Parecía que no iba a llover

Tumbado de costado encima de dos futones, mis ojos recorren la habitación en busca de algún olvido entre lo recordado. Lo segundo parece ganar a lo primero y me duermo alrededor de la tercera vez que trato de repasar mentalmente la lista: futón, mantas, comida, adaptador para el enchufe…

Quince minutos más tarde, 4 horas según el reloj, suena la alarma del móvil y me despierto con la sensación de no haber dormido más que una pequeña siesta que apenas ha conseguido siquiera intuir el sueño, o quizás la pesadilla, que tocaba esa noche que todavía dura. Me apunto soñar el doble mañana.

La rutina me posee, me lleva, me mueve durante los siguientes minutos y de repente tengo una taza de café en la mano y estoy mirando por la ventana. No recuerdo cómo lo he preparado… pero como toda rutina, no importa mucho, el caso es que no parece que vaya a llover aunque hace mucho viento.

Cargado con dos mochilas salgo a la calle en esa hora en que las farolas han dejado de iluminar aún estando encendidas, pero el sol todavía no acaba de relevarlas del todo, como si le diese pereza empezar a trabajar y remolonease entre sábanas de estrellas y nubes suplicándole cinco minutos más a la luna.

Busco cambio en la tienda de la esquina y un dependiente somnoliento me cobra el sandwhich y la botella de té que he puesto como excusas entre mi billete y sus monedas, esas que luego me servirán para cambiar las mochilas por la llave de una taquilla en la estación a la que volveré unas horas más tarde.

Cambio de tren una, dos, tres veces entre ausencias de gente, huecos que serán ocupados pronto, pero no a esta hora en que el sol está ya tomando su taza de café sin quizás saber cómo lo ha preparado.

No estoy donde creía que debía estar, y me doy cuenta tarde, así que corro hasta el nuevo sitio que requiere cambiar una cuarta vez de tren. El reloj se ríe mientras sigue amenazándome con cada nueva decena de minutos que va marcando.

Cuando ya voy camino del aeropuerto, con diez amenazas de retraso, trato de contactar con los que allí esperan que esté esperándoles. En vano. Todo lo que se me ocurre no funciona, pero no quiero dejar de intentarlo. Creo ver el reflejo del Fuji por la ventana de enfrente, y efectivamente está allí a lo lejos. A él no parece importarle esa manía nuestra de contar los segundos…

Llego al aeropuerto y corro, logrando llegar el primero a las escaleras mecánicas que subo de dos en dos dándome cuenta, en ese momento, que son más altas y casi me caigo al llegar arriba. Sigo corriendo hasta llegar al control de policias. No se me había ocurrido que tal vez necesitaba el pasaporte para ir a la sala de espera… así que todavía jadeando le explico al policía la situación y me dice que con cualquier documento vale.

Me identifico como alien, lo cierto es que a veces me siento así de verdad, y sigo corriendo. Sin pensarlo, esquivo las escaleras mecánicas y subo por las de siempre, que a esas mis rodillas ya les tiene cogida la altura.

Y me topo de frente con mis amigos que llevaban allí un buen rato. Me cuentan lo de su maleta, lo del humo en la pista, lo del susto. Nos reimos aliviados, ellos por que por fin pueden moverse de allí, yo porque todavía no lo habían hecho.

Se me pasa pronto la sensación de ser el peor de los anfitriones en cuanto llevamos dos minutos de conversación y otros tantos de juegos con su hija.

El tren que nos acerca a Tokyo lo hace parando en muchas estaciones, incluso en medio de la nada. Algo va mal y no sabemos qué es. El reloj no deja de reir y marca el triple del tiempo que debería para estar todavía donde estamos.

Llegamos a casa, por fin. Ellos duermen y como uno más de todos los trenes por los que he pasado hoy, yo me encarrilo a los railes de la rutina de la que descarrilé después del café.

En la oficina, después de comer miro las noticias, busco algo sobre Narita. Lo encuentro: un avión de Fedex se ha estrellado en el aeropuerto por un golpe de viento cuando aterrizaba. Han muerto el piloto y el copiloto, una pista ha sido cortada, y el desbarajuste ha causado retrasos tanto en los vuelos, como en los trenes que normalmente estarían perfectamente sincronizados.

Mis amigos duermen. Y yo me acuerdo de que esta mañana, taza de café en mano, parecía que no iba a llover.

Y de que hacía mucho viento.

Palitos con sabor a espárragos trigueros

Los iba a llamar Pockys porque es la marca famosa, pero es que estos son de otra que se llama Pretz. Es como si hablamos del pan Bimbo y del Panrico, que ya todos son Bimbo aunque el pan de molde lo haya hecho el panadero del barrio y se llame Godofredo.

Bueno, pues eso, que Pockys de estos hay de muchos sabores: picantes, a pizza, barbacoa, galleta, con chocolate, de fresa gatostiablítica

¡¡venga ya !!
¿pero de sabor a espárragos trigueros va a haber?

Pues si, pues si, bien clarito lo pone:




Y el caso es que el sabor estaba también muy conseguido, como que me he zampao cuatro paquetes esta semana y todavía estamos a jueves.

¿Cómo harán estas movidas? ¿saldrá todo del Quimicefa? ¿ein? ¿ein?…

¡No preocuparse, que Peneke y su progenitora están a la que salta!


Inari

Le estaba yo diciendo a Flapy:

Oyes, que yo es que no he ido a Osaka todavía y me apetece verlo más que Kyoto que ya estuve

Y me contestó:

Tu chato hazlo caso al tío Fla, y mañana sábado te vas por la mañanita temprano a Uji, y después arrancas para Inari que ya verás como sales encantado

Pero Fla, que…

Ni Fla, ni flo, ni flu!

Y dicho y hecho, me fui derecho. Uji fue una auténtica gozada, y de Inari lo único que sabía es que había un montón de puertas Torii de esas rojas puestas todas seguidas.

Yo llegué allí y vi una calle muy grande, y dos policias hablando, estatuas de zorros y un templo cuco, pero tampoco de estos de decir «ala que templaco!»:







Pero es que de repente aparecieron allí puertas rojas, muchas, muchísimas y un camino a seguir.
Después de sacar más fotos que uno que sacó muchas, tiré a andar por ese camino y llegué a un sitio donde vendían amuletos y tablillas de esas donde escribes tus deseos y las cuelgas allí mismo. ¡Pero estas eran más divertidas!, resulta que tenían forma de cara de zorro y la copla es que le tienes que pintar una cara !!! Luego ya si eso escribes el deseo por detrás. Mirad mirad:






Después seguí andando y el camino empezó a convertirse en cuesta, y la cuesta en cuestaca… y cuando me quise dar cuenta estaba en medio del monte con una sudada del copón. Yo que me esperaba un templo con muchas puertas rojas de estas, y resulta que me apuertaron todo el monte!!!







El tío Fla me adoctrinó antes de ir: que sepas que las puertacas están patrocinadas, es decir, que las pagan las empresas para obtener la bendición, o suerte o no sé que me dijo justo. Así que los kanjis tan bonitos que están escritos no son más que el nombre de la empresa por un lado, y la fecha por el otro…




Digo yo que eso caducará, es decir, una empresa pagará por un tiempo y después lo quitarán, porque me encontré algunas viejas puertas desmontadas:




Y aventuro, supongo, farfullo yo que serán reemplazadas por otras nuevas que vi por allí, tan nuevas que hasta estaba el maese pintor dándole una mano de procolor:




Pero no hace falta ser una empresa para obtener la bendición, o la suerte, o lo que fuera que fuese. Si uno quiere, también se pueden comprar puertas chiquitillas y dejarlas por ahí colgadas:



Fue bonito no saber que era un monte y hacerme todo el camino esperando llegar a un templo para que cuando me diese cuenta estaba viendo Kyoto desde arriba. Creo que voy a hacer esto mismo a partir de ahora… leer muy por encima las excursiones que vaya a hacer para llevarme más sorpresa después. Aunque también puede tener su punto malo: y es no haber visto todo lo que habría que ver por ikuignorancia.

En fin, de todas formas, el escenario fue de los más impresionantes y preciosos de los que me he encontrado en Japón chim pón:








¡Tenías razón, tío Fla!


Podría vivir sin reloj

Y cambiar el insolente sonido del despertador por el abrazo templado de los primeros rayos del sol del amanecer.

Sabría que es temprano al caminar junto a los estudiantes que se dirigen a la escuela del otro lado de mi calle. Y junto con su charla, sus risas y mis recuerdos llegaría a la estación a tiempo porque los trenes estarían llenos ya de personas que al estar allí me confirman que la hora es la adecuada.

Comería cuando tuviese hambre, y trataría de dormirme a la par que el sol, cuando la luna despertase y el cielo se apagase.

Trabajaría delante del ordenador mientras mi mente se iría llenando cada vez más de ti, y sabría que es la hora de salir cuando no pudiera aguantar más sin verte.

Y si no me importa el tiempo cuando estoy tratando de entender la forma de tus ojos.

¿Para qué quiero un reloj?


Las bolsillas cucas

Suntory, que seguro que os suena por el whisky que anunciaba el pasota de los cazafantasmas (más viejuno ya que ni sé) en Lost in Translation, es una marca que hace todo tipo de bebidas de esas de líquido que vuelcas la botella y se sale todo.

Entre otras muchas, tienen unas botellitas de té verde que certifico y doy fé que saben a lo que tienen que saber, y suelen regalar cosillas de vez en cuando. La mayoría de las veces son mierdacas pinchadas en un palo, pero esta vez me han conquistao:

Esta es la botella del té más fuerte, más amargo

Y este es más suave, además que la botellita es más pequeña

No lo tengo 100% claro, así que no me toméis aquí la palabra como si fuese el evangelio según San Tosca, pero yo creo que son las que se utilizan para guardar el natsume, que son los botes donde se guarda el té verde matcha, el que es en polvo.

Me explico: últimamente en las clases de la ceremonia del té estamos preparando «koicha», que es mucho más espeso que el habitual. Si en el matcha habitual utilizamos una cucharadita y media, y un cazo casi lleno de agua, para este lo que se usa es el doble de té y la mitad de agua. El resultado es un té pastoso mucho más amargo aunque, mira tu por donde, a mi me gusta y todo.

Pues bien, cuando preparamos este koicha, el bote donde viene el té es de cerámica, más pequeño y más elegante, y viene metido en una funda que tiene exactamente la misma forma que las que regalan aquí. Y no se llama natsume en este caso, aunque no me acuerdo del nombre

Pedazo de colección!! Sólo me falta una ahí arriba a la izquierda.
La llamaré «la missingbolsaca arribazquierdil»

Ah que nooo, que no me fijé, y las coloqué totalmente al revés que el esquemilla, jaja. Así que la que me falta es la abajoderechil de color morao claro

Que pensé luego: «killo, ¿qué vas a hacer con tanta bolsa?«. Y pensando pensando…

De calcetines sólo me tapan dos dedos…

De oreja de disfraz de Yoda, pero me harían falta dos de color verde…

.

Ya está!!! Vaya funda más chula para el iPhone!! una para cada día de la semana, y me sobra una para las fiestas de guardar!!

Goku


Con la de tardes que me he tirado yo en casa viendo esta serie en Euskera, que se titulaba Dragoi Bola, con la de risas que me habré echado cuando a eso de las ocho de la tarde tomábamos mi hermano y yo el mando de la tele por veinte minutos y, bocata en mano, estábamos deseando que Goku tirara un kamehame ahí todo molón.

Al llegar aquí me di cuenta que se podían comprar los tebeos en una edición muy chula por un precio muy barato, así que me agencié unos cuantos que me sirven para estudiar japonés. Porque es que además casi me los sé de memoria de tantas tantas veces que lo he visto, así que me es fácil saber qué están hablando aunque no entienda toda la frase.





Y anda que no he pasado noches aquí sólo en Tokyo viendo capítulos que he conseguido «por ahí» en japonés subtítulados en inglés, que resulta que a mitad de la serie se murió el que doblaba al maestro tortuga y le cambia la voz y toda la pesca.

Todo esto…. para que ahora lleguen y me hagan una película polimierdítica como la que me han hecho y que se estrena hoy.

¡¡ No hay derecho, hombre !!

¡ Buen fin de semana !

Conversación con anónimo

Alguien me habla a través del chat del blog que había antes. Está escrita tal cual la recuerdo, no son las palabras exactas:

– Holaaaaaaaa, hay alguieeeeen?
– Hola chato! aquí Tosca
– Coño! si funciona esto!
– El servicio ikutacos ha censurado su primera palabra
– jajajajajaja, ¿eres tú de verdad?
– Si si, aquí estoy cenando, en breve me iré a dormir que me estoy quedando neke
– Ah vale, no te molesto, solo decirte que tu blog esta bien, aunque podría mejorar
– Jodo!, ¿gracias?
– No te lo tomes a mal, pero es un poco rosa eso de contar tu vida privada, pareces el tomate japonés o algo así
– Bueno, hay veces en que me apetece contar algo con un poco más de sentimiento que lo de las sandías cuadradas y las colas para comprar el iPhone
– Hombre, pero te pasas, para mi es como si vendieses tu vida privada
– Es una forma de verlo, supongo… a mi me sirve para desahogarme y me gusta escribir ese tipo de posts, así que seguiré haciéndolo
– Ole tus huevos, tu blog es tu blog, pero hay posts que son como leer el lecturas contigo como monotema, lo de la tía del avión parece la exclusiva de Jezulín
– Pues si no te gusta, no vengas
– No te piques hombre
– No no, pero es la primera vez que me dicen algo así, me has descolocao
– A mi me gusta cuando cuentas cosas en plan chorra
– Y habrá gente que le gusten más los otros, y a otros les gustarán las fotos de frikis… pa gustos los colores
– Vale, yo ya te he dicho lo que queria, solo espero que no te lo tomes a mal
– Pues un poco me ha jodido, las cosas como son
– jajajaja, tu sigue haciendo lo que te salga de los huevos que no te va mal y pasa de mi
– Eso haremos
– Venga tio
– Ale, por lo segao
– jajajaja, picón!!!!

El gatostiable II – Pockys

Bienvenidos a una nueva entrega del gatostiable, donde analizamos productos cuyo responsable de marketing ha tenido la penosa y regulera idea de basar su diseño en el gataco aboquil multipateable.

Hoy estudiaremos los pockys, esos palitos típicos de galleta que te vienen de algún sabor y que normalmente da gusto comérselos ahí según viene uno de la ruin oficina:

Como no podía ser de otra manera: metemos corazoncitos al mínimo hueco que veamos y no escatimamos en rosa, y venga rosa, venga!!

A poder ser, le metemos una historia estúpida y ñoña por detrás del estilo de «Kitty ha hecho los años y le han regalado una tarta». Filosofía pura, amigos!

Y bueno, si por lo menos abrimos la caja de cartón rápido y la tiramos, igual podemos pasar el mal trago, pero es que en el plastiquito me lo llenan de flores y gatostiables !!

Como suele pasar con estos productos, de sabor estaba bien y lo que sobraba era el farfollas del minino biabofeteable.

Clamemos una vez más todos juntos:

¡¡¡¡ Siii, yo también

le daría de ostias

toda la tarde !!!!


Los dulces del té

Una de las cosas más bonitas de la ceremonia del té es que cambia dependiendo de la época del año, aún siendo igual. Me explico: los movimientos son los mismos, pero cambia el cuenco, el bote que contiene el té, la decoración, el kimono, los dulces…

Y no es sólo con las cuatro estaciones, sino que con cada nuevo «acontecimiento»: cuando florecen los perales, los melocotoneros, los cerezos, el día de los niños, el día de las niñas, tsukimi, setsubun, momiji

En los últimos meses he ido sacando fotos de los distintos dulces que nos ha traido la profesora, y aquí los pongo para que veáis hasta que punto son elaborados:

Vacas, por el nuevo año. La bandeja tiene un ratón, que fue el animal del año pasado

Berenjenas confitadas

Dulce de mochi, que es pasta hecha de arroz

Melocotones, en esa época florecieron los árboles

Este se parece a un brazo de farruquito de los nuestros

¿Os suenan las habas de soja? de cuando el setsubun

Castañas y bolillas ahí de colorcillos vivos y alegres como la Ruiz de la Prada

Fijaos hasta que punto son elaborados, que casi da pena comérselos

Estos lacitos sabían a sésamo, menudo sabor original, si señor

Hojas de cerezo, pero además de verdad. Le da un matiz ácido al dulce que te deja chato

¡Pero es que además tenían una flor de cerezo dentro confitada!

Estos dulces, en teoría, sólo se pueden utilizar mientras los cerezos estén en flor (un par de semanas al año)

Estos son de ayer mismo, son ruiseñores japoneses que asoman ahora que llega la primavera

¡El ojo es una semilla de sésamo! Y el color es precioso, no me digáis que no

¡Y estos seguro que os suenan! ¡Al mío le decapité del primer mordisco!

La verdad es que cada día me gusta más ir a las clases, aunque se me duerman las piernas y haya días en las que no doy una a derechas. Además, la profesora siempre nos cuenta alguna historia sobre el Japón antiguo. Al fin y al cabo, esto que ando yo aprendiendo ahora es lo que compartían los señores feudales y el shogún cuando cerraban un trato, bebiendo todos del mismo cuenco y sin ni siquiera atreverse a romper una mínima norma de cortesía.

Aunque yo vaya en vaqueros escuchando música por el iPhone.

Un día cualquiera en la nueva ciudad más cara del mundo

Jodo, y eso que yo lo titulé «Echando cuentas», menudo cambio!. Bueno, pues eso, que me han publicado otro artículo en soitu!!

Anda que como se me suba la tontería la cabeza, me vuelva un pejiguero y empiece a poner palabras como circunstancia, verdaderamente y procrastrinar

jajaja, el ikumarqués me ibais a llamar!!

Premios Pacho Igartua

Una vez compré unas cuchillas de afeitar y mandé el código de barras a Gilette, y al de un mes me mandaron una caja. Resulta que era una promoción «aféitate gratis por un año», ¡y me tocó!, así que me enviaron a casa como 8 botes de espuma de afeitar, otros tantos de aftershave, un montonazo de cuchillas, un neceser todo molón… Aquello fue lo único que he ganado yo en mi vida, y fue por sorteo. Eso si, lucí un cutis como el culo de un bebé durante año y medio, daba gusto frotarseme (estoy seguro que ésta palabra tiene acento, ahora que adivina en qué letrita).

El caso es que estoy de finalista en el premio Pacho Igartua de El Correo Digital al mejor blog… Yo para mi ya ha sido todo un premio que me sacaran en el periódico el fin de semana con mi genial expresión de sabio milenario:


Aunque dí que podría haber sido peor, visto lo que Roberto hizo ahí en un rato:

Jajaja, ¡será perrete el tío!

En fin, gracias a los que me hayan elegido junto a César y Zuriñe, y decir que para mi ya es todo un honor ser parte como finalista de la distinción que honra a Pacho.

El premio lo entregan el 23 de marzo en Bilbao a partir de las ocho de la tarde, y Bea va a ir en mi lugar porque a mi me pilla un poco a desmano (aunque me encantaría ir). Ya os contaremos qué pasa!

¡¡Suerte para César y Zuriñe!!!
(qué cumplidor, qué quedabien y qué educao que soy para haber ido a la escuela pública)

Okonomiyaki en Nara

Okonomiyaki… como explico yo esto ahí sin parecer la wikipedia pejiguera sabihonda. Porque para copiar y pegar lo mismo, no hago un blog!

Weno, pues échale que te viene una chiquilla con un cuenco ahí lleno de huevo, harina y otros elementos cuajables, y va y lo mezcla todo y lo echa en una plancha caliente que tienes en la misma mesa. Claro, aquello no es como una tortilla nuestra porque se desparramaría todo, es como más denso el asunto y al contacto con el calorcillo de la plancha ya coge forma y la moza sólo tiene que estar un poco atenta al principio.

Y tu eliges los ingredientes, la pasta es siempre la misma, creo, y luego te lo mezcla con lo que hayas pedido. Los nuestros eran de queso y atún, y el otro del kimchi koreano ese que pica un tamago.

La chiquita lo prepara delante tuyo, le pega unos meneos, lo tapa y se pira. Al de un ratillo vuelve, le da la vuelta y te dice que en otro suspirillo ya le puedes meter mano pero que cuidao que eso quema.

Y al de un suspirillo lo cortas con las palas que te dan y te lo zampas quemándote las tres primeras veces porque de lo bien que huele no se puede esperar.

Anda, no me ha quedao mu mal!!!

Pero mejor véis el video que grabamos Flapy y yo en Nara y nos dejamos de farfollás:

El día que me examiné de cinturón negro

No llevo la cuenta de las veces que ese día ha venido a mi memoria, ni tampoco sé las razones que desencadenan que mi mente decida recordarlo. Hoy, después de una tarde de compras y paseos que nada tienen que ver con aquellas horas, de nuevo ha ocurrido.

Recuerdo que me levanté muchas horas antes de lo que hubiese sido necesario, y que desayuné muy sano, incluyendo muchos hidratos de carbono. De igual manera que si fuese un examen de la universidad, aproveché esos momentos previos para repasar y estuve haciendo movimientos en pijama delante del espejo tratando de no dejarme nada en el tintero. Me asusté cuando haciendo una de las patadas, la circular, me hice mucho daño en la ingle y pensé que no podría presentarme.

Cogí la bici y me dirigí al dojo con mucho tiempo y mucha calma, planeando no cansarme demasiado al subir las cuestas para que las piernas no se cargasen, y aunque no me acuerdo de qué canciones, si sé que iba escuchando una lista de música que había elegido durante esa misma semana. Canciones de esas que te consiguen motivar, que te animan, que te preparan.

Recuerdo a Fran llegando después de la clase y buscándome desde fuera para entrar al dojo y que todos supiesen que venía conmigo. Me alegró verle, y me relajó hablar con él.

Del examen sólo recuerdo que tenía la boca muy seca, que estaba mucho más cansado que de costumbre aún no habiendo hecho casi nada de ejercicio, y que cometí fallos que habría sido fácil evitar. Eso, y que Kojima fue mi compañero y el primero que me felicitó con un abrazo, seguido del señor que roncaba en el campamento y cuyo nombre no he tenido la verguenza de aprenderme, y de Fran.

Después fuimos a un izakaya, como suele ser habitual los sábados, y allí recibí más felicitaciones aunque no quería ser el centro de atención y procuraba no mostrarme demasiado entusiasmado. Bebí bastante, porque estaba con amigos y porque me apetecía, y aunque sacaron el tema una y otra vez, yo siempre le quitaba importancia porque al fin y al cabo yo ya era cinturón negro antes de venir a Japón y no le veía tanto mérito como ellos.

Cuando volví con la bici y pasé por el templo de al lado de casa, vi que estaban ensayando un matsuri y saqué la cámara de la mochila para grabar lo que pudiese. Era de noche, una noche más de tantas en las que habré pasado por ahí, pero me sentí afortunado de poder ver aquello. Seguramente el evento real fue mucho más espectacular, pero me encantó compartir la privacidad de un ensayo a la luz de la luna, con la ropa de casa y con la ventaja de no haber público favoreciendo la informalidad y quizás aumentando la autenticidad de las sonrisas y los gestos.

Hoy he buscado ese video, y me he sorprendido al ver el final.

Llevaba un rato llorando cuando paré de grabar y ya era imposible que se me entendiese porque las lágrimas sólo me dejaban balbucear.

Después de todo, aquel día fue mi día, aunque no me diese cuenta hasta que por fin logré estar solo.


El anuncio de Ale y Ai

No hace falta ni que les presente, pero si tuviese que hacerlo diría que Ale y Ai son las dos personas más majas y saladas que conozco. Y seguro que ya sabéis que graban todas las semanas un video con una conversación para hacer el oido al japonés, y de lo ameno que lo hacen yo siempre recomiendo a todo el mundo que lo vea, aunque no les interese este idioma, porque seguro seguro que os lo pasáis teta.

El caso es que ayer nos dieron una sorpresa en mitad del episodio…

Por cierto, que si queréis que os hagan un anuncio tan o más salado que este, sólo tenéis que poneros en contacto con ellos y seguro seguro que se les ocurre algo. Y como los ve un montonazo de gente, os ofrecen espacio en su blog para anunciaros o incluso cuñas en medio del episodio… esto es algo a mirarlo bien, ¿eh?

¡¡ Muchas gracias Ai y Ale !!
¡¡ Y que viva escuchajaponés !!

Y aprovecho el asunto para contaros que ya hemos finiquitado los diseños y encargado las nuevas camisetas… ya váis a ver, ya!

Patatas a la almeja

Yo creo que las patatas con sabores raros es lo que más triunfa en la cocina de la madre de Peneke. Por cierto, que mucha gente me anda diciendo que es Paneque… nooo, el mío se llama Peneke, que os habéis equivocao de artista. El mío me lleva más marcha!

El caso es que el otro día probamos Flapy y yo a pachas un paquete de nombre insuperable:

Patatas con sabor a almeja enmantequillá

Al lío, que hace frío:

Datos del problema: vale 135 Yenes, es de la marca de los sinflequillo, y se ve almejamiento con mantequilla por estribor

Se nos revela que la mascota es una patata macho que le han puesto una banda cual mister tubérculo, y que tiene sombrero y guantes

Imagínate que coges un paquete rufles, le echas el caldo de cocer las almejas y luego las dejas secar. Pues a eso sabe. ¡Si señor, un sabor conseguido! (de la mantequilla ni rastro)

El notario Flapy da fé de que lo que digo es tan cierto como que no ve en estéreo un tuerto.


Uji

Este bien podría haber sido perfectamente el pueblo de Uji Geller y que todos se líen ahí a doblar cucharas con la perola, pero coincide que no. Y ademas era Uri, no Uji.

Resulta que aqui me dijo el tio Flapy que tenia que ir, porque molaba, y no le falto razón, no, si es que Fla es mucho Fla aunque no sea de Bilbao.

Tanto Uji como Flapy están situados entre Nara y Kyoto, aunque Uji tiene un peazo de río que lo cruza por el medio con su agua y todo, lo que hace que sea más bonito que un ocho dibujado en papel milimetrao con portaminas.






Yo conté cuatro puentes, pero el que más me gustó fue el rojo, aunque estaban unos maeses puenteros arreglando un cacho:




Una de las cosas de las que están más orgullosos los ujienenseros de Uji es de que en su ciudad transcurren los capitulos finales de «La novela de Genji«, la que se puede decir que es la primera novela que se escribió en el mundo, más viejuna que el Quijote y el de Petete juntos. Así que hay referencias a la copla por todo el lugar. Que digo yo, ¿cómo se inventa uno el escribir una novela?, igual se sienta uno en un banco y dice: voy a escribir aquí en esto blanco que llamaré papel las trolas que le cuento a la vecina que se cree todas y se ríe, a ver qué pasa… Lo llamaré «luna llena«. ¡Ah no! que eso está ya pillao, vale, pues lo llamaré «novela» porque está oscuro y me he quedao sin velas.



El segundo motivo por el que uno de Uji puede mirar por encima del hombro a uno de Osaka ahí con rentintín es porque tienen el templo que sale en las monedas de 10 yenes y que, por cierto, es más antiguo que los pasadores de pelo de Mercedes Milá. Antiguo, pero bonito, como las bicis de cross con manguitos de tiras de velcro en el manillar:





Sigamos: si mi pueblo es famoso por tener una fábrica papelera que cuando vas llegando la vas oliendo, Uji también es famoso por su té verde que es de los más caros y de mejor calidad de Japón. La cosa es que saliendo del templo de los 10 tariles, empieza uno a oler a tostado, pero un olor delicioso que no llega a ser de comida y que recuerda un poco a café. Pero tampoco es café, es como cuando se te requema el arroz, pero al principio cuando huele bien, no la humera.

Hasta que ves las máquinas que están tostando té:

Este té se llama Hojicha, que me he aficionado ultimamente y que sabe tostadete pero muy muy rico, a mi me recuerda a los pepes de churruca esos gordos. Ojo, que antes de grabar con la cámara le compre un saco a la dueña, y otro de té verde del caro que ya que me fuí hasta allí, es lo menos que podía hacer.

Y como el té es famoso, no podían faltar restaurantes con productos de todo tipo basados en tamaña planta verdácea con hojas:






El caso es que luego le pasé por los morros a la profesora del té que había ido ahí, y le dió mucha envidia, así que sí que tiene que ser famoso el sitio, ñañaña.

Por supuesto, le llevé un poco de té del caro para hacerle la pelota a ver si así me deja no estar todo el rato sentado sobre las rodillas, que se me duerme aquello a la de ná que empezamos la clase.

Resumiendo: que si estáis por los Kyotos/Naras/Osakas, que os gastéis aquí una mañana porque es un pueblo muy bonito, los templos molan y el paseo por la calle de lo del té es para verlo.

Ah! y el tío Flapy también lo acronicó aquí y contó mejor lo del templo de las monedas de 10 pepinos (Ale, sin ofender) aquí


Fotógrafos veteranos en Uji

El día que fuí a Uji, que esto os lo cuento en menos que canta un pichón, me encontré un montón de señores mayores con unas pedazo de camarotas que ya quisiera para sí el National Geographic.

¡¡Estaban por todos los lados y sacando fotacos prácticamente a todo!!

Yo les saqué a ellos:










Y es que la veteranía es un grado, y si le sumas tubarros como esos, ya nos ponemos en muchos grados, ya… Digo yo que con semejantes bichos le sacarán hasta las mitocondrias a la gente! Y artritis no se si tendrán, pero cargar con esos mostrencos tiene que tener su aquel…