– Ahora no, que estoy viendo un video de escuchajaponés
– Tío Toscaaawoooawwaaaaaaaa
– Espérate un poco, mujer
– Que me aburrooooooo
– Venga, vale, luego sigo… ¿qué pasa por tu casa?
– Cuéntame el cuento ese de los que tocan el tambor en donde la hermanita de Nara
– ¿Lo qué de qué?
– Lo de los tambooooreeees
– Jaja, ah vale, pero el sitio se llama Narita y no es la hermana de nadie, ¡es un pueblo!. Pues mira, aquél día nos juntamos unos cuantos amigos y nos fuimos para allá porque nos enteramos que los paisanos tocaban el tambor todos juntos
– ¿Hasta el alcalde?
– Ese no creo, ¿tu has visto alguna vez a un alcalde hacer algo más que hablar a puñaos?. Bueno, pues después de cambiar muuuuchas veces de tren, llegamos y ¿sabes?, aunque el sitio es conocido por tener un aeropuerto muy grande con muchos aviones…
– Los aviones vuelan mucho, ¿a que sí tío Tosca?
– Claro, es lo que tienen. Pues aunque es conocido por el aeropuerto, la verdad es que nos encontramos un sitio muuuuy bonico con muchas tienditas y sitios para comer y de todo y más. Allí es famoso comer anguila, ¿sabes lo que son?
– Son unos pájaros más gordos que las palomas que vuelan muy alto como los aviones y que tienen bufanda puesta siempre porque en el cielo hace frío
– Eso son águilas… anguilas son unos bichos como serpientes que viven en los ríos y que se comen mucho en verano porque dicen que da energía para aguantar el caloraco
– ¿Tu has comido aguilas de esas?
– Hombre claro, yo ya sabes que menos tomate crudo me como cualquier cosa. Y después llegamos a un templo, que es como una iglesia pero un poco rara y sin gente con caras largas, y allí había gente tocando el tambor y haciendo mucho ruido.
– Que pesados!
– Nooo, porque bailaban todos a la vez y estaban disfrazados y fue muy bonito verles, además que los pobres tenían que estar muy cansados porque hacía mucho sol. Pero como les estábamos mirando y sacando fotos ellos se hacían los fuertotes y no se quejaban.
– ¿Tú sabes quién es Magneto el de los X-Men? es un superhéroe malo que el tío es como el imán de las neveras, y que resulta que estaba allí disfrazao de dragón!
– Y después llegamos a una campa y uno de nuestros amigos sacó comida que nos había traido y estuvimos comiendo y bebiendo, y nos reímos mucho
– Oye! ¿quién te ha enseñado a ti esa palabra?
– gambitedos gambitedos gambiteeeeedooos!
– jajaja, madre mía, no la digas delante de tus padres que no me van a dejar que te cuente más cuentos!
– Vale gambitedo
– Oye!
– jijiji
– Nos pusimos como el Kiko comiendo. El Kiko era un señor que, por lo visto, comía mucho, pero mis amigos que eran muy raros le llamaban kikos a esto:
– Eso les decía yo, y me miraban como si estuviese loco… Pero no importa porque después de eso, volvimos a la plaza del pueblo y se hizo de noche y seguían tocando los tambores mientras había unas antorchas con fuego a los lados, más bonito que bonito
– Eres más pesado tío Toscaaaaa, siempre me cuentas los mismos cuentos y ya me los sé
– ¡¡ Serás gambitera!! pero si me lo has pedido tu!!!
– jijijiji