La mejor foto de Junio

Pues si, lo más destacable del mes pasado fue el robot que dejaron aparcao en Odaiba y que decían que se veía super fácil, pero que a mi me costó un huevo encontrarlo.
El bicho es grande como él sólo, y mola cuando le dan al play y se ilumina, echa humaco y mueve la cabezaca pa los laos a lo Eva Nasarre de jóven.
Así que en cuanto yo me enteré del asunto, arramplé la cámara, el trípode regulero que tengo y un kilo onigiris y allí me tiré un rato largo. Después subí las fotos donde el señor Flickr, que tiene nombre de silla de Ikea, y parece que le gustaron porque lo publicó en su blog y se lió parda con todo Cristian diciéndome de repente que mis fotos molaban y queriendo ser mis amigüitos. Y todo porque el señor Flickr lo dijo… en fin, esto da que pensar y lo dejaremos ahí.

Dejémonos de farfolladas y vamos ya acabando la parrafada poniendo la foto que yo creo que mola más de todas las del roboto:

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自分の気持ち Jibun no kimochi

El domingo conté la quinta vez que fui al ensayo de Yosakoi. Se trata de bailar, de hacer una coreografía de cerca de cuatro minutos al ritmo de música tradicional. Esto va de sudar, de girar, agacharse, saltar y gritar cosas en japonés a poder ser todos a la vez y siempre con una sonrisa que aparece sola de lo de verdad que es.

Está lejos, como a una hora de viaje, y la clase suele empezar los domingos a las 10 de la mañana. Olvidémonos, pues, de esas noches secretas de sábados sin reloj vigilante ni permiso de no tener que parecer vivo al día siguiente.

«Recibes algo si das algo, es así. Si has recibido sin dar es que has tenido suerte«, me decía una amiga cuando le contaba que últimamente no encontraba tiempo para nada. «Así que aunque ahora no lo veas, estás recibiendo mucho en forma de nuevas personas que entran en tu vida, nuevos retos, nuevas vivencias. Sigue dando más de ti que te merecerá la pena y algún día añorarás no tener estas oportunidades«. Ella es tremendamente alegre pero de vez en cuando saca de algún lugar de su ADN una solemnidad japonesa que asusta y me dice cosas de estas que me dejan pensando por días.

Así que el domingo volví al Yosakoi y aprendí un poquito más del baile que casi todo el mundo se sabe. Reviví esa sensación de torpeza de mis primeras clases de Karate, esa frustración, ese querer y no poder, pero forzándome, a pesar de ello, a seguir queriendo.

Me equivocaba una y otra vez, cuando por fin parecía que me lo sabía, me volvía a equivocar… Me lo pasaba bien intentándolo, pero no del todo lo bien que sé que me lo podría pasar.

Con la camiseta empapada, después de los estiramientos acabó la clase y se formaron algunos grupos en la calle con los que nos resistíamos a irnos. Yo me quejaba, les decía que me veía a mi mismo como un muñeco que miraba a los lados tratando de imitar sin ninguna gracia lo que hacían los demás. Entonces un chico me habló del «Jibun no Kimochi«, que traducido como «sentimiento propio«, tiene un significado que no es tan obvio como parece.

Hablamos de que al principio todos estamos en esa fase en la que tratamos de aprendernos los movimientos y los repetimos mecánicamente. Primero nos esforzamos en hacerlos una y otra vez, encadenarlos en el orden correcto para ser capaces de aprendernos todos. Después entra el jibun no kimochi. A cada movimiento le añadimos nuestro toque personal, ya no hace falta que miremos al compañero para imitarle, sino que ya nos lo sabemos y lo hacemos nuestro, lo interiorizamos, lo entendemos de una manera y lo exteriorizamos. Y esto es lo que hace que sea bonito, que brille, que ese movimiento transmita un sentimiento que es único en cada uno aún pareciendo igual a los de los demás.

De tan verdad que me pareció, me di cuenta que no es sólo con el Yosakoi o cualquier otro baile, sino que es con todo. Una vez que uno se sabe un kata en Karate, lo que hace que deslumbre es que la persona consiga transmitir su propio sentimiento más allá de la repetición mecánica de movimientos.

Y cuando pensé que lo mismo ocurre con la ceremonia del té, me dio por creer que es una muy buena manera de entender la vida. Que cada uno es como es y no tiene sentido intentar parecerse a nadie ni limitarse a repetir mecánicamente lo que hacen los demás. Que la rutina quizás no lo sea tanto si soy capaz de poner un poco más de corazón entre este hacer y deshacer que es la vida. Y que si ese día consigo relucir siquiera un poquito aún en la más pequeña de las cosas que haga, entonces lo podré apuntar en la lista de los días que significó algo haberlos vivido.

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Nihon Minkaen 日本民家園

Hacía mucho que no me iba yo por ahí de picospardos a algún lugar nuevo. Así que aprovechando que el domingo me desperté más fresco que un cogollo Tudelano, cogí Internet, lo agité, lo puse del revés y me quedé con la primera excursión que cayó de pies:

Nihon Minkaen 日本民家園

¿Eto qué é lo que é? preguntaréis ávidos de sabiduría y yo raúdo y veloz cual correcaminos que va a las rebajas os lo cuento según el recuerdo me viene viniendo a la mente antes de que se pase de largo:

Échale que hay un monte con un senderillo a seguir y que según vas andando te vas encontrando con casas tradicionales japonesas del año catapún-leré puestas aquí y allá. La copla es que desde 1965 se han dedicado a rescatar, restaurar y traerse a este lugar todas aquellas construcciones cuyo valor histórico merecía conservar, así que tenemos la nada gañanable cifra de 23 edificaciones para disfrute y jolgorio del visitante.

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Y todo eso mientras uno anda por una especie de bosque que tiene mil y un detalles!

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Son casas tradicionales japonesas a las que se puede entrar y darse uno cuenta de cómo era eso de vivir en aquellos años. Además todo viene explicado también en inglés y así nos cuentan cómo se cocinaba en la época pudiendo ver de primera mano utensilios y herramientas reales. Muchas de las casas pertenecían a familias de granjeros con lo que también habemus aperos de labranza (¡ikumomento histórico!: la palabra apero ha sido utilizada!!, dentro violines!).

 

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Lo mejor, sin duda, es que casi no había nadie a pesar de que era un domingo. No sé si es que el lugar no es muy conocido o qué, pero era una gozada estar ahí metido dentro de una de las casas sacando fotos con calma más solo que la una. Por ejemplo, estos tres estaban dibujando el molino de agua ahí tranquilamente sin que tuviesen que imaginárselo detrás de hordas de gente como en Nikko:

 

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A mitad de camino hay un restaurante de soba, que el menda se comió un cancarro como estaba mandado. La señora maese hacedora de los fideos me estuvo dando conversación un rato y ahí estuve yo practicando mi japonés aguantando el tipo más resabiao que resabiao! anda que no!

 

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También me contó la señora lo del cartel de la entrada… anda que!

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Y luego al final hay un escenario de Kabuki y un taller de teñir con la flor de indigo, que llegué tarde y ya habían teñido lo que tenían que teñir… qué pena, me quedé con ganas de ver cómo se hacía el asunto!

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Esto está cerquita de Tokyo: la estación se llama «Mukogaokayuen» y se llega desde Shinjuku en menos de media hora pillando la línea Odakyu. Lo único que al llegar a la estación hay que andar un poquito, como unos diez minutos, aunque es un paseo bien agradable y bien chulo. Y luego a la vuelta os podéis parar perfectamente en Shimokitazawa a comprar zapatos, porque otra cosa no, pero tiendas de zapatos hay a moles.

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Ikudiccionario

De vez en cuando me mandan mensajes preguntándome por términos y palabras utilizadas en este humilde diario que por lo visto no se entienden muy allá. Algunos son de algún país latinoamericano aunque también es verdad que hay muchos que no viven mucho más lejos de Huesca.

Como no queremos que nadie se quede sin entender plenamente el sentimiento adyacente de nuestra lírica, aquí va una revisión de los vocablos creados y utilizados por el Departamento de Voces y Expresiones de Ikusuki:

Pastababas: dícese del ciudadano de la República Popular China afincado en Japón con el cual el Tío Tosca comparte oficina en Tokyo. A pesar de la milenaria cultura del país natal del elemento que nos ocupa, este rascayú (ver término siguiente) acostumbra a comer con la boca abierta poniendo a prueba la paciencia de los de su alrededor que aguantan estoicos la bonita melodía y la panorámica acuosa del deguste y paladeo del alimento. Aunque el tío tiene una piñata que se necesitaría licencia de obras para arreglar, es simpático y amable siempre y cuando se eviten las horas de comida.

Rascayú: expresión popular que designa a un elemento peculiar dentro de un conjunto de individuos. Normalmente más feo que el sobaco un ñú mojao.

Parlapuñaos: teniendo California como lugar de nacimiento, este elemento decidió emigrar a Japón y el azar también quiso que compartiese oficina con el Tío Tosca y el yantar diario del Pastababas. Lo que el Pastababas es a la comida, el Parlapuñaos lo es al hablar: le da una nueva perspectiva. El tío no se calla ni pegándole, y lo que sale por su boca son o tonterías como trombones o quejas. Si no se le ocurre cómo seguir, erupta. Nótese que el Tío Tosca está realmente encantado con la banda sonora original de su oficina. Gracias a Dios, Buda, las estrellas, el espíritu santo, nintendo y los hermanos Calatrava, el Parlapuñaos hace una semana que ha dejado la empresa.

Pataliebre: el símil con la velocidad de actuación de la pata de una liebre nos revela otra expresión popular que en las entendederas reviradas del Tío Tosca viene a significar una persona que se pasa de listo, que actúa sin pensar, que se las quiere saber todas aunque normalmente no se cosca de la misa a la mitad. Se puede decir que alguien pataliebrea cuando está liando alguna parda.

:pliebre:

Tontoalastres: tomando como referencia las agujas del reloj, diremos que hay un tonto a las tres cuando exista un individuo con cuyo carácter no concordamos a la derecha de nuestro emplazamiento actual. Hoy en día ha perdido su matiz orientativo, y no importa demasiado el enclave del sujeto en cuestión. Esta expresión es muy combinable con Rascayú y es sinónimo del Parlapuñaos. Derivados del mismo son tontoalasseis y tontolnardo.

Picopalable: diremos que estamos delante de un picopalable cuando veamos a una persona que no da un palo al agua y, además, decide llamar la atención de la manera más inverosimil y mamarrachante que se le ocurre. El Tío Tosca les quitaba los piercings, la siniestrez y los cardaos de los pelos de siete bofetones a rodabrazo y les daría un pico, una pala y trece zanjas que cavar hasta que les salgan ampollas como higos chumbos.

Gatostiable: término ya popular entre gente con criterio, este vocablo hace referencia a la característica intrínseca que tiene Hello Kitty por la que provoca querer meterle una ostia bien dada por ser como es, vestir como viste y hacer las majaderías que hace. La que dibujó a semejante icono de la tarambana y el adefesio hereda per se la misma naturaleza multipoliostiable de su creación, o más.

:gatostiable:

Gambitero: palabra, expresión, voz utilizada en la España rural por la que se definía a aquél aldeano que tenía muchas novias en los pueblos de alrededor y se gustaba de las verbenas, las chanzas y cuchufletas, el jolgorio, la parranda y la jarana. Actualmente el término define a todo aquél que realiza actos de pilluelo y golfillo como irse de juerga, pimplarse medio bar y actuar de manera bribona y truhanesca especialmente con las mujeres. El Tío Tosca utiliza el término en su versión femenina para referirse a aquéllas cuando visten mundanamente vislumbrándose más carne que tela.

Por lo segao: locución indicadora del camino de salida, normalmente utilizada cuando se quiere instar a algún pataliebre o rascayú a que será mejor que se vaya si no quiere recibir una ondonada en todo el jerol que le pondrá la cara más roja que el que confundió la fanta con el oraldine.

:bythesegao:

Ondonada: ostia

Jerol: morros

Y hasta aquí la primera entrega del Ikudiccionario. Por favor, no duden en dejar sus preguntas en los comentarios y nuestro departamento les atenderá gustosos.


Aclaración: como hay alguno que no le ha parecido bien que venga yo a decir que me he inventado estas palabras, aquí va una explicación. Gambitero y Pataliebre las uso porque las decían mucho en el programa de TVE Muchachada Nui, yo las uso a mi aire aunque el significado será parecido a lo que yo he escrito aquí, pero vamos que esas no me las he inventado yo. Creo que esto lo sabía todo el mundo, pero ya por si acaso que sepáis que yo tampoco me he inventado lo de Por lo segao, que lo decía un vecino mío de Zalla y me hacía mucha gracia. Tontoalastres y Rascayú son de dominio público, Parlapuñaos lo dice la madre de una amiga mía y se refiere a gente que no se calla ni haciendo largos a mariposa.
Mira tu, gatostiable, picopalable y pastababas si con mías. Eso si, usadlas mucho mucho sin problema, que esto no es la SGAE.


Pagando a una modelo

¿De esto que un grupo de señores mayores ponen bote pa pagar a una chiquita pa que ponga morricos y sacarle fotos?

Pues eso

 

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Hazme el Michael Jackson chata!… nótese al currela del fondo que es el que hace posible el término indicador de dirección allá por donde él ha pasado
:bythesegao:

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El caso es que estábamos el tío Fla, Guille y yo ahí aprovechando la coyuntura y entre pose y pose, se nos ponía a posar a nosotros. Gracias chata!

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El porlosegador de la derecha está pensándose cobrar comisión por salir en la mitá las fotos él también

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¡Anda, pues ahora me doy cuenta que no había tanto viejuno!
¡Si también había mozos casaderos!

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La chica no es que fuese especialmente guapa pero tenía desparpajo con o (que con a suena feo)

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Esto iba a tiempo, y la señora ésta gastó su turno en moverla ahí cual maniquí pa sacarle un par de foticas como mucho

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El rascayú de las gafas es el cuentatiempos, y a la que caducaba el turno mandaba cambiar y entonces se acercaba otro

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No sé si ponerme el sombrero o quitártelo a ti de una ostia

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Parecerá muy pueril pero yo ahora pongo la pose del morrito sombreril

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Estará pensando el de la gorra: estos pataliebres no han puesto bote y están sacando más fotos que yo… efectivamente, amigo, esto es así
:pliebre:

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No sé si ponerme el sombrero o torear un miura… ba, mejor me decoloro un poquico

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Total, que yo no pagaría por esto… aunque me han contado que por Barcelona también se hace… ¡allá cuidaos cada uno con sus dineros!

El barrio donde vivo

El barrio donde vivo no tiene casas con escaleras que se puedan subir más allá de tres pisos y los coches se ceden el paso unos a otros porque la carretera no tiene una raya que la parta por la mitad.

Viven a mi alrededor ancianos que me triplican en edad y que hace tiempo que me dejaron de mirar curiosos porque ya se han acostumbrado a que yo les mire curioso.

 

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En el barrio donde vivo también viven cuervos y gatos seguro que desde hace mucho más que yo, y seguirán graznando y maullando mucho después de que yo me vaya, aunque yo les seguiré escuchando allá donde me toque dormir, como ahora sigo escuchando la voz de los míos.

 

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Hay cinco cerezos por cada farola y tocamos a mil flores por vecino que se reparten en primavera. Yo ya he guardado dos mil novecientas noventa y nueve en el saco que tengo entre los dos ventrículos. La que falta se la regalé a la quinta chica de la que me enamoré aquella tarde de lluvia donde sólo tocó sentir eso tan raro de ser feliz.

 

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El barrio donde vivo me ha guardado siempre el secreto de todas esas noches en las que no dormí en él y me recibe con un guiño al verme llegar al amanecer sin preguntar de dónde vengo o qué he hecho sin él.

Uno sólo sabe que está en una ciudad al llegar a la parte de arriba de cualquiera de los caminos, porque todos se hacen subir, y desde allí se ve a esos otros que viven en casas de muchas más escaleras y neones y ruidos.

Como la estación de tren está lejos, para salir del barrio donde vivo existe un indispensable y maravilloso requisito: dar un paseo. Al estar todos obligados a ello, es inevitable cruzarnos cada día. Las sonrisas parecen impuestas por ley, y los vecinos nos encargamos de ejercerlas la mayor parte de las veces sin conocernos.

 

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A veces alguien me pregunta por el lugar donde vivía antes. Y entonces hablo sin parar de casas, personas, olores, sabores y lugares que poco tienen que ver con éste en apariencia, pero siendo en esencia tan iguales que asusta cerciorarse de ello. Lo hago en voz baja, para que el barrio donde vivo no se entere que no he vivido aquí siempre, no vaya a ser que deje de guiñarme el ojo cuando llego.

Si alguna vez uno de los cerezos del barrio donde vivo sigue desnudo a pesar de que todos los demás hace tiempo que han florecido, es que ya no viviré allí y habrá decidido guardarme las flores que me tocaban esa primavera.

Eso es que sabe que volveré a por más cuando ya no me queden, y eso será porque las habré regalado todas. Porque yo sé que mientras el saco donde las guardo siga latiendo, no se marchitarán.

 

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Muy relacionado con este post: La ciudad donde vivo

Cenando con la autoridad

Estamos muy cerca de acabar la primera fase del proyecto que tenemos entre dedos (que están entre teclas). El jefe, desde Alemania, nos pide que le demos un último empujón y dejarlo lo mejor posible antes de que podamos descansar algún que otro día. La verdad es que me gusta mucho este trabajo, se me pasan los días volando y tengo la suficiente libertad como para intentar hacer cosas nuevas de vez en cuando.

Así que no es de extrañar que muchos días durante la semana pasada haya salido tarde de trabajar aprovechando que tengo la bici fuera y que no dependo de horarios de trenes y sólo unos veinte minutos me separan de casa.

El otro día me moría de hambre al salir, así que me compré un par de sandwhiches y alguna cosilla más en el combini y enfilé con la bici para casa. Cuando iba subiendo la cuestaca, ví un control de la policía. Uno de ellos me hacía señas con la linterna para que aparcase allí y yo aparqué, claro. Me pidio el carnet, comprobó que la bici está registrada a mi nombre y cuando yo suponía que me iba a dejar irme, me echó una especie de bronca en plan padre preocupado:

– No deberías ir comiendo y andando en bici a la vez
– Ah si si, es cierto, es peligroso, ¿verdad?, vale, guardo el sandwhich

Lo cierto es que no tenía donde guardar el sandwhich más que en una bolsa de plástico que colgaba del manillar y que tampoco creo que cumpliese el ISO de seguridad vial, así que la conversación siguió:

– Por favor, cómete la comida antes de seguir tu camino
– Jajaja, si
– Después -el policía no se reía- nosotros te recogemos los envoltorios y entonces te puedes ir
– Ehh… vale, entendido

Y en algún lugar de Tokyo entre Gotanda y Magome a una hora más allá de las doce de la noche, un Zalluco se comió dos sandwhiches y un kitkat, bajo la atenta mirada de dos policías japoneses que le sostenían la bici. El momento cumbre fue cuando haciendo alarde de lo mal que nos llevamos yo y los «abrefáciles», me tiré un rato peleándome con el segundo sandwhich para abrirlo y el policía me tuvo que ayudar.

Gracias a la técnica aprendida del maestro pastababas, exhibí mi arte masticador delante de la ley esperando que me puntuasen o algo, que aquello parecía más una prueba del qué apostamos, pero no, el poli seguía con su cara de bicho palo:

– Muchas gracias, por favor, deme la bolsa, vaya con cuidado y procure no comer y andar en bici a la vez
– Entendido, muchas gracias y buenas noches

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Otros encuentros con los capitanes Furilos de aquí:

El policía y el extranjero
De quedarme chato vengo

Buya en Shibuya

Iba yo andando tranquilamente después de trasquilarme medio Uniqlo de Shibuya, cuando aparecieron por allí un quintal de rascayús dando voceríos. Era una manifestación de la ultraderecha junto a lo que parecía un desfile de modelos de la policía, porque la proporción era de un poli por cada dos ultraderechostiables. La pena es que en el lote no les cayesen un par de palos por metro recorrido.

Tipos con cara de cabrones gritaban que Japón estaba mejor siendo sólo Japón y que había que cerrar las fronteras y dejar de hacer negocios con el extranjero, especialmente con los yankis (ahora que mira, si todos son como el parlapuñaos yo también dejaría de extraperlar para no tener que oir extraparlares)

Alguno iba dando panfletos a la gente, y la gente no se los cogía. Un chico de más o menos mi edad (que siendo japonés, serán 10 años más), lo cogió, lo arrugó con las dos manos sin leerlo y se lo tiró a los pies del pavo gritándole algo que sonó a indicarle la dirección de salida un poco más explícitamente que por donde la hierba ha sido cortada.

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Entre tanto ultraderechismo yo no me dejaba de ver a mi mismo como un potencial objetivo al que darle una somanta palos en cuanto me parase a rascarme la nariz, así que anduve con treinta ojos. Yo para estas cosas soy más fantasma que ni sé, el Bruce Willis en el sexto sentido se queda en un amago de movedor de ouija a mi lado, así que ya iba planeando mi manera de defenderme: «si me viene alguno de frente, le meto una patada en los huevos y echo a correr hasta donde Tokyo pierde su nombre (que ya es decir), y si alguno se me planta delante, más deconstrucción de los óvalos que provoco y más pa Yokohama que tiro»

Por fortuna, allí lo único que pasó fuí yo desapercibido entre tanto policía y tanto cabrón, así que llegué sano y salvo a mi casita con una ondonada de ropa recién comprada que me probé delante del espejo descojonándome pensando en que será la única vez que la vea tan planchada.

Eso sí, todo aquél que siga pensando que los policías no dan miedo porque han visto un video en el youtube, que le echen un vistazo a las fotos:

Homenaje a Michael Jackson en Yoyogi

El viernes cuando me puse a leer las noticias y ví que se había muerto este hombre, me quedé flipao. Siendo sinceros, me quedaría igual de flipao si me enterase que se ha muerto Bud Spencer o Murdock el del Equipo A. Es decir, que no he sido nunca un admirador compulsivo y la verdad es que ni me va ni me viene demasiado, pero forma parte de los recuerdos de mi infancia y adolescencia gambitera.

Si entró en mi vida es porque los medios se encargaron de que yo supiese quien es, poniendo a todas horas sus videos musicales, que me flipaban de pequeño. De sus canciones, ni fú ni fá… seré raro por decir esto, pero me da igual, el que escribió sobre gustos es un prepotente, tampoco me gusta el fútbol y soy muy feliz así. Los insultos los podéis dejar en los comentarios, que con wordpress es facilísimo borrarlos.

Bueno, pues esos mismos medios que metieron al zombi de thriller en mis pesadillas, se encargaron después de ponerle a parir diciendo mil barbaridades y al final teníamos todos una imagen de un señor con la cara blanca, la nariz deformada y mascarilla que enseñaba a un niño que casi se le caía desde un balcón.

Yo ni me creía lo que decían ni me lo dejaba de creer. Igual que si me dijesen que Murdock o Bud Spencer son gays (aunque lo de éste último sí que me costaría creérmelo). Vamos, que yo eso de idolatrar no lo llevo muy allá, si acaso al señor Morinaga y sus tabletas de chocolate.

Ese mismo viernes yo fui a la oficina como siempre, esperando que pasase el día lo más rápido posible. Enchufé cadena 100 en el iPhone y ale, a programar. Mar Amate me mandó un mensaje, que si me podían llamar para hablar de cómo se ha vivido la muerte de Michael en Japón, yo le contesté que no tenía ni idea porque ni siquiera había puesto la tele, y por la calle camino de la ofi no había visto a nadie haciendo el moonwalker, pero me dijo que les seguía valiendo que les dijese esto porque es lo que yo ví, así que me llamaron y eso dije.

Desde ese día pues supongo que lo mismo que en cualquier país del mundo: la tele totalmente monopolizada sobre la noticia con fragmentos de sus videos musicales y a poder ser la mayor cantidad de fotos posible con el pobre hombre entubado medio inventándose rumores sobre su muerte.

En Tokyo todo normal… menos el sábado por la noche que me encontré a un montón de gente en Yoyogi, con camisetas y fotos de Michael y velas puestas en su honor. Había gente que sobreactuaba llorando delante de cámaras de televisión, y gente que lloraba de verdad al abrigo de la oscuridad quizás con lágrimas provocadas por la luz de las velas.
Otros imitaban sus bailes mientras un corro de gente cantaba alguna de sus canciones, y muchos reían y disfrutaban de aquel sencillo y espontáneo homenaje.

Aquello me pareció la forma más humilde, preciosa y sincera de honrar la memoria de Michael. Hasta yo volviendo a casa iba silbando la de Billy Jean, y la habría tatareado más allá del estribillo de haber sabido como sigue.

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El post regulero de la semana

Esta semana me he tirado delante del ordenador más tiempo que ni sé, entre el trabajo y lo de las nuevas camisetas, se me ha quedao una carapixel que riete de Mario Bros, me peino con escuadra y cartabón, no os digo más.

Así que ¿qué mejor que despedir la semana con un post de esos de los de sin pensar?

Efectivamente, vuelvo con otra entrega del culto a la huevez, narrando la hazaña de la estatua del Coronel Sanders que han encontrado en el fondo del río. Cuento la historia a lo ikusuki: resulta que hace 24 años el equipo de Beisbol de Osaka, los Hanshin Tigers, ganó la liga por primera vez en su historia, así que la gente salió toda pataliebreada a liarla parda y al pasar cerca de un Kentucky Fried Chicken de esos, arramplaron con la estatua y la tiraron al río. Y el caso es que no se ha vuelto a saber nada hasta el otro día que la encontraron toda regulera, como el post este.

Aprovechando un ritual que celebran los del Kentucky Fried Chicken este todos los años para «honrar» a los pollos que han cocinao, han hecho una especie de exorcismo con la estatua y hay un monje que dice que «está destinada a salvar al equipo que últimamente anda regulero».

Dentro videos!

Fuente: Japan Probe
Tiempo destinado: 6 minutos (se va notando que le voy pillando el truco a wordpress)
Orientación del camino de salida:

:bythesegao:

Buen finde!

母乳酒 – Bonyushu, el grupo de Miguel

Por aquello del internet, uno no tiene demasiada dificultad en buscar y familiarizarse con los paisanos que viven por aquí. Cuando volví a Bilbao después de vivir seis meses en Tokyo, le cogí afición a esto de los blogs de Japón así que puedo decir que ya conocía bastante bien las vivencias de Héctor, el tito Fla, Alan, Ale… cuando volví aquí por esta segunda vez.

Lo cierto es que a veces daba la sensación de que sólo había unos pocos viviendo en Japón, aunque se me quitó de un plumazo el día de la recepción del que imita a Fuentes, que aquello parecía la estación de Shinjuku pero dándole la vuelta a la proporción japoneses-extranjeros, allí había más gañanes ibéricos que ni sé (ciudadanos, porque ibéricos de los del cerdo más bien pocos).

Vamos, que había vida más allá de los cuatro o cinco blogs que yo conocía. Aunque también es cierto que al margen de los que he comentado antes, sí que había algunos otros que me sonaban, que aunque no sabía muy bien qué hacían o dejaban de hacer, sí que les ubicaba en algún pino cercano entre el quinto y el séptimo donde vivo yo. Sin ir más lejos, el chico con el que voy a Yosakoi (que sólo he ido una vez, por cierto, ya me vale) le conocía de su cuenta de flickr y un amago de twitter que hace mucho tiempo ya que dejó.

Del que vengo a hablar hoy también sabía algo. A este hombre le recuerdo de verle vestido de la tuna con un acordeón, y a veces con un sombrero negro, patillas y gafas. También sabía que tenía un blog que se actualiza de hanamis a setsubunes, y una vez me contaron que en sus actuaciones utilizaba muchos juegos de palabras en japonés y que la gente se descojonaba con él. En esa conversación no me quedó nada claro qué tipo de actuaciones eran esas, aunque yo me imaginaba que tendrían algo que ver con clavelitos y acordeones y no me dejaba de parecer gracioso el asunto de ver una tuna por Tokyo.

El otro día recibí una invitación suya para ir a un concierto que daba en una sala no muy lejos de donde yo trabajo, y allí que me fuí. No tenía ni idea de qué me iba a encontrar, pero me gustaba mucho la idea de poder verle en directo, así que metí todas las cámaras en la mochila de llevar las cámaras y me planté con una amiga en el bar.

Nada más entrar nos encontramos con Héctor y ya nos quedamos con él todo el rato. No se puede decir que seamos amigos porque la verdad es que sólo hemos coincidido dos o tres veces y poca frases hemos intercambiado, pero sí puedo decir que es un tío majo, abierto y mucho más campechano y normal de lo que algunos comentarios de su blog pretenden. Allí estaba con su cámara colgando del hombro y cuando nos quisimos dar cuenta, ya estaba sacándole fotos a un tipo con peluca, con el permiso y la colaboración del tipo en cuestión. A mi me sacó alguna también.

En el escenario había un grupo de japoneses que hablaban más que cantar, y cuando por fin se callaron, apareció Miguel. Sombrero negro, patillas, gafas y un micrófono cerca. No llevaba el traje de la tuna, pero su imagen me cuadraba.

 

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Lo que no me cuadró tanto es que hablaba en castellano y en japonés más o menos a partes iguales, y lo mismo pasaba con las canciones del grupo: la mitad en castellano y la mitad en japonés.

Me gustó el sonido que nada tenía que ver con una tuna, me gustó lo que decía en castellano y lo japonés que sonaba en japonés. Me gustó comprobar que era cierto eso de que la gente se reía con sus frases y que diese las gracias diciendo gracias las mismas veces que arigato.

Saqué fotos, muchas, pero la oscuridad no me dejó acertar a sacarlas nítidas, las mejores por aquí estarán. Eso si, aprovechando una mesa que estaba justo delante de él, pude grabar un video decente con la cámara que dejé ahí puesta encima de un minitrípode que vigilaban dos chicas majísimas.

Si váis a ver los vídeos, por favor, no dejéis de pensar que sólo había tres personas españolas dentro de aquél bar de Yotsuya en Tokyo, y que una de ellas era el que cantaba. El grupo se llama Bonyushu (母乳酒), el cantante es Miguel y es mentira eso que dice de que predica en el desierto:

Miguel, fué todo un placer, si señor. Al siguiente, si me dejas, también me apunto como está mandado.

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Un martes de té

Con los ojos todavía entrecerrados enciendo el ordenador y muevo la flecha esa blanca que sale inclinada hasta ponerla sobre el icono que me dice el número de personas que se han acordado de mí mientras yo dormía. Hoy hay pocos, pero me conformo mientras haya uno sólo. Y con él y sus noticias que son malas y trato de digerir junto a un café que quema, doy por inaugurado un nuevo martes de esta vida tan extraña que alguien quiso que viviera.

Es raro el día en el que no me plantee quedarme a trabajar en casa, pero el sentido común y yo sabemos que basta algo medianamente interesante para distraerme de mi trabajo, y resulta que Internet está lleno de ese tipo de cosas. Así que cojo la bici y enfilo el camino que me llevará a la oficina pasando por calles con legañas y avenidas remolonas que todavía no han acertado a despertarse.

Entro por la puerta y saludo en japonés. Sólo Michiko me contesta, pero ya no me extraña. Desde que no trabajo para ellos es como si yo no existiese, aunque lo realmente raro es que de vez en cuando me prestan atención preguntándome cosas que se le preguntarían a compañeros de trabajo “normales” como qué hice el fin de semana….

Pero ellos y yo sabemos que mi situación no es normal , y no sé si por envidia o por desinterés, hemos llegado a un acuerdo no escrito por el que nos ignoramos mutuamente lo más que podemos, y ya llevamos así más de un año.

La misma flecha del ordenador de casa aparece en el de la oficina, y también la apunto al icono que, esta vez, me suele decir qué hacer durante las ocho horas siguientes. El primer mensaje es de Michiko, dice que me ha dejado un postre japonés en la nevera, que está dentro de una lata y que me lo coma frío que está muy bueno. Sonrío y la miro, pero resulta que ella hace rato que estaba haciendo lo mismo. Mientras escribo la respuesta más amable y sincera que se me ocurre, pienso que hoy ya ha merecido la pena no haberme quedado a trabajar en casa.

Últimamente la hora de salir llega muy pronto y este martes, además, está muy bien señalada porque la profesora de la ceremonia del té va a estar esperándome a una media hora de viaje de allí. En Tokyo es mentir decir que se llega tarde por culpa de un tren, así que pongo especial atención en salir lo más pronto posible después de las seis.

Hoy Michiko no puede venir por temas de trabajo con lo que es la primera vez que voy sólo a la clase. Me siento nervioso, me da vergüenza y por el camino me voy inventando excusas para no ir, a pesar de lo cual me monto en el tren correcto. Menos mal que ni a mí mismo soy capaz de convencerme.

Entro y saludo en japonés mientras me quito los zapatos. La profesora me recibe con una sonrisa enorme. Pienso en que siempre la recordaré así, con esa sonrisa eterna que nos regala al llegar, y me apunto en un rincón que eso de sonreír tengo que hacerlo más para ver si alguien me recuerda a mi algún día de la misma manera.

Me habla en japonés todo el rato, aunque a veces se da cuenta de ello y trata de hablar en inglés aunque no va más allá de dos o tres palabras. Yo casi no tengo problemas para entenderla en japonés y me gusta mucho más que hable en ese idioma porque es lo suyo, pero en lo que ella considera un gesto hacia mí, de vez en cuando cambia a inglés y lo mantiene hasta donde puede que, gracias a Dios, no suele ser mucho.

Tiene onigiris preparados para Michiko y para mí. Siempre nos dice que como vamos directos desde el trabajo, que tendremos hambre y siempre nos tiene algo preparado. Me como el mío mientras ella última los preparativos de la clase, aunque no deja de hablarme quitándome de un plumazo esa estúpida sensación de nervios que tenía hace un rato.

Entonces empezamos. Repito los mismos pasos una y otra vez, pero siempre hay algo que corregir: el brazo está muy elevado, no mires al invitado directamente, el dedo meñique lo has separado al soltar el cazo, has echado demasiado té, el natsume es un dedo más a la derecha…

Todo lo dice de forma que no resulta ofensivo y además yo sé que se calla muchos de mi fallos de los que yo mismo me doy cuenta. Es todo un arte cómo es capaz de enseñar y corregir sin que el ego de uno se dé por aludido.

Pasan las dos horas como dos sorbos, y nos dedicamos a recoger los utensilios en silencio. La solemnidad sigue presente justo hasta el momento en que todo se ha recogido y nos saludamos con una reverencia de rodillas manteniendo la distancia entre alumno y profesor hasta ese instante. De repente vuelve la sonrisa, la jovialidad, la amabilidad, la ternura de la señora que prepara meriendas y pregunta por las novias que no tengo.

Trenes y pedaleos después vuelvo a casa, me quito el pantalón y veo que está manchado de verde. Algunos de mis dedos tienen todavía el mismo tono, y no estoy seguro si es en el paladar o en mi cabeza, pero yo noto el gusto del té por ahí dentro.

El sábado me preguntaron sobre el significado de la ceremonia y no supe qué contestar. Creo que hoy tampoco sabría describirlo, pero sé que tiene que ver con hacer de la calma el sentimiento mayoritario, de apaciguarse, de alimentarse de sosiego respirando templanza. De concentrar cuerpo, mente y alma en un pequeño ritual que es precioso si se sabe mirar, pero lo es más si se sabe escuchar.

Y lo mejor es que ese sentimiento no se va al cerrar la puerta de la sala, sino que sigue con uno hasta mucho tiempo después.

No sé… es como si alguien no me hubiese dejado de acariciar la nuca desde hace más de dos horas.

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¡Otra camiseta! ¡IkuFuji!

Este año nos ha costado muchísimo sacar los nuevos diseños. La historia es larga y los obstáculos muchos, pero después de tanto jaleo por fin hemos encontrado la mejor manera para hacerlas. Dejadme que os cuente un poco cómo hemos hecho éstas últimas y así aprendéis un poco más del ikuproceso.

Está claretis que yo vivo en Tokyo, y me imagino que ya sabréis que Bea está en Bilbao, es decir, una ikumitad allí y la otra en el sexto pino, o al revés según se mire.
En esta ocasión los diseños se me han ocurrido a mi, pero esto no significa que siempre los haga yo, la Kurosuwado y la Kotoba son de ella, y el logo también.  Así que esta vez, que han tocado dos míos, primero le conté la idea por email, y después le mandé un primer boceto.

Ella me los da vuelta a todos, que si esto más parriba, que si esto pabajo, que si el color así, que si el trazo asao… y yo me mosqueo un huevo!!! pero siempre acabo haciendo lo que dice porque pasa que yo estoy tan metido en el dibujo que no me doy cuenta de muchas cosas. Así que preparo dos o tres versiones del original, uno con los cambios que ella pide, otro con algunos que se me ocurren a mi, y otro con todo mezclado. Y ahí es cuando los mandamos a los amigos y les pedimos que voten el que más les guste, todo esto sin decirles cual es el que nos gusta a nosotros claro. Esta lista de amigos cada vez es más grande, es todo un orgullo contar con opiniones como la de Núria, Ale, Guille, el tío Fla… os podéis imaginar.

Después toca elegir prenda. No es tarea nada fácil porque hay muchísimas diferentes, y además las de chica y las de chico también lo son. Así que empezamos otro toma y daca: que si quedaría mejor con esta, que si no hay de chica que sea igual, que si que me cuentas chato, que lo que oyes chata…

Y entonces pedimos presupuesto. Últimamente afinamos más con las tallas porque por ejemplo, por experiencia ahora sabemos que casi nadie pide una S de chico (a pesar de que es la que mejor me suele quedar a mi), aunque si que se piden muchas XL.

Entonces a Bea le mandan una prueba de las camisetas, ella le saca fotos y me las manda y si ambos estamos de acuerdo, las imprimimos. Yo la verdad es que aquí siempre estoy de acuerdo, porque además me fio 1000% de lo que ella opine.

Cuando por fin llegan las camisetas, toca revisión, ella va mirando una por una que todas tengan todo correcto: la etiqueta cosida en el lugar que debe, que el diseño esté centrado, que la impresión no esté borrosa, que la prenda no esté defectuosa… Y devuelve las que no pasan el Beafiltro que podéis creerme cuando digo que es muy estricto, y que ¡menudos disgustos se lleva cuando desecha muchas!

Una vez que las tenemos, ella mete los datos de las tallas en una base de datos que nos hemos currado, se saca fotos ella misma y a amigos y me las manda, y yo me encargo de actualizar la web y el blog.

Con estas dos últimas camisetas hemos incluido fotos de colegas que nos han dado su permiso para sacarles, pulsando sobre la imagen de la camiseta les veréis, y además hemos puesto un botón «nuclear» que mostrará de una vez a los mejores modelos que podíamos tener, dadle, dadle que seguro que conocéis a alguno.

Entonces llegan los pedidos, que a efectos prácticos es un email que contestamos pidiendoos la dirección postal y que nos confirméis la talla y el modelo. Yo ahí no hago nada más que sonreir de oreja a oreja cuando el gtalk me saca el mensajito de «Pedido desde la web!». Bea se encarga de ellos: imprime las etiquetas con el nombre personalizado, envasa la camiseta al vacío, mete algún ikudetalle (si queréis saber qué es, pedid una!), y se va para correos a enviarla. Allí le dan un código que os manda, y con el que podéis saber por donde está el pedido introduciéndolo en la web de correos.

De manera espontánea últimamente nos contestáis y nos decís que ya os ha llegado, incluso nos mandáis fotos del pedido y todo. Eso nos encanta, esa idea de saber que nos consideráis tan cercanos como para escribirnos en ese plan… yo no me imagino escribiéndole al corte inglés después de haberles comprado algo. Y todo unido a las fotos por ahí por el mundo que nos mandáis con una sonrisa en la cara, hace que esto merezca la pena hacerlo, se vendan camisetas o no.

¡Aunque lleve sin ir a Karate dos semanas!

Bueno, corto el pedazo de rollaco y paso al nuevo diseño:

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La explicación:

El Fuji a lo Ikusuki

Al principio no había manera de ver el Fuji, así que nos lo tuvimos que imaginar…

¡Y nos salió con txapela!

Después, por fin, lo acabamos viendo ahí todo digno él, pero… ¿qué queréis que os digamos?, ¡¡¡nos quedamos con el nuestro!!!

富士山 (Fujisan) significa ni más ni menos que Monte Fuji

Ojo, que Fujiyama está mal dicho, ¿eh?

Las fotos:

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Los enlaces:

IkuFuji Chico
IkuFuji Chica

Las gracias:

:ikugracias:

PD: Si alguno que esté en Japón está interesado, decídmelo lo antes posible porque Bea me va a mandar las dos nuevas camis en un titá y así os las puedo dar en persona (o enviaroslas desde aquí si no vivís en los Tokyos)…

Ikusuki en el Machu Picchu

Decían Los Berzas en una de sus canciones: «Me voy a Machu Picchu a comerme un San Jacobo». Omar seguro que fue a otra cosa, pero eso sí, no se olvidó de su Ikucami y nos manda una pedazo de foto en un pedazo de sitio que siempre me ha parecido alucinante.
En el ikumail ponía esto:

¡¡¡ Aupa bikote !!!

Como lo prometido es deuda… os adjunto la foto de una camiseta de Ikusuki en el Machu Picchu, primera de las 7 maravillas. Me he dado cuenta de que al quitarme la camiseta del Athletic me despeine un poco… pero después de 4 días caminando por la selva daba igual. Llevaba ambas camisetas guardadas en una bolsa hermética que sólo abrí cuando vi la puesta del sol en el Machu Picchu. Mereció la pena cargar con ellas.

Esker anitz eta besarkada handi bat.

¡¡ Muchas gracias Omar !!
¡¡ Esperamos que te lo pasaras bien!!

Dentro mapa!

¡¡ Ranking de Ikupuntos !!

Javi—–> 25 puntos por hacer de modelo
Prognatis-> 25 puntos por comprar una Ikusuki Eki, un post, una foto que mandó y alguna que otra cosa más
Omar —–> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y por esta foto tan genial en el Machu Picchu
Neki——>20 puntos porque últimamente le hemos sacao mucho y por comprar la Ikusuki Eki
Jimmy——>20 puntos por comprar la Ikusuki Eki y una Cienpiés
Oriol –> 20 puntos por comprar un par de Ikusuki Ekis
Mario –> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Ikusuki Eki
Encarni—> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Kotoba
Almu——> 20 puntos por comprar una Cienpiés y una Kurosuwado
Josep—–> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Cienpiés Cyan
Nacho—–> 15 puntos por las fotos en Kamakura, Shibuya, Marrakesh, Jordania y La Habana
Jonathan–> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Carlos—-> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Raúl——> 10 puntos por comprar una Kotoba
Goyo——> 5 puntos por la foto de Irlanda
Nagore—-> 5 puntos por las últimas fotos
Stuntmantburgos -> 5 puntos por el post «Primera ley (La Ikuley)»

¡¡ Recordad !!
Comprar camiseta: 10 puntos
Enviar foto para ikusuki in the world: 5 puntos
Publicar un post en tu blog con alguna foto sobre Ikusuki: 5 puntos
Hacer un video con alguna cami y subirlo a internet: 5 puntos
Hacer algo original que tenga que ver con Ikusuki: 5 puntos

Los que lleguen a 30 podrán elegir uno de los ikuregalos:

– Pack de un ninja y un llavero sushi/gyoza (quedan 3 packs)
– Calcetines estilo tabi con el dedo gordo separao (quedan dos pares: azul oscuro y negro)
Fuurin (quedan dos)
Pack de dos ninjas








Y nada, antes de marchar :bythesegao: contaros que nos hemos casi quedado sin tallas de chico de la Ikusuki Eki, así que si estáis interesados en una, más va valiendo que os vayáis dando espabilo y prisera…
:ikugracias:

El post regulero de la semana

Hola chatos!

Ya iba siendo hora de «escribir», por llamarlo de alguna manera, un post de esos copiados descaradamente de algún sitio y plantado aquí demostrando tener la jeta más gorda que un barbapapá

Hoy para echarle más cuento al asunto, voy a poner palabras ahí rimbombantes del estilo de «se da la circunstancia» y así, como para maquillar el hecho de que lo que pongo es un plagio del copón y de paso mantener la cancamusa sensacionalista ahí a tope. Vamos a ello:

Como seguro que ya sabéis, en Odaiba, esa red de islas artificiales construidas sobre terreno robado al mar, han erigido en un alarde de ingeniería sin precedentes un robot de casi 20 metros de alto basado en el famoso anime de los 80 de título «Gundam». 

Una vez más los japoneses demuestran su liderazgo mundial en el campo de la robótica y la física, resultado de su alto presupuesto destinado a la investigación y desarrollo, uno de los más altos del mundo como tengo a bien comprobar casi a diario en esta megapolis que es Tokyo…

¡¡ Y el :copon: bendito!!, jodé, soy incapaz de seguir, me entra la risa con tanta gilipoyez!!!

¡¡Que el robot ya se mueve y alguien, que no he sido yo, lo ha grabao!! ¡¡Dentro videos plagiaos!!

 
Fuente: Playstation Portable Updates
Tiempo en escribir el post: 9 minutos
Dificultad: media, enchufar un par de vídeos y poner un párrafo ahí todo fantasma inventándome la mitad de las cosas pero siendo sensacionalista a tope.

El paso de cebra

Me desperté solo. Es lo normal, pero esa mañana se me antojó extraño, como si lo habitual fuese que en cada despertar un cuerpo se dejase abrazar por el mío. Pero no, me desperté nuevamente solo un nuevo día. Y me sentí así, de repente, solo, mucho.

Pensé que era raro que me sintiese así, que llevaba más de dos años amaneciendo de la misma manera, con alguna que otra excepción que nunca contaré, y no entendía la razón de aquel sentir.

Dolía…

De repente sentía la necesidad de tener a alguien con quien compartir mis problemas, mis alegrías… mi vida, pero no había nadie y era lo normal aunque ese día escociese un poco más de lo habitual.

Y solo como estaba, salí a la calle y una vez más la rutina y yo nos montamos en la bici hasta llegar casi hasta la oficina.

Entonces les ví: un grupo de niños, ocho creo que conté, que andaban en fila india agarrados a una especie de cuerda que manejaban dos chicas, las monitoras del grupo.

Todos reían, desde las dos chicas mayores hasta el más pequeño de los niños. Yo aparqué la bici, saqué la cámara y con cada pulsación del botón notaba que mi soledad se iba evaporando, hasta que de repente olvidé sentirla.

Pensé que la vida hay que saber mirarla, que hay momentos que nunca se repetirán y que merece la pena intentar valorarlos, que uno es lo que es y está como está y no tiene sentido esperar nada, sino valorar lo que se es y como se está. Ahora mismo. Ya.

Entonces decidí no montarme en la bici, sino cruzar el paso de cebra para cruzarme con ellos y poder verles mejor. Y cuando la chica que iba delante me sonrió, me di cuenta que estaba devolviéndome la sonrisa que desde hacía un rato yo tenía en la cara.

Y dejé de sentirme solo. Por lo menos por lo menos, hasta el siguiente despertar.

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¡¡ Nueva camiseta !!

Menuda historia que tiene esta cami… madre mía. Desde que empezamos a hacerla allá por Enero, hasta ayer que nos acabaron de llegar…

Bueno, esto ya os lo contaré otro día que hoy lo recuerdo con perezaca, reconcome y queseyoes y me da la úlcera.
:copon:

El caso es que por fin ya podréis salir de nuevo a la calle con la cabeza bien alta por llevar una exclusiva Ikucamiseta, y no os podéis hacer a la idea de qué exclusiva es: Bea se ha tenido que pelear con medio mundo y parte de Teruel.

¡¡Pero ya las tenemos!!

Al lío!, primero una fotaca de un sitio donde el 90% de la gente lleva gafas, mochila y granos:

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Segundo, el diseño de la cami:

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Y ahora la explicación:

¿Ya has sacado billete?

Con el diseño de la línea de tren Yamanote de Tokyo, vamos nosotros y nos inventamos una estación: la Ikusuki Eki, la que nos indica que hemos cogido la línea buena, que por aquí, vamos bien.

¡Y mejor que va a ir!

つまらない(Tsumaranai) significa: aburrimiento, perrería, galvana

楽しい (Tanoshii) significa: alegría, diversión, gambiterismo

La cosa está clara: sácate la perrería pasando por Ikusuki!!

Aquí nuestros modelos de excepción:

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Un hombre mal vestido es un bulto sospechoso

Por cierto, todavía nos quedan ikuregalos, aunque cada vez menos…

¡¡ Ah !! Si alguno de Japón la quiere, que me lo diga lo antes posible, que Bea está a punto de mandarme la mía!!

Improvisando

Hoy tenía preparado un video. Estuve ayer hasta las tantas de la noche editando y subiéndolo, y como no me ha gustado como ha quedado, esta mañana he estado un rato reeditándolo. Total, que lo he dejado subiendo y me he venido a la oficina. En teoría, vimeo debería reemplazar la versión vieja por la nueva, pero no me hace mucho caso…

Como uno tiene una reputación, y hoy no me cuadraba un post regulero de esos de poner videos de otros y quedarme como Dios con mis santos huevos , pues meto la tarjeta de memoria en el ordenador, me descargo fotos e improviso un post así según voy a lo Faemino y Cansado.

Anda, estas fotos que salen aquí son de un artículo que estoy preparando para soitu sobre el uso de la bici en Tokyo. Lo tengo casi casi acabado, sólo me falta sacarle una foto a un policía en bici y ya las tendré todas. Estas son de una bici con batería:

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Intentando pillar a un poli, he estado yendo estos mediodías cerca de la estación de Gotanda y me siento ahí en una valla que da a la carretera a sacar fotos… Policías no he pillao, pero ha salido alguna foto curiosa:

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Anda, jaja, de estas ni me acordaba!. Resulta que compré un montón de Cups Ramens de esos que te haces ahí según vas con sólo echarle agua caliente, y me entretuve con la cámara haciendo el indio:

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Esta la sacó Guille cuando fuimos al Oktoberfest, que tenían una mascota ahí que era un ratón o algo parecido… el pobre no veía ni papa, me estaba intentando dar la mano y yo estaba a su espalda casi…

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Y estas son de una bebida nueva que se llama Limón & Nada y que precisamente es eso, como limonada. Está bastante buena, y no tiene burbujas… lo que no sé es si de verdad tiene algo que ver con Spain, como dicen o los limones son del mismísimo Osaka:

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Jodé, antes digo lo de Osaka y antes salen estas!!! Encima coincide que justo ahora ha vuelto el tío Fla!! El señor del carro es el que sale en el video este que hice, ¿os acordáis?

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¿Y este?, jajajaja, Totoro qué llevarás en el saco ese, Gambitotoro te voy a llamar!!

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¡¡Hombre, las botellas de agua!!. A falta de confirmarlo 100%, me han dicho que las ponen en la calle para que no meen los gatos y perros. Algún misterio tendrán: la textura de plástico, que se ven reflejados por el agua… pero parece que funciona el asunto, y no es raro verlas de vez en cuando en farolas, muros de la entrada de casas…

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La del Ramen!! En ese cartel ponía que no se podía fumar en el restaurante porque el humo del tabaco perjudica tanto al aroma como al sabor de la comida, así que ale, prohibido. Me parece muy bien!

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Estas son de mi barrio, que se han puesto en plan cañeros con los cuervacos, porque hay unos cuervacos como pastores alemanes. Cuando se plantan ahí en los cables de la luz y empiezan con su recital melódico barroco, dan unas ganas de acariciarlooooos. Así que para prevenir semejante jaleaco que montan, han plantado en los cables de la luz un huevo de pinchos, ahora ya no se suben!!

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Una del gatostiable, que ya se que he perdido toda mi fama de digno gatostiador, pero la recuperaré con un golpe de efecto. De momento ahí va un Daruma maqueao a lo mininostiabilítico. Es un detalle muy feo que tampoco tenga boca ni dientes que partirle.

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:gatostiable: :gatostiable: :gatostiable: :gatostiable: :gatostiable:

Y hasta aquí el post improvisao! Marcho  :bythesegao:

Kaiten Sushi

– ¿Puedo sacar fotos?
– Jaja, claro, no hay problema. Lo único que no saques a la gente porque están comiendo y no sé si les gustará que les molestes, pero del restaurante saca a lo que quieras.
– Gracias!!
– Iie iie. Es raro que me hayas pedido permiso, normalmente nadie lo hace…
– Sou desu ka?
– Un

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– Toma, para que tengas una foto curiosa
– ¡¡ Ostras !! Pero si tiene pescado dentro y todo, ¡menudo artista!
– Jajaja, cuando hayas sacado las fotos comételos, ¿eh?
– Si si, jeje, ¡gracias!

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– Ten cuidado con la cámara que la has dejado muy cerca del grifo de agua caliente.
– Anda es verdad, gracias. Por cierto, se puede tomar todo el té que uno quiera, ¿verdad?
– Si, eso es
– ¿Hay gente que abuse del asunto? ¿Que coma muy poco sushi pero se beba un montón de tés y se tire un rato largo?
– No, la verdad es que no pasa o no nos damos cuenta. Tampoco importaría, el agua siempre está caliente y para eso está el té… no nos preocupa.
– Ah vale… pues yo me voy a tomar otro
– Douzo

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– Buff, me parece que ya no puedo comer más… ¿se paga allí, verdad?
– Jajaja, te has comido los pequeños también, ¿estaban buenos?
– Pues la verdad es que no lo sé, porque como eran tan pequeños casi no tenían sabor…
– Jajaja, también es verdad!. Espera que te cuento los platos… vale, también has pedido una cerveza, así que esto es.
– Estaba muy bueno y gracias por el minisushi.
– ¡Muchas gracias! – (¡muchas gracias! – gritan el resto de camareros a la vez.)

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Más del Gundam

El viernes a la noche volví y resulta que lo tenían iluminado en plan guay, pero guay guay, pero yo no llevé ni cámara ni nada. Hoy he vuelto, pero no tenía luces… aún así he sacado alguna foto desde otros ángulos. Ahí van, y prometo no dar más la chapa con el roboto por ahora (o hasta que le pille con las luces guays, que molaba, soltaba humo y todo!)

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