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Juliogram 2017

Julio ha molado mucho; empezó a hacer calorcico del bueno y yo me empecé a dar paseícos a los mediodías. Bueno, paseacos, me instalé una aplicación en el móvil de esas que te miden los pasos y me piqué con un grupo de amigos a ver quien andaba más, así que a los mediodías me hacía unos cuatro kilómetros. Hasta me traía ropa para cambiarme la sudada y todo antes de volver a la ofi.

Dentro fotos de los ohirupaseos!

Luego había un tal Take que el cabrón me seguía sacando dos mil pasos, así que empecé a darme los paseos a la noche al salir de la ofi y antes de coger la bici para volver a casa. Mwahaha, le gané.

Dentro fotos de los yorupaseos!

Por cierto, ojo al nombre de esta elementa!!:

En España estuve mirando las cosas de mi padre y me encontré un billete de cinco pesetas de la segunda república, flipa:

Y alguna curiosidad más como las cintas que todavía tiene mi hermano Javi o el juguete de Doraemon que se le antojó a Kota. Tela lo de comprar un juguete de Doraemon a mi hijo japonés en un centro comercial de Badajoz!

Y esta es una de las cestas que hacía mi padre a mano, incluso le encargaron alguna de una tienda que quería usarlas para exponer en el escaparate sus productos. Ya la tengo puesta en un lugar privilegiado del salón:

Por cierto, que durante el viaje usé un cacharro wifi portátil de WifiAway, que me lo mandaron a la habitación del hotel y dejé en un buzón en el aeropuerto. Funcionó perfectamente, tenía hasta 20Gb con lo que Kota pudo ver sus movidas de Youtube en el iPad camino de Badajoz, por ejemplo, y sobretodo poder usar Google Maps para ir a los sitios es impagable!

Nada más llegar a Narita, me encuentro a la televisión haciéndole una entrevista a una compañera mía de trabajo que volvía de Londres de viaje. Jajaja, menuda pájara, anda que no le gustan estas movidas!! se descojonaba luego cuando le mandé la foto con la reportera, porque no se dio cuenta que estaba yo al quite!

Y ojo al alijo que nos trajimos! Esta vez ni embutidos ni hostias porque resulta que en el súper de mi barrio venden de todo, así que el alijo es más indie que otro poco:

¡Ay las cremicas! ¡ay las cremicas! tengo yo más que Chiaki!

Después, pues bueno: vuelta a la rutina bici paquí, rascatecleo pallá. Oye! dos semanas sin coger la bici y joder, agujetas!

Le compré también una piscina a Kota aunque creo que me lo paso yo mejor que él, jajaja, que tunantes estamos hechos.

También me compré un quintal de libros para el examen de japonés, que sigo estudiando, ¿eh?, hay que sacarse el N2. Tengo un plan, pero ya os lo contaré, mwahahaha:

Y quedamos con una amiga de Chiaki que, curioso, tiene su misma edad, su marido la misma edad que yo, y su hijo la misma que Kota. El caso es que había matsuri en mi barrio, aunque no salió muy allá porque Kota se quedó sobao y a Shushu-kun le dio fiebre… con críos ya se sabe, pero nos dio tiempo a zampar una chocobanana maqueada, el I+D japonés, amigos!

Hostia, que a pocas se me olvida!! eh chatos!! que me han dado el visado permanente!!! a tomar por culo inmigración y toda esa mierda de papeleo!!! yeha!!!! llamadme Takeshi Toscano!! alfombra roja en los pachinkos ya!!

Y justo ayer resulta que me encontré una sandiaca de 74Kg ahí expuesta, fíjate: si antes digo que las frutas y verduras en Japón son ridículas… el zasca lo ha escuchado hasta Putin!

También me llegó a la noche un reloj marcamierder que pedí por Amazón, es de estos con pulsómetro que quería para correr, lo he usado hoy y va de sobra para lo que yo quiero (probablemente me acabe comprando el Apple Watch cuando salga el nuevo, pero esto no se lo contéis a Chiaki :secretico: )

La última novedad es que parece que se estabiliza un poco la situación de mi empresa, que llevábamos con la web y la app chapadas desde octubre del año pasado por unas movidas legales de copyrights. Justo ayer anunciaron que se crea una empresa nueva, nos mueven ahí y volvemos a sacar el invento. Lo único malo es que le decimos adios a Shibuya, que es un sitio que me mola mucho para currar, además la ofi de ahora tiene unas vistas de la hostia:

Pero bueno, a todo se hace uno, la nueva oficina está en Jimbocho, a cinco kilómetros más en bici, serían ya 17km ida + 17km vuelta… a ver si pudiera ser que no hubiese muchas cuestas… (el tren no es una opción!!)

¡Buen fin de semana, muchachos!
:gustico:

Los ciervos de Nara y Miyajima

Yo cuando fui a Nara no tenía ni idea de que había ciervos por allí danzando. Y fíjate, me acaban de contar ahora mismo que son un problema como las palomas y que de vez en cuando se hacen batidas por parte del ayuntamiento para llevarse unos cuantos por delante.

La verdad es que me llamaron mucho mucho mucho la atención, yo creo que sólo había visto uno de verdad una vez subiendo a un monte de mi pueblo que se asomó un tío postizo de Bambi por allí dando saltos y echó a correr en cuanto me vio. Así que en Nara no paré de sacarles fotos, pero muchas muchas, ¿eh?. Sin embargo, cuando me llevaron a Miyajima ya iba yo avisao y no me quedé tan pichicueter… por los ciervos, claro, porque el lugar anda que no impresiona ni nada!

Total, ahí va un compendio ciervítico ikusukiense!

:triki:
:ojetepalinvierno:
:gatostiable:

Tomomi-chan

– Me llamo Tomomi, hoy estoy a vuestro servicio y mi misión hasta que se haga de noche es que seáis felices. No importa lo que tenga que hacer, pero no pararé hasta veros reír con el corazón. 心から笑っていただいてほしいです。

En aquella habitación de aquel ryokan, una señora nos hablaba sentada en seiza con tanta pasión que resultaba difícil no sentir siquiera ganas de sonreírle a su sonrisa aunque no se entendiese japonés. Tenía tantas arrugas que se le rebosaban por los ojos como si hubiese querido reírse de todas y cada una de las horas de los días de su vida. De alguna manera le hacían juego con aquél precioso kimono verde. Sus arrugas o el moño, o el exagerado maquillaje de sus labios… todo a la vez sumaba y la cuenta le salía favorable. Seguro que de joven había robado más de un giro de más de una cabeza.

– ¿Pero tu que haces ahí sentado?, no no, ¿sabes?, en Japón el hombre es la figura importante de la pareja, el samurai. Tu tienes que sentarte aquí y dejar que nosotras las mujeres cuidemos de ti mientras tu descansas.

Incluso con esa caduca manera de pensar, o quizás por eso, uno tenía la sensación de ser un privilegiado por escucharla. Era como vivir dentro de una de tantas películas de épocas pasadas; no me habría extrañado si de repente el mundo se hubiese tornado en blanco y negro.

Por supuesto que me dejé hacer, uno no tiene siempre la oportunidad, ni la necesidad ni las ganas, de sentirse el shogún del lugar. Me levanté de al lado de Chiaki y me senté en el lugar que se suponía que me correspondía. Poco tardó ella en servirnos un té de los de preparar despacio mientras nos preguntaba por nuestra historia. Pareció que a nadie nunca le había importado como a aquella buena señora el cómo nos conocimos y el porqué decidimos no seguir separados. O seguramente es que se tomó a pecho la promesa aquella del principio de tratar de hacernos feliz y consiguió hacernos creer que de verdad daba un duro por saber cómo aquél chico del norte de España acabó con aquella chica de templo de Saitama. Nos regaló escucharnos con tanta atención que daban ganas de no acabar nunca de hablar.

– ¿Y no conocéis a ningún señor de mi edad para que me haga de novio?, sólo por un rato, no me hace falta para mucho. Seguro que tu tienes algún amigo que presentarme. Ni aprender español hace falta, porque en la cama todos nos entendemos. Huy lo que he dicho, que sois mis clientes, no se lo vayais a decir a mi jefe que me despide y a ver que hago luego, habráse visto Tomomi que no eres capaz de estarte callada!

Y como sabía de sobra que nos tenía ganados, siguió contándonos momentos de días pasados de sus años vividos.

– Yo vivía y trabajaba en Tokyo, pero me volví para Dougashima cuando me jubilé. Al principio no hacía nada más que dar paseos como los viejos, pero me moría de aburrimiento. Así que decidí hablar con el jefe del ryokan y pedirle trabajo, aunque sea temporal. Me dijo que tenía que llevar kimono, y yo encantada porque me gustan mucho los kimonos, ¿a que me queda bien?

– Estás mas guapa que guapa, yo porque tengo novia, que si no…

Sus carcajadas, y afortunadamente las de Chiaki, sólo fueron interrumpidas cuando uno de los muchos aguiluchos que sobrevolaban el lugar decidió sentar las alas en la barandilla de nuestro balcón y graznar quizás a modo de suspiro.

– ¿Miralo el aguilucho donde se ha ido a poner?. Eso es que sois buena gente, los animales saben de lejos de quien se pueden fiar y si es del lugar, este a mi ya me conoce, así que si se ha posado ahí es que le gustáis. ¡A mi también me gustáis! Da gusto ver una pareja tan joven como vosotros, que vais dando envidia.

Envidia me daba ella a mi, ojalá yo a sus años fuese, si acaso, una cuarta parte de encantador. Seguro que la adoran sus nietos, y todos los amigos de éstos.

– Pues si os digo la verdad, esto para mi no es un trabajo. Si no me pagasen me daría igual, porque sólo con poder ver todos los días las increíbles vistas de las que disfruto estando aquí ya me considero pagada. Porque vosotros habéis venido para uno o dos días, pero yo veo esto siempre. Cada anochecer, cada amanecer… por eso me fui de Tokyo, por eso volví aquí, porque seguramente no me queden muchos años más, pero los que me queden quiero sentir lo que siento cuando veo cómo el sol se esconde en el mar. Si esperais algo así como una hora, lo veréis vosotros también, yo os recomiendo que no salgáis de la habitación, que lo veáis desde aquí.

No apartó la mirada del mar en todo ese rato en que sus labios hablaron desde un corazón que se sentía latir desde lejos. Y allí se quedó un rato más, con las pupilas fijas en el agua y la mente a muchos kilómetros y años de aquella habitación con tatami. Me pareció que se le escaparon una o dos lágrimas en lo que logró volver.

– Y ahora me voy y os dejo solos, porque ya llevo sobrando desde hace mucho. Sé que os gustará lo que vais a ver porque yo soy como el aguilucho aquél, el aguilucho Tomomi. Y de sobra sé que sois de los míos.

しつれいします

Y ya sólo nos quedó soñar con aquella mentira deseando no despertar nunca porque entonces, entre legañas, nos íbamos a dar cuenta de que dejaría de ser verdad.


El retoquereque

Es curioso como cuando sale alguna foto decente, siempre viene alguien a soltar aquello de «meh…. si, pero está retocada asín que no vale…gñ….». Teniendo en cuenta que prácticamente el 100% de las fotos que pongo yo aquí o subo al Flickr están tratadas de alguna manera, este argumento no me parece que tenga demasiado sentido en mi caso, aunque entiendo a lo que se refieren, porque si que es verdad que algunas fotos acaban pareciendo irreales.

El caso es que no soy capaz de subir una foto si creo que la puedo mejorar utilizando las herramientas disponibles. Cuando sacas en RAW, resulta que tienes mucha información dentro de esa fotografía y que no tienes porque conformarte con cómo la cámara ha decidido mostrarla, sino que puedes moldear, dentro de unos márgenes, el resultado final de combinar toda esa información captada por el sensor y que todavía está ahí.

Hay muchas fotografías que según salen ya han quedado bien, pero yo siempre ajusto algo: a veces simplemente los niveles de negro que le dan fuerza a los paisajes, otras bajo la exposición en el cielo, que siempre suele aparecer blanco por estar sobreexpuesto, la gran mayoría hay que enderezarlas algunos grados… lo que nunca hago es «photoshopear» el asunto: no quito ni pongo nada que no estaba ahí antes, no nos confundamos.

No voy a dar lecciones de Lightroom como me dicen por ahí porque no soy ningún experto, pero si que voy a poner ejemplos de fotografías nada más horneadas por la cámara y cómo quedaron después de pasar el toscafiltro. Hay bastante diferencia!! aunque todos sepamos que el que se puso a escribir sobre gustos, nunca acabó.

Bajando el Fuji, saqué a este señor a contraluz: el cielo se ve bien, pero no se le ve el gepeto apenas. Si la cámara tiene la información, ¿porque no aumentar el brillo o la exposición de la parte inferior de la foto?. Aparte que como llevé la cámara todo el rato en la mano y el suelo del Fuji es todo gravilla, la lente se ensució bastante… ¡pues fuera esas motas que dan por saco!

Ojo a la siguiente!, un poco más abajo de donde estaba sentado el señor sonriente de cara oscura: lo de las motas de polvo es todavía más evidente al haber mucho cielo. Pues se quitan las motas, y de paso aclaramos toda la foto que está ligeramente subexpuesta y le subimos un pelín el contraste para que el blanco de las nubes sean más parecido a la realidad de aquella mañana:

La siguiente del Kinkakuji de Kyoto de no hacía falta tocarla porque ya salió bastante bien, pero lo cierto es que es la típica foto que saca todo el mundo y quería darle un toque una miaja diferente. Así que la enderecé y subí un poco los tonos azules de la parte superior de la foto y los de amarillo de la parte inferior. El resultado, en este caso, no tiene porque ser mejor que el original, pero a mi me gusta más:

Una de este siglo!! una de las recientes de la Sky Tree del post de antes. El edificio de la izquierda aparecía demasiado oscuro para mi gusto, así que aumenté la exposición de esa zona y de paso descubrí que se veían matices del cielo, así que apliqué el cambio hasta aproximadamente la mitad de la torre. También la enderecé un poco, y probé a hacer lo mismo con el cielo de la parte derecha pero me pareció que quedaba mejor si aparecía totalmente oscuro dándole gracia a la foto por el contraste.

Ala pues!!!!

¡¡ Haced bondad este finde !!
:gustico:

La Sky Tree por la noche

Gracias por las felicitaciones en el otro post!! hay que ver la de gente que se pasa por aquí!! ahora estoy hasta nervioso y todo escribiendo!! :descojoner:

Bueno, total, el otro día, después de estar tres o cuatro horas ensayando el monólogo, cogí el trípode y la cámara nueva y tiré para Asakusa a sacarle fotos al pirulo por la noche. Ya he dicho yo más veces que cuando hace calorcico, yo hago el triple de cosas, ¡coño es que apetece!, no como el asqueroso invierno que te tiene enchuminao metido en casa!!

Como era el primer fin de semana después de la inauguración, aquello estaba lleno de policías y no me dejaron sacar el trípode cerca porque había un montonaco de gente por todos los lados, y es que aunque no se puede subir arriba si no tienes entrada reservada, debajo hay un centro comercial enorme y claro, todo el mundo vino ahí al sopesquete de la novedad.

En fin, ahí van algunas de las fotos desde cerca de la base antes de que la autoridad tocacojonera me tirase de las orejas:

Luego me fui a un sitio donde no había tanta gente y me dio por darle al zoom a cascoporrer para sacar el máximo detalle posible de la antena, no quedaron mal esas tampoco, no:

Después me di un paseo hasta el otro lado del río en plan pensando «hay que ver Tosca, donde te has ido a vivir y los fregaos en que te metes, con lo bien que estabas tu en Zalla dando la vuelta a Ibarra los domingos y poniéndote hasta el ojerresque de chorizo y jamón». Cuando me quise dar cuenta, estaba afotando al pepino otra vez!

Y ya tiré para el templo, pero ba, no sé, como lo tengo muy visto, no me entretuve mucho allí. También es verdad que tenía más hambre que la cabra un gitano, así que ni templo ni templa! pa casa a comer gyozas!

Regulerer bonus track!!!
:regulero:

Ahí va un timelapse de esos de ver pasar las nubes que abarca toda la construcción de la Sky Tree. Por supuesto, no lo he hecho yo (ni falta que hace para enchufarlo en el post y quedarse con los huevos concéntricos):

Yuki

Aunque ayer dijeron que iba a nevar por la noche, yo creo que ninguno nos esperábamos lo que hemos visto al mirar por la ventana esta mañana… ha estado nevando sin parar hasta algo así como las dos de la tarde!! estaba todo bonico bonico!!

Ahí van unas foticas de Shibuya, que es donde hago que currelo ahora:


Kyoto 2011

Hoy tengo que correr 32km y en la calle a parte de hacer un frío del copón, está lloviendo. Así que de mientras me hago a la idea, me he puesto a repasar las fotos del viaje de Kyoto del año pasado. Llevo mentalizándome como tres horas… así que ya va siendo hora de ponerme a plantar un pie delante del otro hasta que no pueda más.

Pero antes, aquí dejo algunas de las fotos que más me han gustado y no he publicado aún.

He estado tres veces en Kyoto y nunca he ido solo. Me sorprende darme cuenta de que dependiendo de la persona con la que se esté, los mismos sitios huelen, se ven, se sienten tan distinto que no parecen ser los mismos. Me pregunto si no son solo los lugares, sino la vida misma la que se deja saborear o nos abruma dependiendo de con quien se comparte…

Bueno, voy atándome los cordones ya. Hasta dentro de tres o cuatro horas no llaméis, que no cojo. Voy de gris, si resulta que me veis bajando las escaleras de algún templo de dos en dos, no dudéis en saludarme, me gustará deciros adios con la mano mientras trato de robarle sorbos al aire, que hoy viene más gélido y traicionero que de costumbre.

Un año en imágenes

Uno nunca sabe que va a pasar. Yo podría decir que este año he aprendido más que ningún otro de mi vida, que la realidad supera cualquier ficción o imaginación. Ha sido un año de sustos, alegrías, emociones y finalmente cambios, un año en el que he aprendido tanto… pero tanto…

Al estilo de Héctor, voy a tratar de elegir las fotos que quizás resumen los momentos más relevantes de los últimos doce meses. Sé que no están todos, pero si que será una recopilación muy representativa de lo vivido. Esta vez si que me voy a centrar en la calidad de las imágenes, vamos a ello:

Diciembre empezó celebrando la noticia de que Guille había conseguido el cinturón negro de Kendo, que yo sepa a estas alturas ya va por el segundo dan.

En Enero nos fuimos a Nikko de excursión, de los primeros viajes que hacíamos juntos la señora de Toscano y yo. Alquilamos un coche y nos fuimos a un parque donde había maquetas de las maravillas del mundo, estaban muy muy conseguidas!

En Febrero recibí el diploma del segundo dan de Karate de manos de Suzuki Sensei, firmado por Kanazawa Kancho. El examen fue el día de Navidad y creo que es el mejor que había hecho nunca. Al llegar a casa y abrirlo sobre el tatami, me deshice en lágrimas.

Marzo, el mes del terremoto, del tsunami con miles de víctimas directas, la crisis nuclear de Fukushima, la incertidumbre de los que vivíamos relativamente cerca, los cortes de luz.

Abril fue el mes en que florecieron, seguro que con más fuerza y belleza que otros años, los cerezos. Los corazones se nos tornaron algunos tonos más blancos a la par, como si empezásemos a reconciliarnos de nuevo con el planeta.

En Mayo me volví a Zalla después de dos años seguidos en Tokyo, me olvidé de un tirón de terremotos, radiaciones, accidentes de moto y pasé semana y pico con los míos. Volví pero no lo hice solo, y los días fueron mágicos.

Del mes de las lluvias, Junio, no tengo ninguna foto que merezca la pena aunque si que hice alguna que otra excursión cuando el tiempo me dejó. Eso sí, ninguna como la de Nokogiriyama que hicimos en Julio. Si vas con amigos a sitios así, raro será no seguir acordándose durante muchos años de los momentos vividos.

También mi cuenta de Flickr empezó a tener más movimiento, vete a saber porqué, y eligieron algunas fotos para venderlas en Getty Images. Lo cierto es que aunque han elegido bastantes más después de aquello, no se ha vendido ninguna, así que no tengo claro que sirva para algo. De todas maneras, me gustó mucho que una de las seleccionadas fuese la de mi padre llevando a mi sobrina, a mi me encanta por motivos obvios, pero también por la diferencia de color de pelo de los dos… aiss…

En agosto pasó de todo: asistí a un funeral, nos fuimos a Hakone, me presenté al nacional de Karate en el estadio olímpico de Yoyogi, nos fuimos a Yamanashi y finalmente todos juntos acabamos en un pueblo abandonado llamado Nichitsu donde pasamos un día imposible de olvidar. Muchas veces digo que yo en verano vivo el doble, ahora que es invierno y estoy enratonado delante del ordenador, lo confirmo.








En septiembre hicimos la segunda clase de cocina española para japoneses, nos fuimos al béisbol y poco más bloguerilmente hablando. Lo cierto es que fue un mes muy especial donde celebramos mi cumpleaños, pero me guardo muchas cosas para mí. No os enfadeis conmigo hombre que aunque cuento muchas cosas, hay algunas que deben ser solo mías!

En octubre vimos un matsuri en mi querido Honmonji y también nos fuimos a Kyoto; me estoy dando cuenta ahora que este año he hecho más viajes que nunca! eso es bueno, Tosca, eso es bueno. También me enteré que me habían cogido para correr la maratón, se anunció la tregua de ETA y se murió Steve Jobs




Fotográficamente hablando, noviembre empezó con el Halloween donde mis colegas se disfrazaron todos de Zombies y quedaron geniales. Por culpa de la maratón y los entrenamientos que me dejan cansadísimo, me estoy privando de muchas cosas este año… por eso digo que una y no más, Santo Tomás!! También me di cuenta que el entrenamiento de la maratón empezó a dar sus frutos, gané algún combate de Karate en una competición y pasó el incidente con mi ex-jefe que me ha llevado a cambiar de curro.



Diciembre todavía no ha acabado, así que no tiene demasiado sentido resumir lo que ha pasado porque está pasando todavía.

Lo que si que me he dado cuenta es que por alguna razón ya no publico tantas fotos en el blog como lo hacía antes aunque si que he ido sacando algunas que me gustan especialmente y que he ido subiendo a Flickr día si día también. Permitidme que ponga aquí las últimas, estén publicadas o no, y ya cerramos el año como debe ser:

Ah, si, todas las fotos, absolutamente todas han sido tratadas. Sigo sin creer que sea algo malo!!.

Geishas en Kyoto

Rodeados de una anciana protestona, un monje nervioso, otra pareja de dos y un señor calvo de gafas, aquella mañana decidimos quedarnos en el Fushimi Inari Taisha a esperar con el resto en vez de ir a por el planeado desayuno en la cafetería de al lado de la estación. Al majestuoso escenario subió una geisha, y luego otra y otras dos, después igual número de maikos y tres ancianas con antiguos instrumentos de cuerda y percusión.

Con exquisita lentitud ensayada, tomaron posiciones y empezaron una danza cuyo propósito parecía querer parecer muñecas de porcelana.

Envueltos en la magnífica y cálida luz que nos regalaba el pomposo sol de aquel mediodía, yo no sabía si seguir juntando tu espalda a mi pecho y rodearte con mis brazos, o sacar más fotos.

No lo voy a saber… solo déjame que saque la última.

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Yamanashi

En realidad queríamos ir a Gunma, pero lo de ponerse a última hora a buscar algún viaje cuando es fiesta nacional es algo que sólo se nos ocurre a nosotros. Pero mira por donde que nos salió el asunto redonder, pillamos alojamiento en un ryokan de uno de los pocos sitios que todavía quedaban libres: Yamanashi. No tenía ni idea de nada, pero de absolutamente nada de lo que había allí, sólo que quedaba cerca del Fuji y que las vistas, decía el tipo de la agencia de viajes, eran únicas.

Pues vale, tren y para allá que fuimos de madrugón. Primera parada: un campo de girasoles, mira tú que cosas, me recordó a los viajes a Extremadura con mis padres por carreteras entre estos generadores de pipas, que una vez incluso mangamos uno y lo dejamos secar ahí al sol a ver si salían como las de Facundo, pero que va, aquello estaba blandengue blandengue, habrá que tostarlas o algo, digo yo…

También resulta que Yamanashi es famoso por sus viñedos, y nos fuimos a uno pero la verdad es que poco había que ver allí y nosotros lo que teníamos era más hambre que ni sé, así que tiramos para el ryokan que nos pillaba cerquita de la estación. Un sitio precioso, con un onsen de vino tinto y toda la pesca, no hay fotos porque no es menester meter una cámara donde hay culos ventrescos sin que quede la cosa de gayer stalker.

Al día siguiente alquilamos un coche y tiramos para los lagos de Kawaguchiko donde, efectivamente, estaba el monte Fuji pero entre nubes. Se nos hizo de rogar bastante, pero teníamos todo el día, así que subimos tranquilamente a una montaña cercana en funicular y allí nos quedamos esperando. Desde allí se intuía el volcán, que era inmenso, y también se veía claramente el parque de atracciones FujiQ (al que va a ir Cristo, por cierto, menudo miedo).

Este coche estaba aparcado por allí, que de gente lleva siempre!

Efectivamente, las mejores vistas del Fuji, aunque desde Hakone también tuvimos suerte, en Yamanashi está mucho mucho más cerca. Desdeluego, de las mejores excursiones que hemos hecho, al final va a haber que hacer eso, abrir un catálogo de viajes al azar y tirar para allá, el factor sorpresa es el factor sorpresa!

¡Buen fin de semana!
:gambi:



Otra de Getty

Otra tanda de fotos que me han seleccionado para vender en Getty Images!!! ole ole y ole.

Ahora toca currele porque resulta que cuando te las jipian, te piden que se las subas con la mayor resolución que tengas, que rellenes una serie de datos de cada una y si salen personas, un documento firmado por cada uno de ellos autorizando el uso de su imagen.

Yo me tiro un rato buscándolas por el disco duro, releyendo los posts donde las enchufé… y fíjate, como que me gusta la sensación que se me queda… es una especie de inicio de nostalgia por tiempos no demasiado pasados pero sin llegar a ser morriña todavía… las del Fuji desde abajo, por ejemplo, no tienen un mes todavía!!! (jodé, ese día fue de lo más romanticón!!! aisssss)

Subida al Fuji

Fotos de un restaurante de sushi de Meguro

Haciendo el gilipollas con la matrícula de la moto!!!!

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El Kiyomizudera de Kyoto

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Un currela limpiando ventanas en abril

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El Daibutsu tsu tsu

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Vistas desde arribotas del todo del Roppongi Hills

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De la estación de Ueno parriba

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Ahora imagínate que van y compran la que me hice en pijama recién levantao con barba de tres días y la matrícula de la moto y cogen y la publican por ahí en alguna revista, me puedo estar riendo hasta que me muera ya!!

Nichitsu ghost town

En verano hago como el triple de cosas que en cualquier otra época del año, y eso que este nos han cancelado un montón de matsuris y hanabis por respeto a las víctimas del tsunami. No sé, es como si viviese al 150%, me faltan horas y días para hacer todo lo que quiero… en cambio en invierno estoy ahí todo tristaco encerrado en casa sin ganas de hacer ná…

:ojetepalinvierno:

Aprovechando mientras podemos, el domingo pasado nos fuimos a un pueblo abandonado en las montañas de Saitama, «Nichitsu town». Antonio preparó el viaje: a tal hora en tal sitio, después alquilamos coche desde allí que ya lo tengo reservao y para allá que tiramos, traed todas las cámaras que tengáis.

El pueblo surgió debido a la explotación minera cercana, que por lo visto sacaban oro allá por el año 1600 y después hierro y zinc. En el año 1937 las minas fueron compradas por la «Nichitsu Corporation» y de ahí el nombre del pueblo, o lo que queda de él porque sobre 1978 los trabajadores y sus familias empezaron a abandonar el lugar debido a que la mina empezó a escasear y ya no se sostenía el tinglado.

Esa información la he encontrao yo por internet, seguro que si buscáis encontráis más en condiciones que esto de escribir posts pensando que se es periodista o algo así me da rollo. Yo contaré que después de casi dos horas por una carretera que enseguida empezó a seguir a un río y a meterse debajo de túneles a cada cual más del año catapún, pasamos por al lado de lo que parecía una mina. No podíamos estar muy lejos, así que tiramos un poco más mirando a ambos lados de aquella carreterucha con atención hasta que después de algunas vueltas y pasarnos el pueblo, nos acabamos parando cerca de una especie de taller.

La verdad es que no impresionaba demasiado…

Menos mal que la cosa mejoró, y no sabéis cuanto, cuando un poco más abajo nos metimos en una especie de ryokan de dos plantas. Tablas que cedían y suelos de un tatami ya blando por años de humedad nos daban la bienvenida. Nosotros nos dedicábamos a inmiscuirnos sin permiso en la vida de los que allí se hospedaban sacando fotos de lo que allí abandonaron. Había tantas cosas que era como si hubiesen huido de algo sin tiempo a recoger… mejor no pensarlo…

Discos de música, tableros de go, televisiones, máquinas de karaoke… incluso futones dentro de los armarios. En algún momento entre la primera y la segunda planta dieron las doce y empezó a sonar una música a todo volumen, una de esas melodías al estilo del Yuyake Koyake de Tokyo. No os podéis hacer a la idea de ese momento, el de estar todos dentro de semejante lugar y que suene una canción infantil de repente… todavía me acuerdo de las caras que pusimos…

Detalles como la cabeza de la muñeca colgando o la hoz clavada en la pared nos hacen saber que algunos graciosillos se han pasado por aquí antes, y eso que la regla esencial a la hora de difundir este tipo de lugares es que no se toque nada, que se deje todo como está. Yo he de confesar que intenté romper un cristal de una patada, no pude aguantarme aunque no lo conseguí…

Pasamos por algunas casas más y dimos con lo que parecía una residencia de estudiantes, con un ambiente algo más personal que el ryokan anterior. No me acaba de cuadrar la razón de este tipo de residencia cuando en el pueblo en teoría solo hay una escuela para los hijos de los mineros, ¿quizás trabajadores temporales de la mina?

Dimos, ya por fin, con la ansiada clínica o casa del médico donde dicen que había incluso un frasco con un cerebro dentro. El susodicho no lo encontramos, pero para mi fue sin duda el lugar más acojonante de todos con radiografías por el suelo, utensilios médicos e incluso una especie de mesa de operaciones que daba mucha mucha grima.

Cerca de ahí estaba el teatro o salón de actos o algo parecido donde haciendo el cabra bajando del escenario cedieron las tablas y me hundí hasta la rodilla. Menos mal que no me clavé ninguna movida, que seguro que allí de desinfectada tendría poca!!

Buscando la escuela, nos encontramos con lo que parecía ser el supermercado y un poco más allá unos baños municipales.

No dimos con la escuela y como empezaba a ponerse oscuro, decidimos coger ya el coche rumbo a Tokyo. Si las fotos pesasen, hubiésemos llevado las cámaras arrastrando, menudo festival.

Gracias a Sara, Héctor, Pablo, Antonio y Carlos me reí mucho ese día, pero creo que ha sido sin duda de las excursiones más acojonantes de mi vida… llega a salir un tío de un armario y llego a Yokohama corriendo!!


Así lo cuenta Carlos, y así lo cuenta Héctor

Getty images

Me han aceptado como colaborador en Getty Images, esto viene a significar que después de que enviara un par de fotos mías, ellos se han remirao las que tengo en Flickr y han seleccionado unas cuantas que dicen que se pueden vender por ahí.

Me ha sorprendido las que han elegido, algunas no me las esperaba para nada!!

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Vistas desde Nokogiriyama, Chiba

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Vistas desde Nokogiriyama, Chiba

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El dinero del alquiler

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Examen de Kendo de Guille

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El fin de semana en el Koyasan

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El fin de semana en el Koyasan

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La subida al Fuji!

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Yo de mendizale en la subida al Fuji!!!!

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Puerta Torii en la subida al Fuji

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Un paisano bajando el Fuji

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Yozakura

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La del Yosakoi así como pa mi

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Una autofoto mía posando a lo triste!!!

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Koishikawa Korakuen

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Los niños de la guardería de Gotanda con los que me cruzaba siempre

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Una de tantas tardes en el Hasedera de Kamakura

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Un ramen en Kyoto

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Parte de la Tokyo family de excursión al Nokogiriyama

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Uno de tantos rincones de mi Honmonji del alma

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¡Mi padre y mi sobrina!

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Un monje del Fukugawa Matsuri

Jo majos, qué de recuerdos me ha traído ir buscando uno a uno los posts donde salían las fotos… madre mía…

:malico:

Quepín quepán

Estaba entre churruscar el post del Beer Garden de Hooters en Odaiba o contar cosas mías y mira por donde que he decidido tener vergüenza. Os libráis (de momento, que dados los dos factores clave del post a plagiar es bastante probable que nos pasemos alguno por allí…).

Aquí va un puñao de momentos vividos más allá de la parte acá por éste, su servidor rascateclero:


Tío Tosca, tío Tosca…

… tío Toscaaaaaaa
– Dime, preciosica mía, espera que apago la tele
– Cuéntame lo de las fores de Japón eso
– Tu si que eres una florrrr. ¿Pero otra vez?, si ya te lo sabes de pe a pá!
– Pe a pá, jajaja, pe a paaaaaaa, paapooopuuuu
– Tss, callaaaa, que despiertas a Javi que está durmiendo la siesta
– Es más vagoooooo

– Jajaja. Pues mira, este año ha pasado una cosa muy mala allí donde vivo yo, que hubo un terremoto muy gordo y luego un tsunami que …
– ¿Que es un tedemoto?
– Uy, pues es que aquí no hay, pero ¿sabes cuando vas en tren?, pues es como si tu casa estuviese dentro de un tren en marcha, que todo se mueve, a veces muy fuerte, a veces un poco solo… eso es un terremoto ¡da mucho miedo!
– Que mareooooooo
– Y un tsunami es… a ver como te lo explicoooo, pues como cuando te estás bañando que te mueves mucho y se sale el agua de la bañera, ¿a que te ha pasado alguna vez, que te chilla mamá?, pero en vez de tu bañera es el mar lo que se desborda.
– Porque se baña una ballena gorda que tiene cosquillas y se mueve mucho!
– Si, parecido, pero es algo malo porque el agua se sale con mucha fuerza y se lleva todo por delante, han pasado muchas cosas malas, maja, pero muchas muchas, es muy triste.
– Jo
– Así que este año todos mis vecinos de allí están muy preocupados pero ayudándose mucho unos a otros para que todo vuelva a estar como antes. Y como este fin de semana han florecido los cerezos por todos los lugares …
– A mi me gustan las cedezas!! me has traído? me has traído?
– Nooo, que estos cerezos no dan cerezas, pero tienen muchas muchas flores y está todo muy bonito, y aunque todo el mundo está muy triste, han salido también a juntarse con amigos debajo de los árboles y alegrarse un poco.

– ¿Tu también has ido, tío Tosca?
– Si maja, claro, dos veces además, y una llevamos un jamón y nos hicimos bocadillos y todo!!. Fue bonito ver a la gente reírse después de todo aunque fuese por un par de días, y había algunos que cantaban y todos sacábamos muchas fotos a las flores. ¿Sabes que pasa?, que las flores duran muy poquito, casi dos semanas al año, y es como si los corazones de todas las personas se sincronizasen con la naturaleza y todos se olvidan de acordarse de nada, y uno se da cuenta de lo corto y falso que es lo que creemos que tenemos o de lo que ansiamos. Es como si viviésemos mucho más en vez de pensar en como vivir…
– Oskar, deja de decirle cosas raras a la niña, hombre, ¿ya estás con tus movidas? ¿me la quieres volver loca?
– Jaja, si, es verdad, perdón perdón. Bueno, pues eso que aunque se hace todos los años, este ha sido más especial. ¿Has visto las fotos que te he ido enseñando de mientras?

– Si, pero sacas muchas fotos a las chicas chinas
– Que no son chinos, que son japoneses!
– Jajaja, siempre te enfadas, jajajaja
– Eres mas mala que ni sé!!. Es verdad, saqué muchas fotos de chicas pero es que son tan guapaaaas
– Yo también soy guapa
– Hombre claro, tu más que ninguna
– Jijiji

– Y como todos llevamos comida, se nos acercan mucho los cuervos del parque, ¡¡ ya no tienen miedo a la gente !!
– Jo, son mas feooos
– ¿Verdad que si?, a mi me da un poco de miedo
– A mi también
– Pero tu no te preocupes, que aquí no hay tantos ni tan gordos
– Vale, no me preocupo tío Tosca

– Uy!, jeje, eso es una palomicaa. Ah!, jajaja, mira esto te va a gustar, compré un pollo de goma y estuvimos haciendo el tonto con él mucho rato
– Un pollo de goma!!! jijijiji, ¿me lo has traído? ¿me lo has traído? ¿me lo has traído?
– No, se nos perdió por el parque
– Jopé
– Cuando vuelva te traigo uno nuevecito para ti, que además ese estaba todo sucio ya
– ¿De verdad?
– Si, de verdad
– ¿Pero traelo, eh? que la abuela siempre dice que eres un tonto pelao y se te olvidan las cosas
– Oyeeeeee!! que si, te lo traigo, jaja, que mala remala remalaaaaa
– Jijiji

– Yo quiero ir a ver flores contigo tío Tosca y jugar con el pollo
– Pero para eso tienes que ser un poco más grande, ¿eh?, así que come mucho y portate bien
– Yo soy muy buenaaaaaa
– Pues ale, a dormir la siesta tu también con Javi y a soñar con los cerezos
– Y tu a soñar con las chicas
– Pero bueno!!!!
– Jijiji


¡¡ Un San Valentín del copón!!

El día de ayer duró cuarenta y siete horas por lo menos, desde que me pegué el madrugón padre para ir a inmigración a chanchullear mi visado hasta el último tren en el que llegué a casa desde Asakusa pisando nieve cargao de chocolate (Dios, me encanta este país).

Ahí van las instantáneas que lo son como el Colacao o incluso más:

La moto se quedó en la oficina y se zampó la nevada, no tengo yo todas conmigo de que vaya a arrancar luego, no…

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Eso si, aun con nevada bonica y todo:

:ojetepalinvierno:

Koyasan

Aquí, al igual que allí, hay planes de esos de «hay que hacerlos alguna vez». Yo lo compararía con la bajada del Sella, el camino de Santiago o la ruta del Cares. Son esos planes que hay que organizar con un poco más de cuidado cuadrándolos con algún fin de semana largo o días de vacaciones. Yo de los tres anteriores he hecho dos, me queda el camino de Santiago que lo haré fijo, hombreeeee que lo hago.

Bueno total, que aquí también los tenemos, y si subir al Fuji, más bien bajarlo, fue uno de los desafíos morales más grandes, la ruta del Koyasan nos dejó las piernas para Tudela. Pero ¡había que hacerlo alguna vez!

Era el cumpleaños de una amiga, que visto que el año pasado se subió también al Fuji, parece que le ha entrado la genial manía de celebrarlos lo más lejos de Tokyo posible. Y como le tenía echado el ojo al Koyasan, pues nos lo propuso y nos apuntamos sin dudarlo. El plan era coger un autobus nocturno cerca de la estación de Tokyo que nos iba a dejar en Osaka por la mañana. Yo creía que no iba a dormir nada, pero es que estos buses están preparados flipantemente para que vayas sobao todo el viaje: los asientos se reclinan muchísimo, tienen una especie de almohada pequeñica, una manta, y, ojo al asunto, tienen unas capuchas que te las bajas ahí y quedas aislado como si fueses en una silla de ruedas de bebé!!! De precio estamos hablando sobre unos 7000 yenes la ida y 5000 la vuelta, supongo que la diferencia es porque los viernes hay más demanda que los domingos que te presentas en los Tokyos el lunes por la mañana que hay que currelar.

El tinglao es que apagan las luces del todo y sólo paran un par de veces en áreas de servicio, aunque el bus tenía baño estilo al de los aviones que cuando le das al botón aquello parece que se va a formar un flashforward. Total, que nos quedamos dormidicos y una vez en Osaka tiramos para la estación Kudoyama, desde la que se empieza a andar hasta el templo Jison-Jin, que es donde el monje salao sin flequillo nos contó la verdadera historia, o no, del perro Hachikero en comparación con el Gonchan suyo.

Y desde ahí uno empieza a andar subiendo y bajando montañas por un camino marcado por 180 hitos de piedra hasta que se llega a Daimon después de 23.5 kilómetros. Es un camino muy bonito por el monte, pero muy cansado porque siempre estás o subiendo o bajando, rara vez es llano y eso es un rompepiernas importante. En una de esas que bajas del monte, paramos a comer en un restaurante donde hicimos acopio de ingeribles y bebiles, y después de un rato descansando, tiramos para el último monte. Esto fue un poco deja vu, porque íbamos a dormir en un templo y la cena la daban a las cinco y media, así que íbamos otra vez contrarreloj como cuando la subida al Fuji.

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Peeeeero llegamos al templo sobre las seis de la tarde, y después de llevarnos a las habitaciones, nos acompañaron a la sala donde se cenaba, y pedazo de cena!!! todo ahí super sano y bonico:

Aunque lo mejor sin duda fue la sala que era espectacular con sus tatamis, anda que no dio juego ni ná… ojo a las fotos de Kirai:

Dentro del templo al final es como estar en un ryokan con su ofuro y todo, no sabes que es un templo hasta que no sales a la calle o si pasa un monje de vez en cuando con su calvica… pero hay que reconocer que el sitio era muy bonito.

Y luego al día siguiente tocaban rezos mañaneros, a las seis menos diez el monje gongero le daba palos a un gong ahí formando escandalera por todo el templo, y a las seis un par de monjes rezaban ahí durante algo así como media hora…

Después desayunaco del mismo pelo que la cena y ya nos fuimos a ver el cementerio. Es que ojo, que el intringulis de todo esto es que es la sede central de la secta Budista Shingon, que la fundó un señor que resulta que también inventó el hiragana y toda la pesca. El caso es que el lugar se ha declarado patrimonio de la humanidad, y es que no me extraña, es un sitio precioso, primero por que hay algo así como medio millón de tumbas estimadas en el medio de un bosque, y segundo porque el complejo de templos es flipante. Así que los adeptos de la secta esta hacen el peregrinaje que hicimos nosotros hasta llegar al cementerio, aunque a nosotros ni nos iba ni nos venía el asunto, que lo hicimos por la experiencia. Yo, cómo no, me perdí por ahí sacando fotos en el cementerio y me costó un rato largo volver a encontrarlos porque no había cobertura en el móvil… hombre miedico no dio porque había mucha gente, pero de noche ya habría echado unos sprints, ya!

Luego buscamos un sitio para comer y con la panza llena, nos dedicamos a visitar los templos cercanos. Sin llegar a ser un Nikko o un Kamakura, el lugar no desmerece en absoluto:

Y luego ya aprovechando que había tiempo antes del bus, pues nos acercamos a Osaka a dar una vueltica sin resaca:

En Osaka resulta que no estaba la gente gritando a lo loco por la calle, ni eran tan abiertos que nos venían a dar abrazos como dice la peña, pero hay que reconocer que la vidilla es de otra manera. Para empezar, por la zona por la que cenamos, los restaurantes están a la misma altura que la calle, y eso mola… no como Tokyo que para todo hay que salir de un ascensor.

En fin, otro pedazo de fin de semana a recordar de por vida: bus capuchino, caminata de morirse, dormimiento templil, cementeriaco, templerismo y de propina un paseo por Osaka…

….ah….

:gustico:

Fuji: cima, bajada y cierre

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Allí estaba el grupo dividido, unos por un lado, otros por otro y yo en medio de un acantilado sin saber si aplaudirle o hacerle la ola al cielo. La parte izquierda la tenía vetada a la vista porque al sol no parecía hacerle mucha gracia que estuviésemos tan cerca, los pies no encontraban terreno por el que seguir por la derecha y enfrente, así que sólo quedaba darse la vuelta y deshacer eso de saltar y trepar para volver a buscar a los demás.

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En el Fuji hay cobertura, el teléfono funciona durante prácticamente todo el camino, menos en la cima donde quizás nos juntamos demasiada gente para el invento que sea que tengan allí montado, pero hubo la suficiente como para coger una llamada de Antonio que me decía donde estaban ellos, y para allí que me fui. Por el camino me di cuenta que había excursiones organizadas cuyos guías estaban llamando a la gente por un megáfono, y éstos se iban apelotonando aquí y allá: los del autobus de Nagoya por favor, los de Nagoya… pensé en el agobio que tenía que ser no poder degustar a gusto semejante paisaje.

Me costaba reencontrarme con ellos entre tanta gente, así que decidí quedarme quieto al lado del cráter, porque el Fuji tiene un agujero ahí arriba como debe ser. Kanae, una amiga que no ha estado nunca, se moría de risa cuando le decía que tenía que haber un agujero, pues aquí está la foto que lo demuestra… todo el mundo sabe que los volcanes, como los donuts, tienen que tener un agujero!! Kanae ahí lo llevas, chata!

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Les vi a contraluz, tal cual se ve en esta foto que saqué nada más reconocerles… una imagen que incluso ahora me alivia ver porque empezaba a pensar que me iba a tocar volver sólo un buen cacho del camino hasta que funcionase la cobertura del móvil otra vez.

Nos sentamos al lado de una caseta hecha de piedras que no consiguió resguardarnos del frío, y nos pusimos a comer algo. Yo saqué unos onigiris caseros que me había currado la tarde anterior, pero no llegaron en condiciones… tenían unas babas a lo natto muy sospechosas, aquello estaba medio podrido fijo!!! aún así nos comimos algunos y eso que el arroz se te quedaba ahí pegao entre los dedos, jajaja, buagh!.

El frío pelaba y mondaba. La cosa se puso seria cuando echando una meada a una pared, el tinglao se me había convertido en un dedo meñique, así que nos fuimos en busca de refugio. Allí arribotas tienen un chiringuito donde te venden recuerdos y sopicas calientes a precio de oro. Nos hicimos fuertes en una esquinilla y nos quedamos medio sobaos al lado de Hiro Nakamura.

La leyenda es cierta: en el Fuji hay una oficina de correos donde puedes comprar una postal y enviarla, pero claro hay que hacer cola y nosotros estábamos muertos. Aunque no todos, que Cristina y Antonio si que se pusieron a esperar, la verdad es que ahora me arrepiento de no haber enviado alguna que otra, aunque sea a mí mismo a casa para tener de recuerdo.

Cuando ya entramos un poco en calor, que donde da el solete no hace rasca, sacamos la botella de whisky y los redbules que habíamos comprado la noche anterior y allí nos hicimos un botellón que debía ser como Dios manda, porque estábamos más cerca de él que nunca y no protestó. Hasta se apuntaron los que teníamos al lado.

Después foto de rigor a lo certificado oficial…

Y como Rocco Sigfredi dijo que todo lo que sube tiene que bajar, y al tito Rofre yo no le llevo la contraria, pues para abajo…

¡Dos horas mis huevos morenos! ¡¡tardamos el doble por lo menos!!. Aunque el camino empezó bien porque las vistas en versión de día eran preciosas, la verdad es que acabamos exhaustos de tanto bajar y bajar con tantísima gente de por medio por cuestas que resbalaban y no acababan nunca. Además entre que te pega el sol todo el rato y que se va levantando polvo… madre mía, que cosa más cansina fue, ¡¡si hasta tenía mocos negros!!

Nos pareció curioso que había mucha gente subiendo de día, lo que hacía que tuviésemos que esperar un poco más para bajar. Si subirlo de noche fue duro, de día con el sol tiene que ser tremendo. Aunque claro, si venimos tan bien equipados como aquí Matías, lo mismo no es tanto:

Hasta los huevos de bajar y aquello no acababa nunca. Desde que veías una estación hasta que llegabas pasaba una hora. Alguna gente se metía chutes de oxígeno de esos que te venden en las tiendas de abajo, pero aunque si que es verdad que costaba respirar un poquillo, yo no creo que sea necesario:

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Paradica de vez en cuando a echar un trago, aligerar ropa, embadurnarse de crema, hacer amigos… la mayoría de las fotos de gente son de Antonio que a mi me sigue dando palo enchufarles la cámara en toa la jeta:

Y bajar y más bajar… aquello era la bajada eterna, The Eternal Bajator… madre del amor hermoso… Mother Of The Beautiful Love, no me volveré a reír de Frodo nunca más en mi vida, I won’t laugh.. etc, etc..

Finalmente llegamos al de tres días y medio, nos pusimos en la cola del autobus y morimos la mitad, la otra mitad nos la guardamos para morirla dentro del autobus. Llegamos al coche, por fin, y ya nos dirigimos al onsen que teníamos planeado. He de reconocer que valió la pena todo lo que tardamos en llegar con atascos y mil vueltas, porque el rato que nos tiramos dentro cociéndonos nos quitó las agujetas antes de tenerlas, después de tanta paliza nos vino genial estar ahí metidos.

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A partir de ahí fue la odisea padre: teníamos que estar en Tokyo a una hora para devolver el coche que ya no llegábamos ni de coña, así que llamamos para ver si se podía entregar más tarde y lo cambiamos a las 8 pagando sólo el tiempo de más. De repente en la autopista ponía que había habido un accidente y que en menos de 4 horas no se llegaba a Tokyo, así que volvimos a llamar y lo más tarde que se podía entregar el coche era a las 10 porque si no teníamos que pagar un día entero más. También nos dijeron que podía ser en cualquier establecimiento de Toyota de Tokyo, que no tenía porque ser el mismo donde lo pilló Jairo. Eso fue la ostia, venga a buscar por el GPS y por el mapa, que si carreteras secundarias, que si el más cercano está en no se donde… na, imposible, había atascos por todos los lados aunque no nos rendimos hasta el último momento!!! Jack Bauer nunca lo habría hecho!!!

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Pero seguíamos contrarreloj ya no por devolver el coche, sino porque la peña cogiese el último tren para poder llegar a sus casas, que no todos vivimos cerca de Shibuya… al final la prueba se superó, pagando un día más de alquiler del coche y haciéndole a Alberto andar un rato largo más hasta su casa. Yo os juro que llegué a casa y mientras me estaba duchando apoyé un poco la cabeza contra la pared y me quedé dormido.

Mereció la pena, sin duda… pero:

– No se tarda lo que pone en las guías, se tarda el doble por la gente que hay. Es realmente desesperante: al cansancio y al frío físicos hay que añadirle el factor psicológico de estar tres o cuatro horas seguidas avanzando a paso de tortuga. Y tuvimos suerte de que el tiempo fue excelente, no me imagino aquello lloviendo.

– La bajada es criminal, no se acaba nunca, y hay que tener en cuenta que se hace después de no haber dormido en toda la noche, es más: de no haber dormido y haber estado haciendo ejercicio físico intenso. El cuerpo está destrozado, literalmente. Insisto en que el factor psicológico de tener que pararte y no poder avanzar a un ritmo más o menos constante, hace mella.

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Y ahora los ikuconsejos:

– Hace frío pero no es exagerado. Yo aconsejo llevar: un par de camisetas de manga corta que cambiarse a mitad de camino, una de manga larga, un jersey, una chamarra, guantes y gorro de lana. No acabaréis con todo puesto hasta estar casi en la cima, pero no os sobrará tampoco. Más ropa tampoco hace falta, ah y yo subi con las Nike de correr y divinamente.

– El palo es requisito, comprad un palo en la quinta estación porque sin él costaría el triple subir. Hay cachos en que la pendiente es flipante.

– No os salgáis del camino, y menos si subis de noche, parece que puedes ir pero la lías parda soltando piedras encima de la gente

– No hace falta llevarse un montón de comida ni un montón de agua, yo pondría tres o cuatro onigiris y una botella de dos litros. Si luego tenéis sed, siempre se pueden echar mano de las máquinas expendedoras, aunque te metan una hostia chata

– La linterna os vendrá bien, pero si se os olvida tampoco pasa nada, ya digo que se sube en manada

– El móvil funciona, llevadlo

– Si la cosa se pone turbia, en las estaciones de arriba te dan ramen y sopa caliente, así que llevad dinero. Estáis cubiertos en todo momento siempre y cuando haya chines.

– Protector solar y de labios para la bajada con el solaco, gafas de sol para ver el amanecer en condiciones.

– No hace falta una preparación física del copón, aunque parezca mentira que lo ponga después de todo lo que me estoy quejando. Cualquiera lo puede hacer a su ritmo, nosotros íbamos tarde y subimos a toda hostia, y a la bajada no nos paramos casi nada. Si vas con calma, cualquiera puede.

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Y esto es todo, creo…

Sin ninguna duda, y a pesar de los pesares, ha sido de las mejores experiencias de toda mi vida… la subida por la noche, estar por encima de las nubes, la mentira del sol saliendo… me encantaría volver a ver ese amanecer, pero no a costa de volver a pagar el mismo precio. Atesoraré las fotos como se merecen, porque una y no más, Santo Tomás.

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Ah, y sobretodo y siempre: eternamente agradecido a la compañía, todo un gustazo haber compartido semejante experiencia con Jairo, Alberto, Alain, Mayo, Cristina y Antonio…

いろいろありがとう!
:ungusto:

Fuji – la subida

Dicen por estos lares…

Hay dos tipos de necios: los que nunca han subido al Fuji y los que lo han hecho más de una vez

Si un elefante tuviese manos y pudiese cerrarlas, el puño resultante no se acercaría ni a la mitad de como de verdad es semejante dicho. Es EL REFRÁN. Me inclino ante el maese dichedor de dichos que fijo que lo soltó cuando iba por la mitad de la bajada, no como nosotros que sólo soltábamos juramentos in hebrew.

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En fin, es de tipos ordenados como yo empezar las cosas por el empiece del principio ese que queda al otro lado de cuando acaba el final, y el caso es que nuestra hazaña comienza el sábado a eso de las cinco y media cuando nos juntamos los siete magníficos en Shibuya: Alan, Mayo, Jairo, Alberto, Cristina, Antonio y el mozo que les escribe. Jairo había alquilado un coche que llevábamos hasta los topes de mochilacas, y a eso de las seis pillamos el carril Fuji del que no nos salimos nada más que para enchufarnos un ofuro de ramen y comprar churrizurpias para el camino.

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Coinciden todos los que han subido alguna vez en lo que te cuentan: hace un frío que pela así que vete abrigado, lleva linterna si subes por la noche y luego a la bajada te pega todo el sol de frente, así que llévate protector solar a cholón. Yo cumplí y añadí al kit el Aquarius de los de Bilbao:

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Alain se estuvo informando y decidimos empezar por la ruta menos concurrida de las dos más típicas, la de Fujinomiya, así que todo era cuestión de llegar hasta la quinta estación, aparcar el coche y tirar para el monte hecho a sí mismo a fuerza de echarle lavas al asunto. Pero resulta que a mitad de la subida con el coche nos para un señor guarda de la porra y nos dice que no se puede subir, que taxi o bus. Pues nada, marcha atrás y a la especie de área de servicio que había más abajo donde nos dio tiempo de milagro y de chiripa mitad y mitad, a pillar el último autobus que subía… menos mal porque después sólo se podría haber ido en taxi cuya factura habría sido chata como poco.

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Si a alguno le da por hacer esta misma ruta, en la página oficial cuentan toda la copla en condiciones.

Total, pagamos algo así como 1500 yenes por billete de ida y vuelta, y a eso de las diez y media de la noche ya estábamos subiendo con unos palos que compramos por mil y algo yenes allí mismo.

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Yo diré que empezamos muy contentos, que la siguiente estación no tardó demasiado en aparecer, que aunque había bastante gente, al principio se iba a gusto, y que aunque hacia bastante más fresquito que en Tokyo, se podía subir perfectamente en camiseta de manga corta. El Fuji por dentro empieza como un monte más, pero con arbustillos en vez de árboles que van desapareciendo a medida que asciendes. La tierra es negra y roja, y está todo lleno de rocas de todos los tamaños, de las porosas de esas volcánicas que resbalan como la madre que las parió, sobretodo al bajar. No sé en la otra ruta, pero en esta no hay más, es decir, no esperéis templicos como en el Takaosan, ni ningún adorno más allá de un par de puertas toriis: tierra, rocas y la cuerda atada a los palos que te indican el camino.

Supongo que esto ya se sabe, pero por si acaso lo pongo aquí: se sube de noche porque la intención es llegar a la cima para ver amanecer desde allí. Lo de subir al monte por la noche rodeado de gente es toda una experiencia: como casi todo el mundo lleva linternas de esas de poner en la cabeza, el camino está marcado por un reguero de lucecicas que nunca dejas de ver hasta que llegas a la cima. Mires para arriba o mires para abajo resulta que formas parte del espagueti de cabeluces que indica el camino en medio de la oscuridad, es como el pelotón bajando Covadonga pero de noche y con linternas.

En el momento que has dejado alguna estación atrás y te paras a descansar, te das cuenta de repente de que hace frío. Si, frío, esa sensación totalmente opuesta al verano de Tokyo de hace un rato. Y es que sudas, empapas la camiseta y la noche y la altitud ya hacen el resto. Lo suyo aquí es traerse no sólo ropa de abrigo que ponerse encima, sino también camisetas de repuesto que sustituyan a las que están empapadas. De paso, aprovechábamos en cada descanso para comer frutos secos y echar unos tragos de agua o Aquarius (de Bilbao o de fuera). Hay máquinas expendedoras, pero a unos precios que Buda tirita. Todos nos quejamos, pero es normal a nada que pensemos en lo que tiene que costar el invento que tengan para la electricidad y subir a reponerlas estando donde estamos. Entrar al baño tampoco es gratis: doscientos yenes por órgano megitorio. Si uno quiere, en las estaciones te ponen por cien yenes un sello en el palo, pero pasando que es pasundio y bastante tarde íbamos como para perder más tiempo.

Y uno sube y sube, y cuanto más subes, más gente hay hasta que llega el momento, bastante pronto además, en que vas haciendo cola detrás de millones de personas que van en filas de dos o tres como mucho, sin aprovechar lo ancho del camino. Vas entre rocas, así que no es como los montes a los que nosotros estamos acostumbrados, aquí hay que ir por donde te indican porque si te sales, corres el riesgo de provocar que caigan piedras liándola bastante parda. Esto lo aprendí yo de primera mano, porque me dio por atajar una curva y cuando me quise dar cuenta no me podía mover sin hacer que un montón de piedras cayesen encima de la gente. Menos mal que me ayudó Antonio a salir de ahí y la cosa quedó en nada, porque menudo gañán fui. Ahora creo que no fue para tanto el miedo que me entró, pero aún así ya me vale.

Seguimos subiendo, hombre tu me dirás a que hemos venido, pero como somos como somos lo hacemos entre risas, canciones y silencios hasta que alguien se gira y dice algo, miramos todos y gracias a la luna que era un chupachups de luz sin palo nos damos cuenta de que estamos por encima de las nubes. Aún siendo de noche, la inmensidad de lo que se tiene enfrente es perfectamente visible, es como ir en avión pero de pies, con linterna y sin peli en inglés.

Es la hostia.

Al cuerpo no solamente le estamos haciendo que suba por una cuesta interminable de rocas y escaleras, sino que encima le obligamos a hacerlo a la vez que le estamos robando el sueño a punta de sudor. El sopor viene de repente, es traicionero y te espera cuando esperas cola para subir un camino estrecho o cuando te sientas un momento a descansar. Te duermes, sin más, no importa que haga frío y estés en medio de subir el monte ese que aparecía en los carretes de fotos de 36 que llevábamos al viaje de estudios de octavo de EGB. La lucha ya no es contra quien sea que echa leña a los cuadriceps, sino contra los que se encargan de candar los párpados.

La parada más larga la hicimos en el torii desde el que parecía que no quedaba nada para llegar.

De alguna manera se pasa, nunca del todo, pero es como si el cuerpo supiese que no va a obtener lo que necesita porque lo que de verdad se le pide es que siga andando. Andando o esperando, porque las colas son cada vez más inverosímiles, aquello no avanza, se tarda la vida en llegar a la siguiente estación y uno se desespera viendo que hay partes del camino por las que podrían subir a la vez más de dos o tres personas. Sin embargo todos se esperan, todos van alineados. Nosotros no estamos por la labor, y vamos adelantando cuando podemos y vemos que no molestamos. No vamos dando codazos, pero tratamos de sacar provecho de aquellos lugares donde se ensancha la ruta. Alguna bronca nos llevamos cuando quizás apuramos demasiado, pero es que la luna hace tiempo que se ha ido a las rebajas de Marte, y el sol está ya estirando y calentando, o mejor dicho: estirando para calentar.

A la ensalada de emociones del último tramo solo queda echarle un par de huevos. Las estrellas se han ido a empalmar la juerga con otra noche, las nubes ya no están de luto y el sol, que resulta ser maquillador, les ha pintado una raya naranja por encima. Las piernas no pueden más, pero eso decían también hace tres horas y ya no me las creo.

Llegamos los siete, pero no a la vez, unos llegan un poco antes y otros un poco después. La cima es un telón azul marino con tintes rojizos tatuado de siluetas de personas. Yo me separo del resto, salto por aquí, trepo por allá y consigo estar sólo al lado de un acantilado y dos japoneses con gafas de sol. Saco la cámara de fotos, planto el trípode encima de una roca negra que sobresale y me dedico a tratar de captar una infinitésima parte de la que tienen ahí liada Dios, Buda, Darwin o como quiera que se llame el que firma esto:

Las nubes son esponjas que absorben todos los colores al son de la pelota de luz que las perfora allí tan cerca a lo lejos. Uno no piensa en lo efímero de la vida, o en la inmensidad del espacio en comparación con uno mismo ni gaitas parecidas. Uno no piensa y ya. Todo es emborracharse hasta la médula a base de mirar luces y colores, hasta ponerse ciego, o deslumbrado más bien.

Cuando al de un rato largo empecé otra vez a darle a las neuronas, lo primero que salió fue que nunca creí que un amanecer durase tan poco. Que el sol no está y luego está, y que lo que pasa entre medias es una mentira que nunca me habían contado.

El caso es que no sabía muy bien si estaba asistiendo al funeral del sábado o al parto del domingo, pero yo estaba allí y me lo creí. Y lo que son las cosas, cada vez que lo cuento yo ahora me da por tocarme la nariz por si crece. Y es que aunque lo vi, por más que trato de describirlo, no me lo creo ni yo.