No recuerdo que día era, pero está entre lunes, martes o miércoles. Fui a Karate, como habitualmente, pero ese día llegué mucho antes. Me cambié de ropa, con rapidez y teniendo cuidado de ponerme de espaldas a la pared para no mostrar mi tatuaje, y salí al tatami o dojo, como realmente se llama.
Fue un poco raro, yo era el primero, así que me limité a ponerme en una esquina y estirar un poco los músculos, que falta me hace desde que voy a la oficina en bici.
Poco a poco fue entrando gente y empezaron los saludos. Aquel día había un chico nuevo, él era alto, moreno y con la piel quizás también un poco morena. Me saludó, como a uno más, y se fue a un rincón a hacer lo que todos.
Pero entonces entró una chica japonesa de las habituales, y fue donde él y le dijo en castellano «¿hola, como está?». Lo siguiente que pasó es que le pregunté de donde era y él me contestó que de Castellón. Por mi cabeza pasaron muchos pensamientos en cadena, la verdad es que no todos los paisanos que he conocido aquí me caen bien, ni mucho menos. Y además en Karate yo tenía la exclusiva hispana y no me esperaba un competidor.
Aún así, me hizo ilusión. No todo iba a ser aguantar el monopolio de franceses, por fin iba a poder hablar con alguien en mi propio idioma, y esto, señores, es algo que nunca parece que se va a echar de menos hasta que todo el mundo a tu alrededor habla en inglés o en japonés. Es una especie de valla que se tiene delante y que no te permite expresar lo que realmente quieres, o no con la libertad habitual. Yo no soy 100% yo, y me he resignado a ello.
Desde aquel día habremos coincidido cinco o seis clases más, como mucho. Él está de vacaciones en Tokyo, y procura ir todos los días. Yo llevo nueve meses aquí y dosifico mi tiempo y esfuerzo, pero él es un habitual.
Las horas de oficina no me han dejado volver en semana y media, hasta hoy, y la verdad es que pensaba que él ya había vuelto a España. Pero la suerte ha querido que hoy fuese su último día, y después de la clase, hemos ido todos juntos a cenar.
De repente, le han empezado a hacer regalos. La gente le ha empezado a hablar en castellano, quizás cuatro o cinco palabras: hola, como estás, mi nombre es… Y todo el mundo se ha querido sacar fotos con él.
De vez en cuando hablábamos los dos en nuestro idioma, y la gente se sorprendía al saber que yo también vengo del mismo país.
El miércoles se va, y ha estado en Japón un mes y medio. Yo llevo nueve meses, de los cuales los últimos siete he ido al menos tres días a la semana a Karate. Hoy la mayoría de la gente se ha enterado de donde vengo, y hoy han empezado a hablarme. Él llevaba un mes y medio y se ha ganado a todo el mundo, le han hecho una mini fiesta de despedida a pesar de ser lunes, y le han hecho muchos regalos.
Es una de esas personas que sabe ganarse a la gente. Y los dos abrazos que nos hemos dado hace menos de una hora han sido realmente sinceros, también me ha ganado a mi.
Espero que algún día nos volvamos a ver… en Tokyo, Castellón, Bilbao o China… seguro que estarás rodeado de gente y no te faltará con quien hablar.
