, si, jajaja. Nosotros como mucho lo de Gibraltar, al final los líos los tenemos dentro. Bueno y los franchutes, claro, que vaya vecinos nos han ido a tocar.
– Jajaja, ¿no os lleváis bien?, pero si hacen unos croasanes que te mueres!. Ea, mira a ver como te queda el asunto -y me enseña con un par de espejos el reflejo del reflejo de mi inmensa cocorota
– Un poquillo más corto si me hace usted el favor
– Vamos ahí. Por cierto, ¿tu sabes leer japonés?, porque eso si que es un Cristo del copón
– Leo mucho ya, pero no todo ni de lejos
– Jodé, no me extraña. Yo muchas veces he pensado que menos mal que he nacido japonés y he mamado esto desde el principio que si me tocase empollarme esto porque si, sería imposible: que si el hiragana, desho?, que si el katakana, desho?, y luego ya los kanjis. Porque el katakana que es ahí recto más o menos es fácil, pero el hiragana con tanta curva y tanta historia… jodé madre mía, nihon ni umarete yokatta, hontoni!
– Bueno, pero mola el reto, quiero decir que es algo que te motiva y cuanto más vas pudiendo leer, más motivado todavía, está bien tener metas
– La mía es pasarme todos los Final Fantasy, jajaja
– Jajajaja
– ¿Qué tal así?
– Así perfecto, muchas gracias!!
– Yokatta yokatta! -se pone todo contento y yo me lo imagino haciendo el gesto de tocar el violín ñiaaaaa ñiaaaarann raaaaan

Salgo de allí con el pelo a lo «soft mohican» como lo ha llamado mi mago peluquero, abro el paraguas y parto descojonándome bajo la lluvia camino de casa. «Vuelve otra vez, por favor y seguimos hablando que tenemos muchas cosas pendientes».

Pos claro que vuelvo!!

IMG_7209.JPG

Conversación de MacDonalds

Acabo la competición después de llegar de milagro porque en vez de a las cuatro, los combates de mi categoría han empezado a las dos. He ganado el primer combate con bastante holgura y perdido el segundo después de ir empatados a puntos. Estoy bastante contento de mi papel, cada vez mejor, cada vez mejor!! que pena no tener los vídeos.

Bueno, volviendo a casa he parado en el MacDonalds a darme un homenaje, que ya hacía tiempo que me lo venía ganando. Pido lo mío y mientras me lo preparan para llevar, entra un señor extranjero de unos cuarenta y tantos años con dos niños rubios como dos soles. El señor señala el menú y le medio grita en inglés al chaval que le atiende y que un par de minutos antes me atendía a mi:

Dos happy meals, dos
Entendido, elija por favor uno de aquí y otro de aquí –le contesta en japonés señalándole las posibles opciones del menú happy meal ese
Dos, happy meal, dos -y cuenta a sus hijos- uno y dos, DOS, DOS
Si, pero por favor elija lo que llevan los menús
Que me des dos happy meals jodido idiota!!! -y los dos niños, que no tendrán más de cinco años, se empiezan a reír armando escandalera, el dependiente se pone rojo como un tomate y se queda bloqueado, quizás no ha entendido las palabras justas, pero la parte del insulto habría quedado clara aunque la hubiese dicho en polaco.
No te quedes parado, coño, dame dos jodidos happy meals para los niños, esto para estos dos, tan difícil es?!?!? tan difícil es!?!?!?!– y vuelve a señalar el menú y a los chavales

Llegados a este punto, la situación no parece que vaya a solucionarse bien de ninguna de las maneras. Decido intervenir, para mi propia sorpresa, y le hablo en inglés al tonto’l nabo este:

¿Te puedo ayudar?, hablo un poco de japonés, a ver si entre todos nos entendemos
Si ya lo he pedido pero este jodido idiota no tiene ni puta idea de inglés y no me quiere entender -los dos niños siguen descojonándose cada vez más con cada palabrota que suelta su supuesto padre. Yo le pido los dos happy meals al chaval que sigue nervioso y me dice que elija lo que quiero que lleven los menús.
Dice que tienes que elegir uno de aquí y otro de aquí, en este hay hamburguesa de queso y …
Los dos con hamburguesas, dile eso –me interrumpe, ahora parece enfadado conmigo, se lo digo al dependiente.
Ahora dice que elijas si quieres patatas o sopa de maiz o…
Patatas! dile que con patatas y gracias –me medio grita visiblemente molesto por haber metido mis narices en sus asuntos dando por finiquitada mi intervención justo en el momento en que mi pedido viene.
Muchas gracias, me has salvado -me dice el dependiente con una reverencia mientras le cobra los menús a semejante pedazo de gilipollas
De nada, de nada

IMG_4737.JPG

Conversación de menú del día

Volver después de dos años a Zalla con todo lo que ha pasado últimamente, ha sido casi como soñar durante una semana con vivir mi vida anterior. Ahora, ya despierto de nuevo, casi me parece mentira que hace nada estaba paseando por el pueblo que más moretones me causó a fuerza de no parar de correr y saltar por sus calles. Más de una acera se conoce mis rodillas de memoria.

Fueron días emocionantes, sin excepción.

Me gustó mucho enseñarle a la que me acompañaba mi mundo de siempre y que fuese yo, por una vez, el que tradujese menús y recomendase platos. Camino a Gaztelugatxe, paramos en Bakio donde la camarera nos atendió con encantadora hospitalidad:

A ver pareja, ¿que os pongo aquí?. Huy, ¿tu me entiendes cuando te hablo? anda, a ver como hacemos esto porque yo chino no sé y tampoco inglés, bueno, a veces el castellano se me olvida, no te digo más
Jaja, no te preocupes, bueno ella es japonesa, pero yo le intento traducir
Ostras, perdón, no pretendía ofender, ¿eh?, pero claro, pocos japoneses se ven por aquí, para nosotros todos son chinos. ¿Le puedes decir eso?, que no quería ofenderla, ¿eh?, que perdone, que una es una ignorante como la copa de un pino.

Le comento la situación a Chiaki que se descojona y me dice que es normal, que no tiene que pedir perdón por nada.

Menos mal, buff, no os he dicho ni el menú y si ya empezamos así… no quiero ni pensar cuando probéis la comida!
– Jajaja, seguro que está todo muy bueno
– Eso espero!. Bueno, esto es lo que hay

Le traduzco, más o menos, lo que va diciendo la camarera y Chiaki se extraña con que haya que elegir tantos platos, no le cuadra lo de primer plato, segundo plato y postre, y menos que el primer y el segundo plato sean platacos y que haya una cesta llena de pan sin fondo. Acabamos decidiéndonos por el arroz con almejas, los guisantes con jamón y sendos platos de carne. Como hay que conducir, no será vino con gaseosa sino agua.

Oye, chiquito, ¿puedes venir un momento? –me dice la camarera, y me lleva a un rincón– ¿cómo se dice «gracias» en japonés?
Pues se dice «arigato»
– Arigato arigato
–practica por lo bajini poniendo el acento en la segunda a, lo que hace que suene muy gracioso, así que no le digo nada. Cuando trae el segundo plato y Chiaki hace ademán de pasarle el plato vacío, se lo casca con la mayor naturalidad del mundo.

ArigÁto –y se va
Jajaja, de nada –le dice Chiaki en castellano
Pero lo has dicho mal, oye, que vas de entendida por la vida –dice una de las señoras de la mesa de al lado– es árigato gosamas, que lo se yo, ¿a que si? ¿a que se dice así? –le pregunta directamente a Chiaki, y yo se lo traduzco
Si si –contesta Chiaki en castellano descojonándose– bien bien
Vaaaale, jodé aquí con la entendida –le dice la camarera a la señora– pues fíjate que yo no sabía si era japonesa o no y la he llamado china
– Pues anda que no se distinguen!! si está claro que es japonesa
–dice la señora, y yo se lo traduzco a Chiaki, que me dice que a veces es muy evidente que alguien no es japonés, pero que ella misma no lo sabe ni de coña a simple vista, yo no digo nada
Pues los distinguirás tu que eres una relista, pero yo ya les he pedido perdón, ¿verdad moza que te he pedido perdón?, no te me enfades, ¿eh? que una es una inculta, que le vamos a hacer

Cuando vamos por las goxuas, Chiaki me pregunta cómo se dice «estaba muy bueno todo» y yo se lo digo tal y como está escrito entre comillas en esta misma frase. La camarera vuelve:
Bueno chicos, ¿os pongo un café o algo?
– Estaba muy bueno todo
– Jajajaja, anda!! árigato árigato, que maja, ¿has oído que me ha dicho que estaba todo muy bueno?
–le dice a las señoras de la mesa de al lado– no como vosotras que nunca decís nada, sosas, que tiene que venir alguien de fuera!!!

Salimos de allí encantados con el buen trato que nos ha hecho pasar tan mejor rato. Mirando al mar respiramos profundamente, una, dos, tres veces… a ver si el aire ayuda a bajar tanta comida, que hace mucho que el estómago no está acostumbrado a estos festines de los mediodías.

Madre del amor hermoso.

Oskar –me dice Chiaki– hoy he sido tu por un rato, ¿eh?, jaja, ahora sé como te sientes cuando vamos a un izakaya
Pa que veas!

Montamos en el coche y con el cinturón de seguridad hasta los topes, arrancamos.

Próxima parada: Gaztelugatxe.

DSC_2597.jpg

Conversación de geniuses

Cuatro días después de recibir un iPhone 4 totalmente nuevo que me cambiaron por que no funcionaba bien el botón de home, me presento en el mismo sitio con la pantalla de ese recién estrenado bicho totalmente destrozada: el genius bar de la Apple Store de Shibuya. El chico que me lo dio está también hoy, la cara de vergüenza se me caería si me tocase el mismo (se me cae de todas maneras desde el domingo).

De momento, aparece una moza florida:

¿Hacemos la copla en japonés o como va esto? -le dice, más o menos, a la que me acompaña
No, si nos vamos a entender rápido -le contesto yo en japonés
Vale, pues sentaros aquí que en un titá viene alguien a atenderos

Nos sentamos en una mesa y nos ponemos a ver el blog de Núria en el MacBook ese que te dejan usar, llevo unos días planeando una visita para conocer a Yuna-chan de una vez… cuando vamos por la entrada de las ikugrullas viene otro señor distinto:

Pues si hombre si, bueno, vosotros diréis
Pos mira -y le planto encima de la mesa el crimen perpetrado en semejante pieza de ingeniería, que no deberían dejarme seguir vivo.
Otia -lo coje y se pone a ver si funciona algo- pues parece que funciona, sería cambiar la pantalla, pero no tenemos recambios, así que no hay más remedio que cambiar el teléfono entero y eso son 22.300 yenes
¿Lo cualo lo que?, ay que dolor, Dios mío, ay que dolor
¿Pero cómo ha pasado esto, angelico? ¿se te ha caido de un quinto piso?
Pues se me perdió en Yoyogi en un hanami y lo pisaría medio Japón, lo raro fue que alguien lo encontró y lo devolvió
En un hanami, qué típica es esa… ¿había alcohol de por medio?
Había había, de por medio y de por los lados… pero bueno, que le vamos a hacer, necesito un teléfono y escribir un email aquí es como rayar queso Toscano, nos olvidaremos del iPad de momento
Jajaja, vale, ¿tienes hecho un backup reciente?
Si si, si estuve aquí la semana pasada, ya me sé la copla, si este ahí donde le ves tiene cuatro días, que me lo dieron el jueves pasao –me arrepiento al segundo de contarle esto
¿Y que le pasaba al otro?
El botón de home, que no homeaba
Ah naruhodo, vaya mala suerte que tienes -encima, pienso yo, si caigo siempre de pies – bueno, pues voy por el nuevo, me llevo la tartana para cambiarle la tarjeta y eso

Se va y vuelve al de un rato con un pedazo de iPhone nuevo que da gloria verlo y un par de documentos para que firme: uno que dice que he visto como borraban los datos del mío, y otro con la factura del nuevo, los 22.000 y pico yenacos. Firmo los dos a escape.

Vale, pues vamos a la caja y formalizamos el tema

Allí que nos vamos, yo hago el gilipollas acariciando el teléfono nuevo, llevándolo con las dos manos y así, el tío parece que se ríe conmigo y de mi, mitad y mitad. Cuando saco el dinero para pagar, el tío se nos acerca y nos dice en bajo estilo Soprano:

Mira, a mi me pasó esto mismo una vez, en un hanami también, así que vamos a hacer una cosa, donas 100 yenes o lo que te parezca para lo del terremoto, y nos olvidamos del asunto
¿En serio? -no le planto un beso porque está mi santa delante, que, por cierto, no para de hacerle reverencias, yo me uno y le hago más. El tío me da la factura y salimos de allí haciendo la tipo C: reverencias marcha atrás hasta perderle de vista escaleras abajo.

Ya en la calle me doy cuenta de que soy el tío con más suerte del mundo, primero por que me devuelven un iPhone perdido y segundo porque encima me lo cambian por uno nuevo. Me voy a mirar en casa el culo en el espejo, a ver si me veo la flor.

applestorereservation.png

Al día siguiente en Karate hay una hucha para recaudar dinero que se va a enviar desde la asociación de Kanazawa Kancho, allí dejo, encantado, mi aportación y la de la Apple Store de Shibuya. Cuadremos de nuevo el karma.

Conversaciones de desástrofe

¿Tu no te vas a tu país? -me dice la señora de la limpieza de la oficina
Pues por ahora no, casi ninguno de mis amigos está en Tokyo, da miedo, ¿eh?.
Yo tampoco me voy, prefiero seguir trabajando como si nada. Pero tu a mi no me engañas, tu no te vas por una que me se yo que me han contado a mi.
¡Y bien claro que lo tengo!
Por cierto, deja de tirar lo del té usado en la papelera de tu sitio que luego chorrea la bolsa y es un asco, tiralo aquí en el cubo este, hombre
Ostras, vale vale, entendido, perdón!


En la reunión semanal del equipo, el jefe nos habla sobre el agua:
Que sepáis que están analizando el agua del grifo y que han encontrado que está contaminada en cierto grado, en principio no debería haber problema más que para los bebés, pero mejor evitar beberla por ahora si se puede
Y hervirla es peor -brinca el canadiense parlapuñaos tolosé- porque si la hierves, el agua pura se evapora y lo que queda tendrá todavía más concentración de elementos nocivos en cierta… bla bla bla ble ble blu blu blubú … (5 minutos explicando el origen del universo según san Chapalere Bailón)
¡Pues ale, a beber todos cerveza como locos! -digo yo interrumpiéndole mientras todos se descojonan
Pero la cerveza también se hace de agua al igual que el agua mineral embotellada y …
¡¡Pero nos reiremos más, que aquí lo que hay que hacer es reírse más y analizar todo menos!! – le interrumpo de nuevo antes de que empiece otra vez a despejar ecuaciones aquí rantamplán.


En Karate, una señora mayor con la que siempre hablo mucho, se sorprende de verme en la clase:
¿No te vas a España? ¡tus padres tienen que estar preocupados! ¿estás bien?
Yo estoy bien y ahora mi familia también, pero es que menuda imagen que han dado allí en las teles y los periódicos de lo que está pasando aquí. Fíjate, un periódico decía desde que en Tokyo había terror y no quedaba nadie hasta que los japoneses no lloráis…
Si claro, y tampoco meamos, somos aliens -dice riéndose a carcajada limpia, después se pone seria- ¿De verdad que escriben esas cosas? ¿esa imagen damos?, vaya. Bueno, todavía tenemos que tener cuidado con todo, tu llama mucho a tus padres para tranquilizarles, ¿eh?, y no cojas frío que te resfrías.
Si les llamo si, ¡gracias por preocuparte siempre!
Porque soy la madre de todos vosotros -repite riéndose, una vez más.

A la salida me está esperando con un paquete de caramelos «buenos para la garganta después de hacer gárgaras»


En la cafetería de la ofi, mientras hacemos cola para calentar el taper en el microondas:
Oskar, what’s up with the toilet paper? -me dice un compañero chino- porque yo puedo entender que no haya arroz ni pan, que la gente se aprovisione de agua, pero ¿porque hay escasez de papel higiénico?
Pues lo mismo si te envuelves con él, no te da la radiación, vete a saber!
Yo recuerdo -dice la chica japonesa que tiene la vez en el microondas- que cuando era pequeña pasó un desastre parecido y en aquella ocasión no quedaba papel higiénico en ningún lado, me da a mi que la gente se acuerda de aquello y por eso procuran tener en casa, aunque son otros tiempos y no hace falta, ¿verdad?
Anda que curioso, pues tiene sentido -le digo yo mientras meto mi peazo taper con arrozico a calentar


Después de una media hora haciendo cola para llenar la moto en una gasolinera (ya no hay colas, esto duró una semana más o menos), llego a la parte de delante y el señor de la gasolinera me enseña un cartel escrito en japonés:
This, 2000 yen, limit limit, no more no more
Ah si -le contesto en japonés- pero la moto nunca me ha costado llenarla más de 1000, así que sin problema
Jodo que bien hablas japonés -me halaga como siempre y no me lo creo, también como siempre- vale vale, es que no nos dejan daros más gasolina, lo siento mucho, ¿eh?, y que hayas tenido que esperar… – y me hace unas cuantas reverencias de tipo 2 (más estilo cuello que cuerpo).
No no, si ya digo que a mi plim catamplim, además con el pedazo de día que hace ni me importa, mejor aquí en la calle que en la oficina.
Ah que trabajas aquí? sugoi ne, eres profesor de inglés, no?
No no, buff, inglés, menudo panorama, que va, soy rascateclas haciendo webs y eso pero vamos que lo estoy dejando
Él se ríe mucho, muchísimo, tanto que entiendo enseguida que no ha entendido nada de mi patético y ortopédico intento de sonar gracioso en japonés, pero aún así se descojona por no preguntar, la de veces que habré hecho yo eso al cabo del día.
Ala, ya te toca, por favor conduce con cuidado y gracias por esperar
Gracias señor, que vaya bien!


Pues dado que quedáis cuatro extranjeros en Tokyo -me dice mi amiga la camionera mascatabacofijo que sales cualquier noche y triunfas un montón, a nada que digas que no tienes miedo y te hagas el guay
Jodo, pues miedo claro que tengo!! pero vamos, que paso de bares y salidas nocturnas con la que está cayendo
¿Qué pasa? ¿que la radiación te ha vuelto gayer?


En una conversación por chat con un «amigo»:
Te he visto en la tele tío, y en el periódico, salías ahí explicando todo en plan campechano, ¿estás bien? ¿todo bien?
Si si, todo bien, no tengo muy claro que han sacado y que no, yo he visto algunos vídeos, pero no te creas.
Bueno, pero de verdad, ¿todo bien? ¿necesitas algo? ¿puedo yo hacer algo desde aquí?
Gracias gracias, no te preocupes, a parte de acojonadico, estoy como siempre, con mis gaitas
Pues es que en la tele… ¿tío, que coño te ha pasado en el pelo? ¿de donde han salido esas entradacas?
¡¡¡serás cabrón!!! ya me parecía a mi raro que me hablases por aquí y más que te interesases ni media por mi, peazo de hijofruta, marcha por lo segao!!! cabrón!!

Conversación de dos ruedas

Volviendo en moto para casa un sábado por la noche más bien tarde que pronto, debajo de mi aliada la luna lunera, me para la poli:

Buenas noches, mire, esto es un control de alcoholemia, por favor sople aquí -y me pone un tubo delante al que se le sopla desde lejos sin metérselo en la boca ni nada
Fffffff -soplo sin preguntar, que esta me la contó el Lorco y ya me la sabía
Muy bien, ha dado usted cero, no está bebiendo nada, ¿verdad?, siga siendo responsable y conduciendo con seguridad
En realidad estoy bebiendo esto -y le enseño la lata de té calentica que llevo en el bolsillo de la chaqueta
¡Qué bien hablas japonés! -el día que sea verdad esto…- ¿y bebes té verde? ¿no está amargo?
Si, pero me gusta el sabor, si yo hasta estudié la ceremonia del té un año y medio y todo!
¿En serio? anda la leche. ¿pero tu cuanto llevas en Japón?
Pues casi cuatro años ya…
Eso es mucho tiempo!!, ¿eres sueco?
– No no -¿pintas de sueco yo?- de España, del norte -ostia wa achi iku dakedo (ahí va la ostia pues)
¿España?, campeones del mundo de fútbol, ne
Si si, menudos artistas
¿Y porque estás aquí? ¿estudiante de la universidad?
Me ves jóven, ¿eh?, no no, hago páginas web aunque…

Se acerca alarmado haciendo gestos el compañero encargado de parar a gente con el sable láser, miramos para atrás y resulta que hay una cola de motoristas ahí formada ya del copón esperando su soploturno. El poli que me daba palique se pone serio de repente

Prosiga su marcha y no olvide conducir con cuidado
Hai, ryoooookai desu!

la foto (2).JPG

Conversaciones de aeropuerto

Narita, Tokyo. Día de marchar.
Mientras imprimo el billete en las máquinas, donde elijo asiento en la puerta de emergencia al lado de la ventanilla, una chica me pregunta si tengo algún problema con el ordenador y si necesito ayuda. Declino su oferta, saco el billete, facturo y me dirijo a la puerta de embarque. Paso por un control:

– Good morning sir, can you show me your passport, please?
– Yes.

– Buenos diasu, ¿como está? (en castellano y riéndose)
– Bien bien, good good, thank you
– Ok, thank you very much sir

Y me deja pasar sin más.


Frankfurt.
Trato de buscar la puerta de embarque del avión para Bilbao. En la cola para el control de equipaje de mano se nos cuelan cuatro personas: una vieja y tres mostrencos. Llego al control y la chica me habla en inglés sin ni siquiera mirarme a la cara:

– Si tienes un ordenador, ponlo en una bandeja a parte y lo demás ahí y pasa por el arco
– Vale

Al pasar por la maleta, ven algo raro y me paran:

– ¿Esta es tu maleta?
– Si

– Abrela

– Voy

La abro un poco acojonado por las formas, lo primero que se ve son dos sobres de Udón y Soba que Michiko me ha regalado para que se lo cocine a mis padres, con sus respectivos paquetes para hacer la salsa.

– Ah, comida basura, muy bien
– No es comida basura, es comida japonesa, así que todo lo contrario más bien

La tía visiblemente incomodada por la respuesta se dedica a sacar absolutamente todo lo que hay en la maleta y lo desperdiga por la mesa, el resto de gente espera. Cuando se aburre de ver que sólo llevo libros y cuatro tonterías, me dice:

– Vale, puede irse

Y me deja allí volviendo a intentar que todo entre en la maleta mientras se va formando una cola del copón. Yo no tengo otra manera de irme de allí que con todo dentro, así que me tiro un buen rato. La tía, encima, me mira mal como si fuese culpa mía y se dedica a cuchichear con su compañera señalándome en vez de hacer un mínimo esfuerzo por ayudarme a arreglar la que ha preparado ella sola.

Bilbao, día de volver a Japón.

Voy con mi maleta de mano un poco acojonado por si me paso de peso, lo pongo todo en la cinta transportadora y al pasar por el arco el guardia civil que está zampando chicle, me dice que deje la chamarra también. La dejo, vuelvo a pasar por el arco y me doy cuenta que llevo el cinturón metálico puesto, pero no se si ha pitado el chisme o no. El tío también se da cuenta:

– Esto te lo tenías que haber quitado antes, hombre (tono de perdonarme la vida)
– Ah vale, no me he dado cuenta hasta ahora
– Ba, ya es igual, venga tira tira

Recojo las cosas y me voy. Aquí también he tenido que poner el ordenador a parte en una bandeja él sólo.

Frankfurt. Último transbordo.
Paso con la maleta de mano por el control, el señor me da los buenos días mientras me pide el pasaporte:

– Buenos días, señor, ¿me permite su pasaporte, por favor?
– Buenos días, si si, claro, tenga
– Muy bien, todo perfecto, que tenga un buen viaje
– Muchas gracias

Narita. Tokyo. Ya llegamos.
Después del viaje más curioso de mi vida, recojo la maleta grande que había facturado y me dirijo al control. El hombre ve mi pasaporte y me habla:

– ¿Puedes hablar inglés? (en inglés)
– Si si
– ¿Puedes hablar japonés? (en japonés)
– Si, un poco (en japonés)

Después de hacer estas dos preguntas, a continuación me dice todo en dos idiomas. Primero en inglés y seguido en japonés, yo le contesto en lo primero que me sale:

– ¿Cuanto has estado fuera? ¿Cuanto has estado fuera? (inglés – japonés)
– Dos semanas

Así me hace dos o tres preguntas del estilo en dual, y después me saca un panfleto donde se ven fotos de drogas: maría, pastis… de todo

– ¿Lleva algo de esto en la maleta?
– No

La siguiente hoja es de armas: pistolas, espadas, cuchillos

– ¿Y algo de esto?
– Tampoco

No se si no se lo cree, o es que está aburrido, así que me pide abrir la maleta. Yo ya resignado la abro, lo primero que se ve es un plumifero de Karate que me compré y que resulta que está más arrugado que la pata de Periko:

– SKIF, esto es de Karate, ¿verdad?
– Si, Shotokan
– Está muy arrugado, disculpe.

Y coge el tío y se dedica a sacarlo, alisarlo con la mano y doblarlo perfectamente cual dependiente de Zara. Yo me quedo chato:

– Muchísimas gracias
– Nada nada. ¿Esto que es?
(señalando a un envoltorio con un regalo)
– Es un regalo, un cuenco

Mete otra vez la chaqueta de la SKIF cuidando que la ropa no sobresalga, y llama a su compañero. Entre los dos me cierran la maleta mientras yo miro el cuidado con el que lo hacen. Después me dice que mueva los números de la combinación por si se abre sin querer, coge la maleta y la saca por el otro lado de la mesa para que no tenga que bajarla yo:

– Vale, vaya con cuidado y muchas gracias
– De nada, a ti

Conversación internacional

Dos chicos de California de mi antigua oficina hablando. El parlapuñaos se da cuenta de que estoy medio escuchando las payasadas que está diciendo:

– «…y entonces esos mexicanos no hacían más que pegarse entre ellos, menuda gente, ni entre ellos son capaces de llevarse bien. Normal que luego hagan lo que hagan, yo veo un grupo por la noche y me voy por donde he venido…«. Oh, Oskar, estás escuchando, perdona
– Es igual, si yo soy Español, tú mismo
– Pero tu eres medio mexicano, ¿no?
– No, no tengo nada que ver, de hecho sólo he estado en México una vez y fue de vacaciones, por cierto que me lo pasé muy bien
– Pero habláis español, ¿no?, eso es que sois medio iguales
– Si claro, hablamos español los españoles, mexicanos y como medio mundo más. Somos igual de iguales que tu y un inglés
– No es lo mismo porque vosotros coméis la misma comida picante esa con alubias y chile
– Si, yo como eso cuando voy a un restaurante mexicano, no te vendría mal enterarte un poco de como es el mundo, tío, España es España y México es México.
– Whatever man
– Yeah, whatever

Fue el último día de oficina y dejé constancia del ikusuki traje edition, que vete a saber cuando me lo vuelvo a poner…

Conversación de McDonalds

(en japonés)

– Hola, big mac setto, por favor
– (intentando aguantarse la risa sin éxito) Big Mac Setto? entendido, ¿es para llevar?
– (yo riéndome también) no, no, para comer aquí
– (algo más seria) ah, vale, entendido, algo más?
– Si, una cheeseburguer pero tal cual
– Entendido, hablas muy bien japonés, eres americano, ¿verdad?
– Jaja, no no, todavía no hablo nada bien. No, vengo de España
– Ah, entendido, en España hay mucho pescado y marisco, ¿no?
– Si si, además yo vengo del norte donde se come mucho, pero ya ves, me vengo a un McDonalds a cenar
– Bueno, siempre puedes pedir la hamburguesa de gambas
– Pues si, eso si…
– Son 790 yenes, por favor
– Ah si, espera que tengo justo
– Gracias, oye, tienes cara de español, muy característica, latino
– Claro claro, jaja, por eso me has preguntado si era americano
– Jaja, es verdad, perdón