Por fin, eh?, ya os veía todo caninos venga a darle a F5 para ver si os contaba la historia, aisss, si es queeee. Pero vamos, que tengo razones, que el lunes fue fiesta y ayer hice los años, hombre!
Sin más excuseo barato, paso, pues, a la historia titulada
¡¡Ikusuki va al sumo!! (y me llevo una!)
Durante mi estancia aquí siempre he tratado de probar cosas nuevas: todos los tés distintos que veo, comidas cuanto más extrañas mejor, discotecas, bares, quedadas… y la mayoría de las veces es para bien: descubro algo nuevo que me gusta y estoy contento de ser así de animao.
Pero luego están esas cosas que no salen bien, como cuando me comí de golpe unos pimientos verdes pequeñitos (quizás demasiado) que había frito y que no es que picasen, es que daban calambre!
Y por último, en mi afán por hacer de Cristobal Colón, descubro cosas que no me arrepiento de haber probado, pero que no volvería a hacer porque no me merecen la pena, como ir al Ikea, o, ya véis por donde voy, ir al sumo.
El estadio se utiliza para exhibiciones o competiciones relacionadas con artes marciales, y la verdad es que es muy chulo.
El estadio por fuera, es octogonal (si no conté mal!)
Ya se va viendo el ambiente de lorzas y michelos
El tejado ese colgaba del techo, la verdad es que impresionaba!!
Lo bueno es que ya tenía entrada, así que no tuve que hacer cola, simplemente entramos y nos sentamos en el sector atomarporsaco donde los luchadores de sumo parecían madelmans allá a lo lejoooos.
Estamos hablando de darle a tope al zoom de la cámara!
Se iban presentando, se saludaban, se ponían uno delante del otro agachados y… ¡¡pues no!! ¡¡no luchaban!!, uno de ellos se levantaba y se iba a su rincón, el otro hacía lo mismo porque como no pelease con el arbitro…. Así que cogen sal y la echan por todo el ring, para espantar a los malos espíritus he leido por ahí, y se vuelven a poner. Así hasta que los dos deciden que ya están listos, momento en el cual se lanzan uno a por el otro y el combate más largo no dura ni veinte segundos.
Aquí levantando la pata, que es el movimiento típico de calentamiento que todos sabemos
Resumiendo: cinco o diez minutos de preparación para ver diez segundos de combate. Eso sí, cuando se empiezan a empujar y tal, es chulo, pero la mayor parte del tiempo estás nada más que animándoles para ver si se deciden de una vez.
Esta es la gente VIP que estaba sentada en el suelo al ladito de ellos. Si mi entrada costó 4000 pesetas, la de estos no quiero ni pensarlo!
Y así poco a poco, se va eliminando gente hasta que llegamos a la final, y gana un señor, y todo el mundo aplaude. Y, de repente, empiezan a darle premios: una copa detrás de otra, un reloj, otra copa… nos fuimos cuando llevaban un cuarto de hora dándole cosas y sacamos fotos del exterior. Como estábamos lejos, nos volvimos a colar por la parte de abajo y el tío ahí seguía recibiendo regalos!!!
Ya ya, como que sólo había un trofeo, la leche!
Recogiendo una de todas las copas que le dieron
Como os decía, es una experiencia. El estadio es muy chulo (yo ya había estado en un campeonato de Karate), y el ambiente está también muy bien. Pero para los ojos de un occidental, es lento, muuuuy lento.
Así que no volveré a gastarme las cuatro mil y pico pesetas que vale la entrada, pero mira, por lo menos lo puedo contar porque lo he vivido!