El sábado pasado los del Tokyo Gas nos volvieron a llevar de excursión, aunque esta vez nos fuimos un poco más lejos, ni más ni menos que a Narita. Menudo recuerdo tengo yo de ese lugar… allí fue donde nos presentamos Neki, Pau, Vero, Guille y después Nerea un día que había un festival de Taikos, que acabamos todos encantados, quizás porque ninguno sabíamos muy bien lo que nos íbamos a encontrar pero por mi parte, sobretodo, por la compañía. Y eso por no hablar de como nos pusimos de ibéricos gracias a Pau y a Vero…
Así que el sábado nos montamos en un bus y el conductor enfiló para allá mientras un señor nos iba contando cómo estaba organizada la excursión. Mi amigo Rufus, la mascotilla de Tokyo Gas en posición kawaii de la muerte, estuvo muuuuuy presente:
Nos dividieron en grupos porque teníamos asignado a un responsable que se encargaba de vigilarnos para que no se perdiese nadie. En el cartelito que llevaba estaba la mascota que yo se la enseñaba a la gente muriéndome de risa, pero parece que era sólo yo el que le veía el intringulis al asunto… y bien claro que lo veo…
El lugar es impresionante, tal y como lo recordaba, aunque la última vez que estuve allí estaban los cerezos en flor y había mucho más jaleo por ser el festival. Esta excursión la recomiendo mucho, aunque esté un poco lejos de Tokyo, sobretodo con los sakura… y que Narita sólo sea famoso por el aeropuerto, qué raro que no se hayan encargado de promocionarlo ¡si debe ser súper fácil pasarse por aquí después de bajarse del avión!
La actividad principal de la excursión era practicar un poco de shodo (書道), caligrafía japonesa, y para ello nos fuimos al edificio quizás más impresionante de todos los del recinto del templo:
Y una vez dentro, un monje nos estuvo contando un poco como iba el asunto. Se trataba de trazar kanjis en una hoja que nos daban, para después poner la fecha, tu nombre y dirección y finalmente un deseo. La hoja ya completada la dejabas en un soporte que había a los pies de un altar donde hacías un par de reverencias y rezabas para que se cumpliese.
Lo cierto es que hicimos la versión corta, que consistía en leer los rezos sosteniendo el libro de una manera determinada, y copiamos en la hoja parte de ellos. Se supone que en la versión tradicional hay que copiar todo ese libro con el pincel, y el monje nos contó que ésto se tarda hora y media en hacer aproximadamente… a mi la verdad es que me gustó mucho aunque era la primera vez que lo hacía, y en cierto modo me recordó a la ceremonia del té porque hay una manera correcta de hacer todo: coger el pincel, empaparlo en tinta, por supuesto el orden de trazos de los kanjis… estuvo chulo, si señor! a ver si se me cumple el deseo!
Al acabar casi no tuvimos tiempo para darnos una vueltilla por el sitio, me habría gustado estar un poco más a mi aire, pero bueno, es lo que tiene esto de las excursiones organizadas. Así que tocó ir a comer, y en esta ocasión nos dieron un obento para que nos lo comiésemos en la calle si queríamos. Que chulada de comida, por cierto…
Y ya sólo quedaba volver a Shinjuku y aguantar la charla de los del gas. Ésta vez nos hablaron de sistemas de calefacción por el suelo, que tienen una tarima con tubitos por dentro que el suelo está caliente y es capaz de mantener caliente toda la habitación, y después nos enseñaron distintas formas de tener sauna en casa…
Esta vez me pareció más chapa porque repitieron la parte de las cocinas, pero mereció la pena sobretodo por lo de la caligrafía dentro del templo. ¡Que buenos recuerdos tengo de Narita siempre!
¡Buen fin de semana!
¡Besicos!