He aquí una lista de lo que se cuece en mi oficina, ese lugar repleto de peculiares seres a cada cual más rascateclas, pero todos entrañables y sencillos:
– El horario es de 10 a 7. Si llegas más tarde de las 10:15 tienes que apuntar tu nombre en una lista. Que yo sepa, nunca se hace nada con esa lista, pero uno intenta no estar en ella.
– Como yo estoy subcontratado, tengo que apuntar en una excel la hora de entrada, la hora de salida y el rato empleado en el descanso para comer, a final de mes me la firma el atontao de mi compañero que me ha tocado de responsable y la mando por fax a un señor que se llama Jumpei. Por lo demás, contacto 0 con la empresa que me contrató. La excel esa la relleno a principios de mes inventándome horas normales de entrada y salida, y me olvido.
– Para entrar tengo que meter mi clave y poner la mano en un «sensor de venas» que me escaneó al principio. Funciona la mitad de las veces y siempre acaba un compañero abriendo la puerta desde dentro. La cafetería también tiene un chisme para meter la contraseña en la puerta.
– Hasta hoy, cuatro meses después, el teléfono de mi mesa está de adorno, no ha sonado nunca, y por Jesusito bendito que siga así.
– Hay una chica que entre otras cosas, es la encargada de cumplir las normas de privacidad / seguridad. Si alguien deja la puerta de emergencia abierta, o la de la cafetería, o algún papel con información de algún cliente visible encima de la mesa, mailbronca al canto en 0,3.
– Internet se puede usar libremente, no hay nada capado. Pero no te dejan traer «dispositivos físicos propios», vamos, que nada que no sea de la empresa entra o sale de la empresa, ni en un pendrive ni en nada (lo que es un poco chorrada, porque se pueden mandar ficheros por email libremente, por ejemplo).
– Hay dos tipos encargados de sistemas, uno de todo el tinglao Windows, y el otro del Linux. El de Windows manda absolutamente todos sus emails con lo de prioridad alta, lo que hace que ya no los lea ni Dios, el de Linux no manda ná, yo todavía dudo si sabe hablar humano aquí el amigo Gollum Torvalds, que no se le ve ni la cabeza ahí metido en su cubícueva.
– El 80% de los emails que me llegan son sólo en japonés aunque los de «haz esto y haz lo otro» vienen siempre de mi jefe en inglés. Lo que suelo hacer es leer los japoneses usando el rikaichan en el Chrome para las palabras que no tengo ni idea (afortunadamente cada vez menos, aunque todavía hay un huevo, no me queda ná, moná).
– En mi equipo hay dos filipinos, un chino, un canadiense, una japonesa y dos japoneses, uno de los cuales es el jefe. El cretino es el canadiense y todo el mundo lo sabe, lo que me congratula sobremanera. Uno de los filipinos erupta como quien se rasca la nariz y nadie pone caras raras. El chino también pastababea comiendo con la boca abierta. A pesar de estas bobadas, me caen todos muy bien, excepto el rascayú parlapuñaos del canadiense, claro, hasta que no le vea trabajando o haciendo algo he will never have my respect.
– El equipo de diseño usa Macs, el de administración PCs, y el de desarrollo PCs y Macs que se rotan dependiendo del que esté programando para el iOS en ese momento. Yo ahora mismo tengo un PC y un Mac porque me ha tocao currelar para el iPad. También hay dos iPads, un iPhone 4, un iPhone 3GS, un iPhone 3G, una Blackberry y un Android. El tarao de mi compañero usa el Android para ver su email personal y se le olvida cerrar sesión lo que ha hecho que alguien vea emails del que creemos que es su novio. Allá cuidaos mientras a mi me deje en paz, que al tío no le gusta cosa más en el mundo que escuchar su voz, que pesao es, la virgen que de sandeces puede haber soltao al cabo del día.
– El equipo de desarrollo se está orientando cada vez más a programar para el iPad, no son aplicaciones a vender en la App Store, sino para convencer a clientes que no necesitan cargar más con un portatil para hacer su trabajo. Me ha sorprendido ver que tienen razón, una aplicación para el iPad desarrollada a medida para un cliente le da mil vueltas en cuanto a eficiencia / usabilidad a la mejor de las soluciones web. The world is changing.
– Aproximadamente la mitad de la gente traemos la comida de casa, en la oficina anterior la cocina era bastante grande y la peña comía allí junta, ahora se forma un corro al fondo y se zampa allí. Yo, siguiendo con el ñú flavour que me caracteriza, zampo sólo delante del ordenador contestando comentarios del blog o leyendo el correo. Todo por no tener que aguantar más al protagonista de los mediodías, adivinad quien es. La razón por la que traigo la comida, más que por ahorrar dinero, es por comer sano.
– Como tampoco quiero ser un autista y los de mi equipo me caen bien, los viernes voy con ellos a comer por ahí un menú del día. La mayoría de las veces no viene Matías, lo que mola. La gente es muy sana, los filipinos son extremadamente cordiales y uno habla igual que el indio de The Big Bang Theory, me río mucho con él a nada que dice hola.
– Si uno se queda currelando más tarde de las ocho, la empresa paga la cena, el jefe se encarga de ir mesa por mesa uno por uno preguntado qué queremos pedir (el sushi está cojonudo). Si te quedas más tarde del último tren, te pagan el taxi o un hotel. A mi solo me ha tocado una vez y volví en moto, pero quedarse hasta tarde no es para nada normal, fue una excepción. De convertirse en algo habitual, empezaría a buscar otro trabajo ya, no me importa lo que me paguen ni tampoco demasiado lo que me pongan a hacer porque hace tiempo que la informática me la refanfinfla, mi prioridad es poder seguir haciendo mis gaitas saltimbanquiles.
– Antes teníamos un proyector en la sala de reuniones, pero ahora lo que hay es una pedazo tele Sony Bravia de cientodocemil pulgadas y tres chinches enchufada a un ordenador. Poco futuro les veo yo a los proyectores ya.
– En la cafetería hay una cafetera normal, otra de esas italianas pa hacer cafés al momento, un microondas, un horno, una movida de esas de bidones de agua que siempre tiene agua caliente y fría, tres o cuatro tipos de tés, una máquina de bebidas con las bebidas a mitad de precio (en Google eran gratis!) y un chisme con snacks donde puedes coger libremente aunque pone que eches 100 yenes cada vez que pillas algo.
– Apenas hay burocracia, lo que mola mucho. Uno tiene que rellenar las hojas de horas y lo de las vacaciones con un poco de tiempo, pero poco más, no hay chorroformularios para gilipolleces en plan «solicito que se me instale el photoshop» ni tonteces varias de perder el tiempo, mandas un mail al rascayú que sea y fuera. Eso mola.
– Algunos proyectos se hacen para India o Brasil y a veces nos tenemos que quedar tarde solo para asistir a alguna reunión por videoconferencia con ellos y que coincidan los horarios. Siempre somos los de Japón los que trasnochamos, eso no mola.
– Se hacen muchos POC, «proof of concepts», los tres proyectos en los que yo he trabajado son de ese tipo. Básicamente demostramos que hacer algo sería útil para un cliente, hacemos un prototipo y se lo enseñamos, si le gusta, hacemos el proyecto real. De los míos, dos han sido usando el nuevo API de Google Maps, y el otro lo del iPad. Eso mola, lo de investigar, proponer y desarrollar cosas nuevas. Por lo visto, el 90% de los proyectos que se consiguen son así.
Anexo
El iluminao de mi compañero no se ha ganado mi simpatía ni las de mis compañeros por manía. Pasemos a diversos ejemplos prácticos:
ej1) El tío habla bien japonés, cada vez que llega alguien nuevo a la oficina le humilla con la frase «yo no sé lo que tu sabes de japonés, pero para trabajar aquí deberías poder defenderte sin problema». No es cierto, todo el mundo habla inglés aquí, pero él se empeña en hablar en japonés en reuniones si hay alguien que no sabe mucho (como yo mismo o uno de los filipinos) y dejar bien claro que habla bien (lo que es verdad).
ej2) Ha comprado un espejo y lo ha puesto al lado de su pantalla porque dice que le espiamos.
ej3) Se ríe diciendo «keikeikeikei», no es «jajaja», es «keikeikei», como si fuese un dibujo animado. Es una risa tan artificial que a veces da hasta miedo.
ej4) Cuando llegué yo al equipo estuvo una semana quejándose con que él era el único inglés nativo, que eso no era normal. Lo decía delante de todo el resto sin importar o pensar que podia ser ofensivo para los demás (a mi me la parapapea).
ej5) Dice frases tópicas, como «vosotros los filipinos», «vosotros los japoneses», «vosotros los españoles», y nunca tiene razón, aunque nadie le discute por no oírle.
ej6) Corrige absolutamente a todo el mundo cuando habla en inglés, da igual que estés hablando en una reunión delante de todos que sólo con él.
ej7) Se queja de todos los restaurantes a los que vamos, cuando se apunta, y elabora una lista con una serie de razones detalladas por las que «no vamos a volver allí».
ej8) Cuando vió mi moto dijo: hace mucho ruido, es pequeña, tiene un espejo más arriba que otro y el cajón ese del maletero se mueve mucho. Yo no le pregunté su opinión en ningún momento.
ej9) Le dice cosas a la gente sobre su forma de vestir: «esos pantalones te quedan grandes», «esos zapatos son muy viejos», «ese jersey es horrible».
ej10) Dice que entiende español porque como sabe francés, pues eso.
Buff, paro ya, que monopoliza el tontainas el post y no era mi intención…