Información local

Está claro que Japón da la información que da, unos creen que se están guardando detalles para no alarmar a la población y otros que en realidad no saben que están haciendo. Yo no tengo ni idea.

De mi Gobierno no sé nada, la embajada estuvo desaparecida durante tres días en los que dicen que llamaron a gente y después colgaron en un rincón escondido de su amago de página web cuatro chorradas que ya sabíamos todos. Yo sólo conozco a tres personas que si han localizado, el resto no sabemos nada aunque luego salen diciendo que todos estamos bien. Ya no me hacen gracia como siempre, ya es rabia.

Mi familia y amigos están histéricos porque lo que está pasando aquí se clasifica allí como el fin del mundo conocido, dejan noticias catastróficas publicadas en los periódicos y televisiones sin actualizarlas cuando se han solucionado, omiten detalles, ponen las fotos más sensacionalistas posibles… Estoy por leer una noticia buena, y creedme que las hay todos los días. Ahora que somos así, tenemos lo que nos gusta: de la barbaridad de followers que me han salido en twitter por toda esta gaita, la gente retwitea cuando escribo que hay una réplica o un incendio en un reactor, muy pocos lo hacen cuando pongo que se ha extinguido o que la radiación ha bajado.

Los gabachos, precavidos o no, pero gabachos al fin y al cabo, se han pirao. Por lo menos tienen una embajada que les guía de alguna manera.

Yo veo las noticias japonesas y me inspiran tranquilidad, sean o no verdad. A eso le añado que embajadas de países «serios» como los EEUU o Inglaterra están sacando informes en los que analizan y están de acuerdo con la información dada por el Gobierno Japonés.

Me da a mi que los Estados Unidos con tantos militares aquí serían los primeros en gritar cuatro cosas a Japón en caso de que no se estuviesen haciendo las cosas bien. Pero no lo hacen, al revés, les apoyan y envían mensajes tranquilizadores. No digo que todos los americanos sean Jack Bauer, pero de liarla parda entienden bastante y ya lo habrían hecho con tanto avión y tanto equipo militar que tienen ya aquí en sus inmensas bases.

Como en toda situación complicada, están los que exageran y reaccionan de más, y luego los que tratan de pensar con la cabeza. Yo estoy a mitad entre los dos y creo que a no ser que se complique demasiado el asunto en Fukushima, saben lo que están haciendo.

Sigue habiendo riesgos, que explote todo a la vez, que venga otro terremoto con tsunami y arrase lo que quede… de cualquiera de las maneras, Tokyo está a distancia suficiente como para que de tiempo a irse de aquí al menor indicio serio. Si uno se pone desconfiado, basta pensar que gracias a internet tenemos webcams apuntando a medidores de radiación de Tokyo o cámaras de televisión no controladas por el gobierno apuntando a la central nuclear. Nos enteramos al minuto de lo que se está cociendo, nos lo quieran ocultar o no.

De mientras: paso de la prensa extranjera y paso de los agonías expertos de repente en energía nuclear. Os aconsejo que hagáis lo mismo.

Recomendaría leer estos artículos de esta misma mañana, y no tanta cancamusa exagerada.

British Embassy

American Ambassador

Entrevista a César Molins (Doctor en Ingeniería Nuclear)

En Tokyo, de caos, nada

Claro que existe el temor de que la central nuclear pete y llegue radiación con lo que en el peor de los casos lo que tendríamos que hacer sería pirarnos de aquí para el sur.

No lo veo probable, me da que el sábado estaré con el lorco bebiéndome las reservas que tenga Asahi en Asakusa descojonándonos de todo esto.

El gobierno dice que en Tokyo se haga vida normal, y por la calle la vida es bastante normal dentro de lo que cabe, aquí va un vídeo de Shibuya ayer por la noche:

Quitando el viernes, no he visto ni una sola escena de pánico, ni he tenido ningún problema en parte gracias a que con la moto me olvido de los trenes, que quizás es el mayor fastidio ahora mismo.

Hoy voy a Karate, como siempre, no os digo más.

Shibuya is off

Imagen histórica… las televisiones de Shibuya están apagadas debido al ahorro de energía por la central de Fukushima.

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Aún así, la normalidad de Tokyo es de un 90% y el otro 10% es debido a que se siguen dando réplicas, cada vez menos y ello unido al ahorro de electricidad hace que los trenes no funcionen como deberían. Todo es una cadena, al no haber trenes la gente usa coches y la demanda inusitada de gasolina hace que haya que hacer cola para repostar, pero sigue habiendo gasofa. Lo mismo pasa con la comida, el miedo hace que en algunos sitios haya menos, pero sigue habiendo casi con normalidad.

Esto de caos no tiene nada. El caos está arriba, donde el tsunami. Nosotros estamos igual que siempre, ni nos comemos los unos a los otros, ni nos hemos hecho pijamas de papel albal por si la radiación. Vale ya de tanto amarillismo, que tenéis a mi madre asustada, ¡¡copón ya!!.

Tokyo, 11 de Marzo de 2011

El Jueves, el día anterior, me reía sobre el terremoto que al parecer todo el mundo notó pero del que yo ni me enteré. Así de habituales son aquí los temblores, dicen que todos los días hay aunque quizás no tan fuertes como para que nos demos cuenta. De éstos últimos, después de cuatro años aquí, yo diría que uno al mes. No duran nunca más de medio minuto, y suelen tener un momento álgido en el que se mueven un poco más violentamente que el resto del tiempo haciendo crujir la casa de repente. Asustar, asustan todos, pero después de tus cinco o diez primeros, como que ya te dan relativamente igual.

El Viernes, después de comer, empezó como siempre. Paré la música del iPhone, sonaba «Romance de José Etxailarena» de Marea, me quité los auriculares y empecé la ronda de miradas a mis compañeros de oficina esperando el momento en que para y nos colgamos la risa tonta volviendo al trabajo. Pero no paraba, es más: iba a más.

Una chica empezó a medio gritar, dijo «yada yada yada» tres veces muchas veces. «Joder joder joder». Un compañero, decía «dekai» de vez en cuando, en voz baja, como para sí mismo, «dekai», «este es gordo»… hasta que ya alguien gritó «under the table!» y rompió la tensa calma, había que hacer algo y a mi me dio por ponerme de pies y agarrar la chaqueta y el móvil. Muerto de miedo, pero sereno, consciente de la situación.

Como acabábamos de mudarnos a la segunda planta de la nueva oficina, todo estaba pulcramente colocado, no había desorden, no caían libros de las mesas porque no había libros en las mesas todavía. Los inmensos monitores de las salas de reuniones aguantaron en su sitio, no había lámparas que se balanceasen. No era ese tipo de pánico por el caos que se ven en las imágenes de televisión.

Era peor.

El inglés del departamento de diseño lo vio claro y salió corriendo hacia la puerta de emergencia, la gran mayoría hicimos lo mismo, no podíamos aguantar más la falsa balsa de aceite en la que estábamos sumergidos, había que reaccionar. Yo le aguanté la puerta a unos cuantos compañeros más hasta que uno de los filipinos trajo una silla que la mantuviese abierta. Nadie se tambaleaba, no perdíamos el equilibrio, no se nos caía nada encima, pero el suelo se movía y nos sentíamos mareados. De haber sido la octava planta del viejo edificio anterior seguro que habría cambiado el asunto.

Bajamos las escaleras, la primera vez que lo hacía, con orden. Nadie atropella a nadie, nadie se empuja, hay miedo pero no es pánico incontrolado, se mantienen las formas.

El último piso de las escaleras de emergencia da a una valla de rejas que impide la entrada de extraños al edificio… y la salida. Dos chicas de empresas vecinas están ya escalándola torpemente, yo habría podido en ese momento dar dos saltos y pasarlas por encima sin problema, pero no lo hago porque un chico de gafas está quitando el seguro que abrirá la verja. Está muy nervioso, le tiemblan las manos, diría que está llorando, pero logra abrirlo algunos segundos después de que las chicas aterrizan en el otro lado y todos retomamos la carrera hasta encontrarnos en el medio de una calle estrecha en cuesta.

Miramos a nuestro alrededor, el suelo se mueve y la sensación de mareo sigue, aunque no es difícil mantener el equilibrio, es incluso menos que ir de pies en tren. La magnitud de la situación no está en nosotros, está en los edificios que nos rodean, en los rascacielos cercanos que se mueven. No es el movimiento ajetreado que se ve en la televisión, no es un traqueteo, es un balanceo amplio, armónico, cuya suavidad da mucho más miedo. Edificios de más de treinta plantas inclinándose a un lado y al otro, y yo ahí mirándolos con los puños apretados dispuesto a correr donde sea con toda mi alma.

En la carretera cercana los coches están parados, como en esas escenas de las películas en las que los conductores se apoyan en la puerta y miran para arriba. La autopista elevada que recorre media ciudad también se está moviendo, me pregunto si los coches de encima estarán todos apelotonados en una esquina o ni siquiera se habrán movido. Allí arriba están fijos nuestros ojos, de pasar algo gordo en el lugar en el que estamos, todos parece que hemos decidido que será en esa autopista. Las farolas se mueven violentamente, temo que alguna sea arrancada por la vibración y se nos aviente encima. Curiosamente yo me encuentro apoyado en una aquí en el suelo, aferrándome a una falsa estabilidad donde en realidad no hay ninguna.

No sabría decir cuando dejó de temblar el suelo, porque la sensación de que todo sigue moviéndose duró hasta muchas horas después, pero si que pareció normalizarse. Mi primera reacción es llamar a mi novia, pero el teléfono no funciona, paso a mandar un email a su teléfono móvil que si parece llegar aunque no hay confirmación. Ella conduce habitualmente en el trabajo y me da por pensar cosas que no merece la pena pensar, de esas que te nublan la razón y azuzan los nervios. Y me separo del resto para seguir tratando de localizarla desesperadamente, 59 veces pone que lo intenté en el teléfono, ninguna sin éxito.

El mayor momento de tensión fue ese en el que yo supe estar bien pero no sabía si ella lo estaba. Los diez o quince minutos que tardó en llegar su mensaje fueron los peores.

Gracias a internet sé que todos mis amigos están bien y volvemos a la oficina. «Me vuelvo a España mañana» le digo a dos compañeras que me preguntan si estoy bien, y nos reímos exageradamente, demasiado, tanto que casi lloramos de risa los tres soltando tensión y nervios con cada carcajada. Quiero abrazar a una con fuerza, me da igual cual de las dos, pero casi no nos conocemos.

Kiwotsukete ne, tened cuidado.

Todo vuelve a temblar, no es tanto como antes pero ya no dudamos y nos encontramos en la calle de nuevo a la que nos queremos dar cuenta, aunque para cuando bajamos ya ha parado. Miro al cielo, hay nubes extrañas, o me parecen extrañas, el sol pasa a través de ellas dándoles un color entre amarillo y naranja, y no se ve ni un pájaro cuando un momento antes el cielo estaba atestado de ellos. Una chica con una cámara réflex me saca una foto y al ver que la he visto, me hace una reverencia. Alguien me roza el brazo, me giro y una marea de gente se dirige ya hacia la estación de Shibuya, por hoy parece que ya vale de oficina, todos tendrán a los suyos que querer ver.

Subo de nuevo, siempre por las escaleras, y me siento delante del ordenador sin quitarme la chaqueta en ningún momento. Las teles de las salas de reuniones están encendidas y muestran en directo una horrible ola llevándose coches y edificios por delante. Un compañero se ríe cuando un barco choca contra un parking de coches, y se permite seguir haciendo bromas un buen rato. Nadie le ríe ninguna y termina dándose por vendido, después como queriendo rectificar su inmensa estupidez dice «seguro que hay víctimas», en este caso tampoco nadie le concede un atisbo de respuesta, tardará semanas en ganarse cualquier indicio de simpatía.

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Cuatro chicas están llorando, un compañero Australiano dice que dos amigos suyos viven justo donde el tsunami, que en un email uno dice que está bien, que les han evacuado, pero que seguramente no quede nada de su casa, del otro no sabe nada.

Alguien decide que no es bueno seguir viendo aquellas imágenes y apaga las teles.

En una situación dantesca, tratamos de normalizar la tarde y seguimos casi hasta la hora de salir delante del ordenador. Los teléfonos siguen sin funcionar, el país está completamente patas arriba pero nosotros seguimos sentados en nuestros puestos haciendo que trabajamos. Me niego completamente y me dedico a buscar noticias sobre lo ocurrido, a tratar de que alguien contacte con mi familia y les tranquilice sabiendo lo horrible que se pintará el asunto en las televisiones de allí, a tratar de dar el máximo de señales de vida por internet que pueda. Es fácil hoy en día.

«Señales de vida», qué poco de frase hecha y cuanto de verdad.

Las líneas de tren se han suspendido absolutamente todas, el jefe por fin reacciona asimilando un poco la situación y nos dice que nos vayamos a casa como podamos, que guardemos recibos de taxis o autobuses, que nos quedemos a dormir… que lo que haga falta.

Me vuelvo en moto, no marca la velocidad, chirría, se para a veces, pero en ese momento me pareció la mejor moto del mundo. La estampa de Tokyo por la noche es un completo caos ordenado, nadie grita, no hay escenas de pánico, pero las calles están atestadas de gente que incluso anda por el medio de carreteras de coches que no avanzan. Si conducir entre coches no es lo más fácil del mundo, esquivar a personas que aparecen por cualquier lugar hace que tarde el triple del tiempo normal en volver a casa.

Pero puedo volver. Mis amigos lo hacen andando o en bici, hay quien dice que hasta cuatro o cinco horas en una noche de viento que se siente especialmente frío.

Mi casa no está tan mal como pensaba aunque la tele se ha estampado contra el suelo. Es igual, yo lo primero que hago es encender el ordenador y hablar con mi madre via Skype. Estamos nerviosos los dos y se da la ridícula situación de que es ella la que me cuenta lo que ha pasado porque «lo ha visto por la tele», no me deja hablar, no me deja contarle lo que he vivido y yo me muero por contárselo. La dejo hablar y sólo contesto con monosílabos de «si» a sus «¿estás bien?». Finalmente acaba con un «¿para que te has ido tan lejos?», y la emoción nos silencia un rato.

Bajo a la tienda a comprar algo para cenar, pero no queda casi nada. La balda de las botellas de alcohol también está vacía, más que mis vecinos queriendo olvidar, supongo que las estanterías no habrán aguantado los embites.

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Ya en casa rebusco en la nevera mientras otra réplica más me replica el miedo del mediodía.

El pecho se me enfría de repente y esa sensación va subiendo por mi garganta hasta que rompo a llorar allí mismo sentado en un suelo lleno de borra de café con la nevera abierta.

Así me tiro un buen rato: achicando la tensión a fuerza de lágrimas.

Esa noche duermo vestido, de mi cama al refugio de mi barrio le calculo unos 10 minutos corriendo, si ha de pasar que no me pille quitándome el pijama.

El observatorio de la Sky Tree

Me zampo mi bento entero,
al lado del canadiense atontao,
y na más me sale del coraçao
que echaros un post
:regulero:

Iba a contar la gran odisea del terremoto de ayer que leído lo leído, por lo visto ahora Tokyo debe estar en Korea, pero como yo ni me enteré y además tampoco tengo el sobaco pa bodas, aquí suelto un post de esos de copiar algo que ya ha puesto alguien y creerme más original que un cromo de Arconada.

¿Os acordáis de la Sky Tree? ¿no?, no pasa ná, aquí os lo recuerdo yo: es el pincho moruno que se jinca en Asakusa. Mi abuela diría que no hay mejores fotos en internet que las que saqué yo (y yo a mi abuela no le llevaba la contraria nunca). Bueno, pues el caso es que ya tienen el mondadientes del Daibutsu casi pulido ya y ha salido un reportaje sobre su observatorio, que es el más alto de todo el país: 350 metros, un cacho por encima de la Tokyo Tower y la Landmark de Yokohama!!.

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Dicen que en los días sin niebla se le ve la calva a Berlusconi, no te digo más! Bueno eso no han dicho, no, ellos dicen que se verá por encima el hanabi de Asakusa, y en días claros hasta la costa de Chiba e Ibaraki!!


a bird a plane no a sky tree 投稿者 jentertainments2

Ya tengo ganas de subirme, ya…


Fuente de la que he chupao vilmente del bote: Japan Probe (Migué)
He tardao: medio taper entre que masticaba y que no… échale 10 minutos y porque me ha dao por aprovechar la regulerez pa enchufar a un huevo de entradas mías, que si no en 5 lo tenía!

Disclaimer mer: los comentarios se contestarán sólo si se tercia de los colganderos, no espereis mucha mandanga que hay que ser coherentes con el regulerFlavourStyleRulez

:regulero:

Cosas de mi ofi

He aquí una lista de lo que se cuece en mi oficina, ese lugar repleto de peculiares seres a cada cual más rascateclas, pero todos entrañables y sencillos:

– El horario es de 10 a 7. Si llegas más tarde de las 10:15 tienes que apuntar tu nombre en una lista. Que yo sepa, nunca se hace nada con esa lista, pero uno intenta no estar en ella.

– Como yo estoy subcontratado, tengo que apuntar en una excel la hora de entrada, la hora de salida y el rato empleado en el descanso para comer, a final de mes me la firma el atontao de mi compañero que me ha tocado de responsable y la mando por fax a un señor que se llama Jumpei. Por lo demás, contacto 0 con la empresa que me contrató. La excel esa la relleno a principios de mes inventándome horas normales de entrada y salida, y me olvido.

– Para entrar tengo que meter mi clave y poner la mano en un «sensor de venas» que me escaneó al principio. Funciona la mitad de las veces y siempre acaba un compañero abriendo la puerta desde dentro. La cafetería también tiene un chisme para meter la contraseña en la puerta.

– Hasta hoy, cuatro meses después, el teléfono de mi mesa está de adorno, no ha sonado nunca, y por Jesusito bendito que siga así.

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– Hay una chica que entre otras cosas, es la encargada de cumplir las normas de privacidad / seguridad. Si alguien deja la puerta de emergencia abierta, o la de la cafetería, o algún papel con información de algún cliente visible encima de la mesa, mailbronca al canto en 0,3.

– Internet se puede usar libremente, no hay nada capado. Pero no te dejan traer «dispositivos físicos propios», vamos, que nada que no sea de la empresa entra o sale de la empresa, ni en un pendrive ni en nada (lo que es un poco chorrada, porque se pueden mandar ficheros por email libremente, por ejemplo).

– Hay dos tipos encargados de sistemas, uno de todo el tinglao Windows, y el otro del Linux. El de Windows manda absolutamente todos sus emails con lo de prioridad alta, lo que hace que ya no los lea ni Dios, el de Linux no manda ná, yo todavía dudo si sabe hablar humano aquí el amigo Gollum Torvalds, que no se le ve ni la cabeza ahí metido en su cubícueva.

– El 80% de los emails que me llegan son sólo en japonés aunque los de «haz esto y haz lo otro» vienen siempre de mi jefe en inglés. Lo que suelo hacer es leer los japoneses usando el rikaichan en el Chrome para las palabras que no tengo ni idea (afortunadamente cada vez menos, aunque todavía hay un huevo, no me queda ná, moná).

– En mi equipo hay dos filipinos, un chino, un canadiense, una japonesa y dos japoneses, uno de los cuales es el jefe. El cretino es el canadiense y todo el mundo lo sabe, lo que me congratula sobremanera. Uno de los filipinos erupta como quien se rasca la nariz y nadie pone caras raras. El chino también pastababea comiendo con la boca abierta. A pesar de estas bobadas, me caen todos muy bien, excepto el rascayú parlapuñaos del canadiense, claro, hasta que no le vea trabajando o haciendo algo he will never have my respect.

– El equipo de diseño usa Macs, el de administración PCs, y el de desarrollo PCs y Macs que se rotan dependiendo del que esté programando para el iOS en ese momento. Yo ahora mismo tengo un PC y un Mac porque me ha tocao currelar para el iPad. También hay dos iPads, un iPhone 4, un iPhone 3GS, un iPhone 3G, una Blackberry y un Android. El tarao de mi compañero usa el Android para ver su email personal y se le olvida cerrar sesión lo que ha hecho que alguien vea emails del que creemos que es su novio. Allá cuidaos mientras a mi me deje en paz, que al tío no le gusta cosa más en el mundo que escuchar su voz, que pesao es, la virgen que de sandeces puede haber soltao al cabo del día.

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– El equipo de desarrollo se está orientando cada vez más a programar para el iPad, no son aplicaciones a vender en la App Store, sino para convencer a clientes que no necesitan cargar más con un portatil para hacer su trabajo. Me ha sorprendido ver que tienen razón, una aplicación para el iPad desarrollada a medida para un cliente le da mil vueltas en cuanto a eficiencia / usabilidad a la mejor de las soluciones web. The world is changing.

– Aproximadamente la mitad de la gente traemos la comida de casa, en la oficina anterior la cocina era bastante grande y la peña comía allí junta, ahora se forma un corro al fondo y se zampa allí. Yo, siguiendo con el ñú flavour que me caracteriza, zampo sólo delante del ordenador contestando comentarios del blog o leyendo el correo. Todo por no tener que aguantar más al protagonista de los mediodías, adivinad quien es. La razón por la que traigo la comida, más que por ahorrar dinero, es por comer sano.

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– Como tampoco quiero ser un autista y los de mi equipo me caen bien, los viernes voy con ellos a comer por ahí un menú del día. La mayoría de las veces no viene Matías, lo que mola. La gente es muy sana, los filipinos son extremadamente cordiales y uno habla igual que el indio de The Big Bang Theory, me río mucho con él a nada que dice hola.

– Si uno se queda currelando más tarde de las ocho, la empresa paga la cena, el jefe se encarga de ir mesa por mesa uno por uno preguntado qué queremos pedir (el sushi está cojonudo). Si te quedas más tarde del último tren, te pagan el taxi o un hotel. A mi solo me ha tocado una vez y volví en moto, pero quedarse hasta tarde no es para nada normal, fue una excepción. De convertirse en algo habitual, empezaría a buscar otro trabajo ya, no me importa lo que me paguen ni tampoco demasiado lo que me pongan a hacer porque hace tiempo que la informática me la refanfinfla, mi prioridad es poder seguir haciendo mis gaitas saltimbanquiles.

– Antes teníamos un proyector en la sala de reuniones, pero ahora lo que hay es una pedazo tele Sony Bravia de cientodocemil pulgadas y tres chinches enchufada a un ordenador. Poco futuro les veo yo a los proyectores ya.

– En la cafetería hay una cafetera normal, otra de esas italianas pa hacer cafés al momento, un microondas, un horno, una movida de esas de bidones de agua que siempre tiene agua caliente y fría, tres o cuatro tipos de tés, una máquina de bebidas con las bebidas a mitad de precio (en Google eran gratis!) y un chisme con snacks donde puedes coger libremente aunque pone que eches 100 yenes cada vez que pillas algo.

– Apenas hay burocracia, lo que mola mucho. Uno tiene que rellenar las hojas de horas y lo de las vacaciones con un poco de tiempo, pero poco más, no hay chorroformularios para gilipolleces en plan «solicito que se me instale el photoshop» ni tonteces varias de perder el tiempo, mandas un mail al rascayú que sea y fuera. Eso mola.

– Algunos proyectos se hacen para India o Brasil y a veces nos tenemos que quedar tarde solo para asistir a alguna reunión por videoconferencia con ellos y que coincidan los horarios. Siempre somos los de Japón los que trasnochamos, eso no mola.

– Se hacen muchos POC, «proof of concepts», los tres proyectos en los que yo he trabajado son de ese tipo. Básicamente demostramos que hacer algo sería útil para un cliente, hacemos un prototipo y se lo enseñamos, si le gusta, hacemos el proyecto real. De los míos, dos han sido usando el nuevo API de Google Maps, y el otro lo del iPad. Eso mola, lo de investigar, proponer y desarrollar cosas nuevas. Por lo visto, el 90% de los proyectos que se consiguen son así.


Anexo

El iluminao de mi compañero no se ha ganado mi simpatía ni las de mis compañeros por manía. Pasemos a diversos ejemplos prácticos:

ej1) El tío habla bien japonés, cada vez que llega alguien nuevo a la oficina le humilla con la frase «yo no sé lo que tu sabes de japonés, pero para trabajar aquí deberías poder defenderte sin problema». No es cierto, todo el mundo habla inglés aquí, pero él se empeña en hablar en japonés en reuniones si hay alguien que no sabe mucho (como yo mismo o uno de los filipinos) y dejar bien claro que habla bien (lo que es verdad).

ej2) Ha comprado un espejo y lo ha puesto al lado de su pantalla porque dice que le espiamos.

ej3) Se ríe diciendo «keikeikeikei», no es «jajaja», es «keikeikei», como si fuese un dibujo animado. Es una risa tan artificial que a veces da hasta miedo.

ej4) Cuando llegué yo al equipo estuvo una semana quejándose con que él era el único inglés nativo, que eso no era normal. Lo decía delante de todo el resto sin importar o pensar que podia ser ofensivo para los demás (a mi me la parapapea).

ej5) Dice frases tópicas, como «vosotros los filipinos», «vosotros los japoneses», «vosotros los españoles», y nunca tiene razón, aunque nadie le discute por no oírle.

ej6) Corrige absolutamente a todo el mundo cuando habla en inglés, da igual que estés hablando en una reunión delante de todos que sólo con él.

ej7) Se queja de todos los restaurantes a los que vamos, cuando se apunta, y elabora una lista con una serie de razones detalladas por las que «no vamos a volver allí».

ej8) Cuando vió mi moto dijo: hace mucho ruido, es pequeña, tiene un espejo más arriba que otro y el cajón ese del maletero se mueve mucho. Yo no le pregunté su opinión en ningún momento.

ej9) Le dice cosas a la gente sobre su forma de vestir: «esos pantalones te quedan grandes», «esos zapatos son muy viejos», «ese jersey es horrible».

ej10) Dice que entiende español porque como sabe francés, pues eso.

Buff, paro ya, que monopoliza el tontainas el post y no era mi intención…

Sueños arrastrados

Hay veces, algunas, en que algún sueño decide quedarse a compartir un poco de la mañana que debería haberlo sentenciado y sigue ahí, como queriendo dar a entender que la consciencia no es más que otro poco de un todo no desmadejado del todo. Y así, con la vista espesa y los pensamientos más imaginados que pensados, uno empieza el día compartiendo una realidad que se antoja menos real.

Ayer me costó un café y una ducha convencerme del todo que no estaba en Zalla, y que no había sido mi madre con sus tejemanejes en la cocina la que me había despertado, sino el casero sacando los cubos de basura a la calle principal.

Me desperté, si, pero un buen rato después de levantarme, y la sensación de estar en tiempos de Universidad con mi familia en mi casa me acompañó hasta bastante más tarde. Parecía que en cualquier momento Javi iba a abrir la puerta de la habitación para preguntarme, aburrido, que qué estaba haciendo.

De verdad que si, no me habría extrañado escuchar su voz.

Son días raros, ausentes, emotivos, tristes y al tiempo felices, nostálgicos, diferentes, más de vivir por dentro y pasar el trámite de las horas mientras se desea volver a estar solo.

Uno se mide con uno mismo; razón y corazón imponiendo a hostia limpia pensamiento contra sentimiento hasta dar con algún tipo de respuesta que calme la desazón del alma, que es la que reina en estos días tan vacíos como fundamentales.

Razones que expliquen porque un invierno y diez mil kilómetros me separan del mundo de mi sobrina en el que yo no salgo.

Respuestas que aclaren porque Javi no me tira ya de las orejas en mis cumpleaños, ni paseamos por el pueblo como hacíamos a veces, muchas menos de las que ahora quisiera recordar.

Uno pesa y sopesa los motivos que expliquen cada día no vivido cerca de los míos, trata de buscar que compensen, que cuadren los latidos al final del día y parezca, aunque sea por meros pálpitos, que lo que se está haciendo tiene alguna razón de ser, que merece la pena pasar la gran mayoría de las noches de invierno en una casa donde el que llega siempre es el mismo que la deja vacía cuando se va.

Todo se intensifica. Lo malo es horrible, lo bueno maravilloso. A veces del lado de los ventrículos y otras de las entrañas, pero todo importa porque esos días son tristes y felices a la vez hasta que llega la noche donde sólo puede ser uno de los dos.

En el último sumaron tus ojos que aunque pequeños, son dos, y son ya un poco mas míos que tuyos aunque tu no lo sepas. Tampoco sabes que contó lo chato de tu nariz multiplicado por tu boca, esa con la que me ríes, y que todo se elevó al cuadrado del calor de las manos con las que me haces olvidar el viento de enero.

No te dije nada, no te conté que esa mañana salí llorando de casa. No hizo falta porque, ¿sabes?, se me olvidó…

Ikubiblia: trámites

Pasemos al capítulo dos de la ikubiblia, ese compendio de sabiduría según San Tosca, ese manual de la vida cotidiana japonense, sin patrañas ni mentiras escritas por los reguleros mayores del condado, que da tirria leer según que cosas… la bilis se me sale por las narices, ¡la bilis!.


Trámites y papeleos

– Un extranjero que viva aquí tiene que lidiar con diversos trámites sin que deba (y a veces pueda) escaquearse: hay que sacarse la tarjeta de alien-gaijin, registrarse en el distrito donde se vive, pagar impuestos de la zona y arreglarse los papeles para pagar jubilación y seguro médico, aunque es habitual que estos dos últimos te los descuenten del sueldo directamente (te lo suelen dar a elegir cuando firmas el contrato). Absolutamente todo es un Cristo gordo como un Buda empachao, un jaleo del copón, no hay ni uno que sea fácil y prácticamente nadie habla inglés en estos sitios (que son departamentos creados para tratar con extranjeros, touch your eggs if you dare). Hay más gente que habla inglés dentro de un club de Shibuya que en cualquier oficina de inmigración, and this, my friends, is a fact. En España será peor fijo, porque encima los funcionarios son unos bordes dejaos, aquí por lo menos te sonríen y no se van al café.

– El visado hay que renovarlo con tiempo y dicen que tardan un mes en hacer el papeleo, aunque el mío tardó una semana porque soy un tipo grácil y simpático. La oficina de inmigración de Tokyo está en Shinagawa a tomar por cleta de todo en un sitio super desolado al que se llega en bus desde la estación de Shinagawa, un bus petado hasta las trancas que da más vueltas que el spaguetti que se cayó al suelo del escurridor. El máximo visado de trabajo que se puede pedir es de 3 años, otra cosa es que te lo den. Para que te lo mantengan si te piras del país de vacaciones, tienes que apoquinar dinero y pedir un permiso de reentrada. Es papeleo fácil y no es que sea caro, pero tienes que irte hasta allí, que es donde Shrek echó el erupto. Se rumorea que están a punto de ampliar el máximo visado a 5 años y quitar esto del re-entry permit, pero también decían en España que iban a quitar el límite de velocidad en las autopistas como en Alemania, y mira la gracia.

– Estás obligado a llevar en todo momento la gaijin-card bajo pena de multa… en teoría, porque a mi me han parado dos veces y no la tenía porque había ido a correr con lo puesto. Multa no he pagado, pero las dos veces la poli me «escoltó» a casa a por ella.

– Gracias a un acuerdo entre Japón y España (y prácticamente medio mundo, no nos creamos de más), es sólo cuestión de papeleo que te convaliden el carnet de conducir, aunque es un auténtico jaleo y de fácil no tiene nada por mucho que digan por ahí lo contrario. Ahora que no tenemos que hacer ningún examen, ni práctico ni teórico, lo que sería la muerte directamente, imagínate el teórico en japonés con la misma palabra esa que me usan para los colores verde y azul.

Hay un documento en concreto que es bastante cachondo: te piden que demuestres que has vivido por lo menos seis meses en el país donde te dieron el carnet después de habértelo sacado. Esto que parece obvio, es una jodienda cuando no se tiene un pasaporte que quede entre esa fecha y carece totalmente de sentido en Europa donde podemos movernos libremente por cualquier país sin que quede reflejado en ningún documento. Yo entregué el título de la Universidad de Deusto en castellano y en Euskera, no te pierdas la que se montó allí explicando que era cada cosa. Ahí va la ostia. Y pues, añado.

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– Comprarse una moto, sin embargo, es tirado, te dan un papel con el que te sacas un seguro en cualquier tienda y con ambos te dan una matrícula al momento en el ayuntamiento de tu zona. Luego aprende tu a conducir por el otro lado, descifrar los cruces y leer las mentes retorcidas de los taxistas y su uso aleatorio de los intermitentes y rayas de la carretera. La vida es un reto, amigos, retémonos!, retémonos!

– Para alquilar un piso necesitas un aval, no te lo alquilan por tu cara bonita y tu nariz griega, una de dos: o tienes un amigo japonés que firme y responda por ti, o pagas dinero a empresas que se dedican a avalar peña. Está claro: a base de pasta, to’l mundo es Gandhi. Si el piso es a través de una inmobiliaria, tienes que pagar normalmente el equivalente a un mes a esta gente por sus servicios. También se le paga al dueño una cantidad equivalente a uno o dos meses de alquiler al principio porque si, y este dinero se le suele tener que volver a pagar cuando hay que renovar el contrato. Vamos, una comedia que aquí es así y no queda más remedio. El primer mes suele ser chata la cosa, si mi renta son 73.000, pongamos que pagué 73.000 a la inmobiliaria, 73.000 de depósito en teoría reembolsable, 146.000 al dueño en concepto de «key money» (me pagas porque me sale del hidari tamago) más 73.000 del primer mes de alquiler, total: 73.000 x 6=comiendo lechuga hasta seis meses después, onigiris los domingos.

– Puedes domiciliar tus recibos por el banco o puedes recibir las facturas en casa y pagarlas en cualquier combini. Esto significa que te mandan una carta a casa donde pone un precio y una fecha límite, tu vas con eso a cualquier combini, allí lo cogen, le enchufan el lector de código de barras y te dan un resguardo. Ale, ya has pagao la luz, el teléfono, internet, el gas o el agua. Lo mismo pasa con los impuestos municipales y la seguridad social. Dado que las tiendas están abiertas las 24h, esto es una gozada, aunque es jodido no salir de allí con un kitkat o algo… ya que vaaaaas…


Y hasta aquí todo lo que me acuerdo… ojo, que esto no es una dictadura. Bueno, si, es una dictadura con los porsaquiles que vienen a tocar los huevos dejando comentarios pa dar por saco siempre, que a esos ni agua. Pero para las personas aquí como nosotros, no, así que todo lo que se desmienta o aporte algo al post será bienvenido y reeditado si es menester.

Atentos a sus kioskos, la siguiente entrega en ciernes: ¡Comida y bebida! y de regalo, una foto de un luchador de Sumo calvo!

Ikuweek

Homenajeando (o plagiando más bien) al Zordor, aquí va mi semana resumida en imágenes, a lo informe semanal pero con el tío Tosca en vez de la Rosa Mari. Cantemos la música: tantantararaaan tantantararaaaan

El domingo me fui a un parque a ver los ciruelos en flor, ba, na del otro mundo y con el friski que hace como que se miran las flores a toda hostia y dan más igual que otro poco…

¡Buen fin de semana, compas!
:ungusto: :gambi:

Miel de la de verdad

Corría el año 2010 y el que les rascateclea se disponía a celebrar su cumpleaños en compañía de queridas y amadas amistades, cuando un regalo inesperado nubló con caracter retroactivo a cualquiera de los regalos recibidos desde que se tiene memoria. Básicamente era un bote de miel con tropezones, pero, ay amigos, analicemos el documento gráfico antes de nada, monada:

Prosigamos no sin antes aclarar que el salto que pegué cuando abrí el bote fue porque todavía no era segundo dan de Karate, ahora mismo no habría mostrado ni el más mínimo atisbo de sentimiento ni sorpresa siendo fiel a mi nueva condición de pequeño junco Toscanense que fluye en el viento.

Llegados a este punto, cualquier persona independientemente de su provincia natal, habrá sacado ya dos conclusiones:
1- El espejo tiene tanta mierda adherida ya al propio material reflectante, que haría las delicias de Walter toda una tarde.
2- De La Granja San Francisco esto no es.

Procedamos al desenlace: resulta que la Nere se había ido ese día de excursión al Japón profundo y me trajo este botecico lleno de abejas del tamaño del dedo gordo de mi pie. Como dijo que era para regalo, la señora de la tienda, amablemente, hizo un transvase abejorrense de botes cercanos para potenciar el factor sorpresa del momento apertura boticuero (insisto en lo del segundo dan, esto con el entrenamiento adecuado, ni pestañear).

El asunto es que tu te vas zampando la miel y cuando vayas por la mitad del bote, la rellenas con miel de toda la vida. La mezcla reacciona ahí con los abejorros que le van dando regustillo haciendo, además, que se oscurezca, cuanto más oscura, más sabor. Si ya ves que tienes el día cachondo, te puedes comer los abejorros que por lo visto deben crujir de lo lindo lirindo, ¡proteína en estado puro!.

No se ha dado el caso.

La miel está cojonuda, eso sí.

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¡Gracias Nere y Guille!
:gustico:

Anexo la explicación original recibida por email:

T hago un rasumensillo

A ve… er bote tiene miel normá y abejorrone. Pue tu te va comiendo la miel, cuando te l’akabe, le esha má miel normá. Losabehorro son lo que le va dando ergu’ttiyo a la miel. Según se vaya o’kkuraciendo, mehó sabe.

Si ere un masho de verdá, te pwé komé losabehorro, te lo huro por mi muerto’tó! Eso me diho la vieha que la vendía, asínque… sierra losohillo y pa entro!

:D

Buenos Días Javi Nieves

… y luego suena chan chan charachaaaaan, y normalmente empieza mi ofuro. Vamos, que hay que buscarle mañas al invierno para sobrellevarlo con la cabeza bien alta y el cuerpo bien caliente, y mi baño de las noches no me lo quita nadie. Ya puedo tener cuarenta emails esperando y diecisiete llamadas perdidas, que ese momento es mío. Bueno, mío y de Mar Amate, y de Javi Nieves, y de Jimeno y sus niños y de parejas que a veces no saben que lo son, y a veces nunca lo serán.

Vamos, que si antes aguantaba cinco minutos dentro de la bañera, ahora sólo salgo de allí con los dedos como dátiles cuando acaba el quientetienta. El de ayer salió mal, por cierto, que no le quiere ni ver decía.

No sé si por nostalgia, o por estar hasta los huevos de tanto hablar en inglés y japonés, pero les escucho porque me gusta el buen rollo que tienen, me río mucho con Javi cuando se ríe él de esa manera espontánea tan suya, tan de niño, ojalá la mía se le parezca un poco. Está claro que como a tantos otros, que lo sé yo, la voz de Mar Amate me tiene enamoradísimo, como sea en persona la mitad de simpática que en la radio… Y luego están Jimeno y sus chavales que con sus verdades, que ellos dicen que siempre las dicen, me acaban de remachar la sonrisa y así, entre todos me ponen el pijama cuando poco queda ya que sacarle a la noche más que algún que otro sueño prestado que habrá que devolverle al despertador en nada. Je, y ellos hacen el programa de madrugón, lo que son las cosas.

Total, que el otro día el programa iba de eso de lo que uno no se olvida ni pa Dios desde crío y hubo una chica que decía que se sabía la canción de Candy Candy en japonés de memoria, aún sin tener ni idea de japonés ni de lo que decía. Ahí fue donde salí yo, bueno no salí, me mencionaron, un ratito solo, pero no veáis la ilusión que me hizo cuando el tío Ro me mandó el email…

Ellos no lo saben, pero todas las noches yo les digo eso de «Buenos días Javi, buenos días Mar», antes de irme a dormir.  

おやすみハビ
おやすみマル

Oyasumiiiii Javi y Mar

¡¡ Un San Valentín del copón!!

El día de ayer duró cuarenta y siete horas por lo menos, desde que me pegué el madrugón padre para ir a inmigración a chanchullear mi visado hasta el último tren en el que llegué a casa desde Asakusa pisando nieve cargao de chocolate (Dios, me encanta este país).

Ahí van las instantáneas que lo son como el Colacao o incluso más:

La moto se quedó en la oficina y se zampó la nevada, no tengo yo todas conmigo de que vaya a arrancar luego, no…

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Eso si, aun con nevada bonica y todo:

:ojetepalinvierno:

Akarenga

Pasamos muchos días y un abril juntos hasta que uno de los dos no pudo con el otro. No acababan de cuadrar opiniones que se falseaban demasiado y ése era el problema, que siempre quedábamos bien aún no sintiéndolo. O no, yo que sé, si todavía no tengo claro que fue lo que pasó allí.

Pero el caso es que estuvimos juntos una temporada, y empezamos a querer querernos, creo que tu un poco más que yo, aunque yo tenía más ganas de quererte que tu. Hubo muchas tardes de paseos yendo de la mano y cervezas de yakinikus de esquina, meses de soledad compartida a la sombra de cualquier árbol que quisiera cobijarnos, sin preguntas sobre el pasado ni atisbo de planes de futuro, pero con edredones y sábanas en común. Como si sólo importasen las horas que eran nuestras y no hubiese que pensar más allá… ni más acá, porque estaba poco claro por donde iban a ir ambos. Es lo que es, los dos lo sabemos y ya, ¿para qué liarlo más?. El pijama está bien donde está, que yo te lo lavo para cuando vuelvas.

Un día nos encontraremos, y tendremos el doble de edad, y nos miraremos a los ojos recordando que el ahora fue ayer, y por mucho que te empeñes, no me habrás olvidado, eso te lo he ganado ya
¿Y porqué querría olvidarte?
Porque lo veo en tus ojos, en tus gestos, en la fuerza que pones de menos cuando vamos de la mano y nos cruzamos con alguien que conoces. Esto para mi es un sueño que sé que acabará cuando tu lo decidas
Dices cosas muy raras -mentía yo, acatando sin rechistar lo que los dos sabíamos y sólo ella se atrevía a reconocer.

Parques, templos, bares, paseos, ningún viaje fuera de Tokyo aunque muchos fines de semana dentro, algunos incluso de los de tres noches y tren de ir al trabajo los lunes compartido hasta donde coincidía. Cuatro ojeras para dos desgraciados de oferta, como éramos nosotros dos, con oficio y con beneficio, pero sin una mísera mueca de felicidad por descubrir mientras nos turnábamos ser el roto o el descosido.

El asunto trataba ya de buscar con quién los latidos latiesen juntos más que apañarnos el uno al otro la melancolía del que se sabe sólo, y por primera vez en mi vida, di yo el primer paso de la caminata que me llevaría a volver a sentir el frío del invierno dejando de lado un calor que aunque harto apetecible, se sentía casi siempre frío como el témpano. Pan para hoy y pan para mañana, el hambre vendrá después, a la que no mires.

Y así fue. Adios, hasta luego, hasta siempre, hasta nunca. Hasta cuando sea que cuadre que nos volvamos a sentir solos los dos a un tiempo.

Y no cuadró más.

El sábado pasado, por la noche, llegó un mensaje como respuesta a la llamada perdida de aquél número desconocido que irrumpió en mi teléfono a eso de las cuatro de la tarde.

Hola Oskar, hace tanto tiempo… estaba dando un paseo por Yokohama y me acordé de aquél día contigo, era invierno y hacía frío, como hoy, ¿te acuerdas?… sólo eso. Hasta luego

Y no fuí capaz de contestar.

Segata Sanshiro

Llevan en el curro unos días revolucionados descojonándose vivos viendo un vídeo por internet, que la verdad es que tiene su miga. Resulta que a finales de los 90, la Sega Saturn era la consola más famosa que había pero la nueva Playstation amenazaba con quitarle protagonismo, así que los creativos de Sega la liaron parda con una idea absurda de la que salió un personaje que no tenía ni pies ni cabeza, pero que se hizo tan famoso que relanzó las ventas de juegos de la consola prolongando su vida un par de años más.

Los anuncios los protagonizaba un experto en todas las artes marciales del mundo mundial llamado «Segata Sanshiro» cuyo nombre suena a «Sega Saturn shiro!» que significa «A jugar a la Sega Saturn!».

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La mayoría de los anuncios creados son para vender juegos, así que el Segata Sanshiro sale haciendo algo del juego en cuestión «a su estilo»…

Jajaja, el de los zombis que se vuelven a levantar y grita «esto no son humanos!!!» me tiene loco!! jajaja

Bueno, total, que ni sé los anuncios que hay y ni sé lo que me va a costar quitarme la canción pegadiza de la cabeza, madre de Dios. Pues el caso es que se siguieron vendiendo consolas y juegos, y fue tal el éxito de este hombre que le hicieron un juego para él solo.

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La Playstation, aunque más tarde debido en parte a Segata Sanshiro, acabó imponiéndose en Japón y en todo el mundo, y en Sega se dieron cuenta que no merecía la pena seguir luchando contra lo evidente y se retiraron del mercado, pero no sin un último anuncio en el que Segata Sanshiro se sacrifica por la propia Sega:

Después de aquello, lo único que quedó fue un vídeo musical con la canción y un montaje con todos los anuncios creados para esta campaña que a mi me parece ya legendaria, y eso que a mi las consolas y todo esto ni me va ni me viene. Será la crisis que estoy teniendo con haberme dedicao a la informática, que todo lo demás me parece cienmil veces mejor…

En el siguiente vídeo, que es el que tiene el records de vistas de este mes de mi oficina, se cuenta toda la historia y se recopilan muchos de los anuncios sino todos… no hay por donde cogerlos, pero molan muchísimo y tuvo que ser acojonante participar en una campaña de publicidad parecida hace ya casi 20 años !!!

¡Buen fin de semana!
:regulero: & :gustico: & :gambi:
:ojetepalinvierno:

Conversación de dos ruedas

Volviendo en moto para casa un sábado por la noche más bien tarde que pronto, debajo de mi aliada la luna lunera, me para la poli:

Buenas noches, mire, esto es un control de alcoholemia, por favor sople aquí -y me pone un tubo delante al que se le sopla desde lejos sin metérselo en la boca ni nada
Fffffff -soplo sin preguntar, que esta me la contó el Lorco y ya me la sabía
Muy bien, ha dado usted cero, no está bebiendo nada, ¿verdad?, siga siendo responsable y conduciendo con seguridad
En realidad estoy bebiendo esto -y le enseño la lata de té calentica que llevo en el bolsillo de la chaqueta
¡Qué bien hablas japonés! -el día que sea verdad esto…- ¿y bebes té verde? ¿no está amargo?
Si, pero me gusta el sabor, si yo hasta estudié la ceremonia del té un año y medio y todo!
¿En serio? anda la leche. ¿pero tu cuanto llevas en Japón?
Pues casi cuatro años ya…
Eso es mucho tiempo!!, ¿eres sueco?
– No no -¿pintas de sueco yo?- de España, del norte -ostia wa achi iku dakedo (ahí va la ostia pues)
¿España?, campeones del mundo de fútbol, ne
Si si, menudos artistas
¿Y porque estás aquí? ¿estudiante de la universidad?
Me ves jóven, ¿eh?, no no, hago páginas web aunque…

Se acerca alarmado haciendo gestos el compañero encargado de parar a gente con el sable láser, miramos para atrás y resulta que hay una cola de motoristas ahí formada ya del copón esperando su soploturno. El poli que me daba palique se pone serio de repente

Prosiga su marcha y no olvide conducir con cuidado
Hai, ryoooookai desu!

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San Walantain

No, si yo es por comentar… que el lunes que viene es San Walantain, si si, otro año más, ya, tan pronto…

Que ya puedes espabilar, que siempre te pasa lo mismo y acabas comprando lo primero que pillas y quedando reguleramente como tú sólo sabes…

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Que si, venga, que claro que eso de quererse durante el año está muy bien y es muy bonito, pero que el detallico de San Valentín es la guindica al asunto, pos también lo sabemos tu y yo…

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Que si una corbata, que si colonia… buff, madre del amor hermoso, cómo andamos de originales, ¿eh?, ya puestos cómprale otra bufanda para ver si ya se le deja de ver del todo!

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¡¡ No preocuparse más, mozos y mozas !!

Todos sabemos lo que es eso de no tener ni zorriquica idea de qué regalar, que me vais a contar a mí que soy quedamal acreditado con honores… Weno, pues el caso es que en Ikusuki, que somos como el Señor Lobo, os solucionamos la papeleta, así que ahora que todavía estáis a tiempo, seguid instrucciones:

1- Elegid camiseta para vuestro amorcico querido, y nos pasáis el nombre para que le hagamos una pedazo de etiqueta personalizada que se va a quedar chato/a, de amor, si, pero chato/a.

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2- Aprovechad el viaje y si os pedís otra para vosotros, los gastos de envío nos los comemos con patatas (ojo! estamos hablando de 6 euros menos, esto es la locura del amor que nos afecta aquí al meloncio!!). Con que nos indiquéis en el pedido el lío, nosotros ya lo hacemos todo en condiciones (bueno, Bea, que a mi me pilla un poco a desmano…)

¡¡ Al que no le quieren más es porque no quiere !!
:gustico:

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Paso de ciervo

Ahí va un post de esos de poner cuatro letras y un vídeo que ha hecho otro y quedarse sentao a esperar cieneces de comentarios que no nos hemos merecido por tener la osadía de airear nuestros floridos tamagos-manzana aportando lo mismo a la red que ponerle intermitentes a la Yamanote.

100% :regulero: flavour

Al lío que tengo reputación regulera que mantener y rascables que han de ser rascados. Total, que en Nara hay ciervicos por allí a su pedo lo saben hasta en Albacete, pero el caso es que resulta que aparte de zamparumiar, últimamente han aprendido a cruzar la carretera, ojo, cuidao aquí. Yo sólo estuve una vez visitando al tito Fla cuando vivía por allí cerca, y me acuerdo de ver un ciervo a punto de ser atropellado al pasar a toda hostia delante de un coche que frenó de milagro evitando que cenaran misobambi los lugareños esa noche.

Pues bien, veamos el vídeo, que ahora van y se me esperan en el paso de cebra (prima-hermana del ciervo), y no pasan hasta que no cambia el semáforo:

Deer crossing the street in Nara, Japan from Catherine Davis on Vimeo.

Yo creo que más que a descifrar el semáforo lo que han aprendido es que la gente está esperando y cuando les ven pasar, pasan ellos, lo que no deja de ser acojonante, ojo!!!! cualquier día les vemos cambiando árboles por totos!

Mi experiencia con los ciervos de Nara se resume entrañablemente a partir del minuto 2:14 de este bonico vídeo…

Ikusuki y Flapy por Nara from ikusuki on Vimeo.

Y no podría quedarme más a gusto que un arbusto sin despedir el post regulero con una sabia reflexión #turismoBisbal (también plagiada, por supu)

Anda, si Cristiano Ronaldo es de Madeira!!!, como Pinocho!!!

Segundo dan

Otro hito, otro momento especial a señalar a fuego en alguna neurona para tratar de que su recuerdo siga ardiendo cuando a su alrededor hayan muerto la mitad. Que cuando sea de las últimas en morir, que lo haga echando humo para que se sepa que ahí se forjó algo importante.

No fue especial en el sentido que imaginé. Lo cierto es que a Suzuki Sensei se le olvidó completamente, pero ayer no aguanté más y pregunté por él, por el diploma que certifica que empezando desde cinturón blanco hace tres años y medio logré sacarme el segundo dan de Karate en el cuartel general de la SKIF en Tokyo, con Kanazawa Kancho de examinador.

Con el karategi empapado, un tobillo dolorido y barba de tres días llamé a la puerta de los profesores apenas esbozando un sumimasen en un tono mezcla de vergüenza, respeto y ya impaciencia.

– «Siento ser maleducado, pero es que todavía no tengo el título de segundo dan»
– «Eh, ¿no te lo hemos dado todavía?, ¡ya nos vale!, espera que lo tengo aquí, perdón, perdón»
– «No no, no importa, pero es que tengo muchas ganas de verlo»

Debajo de dos o tres títulos creo ver mi nombre en Katakana, quizás del puño de Kanazawa Kancho. Suzuki Sensei se hace más Sensei, lo coge con las dos manos y me lo da con una reverencia:

– «Enhorabuena. Oss»
– «Arigato gozaimashita. Oss»

Y ahí me quedo un rato, con la cabeza agachada y los brazos adelantados sujetando aquél papel con las dos manos mientras trato de contener las lágrimas. Como ahora. O más porque ahora no hay nadie delante.

– «Ahora a por el tercero»
– «Oss» –alcanzo a contestar y me voy al vestuario. Rápido porque aunque nadie iba a decir nada, mis lágrimas sólo las veo yo desde atrás, no son para enseñar a quien no toca.

Recompongo el gesto mientras me cambio de ropa y empiezo a pensar, de nuevo, en un futuro en el que haya gente que quiera aprender todo lo que me están enseñando. Me pregunto si seguiré delgado y en forma o me habré abandonado al hastío descuidándome y descuidando parte de lo que éste arte significa por culpa de haberlo enrutinado. Pienso que quizás le pondría la misma pasión que Suzuki Sensei o la disciplina de Murakami Sensei o quizás la dureza física de Tanaka Sensei, o una mezcla de todos y ninguno con mi alma por método. Sueño, una vez más, con ser anfitrión de los que ahora son mis profesores a los que apenas devolver la deuda de hospitalidad contraída día tras día, mes tras mes, año tras año, mae-geri tras mae-geri.

Y así, viviendo entre nubes por una noche, regreso a casa a dejar de soñar para empezar a dormir.

Gaijin-poi

Yo me echaba colonia todos los días, era costumbre y la importé aquí hasta que una vez saliendo del combini que hace esquina, vi que la dependienta estaba moviendo la mano delante de su nariz aireando la pestuza que por lo visto habíamos dejado yo y mi primo CalvinKlein.

Ahí empecé a sospechar que igual esto de perfumarse no tenía el mismo efecto seductor que en mi pueblo (más bien ná porque nunca me he comido un rosco, aunque estoy homologao porque todo el mundo sabe que en Euskadi nosefo… ¿tufo? pues nosotros nofo, es así la cosa).

Un día me olieron y me dijeron la frasecica del título, «Gaijin poi», que viene a decir algo así como «al estilo extranjero». Dejé de echarme, porque soy bastante tonto pa estas cosas y me da vergüenzica llamar la atención sobrio. Y desde entonces cada vez que voy por la calle y apesta a colonia, cuando me giro veo a un extranjero el 95% de las veces. Vamos, que es costumbre nuestra y no de ellos, lo que no quita pa que en ambos equipos haya excepciones, ojo. Peeero se nos asocia el asunto a los extranjeros.

Hay más gaijinpois, más gestos o asuntos típicos que desencadenan la frasecica que tal y como yo la entiendo no viene a dar por saco, sino que te la dicen en plan curiosidad como diciendo «fíjate tu lo que hacéis que nosotros no!! hay que ver como sois!!».

Ahí va una lista de las que me han tocado a mi:

– Llevar gafas de sol
– Llevar pelo corto engominao a lo pincho parriba o crestica
– Cuando empezó a venderse el iPhone hace unos años tener un iPhone era un gaijinpoi del copón (ahora lo tiene todo Cristian)
– Dejarse patillacas y u o perilla
– Ir en manga corta en invierno (esta no me la han dicho a mi que soy el más friolero del reino y duermo con leotardos, pero si sobre otros rascayús que no se si eran rusos pero los tenían amandarinaos)
– Sacar fotos a gente poniéndoles la cámara prácticamente en la jeta sin pedir permiso
– Decir «arigatoooooo» en plan kawaii como si fueses una gyaru shibuyense. Aquí también aplica decir todo el rato «chooo» y algo en plan «mucho, muy grande» exagerando (chooo ooki), y acabar todas las frases con un «yo» (soooooou da yoooo). Todo esto es gaijinpoi y maricapoi.
– Dar las gracias al recoger las vueltas en un combini (esta me sorprendió cuando me la dijeron, por lo visto casi nadie lo hace)
– Beber mucho alcohol y muy rápido (que no significa pimplarse más rápido, el asunto suele ser al revés cuando se está con amigos japoneses)
– Parejas dándose besos, digamos acuosos, en la calle.

En fin, apariencias, comportamientos, maneras de ser que por alguna razón coinciden entre los extranjeros que vivimos aquí y que provoca la consabida frasecica con la que ya me he echado yo más de unas risas más de una vez.

Por supuesto, también está la del «Nihonjin-poi» que lo mismo la decimos nosotros que nos la dicen según hagamos algo que pinte más japonés que guiri, pero esa… esa pa otro día!

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Haced bondad!

:ojetepalinvierno:

El mercado de segunda mano

Aunque cada vez tengo más claro que somos muy iguales aquí mis primos de Japón y yo, si que hay mucho de distinto en vivir aquí. Aunque si cambiamos coche por moto, parque de Zamudio por Aoyama y castellano por inglés/japonés, mi día a día no es tan diferente al que tenía en Bilbao. Se hacen más o menos las mismas cosas aunque sea de otra manera. Por ejemplo: zampo de taper o salgo fuera según me de el aire, esto es igual que allí pero con comida distinta (sushi, ramen, onigiris en vez de alubias, ensaladilla rusa o un bocata lomo), delante del ordenador hago poco más o menos lo mismo… la rutina es rutina, aquí y en Teruel.

Últimamente me ha dado por pensar que yo he vivido toda mi vida en un pueblo donde si andas más de veinte minutos te sales, y si cambiar Zalla por Bilbao ya tuvo su miga, vivir en Tokyo supone no sólo adaptarse a la cultura de otro país, sino al ritmo y velocidad de una de las ciudades más tochas del mundo. Aquí hay mil millones de cosas más que hacer, sería prácticamente imposible probar todos los restaurantes no ya de la ciudad, sino de un sólo distrito. Siempre hay un templo que visitar, un barrio nuevo que ver, un izakaya que nomihodear. Supongo que un tío que venga de Pekín, o de Nueva York, no notará tantísimo cambio como aquí el Zalluco que les escribe (es chica lo que echo de menos mi pueblo a veces, por cierto).

Bueno total, a lo que iba. El caso es que digo yo que por ser la ciudad que es y vivir la pila de almas que viven, aquí lo que hay es un mercado de segunda mano del copón. Están los mercadillos normalmente cerca de algún templo donde cualquiera puede ir con una esterilla de esas azules a vender lo que les sobra por casa (en cuanto ponga el bar, ahí estaré yo con todo lo que se enchufe y tenga pantalla). También es bastante habitual ver tiendas de segunda mano por ahí, que suelen tener de todo y amontonao: lo mismo te venden una pecera con un cangrejo dentro que un ejército de mamacharis.

Centrémonos en el asunto internet. La moto la compré porque el Chiqui contactó con un australiano medio pirao que vende motos poniendo anuncios a través de una web. Las dos pantallas que me traje del curro anterior las vendí poniendo un anuncio en otra web y quedando con un par de pavos para hacer el trapicheo cerca de mi estación. La lavadora-secadora se la pillé a un italiano que me las instaló en casa mientras contaba chistes de franceses, y al que contacté por un anuncio en la metrópolis.

Así que me he vuelto un adicto a esto de la segunda mano y todas las mañanas me recorro mis recursos segundamaniles, más por curiosidad que por realmente acabar comprando nada. Y así, café en mano, me voy pasando por:

GaijinPot: donde conocimos al rascayú que nos vendió las motos, y que todos los días tienen un montón de anuncios nuevos de todo tipo.

Metrópolis: donde abundan los Sayonara Sales que últimamente molan muchísimo porque se ha puesto de moda crear álbumes en Picasa con todo lo que pillan por casa para vender

Craigslist Tokyo: no sale el de Bored to Death (inmenso Ted Danson), pero este es el sitio que más se actualiza con diferencia, incluso tienen una aplicación para el iPhone que abro justo después de la de ver el tiempo cada mañana (mes y pico sin llover en Tokyo, ja, toma ya amortizamiento de la moto!)

Después hay más que ya no miro tanto, sólo si de verdad ando buscando algo concreto… pero ¿esas tres de antes?, ¡esas todos los días! y menudo peligro tiene el asunto, que más de una vez a punto he estado de comprar gilipolleces supinas, menos mal que todavía me controlo… (aunque ando dándole vueltas a una máquina de esas de hacer pan …).

Soñar con Japón y Crónicas desde Cipango

Es curioso como poco a poco nos vamos conociendo todos. El mundo es como Facebook pero sin ordenador (jodé, menudas comparaciones hago últimamente… que ganas tengo de dejar de rascar teclas y poner un bar!).

Bueno, total, que yo seguía blogs de gente que vivía aquí desde hace tiempo, y no les conocía en persona cuando anunciaron el libro de «Soñar con Japón». Lo cierto es que todavía me falta uno por conocer, pero a los otros cuatro les tengo ya calaos:

Ale
Flapy
Héctor
David
– Y Javi que es al que no conozco todavía

Pues estos cinco señores vaciaron encima de la mesa el cajón con las mejores fotos que habían sacado hasta ese momento y empezaron a liarla. Me consta que tenían un curioso sistema en el que uno no elegía cuales de sus fotos iban a ser publicadas, sino que eran los demás los que votaban, así salieron las que mejor les parecieron a la mayoría de cada uno, y sacaron el libro que seguro que ya os suena:

Yo conseguí un ejemplar gracias al tito Fla, y bueno yo soy bastante subjetivo a la hora de valorarlo así que sólo susurraré un escueto y tímido:

¡¡Mola del copón!!
:gustico: :copon: :gustico:

En esas estamos, ¿no?, viendo el libro y va y resulta que después un tal Capitán Urias, que es un tío cachazuno más largo que un día sin onigiri cinamayo, se vino para hacer un reportaje de los suyos cuestionándose porqué tamagos Japón resulta un país tan atractivo para los occidentales, y nos hizo entrevistas ahí a unos cuantos. Está mal que yo lo diga, pero quedamos todos bien majicos y salaos ahí cada uno con su copla:

El documental se ha estado proyectando en salones relacionados con Japón por toda España, contando en una ocasión con Marc Bernabé que nos presentó uno a uno hasta que llegué yo y no acertó ni una, jajaja.

Ojo que la historia está lejos de acabar. David y el capi se arrejuntaron una tarde digo yo que por internet, y dijeron «coño, pues si al final todo está relacionado, ¿porqué no hacemos algo para dar un DVD de Crónicas desde Cipango junto con el libro?». Y aunque del dicho al hecho hay un trecho, como el capi tiene las patas largas, éste trecho se recorrió rápido. No perderse la promoción destamagante!!

Pues ahora va ikusuki y mete el hocico en todo el jaleo éste que me tienen montao, y hemos decidido que molaría que los que compren alguna ikucamiseta y les interese el pack libro+DVD, tengan alguna ventajica…

¡¡ Pues ala, 1 euro menos si vas de nuestra parte !!
:vainas: :vainas: :vainas:

La cosa funciona así: si os interesa el pack y tenéis ikucamiseta, pinchando en el banner y haciendo el pedido a través del formulario Ikusuki Flavour os costará el asunto un eurico menos. Vamos que antes de mandar libro ni DVD ni nada, miraremos bien si os tenemos en la base de datos como ikuclientes, y si es el caso, entonces si!!! y si no es el caso entonces no!!!!

Es más, nos hemos emocionao del tó y tanto para los que son ikuclientes como para los que no, las cinco siguientes camisetas que se pidan, sean cual sean, además de poder aprovecharse del descuento en el pack libro + DVD si quieren…

¡¡ Se llevan un fuurin de regalo !!
¡Por aquí se pide el asunto!

Quedan
5
4
3

2 fuurins

:gustico: del bueno mode

Viernes, primer día

Hacía mucho que no salía de casa de noche, no le apodaron los chinos a éste país como le apodaron en vano porque el sol no se despierta nunca más tarde de las seis y si que nace si, vaya si nace.

Pero a esta hora manda la luna, que es un queso, o una sandía porque me tiene enamorado y se me antoja dulce aunque se convierta en una naranja con los últimos ronquidos del sol. Si dijese todo lo que sabe temblaríamos más de uno, menos mal que se calla las noches que tenemos a medias.

No equivoco la ruta, que en moto tiene más miga, y llego a tiempo para el saludo inicial justo cuando Suzuki sensei empieza a escribir en su cuaderno los nombres de los asistentes. Muchos niños, más que otros años, y dos extranjeros más, los dos que mejor me caen, aunque hablen francés.

– No necesitas la chaqueta, hombre -me dice el chico belga, en japonés, cuando algunos se la ponen por encima del karategi y saco yo la mía.
– ¡Claro que no! -contesto en el mismo idioma prestado, y la vuelvo a dejar en la taquilla, envalentonado, bravucón como parece que soy cuando me achuchan.

No son ni las siete de la mañana y ya llevamos un rato corriendo. Es un ritmo lento, se lleva bien a pesar del frío y vamos siguiendo a Daizo Sensei que se vuelve de vez en cuando y vigila que ningún niño salga demasiado a la carretera. Daizo Kanazawa, que iba para jugador de baloncesto hasta que le dió por seguirle el juego a su padre y hermanos y empezó a sacarse danes el que más tarde de todos. El mismo que no se limita a un breve saludo cortés y siempre me pregunta si estoy bien cuando coincidimos. Creo que le caigo bien, él también a mi y siempre agradezco sus palabras esforzándome por ponerle el «masu» en vez del «ru» a mis verbos por aquello de sonar educado. Me he quedado con ganas de darle un abrazo un par de veces que supo hablarme en horas bajas.

Cuando vamos llegando de nuevo al dojo, los mayores tomamos posiciones y en cuanto Daizo Sensei esprinta, le seguimos a todo lo que dan las piernas. Suelo ganar yo, hoy no ha sido el caso. Mañana el café será doble.

Entramos, nos descalzamos y empieza una clase de Karate de unos cuarenta minutos sin parar. Técnicas básicas: paradas, puñetazos… primero diez despacio luego poniéndole lo que quede dentro…

La clase la da Tanaka Sensei, y el resto de profesores hacen de alumnos esta vez. Todo un privilegio dar patadas a su lado, desde la mayor de las motivaciones dadas las circunstancias. ¿Había madrugado yo hoy? que poco importa en ese momento.

Hacemos todas las katas básicas más una superior, dos veces cada una, despacio y con fuerza, asentando conocimientos y aventando garra, respectivamente o no. Para mi todo está mezclado, más de mí no hay, que yo sepa.

La única fila habitual de las clases hoy se divide en tres. Nos arrodillamos al acabar en posición de seiza, como en la ceremonia del té, como en algunos izakayas, y saludamos gritando las gracias y cerramos los ojos para meditar un rato hasta que el dojo kun en japonés pone el punto y final a la clase, y abre comillas de la historia todavía por pasar del nuevo día.

Gracias a la moto tengo tiempo de sobra, así que estiro mientras los chavales van dejando libre el vestuario. Wakisaka Sempai me dice que el título de segundo dan está preparado, que si voy a venir el domingo. Le digo que no puedo, que sólo puedo los martes hasta que me doy cuenta en el vestuario que en realidad me había dicho domingo y no lunes. Me vuelvo a poner el cinturón, porque entrar al dojo sin él es una falta de respeto, y le digo que me había liado, que si que voy. Por éstas que voy, con un poco de suerte el diploma me lo dará Kanazawa Kancho, aunque de mano de cualquiera de los profesores me honraría igual.

Sólo en el vestuario empiezo a cambiarme pensando ya en seguirle el juego a la vil rutina de oficinas y horarios. Entonces entra Daizo Sensei.

Oskar san, genki?
Genki desu, okagesamade