Archivo de la categoría: Vete a saber
杖道 – El arte del palo
Artes marciales hay muchísimas, esto es así. Tenemos las más conocidas como Kendo, Capoeira, Aikido, Karate, Judo… y luego hay un montonazo más que se saben los que las practican y poco más. No tengo ni idea de cual es mejor, supongo que lo perfecto sería tener el tiempo suficiente como para profundizar medianamente en cada una de ellas y que así se complementen en uno mismo.
Por ejemplo: Judo se basa en agarrar, derribar e inmovilizar al contrincante aprovechando, a poder ser, su propia fuerza. Vamos, que si me empuja, yo no empujo, sino que tiro y así añado mi fuerza a su fuerza en mi beneficio. En Karate, simplificando mucho, nos dedicamos a pegar puñetazos y patadas y a aprender cómo parar. Sería perfecto que un Judoka aprendiese a parar o a soltar una patada bien dada por si eso del agarre se complica, y por otra parte yo rezaría para que el Judoka no me enganchase porque a partir de ahí no sabría que hacer.
Partiendo de esta Toscareflexión que seguro que no saldrá en ningún libro, a mi siempre me ha llamado la atención ver a algunos policías con palos en vez de porras. Son varas que miden de un metro a metro y medio y que provienen de un arte marcial llamado «Joudou» cuyo origen está en saber manejar el palo que utilizaban los caminantes para defensa y ataque. Por supuesto, los polis también llevan pistola por si te viene un malo con una, pero creo que sabiendo utilizarlo, un palo de esas características debería ser un arma muy práctica para reducir a alguien, desdeluego mucho más que una porra.
De buenas a primeras, ver a un policía apoyado en un palo así de largo como que ya acojona. Y es curioso porque una pistola es mucho más peligrosa, pero me imagino que estamos todos demasiado acostumbrados a verlas…
Kawagoe
Es bastante curioso cuando encuentro un sitio nuevo al que ir que esté cerca de Tokyo y pregunto a algún amigo japonés si ha estado y la mayoría me contestan que no. Y si lo pienso un poco, es lo mismo que me pasa a mi… mira que la catedral de Burgos tiene que ser grande, pues ni idea porque no he estado. Y bien cerquita está de Zalla.
Pues lo mismo con Kawagoe, a mis amigos les suena porque hay una serie de la tele que ha sido rodada allí pero poco más. Yo lo encontré de casualidad por ahí por internet, y me lo apunté. Este domingo allí me planté a pesar de la lluvia y aunque llegué un poco tarde y no había ningún templo abierto, creo que entendí bien de qué pueden estar orgullosos los Kawagoenses. Pongamos que tiene un barrio en el que se conservan casas típicas de la época Edo que se han reconvertido en tiendas y restaurantes donde uno puede sentir cómo era darse un paseo por el Tokyo de entonces… aunque hay que saber abstraerse porque por el medio de la calle principal no dejan de pasar coches.
Me recordó mucho al barrio de Gion de Kyoto, primero por el parecido de las casas, y segundo por esto mismo de los coches por el medio.
También hay una calle famosa por que venden dulces y golosinas de hace un montón de años entre los que destaca una historia llamada Fugashi que es como una barra de pan pero que no pesa nada y que es como hojaldre, ahí crujiente. Dentro fotos de la calle y del dulce!
Aunque el símbolo elegido, lo que sale en todos los panfletos y postales, es la torre cuya misión era avisar cuando hubiese incendios, aunque ahora no tiene otra que dar la hora, estilo campanario del pueblo:
Yo me quedo con los señores de los palanquines que van derrochando simpatía y zancadas a partes iguales consiguiendo el ambiente especial que se respira en el lugar. No me imagino el sitio sin estar ellos por allí dando voces, me encantan!
Por cierto, parece que no me crucé con Guille y Nere de milagro porque me acabo de fijar que a ellos les llamó la atención la tienda de la foto!
Se va muy muy facilito, apuntad: nos vamos hasta Ikebukuro en la Yamanote de toda la vida, y ahí buscamos la línea Tobu Tojo que te deja en Kawagoe en media horita larga. Eso si, fijaos que el tren sea express, porque el otro para en un tamago de paradas (yo y mis cabezadas contra el cristal damos fé). El barrio de las casas está un pelín lejos, pero hacedme caso, atended: buscad dentro de la estación porque hay un stand de información para los turistas que te hablan en inglés, te dan un mapa y te hacen el recorrido y te dicen donde coger el autobús que te deja en el mismo meollo del asunto. Luego lo suyo es volver andando por una calle de tienduquis arruinasalarios.
Metida en el mapa!!
Edamame a lo Iku
Oktoberfest en Mayo III – The vuelta patrás
Los conguitos de granos de café
Buff, la conciencia no me permite despedirme con el post regulero. ¡¡Que no me ha costado nada hacerlo!! jodé, si hiciese todo el blog así la de tiempo libre que iba a tener, que si corto aquí, que si pego allá… pun, en cinco minutos un post!!
y no tener que pensar en qué escribir todos los días!
Bien mirao…
Que noooooo, que tengo concienciaaaaaaa y vergüenzaaaaaa, así que limitaré el regulero a uno por semana, que no se diga!. Además que si no hiciese fotos ni videos ni contase mis historias por aquí, lo que me iba a aburrir por los Tokyos…
Al lío! Vamos a añadir un <li> a la <ul> de la madre de Peneke con un producto original que me dejó 75% chato, 20% picueto y 5% canino el otro día según venía del combini de la esquina a mano izquierda en manga corta y sin afeitar:
Pues eso: como los conguitos, pero en vez de meterle dentro un cacahuete, le metemos un grano de café. Pero un grano grano de café café, vamos, que el grano no es de chocolate ni nada, que aquello es tan amargo como zamparse café a puñaos, más si cabe porque el chocolate es dulzón! Las papilas gustativas meten horas aquí, amigos!
Ahora si, ahora ya me despido a gusto:
¡¡ Ya vamos 37 productacos !!
El post regulero de la semana
Otra nueva ikusección!, de tantas secciones que tenemos, esto no se sabe ya ni a donde va (aunque venir, viene de Bilbao, eso sí).
El caso es que una vez a la semana he decidido publicar un post regulero en el que pongo algo que haya pasao en Japón y lo planto aquí. Ojo, que no tiene porque no tener interés, pero lo llamo regulero porque seguramente no me lleve poco más de 5 minutos hacerlo porque mayormente se va a basar en copiar lo que haya puesto otro (citando la fuente, eso sí).
Así que sin más, subimos la persiana e inauguramos el post regulero de la semana con…
Resulta que en Kisarazu, que es una ciudad de Chiba, ha aparecido un monaco y que unas 30 personas han intentado cazarlo pero que no ha habido tutía:
A mi el mono se me parece un poco al pastababas, así que igual lo suyo habría sido ponerle un plato de algo a poder ser pegajoso y con mucho líquido dentro de una jaula y seguro que el bicho iría deseoso, raúdo y veloz a exhibir su arte…
Ay el monico! ay el monico!
Fuente: JapanProbe
Tiempo en escribir el post: 7 minutos. Dificultad: media (había que embedder un videaco de otro)
Oktoberfest en Mayo II – The sarao itself
Reunión de pokeneros
Estaba en casa ahí viendo Lost y estando idem cuando me habló el ninja:
– Amo Tosca, amo Tosca
– Hombre!, ¿qué me cuentas Ninja campeón?
– Que digo que me lleves de ninjambiteo, que me aburro una jartá aquí puesto encima de la nevera y quiero ver mundo y aquí lo único que veo son lechugas y yogures cuando vas a cenar.
– Pero si ya te enchufé el otro día al USB y te puse el firefox ahí con pestañacas a cholón ¿qué mas quieres?
– Yo quiero estar con otros como yo
– Ya veremos
– ….
– A mi no me pongas ojos tristeros, ¿eh?, ¡que esa ya me la sé y no funciona!
– …
– ¡¡¡La madre ninja uesebera que te parió!!! , venga, vale, te voy a llevar, ni más ni menos, que donde tu creador pa que le conozcas
– ¡Eres el mejor, amo Tosca!
– Lo sé, lo sé, a ver si chocas con muchos coleguitas y conocemos gente los dos
– ¡Hecho!
Y como uno es un pedazo de onigiri, pues no hubo más remedio que llevarle al ninja a una presentación organizada por Poken Japan, que tenían de invitado estrella al artista de Suiza al que se le ocurrió el invento. Un señor con barrigota más campechano que ni sé, con una sonrisa perpetua en la cara que se le notaba realmente encantado y orgulloso de hablar de su creación.
Hablé un poquillo con él y me contó que en España están intentando que la cosa despegue y que se pueden comprar allí sin problema (Poken España), aunque su uso todavía no está tan extendido como Japón que es el lugar donde ha tenido una mayor aceptación. Normal, por otra parte, visto lo importante que son aquí las tarjetas de visita y el concepto Kawaii del bicho. Y eso por no hablar de que ya se empiezan a ver los primeros pokens artesanales:
Además, había un concurso para nuevos diseños, tu pintabas ahí uno, y después si sales elegido, ese será el que hacen. Yo dibujé al Poken Marciaaaaaal, aunque salió más refeo que ni sé!
Y así transcurrió un rato chulo en el que estuve dándole gustico a la mano del ninja y haciendo contactos. Fue curioso ver como un par de horas después del evento este, recibí un montón de emails de gente nueva siguiéndome en twitter.
También había una una caja de Pokens a los que les habían metido los datos públicos de gente famosa, de manera que tu chocabas, por ejemplo, al que ponía «Coldplay» y al llegar a casa y enchufarlo, ya les podías seguir en twitter fácilmente:
Ahí va un video pokeando pa que veáis cómo funciona el asunto en tiempo real a lo Bauer:
– Gracias amo Tosca, fue una noche inolvidable!! conocí a Dios!!
– Jajaja, si, menuda panza que tenía, ¿eh?
– Un poco si, las cosas como son, pero era más majoooo. Voy a soñar con el poken geisha. Oyasumi!!!
– jajaja, Oyasumi, ninjambitero!
Tokyo IkuBici Motion
Ahora que está de moda el eslou mousion ese de las narizacas, Ikusuki le da la vuelta al okonomiyaki e inventa un nuevo concepto audiovisual que riete tu del varsaski ese:
Llevo ya no se cuantos intentos para grabarlo sin que la cosa tiemble demasiado y a poder ser sin abrirme la cabeza, y ni sé los sitios en los que he intentado subir el vídeo y me han dicho que tararí que te ví.
Ba! resulta que el youtube y el vimeo no se atreven con nuevos conceptos audiopedaleovisuales…
El Tío Tosca ha superado todos los obstáculos. Está hecho…
Ahí van una fotos de la segunda vez que lo intenté con el trípode gorilil ese:
Por cierto, no me pienso poner un casco con la cámara en la cabeza, que uno también tiene dignidad, igual muy adentro ahí, pero dignidad al fin y al cabo…
Aquí la primera versión hace un año o por ahí…
¡¡Un robao, esto es un robao!!
Yo que con toda mi buena fé accedo a que me entreviste el señor Capitán Urias, y resulta que al acabar, va el tío pillo, me hace creer que la cámara ha dejado de grabar y me hace preguntas ahí buscándome las cosquillacas.
¡¡¡¡Y todo grabao, claro!!!!
Aquí está la entrada en su blog!! visitadle mucho que menuda currada se ha pegao!!!
Ikusuki en Cadena100
Hacía muchísimo que no me daba por escuchar la radio… yo metía ahí mi música en el iPhone y hacía vida entre los Celtas Cortos, Sabina y Coldplay, pero hace más o menos un par de meses que vi que los de Cadena100 habían sacado una aplicación para el iPhone.
Acordándome de mis tiempos yendo a la Universidad desde Basurto escuchando al Abellán y al Pulpo y partiéndome, me ha dado por escucharles a esa hora en la que mi amado compañero chino se levanta con su taper enfilando el microondas.
Por lo visto, el Abellán hace bastante que no está, ahora salen un tal «Javi Nieves» y una tal «Mar Amate» ahí hablando y lo que empezó como una excusa para no escuchar al pastababas y al parlapuñaos se ha convertido en una adicción de lo más entretenida!!!
El otro día hablaron de su página en facebook, y me dio por dejarles un mensaje allí dándoles los buenos días. De repente Javi se pone a hablar que si de un bilbaíno en Tokyo, que si Ikusuki, que si no se qué… ¡yo flipao!, les doy las gracias y lo siguiente es que este viernes van a hacer un «Españoles por el mundo» y que cuentan conmigo!!!
Así que si estáis mañana despiertos sobre las 7:20 de la mañana, ahí saldremos a filosofar con mi habitual sabiduría!!! Y si no estáis despiertos, no preocuparse que lo grabo!
Actualización!!! Nuria de Nihonmonamour también sale!!!! mola!!!
Las seis de la mañana
Es cuando yo empiezo a acabar de soñar mientras mi familia y amigos están todavía planeando empezar sus sueños.
Muchas veces pensando en ellos, empiezo a vivir de nuevo el principio de lo que me queda de vida mientras el sol hace que sea tan absurdamente de día que parece que aquí es él el que no está sincronizado con la hora.
A las seis de la mañana mi cuerpo me suele recordar todo el ejercicio que le hice hacer el día anterior, doliendo con cada escalera, con cada pedaleo, con cada movimiento.
Es cuando el espejo me muestra con el tono sombrío de mi cara la última vez que me afeité, y pone énfasis en aludir cada vez con más claridad todas las seis de las mañanas vividas.
Los salaryman se ajustan la corbata, comprueban que todo esté en su sitio, y salen a la calle sin tener la más remota idea de cuando volverán mientras los dependientes de los combinis se aseguran de tener las estanterias llenas de onigiris y sandwhiches.
A las seis de la mañana ya se ven reverencias y sonrisas aunque se antojan más mecánicas que de costumbre.
Las calles huelen a arroz, a café, a champús, aftershaves y colonias, a rutina y a desazón. Nada parece emocionante, el tiempo pasa muy despacio, tanto es así, que parece empeñarse en no pasar.
Los semáforos empiezan a amortizar de nuevo sus parpadeos, y las farolas exhiben sus ya frías bombillas dando envidia al maltrecho asfalto que sabe que lo peor está por venir.
Las casas se vacían, los trenes se llenan, y nadie parece estar en su sitio porque todos se mueven con prisa, con nerviosismo, con impaciencia.
Nadie quiere conocer a nadie, los ojos se centran en diminutas pantallas de teléfonos móviles, los oidos llevan artilugios colgados de cables blancos que no dejan escuchar al mundo y las piernas andan solas mientras las mentes están sin estar del todo.
A las seis de la mañana nos espera una oficina, una escuela, una tienda, un trabajo… un sitio a cuyo encuentro vamos ensayando estar despiertos.
Y como hemos recien acabado de soñar, no nos acordamos de seguir soñando.
El Poken Ninja
Tranquilos, que no me he vuelto un maestro pokemonero ni me he comprado un bicho que dé calambrazos ahí cual cable pelao lamparil. Pero lo que si me he vuelto es un esnob cosmopolita y he empezado a asistir a eventos socioculturales de la noche Tokyota. Bueno, en realidad sólo he ido a uno y de casualidad, pero no desentoné ni nada, ojo, que habría pasado por uno más perfectamente allí con mis «Nice to meet yous» de pueblo.
El evento en cuestión se llamaba «Beers4Books», o en el castellano de Gijón: «Cervezas por libros». Básicamente se juntan un montón de entrajetaos y se dedican a pimplar en un sitio medianamente tranquilo que favorece el intercambio de ideas y contactos empresariales, a la par que gambiteriles a juzgar por el otro par de eventos con el beer de por medio al que me han invitado después de este. Lo de los libros y las cervezas viene porque de cada cerveza que se pimplaba la gente, se destinan 100 yenes a comprar libros para niños de países donde no lo tienen tan fácil como nosotros.
El caso es que esto fue ayer por la noche, y yo veía que allí después del apretón de manos y tal, la gente sacaba un teleñequillo y lo ponían uno cerca del otro, aquello se iluminaba y después seguían hablando ahí como si nada. Así que, aún a riesgo de que el teleñequillo fuese ostiable, yo pregunté y así fue como Ikusuki se hizo, previo pago de 2000 tariles, del:
Tu esto lo conectas al ordenador y se te abre una página web donde puedes configurar tus datos de contacto: donde currelas, web/blog, email/teléfono y hasta una foto. Pero la cosa no se queda ahí porque también puedes meter tus perfiles de Facebook, Linkedin, Twitter, Flickr… vamos, todo eso que todo el mundo del mundillo usa. Aunque tu decides siempre qué compartes y que no, ojo, que el ninja respeta eso, ojo, ojo, ojo.
Hasta aquí, pues bueno, una llave USB de estas pero enchufada a una web, así sin mucho misterio. ¡Pues no!, porque lo guay viene ahora: la mano del teleñeco es un sensor IC o alguna gaita parecida, que esto significa que cuando lo pones cerca de otra mano de otro teleñeco, aquello se ilumina por un segundo y resulta que se intercambian la información!!!
Yo cuando llegué ayer y metí el chisme en el ordenador, me salió una lista de la gente con la que había hablado, con sus datos de contacto y, lo que es mil veces mejor que una tarjeta de visita: con sus fotos!!! Ahi les tengo calaos!! si hubiesen sido tarjetas de las de toda la vida, seguramente estarían compartiendo espacio con los posos del café en la bolsa de la basura.
Atiende con el ninja! atiende como se hacen contactos hoy en día! Atiende, que el Tío Tosca se va haciendo hueco entre los que manejan el cotarro!
El gatostiable III – Los platanacos
Vamos con una nueva entrega de la sección más sacrificada y costosa de realizar de toda la blogosfera conocida, aquella en la que analizamos todo lo que se nos pasa por delante que tenga relación con el gato más poliostiable de todos los tiempos.
Lo pasamos mal, esto es así, pero nuestra resistencia no conoce límites y seguimos adelante a costa de enñoñar neuronas y disminuir capacidad intelectual en un alarde de sacrificio sin precedentes.
Empecemos, pues, con la tercera entrega del gatostiable detallando el contexto en el que tuvo a bien acontecer:
Un lugar de Tokyo tan idílico que hace parar el aliento cada vez que se visita, y cuando se consigue retomar de nuevo, uno no puede dejar de respirar aire con olor, casi con sabor, a cultura milenaria.
Los sentidos redefinen su utilidad recreándose en cada rincón impregnado de tradición, de ornamentos tallados a la vieja usanza en templos de alturas imposibles y una solemnidad tan digna que aquieta el espíritu, pacifica el alma y acalla la ruidosa e implacable consciencia de la mente.
Sin oponer medio atisbo de resistencia, uno se deja inundar del saber de las gentes que nos regalan, quizás sin ser ellos conscientes, el buen hacer de sus costumbres gastronómicas que logran satisfacer a la vista mucho antes que al estómago.
Hasta que aparece allí…
Venga, todos a una:
¡¡¡ Banzai !!!!
Ikusuki in the world
Nacho y Adela bien podrían haberse quedao en casa leyendo el periódico, pero pensaron que mejor que no y se dieron un par de paseos por Marrakesh, Jordania y La Habana, así como el que no quiere la cosa… según iban…
Y lo que es mejor todavía, se acordaron de nosotros y no veas las pedazo de fotos que se sacaron, no veas.
Luego vino Goyo, bueno más bien se fué, a Irlanda y al volver va y me pone el trabajo facilito mandándome un email contando todo. ¡Viva el cortapega!
Kokito, una muestra más de lo internacionales que son tus camisetas.
En esta ocasión, este atractivo balmasedano se desplazó hasta el norte de Irlanda para lucir una de sus más preciadas posesiones, la Kotoba.
http://es.wikipedia.org/wiki/Calzada_del_Gigante
El menda, el lerenda y el lerendón nos fuimos a Narita a ver tambores y acuñar términos, y, cómo no, hubo foto del momento:
Y eso por no hablar del hanami con Hirata san, un amigo «de la familia» de Nere y Guille, más majo que otro poco!
¡¡ Gracias cerezos en flor!!
Fenix, actualiza el mapa!
Almu——> 20 puntos por comprar una Cienpiés y una Kurosuwado
Josep—–> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Cienpiés Cyan
Nacho—–> 15 puntos por las fotos en Kamakura, Shibuya, Marrakesh, Jordania y La Habana
Jonathan–> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Carlos—-> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Raúl——> 10 puntos por comprar una Kotoba
Omar——> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Goyo——> 5 puntos por la foto de Irlanda
Nagore—-> 5 puntos por las últimas fotos
Stuntmantburgos -> 5 puntos por el post «Primera ley (La Ikuley)»
Enviar foto para ikusuki in the world: 5 puntos
Publicar un post en tu blog con alguna foto sobre Ikusuki: 5 puntos
Hacer un video con alguna cami y subirlo a internet: 5 puntos
Hacer algo original que tenga que ver con Ikusuki: 5 puntos
Los que lleguen a 30 podrán elegir uno de los ikuregalos:
– Pack de un ninja y un llavero sushi/gyoza (quedan 4 3 packs)
– Calcetines estilo tabi con el dedo gordo separao (quedan dos pares: azul oscuro y negro)
– Fuurin (quedan dos)
– Pack de dos ninjas
La mejor foto de Abril
Una hablará Euskera y Castellano, crecerá viendo Los Lunnis, paseará por Bilbao, decidirá si le gusta el fútbol y quizás se haga del Athletic para fastidiar a su padre. Por Pozas seguirá junto con sus amigas a ese chico que tanto le gusta, se vestirá de arrantzal para dar la bienvenida a Mari Jaia en Agosto y algunos domingos los pasará yendo al cine del centro comercial del puente de Deusto. Puede que tenga un Creditrans con el que ir de pintxos por el Casco Viejo, o a Gorliz a la playa, o, quizás, a Portugalete a cruzar el puente andando y atreverse a mirar abajo.
La otra hablará Japonés, se hará mayor viendo Doraemon y le comprarán algún yukata con el que verá fuegos artificiales en verano. Los domingos se sacará fotos con sus amigas en máquinas purikura, y seguro que también se enamorará muchas más veces de las que confesará. Tendrá una bici tras otra, y paseará por Tokyo con la tarjeta Suica en el bolso, hoy a ver cerezos en flor, mañana a un onsen, pasado a cenar a un izakaya con el dinero ahorrado del arubaito.
Algún día. Quizás.
En aquel momento sólo eran dos niñas iguales, tanto que ambas ignoraban que sus vidas iban a ser tan distintas.
Y jugaban juntas como si nada.
Ikudragón
Señor! sírvase usted mismo unas mandarinacas
Justo justo un poco más allá de la parte de acá del bosque de bambú, vimos un puestillo sospechoso que hubo que analizar meticulosamente para entenderlo. Aquello tenía bolsas de mandarinas, y una de las columnillas era de bambú y tenía una ranurilla que ponía un 100.
Flapylock Holmes y el Tío Toscatson sacaron las lupacas y resolvieron el caso en un titá: resulta que si querías una bolsaca de mandarinas que seguro que habían salido de algun mandarinero de la zona, metías 100 yenes en la bambúhucha y ale, por lo segao zampando!
Ikusuki en la radio!! La noche despierta!
Bilboneando
En un pueblo perdido de Saitama
Daba igual que me hubiese dado un baño de agua caliente y cenado dos horas antes, que por mucho que quisiese no había manera de dormirme, y al día siguiente seguramente al despertador le iba a importar poco cuando a eso de las cinco de la mañana activase el mecanismo diseñado para su cruel objetivo.
Y es que tenía competición de Karate en Saitama, en algún perdido lugar a unas tres horas en coche desde Tokyo. Casi nadie iba a ir porque era más bien un campeonato de pueblo con escaso interés y quedaba tan a desmano que iba a ser toda una odisea llegar hasta allí. Aún así yo me apunté, porque al final es una parte muy descuidada de nuestro entrenamiento y siempre viene bien que a uno le den una hostia de vez en cuando para saber que todavía queda mucho por espabilar.
Resulta que finalmente muchos padres apuntaron a sus hijos y, como suelen hacer los progenitores en este tipo de eventos, convirtieron la competición en una excursión totalmente organizada con coches y onigiris de sobra para medio Japón.
Cuando me senté en el asiento de atrás de aquel Nissan familiar y vi que a mi lado estaba el que me afinó la jeta en do menor en el último campeonato, ya supe que el día iba a ser interesante:
– Hola Oskar, buenos días
– Hola (no me acordaba de su nombre, y el video de Fran me venía una y otra vez a la mente, así que me aguantaba la risa como podía)
– ¿Te presentas a las dos? (Kata y Kumite)
– Si, ¿nos tocará juntos otra vez?
– No, esta vez estamos en distintas categorías porque aquí va por edades
– Ah vale, ganbatte ne
– Hai
Pensé en que con esas gafas se parecía a Steve Urkel venido incluso a menos. Es igual, mi mandíbula ya no me ha vuelto a dejar fiarme de las apariencias.
En el asiento de enfrente había un chico de unos diez años, tan educado que no parecía un niño. Y de capitán de la nave estaba un compañero de Karate que realmente me sorprendió saber que era todo un señor padre, ¡si aparentaba mi edad!. Aunque ahora que lo pienso, yo ya tengo edad para ser uno también… eso si, de algún año menos que diez y espero que un poco más trasto, porque este metía miedo con sus reverencias.
Cuando íbamos por la autopista a unos 140 Km/h me vino a la mente que leí hace poco en algún sitio que el límite en todo el país era de 80 y entonces intenté buscar alguna señal de límite de velocidad y me sorprendí al no ver ninguna durante ese rato. Mis ojos se fueron al GPS y equipo de música y entonces el conductor, que me vió por el retrovisor, me habló:
– Oskar, perdona por la música
– ¿Eh?, no no, si está bien
– Es que a mi hijo le gusta Naruto y no me he dado cuenta de que son los únicos minidiscs que tengo en el coche
– Jaja, sin problema, no te preocupes que de verdad que está entretenida
Con algunas cabezadas y parada en área de servicio de por medio, llegamos a nuestro destino, establecimos el campamento base en una esquina de las gradas, nos pusimos el traje de faena y nos dedicamos a calentar y estirar mientras seguíamos la competición de Katas de los niños.
Alguien comentó que no saldríamos hasta muy tarde, así que nos fuimos a comer pero cuando estábamos a mitad, nos llamaron por megafonia. Con la barriga medio llena y la digestión a medio hacer, ocho alumnos del dojo de Kugahara nos pusimos enfrente del arbitro a hacer katas. Y tampoco salieron tan mal aunque yo perdí en la primera eliminatoria al acabar como a dos pasos de donde empecé…
Es igual, todavía quedaba el kumite donde además habremos acabado de comer en condiciones y sabía que no me iba a tocar con el que me enfiló una ondonada por el estribor del morro, así que la cosa pintaba bien.
Comimos, nos reimos, nos dormimos, estiramos y calentamos aunque seguro que no por este orden. Y del aburrimiento acabamos haciendo dos filas y ensayando ataques entre nosotros en lo que fue, sin duda, lo mejor de todo el día.
Un montón de tiempo después nos llamaron, por mi nombre como pudieron, y nos dividieron en dos grupos. A mi me tocó en el de los rojos, lo que, estúpidamente, siempre me da ánimos. Me puse el dichoso casco, intenté olvidarme de la sequedad de mi boca y entré en el tatami cuando dijeron mi nombre. Enfrente no habia nadie. El que me tocaba no se presentó y yo gané el combate de la peor manera que hubiese querido. Así no, hombre.
Un par de combates después me volvió a tocar, y esta vez con alguien delante, un compañero de mi dojo al que creía que le tenía el truco pillado. «A este con esperarle vale, porque se pone nervioso y hace cualquier cosa sin pensar, tu para y contraataca» pensaba yo desde detrás de ese odioso casco que se empañaba más y más con cada respiración. Atacó, vaya si atacó, y a lo loco además, haciendo que yo retrocediese tanto que me salí del tatami. Primera advertencia.
Es igual, yo sigo en mis trece, va a lo loco y no va a acertar. Pero la situación se repitió y mi patada apenas le rozó. Segunda advertencia, punto para él. Llegó el momento de cambiar de estrategia, ¡a por él!. Empecé a atacar, una patada, un puñetazo, parada y contraataque. El casco se empañaba cada vez más, mi respiración hacía tiempo que no sabía por donde andaba, pero yo no paraba. Esta vez fue él el que se salió del tatami. Y como si nuestras estrategias se hubiesen intercambiado, en mi segundo ataque le alcancé con la pierna en la cara pero él hacía tiempo que me estaba esperando y me dió un puñetazo en el estómago que me alcanzó de lleno instantes antes.
Me ganó limpiamente en un combate bonito y, sobretodo, justo. Salí contento a pesar de no haber sido capaz de ganar nada, y con muchas ganas de volver a entrenar y pensar en todo lo que debe ser mejorado: ese kata que no acaba donde empieza, ese retroceder en línea recta en vez de en círculos…
Cuando llegó la hora de dar los premios y dijeron mi nombre, me acerqué al estrado con cara de póker. Había olvidado que en realidad gané un combate, por deserción, y que por azares de la vida y escasez de contrincantes había quedado tercero. Recogí el diploma y la medalla que más injustamente me han dado en la vida y los metí en la bolsa entre aplausos que se me antojaron los más irónicos que me han dado nunca (anda que como si me hubiesen dado muchos).
Ayer cuando por fin llegué a casa, abrí la bolsa y los coloqué con cuidado en el tatami, los miré y me reí. Y es que sé perfectamente que este diploma está muy lejos de demostrar que hice una buena competición. Pero también sé que acredita una gran experiencia compartida con mis compañeros en un pueblo perdido de Japón donde pasé un día que tardaré en olvidar, haciendo katas con la barriga llena e inventando ataques imposibles.
Y lo que es más importante, esta medalla me recordará todos los días que voy a tener que hacer mucho más para merecérmela.
Empezando por esta misma tarde.
Oriol y su pregunta
Hace un mes recibí un email de un tal Oriol que me decía que se iba a venir un par de semanas y que quería hacer un reportaje basado en una pregunta: ¿por qué tantos occidentales sienten fascinación por Japón?.
Yo encantadísimo, claro, así que pusimos una fecha y un sitio, y desde aquel mensaje me dediqué a pensar en una posible respuesta… pero es que me venían muchas ideas a la cabeza y al final decidí escribirlas todas para que no se me olvidasen.
Oriol me hizo una pequeña entrevista en Honmonji, mi sitio más especial de todo Tokyo sin ninguna duda, y hablé y hablé sin parar. Fue muy informal, no había nada preparado más allá de tener la pregunta en la cabeza, y por eso creo que quedó muy bien. Además pasamos un rato genial.
Pues bien, ya tenemos el trailer del reportaje, que promete muchísimo, tengo unas ganas de verlo del copón:
Y de propina, aquí va la respuesta que me fui preparando durante esas dos semanas, a ver si alguien es capaz de acabarse semejante ikubiblia:
Yo tengo distintas teorias. Por un lado está toda la cultura tradicional de Japón: samurais, geishas, artes marciales… todo el sentido del honor y del respeto, toda la leyenda que envuelve un poco a este país y que es muy atractiva a nuestros ojos.
Después uno llega y no es como te lo imaginas, es que yo creo que no se puede imaginar en realidad. Uno de repente está en un lugar donde te sorprendes allá donde miras: los neones, la cantidad de gente que hay, los templos, la tecnología, los trenes, los taxis, la comida, la gente, los locales… incluso el suelo que está tan limpio.
Esa es la fase turista, la que experimenta todo aquél que viene por primera o segunda vez y no está más allá de un mes. La gente es amable y todo es tan diferente que dificil es no salir fascinado, embelesado, encantado del país.
A medida que se va pasando más tiempo aquí, te das cuenta de que no todo es tan bonito. Te encuentras muchas trabas por ser extranjero y por ejemplo, algo que en teoría debería ser tan sencillo como abrir una cuenta en el banco se convierte en todo un reto prácticamente imposible de superar si no se tiene a algún amigo japonés que se pelee por ti.
Vas a una reunión de trabajo con un compañero japonés y aunque todo el mundo habla inglés, te obvian y te sientes totalmente inútil.
Te para la policía de vez en cuando y te hacen mil preguntas sin sentido, a mi incluso me han cacheado un par de veces.
He conocido gente que vive aquí amargada porque pasan tantas horas en la oficina que no tienen tiempo de ver o hacer nada, otros que dicen que es prácticamente imposible hacer amistades en Tokyo, que la gente es muy falsa y muy fría, y se encierran en sus casas sin más plan que internetear todo el día.
Y entonces es ahí cuando yo me planteo la pregunta que me haces, porque practicamente cualquier sitio es ideal si se está de vacaciones. Aún viviendo todo esto, aún con la parte menos amable, entendiendo que se van a dar este tipo de situaciones… ¿nos sigue fascinando Japón?
Dependerá de la capacidad y del aguante que tenga cada uno para saltar todas esas vallas que van apareciendo. Hay que dar mucho de uno mismo, hay que tener fuerza de voluntad, hay que saber lo que se quiere y estar dispuesto a luchar por ello.
Por ejemplo, basta aprender un poco de japonés para abrir puertas, y aún así conozco a gente que lleva años y ni se lo plantea. La diferencia de vivir aquí hablándolo, aunque sea mal, compensa tanto el esfuerzo que no me valen las típicas excusas de «es muy dificil, no tengo tiempo…». ¡¡Coño, claro que es difícil, pero estás viviendo aquí quejándote de que nadie habla inglés y no haces nada!!
Así que si partimos de que no es tan fácil vivir aquí como parece, a mi me sigue fascinando porque desde el primer día me he sentido acogido y arropado pero tengo claro que es porque no he esperado a que me cayesen las bendiciones del cielo, sino que he tomado la iniciativa peleando por aprender el idioma, por entender sus costumbres y respetarlas aunque no comparta algunas, por tener claro que quiero hacer cosas como ir a Karate y a las clases de ceremonia del té y seguir yendo a pesar de situaciones incómodas, decepciones y frustraciones, obviando a gilipoyas y amargados, que serlo no entiende de nacionalidades.
Y quizás el mayor motivo que tengo yo para seguir fascinado es que en todo lo que me he tomado en serio, en lo que he puesto un poco de mí mismo, me han valorado, me han tratado con respeto como uno más. Sin serlo, pero siéndolo.
El buda viejuno
¡Anda que no dió de sí nuestro paseo en bici, anda que no!. Que si pedalea pacá, que si pedalea pallá, que si frena en el cruce, que si empleao de la SGAE el último… Vaya dos pataliebres que nos juntamos!
Pero el que cortaba el bacalao ahí era Flapy, que se las sabía todas y dos más, y que según íbamos va y me dice:
– Ya verás, mi jóven Tosca Padawan, te voy a llevar donde está el buda más antiguo de todo Japón
– Coño, tío Fla, ¡suena bien!. Lo llamaré «el buda viejuno»
– Llámalo como quieras siempre que la flapyfuerza te acompañe
– Pues no te creas, que ando canino y ya me comería yo un paquete de algo malo ahora mismo, ¿eh?
Y después del combini donde, hecho totalmente verídico, me zampé un paquete de patatas fritas con sabor a almeja, aparecimos en un templo pequeñito que estaba en medio de la nada cerca de Nara y lejos de Narita, pero todo dentro del mismo Bilbao:
Entonces entramos en una sala muy pequeñita, y allí había un buda muy chiquitito y muy muy distinto a los que estoy acostumbrado a ver por aquí. A parte del tamaño, tenía los rasgos mucho más marcados, sin tanta caraza papolera como el Buda de Bilbao que pusieron en Kamakura, y era negro como los ángeles de Machín. Pero esto del color tiene su explicación, y es que resulta que hace mucho tiempo, cuando la orilla del río andaba gestándose, estaba recubierto de oro pero hubo un incendio y el oro se derritió quedando lo que se ve ahora.
Ese día fue muy bonito, hasta me di una josconcia con la bici de la que Flapy no se enteró porque iba delante y yo procuré no contarle… la verdad es que ahora me parece mentira todo lo que dió de sí aquél fin de semana largo:
Nos fuimos a un bunny bar en Osaka
Me fui a Uji
Subí hasta arriba de Inari
Grabamos un video en el restaurante de okonomiyaki (y nos lo comimos, la tortillaca, no el video)
Visitamos Nara
Grabamos un video gambiteando por Nara
Grabamos la entrevista para zonafandom
Descubrimos un bosque de bambú con una piedraca para hacer no se qué (no me acuerdo!)
Y anda que no queda… lo que no se es cómo no fui a visitarle antes!!



