El Poken Ninja

Tranquilos, que no me he vuelto un maestro pokemonero ni me he comprado un bicho que dé calambrazos ahí cual cable pelao lamparil. Pero lo que si me he vuelto es un esnob cosmopolita y he empezado a asistir a eventos socioculturales de la noche Tokyota. Bueno, en realidad sólo he ido a uno y de casualidad, pero no desentoné ni nada, ojo, que habría pasado por uno más perfectamente allí con mis «Nice to meet yous» de pueblo.

El evento en cuestión se llamaba «Beers4Books», o en el castellano de Gijón: «Cervezas por libros». Básicamente se juntan un montón de entrajetaos y se dedican a pimplar en un sitio medianamente tranquilo que favorece el intercambio de ideas y contactos empresariales, a la par que gambiteriles a juzgar por el otro par de eventos con el beer de por medio al que me han invitado después de este. Lo de los libros y las cervezas viene porque de cada cerveza que se pimplaba la gente, se destinan 100 yenes a comprar libros para niños de países donde no lo tienen tan fácil como nosotros.

El caso es que esto fue ayer por la noche, y yo veía que allí después del apretón de manos y tal, la gente sacaba un teleñequillo y lo ponían uno cerca del otro, aquello se iluminaba y después seguían hablando ahí como si nada. Así que, aún a riesgo de que el teleñequillo fuese ostiable, yo pregunté y así fue como Ikusuki se hizo, previo pago de 2000 tariles, del:

Poken Ninja


Tu esto lo conectas al ordenador y se te abre una página web donde puedes configurar tus datos de contacto: donde currelas, web/blog, email/teléfono y hasta una foto. Pero la cosa no se queda ahí porque también puedes meter tus perfiles de Facebook, Linkedin, Twitter, Flickr… vamos, todo eso que todo el mundo del mundillo usa. Aunque tu decides siempre qué compartes y que no, ojo, que el ninja respeta eso, ojo, ojo, ojo.

Hasta aquí, pues bueno, una llave USB de estas pero enchufada a una web, así sin mucho misterio. ¡Pues no!, porque lo guay viene ahora: la mano del teleñeco es un sensor IC o alguna gaita parecida, que esto significa que cuando lo pones cerca de otra mano de otro teleñeco, aquello se ilumina por un segundo y resulta que se intercambian la información!!!



Yo cuando llegué ayer y metí el chisme en el ordenador, me salió una lista de la gente con la que había hablado, con sus datos de contacto y, lo que es mil veces mejor que una tarjeta de visita: con sus fotos!!! Ahi les tengo calaos!! si hubiesen sido tarjetas de las de toda la vida, seguramente estarían compartiendo espacio con los posos del café en la bolsa de la basura.

Atiende con el ninja! atiende como se hacen contactos hoy en día! Atiende, que el Tío Tosca se va haciendo hueco entre los que manejan el cotarro!

El gatostiable III – Los platanacos

Vamos con una nueva entrega de la sección más sacrificada y costosa de realizar de toda la blogosfera conocida, aquella en la que analizamos todo lo que se nos pasa por delante que tenga relación con el gato más poliostiable de todos los tiempos.

Lo pasamos mal, esto es así, pero nuestra resistencia no conoce límites y seguimos adelante a costa de enñoñar neuronas y disminuir capacidad intelectual en un alarde de sacrificio sin precedentes.

Empecemos, pues, con la tercera entrega del gatostiable detallando el contexto en el que tuvo a bien acontecer:

Un lugar de Tokyo tan idílico que hace parar el aliento cada vez que se visita, y cuando se consigue retomar de nuevo, uno no puede dejar de respirar aire con olor, casi con sabor, a cultura milenaria.

Los sentidos redefinen su utilidad recreándose en cada rincón impregnado de tradición, de ornamentos tallados a la vieja usanza en templos de alturas imposibles y una solemnidad tan digna que aquieta el espíritu, pacifica el alma y acalla la ruidosa e implacable consciencia de la mente.

Sin oponer medio atisbo de resistencia, uno se deja inundar del saber de las gentes que nos regalan, quizás sin ser ellos conscientes, el buen hacer de sus costumbres gastronómicas que logran satisfacer a la vista mucho antes que al estómago.

Hasta que aparece allí…

¡El puestaco de platanacos del gatostiabilítico!




¡A la mierda la cultura milenaria, a la mierda los sentidos y a la mierda todo, hombre!

Venga, todos a una:

¡¡ Siiii, yo le daría de ostias a las y cuarto, a las y media y a las en punto toda la semana !!


¡¡¡ Anda mira….


… qué niño más guapete !!!

… qué bien se lo pasa el de la gorraca !!!

… un hombre anuncio, anunciando un anuncio !!!

… el peazo de sushi que me zampé ayer !!!

… qué foto más mala !!! cabezonacas ahí a cholón !!!

… qué café más bien presentao ahí como si fuera matcha !!! la ceremonia del cortao !!!

… si ya venden otra vez las chanclas esas que son más feas que Picio !!!

… que el poli lleva un cartel de no fumar por la calle en la espalda !!!

… qué solemnes se pusieron en la ceremonia de graduación !!!

… qué verde es el té verde !!!

… qué gañanazo !!!

… el pedazo desayuno que me he pispiao hoy !!!

… la Niña, la Pinta y la Santamaría !!!

… la de cosas que me mandó Nagore el otro día !!! gracias Nago!!
… un budita !!!

… que tiendaca más chula había en Uji !!!

… se parece un poco al pastababas !!!

… un café que dicen que es para pan !!!,
parapan pan pan !!!


… qué globalizaos estamos !!!

… una gambiterfoto !!!

Ikusuki in the world

Nacho y Adela bien podrían haberse quedao en casa leyendo el periódico, pero pensaron que mejor que no y se dieron un par de paseos por Marrakesh, Jordania y La Habana, así como el que no quiere la cosa… según iban…

Y lo que es mejor todavía, se acordaron de nosotros y no veas las pedazo de fotos que se sacaron, no veas.

¡¡Bueno si, mejor vedlas!!



¡¡ Gracias Adela !! ¡¡ Gracias Nacho !!  

 

 

Luego vino Goyo, bueno más bien se fué, a Irlanda y al volver va y me pone el trabajo facilito mandándome un email contando todo. ¡Viva el cortapega!

Kokito, una muestra más de lo internacionales que son tus camisetas.

En esta ocasión, este atractivo balmasedano se desplazó hasta el norte de Irlanda para lucir una de sus más preciadas posesiones, la Kotoba.

http://es.wikipedia.org/wiki/Calzada_del_Gigante


¡¡ Gracias atractivo Balmasedano !!

El menda, el lerenda y el lerendón nos fuimos a Narita a ver tambores y acuñar términos, y, cómo no, hubo foto del momento:


Y eso por no hablar del hanami con Hirata san, un amigo «de la familia» de Nere y Guille, más majo que otro poco!

¡¡ Gracias Neki, Pau, Sr. Hirata !!
¡¡ Gracias cerezos en flor!!

Fenix, actualiza el mapa!

¡¡ Ranking de Ikupuntos !!
Prognatis-> 25 puntos por comprar una  Ikusuki Eki, un post, una foto que mandó y alguna que otra cosa más
Neki——>2puntos porque últimamente le hemos sacao mucho y por comprar la Ikusuki Eki
Oriol –> 20 puntos por comprar un par de Ikusuki Ekis
Mario –> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Ikusuki Eki
Encarni—> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Kotoba
Almu——> 20 puntos por comprar una Cienpiés y una Kurosuwado
Josep—–> 20 puntos por comprar una Kurosuwado y una Cienpiés Cyan
Nacho—–> 15 puntos por las fotos en Kamakura, Shibuya, Marrakesh, Jordania y La Habana
Jonathan–> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Carlos—-> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Raúl——> 10 puntos por comprar una Kotoba
Omar——> 10 puntos por comprar una Kurosuwado
Goyo——> 5 puntos por la foto de Irlanda
Nagore—-> 5 puntos por las últimas fotos
Stuntmantburgos -> 5 puntos por el post «Primera ley (La Ikuley)»
¡¡ Recordad !!
Comprar camiseta: 10 puntos
Enviar foto para ikusuki in the world: 5 puntos
Publicar un post en tu blog con alguna foto sobre Ikusuki: 5 puntos
Hacer un video con alguna cami y subirlo a internet: 5 puntos
Hacer algo original que tenga que ver con Ikusuki: 5 puntos  

Los que lleguen a 30 podrán elegir uno de los ikuregalos:

– Pack de un ninja y un llavero sushi/gyoza (quedan 4 3 packs)
– Calcetines estilo tabi con el dedo gordo separao (quedan dos pares: azul oscuro y negro)
Fuurin (quedan dos)
– Pack de dos ninjas








¿Las nuevas camisetas? al caer, muuuuuy al caer…. pero mucho mucho…

La mejor foto de Abril

Una hablará Euskera y Castellano, crecerá viendo Los Lunnis, paseará por Bilbao, decidirá si le gusta el fútbol y quizás se haga del Athletic para fastidiar a su padre. Por Pozas seguirá junto con sus amigas a ese chico que tanto le gusta, se vestirá de arrantzal para dar la bienvenida a Mari Jaia en Agosto y algunos domingos los pasará yendo al cine del centro comercial del puente de Deusto. Puede que tenga un Creditrans con el que ir de pintxos por el Casco Viejo, o a Gorliz a la playa, o, quizás, a Portugalete a cruzar el puente andando y atreverse a mirar abajo.

La otra hablará Japonés, se hará mayor viendo Doraemon y le comprarán algún yukata con el que verá fuegos artificiales en verano. Los domingos se sacará fotos con sus amigas en máquinas purikura, y seguro que también se enamorará muchas más veces de las que confesará. Tendrá una bici tras otra, y paseará por Tokyo con la tarjeta Suica en el bolso, hoy a ver cerezos en flor, mañana a un onsen, pasado a cenar a un izakaya con el dinero ahorrado del arubaito.

Algún día. Quizás.

En aquel momento sólo eran dos niñas iguales, tanto que ambas ignoraban que sus vidas iban a ser tan distintas.

Y jugaban juntas como si nada.


Tokyo Tower

La Tokyo Tower es la Torre Eiffel pintada del Athletic que me hace esbozar una sonrisa cada vez que me acuerdo que es un pelín más alta que la de los franceses. Es el armatroste que tiene una mascota que parece una picha, que tiene una tirita en la punta y que se rie mucho.



Cerca de la Tokyo Tower una chica me dijo que si una pareja la estaba mirando por la noche y de repente se apagaba, que esa pareja se separaría irremediablemente. Cuando me lo contó, la torre llevaba mucho tiempo apagada, casi el mismo que ella llevaba cogiéndome de la mano.


Es donde mis invitados descubrieron por primera vez el Tokyo nocturno desde las alturas, y me lo contaron con emoción, con todo detalle… como si yo no lo hubiese visto nunca. Gracias a ellos, redescubrí lo que sentí cuando vine aquí por primera vez, y me sorprendí al darme cuenta que muchas cosas ya no me sorprendían.


Desde los pies de la torre un día nos llevaron en un bicitaxi hasta la estación por menos de 500 yenes, y no importó que tardásemos prácticamente lo mismo que andando porque la conversación que tuvimos por el camino costaría, por lo menos, siete veces más. Y eso que no nos entendimos ni la mitad de lo que nos dijimos.


Es lo primero que descartaría visitar en Tokyo si el tiempo escasea, porque no pega, porque no le encuentro sentido, porque esto toca estar en París y no aquí, porque a pesar de ser más alta y de tener su utilidad, a mi me parece más un quiero y no puedo, una copia, el arrebato de algún alcalde envidioso con aires de bohemio.


Es donde aparcan coches de lujo con cristales tintados complaciendo, quizás, el capricho romanticón de alguna chica que cree que todavía no ha llegado la hora de volver a casa.


A los pies de la Tokyo Tower me sentí feliz por un rato aquél día, aunque se me pasó pronto porque era invierno.

Tendré que ir pensando en volver ahora que empieza a hacer calor.

Aunque iré sólo esta vez.


Los datos aburridos, en el blog de Jordi Hurtado.

Tío Tosca, tío Tosca …

… que tengo un novio!

– ¿Eh? ¿pero qué dices? que tu no puedes tener novio ya!

– ¿Porqué no? nos queremos mucho y nos vamos a casar

– ¡¡Pues porque eres una niña!! a ti ahora te toca jugar y ver dibujos animados, pero a ver que va a ser eso de tener novio!!

– Me da igual lo que tu me te digas porque tu eres un gambitero

– jaja, tu si que estás gambitera!, bueno, te dejo que tengas novio, pero no os déis besos, ¿eh?

– Buagh que asco, no no, besos noooo, jugamos a casitas juntos aunque muchas veces me aburro. ¿Qué hacías? ¿porqué te reías?

– Pues mira, estaba viendo las fotos que saqué ayer

– A ver a ver a veeeeer

– Espera! no metas las manazas!, mira te las voy enseñando yo, ¿vale?

– ¡Vale tío Tosca!

– Pues mira, es un parque de Tokyo, y allí los domingos se juntan muchos señores que se visten como Elvis, que era un señor que bailaba raro y que se hizo muy famoso hace mucho tiempo. Pero claro tu no sabrás quién es, pero quédate con que era del año catapún y que cantaba

– Jijiji, catapún pun pun puuuuun






– ¿Y porqué se visten así, tío gambitero?

– Jaja, jodé con lo de gambitero!! te ha dao por ahí, ¿eh?

– Jijiji

– Bueno, pues es que les gusta mucho el estilo de la música de Elvis y la ropa y como ahora todo eso es muy antiguo, pues se ponen aquí a bailar todos juntos y se lo pasan muy bien. Y aunque no lo dicen, yo creo que les gusta que la gente les mire y les saque fotos, como las que les hice yo ayer

– Alaaaaa, ese está en pelotaaaaas




– Jajaja, siii, y anda que no pegaban saltos, menudos artistas!! pues fíjate en esta foto, esto es un Cadillac, que es un coche del año …

– ¡¡¡¡ Catapún pun puuuuuuun puuuun !!!

– Jajaja, si si, de ese año, del catapún antes de Cristo, mira mira:



– Parece el coche de la Barbie porque es rosita, ¿lo conducía Ken?

– Seguramente no, jaja. Oye, ¿el video ese de tus padres funciona?

– Si, pero le tienes que dar al cero en el mando para que te salga, ¿vemos Aladdin?

– Otro día, ¿vale?, es que ayer que también hice una película, ¿la vemos juntos?

– ¿Puedo llamar a Carlitos?

– ¿Ese quién es?

– ¡Mi novio!

– Ni se te ocurra!! que no se interponga entre tu y yo, ¿eh?, ¡pero bueno, qué va a ser esto!

– Jijijiji, vaaaaleeee, venga ponla tío Tosca

IkuElvises en Tokyo por Tosca en Yoyogi y en Vimeo.

– Tío Tosca, ponla otra vez!

– Aajaja, así da gusto! mira, te la dejo aquí en este disco y la ves cuando quieras, además si le das al 2 te sale otro vídeo que grabé hace mucho ya. Venga, que yo me tengo que ir, ¿vale?

– Vaaaaleeeee, hasta luegoooo

– Aguuuuur

Érase que se era…

… un templo en medio de la nada, pero rodeado de pensamientos, reflexiones y una calma tan profunda que sólo el alma podía escucharla

… que una pareja todavía se sonreía al mirarse y se sacaban fotos, y se querían, y que parecía de verdad

… agua que brotaba de algún lugar entre la historia, la tradición y la superstición con la misión de refrescar la piel y purificar la esencia

… que lo que se intuía como amistad, se convirtió en realidad compartiendo momentos inherentemente inolvidables

… que algún día se conocieron y superaron peleas, diferencias, manías y celos mientras el mundo seguía cumpliendo inviernos a su alrededor

… y que decidieron que para qué seguir separados, si se sabe que no hay mejor lumbre que la de saber que otro corazón late sincronizado al nuestro

… y se unieron siguiendo la tradición del lugar, aunque esto importe bien poco porque serán los inviernos a cumplir juntos los que pondrán a prueba su lumbre

… tratando de evitar la amenaza del polvo de la rutina de cubrir lo que escribieron ese día ante todos

Señor! sírvase usted mismo unas mandarinacas

Justo justo un poco más allá de la parte de acá del bosque de bambú, vimos un puestillo sospechoso que hubo que analizar meticulosamente para entenderlo. Aquello tenía bolsas de mandarinas, y una de las columnillas era de bambú y tenía una ranurilla que ponía un 100.

Flapylock Holmes
y el Tío Toscatson sacaron las lupacas y resolvieron el caso en un titá: resulta que si querías una bolsaca de mandarinas que seguro que habían salido de algun mandarinero de la zona, metías 100 yenes en la bambúhucha y ale, por lo segao zampando!

Qué cosa más chula, oye. Ya podía ser todo el mundo honrado y que este tipo de puestillos estuviese por todos los lados

Encima que 100 yenes por cinco o seis mandarinacas está tirado de precio y fijo que mil veces más frescas que las del Kitamura de mi barrio

No quedó claro cómo se hacía la recaudación del día… si se levantaba el puesto por la bambúhucha o tenía algún resorte secretero…

En un pueblo perdido de Saitama

Daba igual que me hubiese dado un baño de agua caliente y cenado dos horas antes, que por mucho que quisiese no había manera de dormirme, y al día siguiente seguramente al despertador le iba a importar poco cuando a eso de las cinco de la mañana activase el mecanismo diseñado para su cruel objetivo.

Y es que tenía competición de Karate en Saitama, en algún perdido lugar a unas tres horas en coche desde Tokyo. Casi nadie iba a ir porque era más bien un campeonato de pueblo con escaso interés y quedaba tan a desmano que iba a ser toda una odisea llegar hasta allí. Aún así yo me apunté, porque al final es una parte muy descuidada de nuestro entrenamiento y siempre viene bien que a uno le den una hostia de vez en cuando para saber que todavía queda mucho por espabilar.

Resulta que finalmente muchos padres apuntaron a sus hijos y, como suelen hacer los progenitores en este tipo de eventos, convirtieron la competición en una excursión totalmente organizada con coches y onigiris de sobra para medio Japón.

Cuando me senté en el asiento de atrás de aquel Nissan familiar y vi que a mi lado estaba el que me afinó la jeta en do menor en el último campeonato, ya supe que el día iba a ser interesante:

– Hola Oskar, buenos días
– Hola (no me acordaba de su nombre, y el video de Fran me venía una y otra vez a la mente, así que me aguantaba la risa como podía)
– ¿Te presentas a las dos? (Kata y Kumite)
– Si, ¿nos tocará juntos otra vez?
– No, esta vez estamos en distintas categorías porque aquí va por edades
– Ah vale, ganbatte ne
– Hai

Pensé en que con esas gafas se parecía a Steve Urkel venido incluso a menos. Es igual, mi mandíbula ya no me ha vuelto a dejar fiarme de las apariencias.

En el asiento de enfrente había un chico de unos diez años, tan educado que no parecía un niño. Y de capitán de la nave estaba un compañero de Karate que realmente me sorprendió saber que era todo un señor padre, ¡si aparentaba mi edad!. Aunque ahora que lo pienso, yo ya tengo edad para ser uno también… eso si, de algún año menos que diez y espero que un poco más trasto, porque este metía miedo con sus reverencias.

Cuando íbamos por la autopista a unos 140 Km/h me vino a la mente que leí hace poco en algún sitio que el límite en todo el país era de 80 y entonces intenté buscar alguna señal de límite de velocidad y me sorprendí al no ver ninguna durante ese rato. Mis ojos se fueron al GPS y equipo de música y entonces el conductor, que me vió por el retrovisor, me habló:

– Oskar, perdona por la música
– ¿Eh?, no no, si está bien
– Es que a mi hijo le gusta Naruto y no me he dado cuenta de que son los únicos minidiscs que tengo en el coche
– Jaja, sin problema, no te preocupes que de verdad que está entretenida

Con algunas cabezadas y parada en área de servicio de por medio, llegamos a nuestro destino, establecimos el campamento base en una esquina de las gradas, nos pusimos el traje de faena y nos dedicamos a calentar y estirar mientras seguíamos la competición de Katas de los niños.

Alguien comentó que no saldríamos hasta muy tarde, así que nos fuimos a comer pero cuando estábamos a mitad, nos llamaron por megafonia. Con la barriga medio llena y la digestión a medio hacer, ocho alumnos del dojo de Kugahara nos pusimos enfrente del arbitro a hacer katas. Y tampoco salieron tan mal aunque yo perdí en la primera eliminatoria al acabar como a dos pasos de donde empecé…

Es igual, todavía quedaba el kumite donde además habremos acabado de comer en condiciones y sabía que no me iba a tocar con el que me enfiló una ondonada por el estribor del morro, así que la cosa pintaba bien.

Comimos, nos reimos, nos dormimos, estiramos y calentamos aunque seguro que no por este orden. Y del aburrimiento acabamos haciendo dos filas y ensayando ataques entre nosotros en lo que fue, sin duda, lo mejor de todo el día.

Un montón de tiempo después nos llamaron, por mi nombre como pudieron, y nos dividieron en dos grupos. A mi me tocó en el de los rojos, lo que, estúpidamente, siempre me da ánimos. Me puse el dichoso casco, intenté olvidarme de la sequedad de mi boca y entré en el tatami cuando dijeron mi nombre. Enfrente no habia nadie. El que me tocaba no se presentó y yo gané el combate de la peor manera que hubiese querido. Así no, hombre.

Un par de combates después me volvió a tocar, y esta vez con alguien delante, un compañero de mi dojo al que creía que le tenía el truco pillado. «A este con esperarle vale, porque se pone nervioso y hace cualquier cosa sin pensar, tu para y contraataca» pensaba yo desde detrás de ese odioso casco que se empañaba más y más con cada respiración. Atacó, vaya si atacó, y a lo loco además, haciendo que yo retrocediese tanto que me salí del tatami. Primera advertencia.
Es igual, yo sigo en mis trece, va a lo loco y no va a acertar. Pero la situación se repitió y mi patada apenas le rozó. Segunda advertencia, punto para él. Llegó el momento de cambiar de estrategia, ¡a por él!. Empecé a atacar, una patada, un puñetazo, parada y contraataque. El casco se empañaba cada vez más, mi respiración hacía tiempo que no sabía por donde andaba, pero yo no paraba. Esta vez fue él el que se salió del tatami. Y como si nuestras estrategias se hubiesen intercambiado, en mi segundo ataque le alcancé con la pierna en la cara pero él hacía tiempo que me estaba esperando y me dió un puñetazo en el estómago que me alcanzó de lleno instantes antes.

Me ganó limpiamente en un combate bonito y, sobretodo, justo. Salí contento a pesar de no haber sido capaz de ganar nada, y con muchas ganas de volver a entrenar y pensar en todo lo que debe ser mejorado: ese kata que no acaba donde empieza, ese retroceder en línea recta en vez de en círculos…

Cuando llegó la hora de dar los premios y dijeron mi nombre, me acerqué al estrado con cara de póker. Había olvidado que en realidad gané un combate, por deserción, y que por azares de la vida y escasez de contrincantes había quedado tercero. Recogí el diploma y la medalla que más injustamente me han dado en la vida y los metí en la bolsa entre aplausos que se me antojaron los más irónicos que me han dado nunca (anda que como si me hubiesen dado muchos).

Ayer cuando por fin llegué a casa, abrí la bolsa y los coloqué con cuidado en el tatami, los miré y me reí. Y es que sé perfectamente que este diploma está muy lejos de demostrar que hice una buena competición. Pero también sé que acredita una gran experiencia compartida con mis compañeros en un pueblo perdido de Japón donde pasé un día que tardaré en olvidar, haciendo katas con la barriga llena e inventando ataques imposibles.

Y lo que es más importante, esta medalla me recordará todos los días que voy a tener que hacer mucho más para merecérmela.

Empezando por esta misma tarde.


Oriol y su pregunta

Hace un mes recibí un email de un tal Oriol que me decía que se iba a venir un par de semanas y que quería hacer un reportaje basado en una pregunta: ¿por qué tantos occidentales sienten fascinación por Japón?.

Yo encantadísimo, claro, así que pusimos una fecha y un sitio, y desde aquel mensaje me dediqué a pensar en una posible respuesta… pero es que me venían muchas ideas a la cabeza y al final decidí escribirlas todas para que no se me olvidasen.

Oriol me hizo una pequeña entrevista en Honmonji, mi sitio más especial de todo Tokyo sin ninguna duda, y hablé y hablé sin parar. Fue muy informal, no había nada preparado más allá de tener la pregunta en la cabeza, y por eso creo que quedó muy bien. Además pasamos un rato genial.

Pues bien, ya tenemos el trailer del reportaje, que promete muchísimo, tengo unas ganas de verlo del copón:

Y de propina, aquí va la respuesta que me fui preparando durante esas dos semanas, a ver si alguien es capaz de acabarse semejante ikubiblia:

¿Por qué a tantos occidentales les fascina Japón?

Yo tengo distintas teorias. Por un lado está toda la cultura tradicional de Japón: samurais, geishas, artes marciales… todo el sentido del honor y del respeto, toda la leyenda que envuelve un poco a este país y que es muy atractiva a nuestros ojos.

Después uno llega y no es como te lo imaginas, es que yo creo que no se puede imaginar en realidad. Uno de repente está en un lugar donde te sorprendes allá donde miras: los neones, la cantidad de gente que hay, los templos, la tecnología, los trenes, los taxis, la comida, la gente, los locales… incluso el suelo que está tan limpio.

Esa es la fase turista, la que experimenta todo aquél que viene por primera o segunda vez y no está más allá de un mes. La gente es amable y todo es tan diferente que dificil es no salir fascinado, embelesado, encantado del país.

A medida que se va pasando más tiempo aquí, te das cuenta de que no todo es tan bonito. Te encuentras muchas trabas por ser extranjero y por ejemplo, algo que en teoría debería ser tan sencillo como abrir una cuenta en el banco se convierte en todo un reto prácticamente imposible de superar si no se tiene a algún amigo japonés que se pelee por ti.

Vas a una reunión de trabajo con un compañero japonés y aunque todo el mundo habla inglés, te obvian y te sientes totalmente inútil.

Te para la policía de vez en cuando y te hacen mil preguntas sin sentido, a mi incluso me han cacheado un par de veces.

He conocido gente que vive aquí amargada porque pasan tantas horas en la oficina que no tienen tiempo de ver o hacer nada, otros que dicen que es prácticamente imposible hacer amistades en Tokyo, que la gente es muy falsa y muy fría, y se encierran en sus casas sin más plan que internetear todo el día.

Y entonces es ahí cuando yo me planteo la pregunta que me haces, porque practicamente cualquier sitio es ideal si se está de vacaciones. Aún viviendo todo esto, aún con la parte menos amable, entendiendo que se van a dar este tipo de situaciones… ¿nos sigue fascinando Japón?

Dependerá de la capacidad y del aguante que tenga cada uno para saltar todas esas vallas que van apareciendo. Hay que dar mucho de uno mismo, hay que tener fuerza de voluntad, hay que saber lo que se quiere y estar dispuesto a luchar por ello.

Por ejemplo, basta aprender un poco de japonés para abrir puertas, y aún así conozco a gente que lleva años y ni se lo plantea. La diferencia de vivir aquí hablándolo, aunque sea mal, compensa tanto el esfuerzo que no me valen las típicas excusas de «es muy dificil, no tengo tiempo…». ¡¡Coño, claro que es difícil, pero estás viviendo aquí quejándote de que nadie habla inglés y no haces nada!!

Así que si partimos de que no es tan fácil vivir aquí como parece, a mi me sigue fascinando porque desde el primer día me he sentido acogido y arropado pero tengo claro que es porque no he esperado a que me cayesen las bendiciones del cielo, sino que he tomado la iniciativa peleando por aprender el idioma, por entender sus costumbres y respetarlas aunque no comparta algunas, por tener claro que quiero hacer cosas como ir a Karate y a las clases de ceremonia del té y seguir yendo a pesar de situaciones incómodas, decepciones y frustraciones, obviando a gilipoyas y amargados, que serlo no entiende de nacionalidades.

Y quizás el mayor motivo que tengo yo para seguir fascinado es que en todo lo que me he tomado en serio, en lo que he puesto un poco de mí mismo, me han valorado, me han tratado con respeto como uno más. Sin serlo, pero siéndolo.

El buda viejuno

¡Anda que no dió de sí nuestro paseo en bici, anda que no!. Que si pedalea pacá, que si pedalea pallá, que si frena en el cruce, que si empleao de la SGAE el último… Vaya dos pataliebres que nos juntamos!

Pero el que cortaba el bacalao ahí era Flapy, que se las sabía todas y dos más, y que según íbamos va y me dice:

– Ya verás, mi jóven Tosca Padawan, te voy a llevar donde está el buda más antiguo de todo Japón
– Coño, tío Fla, ¡suena bien!. Lo llamaré «el buda viejuno»
– Llámalo como quieras siempre que la flapyfuerza te acompañe
– Pues no te creas, que ando canino y ya me comería yo un paquete de algo malo ahora mismo, ¿eh?

Y después del combini donde, hecho totalmente verídico, me zampé un paquete de patatas fritas con sabor a almeja, aparecimos en un templo pequeñito que estaba en medio de la nada cerca de Nara y lejos de Narita, pero todo dentro del mismo Bilbao:

Imaginaos que vais con la bici por entre campas casi sin cruzaros con nadie y llegáis a un templico como este… fue bonico bonico

Ahí sentao me hizo Flapy las entrevistas de zonafandom

Ahí podría poner perfectamente: nooo haaay queee miraaarse el ombligooooo, pero seguro que coincide que no

Entonces entramos en una sala muy pequeñita, y allí había un buda muy chiquitito y muy muy distinto a los que estoy acostumbrado a ver por aquí. A parte del tamaño, tenía los rasgos mucho más marcados, sin tanta caraza papolera como el Buda de Bilbao que pusieron en Kamakura, y era negro como los ángeles de Machín. Pero esto del color tiene su explicación, y es que resulta que hace mucho tiempo, cuando la orilla del río andaba gestándose, estaba recubierto de oro pero hubo un incendio y el oro se derritió quedando lo que se ve ahora.




Ese día fue muy bonito, hasta me di una josconcia con la bici de la que Flapy no se enteró porque iba delante y yo procuré no contarle… la verdad es que ahora me parece mentira todo lo que dió de sí aquél fin de semana largo:

Nos fuimos a un bunny bar en Osaka
Me fui a Uji
Subí hasta arriba de Inari
Grabamos un video en el restaurante de okonomiyaki (y nos lo comimos, la tortillaca, no el video)
Visitamos Nara
Grabamos un video gambiteando por Nara
Grabamos la entrevista para zonafandom
Descubrimos un bosque de bambú con una piedraca para hacer no se qué (no me acuerdo!)

Y anda que no queda… lo que no se es cómo no fui a visitarle antes!!

Los 12.000 doraemones

Esto de la crisis es curioso: todo el mundo habla de ello, todos conocen a algún amigo al que se le han calzao del trabajo, quién más quien menos ha leído o visto trececientos artículos o reportajes acojonadores que dicen que la cosa está trichunga y polibajuna…

Yo o soy un apanao (que si) o tengo suerte (que igual también) porque a mi no me ha afectado en absoluto: sigo cobrando lo mismo y todo lo que me toca pagar vale igual: no me han subido la renta, ni las facturas, ni el onigiri de las mañanas. Me han puesto enfrente a un chino que come con la boca abierta, pero ese no creo que tenga mucho que ver con el tema que nos ocupa.

Japón, como parece que todo el mundo y parte de Guijuelo, anda también regulero pero la cosa es que el Gobierno se ha tirado una bilbainada del copón: dar 12.000 yenes a todo cristo. Así, porque sí, para hacer esto de la crisis un poco más cachondamente llevadero. Se ve que les sobraban un par de celdas en el PresupuestosYTariles.XLS y han decidido cuadrar el asunto invitándonos a todos a unas tres cenas en un izakaya.


El otro día recibí una carta en casa donde me contaban el asunto y me pedían los datos del banco para ingresarme los 12.000 doraemones, unos 94 mortadelos de los nuestros:




De mientras me ingresan el asunto, estoy pensando que igual voy pidiendo presupuesto a los yakuzas de mi barrio para ver si me llegaría para una palicilla al pastababas así de pasada según viene a la oficina…


Me despido, no sin antes acabar el post a lo Flapy Style:

¿Vosotros qué pensáis sobre que el Gobierno regale 12.000 yenes?
¿Creéis que es una medida efectiva para combatir la crisis?

El bosque de bambús

El valle de Asuka no es donde nació Celia Cruz, sino el sitio al que me llevó Flapy el último día de mi visita a La Comarca. Allí alquilamos un par de bicis y nos pasamos un día más majo que ni sé parriba y pabajo por aquellos caminos de Buda.

En una de esas, de repente, nos encontramos en medio de un bosque de bambús:






Y como no podía ser de otra manera, tuvimos que activar el gambiter mode:




¡¡¡ Ikuapoyar a Ale y Micaela !!!

¡¡ Esta si que es buena
la que me han preparao !!

Que resulta que Lotte, que es una marca japonesa, han sacado unos chicles nuevos llamados Fit’s, y que es que han organizado un concurso por el que si te grabas bailando como su anuncio de la tele, y sales elegido, te llevas nada más y nada menos que un millón de yenes y 365 paquetes de chicles.

Hasta aquí bien, vale. Pero es que resulta que Ale y su amiga Micaela grabaron uno y ya están entre los más vistos, así que tienen serias posibilidades de ganar!!!! Pero para eso tenemos que ayudarles entre todos, porque el que gana será el que más visionados tenga en youtube, así que tenemos que conseguir que ganen !!!

¡¡ Vedlo muchas veces, por favor!!!

Este es el anuncio original:


Pero el que tenéis que volver a ver es este!!!!

¡¡ Suerte suerte suerte suerteeeeee!!

Japoniar Jai Kulturala

O lo que es lo mismo:

Fiesta Cultural de Japón

Imaginaos que se consigue reunir en un mismo sitio a todo el que se encuentra que está relacionado con el país de los onigiris. Que bajo el mismo techo se juntan profesores japoneses de Iaido, Karate y Aikido dispuestos no a darse de palos entre ellos, sino a hacer exhibiciones cada uno de lo suyo.

¿Que sois pacifistas? pues entonces podéis perfectamente quedaros con la demostración de danza tradicional japonesa, o coscaros un poco de que el go no es un parchis con fichas más gordas, o atreveros a dibujar manga en manga corta ahora que hace calorcito.

Y caligrafía, cine, fotografía, origami, ikebana, ceremonia del té (que yo me lo sé), kamishibai, conferencias, gastronomía…

Mecaben la madre que parió a Peneke,
¿más queréis que os diga?

Este sábado desde las 11 de la mañana, y encima en la capital del mundo, que queda a mano de todo lo conocido. El que falte es porque es un faltón pataliebre, esto es así!

Yatta, pues!

La chica del shamisen

Yo no soy religioso, desde siempre ha sido algo que me ha dado bastante igual, es más, lo he considerado un fastidio, una obligación impuesta sin sentido alguno. Me acuerdo que en la escuela tenía una biblia, y que yo la tenía toda pintada de mortadelos porque me aburría. Además de no entender nada de lo que ponía, es que me acuerdo que el tamaño de la letra era diminuto.

Iba con amigos a misa pero no porque me obligasen mis padres, sino porque es lo que hacían mis amigos y por no quedarme solo. Comprábamos bolsas de gusanitos y nos poníamos en la esquina más alejada del cura, a poder ser en el piso de arriba, y decíamos tonterías en silencio hasta que aquello acababa.

Aquí sigo sin serlo, no he encontrado la inspiración divina ni nada por el estilo. Pero si sé que hay días en que de alguna manera necesito ir al templo que hay al lado de mi casa. No creo que sea nada religioso, de hecho no rezo, simplemente me gusta el paseo, me gusta sentarme en el suelo en aquel lugar y dejar pasar el tiempo escuchando el silencio. Hay veces en que pienso en muchas cosas sobre mi vida, sobre qué estoy haciendo, qué quiero hacer… y hay otros en que no pienso absolutamente en nada. Y vuelvo a casa sintiéndome mejor conmigo mismo.

Ayer fue uno de esos días, aunque algo distinto. Cuando iba llegando cerca de la pagoda escuché música típicamente japonesa que provenía de cerca del templo. No es extraño ver gente haciendo ejercicio o ensayando algún tipo de coreografía porque el lugar es tan amplio que invita a ello, así que pensé que alguien se habría traido un CD y estaría leyendo un libro o algo así.

Cuando me acerqué un poco más pude escuchar la voz de una chica cantando algo. Se equivocaba y volvía a empezar, así que estaba claro que eso no era un CD y pude confirmarlo en cuanto la vi. Una chica en vaqueros, de más o menos mi edad estaba sentada en las escaleras en una esquina del templo y tocaba su shamisen cantando a veces las notas de la partitura que sujetaba como podía encima de sus rodillas.

Pasé por delante y ella siguió cantando sin reparar en mí, así que me senté cerca. Cuando acabó su canción me miró y yo le hablé:

– ¿Puedo sentarme aquí a escuchar?
– ¿Por qué?, me da mucha vergüenza
– Ah vale, perdona. Me voy entonces un poco más para allá y no te molesto
– Perdona, ¿eh? y gracias
– Sin problema, es que en un sitio como este, da gusto escucharte
– Joe que vergüenza… gracias

Y seguí mi camino hasta estar a una distancia donde no nos podíamos casi ver, pero si escuchar, y me senté a los pies del árbol de al lado de la campana del templo.

Creí notar que se equivocaba más, y además dejó de cantar aún siguiendo tocando.

De vez en cuando venía alguien que iba andando hacía la entrada del templo, echaba su moneda y rezaba durante algo menos de medio minuto volviendo por donde había venido. A veces parejas de ancianos, a veces gente jóven, aunque siempre con la música de fondo de la chica del shamisen.

Yo miraba a la sombra de la chica, al quemadero de incienso, al templo… y entonces, como si ella se hubiese ya olvidado de mi, retomó su canto. No lo hacía demasiado bien, pero eso hizo que me gustase más escucharla aunque repitiese las mismas notas una y otra vez mejorando a veces, empeorando otras.

No se si fue la presencia solemne del edificio principal del templo, la sombra que me proporcionaba el árbol ante la luz artificial de la farola o el manto de estrellas que nos vigilaba desde allá arriba, pero yo me emocioné como hacía tiempo.

Ella dejó de cantar, guardó su shamisen en la funda y se disponía a irse cuando me vio debajo del árbol y vino hacía mi. Era evidente que yo había estado llorando, así que me levanté y me fui en la otra dirección. La distancia era la suficiente como para que no quedase demasiado claro que estaba huyendo, pero ésta vez era yo el que no necesitaba testigos.

Me guardé las ganas de hablar con ella en el bolsillo de la camisa, ese que queda al lado del corazón.

Cualquier día de estos en que necesite volver a planchar el alma de las arrugas de la rutina y las preocupaciones, pasearé hasta Honmonji a fisgar dentro de mi mismo, y si la vuelvo a encontrar, puede que ese día me atreva a quedarme en el árbol cuando ella acabe de ensayar. Y, ¿quien sabe?, quizás meta la mano en el bolsillo en busca de las ganas, y con ellas en la mano le contaré que aquél domingo de Abril me pareció tan bonito que se equivocase una y otra vez tocando y cantando, que me hizo llorar.

Por muy estúpido que suene.

¿Qué fue de…

… el libro aquél que dejaste en la estación de Gotanda?
Pasé el otro día y la vieja estantería habia desaparecido con todos los libros dentro. En su lugar me encontré un cajero automático. Mi libro, seguramente, esté en la oficina de objetos perdidos, o en la basura directamente. Aunque… ¿quién sabe?

… el señor que te llamó de todo después de la patada en Karate?
Estuve un tiempo sin poder ir a las clases, no por lo que pasó, sino porque tuve invitados y creí conveniente pasar más tiempo con ellos y además me puse malo. El lunes pasado volví a coincidir con él después de mes y medio, él llegó tarde así que no llegó el momento de hablar hasta el descanso de mitad de la clase. Me miraba y se reía, yo no. Al final vino donde mí y me dijo que le había hundido las dos costillas. Yo, aunque me lo había propuesto, no pude evitar pedirle perdón de nuevo y él me dijo que no había que pedir perdón por nada, pero que, por favor, tuviese cuidado porque ese no era el sentido del Karate. Si hubiese hecho esto mismo aquél día, seguramente habría hecho un buen amigo, pero ahora no consigo olvidar aquel mal trago.
También me preguntó con ironía la razón por la que había faltado durante un par de semanas, y yo le conté lo de los invitados y la gripe. Él sigue creyendo que fue por él.

…. del post ese que escribiste y mandaste con fotos a tus padres?
Pues es gracioso porque me quedé esperando los comentarios por carta, como si fuese un blog de verdad, y, claro, esos comentarios nunca llegaron. Pero mi madre me dijo que le había gustado mucho por teléfono, eso si! ¡Menos mal!

… del premio Pacho Igartua al mejor blog al que te habían nominado?
Creo que ya sabéis que no lo gané yo, pero Bea, Estela, Carlos, Javi y mi madre fueron al Guggenheim y compartieron canapés con los de La Oreja de Van Gogh, Óscar Terol y seguro que algún famosillo más porque anda que no había encorbataos. Y el nombre de «Ikusuki» salió unas cuentas veces tanto en la gala como en el periódico!! jaja, toma ya! balance totalmente positivoooo!!



… la casita de madera?
Por supuesto, ahí sigue con su señora escuchando música y, últimamente por eso del calorcito, tomando el solete sentada en una banqueta en su jardincito. ¡¡Lo curioso es que ha puesto dos placas solares!!

… tus invitados?
Ha sido la primera vez en dos años y pico que me han venido a ver aunque he quedado con mucha otra gente que ha pasado por aquí. La verdad es que he pasado por distintas fases: la primera es que ha sido extrañísimo que dentro de mi rutina, de mi mundo, de repente apareciesen personas de mi otra rutina, de mi otro mundo. Ha sido raro raro llamarles por teléfono y quedar con ellos para cenar después de salir de trabajar como si estuviésemos en Bilbao.

La segunda fase ha sido la del no callar, intentaba contarles de todo… muchas veces me daba cuenta y procuraba no dar mucho la chapa callándome un rato, pero se me pasaba pronto, lo siento por ellos.

La tercera es que estaba encantado.

Y ahora que ya han vuelto, sin percances en el viaje ésta vez, les echo muchísimo de menos, lo que son las cosas. (ah! y ya me he ventilao todos los regalices…)


… las nuevas camisetas que ibáis a sacar?
Bea me ha dicho que le mandan la prueba ya, y que estarán para principios de Mayo… tengo más ganas de tenerlas en mis manos que ni sé!!!!

… la fama de picón verbenero que te has ganado?
Pues ahí sigue más viva que nunca. La cosa va así: yo escribo un post con lo que se me ocurre, pongo fotos que he seleccionado, o videos o lo que sea. La gente lo lee y me dicen cosas, muchas veces buenas, algunas veces malas y de vez en cuando raras que no entiendo.

Hay gente que sólo se molesta en escribir cosas malas, así como para caer bien. Luego hay otros que escriben buenas por sistema y la mayoría de todo, como en botica.

Si replico a las malas, me llaman picón y me dicen que no acepto las críticas. Supongo que para éstos lo que debería hacer es callarme o darles la razón o no sé… Pero eso no sería ser sincero porque la mayoría de las veces no estoy de acuerdo, así que contesto y trato de razonar porque puede ser enriquecedor, aunque es cierto que casi nunca lo es porque acabamos llegando al mismo argumento una y otra vez: que sólo acepto lo bueno, en vez de intentar seguir con la discusión.

Si eso es ser un picón, pues lo soy y lo seguiré siendo a mucha honra!