Hombre, ahí va la ostia pues, la de gente que ha venido hoy, ¿no?.
Yo os venía a contar la historia de Nikko, aunque joer, sabiendo cómo sois, a saber qué publicaréis luego vosotros, que sois muy listos!
Bueno, vamos a ver. En el año 766 había un chavalito que se hizo monje porque no acertaba muy bien a rematar de cabeza, y el tío fue y tuvo los huevos de montar un templo ahí en la punta de un monte. La montaña era como el Pagasarri pero en txikita, pero aún así no le quitéis meritos, la ostia!
Luego fue el shogún Ieyasu Tokugawa, que eso de shogún es como ser el lehendakari, y el buen hombre se murió. No se si de aburrimiento por leer el Marca, o de viejo, pero la cosa es que le fueron a enterrar aquí.
Jodé, la culpa siempre al entrenador, ¿no?, mecagüen la ostia
Vale vale, ya me piro, si no se me quiere, me piro. Cuánto daño hace la prensa!
En fin, que aprovechando el segundo fin de semana largo de la Golden Week, me fui a Nikko, que está a menos de dos horas de Tokio, con lo que es una excursión típica (fijo que Prognatis ha estao, que viaja más que las cajas negras!!).
Nada más bajar del tren, hay una cuestaca que se puede subir andando o en autobús. Así que después de una caminata parriba, uno llega al
Puente Shinkyo
Que significa «puente de los dioses». Es un puentecillo rojo muy chulo que en los tiempos de catapún permitía pasar el río (coño, claro!), pero que ahora está cerrado y no es más que una atracción turística. Si pagas, puedes pasear por él, pero vamos, que el otro lado está cerrado. Lo chulo es ponerse en el puente de enfrente y sacarle fotos, como hizo un servidor.
Como curiosidad, en medio de la cuesta entre la estación y el puente, a mano izquierda, se lee esto en la puerta de un garito:
Por supuesto, entré dentro a zamparme un plato de udón, y allí castellano no sabía ni Blas, pero era un restaurante super pequeño todo lleno de notas que la gente ha ido dejando allí:
Después de la panzada, pillé otra cuesta según iba y me planté en otro templo super grande donde se pueden comprar entradas para todo el resto. Efectivamente, amigos, ya podéis venir con la cartera llena de mortadelos!! Así que después de apoquinar, te plantas en el
Templo Rinno
Que bien pudiera ser el sitio donde arreglaban el oído, pero coincide que no. Lo que hay aquí es un templo gordo, que se hace un recorrido por dentro para ver unos budas enormes, y a parte un jardín japonés. Hacedme caso: no paguéis entrada y pasad directamente al siguiente, que esto no merece la pena.
Templo Toshogu
Esto si que es para verlo. De repente uno se encuentra en medio de un bosque rodeado de construcciones que pertenecen al templo y que te dejan sin habla. Mires para donde mires, hay algo.
Aunque lo más famoso son los tres monos que están ahí grabados en la madera de una especie de establo. Cada uno de los monacos se tapa algo en la jeta: uno los ojos, el otro las orejas, y el del medio la boca.
Aquí hay interpretaciones de todo tipo:
– Que si están intentando no hablar, no oir y no ver al diablo
– Que si hay que evitar las malas influencias o tentaciones
Si yo me lo aplico a mi lo simplificaría como “A palabras necias, oidos sordos”. O mayormente: “no hacer ni puto caso a lo que no interesa…”
Pero vamos, que yo lo que tengo claro es que los jetas de kukuxumuxu (vaya nombrecito) lo copiaron para una camiseta. Lo que la infame competencia no sabía es de la audacia de Ikusuki, que ha ido mucho más allá y ha creado el cuarto mono!!!
Tumba de Ieyasu Tokugawa
Que está subiendo un montonazo de escaleras a lo Rocky Balboa. Pero antes, se pasa por una puerta donde hay un gatico durmiendo al que todo el mundo saca fotos. Casualidad que la semana anterior la profesora de japonés me contó una historia que no se sabe si fue verdad. Así que ahí va: un tal Hidari Jingoro era un carpintero muy famoso que esculpió figuras de dioses ahí a cascoporro. El caso es que se cuenta que un carpintero celoso (y cabrón, añado yo) le cortó el brazo derecho para que dejase de ser el mejor. El hombre, lejos de amargarse, se dedicó a entrenar su brazo izquierdo y consiguió ser tan hábil como con su brazo derecho. Así que, entre otros, talló al gatico mirando hacia la izquierda. La leyenda dice que es el único templo de los alrededores donde no hay ratas…
Además, «hidari» significa izquierda. Esto es una leyenda, amigos! vete a saber!
En cuanto al quintal de escaleras, pues uno sube y ve esto:
Y ya lo siguiente que se hace en Nikko es pillar un autobús para subir al
Lago Chuzenji y cascadas Kegon
La cuesta que sube el autobús es como si cocéis un espaguetti y lo tiráis al suelo, eso tiene más curvas que el pérfil del muñeco de michelín después de estar una hora en el agua!!
Cuando llega arriba del todo, tenemos el lago por un lado y las cascadas por el otro:
Y como hizo un día frío, entré a tomar un café y de repente veo que se asoman unos monos que vienen del monte y se ponen ahí a hacer el mono delante de la gente!! El dueño del bar no paraba de repetir que eran «malos chicos», jeje, que roban la comida de las tiendas.
Ikuconclusión: esta hay que hacerla, sin falta. Junto con la de Hakone, son dos excursiones obligadas desde Tokyo!!!