Yurikamome from ikusuki on Vimeo.
Ikusuki en el Machu Picchu
Decían Los Berzas en una de sus canciones: «Me voy a Machu Picchu a comerme un San Jacobo». Omar seguro que fue a otra cosa, pero eso sí, no se olvidó de su Ikucami y nos manda una pedazo de foto en un pedazo de sitio que siempre me ha parecido alucinante.
En el ikumail ponía esto:
¡¡¡ Aupa bikote !!!
Como lo prometido es deuda… os adjunto la foto de una camiseta de Ikusuki en el Machu Picchu, primera de las 7 maravillas. Me he dado cuenta de que al quitarme la camiseta del Athletic me despeine un poco… pero después de 4 días caminando por la selva daba igual. Llevaba ambas camisetas guardadas en una bolsa hermética que sólo abrí cuando vi la puesta del sol en el Machu Picchu. Mereció la pena cargar con ellas.
Esker anitz eta besarkada handi bat.
¡¡ Muchas gracias Omar !!
¡¡ Esperamos que te lo pasaras bien!!
Dentro mapa!
Almu——> 20 puntos por comprar una Cienpiés y una Kurosuwado
Josep—–> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Cienpiés Cyan
Nacho—–> 15 puntos por las fotos en Kamakura, Shibuya, Marrakesh, Jordania y La Habana
Jonathan–> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Carlos—-> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Raúl——> 10 puntos por comprar una Kotoba
Goyo——> 5 puntos por la foto de Irlanda
Nagore—-> 5 puntos por las últimas fotos
Stuntmantburgos -> 5 puntos por el post «Primera ley (La Ikuley)»
Enviar foto para ikusuki in the world: 5 puntos
Publicar un post en tu blog con alguna foto sobre Ikusuki: 5 puntos
Hacer un video con alguna cami y subirlo a internet: 5 puntos
Hacer algo original que tenga que ver con Ikusuki: 5 puntos
Los que lleguen a 30 podrán elegir uno de los ikuregalos:
– Pack de un ninja y un llavero sushi/gyoza (quedan 3 packs)
– Calcetines estilo tabi con el dedo gordo separao (quedan dos pares: azul oscuro y negro)
– Fuurin (quedan dos)
– Pack de dos ninjas
Desde Shimbashi a Odaiba en Yurikamome
El post regulero de la semana
Hola chatos!
Ya iba siendo hora de «escribir», por llamarlo de alguna manera, un post de esos copiados descaradamente de algún sitio y plantado aquí demostrando tener la jeta más gorda que un barbapapá.
Hoy para echarle más cuento al asunto, voy a poner palabras ahí rimbombantes del estilo de «se da la circunstancia» y así, como para maquillar el hecho de que lo que pongo es un plagio del copón y de paso mantener la cancamusa sensacionalista ahí a tope. Vamos a ello:
Como seguro que ya sabéis, en Odaiba, esa red de islas artificiales construidas sobre terreno robado al mar, han erigido en un alarde de ingeniería sin precedentes un robot de casi 20 metros de alto basado en el famoso anime de los 80 de título «Gundam».
Una vez más los japoneses demuestran su liderazgo mundial en el campo de la robótica y la física, resultado de su alto presupuesto destinado a la investigación y desarrollo, uno de los más altos del mundo como tengo a bien comprobar casi a diario en esta megapolis que es Tokyo…
¡¡ Y el bendito!!, jodé, soy incapaz de seguir, me entra la risa con tanta gilipoyez!!!
¡¡Que el robot ya se mueve y alguien, que no he sido yo, lo ha grabao!! ¡¡Dentro videos plagiaos!!
Fuente: Playstation Portable Updates
Tiempo en escribir el post: 9 minutos
Dificultad: media, enchufar un par de vídeos y poner un párrafo ahí todo fantasma inventándome la mitad de las cosas pero siendo sensacionalista a tope.
El paso de cebra
Me desperté solo. Es lo normal, pero esa mañana se me antojó extraño, como si lo habitual fuese que en cada despertar un cuerpo se dejase abrazar por el mío. Pero no, me desperté nuevamente solo un nuevo día. Y me sentí así, de repente, solo, mucho.
Pensé que era raro que me sintiese así, que llevaba más de dos años amaneciendo de la misma manera, con alguna que otra excepción que nunca contaré, y no entendía la razón de aquel sentir.
Dolía…
De repente sentía la necesidad de tener a alguien con quien compartir mis problemas, mis alegrías… mi vida, pero no había nadie y era lo normal aunque ese día escociese un poco más de lo habitual.
Y solo como estaba, salí a la calle y una vez más la rutina y yo nos montamos en la bici hasta llegar casi hasta la oficina.
Entonces les ví: un grupo de niños, ocho creo que conté, que andaban en fila india agarrados a una especie de cuerda que manejaban dos chicas, las monitoras del grupo.
Todos reían, desde las dos chicas mayores hasta el más pequeño de los niños. Yo aparqué la bici, saqué la cámara y con cada pulsación del botón notaba que mi soledad se iba evaporando, hasta que de repente olvidé sentirla.
Pensé que la vida hay que saber mirarla, que hay momentos que nunca se repetirán y que merece la pena intentar valorarlos, que uno es lo que es y está como está y no tiene sentido esperar nada, sino valorar lo que se es y como se está. Ahora mismo. Ya.
Entonces decidí no montarme en la bici, sino cruzar el paso de cebra para cruzarme con ellos y poder verles mejor. Y cuando la chica que iba delante me sonrió, me di cuenta que estaba devolviéndome la sonrisa que desde hacía un rato yo tenía en la cara.
Y dejé de sentirme solo. Por lo menos por lo menos, hasta el siguiente despertar.
¡¡ Nueva camiseta !!
Menuda historia que tiene esta cami… madre mía. Desde que empezamos a hacerla allá por Enero, hasta ayer que nos acabaron de llegar…
Bueno, esto ya os lo contaré otro día que hoy lo recuerdo con perezaca, reconcome y queseyoes y me da la úlcera.
El caso es que por fin ya podréis salir de nuevo a la calle con la cabeza bien alta por llevar una exclusiva Ikucamiseta, y no os podéis hacer a la idea de qué exclusiva es: Bea se ha tenido que pelear con medio mundo y parte de Teruel.
¡¡Pero ya las tenemos!!
Al lío!, primero una fotaca de un sitio donde el 90% de la gente lleva gafas, mochila y granos:
Segundo, el diseño de la cami:
Y ahora la explicación:
¿Ya has sacado billete?
Con el diseño de la línea de tren Yamanote de Tokyo, vamos nosotros y nos inventamos una estación: la Ikusuki Eki, la que nos indica que hemos cogido la línea buena, que por aquí, vamos bien.
¡Y mejor que va a ir!
つまらない(Tsumaranai) significa: aburrimiento, perrería, galvana
楽しい (Tanoshii) significa: alegría, diversión, gambiterismo
La cosa está clara: sácate la perrería pasando por Ikusuki!!
Aquí nuestros modelos de excepción:
Un hombre mal vestido es un bulto sospechoso
Por cierto, todavía nos quedan ikuregalos, aunque cada vez menos…
¡¡ Ah !! Si alguno de Japón la quiere, que me lo diga lo antes posible, que Bea está a punto de mandarme la mía!!
Improvisando
Hoy tenía preparado un video. Estuve ayer hasta las tantas de la noche editando y subiéndolo, y como no me ha gustado como ha quedado, esta mañana he estado un rato reeditándolo. Total, que lo he dejado subiendo y me he venido a la oficina. En teoría, vimeo debería reemplazar la versión vieja por la nueva, pero no me hace mucho caso…
Como uno tiene una reputación, y hoy no me cuadraba un post regulero de esos de poner videos de otros y quedarme como Dios con mis santos huevos , pues meto la tarjeta de memoria en el ordenador, me descargo fotos e improviso un post así según voy a lo Faemino y Cansado.
Anda, estas fotos que salen aquí son de un artículo que estoy preparando para soitu sobre el uso de la bici en Tokyo. Lo tengo casi casi acabado, sólo me falta sacarle una foto a un policía en bici y ya las tendré todas. Estas son de una bici con batería:
Intentando pillar a un poli, he estado yendo estos mediodías cerca de la estación de Gotanda y me siento ahí en una valla que da a la carretera a sacar fotos… Policías no he pillao, pero ha salido alguna foto curiosa:
Anda, jaja, de estas ni me acordaba!. Resulta que compré un montón de Cups Ramens de esos que te haces ahí según vas con sólo echarle agua caliente, y me entretuve con la cámara haciendo el indio:
Esta la sacó Guille cuando fuimos al Oktoberfest, que tenían una mascota ahí que era un ratón o algo parecido… el pobre no veía ni papa, me estaba intentando dar la mano y yo estaba a su espalda casi…
Y estas son de una bebida nueva que se llama Limón & Nada y que precisamente es eso, como limonada. Está bastante buena, y no tiene burbujas… lo que no sé es si de verdad tiene algo que ver con Spain, como dicen o los limones son del mismísimo Osaka:
Jodé, antes digo lo de Osaka y antes salen estas!!! Encima coincide que justo ahora ha vuelto el tío Fla!! El señor del carro es el que sale en el video este que hice, ¿os acordáis?
¿Y este?, jajajaja, Totoro qué llevarás en el saco ese, Gambitotoro te voy a llamar!!
¡¡Hombre, las botellas de agua!!. A falta de confirmarlo 100%, me han dicho que las ponen en la calle para que no meen los gatos y perros. Algún misterio tendrán: la textura de plástico, que se ven reflejados por el agua… pero parece que funciona el asunto, y no es raro verlas de vez en cuando en farolas, muros de la entrada de casas…
La del Ramen!! En ese cartel ponía que no se podía fumar en el restaurante porque el humo del tabaco perjudica tanto al aroma como al sabor de la comida, así que ale, prohibido. Me parece muy bien!
Estas son de mi barrio, que se han puesto en plan cañeros con los cuervacos, porque hay unos cuervacos como pastores alemanes. Cuando se plantan ahí en los cables de la luz y empiezan con su recital melódico barroco, dan unas ganas de acariciarlooooos. Así que para prevenir semejante jaleaco que montan, han plantado en los cables de la luz un huevo de pinchos, ahora ya no se suben!!
Una del gatostiable, que ya se que he perdido toda mi fama de digno gatostiador, pero la recuperaré con un golpe de efecto. De momento ahí va un Daruma maqueao a lo mininostiabilítico. Es un detalle muy feo que tampoco tenga boca ni dientes que partirle.
Y hasta aquí el post improvisao! Marcho
Kaiten Sushi
– ¿Puedo sacar fotos?
– Jaja, claro, no hay problema. Lo único que no saques a la gente porque están comiendo y no sé si les gustará que les molestes, pero del restaurante saca a lo que quieras.
– Gracias!!
– Iie iie. Es raro que me hayas pedido permiso, normalmente nadie lo hace…
– Sou desu ka?
– Un
– Toma, para que tengas una foto curiosa
– ¡¡ Ostras !! Pero si tiene pescado dentro y todo, ¡menudo artista!
– Jajaja, cuando hayas sacado las fotos comételos, ¿eh?
– Si si, jeje, ¡gracias!
– Ten cuidado con la cámara que la has dejado muy cerca del grifo de agua caliente.
– Anda es verdad, gracias. Por cierto, se puede tomar todo el té que uno quiera, ¿verdad?
– Si, eso es
– ¿Hay gente que abuse del asunto? ¿Que coma muy poco sushi pero se beba un montón de tés y se tire un rato largo?
– No, la verdad es que no pasa o no nos damos cuenta. Tampoco importaría, el agua siempre está caliente y para eso está el té… no nos preocupa.
– Ah vale… pues yo me voy a tomar otro
– Douzo
– Buff, me parece que ya no puedo comer más… ¿se paga allí, verdad?
– Jajaja, te has comido los pequeños también, ¿estaban buenos?
– Pues la verdad es que no lo sé, porque como eran tan pequeños casi no tenían sabor…
– Jajaja, también es verdad!. Espera que te cuento los platos… vale, también has pedido una cerveza, así que esto es.
– Estaba muy bueno y gracias por el minisushi.
– ¡Muchas gracias! – (¡muchas gracias! – gritan el resto de camareros a la vez.)
Más del Gundam
El viernes a la noche volví y resulta que lo tenían iluminado en plan guay, pero guay guay, pero yo no llevé ni cámara ni nada. Hoy he vuelto, pero no tenía luces… aún así he sacado alguna foto desde otros ángulos. Ahí van, y prometo no dar más la chapa con el roboto por ahora (o hasta que le pille con las luces guays, que molaba, soltaba humo y todo!)
El Gundam de Odaiba
Gundam, por lo visto, es una serie estilo Mazinger-Z pero a lo nuevo donde hay robots. No la he visto en mi vida, pero por hacer 30 años que se le ocurrió a alguien hacerla, han plantado en Odaiba un pedazo de robot de 18 metros de alto.
Hoy después de currar me he ido allí y le he sacado todas las fotos. Mola mucho aunque no os guste el anime, y además había una luna preciosa y hacía una temperatura guay, así que me ha gustao la roboexcursión!
En ikuflickr están las fotos en gordas, echadles un ojo láser!
Alrededores de Haneda
Mi casa está rodeada de cuestas, esto significa que menos en la dirección del Kitamura, vaya para donde vaya tengo que tirar para arriba. El repecho que me separa de Honmonji me deja ver las luces de los edificios de Shinagawa por las noches, y también los flashes de los aviones que van a aterrizar a Haneda.
Es el aeropuerto para vuelos domésticos de Tokyo, y está cerca de Odaiba. Que yo pueda verlo desde mi casa significa que no está muy lejos, así que el domingo dejé tanto php y tanta historia, y me fuí con la bici hasta allí por segunda vez.
Es una zona fea, industrial, repleta de almacenes con contenedores roñosos de esos que en las películas llevan gente dentro para colarlos en el país que fuese. Hay maquinaria aparcada cerca de edificios que seguro que cumplen su función, pero son horribles, aún más si cabe al estar protegidos por esas vallas de alambre rotas aquí y medio tumbadas allá.
Las carreteras son amplias y muy rectas, seguro que para facilitar la circulación de todos esos camiones que irán cargados con lo descargado de los aviones. Desentona la presencia de muchas máquinas de bebidas en cada rincón, podría decirse que tocan a dos por fábrica. Me puedo imaginar a los obreros sentados en el bordillo de la acera con latas de café a media mañana, con toallas en la cabeza a modo de pañuelo, y monos de trabajo con un tono que sólo deja intuir su color original.
Eso será entre semana, porque el domingo no había ni un alma.
Sólo alguna pareja paseando y algún otro con cámara tratando de conseguir capturar en foto la magia de esos aparatos que vuelan aún pesando mucho más que yo.
La familia Asahi
¡Arranca, que ya estamos todos!
¡Sin problema! ¡Llamaré a mi amigo el ninja!
Un lunes de Karate
No se ve a nadie a través del cristal, así que parece que hoy será un lunes más en el que llego el primero al dojo de Karate.
A pesar de estar sólo, hago dos reverencias, una al entrar por la puerta y otra antes de pasar al vestuario. Estas son de verdad, no como el resto que llevo hechas durante el día, éstas salen de dentro.
Cambio los pantalones de pana y la camisa de manga corta por el traje blanco que compré hace casi dos años a Suzuki Sensei. Recuerdo hablarle en inglés y deletrearle mi nombre para que lo bordasen en el pantalón y en la chaqueta en Katakana. Pienso en todo lo que habré cambiado desde entonces y lo poco que me daré cuenta de ello.
Mientras saco el cinturón de la mochila, entra un compañero al vestuario y me saluda con un «oss». Medio vestido, le correspondo al saludo y sigo con el ritual de atar ese trozo de tela bordada y teñida de negro que me ha condenado a tener todos los días agujetas en alguna parte de mi cuerpo desde hace más de 24 meses.
Salgo al dojo olvidando por completo ser el Oskar que se sienta delante del ordenador en la oficina.
Siento un cosquilleo por toda la espalda. Ya estoy aquí otra vez.
Ya hay más gente, pero yo sé que esto va de mí contra mí mismo, de que mi mente pelee contra mi cuerpo y le gane algunas veces.
Mientras hago estiramientos, entra el señor mayor con el que tuve aquél incidente. Es lunes y él siempre viene los lunes, así que era de esperar, pero una vez más mi cuerpo gana y decide reaccionar por sí mismo acentuando el cosquilleo de la espalda. Decido hacer que no le veo otra vez, y así evito saludarle. Perdono, pero no olvido. Y mi cuerpo, al parecer, tampoco.
Más compañeros llegan. Hay saludos que anuncian pequeñas conversaciones y risas, algunas más de verdad que otras.
Automáticamente todos dejamos lo que estamos haciendo cuando entra el profesor, y nos acercamos y le hacemos una reverencia. La tercera que no es fingida en lo que llevamos de día.
Es la hora. El profesor da la orden de empezar, y entonces la autoridad pasa al alumno más veterano que nos grita que nos pongamos en fila, y nosotros nos ordenamos por cinturones. Hace tiempo que ya no hacemos el ademán de ceder el lugar de la derecha a los que tienen el mismo nivel que nosotros porque Suzuki Sensei nos dijo que rompía el ritual.
Nos arrodillamos y saludamos al dojo, al profesor y a los compañeros gritando «por favor» cada vez. Murakami Sensei, en un tono más calmado, nos anuncia que la clase empieza y nos hace una nueva reverencia que todos devolvemos. Una más de todas las que nos haremos durante la hora y media que estaremos allí.
A partir de ese momento poco importa que la desidia casi me convenciese de dejar pasar la estación y volver a casa a descansar, no significa nada que en la calle llueva, o los planes que pueda tener para mañana. En ese momento estoy yo y otros como yo que tratamos de hacer, la mayoría de las veces sin éxito, lo que una persona nos dice. Y el mundo da igual. O el mundo es esto, según se mire.
Hay algo que cuesta más de lo normal y la clase se para. Escuchamos atentamente al profesor, y de repente me mira y se calla. Se le nota pensativo. Vuelve a hablar para decir en inglés «understood?» y yo le contesto en japonés: «hai!» y le hago la enésima reverencia. Miro a mi alrededor y aunque llevamos más de una hora de clase, no ha sido hasta ese preciso momento cuando me he dado cuenta de que soy el único extranjero. Es una sensación extraña que hace que la balanza de mis sentimientos a veces se incline hacia la incomodidad de que la clase se pare por mi y otras veces hacia ser un privilegiado. Lo primero pasa cada vez menos, y últimamente es innecesario porque entiendo la explicación en japonés sin demasiado problema, pero los profesores no lo saben, o no lo creen, o un poco de ambos.
El traje de Karate acumula mi sudor, y con él, mis ilusiones y anhelos. Las agujetas ya no están, aunque yo sé que se esconden y saldrán de nuevo a esas otras horas que ellas y yo sabemos.
Podría decir que estoy enfadado, no con nadie en concreto, pero es el sentimiento que mejor me define en ese momento. Enfadado, enojado, exaltado para seguir poniendo más de mi ser con cada patada, con cada puñetazo, con cada parada, para no bajar la intensidad del principio, para que no importe que duela respirar.
Cuando monto en el tren camino de casa, me siento exhausto pero rebosante, pleno de algo que no sabría explicar, algo entre felicidad y satisfacción.
Me bajo en dos paradas y empiezo a andar. El azar, o el destino, han querido que la ruta más corta sea por Honmonji por donde siempre paso de noche y nunca hay nadie. Me paro junto a la pagoda, una vez más, y la miro. La paz del lugar hace que la balanza de sentir se incline hacia el lado bueno, el que tiene que ver con saber apreciar lo que tengo en ese momento sin pensar demasiado en lo que he perdido.
Ya en casa cuelgo el traje en una percha. Está todavía húmedo y no son horas de poner la lavadora, así que dejo que siga empapado con mis sueños y ambiciones que, hoy especialmente, hacen que pese más del doble.
Y entonces me acuerdo de Roberto, y las ganas de compartir con él las tres últimas horas hacen que me siente delante del ordenador y empiezo a escribir lo más rápido que puedo, para no olvidarme de nada ahora que los sentimientos todavía están tibios:
No se ve a nadie a través del cristal, así que parece que hoy será un lunes más en el que llego el primero al dojo de Karate…
Probamos la CocaCola de té verde
Actualización: que se me había olvidao que soy un fiera y que también probé la Pepsi Pepino, la Pepsi Yogurt y la Pepsi Blue Hawaii !!!
La IkuMosDo
Desde que leí el post del tío Fla sobre la hamburguesa donuts esa que sacaron cuando se pusieron a jugar a los inventos el Sr. Moss Burguer y Mr. Donuts, he andado todo canino por comer una. Pero en mi barrio, a parte de cuervacos como gorrinos de grandes, y el súper del Kitamura, no hay nasti de plasti, y mucho menos un Moss Burguer.
Así que me la he tenido que fabricar yo!
Es importante que esté homologada para evitar daños.
Sabremos que tenemos que parar cuando la herramienta se deforme en su lado posterior también llamado de presión.
Sanidad recomienda deshechar la herramienta después de su uso.
Hemos conseguido, además, llenar el pan que de otra manera habría quedado más seco que la mojama
Hasta luego familia!
Las sandías, a tajadas
Menudo día… mira que he pensado «esto no lo cuentes que añades leña a la fama que empezó el Pau, que cuando digas «seguidme» va a ir todo el mundo en la otra dirección».. pero ba, total.
Pues eso, que me he perdido, me he ido en bici hasta Haneda, y al volver se me ha hecho de noche y me he tirado dos horas dando vueltas por entre calles ahí que eran todas iguales. La cosa ha estado chula, tengo que decirlo, porque he fichao un par de tiendas a las que volveré, si soy capaz, cualquier fin de semana.
Bueno en fin, que a la vuelta he pasado por el Kitamura para aprovisionarme de viandas y bienes alimenticios para tratar de llegar al fin de semana que viene todo nutrido ahí, y me he dado cuenta que me he acostumbrado a comprar las sandías por tajadas. Y esto es algo que yo nunca había visto que vendiesen en los Eroskis.
Es más, me acuerdo de mi abuelo en el mercado de los miércoles de mi pueblo dándoles pescozones a las sandías enteras para saber si estaban en su punto o no (a mi me sonaba siempre igual: clonk clonk).
¡Ikublog Reloaded!
Ha sido un fin de semana largo delante del ordenador, pero al final ya está el tinglado montado.
Parece que se han importado correctamente todos los posts y todos los comentarios, aunque los enlaces siguen apuntando al blog viejo.
Por ahora no me acostumbro, y no le acabo de ver más ventaja que el sistema de comentarios. A la hora de escribir me vuelvo loco porque el editor es distinto al que tenía en blogger, y aunque he encontrado la forma de enchufar más de una foto a la vez desde Picasa, no me acaba de gustar el asunto.
Supongo que todo será acostumbrarse, y que le veré ventajas en un futuro… ya os lo contaré.
Faltan cosas, ojo, que tengo que poner un montón de enlaces en la parte derecha, y el ikuparlapuñea, y poner todo un poco más chulo de lo que está, pero es que hoy ha salido un domingo con un sol del copón y no voy a perder más horas delante del ordenador. Durante la semana se irán viendo más cambios a parte de los posts de siempre, claro.
¡Ya me diréis qué os parece!
Ahí va una gambitera:
Rebienvenidos!!
Templo Hasedera de Kamakura
En mi oficina las cosas han cambiado mucho desde que yo llegué. Para empezar yo ya no trabajo para ellos, aunque es una historia un poco complicada que tampoco sé si quiero contar aquí. Pero por ahora si diré que al principio había muy buen ambiente con muchas ganas de hacer cosas juntos. Por aquel entonces y de forma espontánea, nos sentábamos todos juntos en la mesa de reuniones a comer y a contarnos las historias.
Las conversaciones eran curiosas, desde tópicos sobre cada uno de nosotros y nuestros países de origen hasta vaciladas imitándonos hablando inglés unos a otros. Aunque la mayoría de las veces la cosa se centraba en que los extranjeros preguntábamos a los compañeros japoneses sobre cómo decir tal o cual cosa en japonés, o qué sitios visitar.
Yo hice muy buenas migas con ellos, lo cierto es que no me cuesta mucho llevarme bien con la gente y también es verdad que las alternativas no eran muy alentadoras: el franchute que es más raro que el ombligo de un canguro, y el americano que a parte de querer ser el centro de atención del mundo mundial y parte de Bilbao, es más tonto que un puñao tierra.
Toshiki, el de sistemas, resulta que vivía en Kamakura donde yo había estado muchas veces. Hablando sobre el lugar, que no tiene absolutamente nada que ver con Tokyo, me recomendó una serie de rutas por el monte que yo me encargué de ir haciendo durante los dos o tres fines de semana siguientes. Cuando aquello no solía llevar ninguna cámara de fotos conmigo, pero recuerdo ver muchas ardillas, templos pequeñitos en medio del bosque, y Yokohama desde las alturas.
Toshiki, como Akira y otros tantos, dejaron la empresa y aunque sigo llevándome bien con ellos, es totalmente natural que la relación se haya enfriado y que haga mucho que no quedemos. Pero yo el sábado volví a quedar con él en su territorio, y pasamos mucho tiempo hablando de nuestras cosas, incluyendo la visita que me hizo en Bilbao.
Lo curioso fue que casi no nos movimos del templo Hasedera, al que yo le dije que quería ir porque las últimas veces llegaba tarde y me lo tenían cerrado. Y allí sentados mirando al mar desde las alturas, dos ex-compañeros de trabajo arreglaron uno a uno todos los problemas que había en su ex-empresa y, de paso, nos dimos cuenta de cómo, en tan solo medio año, nuestras vidas habían cambiado tanto.
Toshiki tenía el pelo más corto y le ví más moreno. El templo, sin embargo, seguía tal y como lo recordaba de mi visita 8 años atrás: unos jardines preciosos y mil y un detalles aquí y allá.
Aunque se me olvidó completamente que era aquí donde estaban todas esas pequeñas estatuas de Buda cuyo propósito me encogió el alma: todas y cada una de ellas tienen como misión proteger el alma de un niño no nacido o fallecido antes que sus padres.
Y tampoco me acordaba que era aquí donde había una cueva con Budas tallados en la piedra y que tenías que recorrer una parte agachado porque el techo era muy bajo.
De lo que si me aseguraré de acordarme será de visitar a Toshiki para recordar épocas que fueron mejores y volverme a sorprender de que ya tengo «viejos tiempos» en Japón.
Por comentar (2)
杖道 – El arte del palo
Artes marciales hay muchísimas, esto es así. Tenemos las más conocidas como Kendo, Capoeira, Aikido, Karate, Judo… y luego hay un montonazo más que se saben los que las practican y poco más. No tengo ni idea de cual es mejor, supongo que lo perfecto sería tener el tiempo suficiente como para profundizar medianamente en cada una de ellas y que así se complementen en uno mismo.
Por ejemplo: Judo se basa en agarrar, derribar e inmovilizar al contrincante aprovechando, a poder ser, su propia fuerza. Vamos, que si me empuja, yo no empujo, sino que tiro y así añado mi fuerza a su fuerza en mi beneficio. En Karate, simplificando mucho, nos dedicamos a pegar puñetazos y patadas y a aprender cómo parar. Sería perfecto que un Judoka aprendiese a parar o a soltar una patada bien dada por si eso del agarre se complica, y por otra parte yo rezaría para que el Judoka no me enganchase porque a partir de ahí no sabría que hacer.
Partiendo de esta Toscareflexión que seguro que no saldrá en ningún libro, a mi siempre me ha llamado la atención ver a algunos policías con palos en vez de porras. Son varas que miden de un metro a metro y medio y que provienen de un arte marcial llamado «Joudou» cuyo origen está en saber manejar el palo que utilizaban los caminantes para defensa y ataque. Por supuesto, los polis también llevan pistola por si te viene un malo con una, pero creo que sabiendo utilizarlo, un palo de esas características debería ser un arma muy práctica para reducir a alguien, desdeluego mucho más que una porra.
De buenas a primeras, ver a un policía apoyado en un palo así de largo como que ya acojona. Y es curioso porque una pistola es mucho más peligrosa, pero me imagino que estamos todos demasiado acostumbrados a verlas…
Kawagoe
Es bastante curioso cuando encuentro un sitio nuevo al que ir que esté cerca de Tokyo y pregunto a algún amigo japonés si ha estado y la mayoría me contestan que no. Y si lo pienso un poco, es lo mismo que me pasa a mi… mira que la catedral de Burgos tiene que ser grande, pues ni idea porque no he estado. Y bien cerquita está de Zalla.
Pues lo mismo con Kawagoe, a mis amigos les suena porque hay una serie de la tele que ha sido rodada allí pero poco más. Yo lo encontré de casualidad por ahí por internet, y me lo apunté. Este domingo allí me planté a pesar de la lluvia y aunque llegué un poco tarde y no había ningún templo abierto, creo que entendí bien de qué pueden estar orgullosos los Kawagoenses. Pongamos que tiene un barrio en el que se conservan casas típicas de la época Edo que se han reconvertido en tiendas y restaurantes donde uno puede sentir cómo era darse un paseo por el Tokyo de entonces… aunque hay que saber abstraerse porque por el medio de la calle principal no dejan de pasar coches.
Me recordó mucho al barrio de Gion de Kyoto, primero por el parecido de las casas, y segundo por esto mismo de los coches por el medio.
También hay una calle famosa por que venden dulces y golosinas de hace un montón de años entre los que destaca una historia llamada Fugashi que es como una barra de pan pero que no pesa nada y que es como hojaldre, ahí crujiente. Dentro fotos de la calle y del dulce!
Aunque el símbolo elegido, lo que sale en todos los panfletos y postales, es la torre cuya misión era avisar cuando hubiese incendios, aunque ahora no tiene otra que dar la hora, estilo campanario del pueblo:
Yo me quedo con los señores de los palanquines que van derrochando simpatía y zancadas a partes iguales consiguiendo el ambiente especial que se respira en el lugar. No me imagino el sitio sin estar ellos por allí dando voces, me encantan!
Por cierto, parece que no me crucé con Guille y Nere de milagro porque me acabo de fijar que a ellos les llamó la atención la tienda de la foto!
Se va muy muy facilito, apuntad: nos vamos hasta Ikebukuro en la Yamanote de toda la vida, y ahí buscamos la línea Tobu Tojo que te deja en Kawagoe en media horita larga. Eso si, fijaos que el tren sea express, porque el otro para en un tamago de paradas (yo y mis cabezadas contra el cristal damos fé). El barrio de las casas está un pelín lejos, pero hacedme caso, atended: buscad dentro de la estación porque hay un stand de información para los turistas que te hablan en inglés, te dan un mapa y te hacen el recorrido y te dicen donde coger el autobús que te deja en el mismo meollo del asunto. Luego lo suyo es volver andando por una calle de tienduquis arruinasalarios.
Metida en el mapa!!
Edamame a lo Iku
La mejor foto de Mayo
Mi tercer tsuyu en Japón.
Me toca vivir por tercera vez la época en que las nubes deciden adelgazar todas juntas y todas a la vez desde allá arriba mientras aquí abajo nos dedicamos a coleccionar paragüas transparentes de 300 yenes de los combinis y nos acostumbramos a que el bajo del pantalón tenga un tono oscuro y los calcetines suenen al andar.
Allí donde la bici tiene tornillos aparece óxido que la afea añadiéndole, de golpe y tormenta, el aspecto de ser mucho más vieja de lo que en realidad era hace una semana.
Las tiendas sacan sus inventos para que envolvamos los paragüas y que así no tengan que fregar el suelo muchas más de veinte veces al día, los guardias se ponen unas bolsas ridiculas de plástico en las gorras que les restan autoridad y los empleados de las peluquerías sonríen el doble a las señoras que se atreven a entrar desafiando todo lo que tenga que ver con isobaras.
Y esta es la tercera vez que yo me niego a quedarme en casa por muy feo que me lo pinten los telediarios con tanto rayo y tanta nube de photoshop encima del mapa.
Si este domingo no hubiese salido, no habría visto a este chico que bajo la tormenta estaba dibujando el jardín del templo que tenía enfrente.
¿Y perderme momentos como este?… eso si que no.
Oktoberfest en Mayo III – The vuelta patrás
Los conguitos de granos de café
Buff, la conciencia no me permite despedirme con el post regulero. ¡¡Que no me ha costado nada hacerlo!! jodé, si hiciese todo el blog así la de tiempo libre que iba a tener, que si corto aquí, que si pego allá… pun, en cinco minutos un post!!
y no tener que pensar en qué escribir todos los días!
Bien mirao…
Que noooooo, que tengo concienciaaaaaaa y vergüenzaaaaaa, así que limitaré el regulero a uno por semana, que no se diga!. Además que si no hiciese fotos ni videos ni contase mis historias por aquí, lo que me iba a aburrir por los Tokyos…
Al lío! Vamos a añadir un <li> a la <ul> de la madre de Peneke con un producto original que me dejó 75% chato, 20% picueto y 5% canino el otro día según venía del combini de la esquina a mano izquierda en manga corta y sin afeitar:
Pues eso: como los conguitos, pero en vez de meterle dentro un cacahuete, le metemos un grano de café. Pero un grano grano de café café, vamos, que el grano no es de chocolate ni nada, que aquello es tan amargo como zamparse café a puñaos, más si cabe porque el chocolate es dulzón! Las papilas gustativas meten horas aquí, amigos!
Ahora si, ahora ya me despido a gusto:
¡¡ Ya vamos 37 productacos !!