Nacho Duato
La escuela de Okamoto
Las noches secretas
Hace poco que se ha celebrado el 30 aniversario de la asociación SKIF, la fundada por Hirokazu Kanazawa, así que gente de todo el mundo ha venido a entrenar con nosotros durante dos semanas. Aprovechando el evento, mis profesores han organizado cursos, exámenes y actividades para los invitados, se ha intentado por todos los medios que su estancia en Tokyo haya sido lo más placentera posible.
El anfitrión por excelencia ha sido Murakami sensei, experto en la materia por estar siempre viajando por el mundo a los gimnasios cuyos propietarios eran los invitados esta vez.
Una tarde había quedado con Fran después de Karate para tomar algo y resulta que ese día habían llegado los de Chile y se vinieron con nosotros. Fue una cena curiosa, tranquila, amena en un izakaya cercano donde nos dimos cuenta que a pesar de venir de países totalmente distintos, el idioma establece vínculos, aún más si cabe estando en Japón.
Nepal, Francia, Italia, Grecia, Suecia, México… más de diez nacionalidades contamos un día, pero lo que es más importante: personas que al final resulta que no somos tan distintas entre nosotros a las que nos unía una misma afición, un mismo estilo de vida, una misma forma de mirar.
A todos les sorprendía que yo no estuviese tan de paso como ellos, y con oídos de alguien que no sabe, mi japonés les llamaba la atención con lo que no me fue dificil establecer cierto grado de amistad con muchos de ellos. Así que Murakami sensei siempre se acordaba de invitarme a todas y cada una de las veces que se los llevaba a cenar después de los entrenamientos.
El resultado era que yo llegaba a casa entre semana en el último tren con más cervezas de las que habría pedido y con una mezcla de idiomas en mi cabeza que, lejos de resultar confuso, me hacía sentir que era parte de algo mucho más grande. «Hijos de la tierra», dijo una vez Kanazawa Kancho como colofón a una clase maravillosa en un inglés que se quedó grabado en mi mente. «Sons of Earth», qué bonito cuando uno se da cuenta realmente de lo que significa.
En esas noches se compartían mil anécdotas, la mayoría de las cuales venían de los viajes de Murakami sensei a cada uno de los gimnasios de los que estaban allí, que resultaron ser expertos en sus respectivos países. Y cada noche, aún siendo parecida, era distinta porque venía alguien nuevo, o faltaba algún grupo que ya había vuelto. Lo que nunca faltaban eran la invitación de Murakami sensei después de las clases y el dolor de cabeza combinado con agujetas del día siguiente en el trabajo.
Los últimos que quedaron fueron los belgas y los suecos, y el miércoles pasado se repitió el ritual. Hay veces en que uno conoce a alguien con el que siente que se va a llevar bien, porque se tienen pensamientos comunes o quizás no, pero es fácil darse cuenta cuando ocurre porque uno conecta. Eso pasó con los chilenos que ya no estaban, y también con la mayoría de los que estábamos allí esa noche. Así que después de la cena decidimos darle la espalda a la estación donde iba a llegar el último tren, y nos fuimos a un bar de unos amigos de Murakami sensei.
Sin importar que al día siguiente habría un ordenador esperando en la oficina, o importando, pero procurando no pensarlo.
Y bebimos, y cantamos, y pretendimos hablar en más idiomas de los que sabíamos compartiendo risas, sentimientos e incluso alguna lágrima. En mi memoria quedará siempre aquella chica japonesa que me agarraba de la cintura mientras yo cantaba una canción con su marido.
Estará la chica que nació en Israel que resultó estar en el equipo nacional de Suecia, y que daba besos por sorpresa, de tres en tres porque «en España no sabemos saludar», y no le faltaba razón a juzgar por las caras de felicidad de los que los recibíamos.
Me acordaré de que mi borrachera y yo le dijimos a Murakami que era nuestro profesor preferido por lo menos siete veces, y que él me decía que en Karate tendría el cinturón negro pero que en Karaoke no llegaba ni al naranja otras tantas.
Y mucho más que jamás se me pasaría por la cabeza ni siquiera mencionar.
Hasta que se hizo de día.
Ayer, en la clase Murakami dejó de ser mi sensei durante veinte segundos:
– ¿Fue todo bien, Oskar?
– Si, llegué muy rápido (en referencia al taxi en el que me montó)
– Me alegro
No hace falta nada más. Porque no importa de donde vengamos o qué idioma hablemos, todos sabemos que esas noches son secretas. Y lo que digamos o hagamos se queda ahí entre nosotros estableciendo vínculos cada vez más sinceros que nunca se mezclarán con los días, que son de todos.
Y así tiene que ser.
Corporación nidoestética
La recepción del rey
Aunque el título parece el de la cuarta del señor de los anillos, no lo es!!! Frodo tranquilo!, deja las nike en el cajón que no te toca andar! y aféitate esos pies, hobbit de Dios!
El caso es que a pesar de que a algunos no les gustaba mucho la idea de que fuese, ayer encaminé mis helados pies a la recepción del hotel Imperial Palace, que está enfrente del palacio imperial, valga la imperindancia. Por la calle había banderas de España y de Japón puestas en todas las farolas, y si veías a alguien con los ojos agarbanzados y traje, fijo que andaba pensando en que iba a cenar jamón by la cara esa noche.
Allí había quedado con un chiqui de Albacete que resulta que no tenía invitación y como yo podía llevar a un acompañante, pues se vino conmigo de novia. Lo que había era un montón de gente del copón, y yo que pensaba que en Tokyo viviamos cuatro paisanos, y resulta que aquello estaba lleno de entrajetaos hispanocascantes!!
Total, que pasamos por un detector de metales de esos de las películas donde, siguiendo el criterio que tendrían Mortadelo y Filemón, los guardias no te dejaban entrar con la cámara de fotos pero sí con el móvil que estando donde estamos, el que peor fotos saca ya tiene más de 3 megapuntillos de esos de colores.
Y una vez dentro de un salón enooorme, estuvimos cascando un rato largo hasta que anunciaron que iban a venir los reyes en cinco minutos, que la gente del medio que se quitase para dejarles pasar, y que nos callásemos. Lo primero pasó en 15 minutos, la gente del medio se quitó a duras penas, y lo que es callarse… pues más bien duró poco.
Entraron los reyes bastante serios, se subieron al chiringuito que había allí montao, y sonó el himno que fue más largo que ni sé. Cuando acabó, el rey empezó a leer un folio con un discurso que traía preparao, y lo primero que hizo fue hablar sobre el atentado de Afganistán que por lo visto había pasado poco antes de la recepción.
Después de ello, se tiró un rato hablando sobre las buenas relaciones entre Japón y España, también dijo que iban a inaugurar el Instituto Cervantes durante esta semana (que yo creía que hacía un año que lo habían hecho, anda que…), y que bueno, que ánimo a los que estábamos viviendo aquí. Sonará a chorrada, pero os juro que hablaba igual que Fuentes, pero igual igual!! qué pasada!!!
Y entonces empezaron a desfilar bandejas con bebercio y comercio mientras los reyes, cada uno por un lado, iban saludando a la gente que se le iba acercando, que no fueron pocos. Alguno ya se tiraba un ratillo ahí hablando con ellos, que digo yo: ¿qué se dirán?, porque al final no creo yo que uno tenga mucho tema de conversación con los reyes más allá de tópicos, ¿no?. ¿Qué tal majestad, qué tal el viaje?, Si que está lejos Japón, ¿eh?… pues el caso es que se tiraron así como hora y media sonriendo, dando la mano y teniendo conversaciones de ascensor mientras un montón de seguratas de esos de pinganillo en la oreja a lo Bauer, no quitaban ojo a los que se iban acercando.
Nosotros más bien nos dedicamos a beber vino y a comer lo que pasaba por al lado, o lo que íbamos trayendo por turnos los que hicimos alguna excursión a las mesas. La comida que hubo no fue ni mucho menos suficiente para tantas personas, pero pudimos probar el jamón gracias a que Fernando se coló entre la manada de gente que hacía cola enfrente del maese cortador jamonero.
Yo estaba ya realmente realizado etílicamente entre la realeza cuando se me acercaron algunos que me llamaban por mi nombre y que yo no había visto en mi vida. Resulta que dos o tres personas me reconocieron por el blog y vinieron a saludarme, ¡toma ya! ¡quitándole clientes al rey! ¡mi cara en un billete quiero!. Jajaja, no, en serio, me hizo muchísima ilusión que me hablasen de lo de Gila y así, qué momento ego más grande!!
Después de aquello, unos cuantos nos fuimos a tomar algo a un izakaya que había por allí, y decir cuatro o veintitrés tonterías más de mientras nos cambiábamos los teléfonos para futuras quedadas a las que iré encantado.
Como pensaba, no me arrepiento ni por un momento de haber ido, no por ver a los reyes, que la verdad es que fue algo más bien anecdótico frente a haber conocido a gente más maja que ni sé. Yo voy tanto a mi aire con mi Karate y mis historias, que se me olvida que hay algunos que están como yo haciendo vaya usted a saber qué por aquí cerca…. Así que ayer me lo pasé genial, y además ya salió algún plan por ahí en medio que promete!
Mira, este trabajo si que mola
Yo de pato no haría, y mucho menos en verano, pero este curro de aquí lo haría fijo, menudas risas se tiene que echar el fulano!!!
Garajes sin persiana
En mi barrio la mayoría de las casas tienen un garaje, pero me parece maravilloso que no sientan la necesidad de ponerle persiana:
Que quede claro que mi barrio está alejado del centro, esto no es Shibuya ni Shinjuku, y, para que os hagáis una idea, a parte de reflejao en alguna ventana, yo no suelo ver a ningún extranjero por la calle. Pero el ambiente es tan de pueblo, tan de seguridad que, por ejemplo, no es raro ver algún coche o moto con las llaves puestas y el dueño comprando en la tienda. Y yo alguna vez me he dado cuenta por la mañana que he dormido con la puerta de la calle abierta toda la noche…
Y tu te quejabas de tu trabajo
La noticia del año
¡¡¡ Vuelvo a salir en la
portada de El Correo Digital !!!
plas, plas, plas
¡gracias gracias!
lo sé, lo sé, mi cara triunfa…
Por cierto, ¿quién es el fulano ese? ¿el tal Obama? tiene cara majo, se ve que ha ido a Benidorm o algo porque está morenillo, hay que ver…
Marimokkori II – The Paquete Strikes Back
¿Os acordáis del peluche paquetón©Ikusuki Names S.A. ?…
¡¡ La foca paquetona !!
Probando bolis
El otro día paseando por el Tokyu Hands, que es como El Corte Inglés de aquí, me paré en la sección de los bolis donde se pueden probar en unas hojas que tienen ahí puestas. Me hizo gracia ver kanjis y kanas, aunque, por otra parte, es lo normal, claro.
El otro huevo de Godzilla
12 kimonos, de 15 a 20 kgs
Fui con Michiko a una fiesta de una universidad, y allí había varias actividades: nos hicieron una ceremonia de té, que lo hacían bastante diferente a nosotros, hubo bailes, animadoras de las que le gustan a Flapy y hasta una orquesta!
Nosotros llegamos a una sala donde estaban vistiendo a dos chicas con trajes propios de la corte imperial de hace muchos años:
La mejor foto de Octubre
Dando una vuelta por Ikebukuro empezó a sonar en el ipod la canción de «Corazón de neón» y cuando acababa, la volvía a poner una y otra vez… la escucharía algo así como veinte veces mientras paseaba por allí con la cámara en la mano. Me descubrí cantándola cuando un policía se me quedó mirando fijamente con desconfianza y entonces la vergüenza hizo que me callase.
Pero tan contento estaba, tan metido en aquella canción que tan bien definía aquél momento, que di la vuelta, volví hasta donde estaba él y me tomé mi tiempo enfocándole mientras él no me quitaba la vista de encima. Cuando el flash impactó en su cara, yo ya llevaba un rato tarareando de nuevo…
Corazón corazón corazón, corazón de hormigón.
Corazón corazón corazón, enfermo de polución.
Corazón corazón corazón, corazón de neón.
Al llegar a casa por la noche, esta historia se escribió sola.
Otros momentos de mi vida en Japón:
Los ayudaparkings
La planta que bloguea
Pues el caso es que hay una planta que la han bautizado como Midori-san, que significa algo así como Doña Verde, que la tía tiene un blog. Ahora que lo pienso, si bautizas a una planta es como darle de comer, ¿no?, es como si el cura en vez de echarte agua por la cabeza te diese un bocata!, eso si que molaría! a mi me han dado de bautizar uno de salchichón!!
Jodé, se me va la pinza. Bueno, pues eso que en Kamakura, donde el Buda de Bilbao, hay un bar con una planta que le han plantao, valga la redundancia, unos sensores que miden la temperatura, humedad, vibración, ondas electromagnéticas y hasta si hay gente cerca. Además, le han puesto una lámpara fluorescente encima que se puede activar desde internet a través del widget este que os planto yo aquí ahora mismo:
Así que todo lo que los sensores detectan sobre la planta llega a un ordenador que se encarga de escribir frases acordes con la situación del estilo de:
– «Hoy parece que hace resolillo, aunque hace frío. Me pongo contenta con la luz que me dáis»
Podéis leer el blog del vegeta este aquí si sabéis plantojaponés.
Yo me he enterado de todo esto por que se pusieron en contacto conmigo de Radio Euskadi para que les hablase de ello, así que he estado investigando un poquillo y les conté lo que más o menos he escrito aquí. Al principio de la conversación me preguntan sobre lo que yo creo sobre el futuro de internet y menudo rollo que suelto!! Además, paré de grabar como 5 segundos antes de que acabase…
En fin, para el que se aburra, ahí queda:
El huevo de Godzilla
La almohada abrazable
El otro día me fui a dar una vuelta a un Muji, que esto tenéis que apuntarlo también porque ya que el Ikea queda a tomar por cleta es una muy buena alternativa para comprar algo para la casa. Porque una cosa es lavar la ropa en una lavadora de segunda mano y otra muy distinta dormir en un futón de segundo sudor. Vamos, que hay cosas que tienen que ser nuevas sí o sí!!!
Allí me compré una almohada abrazable, que diréis: eso es una chorrada como un contrabajo de grande porque todas las almohadas son abrazables! Pues si, también es verdad… pero ¿a que no están diseñadas ahí queriendo para ser abrazables? pues la mía si, ale!
Sayonara sale
Aquí hay una revista bastante famosa de estas gratis que se llama «Metrópolis«. La cosa es que es en inglés y está bastante bien echarle un ojo porque así se entera uno de los conciertos que va a haber, los eventos, nuevos restaurantes o bares…
Pero una de las partes que más consulto yo son los anuncios por palabras del final, especialmente una sección llamada «Sayonara sale», que lo podríamos traducir por «Lo vendo todo, que me piro!».
Efectivamente, la gente que ya se marcha de Tokyo después de una estancia lo suficientemente larga como para tener que alquilar un piso y comprarse algún mobiliario, pues resulta que ya no lo necesita más y trata de deshacerse de todo lo antes posible. Una razón obvia es sacarle un dinerillo, y la otra es que aquí tienes que pagar porque vengan a recoger basura «no convencional» como electrodomésticos, sofás y tal y cual, así que según qué cosas conviene más regalarlas que tirarlas. Es más, yo en mi barrio algunas veces me he encontrado con muebles puestos en una esquina en la calle y un cartel que pone algo del estilo de: «vendrán a por ello dentro de tres días, si quieres algo, simplemente cógelo».
Bueno, pues en estos anuncios puedes encontrar de todo, desde gente que te vende el pack casa completo y por 10.000 yenes te llevas una nevera, una mesa, dos sillas y una plancha, hasta otros que simplemente te invitan a que entres en su casa y te lleves todo lo que te guste por un precio simbólico. Uno de los requisitos que te suelen poner es que vayas a recogerlo a alguna estación, aunque hay gente que tiene alguna furgonetilla e incluso te lo lleva a casa.
Yo compré la lavadora y la secadora por uno de estos, y después de tres horas esperándole, al final vino un tío italiano a eso de las doce y media de la noche porque no encontraba mi casa, y se dedicó a hacer chistes sobre franceses mientras pegaba martillazos para instalarla. Menudas risas me eché con él!!
Peazo invento la secadora, por cierto!
Corazón de neón
La ciudad donde vivo es ir en el mismo tren día a día a la misma hora y sin embargo ver a miles de personas desconocidas cada vez. Es tener siempre prisa, acostumbrarse a esquivar gente y a hacer colas, es un mundo de luces y sonidos artificiales que sustituye al real cuando cae la noche y los gatos no se vuelven pardos porque se siguen viendo.
A veces es una chica que quiere ser tu novia por un rato, porque eres diferente aunque sea fácil que a uno se le olvide pero otras sea tan obvio. También es sentirse sólo entre millones de personas, que es como estarlo dos veces… como la soledad al cuadrado. Aunque casi siempre es una cara amable, una sonrisa de alguien que se interesa por saber por qué ahora tu vives en su ciudad y te alaba por intentar hablar su idioma.
La ciudad donde vivo es poder comprar cualquier cosa a cualquier hora mientras algunos leen sin pagar. Y que te calienten la comida y te den unos palillos y una servilleta húmeda, y te cuenten las vueltas dos veces, y que se te estanque la canción del local en la cabeza.
Es un paseo que se acaba cuando uno se cansa, porque el camino, muchas veces marcado de amarillo, nunca tiene fin y es casi impensable encontrar una cara conocida. Es recorrer calles sin estructura aparente, sin ordenar, donde doblar la esquina dos veces no suele significar volver hacia atrás.
A veces el sol sólo se ve reflejado en cristales de rascacielos de alturas imposibles donde siempre hay alguna luz encendida en pisos casi inalcanzables para la vista, dando a entender que alguien sigue trabajando sin importar la hora o que haya un mundo allá abajo.
Otras veces es una anciana barriendo la puerta de su casa de madera mientras su marido riega las flores con una toalla anudada en la cabeza. Es una boda donde los familiares visten de negro mientras los novios llevan trajes preciosos en templos que evocan tiempos pasados. Es un grupo de niños jugando al beisbol en la calle y hombres de oficina en traje yendo en bici con el maletín en la cesta cruzándose con madres cuyo equipaje, esta vez, son sus hijos a los que llevan al colegio.
La ciudad donde vivo tiene un mar sin playas que inviten a pasar, pero con puentes de película que lo sobrevuelan y túneles que lo esquivan por debajo. Es un mar lleno de pensamientos, de recuerdos, de deseos, de miradas porque siempre hay alguien absorto en él. Muchas veces yo.
Es escuchar graznidos desagradables de cuervos, zumbar de cigarras, ladridos de perros… interrumpidos por el estruendo de los locales de alterne, de los hombres anuncio, del sonido de las estaciones, de carcajadas sincronizadas, de melodías de teléfonos móviles.
Es que el suelo tiemble y que parezca no importar, que salga un día increiblemente despejado que hace olvidar que el día anterior hubo un tifón. Que los árboles se vistan de rosa, verde y rojo, y después irónicamente se desnuden en invierno. En un ciclo sin fin.
En la ciudad donde vivo a veces alguien decide no seguir viviendo y salta a las vías del tren.
La ciudad donde vivo tiene un corazón de cemento y otro de neón.
El trajecito de Bruce Lee
Voy a conocer al rey!
Bueno, yo y todos los que estén registrados en la embajada, que nos han mandado una invitación para ir a una recepción que van a dar.
Lo primero que pensé cuando vi la invitación fue en regalarles unas camisetas, pero nos han dicho que no se pueden dar regalos. ¡¡¡Cachis!!!
A ver cómo sale la cosa!, jaja, qué curioso! ¿me dará la mano? ¿le llenaré de orgullo y satisfacción?
Con el pí piribipipí, con el pá parabapapaaa
La verdad es que en Tokyo se puede encontrar de todo, el otro día hasta me enteré de donde había un bar que te daban txakolí, que tengo que ir por cierto. Pero también hay que decir que no hay variedad de vinos españoles, o si que hay, pero uno se tiene que ir a alguna tienda especializada, vamos que la cosa no está generalizada.
En el súpermercao de mi barrio sólo hay uno: Marques de Riscal, que además vale 2500 yenes la botella (lo que al cambio loco actual son casi 3500 pesetas), pero lo que si tenemos son un montón de vinos franceses y chilenos.
¡¡ Da rabia !! ¿será que las bodegas españolas no se han preocupado por promocionarse en Japón? ¿será que en Japón se tiene mejor imagen de otros vinos y es más difícil meterse?
A ver si la cosa cambia, que me haría ilusión comprar ahí un Rioja según voy, que además le veo yo que pega con el yakitori. De momento, ayer vi un anuncio en el tren cuando volvía para casa:
Cuanto me ha costado el cinturón negro
Sin contar sudores, nervios, esguinces, ampollas y agujetas:
| Matrícula dojo y licencia | 15.000 円 |
| Traje y cinturón blanco | 13.000 円 |
| 17 meses x 8.000 円 | 136.000 円 |
| Campamento Karate | 20.000 円 |
| Examen 2kyu | 4.000 円 |
| Cinturón marrón | 3.000 円 |
| Examen 1kyu | 4.000 円 |
| Matrícula examen dan | 12.000 円 |
| Examen shodan | 6.000 円 |
| Cinturón negro | 8.000 円 |
|
|
|
| Total: | 221.000 円 |
| 1.808 € | |
| 300.825 pts | |














