Chachos!! resulta que es que estaba yo pensando en que me gusta ser yo el que controle a mi rutina el máximo posible y que no sea al revés. Que es que mira, por ejemplo, ahora me toca irme tres estaciones más para allá a trabajar y todo es diferente: el horario, la gente, el sitio… así que yo lo que hago es tratar de aprovechar cada día para hacer mis cosas, que no sea solo el fin de semana cuando gane yo, sino siempre. Al fin y al cabo de siete días a la semana, cinco son de estos de tener que ir a un sitio porque no queda otra, ganan por mayoría así que hay que apropiárselos lo más que te dejen.
En Shibuya ya tenía todo 100% controlado y aquí después de un mes en el curro nuevo finalmente estoy consiguiendo robarle huecos a la vida de salaryman, por ejemplo: ya he encontrado un gimnasio que abre muy temprano al que voy antes de trabajar y ya tengo dos cafeterías localizadas en las que estudiar japonés en la hora de comer.
El viernes pasado completé el ciclo encontrando una peluquería que sustituyese a la de Shibuya y a la que solía ir de tarde en tarde a los mediodías y después me zampaba un sandwhich del combini a toda leche antes de volver al rascatecleo, eso sí: más bonico que un clavel con mi pelado nuevo. Por cierto que nadie me decía nada en la oficina, es una sensación rara que te cortes el pelo y no te digan nada, ¡sosongos!.
Total, venía yo aquí a narrar mi primer encuentro en la nueva peluquería de caballeros Toscanítica de la que ya soy fan absoluto.
Tu entras y te recibe un chico joven que por alguna jodida razón a mi me recuerda a Calamardo el de Bob Esponja, aunque el carácter de este hombre es muy cordial. Mira en la lista y ve que la bola de pelos extranjera esa no está apuntada, así que me hace pasar a una sala con un montón de revistas de modelos masculinos cada cual con un peinado distinto. Allí me dan un oshibori, la toallica húmeda, y me dicen que espere un rato. Yo me pongo a buscar el equivalente a las interviús propias del peluquero de mi pueblo para leer el equivalente a las noticias culturales (jaja, si si), pero lo que encuentro es una estantería repleta de mangas. Decido mirar por la ventana. Está diluviando, virgen santa que disparate es esto de la época de lluvias.
– Diaz saaaaaan -me llama alguien, y cuando miro me encuentro a un tipo con sombrero del que le cuelgan rizos hasta aproximadamente los hombros. Si aquí Tamariz va a ser mi estilista estamos arreglados, pienso yo -pasa para acá y siéntate ahí en aquella silla, chato
– ¿Qué hacemos hoy? -y yo me lo imagino con la baraja de cartas y tres dientes podridos
– Pues mira como explicándome voy a tener mucho peligro, me he traído una foto de más o menos como me corto yo siempre -y le enseño esta foto que tengo metida en el móvil a tales efectos peluqueroexplicantes:
Tamariz la mira dos segundos, y dice ahaa, ahaaa, uhuuu, todo mientras me toquetea la cabeza con las dos manos arramplando de vez en cuando algún mechón de pelo y pegando tirones como comprobando si el matojo está pegado o algo.
– Ala, guárdate eso que empezamos, no vaya a ser que se te moje el cacharro -me dice en el tono amigable más coherente con su imagen que podría yo imaginar- venga, que te lavo la cabeza, pon aquí el melón
– No no, si yo solo quiero que me cortes y ya
– Que no hombre, que esto está pagado, vamos a ver: ¿tu de donde eres? -me pregunta mientras veo como el resto de los peluqueros levantan la cabeza de las cabezas que tienen entre manos y me miran extrañados como diciendo para si que tiene huevos aquí Casimiro.
– Pues yo vengo de las Iberias aquí donde me ves
– ¿Y allí no os lavan la cabeza?
– No sé, yo a Jesús el de mi pueblo le digo siempre que me corte solo
– Pues yo no soy Jesús, así que venga, pon el melón ahí おねがいします
– Vale vale, sin problema, si en realidad no pasa ná, es más vergüenza que otro poco -y le otorgo mi almendra para que disponga
– Vergüenza ni vergüenzo
El tío me lava la cabeza masajeando un buen rato y cuando vuelvo a levantar la sandía y me miro en el espejo tengo la cara del perrete chico al que le llevan toqueteando la papada toda la tarde, ¿sabéis cual, no?, esa que se te entrecierran los ojos y te da gustete hasta respirar, esa esa.
– Ala, ya estás niquelado. Vamos al corte, ¿te importa que te meta máquina?
– No no, tu mismo -ya de perdidos, 川へ
– Así que de España, ahí no he estado yo, pero no te creas que tengo muchas ganas de ir, ¿eh?, que allí fiuuu -y hace el gesto de que te guindan la cartera mientras silba
– Hombre, es un país muy bonito y la gente es muy maja, pero si que es verdad que hay que andar con ojo
– Esto en Japón no pasa, ¿eh?, ¿tu cuanto llevas?
– Yo ocho años y pico ya… tienes razón, en Japón no pasa nunca nada, bueno en Tokyo a mi una vez me desapareció la cartera en el tren y para mi que alguno se la quedó
– Si, pero yo por ejemplo ya me he quedado dormido por ahí en la calle después de salir de juerga y nunca me han robado nada… también es verdad que yo no debería contarte esto, jajaja
– Jajaja, anda que no. Pero bueno, vente para España algún día hombre, seguro que cambias de idea
– Bua, si tampoco es que sea por ganas, lo que pasa es que yo lo más lejos que he estado ha sido en Osaka. No he salido de Tokyo casi nunca, ni a Korea. Bueno, cualquiera va a Korea ahora con la que hay liada, ahí si que te la juegas por ser japonés. Y a China ni te cuento. Jodé, que de amigos tenemos
– Jajaja, un poco liada la cosa si que la tenéis, si, jajaja. Nosotros como mucho lo de Gibraltar, al final los líos los tenemos dentro. Bueno y los franchutes, claro, que vaya vecinos nos han ido a tocar.
– Jajaja, ¿no os lleváis bien?, pero si hacen unos croasanes que te mueres!. Ea, mira a ver como te queda el asunto -y me enseña con un par de espejos el reflejo del reflejo de mi inmensa cocorota
– Un poquillo más corto si me hace usted el favor
– Vamos ahí. Por cierto, ¿tu sabes leer japonés?, porque eso si que es un Cristo del copón
– Leo mucho ya, pero no todo ni de lejos
– Jodé, no me extraña. Yo muchas veces he pensado que menos mal que he nacido japonés y he mamado esto desde el principio que si me tocase empollarme esto porque si, sería imposible: que si el hiragana, desho?, que si el katakana, desho?, y luego ya los kanjis. Porque el katakana que es ahí recto más o menos es fácil, pero el hiragana con tanta curva y tanta historia… jodé madre mía, nihon ni umarete yokatta, hontoni!
– Bueno, pero mola el reto, quiero decir que es algo que te motiva y cuanto más vas pudiendo leer, más motivado todavía, está bien tener metas
– La mía es pasarme todos los Final Fantasy, jajaja
– Jajajaja
– ¿Qué tal así?
– Así perfecto, muchas gracias!!
– Yokatta yokatta! -se pone todo contento y yo me lo imagino haciendo el gesto de tocar el violín ñiaaaaa ñiaaaarann raaaaan
Salgo de allí con el pelo a lo «soft mohican» como lo ha llamado mi mago peluquero, abro el paraguas y parto descojonándome bajo la lluvia camino de casa. «Vuelve otra vez, por favor y seguimos hablando que tenemos muchas cosas pendientes».
Pos claro que vuelvo!!