¡A por los 500 libros!

Al principio yo calculé una primera tirada de unos 100 libros. Me parecían muchísimos, sobretodo para ser algo a sacar entre y para los que me conocen, pero alguien me dijo: pues ve a por el doble y después si no sale, ya tendrás tiempo de bajar.

Así que puse 200 libros y la historia se consiguió en un día, madre mía, yo creo que batimos todos los récords en Verkami… ni sé cómo daros las gracias, pero me resisto a quedarme quieto: ahora mismo estamos por 7650€… si llegamos a los 10.000€ nos dará para sacar una tirada de 500 ejemplares, que no deja de ser la mitad de un millar y cinco veces más de lo que yo habría atrevido a soñar nunca.

Quedan 34 días para recaudar los 2350€ restantes que hagan enloquecer aún más a toda esta locura. Si me ayudáis, si promocionáis el proyecto, si colaboráis con él, yo prometo compensaros con todas las creces que pueda: más regalos, mejor calidad del libro, nuevos vídeos, nuevas fotos, nuevos textos… todavía estoy pensando nuevas recompensas, de momento el cinturón blanco de Karate se ha sumado a las que ya había.

Con lo que no paramos el proyecto. Seguimos hasta números redondos, y eso que soy de un pueblo a las afueras de Bilbao. Llego a ser del mismo Indautxu y vete a saber a qué ría me tiraría.

Ahí os dejo una pequeña muestra donde se puede ver perfectamente cómo va a ser el libro: un capítulo ya publicado en el blog que podréis ver con el nuevo diseño y sólo la primera página de una de las historias inéditas que tendréis que esperar, me temo, a tenerlo en vuestras manos para saber cómo sigue.

A ver si os gusta. Creo que ya lo conté, pero la idea del diseño era que el libro fuese una especie de diario con notas al principio o al final, fotos y recortes de papeles que me he ido encontrando en mi día a día viviendo en Japón:

Afinando un sueño, el ikulibro (PDF muestra)

Por cierto, que quede claro que pondré a descargar gratis el PDF íntegro una vez el proyecto de Verkami llegue a su fin. Lo que no quita para intentar, por todos los medios que esta primera tirada salga lo mejor y más redonda posible…

¿Nos ayudáis
un poquico más?


:gustico: :estudier: :gustico:

El ikulibro, entre todos

Hoy es mi cumpleaños, ésta mañana me he levantado con 37 boniatos en el cuerpo al lado de una chica japonesa que vuelve a tener 9 años menos que yo desde hoy. Estaba todavía dormida cuando yo me he despertado y mi primer impulso ha sido darle dos o tres besos para que ella también se despertase y me felicitase. En lugar de eso, le he posado las dos palmas de mis manos en su tripa y me he quedado ahí un rato inmóvil tratando de averiguar la postura de Kota, pero, como su padre, también estaba despierto porque no hacia más que moverse. Por la fuerza de sus patadas saco dos conclusiones: o delantero centro japonés del Athletic o habrá que controlarle cuando compita en Karate porque esos mae-gueris son de descalificación.

No pensaba yo hoy hacer mucho más que pasar el trámite de la oficina para cenar con mi familia y mi 90% de hijo donde sea que Chiaki haya reservado en plan sorpresa. Pero mira por donde que desde Verkami me han aprobado el proyecto y que ya estamos un pasito más cerca de tener el #ikulibro.

La historia es la siguiente: hemos pedido presupuesto en una imprenta sabiendo ya las características finales del libro. A partir de ahí, nos hemos puesto a echar números y nos hemos atrevido a tratar de lanzar una primera edición con 200 ejemplares. Para hacer esto posible, necesitamos 4000€ que estamos tratando de conseguir a través de crowdfunding con la plataforma montada por Verkami.

Después de darle muchas vueltas, tenemos cerradas las recompensas por las que dependiendo de la cantidad de dinero a aportar, os ofrecemos distintas cosas desde el envío del libro una vez que esté impreso hasta objetos personales y especiales míos como la camiseta de Finisher de la maratón de Tokyo que corrí hace un par de años, o el libro de Hirokazu Kanazawa «Karate, mi vida» firmado por el propio Kanazawa-soke.

Este fin de semana me junté con el Tío Chiqui y grabamos un montón de cosas que se pueden resumir en dos vídeos. La versión corta la tenéis en Verkami o la podéis ver aquí directamente. La larga, en la que se cuenta todo un poco más en detalle y además se enseñan algunas de las recompensas, es la siguiente:

Si alguna vez he estado cerca de sacar, por fin, el libro es ahora. Pero no lo puedo hacer solo… necesito tu ayuda. Espero que alguna de las recompensas te cuadre, ¡¡¡cualquier aportación es más que bienvenida!!! entrad, por favor, en el siguiente enlace y echadle, al menos, un vistazo!!

Afinando un sueño,
el ikulibro
:estudier:

Si me ayudáis compartiendo la página del proyecto, o el vídeo o esta entrada o lo que os parezca por donde os parezca: Twitter, Facebook, blogs… yo os estaré eternamente agradecido porque 4000€ no es una cantidad que crea fácil de reunir sin ayuda… listaré, además, los blogs por aquí para que queden recopilados en un mismo sitio (y así a ver si os puedo enviar alguna que otra visita, que este blog tiene muchas!)

Lista de gente que puede contar conmigo cuando quieran para lo que quieran:

Afinando un sueño, by Nihonmonamour
El ikulibro, by Nerelorco.com
El ikulibro, by El Tío Chiqui
Afinando un sueño, el ikulibro by Neki
El ikulibro, by Xavikun
Afinando un sueño, by Rodri
Afinando un sueño, el libro de Ikusuki by Pau
Afinando un sueño, el Ikulibro by Cads
Ikulibro by dos mineros en Japón
El ikulibro by El blog de Ko
Afinando un sueño, el Ikulibro by Mística
El ikulibro, by Historias de un abstracto
El ikulibro, by Marcus Mundus
¡A por los 10.000€! El ikulibro, by Kirai
El ikulibro, la vida de un español en Tokyo, by eurowon

:gustico:
:ikugracias: :ikugracias: :ikugracias:

¡¡¡ CONSEGUIDO !!!
:gustico: :gustico: :gustico:

En menos de un día… no alcanzo a encontrar la manera de agradeceros tan increíble apoyo… menudo cumpleaños me habéis regalado… muchas muchas muchas gracias. Todavía estamos decidiendo qué hacer, si seguir adelante con la campaña e imprimir el doble de libros, o cerrar el asunto ya y poner máquinas en marcha. Os lo cuento en cuanto me aclare.
De momento:

… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
… gracias …
:ikugracias:
:malico:

La ciudad de los juegos

Tokyo, la ciudad de los juegos olímpicos, es el lugar en el que llevo viviendo 7 años. Se dice pronto y pasaron rápido, tanto que a veces parece que vine ayer y otras que nunca estuve en Bilbao en realidad.

Ayer cené con mi mujer, Chiaki, en un izakaya cerca de mi casa. Comimos muchas cosas que nunca habría imaginado que se iban a convertir en mis habituales: una cazuela con verduras, tofu y carne, alitas de pollo dulces y picantes a la vez, ensalada de algas… como casi siempre, pidió ella, aunque yo fui el que me bebí las dos jarras de cerveza de medio litro. Hoy me pongo a leer el periódico y ponen que una cerveza vale 7 euros. Yo pagué 3 y medio, me pregunto dónde se fue a beber su cerveza la tipa del reportaje. La cena no costó más de dos mil yenes por cabeza, unos 14 euros, pero el dato da igual porque si tenemos en cuenta que cualquier sueldo japonés es aproximadamente un 35% más alto que uno de España, al menos en informática, estamos hablando de restaurantes en los que tienes un servicio incomparable y una comida increíblemente variada y selecta por cuatro duros en proporción. No tiene sentido hablar de precios en euros estando en Japón, eso lo entiende cualquiera. Como tampoco cuadraría preguntarle a uno de Nueva York cuanto cuesta una copa de vino en Euros para calcular si es caro o no. Siempre estamos con la misma gilipollez absurda.

No es raro leer tonterías sobre esta ciudad, sobretodo de gente que quizás ha pasado aquí una semana de vacaciones y se cree con criterio de sobra para adoctrinar con verdades absolutas, aunque peor son los que han visto algún programa de callejeros y ya son expertos gurús. Yo salí en uno y sé que se trata de contar lo que sobresale, lo que es raro, lo que destaca que no suele ser para nada lo normal. Es como si nos vamos a Bilbao y nos quedamos con las pintadas del Casco Viejo y enfocamos el asunto a hacer un documental sobre ETA y los presos en vez de sacar a la gente de pintxos y buen rollo. Pues es lo mismo: nosotros nos tiramos un par de horas recorriendo metros de Tokyo hasta dar con uno que estuviese petado para grabar. ¿Que es normal que estén hasta arriba? SI, con mayúsculas, pero en horas punta y en determinadas líneas. También es normal que te traten con tremenda exquisitez en cualquier tienda o que haya restaurantes centenarios que los llevan ancianos de pareja edad a los que verás tratarte como un nieto suyo aunque no entiendan ni papa de lo que dices.

Tokyo es una ciudad inmensa que está compuesta por distintas ciudades, cada una con su ritmo y sus pulsos. Tenemos los rascacielos y las zonas de marcha, tres o cuatro barrios en total, y otros trescientos millones de lugares que nunca salen en ningún sitio. La inmensa mayoría de Tokyo son barrios de casas de madera, de edificios de menos de 4 pisos a los que se accede por calles tan estrechas que lo del doble sentido es anecdótico porque sin maniobras, por allí no se cruzarían nunca dos coches. No es raro cruzarse con gatos que campan a sus anchas por cualquier esquina, con niños practicando con sus padres a darle con el bate de beisbol a la pelota, con estudiantes que vuelven de sus clases de kendo, de judo o de tiro con arco llevando semejante bicho de metro en sus espaldas.

Si estás esperando al tren en cualquier estación no será raro que hagas cola detrás de niños de menos de 10 años que están ahí cogiendo el tren solos volviendo a casa del colegio por su cuenta. Porque aunque se empeñen en sacar soplapolleces excepcionales que yo nunca he visto como las máquinas expendedoras de bragas usadas o la moda esa que dicen que hay entre los adolescentes de lamerse los ojos, esta ciudad es de las más seguras y amables del mundo. Es como si la imagen que se quisiese dar de España es de que todos nos tiramos tomates los fines de semana porque una vez al año en una ciudad concreta hay un festival en el que se hace. Eso no es lo normal, es raro, es la tontería que hace gracia y la que gusta contar. Porque si cuentas que hay puestos de comida en algunos sitios de Tokyo donde el dueño no está pero hay una hucha donde se fían de que eches tu dinero y te lleves solo la bolsa de pimientos que te corresponde, pues entonces el personal a lo mejor se aburre porque es algo simplemente curioso y no estrafalario.

También es verdad que si sales cualquier día por la noche por Shibuya o Shinjuku te encontrarás con muchos hombres de negocio borrachos perdidos aunque totalmente inofensivos. Seguramente estarán ahí tirados en cualquier banco durmiendo la mona sabiendo que cuando despierten, seguirán teniendo el portátil al lado porque esta ciudad es así. Pero esto será en cualquier barrio del centro donde están las oficinas.

tokyo-metro-manner-poster-200912.gif

Tampoco será raro que si sales tu con los de tu empresa a cualquier izakaya acabes fusionando mesas con la celebración de los de otra empresa que te invitarán a todo lo que se les ocurra. Porque aquí la gente es social, es amable y sobretodo se emborrachan a la que llevan dos cervezas encima pero en vez de liarse a hostias por independencias, equipos de fútbol o partidos políticos, se invitan unos a otros y dan por saco si acaso gritando y cantando a grito pelao. Que es cierto que existe un festival del pene donde sacan una picha en procesión lo que a mi parecer dice mucho del sentido del humor de esta gente, pero que es sólo uno contra los cientos que hay cualquier fin de semana en cualquier barrio donde las abuelas se pondrán sus kimonos de gala para bailar con sus nietos debajo de lluvias de pétalos de cerezo.

Mi día a día viviendo aquí es recorrerme una docena de kilómetros por entre calles en bici hasta mi oficina sabiendo que los coches me respetan y guardan la distancia de seguridad porque resulta que somos muchísimos los que vamos en dos ruedas. Cuando salgo del trabajo me voy a Karate en un tren que está lleno hasta los topes pero que cuando vuelvo va vacío. En la clase de Karate soy el único extranjero la mayoría de las veces, pero eso da tan igual que me hace gracia hasta mencionarlo. Al acabar la clase, allí nos solemos quedar unos cuantos, chavales incluidos, a practicar delante del espejo hasta que nos dan las tantas. Para mi esto es Tokyo pero es que esto pasaba en Zalla también donde tenía que recalentar la cena porque me había quedado con Dani a hacer katas. Igual que allí, en estos ratos hablamos y algunos me cuentan, por ejemplo, de sus exámenes finales en la universidad, o del erasmus que han conseguido para estudiar inglés en Londres o esta última vez que la abuela me contó que su hijo se quería sacar el carnet de moto y que tenía miedo de que tuviese un accidente.

DSC_1324.jpg

Coño, que aquí la gente es gente normal que va a lo suyo que es lo normal, a lo que les interesa mientras tratan de buscarse un hueco en la vida a base de trabajos, alquileres, hipotecas, todos los viajes que se pueda y novias, esposas e hijos según vaya tocando. Claro que hay payasadas y rascayúes como el pirado aquel que mangaba sillines de bicicleta de chicas para olerlos, lamerlos y yo que sé qué perversiones más, pero este zopenco no es sino un pirao entre millones que sin embargo será el que saquéis allí en las noticias. Y aun siendo también excepcional, no contáis lo del profesor sin brazos ni piernas que da clases con la mayor pasión del mundo o la historia de la animadora que perdió una pierna por un cáncer de huesos y que se desvivió por apoyar la candidatura de Tokyo en las olimpiadas y no dejó de llorar hasta días después de saber que les eligieron a ellos. Incluso apuesto el huevo izquierdo a que nadie sabrá allí en España que el seleccionador nacional de fútbol sala de Japón se llama Miguel y es de Granada (aparte de un tío más majo que ni sé). Vosotros contad lo de Fukushima, que tampoco tenéis ni puta idea de lo que pasa porque no lo saben aquí ni ellos mismos, sacad fotos de empujadores del metro y a los cuatro o cinco tarados picopalables que se cardan el pelo o se visten de colegialas que es lo que seguirá dando la fama a esta maravillosa ciudad que lo es precisamente por sus gentes, esas a las que os empeñáis en ridiculizar con tantas tonterías tan cansinas ya…

Esta ciudad tiene muchas cosas buenas y muchas cosas malas. Vive muchísima gente y a eso cuesta acostumbrarse, el centro es una locura cualquier día a cualquier hora, la mayoría no habla inglés ni les interesa, hay comida que no hay Cristo que la entienda como cuando se zampan un pescado entero rebozado de un bocado incluyendo la cabeza con sus dos ojos. Para un turista europeo, Tokyo es caro porque al cambio estáis jodidos y os venís a un sitio donde nosotros cobramos más y por tanto todo está en la proporción de antes, con la que hay que mirar estas cosas. Los pisos son estrechos y muy muy pequeños, pero yo no conozco a nadie que viva en cinco metros cuadrados porque eso es un disparate. Yo me he comprado uno de 67 metros cuadrados a veinte minutos del centro y no me ha costado más que el que tenía en Bilbao, siempre en proporción, pero tampoco es lo habitual, lo normal es vivir en una sola habitación de veinte o treinta metros cuadrados pero esto es porque es Tokyo, el resto de Japón no tiene absolutamente nada que ver. Es cierto también que hay vagabundos que duermen en la calle pero nunca os molestarán y mucho menos os pedirán dinero y en los siete años que llevo yo aquí no me han robado nunca, la única que vez que tuve algo parecido a una pelea fue con una cuadrilla de adolescentes totalmente borrachos de alcohol y hormonas.

Pero también es verdad que Tokyo está limpio aunque no haya papeleras, que te puedes ir a un templo majestuoso perdido de barrio y a la vez subir a un observatorio a más de medio kilómetro de altura a ver edificios hasta donde alcanza la vista que será justo donde estará la silueta del monte Fuji. Que hay millones de parques a los que se llega a un par de paradas de tren desde cualquier sitio. Que puedes comer cualquier cosa, CUALQUIER COSA, a cualquier hora porque aquí cocinan espectacularmente, por ejemplo la mejor tortilla española de Tokyo la hizo un japonés que compitió con cocineros españoles ganándoles con justicia. Que sabes que prácticamente nunca se va a retrasar un tren o que si lo hace no importa porque hay cinco líneas que te llevan al mismo sitio por otro lado. Que las infraestructuras que ya tienen de los juegos olímpicos del 64 se podrían utilizar prácticamente tal cual porque las han mantenido como se merecen, pero que aún así ya están enseñando todo lo nuevo que van a construir con tremenda ilusión incluyendo un tinglado del copón en la zona de Odaiba desde la que se tiene la mejor vista nocturna de la ciudad.

Y paro ya que me sube el azúcar. Seguiréis publicando gilipolleces porque seguirá habiendo gente que se las crea, allá cuidaos. Yo ya me he desahogado y en un rato me piraré con Chiaki a tomarme una amazing jarra of cervezaca frejcacold with un pintxo of yakitori que te cagas por cuatro duros y medio.

Y que se mueran los feos.


La feria de Albacete

Sigo avanzando y en nada tendré el proyecto del Ikulibro publicado en Verkami. Por cierto, qué gente más maja… me están ayudando un huevo porque yo soy un novato en esto del crowdfunding y si no llega a ser por ellos, me da a mi que no habría puesto más que barbaridades… Ya os adelanto que para la semana que viene estará el proyecto publicado, a ver si hay suerte y reunimos todo lo que necesitamos para poder imprimir el libro en condiciones, porque después de todo el apoyo que me habéis demostrado con los comentarios del post anterior, no me queda otra que intentarlo con todas mis fuerzas!!

:ikugracias: :estudier: :ikugracias:

De mientras, dejadme que os cuente que hace ya un par de semanas ya que se celebró la Feria de Albacete en Tokyo. Se trataba de juntar cuanta más gente mejor al calorcillo de comida y bebida típica de nuestras fiestas y podemos decir, con orgullo y sin ninguna duda, que nos salió mejor que la Feria de Abril. Conseguimos que el número de japoneses superase con creces al de españoles, que era uno de nuestros objetivos, y sobretodo que hubiese mucho gustico desde por la mañana hasta la noche.

¿Que si lo hubo? ¡pues claro que si!. Y si no, ojo al vídeo que ha grabado y editado Carlos, que es una máquina para estas cosas (millones de gracias, señor, te ha quedado genial!):

No tardaremos en contar como y qué vivimos allí nosotros con fotos y mucho más detalle…

:gustico:

Crowfunding

El verano se empieza a marchitar y ya va siendo hora de revolver los escasos pasos que quedan para poder sacar el libro adelante. Lo tenemos ya, de verdad, está editado, maquetado, revisado y vuelto a revisar. Está ya hecho, ha sido lo más duro, lo que más tiempo ha llevado y ahora lo que nos toca es buscar la manera de imprimirlo, de poder hacer que ese PDF de más de 200 páginas se convierta en un libro de más de verdad que un simple fichero de ordenador.

He llamado a las puertas de bastantes editoriales sin éxito. Algunas lo han leído pero no les he logrado convencer. Otras ni siquiera contestaron a mis emails. Es igual, yo no me rindo, esto tiene que salir, aunque sólo imprima una copia con la impresora de casa y pegue las hojas yo a mano, he de conseguir que mis padres tengan un ejemplar.

Por éstas.

Así que la siguiente alternativa es sacarlo por nuestra cuenta. Hemos pedido presupuesto en algunas imprentas y más o menos ya tenemos una idea de lo que costaría, pero es mucho dinero para poner así de un tirón (y más ahora que va a nacer Kota), así que hay que financiar esto como se pueda. ¿Y cómo se puede ahora?, pues tirando del crowfunding, que es la gaita esta que está de moda: tu anuncias tu proyecto y si hay gente a la que le gusta la idea, pues aporta distintas cantidades de dinero por las cuales tu te comprometes a darles algo a cambio. Así hasta llegar al tope que hayas puesto que necesitas, y si llegas, pues entonces tienes que cumplir con todos los que han colaborado a que salga tu proyecto adelante.

El caso de un libro es típico: pongamos que sale imprimir cada unidad unos 10€, pues tu prometes que a los que te paguen esa cantidad les envías un ejemplar del libro. Si ponen un poco más, pues el libro va firmado y dedicado por el autor. Si ponen el doble, además de ir firmado, el nombre irá en los agradecimientos especiales del final… y así. La idea es esa: a los que te patrocinan con más dinero, les das más en agradecimiento a su apoyo (al que me pague toda la impresión, llevo una camiseta con su cara el resto del año).

El caso es que no tengo muy claro qué puedo ofrecer yo a parte de lo típico de dedicar el libro o meter en los agradecimientos y ayer hablándolo con un amigo me decía: pues ya que la idea de sacar el libro salió de los lectores del blog, pregúntales a ellos qué querrían.

Del dicho al hecho saco pecho:

¿Qué os gustaría que se pudiese elegir?
¿qué puedo ofrecer yo para animar a más gente a colaborar?

Cualquier sugerencia es aceptada: marcapáginas, libros dedicados, posts en el blog o fotos de Japón por encargo, si queréis que compre algo de Tokyo y os lo mande, si por casualidad venís y queréis que os lleve de excursión por ahí, si hace falta grabar un vídeo cruzando el cruce de Shibuya en calzoncillos bailando el gangnam style… ¡¡lo que sea!! ¡pedid por esa boquita!

:estudier:

Querido hijo

Querido hijo:

No sé cuando leerás esto, ¿a qué edad aprenden los niños a leer?. Bueno, lo cierto es que no sé si serás capaz de leer en castellano aunque yo espero que si, por lo menos yo pondré todo mi empeño en que lo hables. Es que aunque vivas en Tokyo, aunque seas japonés, para mi es muy importante que seas capaz de sentirte también del país de tu padre. Que no se te olvide nunca que tus abuelos son del sur de España, que tu padre es del norte y que acabó en Tokyo después de dar tumbos aquí y allá hasta que por fin conoció a tu madre y ya todo cobró el sentido perdido, sobretodo cuando llegaste tu.

Es importante que hables castellano, bastante duro es que no pueda ver a mis padres todo lo que quisiéramos como para que cuando lo hagamos, no puedan entenderse contigo. Debemos hacer ese esfuerzo juntos aunque sea difícil estando en Tokyo, aunque nadie más que tu padre te hable en ese idioma, debes aprenderlo, hijo mío, debe ser así. Si a estas alturas puedes leer esta carta, sabrás ya que podría haberte contestado todas esas veces que me hablabas en japonés, pero fue por tu bien o más bien por nuestro bien, por poder compartirte. No te contesté en japonés porque debíamos hacer que hablases siempre conmigo en castellano, debía ser así.

Gomen ne, Kota. Otsukare.

Tengo muchas ganas de verte, de conocerte. Todavía quedan dos meses y no puedo dejar de imaginarte con los ojos de tu madre, cierto aire a mi nariz y, espero, mucha mucha alegría en tu cara. Porque igual que seré estricto a la hora de hacer que aprendas a poder entenderte con mis padres, también te diré que mi misión en esta vida es que tu seas feliz, que te rías la mayor parte del tiempo que es más o menos lo que tu madre ha hecho conmigo porque ella parece ser feliz por naturaleza y eso, Kota, se contagia. Tu lo llevarás en los genes, así que no te será difícil. También te diré que en tus genes puede que esté lo de emocionarse por pequeñas cosas, que quizás el baremo de sentir lo tengas también trastocado como el de tu padre y te encuentres de repente con los ojos desbordados por cosas en apariencia simples, sin importancia. No es algo malo, no te preocupes, te acostumbrarás y ojalá sepas saber ver de más donde la gente sólo mira de reojo.

No sé si cuando leas esta carta, ya sabrás sobre tu tío Javi. Ya sabes que vive con tus abuelos y que es el que tiene todas esas películas de dibujos animados y tebeos que siempre le coges cuando vamos a visitarles. También sabes que no le gusta mucho que le anden en sus cosas, así que intenta pedirle permiso cuando quieras algo que seguro que te lo dejará quizás con cierto aire de condescendencia pero tremendamente contento por poder ejercer del hermano mayor que es, del tío más viejo que tienes a pesar de todo. Y cuando vayáis a jugar, tienes que tener mucho cuidado con él porque es fácil que se tropiece aquí y allá o que le de algún ataque de esos que le evaporan la fuerza del cuerpo… se le pasan pronto, pero nosotros tenemos que intentar que también se le olviden pronto, ¿vale?. Ojalá que os llevéis bien y que juguéis mucho juntos. Con Javi y con tus dos primas, una tiene la misma edad que tu pero me pregunto si el que crezcáis y os eduquéis en países tan distintos uno del otro será obstáculo para que conectéis. ¿Podría ser que culturalmente seáis muy diferentes?… no creo que importe tanto, tu prima la mayor se llevó muy bien con tu madre y no entendían prácticamente nada de lo que ambas se decían. Creo que no es tan difícil entenderse sin palabras, no pasa demasiado a menudo, pero hay personas que de alguna manera parecen estar conectadas, que piensan igual aún haciéndolo en otro idioma como hay tantas otras que hablan el mismo idioma pero son tan tan diferentes.

Pero tu si te entenderás con ellos, porque es importante que lo hagas. Debe ser así, Kota. Onegai.

Tu abuelo es la viva imagen de mi abuelo, su padre. Contigo era ya difícil, pero muchas veces pienso en lo maravilloso que hubiese sido que tu madre hubiese conocido al padre de tu abuelo, que era mi abuelo… me encantaba quedarme a dormir en su casa y que me contara cuentos que se inventaba en ese momento, me lo pasaba tan tan bien… Por eso yo estoy seguro de que te caerá bien tu abuelo porque cada vez se parece más a su padre. Me pregunto cómo le llamarás… ¿ojiichan? ¿abuelito?. Dará igual porque él es un pedazo de pan. Tu mamá le llamó papá aquella vez que vinieron a la boda y se le saltaron las lágrimas, hasta nos hizo una poesía que no se atrevió a leer en la boda donde decía algo así como que me había casado con una chica oriental a la que ya quería como a su hija… hay veces en que les echo tanto de menos a los tres… tenemos que ir a verles mucho, tenemos que hacer que os conozcáis, no puede ser que seáis ajenos cada vez que os volváis a ver. Ahorraré lo que tenga que ahorrar para poder volver al menos una vez al año a España contigo y tu mamá. Porque, ¿sabes Kota?, tu ojiichan y tu obaachan de España te quieren mucho desde ya a pesar de la distancia y de no hayas nacido todavía. ¿Te he contado sobre el paquete que envió tu abuela con toda esa ropa hecha por ella para ti?. Ahora te dará vergüenza hasta ver las fotos que seguro que sacaré, pero no veas las ganas que tenemos ya de ponértela. Tenías que ver a tu madre cómo lloraba cuando abrimos aquella caja de cartón y empezamos a sacar chaquetas y patucos… yo escondí alguna que otra lágrima por hacerme el fuerte, pero es que es algo tan bonito. Recordé, de repente, todas aquellas tardes en el sofá en Zalla viendo la tele mientras ella no paraba de hacer punto. Les echo de menos, si, a veces hasta doler. Echo de menos mucho hablar con tu abuela porque aunque la mayoría de las veces sólo hable ella, me renueva las ganas de ser el niño que sigo siendo.

Kota, de verdad, debemos hacer que os conozcáis y os entendáis. Es importante, hijo, muy importante. Ganbatte. Hontoni ganbatte.

Estoy asustado, esto también tengo que decírtelo. Tengo miedo porque estoy viviendo en un país que no es el mío y ya la locura, la aventura no me afecta sólo a mi. Tengo miedo porque voy a ser padre aquí sin ser capaz, todavía, de dominar el idioma. Tengo miedo de defraudarte, de avergonzarte, de que sea yo el único extranjero en las reuniones de padres de la escuela, de que no sea capaz de leer o escribir mientras todos los demás padres lo hacen sin problema. Me atormenta la idea de que te sientas mal por mi culpa, por ser yo diferente en tu país como a mi me avergonzaba el acento del sur de mi madre en mi pueblo en el norte. Así que si tu has tenido tu tarea con mi idioma, a partir de ahora seré yo el que pondré todo mi corazón en que no seas capaz de darte cuenta que tu padre no sabía leer ni escribir en japonés con normalidad dos meses antes de que tu nacieras. No te preocupes, hijo mío, que seré capaz de ayudarte con los deberes aunque tenga que pasar noches en vela repitiendo mil veces cada kanji, cada frase, cada ejercicio. Porque sin haber nacido siquiera, ya has puesto patas arriba mi mundo y sólo puedo pensar en que tu eres lo más importante y lo serás siempre.

Me pregunto qué pensarán tus abuelos en realidad de que yo viva aquí tan lejos… me pregunto dónde acabarás viviendo tu y cuanto me dolerá a mi…

No hay día en que le de vueltas al tipo de persona que serás: si serás un vago redomado de esos a los que no le importa nada o si por el contrario encontrarás pronto qué es lo que quieres hacer con tu tiempo. Yo intentaré contarte lo que yo pienso de la vida, pero ojalá que seas tu el que encuentres pronto tu camino y veas las cosas a tu manera. Eres nuestro hijo, pero no somos tus dueños. Trataré de que practiques Karate, pero serás tu el que decidas si quieres o no seguir, no seré yo el que te fuerce a seguir tal o cual vereda mientras no vea que vayas directo a ningún acantilado. Seguramente te tropezarás muchas veces y te romperán el corazón otras tantas… eso es así y no lo podemos evitar, pero siempre estaremos para agarrarte de la mano y tirar hasta que te levantes de nuevo, para escucharte y apoyarte siempre aunque la mitad de las veces no nos cuentes nada, como yo tampoco lo hacía con mis padres.

Querido hijo: me aterra convertirme en tu padre y a la vez siento desde lo más profundo de mi corazón que es lo más bonito que me va a pasar nunca.

Kota… nada más que contarte de momento… sólo que muero de ganas de conocerte y que te quiero desde ya mismo hasta siempre jamás. ¿Sabes? tu madre está tan guapa contigo dentro, tan preciosa, se la ve y se la siente tan feliz que imagínate cómo puedo estar yo.

No tardes demasiado en llegar, hijo mío.

No tardes.

お父さんより

Luna de miel en Okinawa, toma 1

Mañana hará un año ya desde que los señores Carlos y Fernando echasen una firmica en el mismo papel que nosotros para certificar que ya dejaba de ser el soltero de platiner para estar casado con la chica más guapa del mundo (#ytunooooo). Desde unos meses antes ya estábamos hablando de hacer un viaje de luna de miel, de marcharnos por ahí a ver más mundo en plan recién casados, pero la verdad es que con todo el lío de la boda y mi familia viniendo aquí pues nos quedamos sin vacaciones. O más bien, aprovechamos días libres para poder estar con ellos lo más posible, que menuda ilusión nos hizo que viniesen. ¡Volved ya, que ya sabéis el camino! Javiiiiiiiii.

Total: queríamos ir a algún lugar de Sudamérica, a mi siempre me ha maravillado la idea de que pueda ir a un país totalmente distinto al mío pero sin embargo podamos entendernos en el mismo idioma… me parece algo maravilloso. Así que el viaje estaba así planeado… hasta que llegó Kota. Bueno, Kota también estaba planeado sólo que no pensamos que iba a influir en la luna de miel. Ah, que no sabéis quién es Kota, pues Kota es el nombre que hemos elegido para nuestro hijo. Es fácil de pronunciar en ambos idiomas y en kanjis tiene un significado muy bonito:

kota.jpg

El primer kanji significa «luz», «brillo» y el segundo es el de «grueso», así que el nombre vendría a decir «mucho brillo» con el sentido de persona alegre, jovial, abierta, campechana. Ojalá que sea así; a nada que se parezca a su madre, seguro. Además el nombre parece vasco, con lo que no tendrá mucho problema cuando entrene en Lezama.

:ikullorer:

Pues bien, vino Kota y se quedó a vivir en la tripa de Chiaki que cada vez es más grande. Y claro, un viaje de más de un día con varios transbordos hasta llegar al sur de América no es algo apetecible para una embarazada a la que le faltan tres meses para dar a luz. Así que nos fuimos a una agencia de viajes a contarles esto mismo y la chica, que era más maja que un perrete chico panza arriba, nos recomendó Okinawa porque estaba muy cerca y era la época perfecta para visitarlo.

Y con mucha mucha pena por tener que dejar de madrugar y trabajar en la oficina, y muy a nuestro pesar porque no nos quedaba más remedio y de mala gana, a Okinawa que nos fuimos la semana pasada. Pillamos un avioncete desde Haneda que nos dejó en la primera etapa de nuestro viaje: la isla de Miyako donde lo pasamos tan pero tan mal…

:gustico:

Yo no tenía ni idea de lo que iba a ver allí. Sólo sabía que en el pack del viaje estaba incluido un coche de alquiler que me iba a tocar conducir a mi y que el Awamori es la bebida local por excelencia que, seguramente, iba a ayudar a reponer los electrolitos perdidos durante el día. Una vez montados en aquel Toyota Vitz, Chiaki se hizo fuerte a los mandos del GPS e iba metiendo direcciones. En la empresa que hace los GPS trabaja, por lo visto, la misma tía que habla en los cajeros automáticos y en las estaciones de tren, y yo me limité a seguir ese versátil vozarrón que lo mismo te suelta un billete de diez mil en cuanto pulses el botón verde que te dice que las puertas se van a cerrar y que cuidao con los dedicos, copón, para llegar, en este caso, in this case, a sitios tan acojonantes como estos:

Y es que en Miyakojima es así la cosa: playas de colores de mentira, islas unidas por puentes que se atreven a sobrevolar el agua haciendo que sólo veas tonos azules de cielo y mar, vete a saber cual es cual, por el espejo retrovisor. Si vas andando por la arena, te tropezarás con trozos de coral que el agua ha traído hasta la orilla y con los que algún cangrejo juega de vez en cuando si no hay ningún humano cerca molestando como sólo los humanos saben tocarte los tamagos. En este caso no aplica lo de esperar para hacer la digestión porque el agua está tan caliente que es como meterse en una bañera pero con miles de peces de colores dentro nadando a tu alrededor. Ahhh, no dejo de soñar despierto desde este ordenador de la oficina, que no me despierte nadie!!

IMG_3461.JPG

Por cierto, que la playa de la primera foto de la tanda de arriba es donde han rodado el anuncio de Calpis de este año, mirad a ver si os suena para donde corretea la chiquilla cuesta abajo después de berrear allá por el segundo 4:

Es una isla pequeña sin más transporte público que algún autobús que la recorre de tanto en tanto. Es comprensible, pues, que se ofrezca coche de alquiler con el viaje si se quiere recorrer un poco más que las playas cercanas al hotel donde te hospedas. Yo hacía tiempo que no cogía un coche, creo que en Japón fue mi primera vez, pero me acostumbré enseguida, un coche automático es infinitamente más fácil de llevar que uno manual y lo de conducir por la izquierda ya lo tenía trillado de la moto. Mi mayor problema era mirar la carretera en vez de al mar todo el rato… y en esas estaba cuando me llamó la atención un muñeco de un guardia que se veía de curva en curva por el camino:

Resulta que es producto de una campaña de seguridad vial que hubo en la isla hace muchos años por la que pusieron 19 muñecos de guardias de tráfico de plástico por todas partes que poco tardaron en hacerse muy famosos. Efectivamente, amigos, en España sería impensable: todos tendríamos un muñeco ya debajo de la cama junto a un cono, un casco de obra y un posavasos de Heineken.

Este muñeco en cuestión se llama «Mamorukun» que viene a significar «el que te protege», que yo no sé si proteger protegerá mucho, pero juego si que da el gachó:

Si me pongo a soltar tópicos, diría que Miyakojima es atemporal, que el reloj no gira sino que se deja llevar fluyendo al son que marcan las olas y los rayos de un sol que nunca tiene prisa en marcharse a otro día. Otra cosa sería que me pusiese en plan romántico y dijese que ver a Chiaki con la sonrisa más sincera del mundo paseando por aquella arena teñida de blanco llevando a mi hijo dentro hizo que se me ensanchase de un tirón el concepto de felicidad que creía albergar en mi corazón. O quizás si me pusiese barroco podría decir que las playas de Miyako me han de poner berraco. No sé. Elige tu el párrafo, que me da cosa decidirme, los quiero a todos por igual.

El caso es que nos pusimos tibios de comer Sokisoba y postres de mango, que es lo que se estila por aquellos lares, y después de largos días de no hacer prácticamente nada más que ver lo maravilloso que es este mundo, qué mejor que atizarse la cerveza del lugar para irse a dormir con la panza llena y una sonrisa más gorda todavía.

Y en una de esas de dormir los tres mirando cómo la luna se moja los cráteres en el mar, me dice Chiaki entre beso y beso:

– hay que ver, parece que estamos en un lugar completamente distinto del planeta y sin embargo nos podemos comunicar en japonés, ¿no es genial?

DSC_3862.jpg

Intento de cambio de tercio

Era una empresa de informática ubicada en Ginza. Vendían artículos de cierto lujo por internet, el sueldo era muy bueno y más o menos yo cumplía todos los requisitos del puesto de programador. Aquella era mi segunda entrevista después de pasar un test on-line. Esta vez tocaba programar en javascript durante una hora bajo la atenta mirada de tres miembros del equipo encargado de la cara visible de la web. Al igual que con la anterior de Ruby, no se me dio mal tampoco: fui capaz de sacar adelante lo que me propusieron sin demasiado problema.

Entonces entró un tipo calvo con ojos azules de esos que cuando te miran parece que te atraviesan. Salvando el color de ojos, tenía esa misma mirada perdida, ida y nunca venida, de loco que John Malkovich en sus películas. Su papel también estaba conseguido: iba a ejercer de entrevistador borde y con ese tono bien asumido, empezó a disparar una serie de preguntas de las que probablemente pocas personas sabrían las respuestas, o seguramente es que yo soy poco práctico tratando de memorizar tonterías:

– ¿Por qué se dice que Ruby un lenguaje de «method missing»? ¿te sabes todos los códigos de error HTTP? ¿cómo está implementado internamente un hash?…

Creo que supe contestar una o dos de veinte. En algunos casos eran conocimientos olvidados al minuto siguiente de graduarme de la universidad; la otra mayoría eran preguntas trampa cuyas respuestas prácticamente nadie que se dedique a programar se sabe, porque no se necesitan en el día a día y si se diese el caso, internet provee. Malkovich, sin embargo, consideraba muchas de estas preguntas «básicas» para el puesto, y cuando yo, con media sonrisa en la cara, contestaba que no sabia me volvía a preguntar si de verdad había estudiado informática, que le dijese el nombre de la universidad porque «no pensaba que era real».

A la cuarta o quinta pregunta ya tenía claras dos cosas:

– Que el tito John era total, absoluta e inequivocamente gilipollas.
– Que a mi, en realidad, me daba igual de verdad todo esto de la informática. Que me dan igual los códigos HTTP, las listas enlazadas y sus notaciones O. Que no sé qué coño estaba haciendo yo allí más que perder el tiempo delante de un tonto del haba que creía tener la sartén por el mango y que yo le debía la vida cuando a mi aquella farsa me era indiferente.

Al tarado calvo le sentó mal que le contestase tres veces seguidas que no sabía, porque en realidad es que yo ni hacía ya por pensar porque me estaba dando igual aquella comedia desde hacía un rato, y me dijo «bueno, pues ya está, no tengo más que hacer aquí». Así me dio a entender que yo no tenía absolutamente ni puta idea de nada y se fue sin decir adios. Yo en vez de decirle que era de las personas más ridículas que me había echado en cara últimamente, le di las gracias e incluso me levanté del asiento para despedirle demostrando que allí, en aquella sala, al menos había un tío íntegro. Aunque en aquel momento me hizo gracia, ahora pienso que que fuese un entrevistador no le da derecho a faltar al respeto a nadie, y que le habría venido bien que le hubiese dicho cuatro cosas. O encadenarle una hostia. Una hostia bien dada siempre ayuda a reflexionar al hostiado y gratifica al hostiante. Encima a mi John Malkovich siempre me ha caído como el culo.

Ayer llegó la respuesta de la secretaria de la empresa en la que me dicen que, oh sorpresa, «se han decantado por otro candidato».

Aproximadamente un mes y medio antes también estuve en otra entrevista de trabajo. La oferta era para «Profesor nativo de inglés para organizar actividades para niños» y el puesto era precisamente para esto mismo: organizar y dar clases de distintas actividades a niños, pero en inglés. El objetivo es que los chavales aprendan inglés pero no con la sensación de que lo están estudiando, sino pasándoselo bien cocinando un flan, haciendo escalada, dándole patadas a un balón o pegando patadas de karate…

Me pareció una idea increíble y pensé que yo sería capaz de hacer un trabajo así, que a ver por qué no. Y cogí y escribí una carta de presentación enviando mi solicitud para el puesto. Le dije a quien fuese que lo leyese que no mirase mi curriculum puesto que yo no era profesor y tampoco cumplía lo de nativo de inglés. Pero le rogué que leyese esa carta de presentación hasta el final. Allí le conté que yo fui profesor de Karate hace muchos años en mi pueblo, que me gustan los niños, que voy a ser padre este año y que no veo el momento. Guiado por la mayor sinceridad que fui capaz de desempolvar, le dije que hacía años que no sentía satisfacción por mi trabajo, que no me parecía algo humano, que no era algo real. Que era imposible que hacer una página web, por muchas visitas que tuviese, suscitase el mismo nivel de satisfacción que ver a un niño aprender, sonreír… saberte parte importante de su infancia, que lo que haces tiene repercusión real, que le importa y le vale a alguien. Creo que puse que no era ni la misma clase de satisfacción, que no eran comparables. Puse, en perfecto inglés, que aprendería más inglés, que daría clases yo mismo para pronunciar mejor si hacía falta. Le dije que si me cogía, si me daba la oportunidad, iba a tener ahí a un tipo que se iba a dejar la piel por ver a los chavales reírse y aprender a partes iguales, que puede que encontrase a mucha gente con mejores credenciales, con más experiencia, con mejor preparación para el puesto, pero que a ganas les ganaba yo por goleada.

Y me llamaron y me hicieron una entrevista porque al presidente le gustó lo que yo había escrito allí y decía en aquel email que quería conocerme. Así que siguiendo las indicaciones, acabé en Tsukiji, a escasos metros de la lonja de pescado más famosa del país. Por el camino y prácticamente al lado de la oficina me encontré con un restaurante con el nombre de mi mujer. Ni el nombre ni los kanjis son demasiado habituales y yo, que me dejo ilusionar a nada que sople el viento, me tomé aquello como una señal. Tanto es así que se me humedecieron los ojos como el bobalicón que soy.

Ya sentado en aquella sala, un señor más bien jóven aunque con canas, me dijo que era un tipo valiente, peculiar, que si de verdad odiaba tanto los ordenadores, que para cuando iba a ser padre y que si su madre era japonesa porque seguro que el niño sería muy guapo. Los niños mixtos siempre son guapos, repitió…

Atiende Malkovich cómo se empieza una entrevista, calvo lunático de mierda.

En un tono amable, aquel tipo que se parecía a Miyazaki el de las películas de Ghibli, me contó que el puesto sería, efectivamente, para dar clases pero que también querían que mantuviese la web de la empresa con lo que me dijesen las madres de los chavales, es decir, que me tocaría también ir evolucionando el sistema web con el que profesores y madres gestionan y hacen seguimiento de las clases. Me pidió perdón porque después de leer la carta asumió que yo no quería tener que ver con nada que tuviese una pantalla y me insistió en que sería sólo ocasionalmente, que mi misión principal sería buscar, organizar y enseñar a los chavales. Que sería sensei, que lo de rascateclas sólo de vez en cuando. Pensaron que sería buena idea que aprovechando que yo sabía, que iba a ser mucho más efectivo que yo mismo, como usuario, mejorase el sistema a la vez que era profesor. No me pareció mala idea.

Después hubo una segunda entrevista y una cena que pagó este mismo señor en la que ya me hablaba como si fuese yo uno de sus empleados. «Tienes que estudiar japonés, tienes que ser capaz de leer y escribir sin problemas, eso es algo que tenemos que arreglar» me decía mientras yo no hacía más que imaginármele dibujando a Totoro con un paraguas.

Lo que son las cosas: ayer llegó una oferta formal y hoy, después de echar muchas cuentas y hablar muchísimo con Chiaki, he tenido que rechazarla. Ya no soy yo solo, las decisiones que tomo no me afectan ya solo a mi, ahora son cosa de dos, de casi tres. Es cierto que perdería dinero, pero podría hacer algo que me entusiasma. Cambiaría estúpidas estimaciones-farsa con el único sentido de tener algo con que apretarte los tornillos después, con ponerme el karategi de Karate y enseñarles a los niños, en inglés, cómo se pegan patadas laterales en el arte marcial que crearon en su país. Aparcaría esos javascripts que nunca funcionan y jamás lo harán a la primera en Internet Explorer y me metería a llevarme a los chavales a un rocódromo en Tokyo para contarles porqué no deben cruzar las piernas. En vez de leerme documentaciones de APIs, usaría internet para encontrar nuevas actividades, nuevos locales, nuevas experiencias que compartir con niños japoneses de hasta seis años que harán que llegue a casa con la sonrisa del que disfruta cada minuto de su trabajo.

La razón principal por la que he tenido que, espero, posponer esta oportunidad es que para que un banco me dé un crédito, tengo que llevar al menos dos años con contrato fijo en la misma empresa. Me falta medio año, después, si todo sale bien, podré tener total libertad para cambiar si las condiciones económicas lo permiten.

De todo esto he aprendido un par de cosas. La principal es que es perfectamente posible: he estado más cerca que nunca de cambiar de profesión y si hay suerte quizás pueda hacerlo en un futuro cercano. La segunda es que, efectivamente, tener un hijo te cambia la vida y ya no puedo tomar decisiones tan a la ligera de estas más de mi instinto y de mi corazón que de mi cabeza. Todo se debe enfocar a que ese chaval tenga lo mejor que le podamos dar en cada momento y no queremos que esté en una habitación, en una casa que nos resistimos a amueblar y decorar en condiciones porque no es nuestra.

Pero… no sé. Sigo creyendo que aquello fue una señal y que esto no se acaba aquí…

la foto.JPG

Mi vida de casado

Casi va a hacer un año desde que Pikatxu certificase nuestra unión. Un año viviendo con una chica japonesa nueve años menor que yo en un barrio a media hora de Shibuya, en Tokyo. Resulta que soy un arafo, que en japonés significa «cerca de los cuarenta» (del inglés «around forty»), que duerme y se levanta junto a la misma mujer, que es la mía, encima de una cama de Ikea que montamos entre los dos cuando todavía no habíamos ni pensado en ser más de un par.

La vida es fácil. Muy fácil. Con Chiaki todo es fácil, hasta los problemas no lo son tanto. Alguno me decía que esa es la mentalidad japonesa y yo le contestaba contándole la historia de Eri, una novia que tuve algunos años atrás con la que algo tan en apariencia divertido como ir a cenar a un restaurante, se convertía en un auténtico suplicio por tantas pegas que le podía encontrar a prácticamente todo. Odio a esa gente cuya misión es buscarle las cosquillas a todo sin saber, quizás sin poder, disfrutar de absolutamente nada. Y era japonesa de pura cepa. Así que no vengamos con estas gaitas, que no.

Pero con ella es fácil. Una vez me puse a cocinar y estaba friendo pimientos de piquillo parecidos a los de mi pueblo que encontré en el súpermercado. A la vez estaba haciendo una paella a la que se le había acabado el agua y con las prisas de querer echarle más, le di con el brazo al mango de la sartén que sobresalía y los pimientos salieron volando junto con aceite hirviendo que salpiqué por entre las paredes y el suelo. Suelo que, por cierto, nunca ha vuelto a ser el mismo: tiene unos bonitos manchurrones fruto de semejante alarde de habilidad sin igual… chamuscado totalmente.

Total, que monté un Cristo de cojones, me ve Chicote y me pega una hostia a rodrabrazo.

Chiaki, que estaba en el sofá, vino a la cocina sobresaltada por la escandalera y cuando vio los tres pimientos que se quedaron pegados en la pared se empezó a reír como si no hubiese amanecer. A descojonarse. Viva. Se partía y mientras me ayudaba a limpiar el tinglado, se seguía descojonando pero hasta no poder más. Al dia siguiente decía que tenía agujetas de reírse, y todavía hoy suele contar de vez en cuando aquella anécdota en plan «¿te acuerdas de la que liaste en la cocina aquella tarde?».

Por eso digo que es fácil. No conozco a ninguna otra persona, incluyéndome a mi, que hubiese reaccionado de esa manera. Es cierto que no se podía hacer mucho más, el daño ya estaba hecho y nada de lo que pudiese decir iba a arreglar la situación. Pero lo normal, lo que hace una madre cuando se te cae un vaso al suelo, es chillarte y decirte que pongas cuidado. Como si tu, que a pocas te cortas con los cristales, no te lo hubieses aprendido ya de primera mano.

Ese es un ejemplo de cómo de fácil es vivir con ella. Es su forma de ver la vida, de no ver problemas donde en realidad no los había. Lo que no significa que si hay algo que no está bien o que no funciona, se hable. Como cuando destrocé la segunda moto rompiéndome el brazo por el camino, que igual si que era la hora de ir dejando las motos. Porque vivir conmigo no sé si será fácil, pero no es algo que yo recomendase a quien quisiese tener una vida tranquila: cuando no aparezco con el brazo roto, se me cae la bici en la cabeza, me quemo media pierna jugando a futbito o me marcho a correr media maratón a la ladera del Fuji el fin de semana de más frío de todo el invierno cuando probablemente no era el mejor plan que ella tenía en mente.

Así que mi vida es fácil, y como me lo ponen fácil, me doy cuenta que la cosa es recíproca aún sin proponérmelo porque no puede ser de otra manera. Si a ella no le importó irse a un hotel en la peor época del embarazo para que mi familia estuviese en nuestra casa, a mi me resulta imposible siquiera pensar en encontrar la más mínima pega cuando me propone visitar a su familia en el templo, por ejemplo. Y así con todo.

Un típico día de mi nueva vida empieza cuando suena la alarma de mi móvil. Yo me levanto antes porque voy en bici hasta Shibuya y ella trabaja a una estación de casa. Café en mano, me recorro las noticias de mi país por internet hasta que media hora después ella ya está en el sofá haciendo lo propio con un tazón de cereales y la tele. Normalmente comentamos las noticias de Japón, pocas veces le suelo yo contar las últimas andanzas de Bárcenas. Una ducha después ya estamos cada uno camino de la oficina. A ella le tocará visitar clientes y supervisar que las obras se estén haciendo bien, a mi me tocará rascateclear al lado de un tipo que tiene los mofletes como el icono del Chrome. Entre medias, compartimos algún que otro mensaje con el Line sobre qué vamos a cenar esa noche, qué vamos a hacer el fin de semana… en japonés, porque es el único idioma que habla ella aunque yo creo que entiende más castellano del que dice.

Al volver suele estar a los fogones porque llega antes. Pone la música que está dentro de mi viejo iPhone, con lo que no es raro que esté cocinando okonomiyaki a ritmo de Platero y Tú o Extremoduro. Dice que le gusta escuchar lo que yo escucho aunque no entienda lo que dicen. Yo me ofrezco siempre para echarle una mano, y siempre me dice que no a no ser que haya que bajar algún plato de la estantería de arriba. Así que paso a la fase de recoger la ropa tendida o poner la lavadora o lo que vea que se puede hacer mientras comentamos el día. Últimamente la conversación es sobre nuestro hijo, claro, tenemos algún que otro nombre pensado pero nada definitivo. Ah, y que parece que se mueve mucho.

Cenamos viendo la tele, a veces algo de Hulu porque es fácil que haya series en inglés con subtítulos en japonés. Ya no tengo problema para entender más o menos todo en inglés, pero todavía el porcentaje no es, digamos, cómodo en japonés. Aún así no es raro que veamos también lo que estén dando en la tele en ese momento… los programas de humor japoneses son fáciles de entender porque se basan, mayormente, en gente haciendo el ridículo o dándose de hostias.

Después estudio japonés un rato mientras ella sigue viendo la tele u hojea publicidad de algún piso que estén construyendo en Tokyo porque esto de vivir de alquiler seguramente dure poco. Entre kanji y kanji, le leo alguna nueva frase que he aprendido y ella me corrige y normalmente se descojona. Después me toca fregar los platos y recoger la cocina. Ya que ella prepara la cena, es lo mínimo que puedo hacer. Pero la base de todo esto es que yo nunca le pediría que hiciese la cena como ella tampoco me pide nunca que recoja los platos. Lo hacemos porque queremos y darnos las gracias sale solo.

Siempre hay un rato para hablar sin televisiones ni interferencias, normalmente es antes de dormir. Hablamos mucho, hacemos muchos planes de futuro: que si tenemos que hacer algún viaje, que a ver cuando volvemos a España con el niño, si se atreverían a venir nuestros padres de nuevo… últimamente estamos pensando en donde vamos a vivir y el dinero que haría falta para comprar un piso en según qué parte de esta inmensa ciudad.

Total que nunca imaginé que mi vida de casado fuese de esta manera. Nunca pensé que iba a ser en Japón, para empezar, pero nunca habría pensado que estar compartiendo la vida con otra persona podía ser tan fácil.

Y tan bonito.

En estos raticos…

Cada vez pasan más rápido. Los raticos digo. Estos espacios de tiempo en los que uno se para un poco quizás a atarse los cordones y allí mismo, con una rodilla hincada en el suelo, se da cuenta de que, jodo, que anda que no están pasando cosas últimamente. Creo firmemente que es bueno esto de ajustarse el nudo con calma, subirse los calcetines un poco para que no hagan arruga por donde el talón y robarle dos o tres bocanadas profundas al viento para continuar la caminata con mejor facha.

Y así, mientras estiro un poco los cuadriceps, maduro tantos y tantos pensamientos que me tienen la mente distraída entre horas de un tiempo a esta parte y es que ya iba llegando el momento de ponerlos en vereda. Y me doy recuenta de que ayer supe que voy a tener un hijo varón, un pequeño Toscanito que no solo podrá ser del Athletic sino que tendrá los ojos rasgados y quizás el dedo gordo un poco más separado del resto que los demás. Que para finales de Octubre mi vida cambiará radicalmente, de nuevo, y que tendré, tengo desde ya, como única misión que ese niño sea el más feliz de todos los niños. Que haré todo lo posible para que mientras aprende japonés de su madre y castellano del tarado de su padre, se esté riendo el mayor tiempo posible, cosa que no será difícil teniendo la madre que tiene porque lo llevará en los genes. Juró que nunca me oirá discutir con su madre, entre otras cosas porque soy tan privilegiado de poder decir que nunca ha pasado antes. Que tendrá a su familia paterna lejos, pero que estará arropado por un montón de tíos y tías postizos, tantos como amigos nos rodean. Ojalá que se le pegue un poco de cada uno y me salga soltando algo en Osaka-ben con un acento entre manchego-vasco-lorqueño-madrileño.

Claro que cambia las cosas. Tanto que apenas importa lo demás que tengo entre manos. Pero como no puedo hacer que octubre venga en junio, pues también ando entretenido con más de mis locuras. La última es que aprovechando que tengo un gimnasio a dos minutos de mi trabajo al que voy a diario de lunes a sábado, me he planteado algunos retos que le dan vidilla a mis días de oficina:

Bajar hasta el 10% de grasa corporal
Esto es una chorrada como otra cualquiera que no me obsesiona en absoluto, simplemente quiero saber si soy capaz y ver qué cambia en mi cuerpo si consigo llegar hasta ese número. Llevo tres meses y he conseguido llegar a un 12-13%. Lo estoy consiguiendo gracias a que recorro los 12km que separan mi casa de Shibuya en bici dos veces al día y que además llevo una estricta dieta a la hora del desayuno y la comida. En cuanto puedo, además, me escapo a correr un rato de cara a no perder la forma por si este año caen las maratones de Tokyo y la del Fuji de nuevo. El resultado es que soy más rápido tanto en Karate como esprintando y ahora se me notan bulticos en la tripera. En cuanto llegue a 10, que no sé si lo lograré, cambiaré de reto, por ejemplo tengo en mente llegar a hacer 15 dominadas. Chorradas de este estilo me dan la vida.

IMG_2733.JPG


Abrirme de piernas
Pero en serio. Llevo estirando prácticamente desde los quince años que empecé Karate en mi pueblo pero nunca me lo he tomado como una actividad en si misma, siempre ha sido algo complementario al deporte que hiciese en ese momento. Pues bien, llegó la hora: me he planteado abrirme de piernas tanto de frente (que ya lo hago) como lateralmente. Estoy siguiendo las indicaciones de un libro en el que explican la técnica de los estiramientos isométricos, que no es más que hacer fuerza en el lado contrario al que estiras para lograr cansar el músculo y que ceda antes. Tres días a la semana, media hora al día los dedico exclusivamente a esto. Los resultados: me abro de piernas verticalmente prácticamente sin problemas, y estoy ganando bastante lateralmente lo que hace que en Karate me cuesten menos las patadas circulares a la altura de la cabeza.

Todo esto sin descuidar los 3000 puntos que me he propuesto alcanzar a diario con la Nike Fuel Band que me compré hace otro par de meses y que consigo gracias a jugar partidos de futbito con los amigos, por ejemplo.

Cambiar radicalmente de profesión
Esta es una quimera que cada vez tiene más y más pintas de poder hacerse realidad. La Feria de Abril me enseñó que era perfectamente posible llevar un bar y que, en efecto, era mucho trabajo pero increíblemente gratificante. Con esto en mente, lo de jubilar de una vez los ordenadores, se me cruzó por delante una oferta de trabajo que me convertiría en profesor de distintas actividades para niños. Pues bien, hice una entrevista con muy buenas sensaciones y esta semana estoy esperando el resultado. Muy malas deberían ser las condiciones económicas para que no aceptase al minuto uno si me ofreciesen el puesto. Y de mientras, estoy apuntado a listas de castings (a punto he estado de salir en una película famosa japonesa que se estrenará el año que viene) y me recorro a diario las listas de empleos lejos de pantallas en Tokyo, os sorprendería saber lo que se puede encontrar aquí…

Acabar el ikulibro
Queda menos que nunca. Quitar a las editoriales del medio ha sido una decisión no sé si acertada o no, pero que me ha permitido enfocar el tiempo libre que me queda en acabar el libro. Os diré que quedan tres cosas: la portada, un índice, y una historia que me falta por escribir. Bueno, eso para acabar de tenerlo, claro, luego habrá que ver cómo financiamos la autoimpresión. Ideas como crowfunding suenan mucho últimamente… me pregunto qué respuesta tendría…

Porlosegao
Sigo metiendo cromos prácticamente a diario y lo que es más importante, descojonándome mientras lo hago.

Screen Shot 2013-06-11 at 11.56.11 AM.png

Y con mi luna de miel en mente a Okinawa a finales de Julio, creo que más o menos he repasado todos y cada uno de los líos en los que ando metido. Ah y que no se me olvide felicitar a mi madre mañana, que es su cumpleaños. Y poco más… ¿no?… bien, pues sigamos caminando, que el tren no espera.

Hasta luego Chema

Le vi en callejeros hace ya muchos años y me pareció un tío muy gracioso, allí se veía a un tipo con un desparpajo natural que hacía que te quedases hasta que acabase el vídeo sólo para ver qué se le ocurría decirle al siguiente japonés que se cruzase por allí con él. Yo desde Bilbao estudiaba japonés y devoraba programas sobre el país en un afán por revivir los seis meses aquellos en los que un barrio de Tokyo me acogió gracias a una beca.

Luego la vida me mandó de vuelta a Japón de una hostia con inercia. Del tal niño cagao yo no supe nada más, pensé que se habría vuelto a Sevilla o de donde fuese que fuera, y desdeluego que yo aquí pocos espectáculos de flamenco iba a ir a ver. Hasta que el tío Txiki me lió para ayudar a dar una clase de corte de Jamón que se hacía en un local llamado «Casa Artista», un tablao flamenco en pleno barrio coreano de Tokyo llevado por el tipo con las mayores patillas a este lado del Megurogawa.

Allí me presentaron a un tal Chema, un tío calvo que trabajaba en el lugar y, por tanto, ejercía de anfitrión de nuestra actividad. Lo que yo no sabía es que aquél señor de Sevilla o de algún sitio parecido por el acento, era el mismo niño cagao. Yo no sabía que se iba a traer una guitarra y que se iba a poner cantar. Y mucho menos imaginé que se iba a liar la que se lió aquella tarde mientras un montón de personas cortaban y comían jamón serrano en el subsuelo de uno de los locales más inverosímiles que esta ciudad provee.

Era imposible que aquello acabase allí. Quiero decir que en esta vida uno se cruza en su mayoría con personas que dan igual o quizás que no se tiene la oportunidad de conocer. Gente que va a lo suyo como uno va a lo de uno la mayor parte del tiempo. Después los hay que te pondrán las cosas difíciles el rato que coincidas con ellos, te vendrán con reproches, con impedimentos, con gilipolleces innecesarias que harán que pienses que a poder ser una y no más y contigo nunca jamás. Y luego están unos pocos que te revuelven la vida. Son escasos y no aparecen a diario, ni mucho menos. De repente aparecen por alguna razón una tarde y no es que te la animen, sino que te la prenden fuego. A veces es por su energía; personas que te incitan, te motivan, te pinchan con lo que hacen para que tu hagas también. Otras veces es simpatía, candidez… bastan un par de frases amables o un par de oídos dispuestos para que quieras volver a compartir conversación simplemente porque te sientes bien haciéndolo.

Lo de Chema fue una mezcla entre tener a alguien con quien fue tremendamente fácil hacer aquello y un tío con todo el arte del mundo que te hacía descojonarte prácticamente todo el rato. Es decir: si tenía que traerte platos no sólo te los traía sino que te cascaba un chiste de vascos por el camino.

Me sorprendió que sin conocerme más que de aquellas dos o tres horas, me dejó su guitarra para que mi hermano cantase en mi boda. Su guitarra… esto es como decir que Fernando Alonso te deja su coche o Rajoy su plasma.

Así que, como no podía ser de otra manera, contamos con él para el evento más ambicioso que hemos organizado hasta la fecha, la feria de Abril, donde con el respeto de las croquetas y el jamón, él era en realidad el plato principal. La gente que venía preguntaba por el espectáculo, todos querían saber cuando iba a empezar aquello. Y Chema llegó cuando le salió de los huevos, a su ritmo, como hace siempre. Allí apareció con unos tabis y cuando le vino bien a él, cuando vio que era el momento, se puso a cantar y revolucionó el lugar. A veces pasaba por la cocina y nos decía que nos teníamos que dedicar a aquello, que montásemos un bar, que teníamos mucho arte. Otras veces lo veías echándose fotos con el público, su público y cuando nos quisimos dar cuenta, desapareció después de haber cumplido con creces con su papel.

El sábado nos juntamos los organizadores de aquél lío. La idea principal era hacer una barbacoa en casa Lorca y darles de comer y de beber a todos los que nos ayudaron al lío: Manuela, Alicia, los camareros que puso el bar, las bailaoras. Pero también era una especie de fiesta de despedida para Chema, que se vuelve para España sin fecha de regreso. Ese día apareció también tarde y también se fue cuando le salió de los huevos porque, decía, tenía una actuación en no sé donde. Yo también iba hora y pico atrasado, así que coincidimos y me lo llevé desde la estación hasta la casa de los Lorcos. Por el camino entramos en un Seven Eleven a por hielos. Ahora hay una promoción, que vuelve de vez en cuando, por la que por cada mil yenes que te gastes te dejan sacar una tarjeta de una caja y te pueden tocar cosas. A él le correspondía sacar tres, pero sacó un puñado, calculo que unas quince. Mientras les iba dando la vuelta y devolviendo las que no tenían premio, iba diciendo «gomen nasai ne» hasta que se quedó con tres premios. A un tío con tanta cara detrás de tanta barba es imposible llevarle la contraria porque no puede sino estar más loco que una picha mora, así que, por si acaso, la dependienta optó por darle las dos botellas de Aquarius de litro y el chocolate que le «tocó» sin protestar.

Porque Chema es así. Porque se dejó la vergüenza en Sevilla, o de donde sea que sea hablando como habla, porque lo mismo te da un abrazo y te dice que ha aprendido mucho de ti por regalarte los oídos que se casca una canción de despedida en japonés al aire libre de una terraza de un sexto piso de Takadanobaba:


Hostias Chema… ¿ahora que nos empezamos a conocer te tienes que pirar?…

A ver si hay suerte y te aburres y te tenemos aquí pronto. Vendrás cuando quieras, como haces siempre, pero eso es porque sabes que te estaremos esperando, porque de eso de Sayonara que cantas, nada de nada tío, como mucho te dejo un mata ne.

No vaciles demasiado a las azafatas del avión. No me seas cabrón.

De Feria de Abril en Tokyo

El domingo pasado se celebró, por fin, la locura nuestra esta de hacer una Feria de Abril en Tokyo. Después de un par de meses de compartir planes, ideas e ilusiones, el día ya tenía que llegar. El equipo estaba perfectamente sincronizado, todos sabíamos nuestras funciones: Germán en la cocina, Guillermo de hombre para todo, Chiqui con los embutidos, Nanami en la puerta, Manuela con los tickets y yo en la barra con los dos camareros que ponía el bar. Si podía fallar algo, que no fuese por falta de preparación, que fuese si acaso por pagar la novatada de ser la primera vez que organizábamos un evento de estas características, pero no por falta de ganas o por no habérnoslo currado lo suficiente.

945676_10151444869203822_977259694_n.jpg

El sábado, el día anterior, hicimos las compras y además también llegaba el vino de Bodegas Latúe, uno de nuestros patrocinadores. El jamón de Nico lo llevábamos en el maletero del coche junto a un salchichón y un chorizo ibérico y el queso de Marquesado de Hita. Teníamos también los carteles, los tickets, las hojas de pedidos, la ropa y los accesorios que Guillermo se trajo de España… el coche iba a rebosar.

El día era de perros, allí estaba lloviendo lo que no estaba escrito pero contábamos con que los Maldonados de aquí daban bueno para el domingo, así que ya podía caer lo que tuviese que caer ese sábado que no importaba. Una vez en Ebisu, en cuanto nos dejaron, entramos en el local, dejamos todo preparado y nos fuimos cada uno a nuestra casa pero no precisamente a dormir: teníamos la misión de hacer doce tortillas de patata cada uno excepto el Chiqui que fue el encargado de las croquetas. Doce tortillas de patata que nos tuvieron prácticamente hasta el amanecer a los fogones, pero era la única manera de asegurar que estuviesen lo más frescas posible. Treinta y seis tortillas de patata de seis huevos cada una deberían ser suficientes…

Ésa misma mañana, la del domingo, el coche que alquilamos empezó la ronda: primero a por un piano para que Akari pudiese hacer su parte del espectáculo, después casa por casa a recogernos a cada uno de nosotros junto a las doce tortillas por culpa de las cuales habíamos dormido tres horas como mucho, pero no había tiempo para descansar: cuando llegamos al local, no paramos prácticamente ni un momento, teníamos que hacernos fuertes en la cocina, ultimar los detalles en la barra, preparar la sangría, picar ajos, cortar limones…

Cuando abrimos las puertas, hubo un rato que se nos hizo eterno en que no vino nadie. Desde cocina, con los fuegos a punto, se miraba a la entrada. En la barra hacíamos lo propio mientras nos repartíamos los abridores, cortábamos un par de limones más y repasábamos de nuevo el sistema de tickets con los camareros. El Chiqui se salía de su rincón de vez en cuando y oteaba la calle. Entraron dos personas con las que estuvimos hablando un rato pero aquello no acababa de despegar, estábamos más solos que la una… hasta que de repente empezó a entrar gente y ya no paró en ningún momento.

Muchos conocidos, muchos que no conocíamos. Cuando uno hace algo poniendo tantas ilusiones, tantas ganas, se agradece inmensamente la fuerza y el apoyo que te dan los amigos con su sola presencia. Que viniesen tantas caras conocidas de verdad que nos apuntaló la confianza en nosotros mismos. Así que muchas gracias, señores, si alguna vez os da por hacer algo parecido, tened claro que ahí estaremos nosotros también.

:ungusto:

Cuando Chema, el niño cagao, se puso a cantar ya llevábamos bastante tiempo sirviendo tapas y bebidas, pero sobretodo un rato largo viendo el buen rollo del personal. Menudas liaba Chema con su gente cada vez que salía!!



El cocinero oficial del bar que se suponía que iba a estar con nosotros todo el día ayudando a Germán, no se quedó más de un cuarto de hora… resulta que era su día libre, así que el problema, de haberlo, ya sabíamos donde iba a estar: entre sartenes. Pero Guillermo se metió allí con Germán y sacaron adelante todos y cada uno de los pedidos hasta el final mientras en la barra tratábamos de lidiar con las bebidas como podíamos, pero claro, nosotros teníamos ventaja porque éramos tres. La cantidad de tapas que se sacaron fue chica… yo hubo un momento en que les escondía los pedidos para que no se agobiasen tanto y después se los iba pasando poco a poco…

En el cartel pusimos bien claro que si alguien venía con traje de flamenco o de sevillana, se llevaba un plato de jamón por su salero moreno. No faltaron y como lo prometido es deuda, hubo plato de jamón para todos!! más salaos que salaos!!

Jamón que, por cierto, el tío Chiqui prácticamente no paró de cortar en ningún momento. Yo tengo que decir que cuando me pude pasar un rato a llevarle una cerveza, allí no quedaba más que el hueso!!

Si la gente se aburrió o no le gustó la comida o se lo pasó mal, desdeluego que supieron mentirle a las cámaras:

Podemos decir, sin lugar a dudas, que el evento fue un éxito rotundo, que no imaginábamos tan buena respuesta ni en la mejor de nuestras previsiones cuando nos pusimos a apuntar en una lista cada una de las personas que nos decía que se pasaría con la idea de calcular un poco las cantidades de comida y bebida que necesitaríamos. Curramos como jabatos, especialmente en un par de momentos en los que era prácticamente imposible dar abasto en cocina. Pero a pesar de todo el trabajo, del cansancio y de los agobios, yo creo que hablo en nombre de todos cuando digo que fue una de las mejores experiencias que hemos tenido en Tokyo y que esto se va a repetir de una u otra manera de todas todas.

Y una cosa que está clarísima es que esto no habría sido posible sin la perseverancia, el buen hacer y sobretodo, la simpatía de mis compañeros de locura…

¡Un gusto, compadres!
:ungusto:


La crónica del Guille
Cómo lo vivió el tío Chiqui
El tito Fla también se pasó

Por lo segao

Hace ya unos cuantos meses que me puse a hacer esta gaita en plan experimento y como hobby para estirar mis conocimientos RubyOnRailseros. Todavía tengo muchas muchas cosas que quiero hacer, pero básicamente la idea ya está ahí: se trata de una web con cromos. Que diréis: ¿cromos como el de Arconada?, pues más o menos no. Un cromo aquí no es más que una imagen chorra con un título chorra:

Screen Shot 2013-05-17 at 4.10.42 PM.png

El objetivo de la web, a parte de servirme como experimento para probar chorradas de programar nuevas, es que os descojonéis vivos cuando entreis. Ni más ni menos ni menos ni por.

Luego ya si os registráis, creáis cromos, votáis, comentáis o subís imágenes, ya ni os cuento el gusterresque que me dais!!! Crear nuevos es fácil, podéis pinchar en uno que ya esté y darle a Ver Imagen / Crear cromo, podéis elegir una imagen de las que ya están subidas o podéis subir la que os de la gana…

Screen Shot 2013-05-17 at 4.16.23 PM.png

El asunto está hecho en Rails con Coffeescript, Haml y Sass, por si a alguien le interesa la copla y…. pues eso, que se entra por aquí:

Por lo segao
:bythesegao:

¡¡ Cread muchos cromos y comentad mucho, porfa !!
:gustico:
¡¡ Buen finde !!

Entrevista en Radio Euskadi

La cosa fue rápida: Felipe que es un chico que vive en Korea y que tiene un peacho blog llamado Eurowon contó que cuatro gañanes estaban organizando una feria de Abril sevillana en pleno Tokyo. La cosa se fue liando liando liando hasta que a eso de las nueve y media de la mañana nuestra nos llamaron a tres de nosotros para contar la historia en Radio Euskadi en el programa La Noche Despierta.

La entrevista ha quedado bastante simpática! si queréis saber un poquito más del sarao que tenemos montado el Lorco, el Chiqui, Germán y el elemento que les escribe para el domingo, aquí os lo contamos con todo nuestro arte:

¡Os esperamos en Ebisu el domingo!
:gustico: :ungusto: :gustico:

Madre de Dios, la de tortillas que me ha tocado cocinar….

Los Tosca en TokyoTV

Cuando fuimos a buscar a mis padres al aeropuerto de Narita, andaban ahí los de la tele al sopesquete para pillar a extranjeros y preguntarles porqué venían a Japón. A mi hermano le trincaron por banda y cuando les dijo que venían a mi boda, se pusieron a grabarnos y acabaron preguntándonos si podían venir al templo a grabar la ceremonia y hacer un reportaje.

Resulta que salió el domingo por la tele, pero nosotros nos enteramos por twitter, lo que son las cosas.

Los Tosca en Tokyo from ikusuki on Vimeo.

Al principio nos hizo gracia la idea de que viniesen a grabar, pero después cuando llamaron los de la tele para concretar hora y lugar les acabamos diciendo que era algo muy privado y que no queríamos que se convirtiese en un circo…

Pero lo que a mi me hace mucha mucha gracia es ver a mi padre hablando en la tele japonesa, jajajaja, más majo que ni sé!!! los Tosca a conquistar el mundo!!

:triki:

Feria de Abril en Tokyo

Esta es otra liada más del amigo de los líos, el tío Txiki. Más o menos me vino a decir que tenía metido en la cabeza que quería hacer una feria de abril en Tokyo, que lo suyo sería alquilar un local, llenarlo de farolillos y tirarnos todo el día entre fogones y barras dando de comer y beber al personal.

Claro, tu estás con dos o tres cervezas entreteniéndote las neuronas y no haces sólo una feria de Abril, sino que organizas hasta herri kirolak alrededor de Hachiko en Shibuya si hace falta. Una vez hasta me cayó bien un franchute, no te digo más el poder que tiene el néctar de cebada, oye que hasta estuve de pies a su lado un rato y todo!

El caso es que luego el asunto se siguió hablando. Y se empezó a liar de una manera acojonante: tras duras negociaciones, el de Albacete consiguió que un señor de Tokyo nos alquilase su bar español por un día para que hiciésemos, mayormente, lo que nos saliese del badajo de la parte de abajo. Encima, en medio de todo este jirijai de negociaciones y búsquedas estaba el gran Chema, el niño cagao, que se conoce el mundillo hispanofolklórico de la ciudad como nadie más que nada porque está metido en más fregaos del pelo que Don Limpio, que es calvo. Y como no podía ser de otra manera, se ofrecía a hacerse cargo de la parte artística del evento: tiraría de sus contactos para formar ahí un cuadro flamenco que animase el sarao desde por la mañana hasta por la noche. No sólo eso, sino que nos ha liado para que salgamos nosotros también destilando nuestro arte sevillano cordobés. No olvidemos que soy de Zalla, amigos, veo una guitarra y me falta olerla, la cosa no puede prometer más.

Así que por un lado teníamos al de Albacete echando números, al Chema ya con cuarenta ideas en la cabeza en forma de actuaciones y shows y por el otro estábamos Guillermo, Germán y el tío Tosca que les escribe que lleva deseando desde hace tiempo meterse en una liada de estas. Yo no sé estos dos, pero mi futuro pasa sin ninguna duda por tirar el ordenador al río y dedicarme a servir pintxos de tortilla y cortados en cualquier recoveco de Tokyo olvidándome de tanta patraña rascateclil y tanta tontería oficinera.

Con lo que una vez que teníamos el sitio y estábamos de acuerdo con el presupuesto, lo siguiente era decidir cuanto antes el menú. Parlamentamos durante unos cuantos días al abrigo de nuestro ombligo y al final cerramos el lío con unas tapas del copón que cocinaremos nosotros mismos y con un pedazo de jamón ibérico que se va a encargar el de Albacete de cortar junto a un salchichonaco, chorizaco y quesaco manchegaco cuya sola imagen me hace babear tres Iguazús.

Y una vez decidido el menú y el sitio, lo siguiente era crear el cartel, ahí me puse yo manos a la obra adobeilustratil y tratando de emular el típico cartel de los toros, me salió esta movida:

Cartel Feria de Abril organizadores.jpg

La sevillana es una ilustración de Meguchan91, el de la guitarra es el mismo Chema y en la parte de abajo ponemos cómo se va, el menú y además contamos que todo aquél que venga con traje de flamenco o sevillana, tendrá un plato de jamón gratis porque ser salado en esta vida debería estar premiado como mínimo con jamón.

Total, que entre unas cosas y otras, que si tiende la ropa…. que si riega las plantas… es este domingo ya, no te lo pierdas!

:gustico:

Finalmente este fin de semana vamos a tener un bar en Tokyo desde por la mañana hasta por la noche para nosotros solos. Ojo, que sabemos que nos tocará currar como campeones pero con muchísimas ganas y tremenda ilusión porque también sabemos que será, de lejos, un día increíble que tardaremos en olvidar.

Si por lo que sea estás en Tokyo ese día, pásate por Ebisu, que de beber, de comer y de reír te damos.

Lugar: Restaurante Iberia, en Ebisu


Ver mapa en fokik

Fecha y hora: Domingo 12, de 10:00 a 22:00
Entrada: 2500円, incluye tapa, bebida y el show de flamenco

:romeo: :gambiters: :cocinicas: :coleguicas:

The way you make me feel

Esto cantaba Michael Jackson en aquellos años añejos perdidos ya entre la memoria adolescente que yo suelo dar ya por olvidada demasiado a menudo ahora que mi vida es tan diferente.

La manera en que me haces sentir.

Ahora que mi vida se antoja más seria que nunca, que parece que importa más lo que uno hace quizás por estar cada vez más lejos de los treinta, me he dado cuenta que muchos de los sentimientos que surfean la linde entre mi piel y mis venas están causados por la presencia o ausencia de las distintas personas que disfruto o padezco a lo largo de las horas que estoy despierto. Cómo me hacen sentir es algo que suma y resta en la cuenta de la felicidad diaria que a su vez acumula llevadas en el resultado final.

Y es algo que no puedo cambiar por mucho que lo intente. Importa poco si es trabajo, hobby o tiempo entre medias de los dos. Son las personas que están las que deciden cómo me siento. Curiosamente.

Mi padre: la persona más sencilla del mundo, un señor de pelo blanco, alma de poeta y dos o tres halagos en los bolsillos del chaleco que sacará y te soltará a la que coincidas un rato delante de él. El hijo pródigo que es un calco de su padre, que era mi abuelo, con sus historietas, sus manías, sus tretas y sus vicios imposibles de cambiar. Verle fumando en la puerta del todo a cien de al lado de mi casa en Tokyo con una lata de café caliente en la mano comunicándose por gestos y ademanes con los compañeros ocasionales de caladas y cenizas dijo todo de él. Si algo no le gustó, si tuvo jetlag no le oí quejarse en absoluto, sólo le escuché historias de lo que había visto o hecho en sus paseos matutinos diarios por el vecindario y palabras amables sobre mi familia política. Por eso, aunque no está a mi lado, basta acordarme de él para hacerme sentir bien, contento, con ganas de verle de nuevo. Sonrío y es de verdad.

El dependiente de barbas del supermercado: una persona arisca, seca, con una mueca de estas que parecen decir que el mundo huele mal en todo momento. Un chico con el que sólo tengo que coincidir una o dos veces por semana cuando no me queda más remedio que pasar por su caja y ver cómo, de mala gana y peores maneras, va pasando mi compra por su escáner para gruñirme algo parecido al precio. Un señor con el que no quiero compartir tiempo y espacio porque me hace sentir hastío, me cansa, me incomoda.

La señora mayor de Karate: alguien más cerca de los ochenta que de los setenta que siempre me espera a la salida de las clases para darme un botellín de agua y algo que ha comprado y que, dice, le recuerda a mi: una lata de anchoas de España, un paquete de café italiano porque al fin y al cabo todo «está a mano en Europa», una revista en perfecto japonés con un reportaje sobre flamenco… Alguien que no estaba en mi vida hasta hace nada, una perfecta desconocida con quien, sin embargo, quise compartir que me iba a casar cuando me iba a casar, que iba a tener un hijo cuando supe que iba a tener un hijo. Una señora japonesa a la que he visto más tiempo con un karategui blanco y un cinturón negro que con ropa de calle, una compañera de patadas y puñetazos a la que echo en falta si un día no puede venir porque le toca cuidar a su nieto. Alguien que a veces no está y que no me gusta que no esté. Me pregunto si alguien echará en falta que yo no esté en su día cuando no estoy.

Un compañero de trabajo que siempre llega tarde, que siempre está enfermo. Un tipo que suele llevar la misma ropa a diario, que no responde a los saludos ni saluda, que gruñe y tose más que habla aunque no por ello deja de fumar, que golpea el teclado con fuerza como si estuviese sólo en la oficina. Es una persona triste pero no porque esté triste, sino porque no tiene la capacidad de darse cuenta de cómo es. O no le importa, no sé qué será peor. Un fulano con el que me ha tocado trabajar y contra el que tengo una coraza con la que trato de hacer mi trabajo sin dejar que su atmósfera entre en la mía, que ha de ser hermética. Casi nunca lo consigo porque no le respeto y me acaba contaminando. No entiendo ni aguanto su forma de ser… verle entrar por la puerta hace que a veces me quede súbitamente sin fuerzas, que se me quiten las ganas de todo. Aunque no hable con él en todo el día.

La monitora del gimnasio, una chica extremadamente jovial que me preparó ejercicios específicos para volver a coger fuerza en la muñeca izquierda, que siempre que le toca empezar el turno, va persona por persona dando los buenos días reverencia mediante. Alguien que se sabe mi nombre aunque yo no me sé el suyo, que aguanta todas mis historias: que si me he caído con la moto, que si tengo competición de Karate, que si hoy he venido corriendo desde casa… y me sonríe y hace por que le cuente más y que parezca que de verdad le interesa. Siempre sonríe. Aunque sea su trabajo. Y por eso yo sonrío cuando la veo o cuando me acuerdo de ella.

Yo soy de ésta manera. Me ha tocado ser así y no lo puedo cambiar aunque lo he intentado: las personas me afectan, lo que hacen, sus gestos, sus palabras… todo me afecta para bien y para mal. Hay gente a la que le da igual que le contesten o traten mal y sin embargo a mi no se me olvidará nunca, como tampoco dejaré nunca de recordar una palabra o un gesto amable. Soy un rencoroso y a la vez tremendamente agradecido. Soy capaz de perdonar y mi mente de olvidar, pero mi corazón nunca lo hace y siente a su manera.

Odio a los egoístas que sólo piensan en sí mismos, a los que se quejan por todo y no saben apreciar nada de lo bueno que les rodea, a los que discuten sin sentido, a los que desprecian, ignoran o ningunean a los demás. Me hacen sentir mal, triste, consumido, exhausto… incluso a veces, aunque no vaya conmigo directamente, me afecta tanto que lloro las situaciones por mi cuenta cuando nadie es testigo del semejante disparate que es verter lágrimas por motivos ajenos.

Y sin embargo quiero con locura a la gente sencilla, a los que no tratan de aparentar nada más de lo que saben que son, a los que les das un vaso con agua y se la han bebido antes de preocuparse si estaba de la mitad para arriba o para abajo nada más que porque se lo has dado tu. Soy entusiasta, fan, hincha de los que contagian felicidad y navegan por la vida con una cara amable por bandera y las maneras por timón teniendo bien en cuenta que no están solos en este mar de locos.

Así que ahora, un cacho más cerca de ser padre, con los cuarenta veranos esperándome en el horizonte, he decidido que mi objetivo es eliminar de la ecuación cualquier sustraendo triste o ruín divisor. Que no tengo más remedio que tratar de rodearme de quien me haga, sin saberlo, el favor de sumar o multiplicar para que al llegar la noche mi corazón esté lo más lejos posible de estar en números rojos, que no debe quedar absolutamente ni un alma en el debe.

Y sin embargo, que tenga que haber las que tenga que haber en el haber.

El día de mi boda

El día de mi boda pasaron muchas cosas. Yo creo que por mucho que uno lo planee nunca en la vida va a salir como uno se imagina, aunque la situación en nuestro caso distaba bastante de ser normal: nos casaba mi cuñado, que es monje, en el templo de mi mujer en las afueras de Tokyo.

Y olé.

Mis padres lo más lejos que habían salido de España es a Portugal y solo se habían montado en un avión una vez para ir a Barcelona. Os podéis imaginar lo que supuso para mi verles salir por aquella puerta en el aeropuerto de Narita con mi hermano Javi. Fue emocionante que mi familia viniese y he de confesar que no contaba con ello por lo aparatoso del viaje y la comprensible preocupación por si a mi hermano le pasaba algo en pleno vuelo. Mira por donde que Javi fue el que mejor viaje tuvo con diferencia, o eso parecía porque no calló en todo el camino a casa en el autobús… era verdad, ya estaban aquí.

En Tokyo.

Ya era especial, pasase lo que pasase.

Vinieron también muchos amigos de Bilbao que estaban todos alojados en el mismo hotel, pero nosotros pensamos que era más fácil que mis padres, mis hermanos, mi cuñada y mi sobrina se quedasen en mi casa y que nosotros dos nos fuésemos a un hotel cercano. Al final ellos eran cinco personas y una niña pequeña así que pensamos que sería mejor si pudiesen disponer de la cocina, la lavadora, un salón donde tumbarse a ver la tele… vamos, que estuviesen como en su casa en vez de andar preocupándose de servicios de habitaciones, lavanderías, facturas, checkouts e historias.

o_t_025.jpg

Así que esa mañana, la de nuestra boda, salimos del hotel, cogimos un tren, fuimos a buscarles a nuestra casa y de allí cogimos unos cuantos trenes hasta llegar a la estación donde está el templo de mi mujer. Salimos con bastante tiempo porque íbamos cogiendo trenes locales para que al menos Javi pudiese sentarse y habíamos quedado con las dos señoras de la tienda de kimonos que venían a vestirnos a Chiaki y su madre, a mi sobrina y a mi madre y a mi.

Al principio, estuvimos repasando con mi cuñado un poco los pasos de la ceremonia para que no se nos olvidase nada.


Sabíamos que el resto de la familia iba a estar esperando bastante tiempo, pero no podíamos hacerlo de otra manera: una boda japonesa lleva mucho tiempo de preparación aunque yo creo que tuvo su recompensa, porque ver a mi madre con kimono es algo que al menos yo recordaré siempre.

o_t_116.jpg

Lo que más tardó fue vestir y peinar a la novia, claro. Yo podría haber esperado tres semanas más allí sentado si hubiese sido necesario nada más que por verla. Menuda preciosidad… eh, y toda para mi!

o_t_152.jpg

Unas horas más tarde llegaron los invitados: los amigos que habían venido de Bilbao y unos pocos de Tokyo que se vinieron al templo, ojalá hubiesen podido venir todos pero no había sitio de ninguna de las maneras por mucho que sentásemos a los flacos delante y a los gordos detrás, no se cabía. Por cierto, que viniesen desde Bilbao tantos amigos a la boda es algo que tampoco olvidaré nunca, menudos momentos chulos pasamos, fue como estar en Pozas tomando algo pero estando en Shibuya!!

o_t_138.jpg

Como cualquier quedada en Tokyo, ellos quedaron en Hachiko en Shibuya, pero con Michiko ésta vez que se encargó de traerlos hasta el templo con cuidado de que no se quedase nadie sacando bebidas de café de las máquinas. Allí estaban a la hora prevista y también les tocó esperar un rato a que acabasen de preparar a la novia antes de que empezase la ceremonia.

Al principio se sentaron todos en seiza como mandan los cánones, pero me da a mi que duraron poco… la boda fue muy larga y la mayor parte del rito se hace con rezos que parece que no se van a acabar nunca. Yo creo que aunque se hiciese largo, a la gente le debió al menos llamar la atención ver cómo es una boda budista. Eso si, a mi hermano Javi ya le escuché bostezar un par de veces, jajaja.

Podría resumirlo en que se reza mucho, los novios tomamos tres veces sake, el monje lee algo que ha preparado personalmente y con antelación (en nuestro caso más, claro, al ser el hermano de mi mujer) y finalmente se brinda todos juntos para pasar a sacarnos las fotos de rigor. Yo hubo un momento de flaqueza en el que me vine abajo y me puse a llorar como un chiquillo… no sé, fue ver a Chiaki vestida así al lado de mi familia, de Javi, la sonrisa de mi suegra, muchos de mis amigos allí… no me quedó otra que echar mano de mi padre y darle un abrazo ahí mientras me desahogaba como podía y mi madre me decía que parase o que ella no iba a poder parar tampoco.

Ahora que tampoco fue la última vez que lloré, ni mucho menos…

Aprovechando que teníamos los kimonos, nos tomamos bastante tiempo en sacarnos fotos: nosotros solos, la familia sola, todos juntos, con amigos, sin amigos, aquí, allí, en este lado… he de reconocer que aunque resultó pesado estar todo el rato posando como nos decían, las fotos valieron mucho la pena. Tenías que ver a los de la tienda de kimonos: que si cierra el puño, que si girate un poco a la derecha, un poco menos, que si sonríe, que si no sonrías, que si un paso aquí, que si esto que si lo otro… no quedaba ni un resquicio así a la improvisación.

¡Pero quedaron muy chulas, si señor!

Luego tocó cambiarnos de ropa otra vez. Chiaki de blanco y yo de smoking que era lo mismo que estaba haciendo mi padre a la que podía.

A mi me vistieron en cinco minutos trece segundos, pero no quedó otra que esperar a la novia de nuevo, como debe ser. Los invitados fueron a comprarse algo a un combini cercano, volvieron y seguíamos esperando.

Tokyo 2013 737.jpg

Llegó el autobús que alquilamos y que nos llevaría hasta el Roppongi Hills y seguíamos esperando…

Se montaron los invitados en el autobús y seguíamos esperando, hasta que por fin, salió de nuevo…

Dos meses esperaría de pies si pudiese volver a verla así de nuevo. Madre mía.

o_t_353.jpg

Después nos montamos en el autobús y llegamos al restaurante tarde porque había bastante atasco. Fue un viaje muy largo, de nervios por la hora, por los invitados que estarían hasta la corbata de tanto esperar, por los que ya estaban en el restaurante deseando entrar… pero llegamos, por fin llegamos y nos metimos a una sala a esperar mientras el Chiqui y la Hamano nos ayudaban en la puerta con la lista de gente que venía. Quisimos que la boda fuese algo entre amigos así que cada uno se pagaba su menú y nos dejábamos de regalos de sobres con dinero a lo Bárcenas e historias, que esto no es un negocio.

Por fin ya entramos al ritmo del All you need is love de los Beatles que medio se escuchaba por los altavoces, y nos sentamos en la mesa reservada para nosotros. El asunto era de pies, es decir, había para sentarse pero la gente no tenía su mesa como en las bodas tradicionales; fue como alquilar un restaurante para nosotros en el que sacaban comida y había barra libre, quisimos hacerlo así para que los invitados hablasen entre ellos y se conociesen aunque fuese por un rato.

Y también porque el asunto debía ser dinámico: había bastantes sorpresas reservadas.

Lo primero que íbamos a hacer era partir el barril de sake que habíamos encargado, pero por lo visto alguno de mis amigos (no queda claro todavía quién, jaja, ¡confesad malditos!), se apoyó y lo rompió, así que esa parte descartada aunque me consta que no quedó líquido dentro por beber!

Tokyo 2013 744.jpg

Lo siguiente es que James, un americano de mi nueva familia que es cantante de Jazz, nos dedicó un par de canciones en directo allí mismo. Hay que ver qué bien canta este hombre… qué pena que no haya podido conseguir ningún vídeo de ese momento.

¡¡¡Muchas gracias James!!


Entre medias hubo un par de brindis, cortamos también la tarta y vimos que si, que efectivamente todo el mundo parecía estar pasándoselo bien, que al final es para lo que estábamos allí!

Después mis amigos pusieron un vídeo que habían preparado para la ocasión… la familia Tokyota al completo, incluso los que no están en Tokyo ya aparecieron allí: Sara, Jairo, Xavi… en ese momento no pude escuchar bien lo que decían pero me emocionó muchísimo verles, ahí es cuando ya empecé a llorar y no pude parar hasta horas después de que se había ido todo el mundo. En casa lo hemos visto luego con más calma un montón de veces, hay que ver qué bonico, coño!

¡¡¡Muchas gracias señores !!

IMG_1667.jpg

Lo siguiente fue la canción de Ale y Ai con la aparición estelar de Marina. Cantaron la canción de «Nos hemos casado», pero adaptada, es decir que ponían nuestros nombres en vez de los suyos. A mitad de la canción Marina hizo un freestyle y se piró para la otra parte del restaurante hasta que vino un camarero corriendo a traerla de nuevo, jajaja, estuvo genial!. Que tampoco haya vídeo de esto, ¡qué rabia!.

¡¡¡Muchas gracias Ale, Ai y Marina!!!

Y aunque yo ya lo sabía, Ale se quedó allí delante y entró mi hermano Ceto. Resulta que se había preparado un discurso y Ale lo había traducido a japonés, para que así todo el mundo en la boda lo entendiese. Dijo muchas cosas que me sorprendieron muchísimo y me emocionaron. Poco más puedo decir, ese discurso se quedará conmigo para siempre. Después cogió la guitarra que me consiguió el Chiqui (y que pertenece a Chema, al que conoceréis como «el niño cagao») y cantó la canción de «Noches de boda» de Sabina. Fue muy emocionante, sobretodo cuando la gente cantaba el estribillo con él.

¡¡¡ Muchas gracias Ceto !!!
¡¡¡ Muchas gracias Ale !!!
¡¡¡ Muchas gracias Chiqui y Chema !!!

Ahí entre medias y no sé de dónde, apareció Antonio con un jamón de 7kg que nos habían comprado entre todos. Un pedazo de jamón ibérico en Tokyo.

Señores, lo vuelvo a poner, que no hemos asumido la magnitud de la afirmación:

UN JA-MÓN I-BÉ-RI-CO.

EN TO-KI-O.

La hostia en haiku…

¡¡¡ Muchas gracias a todo el mundo implicado !!!

2013-03-23 20.10.22.jpg

Y ya lo último, la sorpresa del final, que esa nos la reservamos para nosotros. Cogimos a nuestras madres y las pusimos delante del todo para que no se perdiesen detalle. Pusimos el vídeo y lo único que recuerdo es que Guille no hacía más que pasarme botellines de cerveza que yo me encargaba de vacíar y que la gente no hacía más que reírse, aplaudir y después llorar. No sé cuantos abrazos y besos dimos después a todo el mundo…

¡¡¡¡ Muchas gracias a todos por verlo !!!!

A la salida no tengo muy claro a dónde se fue todo el mundo, sólo sé que nosotros nos preocupamos por buscarles taxis a mi familia porque nosotros nos íbamos a pasar la noche al Ritz Carlton de Tokyo que está allí al lado. Imaginaos la escena: Chiaki con vestido de boda y tacones, embarazada, recorriéndose el Roppongi Hills buscando taxis. Dentro del grupo, un tío con smoking que se descojonaba de Medina, uno de los invitados, que le llevaba un jamón de 7kg por los pasillos…

El hotel, pues que puedo yo decir, en la vida he estado en un sitio así y no tengo claro que vuelva a pasar. Ahí va un poquico.

Ni en mis mejores sueños me habría imaginado yo así mi noche de bodas y mucho menos con la mujer que tenía al lado que además está esperando mi hijo, un hijo buscado y soñado tantas veces que todavía no puedo hacerme a la idea de que vaya a pasar. Una mujer que tiene nauseas y dolores de cabeza que a veces le hacen llorar pero que no ha dudado ni un momento en irse de su casa y desvivirse porque mi familia tuviese la mejor estancia posible poniendo la comodidad y el bienestar de todos a cinco kilómetros por delante del suyo propio con una sonrisa en la cara tan radiante como el sol de verano en todo momento.

Una mujer que quiero como pensaba que no se podía querer a nadie y que sin embargo me descubro queriéndola con más rabia cada día que me regala despertarse a mi lado, que resulta, mira por donde, que son todos.

…muchas gracias Chiaki…

Callejeros Tokyo

¡¡¡Muchas gracias por los comentarios en el post anterior!!!, jajaja, sabía que os iba a sorprender, pero la verdad es que me habéis sorprendido también vosotros a mi, ¡¡¡menudo gustico con reverber todos esos comentarios!!

:gustico:
:bailongo:
:vainas:
:felicianer:

Actualización actualizer!!
Se puede ver el programa ya entero aquí:

Callejeros Viajeros Tokyo Tosca


Weno, total, que hace ya bastante más de medio año que grabamos lo de callejeros y ahora que ya nos hemos prácticamente olvidado de ello, por fin parece que lo emiten. Será este domingo a las 22:30 de la noche.

No tengo ni idea de lo que saldrá, sólo sé que nos lo pasamos muy bien, que los que salimos nos conocemos casi todos y que la última noche en el karaoke aquél grabamos mucho más de lo que seguramente pongan… aunque tengo que reconocer que estoy un poco acojonao porque gracias al zumo de cebada nos acabaron dejando la cámara y nos pusimos a grabar barbaridades y chorradas a tutiplener…

Pues eso, si a alguien le interesa, ahí saldremos contando cosicas de Tokyo y vete a saber qué más. ¡Mamá, prepara las pipas!

Ahí va un adelanto!!

Domingo 14
22:30
en cuatro
:triki:

Una semana en Tokyo y alrededores, día 5

Veamos: nos hemos ido por las bandas a la lonja de pescado de Tsukiji, después a un parque japonés y luego en barco a Odaiba. También hemos visitado dos templos majestuosos, uno más íntimo, más auténtico y otro comercializado hasta las trancas y, por ello, con muchísima animación y mejor ambiente, por no hablar de la Sky Tree y sus alrededores. Más tarde salimos de Tokyo por un día para olvidarnos de tantos rascacielos y ver mar y montañas, aunque al final nos volvimos a Yokohama a acabar la velada desde las alturas. Ya en Tokyo de nuevo, nos recorrimos el entorno de la Tokyo Tower, subimos a la azotea del rascacielos más alto de la ciudad y nos fuimos de tiendas y escaparates humanos por Shibuya.

El día de hoy lo pasaremos también por Tokyo, concretamente:

Harajuku, Meiji Jingu, Yoyogi y Shinjuku

:bailongo: Tosca Style !! :bailongo:

Si no calculo mal, al ser el quinto día ya tenemos que estar cerca del fin de semana. Si no es el caso, cambiad esta excursión hasta que cuadre con un sábado o un domingo, porque la cosa cambia mucho, muchachucho.

Hace años que ya no se ven picopalables por Harajuku como antes, por lo visto se han ido cambiando de lugar y los que ahora hacen cosplay (vestirse de jerifaltes y/u/o falleras mayores) se juntan en Odaiba para sacarse fotos sin tanto turista tocándoles los pelendengues. Pero aún así, darse una vuelta por Harajuku siempre merece la pena porque todavía hay tiendas con ropa de esa que nunca te gustaría ver en el armario de tu hijo. Si nos bajamos en la estación de mismo nombre de la linea Yamanoterrr, lo suyo es coger la salida Takeshita-dori y recorrerse esa calle de lado a lado no perdiendo detalle ni a la gente, ni a las tiendas.

Al otro lado de esta calle peatonal llegaréis a una gran avenida, si giráis a la derecha y andáis un poquito, os encontraréis con la calle Omotesando por la que volveremos hasta la estación. En esta amplia avenida hay un montón de tiendas de lujo que probablemente os la soplen tanto como a mi, un centro comercial curiosillo y una tienda de Nike de tres pisos con ediciones limitadas para Tokyo.

DSC_5711.jpg

Vosotros patearos la calle hacia arriba y volved a la estación, cruzad el puente que queda a la izquierda y enseguida veréis una puerta Torii de madera entre árboles, pasad por debajo y tirad por ahí, que nos vamos a uno de los templos más emblemáticos de Tokyo: el Meiji Jingu.

Uno se olvida que está en Tokyo aquí dentro porque en realidad es una especie de bosque lleno de árboles en medio del cual han plantado un templo. O supongo que será al revés, que todo era así hasta que alguien empezó a talarlos para meter cemento y levantar rascacielos.

Total: vosotros pasead por allí tranquilamente y no dudéis en pasar algo de tiempo en la entrada del templo porque probablemente os encontréis con alguna boda de las muchas que se celebran si me habéis hecho caso al consejo de venir en fin de semana.

Cuando nos cansemos, nos volvemos hacia el puente de al lado de la estación, pero ésta vez vamos a hacer algo curioso: nos vamos a los puestos de comida que veréis allí mismo y nos pedimos movidas para llevar: salchichas de esas enormes, yakisoba y algunas latas de cerveza. Que os lo metan en alguna bolsa, que nos vamos a dar una vuelta al parque de Yoyogi. Si además coincide con que florezcan un poco los cerezos, que creo que va a ser el caso, entonces yo ya me olvidaría de hacer más planes que sentarse allí debajo de uno a disfrutar del ambientazo que se respira con la excusa de ver cuatro flores. En serio que es todo un acontecimiento sentarse a comer y beber junto a miles de personas que hacen lo mismo… ¡es una experiencia acojonante! seguro que no faltará quien se junte a vosotros y os den comida o quieran sacarse fotos o hablar un poco de inglés. Los japoneses, por mucho que se empeñen cuatro gilipollas que no saben de lo que hablan, son de todo menos fríos: amables y juerguistas a rabiar.

Si por lo que sea todavía no hay cerezos floriders, es igual, porque en este parque los fines de semana se puede ver absolutamente de todo. Es el lugar donde vienen a practicar los que hacen cualquier actividad: obras de teatro, coreografías de baile, tocar algún instrumento estilo tambores japoneses, violines, guitarras, flautas… yo una vez vi a un tio que hacía virguerías con botellas de bebidas estilo Tom Cruise en Cocktail, y otra vez una clase de aikido con sus ropas tradicionales y todo. Pasead por allí, sentaos en la hierba a comer lo que hayáis comprado y no dudéis en sacar fotos a la gente, seguro que hasta posarán para vosotros. Una vuelta por Yoyogi un fin de semana a mi me da la vida, más si encima andan los elvises viejunos por allí.

Por la tardenocherrr, yo había pensado que nos fuésemos a Shinjuku porque todavía no nos hemos dignado a presentarnos por allí. Se va fácil: nos montamos en la Yamanote desde Harajuku y estaremos allí en un par de paradas. Es algo así como un Shibuya a lo bestia: millones de tiendas, restaurantes, neones… y personas, madre de Dios la de gente que puede haber allí en cualquier momento. Hay dos partes: los enormes rascacielos en plan zona financiera y la parte gambitera con el barrio rojo.

Yo pasaría de los primeros, donde poco más hay que ver si no se pretende subir a ningún mirador (ya vale de miradores, ¿no!?!?), y me iría presto a la segunda: salida Kabukicho de la estación.

Allí veremos el estudio Alta, que es como el Hachiko de Shibuya pero en Shinjuku: donde queda todo kiske. Pues bien si nos metemos por cualquiera de las calles en ese sentido, ya estaremos por kabukicho. Eso de noche es una zarzuela: jaleo, luces, gente voceando que te metas en su tienda a comprarles lo que sea, pilindinguis que hacen como que no lo son… madre del amor hermoso la que me tienen liada allí.

Mola ver la cara nocturna de la ciudad y no se me ocurre mejor sitio para ello. No dudéis en meteros en algún restaurante: de nuevo recomiendo algún izakaya para cenar porque son los lugares más versátiles donde comer de todo en un ambiente chulo.

Y después yo creo que la experiencia de meterse en un karaoke es algo que hay que vivir más pronto que tarde. No son karaokes de esos chanos en los que pides una canción y te escucha todo el mundo, aquí son la hostia in verse: habitaciones privadas donde puedes pedir comida y bebida (con planes de barra libre y toda la pesca). Os podéis imaginar: no te acabas de arrancar porque te da vergüenza hasta que el zumo de cebada hace su efecto mágico y cuando te quieres dar cuenta estás subido en los sofás bailando la macarena… sé de lo que hablo (y los de Callejeros que vinieron a grabar o Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, también)…


Ojo con la bebida que al día siguiente estoy ahí llamando a la puerta prontico, ¿eh?, que todavía hay más lío!!!

Una semana en Tokyo y alrededores, día 4

Pues así a lo tonto, ya llevamos media semana dando vueltas por Tokyo… Fíjate tu todo lo que llevamos ya:

Día 1 – Tsukiji, Hamarikyu, barco a Odaiba, Gundam, Fuji TV, Onsen y vuelta en Yurikamome
Día 2 – Honmonji, Sky Tree y Asakusa
Día 3 – Kamakura, Hasedera, Daibutsu, Enoshima, Ofuna, Yokohama

El cuarto día yo lo gastaría en quedarnos por Tokyo en plan más tranquilos, aunque tampoco os creáis que nos vamos a estar muy quietos, ¿eh?… pongamos que…

Entre Roppongi y Shibuya no se me escabuya!!

:vainas:

¡Vamos ahí!

Bueno tranquilos que si que vamos a pasear pero tampoco demasiado. Yo creo que como mejor se conoce la ciudad es perdiéndose por sus calles sin rumbo fijo en vez de ir a los sitios de siempre, pero también es cierto que los que vienen de visita tampoco tienen todo el tiempo del mundo, así que haremos una mezcla: iremos paseando entre sitios a visitar, en vez de coger el metro. Tranquilos que no será demasiado.

La primera parada será en la estación Daimon a la que se puede llegar desde la línea Asakusa o la línea Oedo. Si salís al exterior y miráis alrededor, veréis la Tokyo Tower no demasiado lejos; allí es a donde nos dirigiremos.

DSC_0503.jpg

Sabremos que vamos por buen camino si pasamos por debajo de una puerta Torii por la que pasan los coches, esa es la calle por la que seguir hasta que os tengáis que parar en un semáforo. Al otro lado de ese paso de cebra está el templo Zojoji donde daban las campanadas de año nuevo hasta el año pasado pero que han cancelado porque se juntaba demasiada gente y empezaba a ser peligroso el asunto. Además, es nuestra primera parada.

Este templo destaca porque al encontrarse tan cerca de la Tokyo Tower, la estampa que se nos presenta es de lo más original por el contraste que supone («donde lo tradicional y lo moderno se fusionan» que diría cualquier flipao bloguero sobre Japón):

También tiene un buen número de estatuas Jizo que tienen molinillos de viento por alguna razón, puede parecer bonito pero no olvidemos que éstas estatuas simbolizan niños que dejaron el mundo ante que sus padres:

5799617981_45db9d772d_b.jpgFoto de fotosk en Flickr

Lo siguiente es irnos hasta la Tokyo Tower por lo segao: el camino no tiene pérdida, es un bicho enorme que se ve desde lejos, así que simplemente caminad hacia ella. Esta torre que yo no sabía que existía cuando vine a Tokyo la primera vez, no deja de tener su matiz romántico y no es raro ver parejas paseando por allí agarradicos de la mano todo monos.

A mi la verdad es que no me gustó al principio porque me pareció una burda copia de la torre Eiffel franchuta, pero después de ver su reemplazo, la Sky Tree, la verdad es que le he pillado el gustico a regustico a antiguo:

Por dentro no hay más que restaurantes de comida rápida, alguna tienda de souvenirs y el ascensor que nos llevará a uno de los dos observatorios que hay. Ba, no subimos, la vista de Tokyo desde las alturas ya la tengo yo pensada para después, así que no os liéis demasiado aquí. Eso si, si veis a la pichamascota, sacaos una foto con ella y mandádmela !!

Thumbs.jpg

Así que enfilemos nuestros pasos hacia Roppongi, porque nuestro siguiente destino será el rascacielos Roppongi Hills. A este barrio lleno de maldad se llega si seguimos andando todo recto por la misma calle donde está la Tokyo Tower, subiremos un poquito, bajaremos otro poquito, pasaremos por delante de la embajada de Rusia que está vigilada por unos cuantos policias con palos, y finalmente llegaremos al cruce de Roppongi. La Tokyo Tower la tendremos siempre a la espalda, y el Roppongi Hills debería asomar por el lado izquierdo.

Este rascacielos es un mamotreto acojonante repleto de tiendas, oficinas, restaurantes… es la sede principal de Google Japón entre otras muchas empresas. Peeeero lo que yo creo que hay que hacer sin ninguna duda es subir al observatorio porque es el único al aire libre que hay en toda la ciudad. Si si, al aire libre, es decir: estarás subido en el piso 54 del rascacielos más alto de Tokyo, pero por fuera. Ver la ciudad desde el exterior y no a través de una ventana es una experiencia irrepetible que hay que experimentar por lo menos una vez si se viene aquí.

Eso si, traed chaquetica que como haya vientico os quedáis carambanicos.

:pelao:

Y bueno, en Roppongi no hay más que bares y clubs que seguro que no nos interesarán a estas horas, así que yo pondría rumbo a Shibuya, ésta vez en tren. Si nos montamos en la línea Oedo, nos vamos hasta Aoyamaicchome y de ahí cambiamos a la línea Hanzomon, en apenas diez minutos estaremos enshibuyados.

Shibuya no sé que tiene que está supervalorada para lo que luego es, por lo menos en mi opinión, aunque también es verdad que trabajo allí por lo que estoy todos los días y supongo que me he acabado acostumbrando. Quitando el famoso cruce con las televisiones enormes en los edificios, lo cierto es que no hay otra cosa más que tiendas.

No hay templos, no hay edificios demasiado llamativos… pero puedes encontrar restaurantes de cualquier tipo de comida o cinco millones de tiendas de ropa en cada esquina. Yo me quedaría con la gente; Shibuya es el barrio donde la gente joven pasa su tiempo libre y es curioso observarles… pongamos que de cada cien personas, hay cinco rascayúes que se creen vestidos a la última moda para regocijo de los que allí paseamos. No perdáis ojo y dad un paseo ojeando tiendas y a la vez a la gente. Aprovechad si queréis hacer algunas compras: allí tenemos un Don Quijote, un Tokyu Hands, la Apple Store, Uniqlo, Gap, ABC Mart, BicCamera…

Y como seguro que se habrá hecho de noche, volved al famoso cruce porque como pasa con la mayoría de los lugares céntricos de Tokyo, la cosa cambia mucho.

Y ya aprovechando que estamos donde estamos, pues cenamos por allí mismo. Yo recomiendo un izakaya de los miles que hay, cualquiera me vale: son típicos restaurantes donde puedes pedir absolutamente de todo, desde sushi / sashimi hasta pizzas o hamburguesas. Sin duda un buen sitio para probar comida de todo tipo al calorcico de alguna jarrica de cerveza. Efectivamente, amigos, acabaremos absolutamente todos los días brindando con cebada!

:bailongo: :gambiters: :coleguicas: :bailongo:

Una semana en Tokyo y alrededores, día 3

¡Chachos!, ¡no queda ná para que me case!

:romeo:

Para la ceremonia, porque casados ya llevamos medio año más o menos… así que van quedando menos días para que lleguen los primeros que se vienen al sarao. Y tengo una promesa que cumplir, que todavía me quedan unos cuantos días más que planificarles. ¡Menudo anfitrión sería si no me encargase de al menos contarles algunos planes decentes por los Tokyos!.

Acordarse que de momento tenemos:

Día 1 – Tsukiji, Hamarikyu, barco a Odaiba, Gundam, Fuji TV, Onsen y vuelta en Yurikamome
Día 2 – Honmonji, Sky Tree y Asakusa

El tercer día toca desintoxicarse del mohín de sensaciones con el que la mezcla de neones y argamasa de la ciudad nos acaba empapando. Como gran pueblerino que soy, a mi me gusta pirarme de Tokyo de vez en cuando para dejar de escuchar el eco de la ansiedad que genera este bosque de farolas y semáforos. Es curioso: la mayoría del tiempo me encanta vivir aquí pero hay veces en que cambiaría todo por dar la vuelta a Ibarra comiendo pipas en Zalla.

Dentro foto de la vuelta a Ibarra pipera:

DSC_0225.JPG

De cualquier manera, aquí va mi propuesta como primera excursión lejos de Shibuyenses, Roppongianos y chimponers varios:

A Kamakura de aventura!

:triki:

Este lugar de nombre compuesto por el mueble donde se duerme más la profesión del padre Apeles es un pequeño pueblo junto al mar que ha sabido conservar la atmósfera del Japón antiguo con un montón de templos interconectados entre sí por senderos de montaña. Pasear con calma por allí da gusterresque maximum y cosica suprema!!

Empecemos yéndonos hasta la estación Kamakura en la línea Shonan-Shinjuku que se puede pillar desde Shibuya y Shinjuku por ejemplo, y de ahí nos cambiamos al Enoden que es un tren muy antiguo del año catapún con suelo de madera y todo, que sin embargo nos llevará hasta donde queramos.

Eso sí, de momento queremos que la estación sea Hase, porque ahí tenemos un par de visitas que hacer: un templo y un budaco.

Andando cuatro pasos y medio desde la estación, a mano izquierda tenemos uno de los templos más chulos de la zona: el Hasedera. No visitaremos sólo los edificios del templo, sino unos jardines que te quitarán el hipo y la acidez:

… cientos de estatuas Jizo que te dejarán sin habla, sobretodo cuando sepas que cada una de ellas corresponde a un niño que dejó el mundo antes que sus padres…

…y muchos rincones especiales, como el pequeño bosque de bambús o la vista desde arriba de las montañas y la playa de Kamakura que ya te acabarán de dejar patidifuser y anodadader mitá y mitá…

Hay más templos en Kamakura, muchos más, pero yo creo que uno se puede cansar visitando más de dos o tres en el mismo día porque tampoco es que sean demasiado diferentes entre sí. Así que el siguiente sitio que visitaremos, que además está a escasos doscientos metros del Hasedera, es el Daibutsu que es lo más parecido a lo que saldría si uno de Bilbao se pusiese a esculpir un Buda:

Un pedazo de mostrenco que fue lo único que quedó después de que un tsunami se llevase el edificio que lo albergaba en el año 1252, un Budaco de trece metros y pico ahí puesto como el que no quiere la cosa… una vez más, es el entorno entre montañas lo que hace que la vista de semejante estatua sea más impresionante, si cabe (que cabe de milagro):


en su última visita. Y de Hase seguimos en la misma dirección hasta la estación Enoshima. No hay otra excursión que tenga más sentido para nosotros: allí fue mi primera cita con Chiaki y allí también hinqué mi rodilla al lado del mar para pedirle que se casase conmigo el verano pasado.

DSC03574-1.jpg

El camino es fácil porque sólo hay uno: tu te bajas de la estación y vas hasta el mar, después cruzas el puente y empiezas a subir escaleras descubriendo los secretos de la isla en forma de pequeños templos, jardines, gatos, dragones, halcones… no sería nunca objetivo hablando de Enoshima, este lugar es mágico para mi por muchos muchos motivos… yo creo que lo mejor es que os dejéis llevar por el mismo camino sin tener prisa por llegar al final.

Subiréis hasta que las empecéis a bajar, llegando de nuevo a nivel del mar pero por el otro lado de la isla, justo al lugar donde Chiaki asintió a que viviésemos la vida a pachas entre lágrimas y risas, porque esta chica por mucho que esté pasando, nunca deja de reír y no sabes el gustico que da tener a alguien así a tu lado (o si lo sabes, pues mira, tu también tienes suerte!!). Ahí va una foto de ese mismo día algo así como media hora antes de que me declarase:

DSC_1100-Edit.jpg

Desde ahí si la marea está baja podréis volver en barco. Enseguida sabréis si es así porque tendrán las escaleras que bajan a nivel del mar cerradas o abiertas según sea el caso. Yo recomendaría que si es ya cerca de las cinco de la tarde, os quedéis por ahí hasta ver cómo el sol huye a otro cielo de otro día por empezar metiéndose del oceano Pacífico para dentro. Hay también una cueva a la que se puede entrar, pero no merece la pena, tienen un dragón allí todo chano iluminado con cuatro bombillas mal puestas. Quedaos con el anochecer, que además es gratis y si encima lo veis con una cerveza de la misma marca que la isla, ya ni os cuento.

Tanto si habéis vuelto en barco, como si lo habéis hecho a pata, no hay otra que volver a pasar por el único puente que nos deja de nuevo camino de la estación de Enoshima. Yo diría que antes de volver, pilléis un par de ostras que os asarán allí mismo. No tiene perdida, si por lo que sea no veis a los señores de la parrilla, no os preocupéis que os podéis dejar guiar por el olor sin problemas.

DSC_0025.jpg

Después volveremos a la estación, pero ésta vez recomiendo que nos montemos en el monoraíl, que su estación también anda cerca. Iremos elevados unos cuantos metros del suelo pasando por entre un par de túneles hasta que nos deje, ocho minutos después, en la estación de Ofuna. Ahí tenemos otra pedazo de estatua que ver, la de la diosa Kanon. Si es ya de noche, quizás os podéis conformar con verla desde abajo sin subir a la colina, que también impresiona lo suyo… o si os queréis acercar, tampoco es que se tarde demasiado desde la estación.

Y desde Ofuna, ¿qué mejor que irnos a cenar a Yokohama directamente?. Aunque esta ciudad que queda a mitad entre Tokyo y Kamakura merece una visita aparte, pues ya que estamos por allí cerca lo mismo nos merece la pena darnos un paseíco nocturno aunque sea para ver una panorámica del puerto que de noche es otro rollo. Es más: si nos bajamos en la estación Sakuragicho, estaremos al lado del rascacielos Landmark Tower, que tiene un observatorio arriba del todo al que merece mucho la pena subir, y como nos pilla de paso…

En Yokohama tenemos distintos centros comerciales con restaurantes, pero si no queremos complicarnos la vida, justo al lado de la estación Sakuragicho hay un café-restaurante de lo más apañado donde hemos cenado alguna hamburguesica casera nosotros más de una vez. Irnos hasta el barrio chino, después de la paliza que nos hemos pegado, mejor lo dejamos para otro día… así que o cenamos por allí mismo o ya nos volvemos a descansar la palizaca al hotel…

Y no creo yo que después os queden ganas para muchas historias… así que demos por finalizado este tercer día… Al siguiente nos lo tomaremos con más calma, os dejaré que os recuperéis de las agujetas de subir y bajar tantas escaleras por Enoshima.

Hasta mañana, buenas noches!

El señor de la tienda de zapatos

No sabría la razón. A veces es el invierno que de tanto sentir frío no deja apenas margen para sentir nada más. Otras veces simplemente es despertarse torcido, como si se hubiese dormido a medias el rato que se estaba durmiendo.

Pero toca.

Por lo menos dos o tres días al mes, uno se siente cansado, molido, desorientado… concluyamos que sin ganas de hacer mucho más que tratar de llegar a la cama para dormir la otra mitad que nos falta.

Así fue la cosa ayer: preparé la bolsa de karate y me levanté una hora antes para poder llegar a la oficina y salir también sesenta minutos menos tarde. Estaba tremendamente motivado por la clase del viernes con el especial aliciente de poder ya hacer deporte sin escayola y prácticamente con el 100% de movilidad en la muñeca izquierda. No hay nada como que te quiten algo de una hostia para aprender a apreciarlo con toda tu alma. Es horroroso quedarse sin algo con lo que siempre has contado, ojalá no me pase nunca más.

Pero ayer no tocaba que tocase karate, tocaba un día de los de sentirse cansado, molido, desorientado… sin ganas de tener ganas de ganar.

Así que me despedí de los compañeros de trabajo pidiéndoles perdón por irme antes y cogí el tren, pero no el que me suele llevar a ese lugar secreto donde me dejan soñar dos o tres veces por semana con patadas imposibles, sino en el que me lleva a mi casa.

En el vagón íbamos un ciento de personas, mis remordimientos y yo. Remordimientos que aun a sabiendas de que ayer era imposible, volvieron con su férrea disciplina a pasar lista y sembrar quizás todavía más pesadumbre al ya de por si mohíno día.

En el móvil, Chiaki me avisaba que iba a llegar tarde a casa y a mi tampoco me acababa de agradar la idea de estar sentado en un sofá de dos sin uno, así que me bajé una estación antes y enfilé con paso mustio hacía la tienda de zapatos del centro comercial más por alargar la hora de meter la llave en la cerradura que por querer comprar ningún zapato. Es una de esas tiendas que tanto abundan por Tokyo en las que tienen cientos de carteles de oferta puestos prácticamente en cada artículo, anulando así el propio concepto. Había cuatro dependientes varones, jóvenes, de esos de pelos imposibles y cuellos camiseros alzados a lo arrogante.

No me fijé hasta un rato después en un quinto: era un señor que doblaba la edad de cualquiera de los demás. Llevaba una camisa de cuadros un par de tallas más grande lo que le daba un aspecto desaliñado, diría que andrajoso al lado de cualquiera de sus compañeros de tienda. Noté algo extraño en sus andares aunque no le dí mayor importancia. Es cuando decidió hablarme cuando confirmé que algo había en él que era distinto a los demás:

– Ese zapato está de oferta y yo creo que te quedaría muy bien, -me dijo risueño- a los extranjeros siempre os queda bien la ropa, mejor que a los japoneses que somos más pequeños, aunque es verdad que tu tampoco eres muy grande. Seguro que tu número de pie no pasa del 25.

No fue sólo que tuviese cierto incoherente compás al andar, sino que también ligaba frases saltándose palabras haciendo que se le entendiese, y no del todo, aproximadamente hacia el momento en que tocarían los puntos y seguido. Supe al instante que tenía algo que no teníamos los demás, comprendí, al igual que con mi hermano, que todo lo que saliese de su boca iba a estar teñido de tierna inocencia y extrema bondad. Me sentí inmediatamente vinculado con él, diría sin duda que incluso aprecio y sobretodo orgullo por ver que estaba desempeñando un trabajo normal igual o mejor que cualquiera de los demás.

Dos de sus compañeros vigilaban la escena desde lejos. En sus ojos también intuí cierta ternura aunque era claro que estaban atentos a mis maneras o a mi reacción por si fuese de rechazo o quizás confusión… al fin y al cabo, a este mundo le sobran personas con sentimientos por sentir y almas por albergar.

– Jajaja, es verdad, soy pequeñico y encima has acertado con el número, sólo un pelín más grande, es 25.5. ¿Sabes?, en España tendría un número 40, pero aquí usáis números distintos, menudo lío, ¿verdad?, yo no sabía al principio…
– ¿Te lo traigo? ¿te traigo el zapato de tu número?, no me cuesta nada, ¿te lo traigo? -me interrumpió visiblemente contento por tener el dato que le faltaba para seguir con su trabajo.
– Claro, por favor, me encantará probármelo.

Sin mediar palabra desapareció por la puerta naranja que quedaba a la derecha de las zapatillas deportivas de mujer. Uno de los dependientes entró detrás de él, puede que para echarle una mano si hiciese falta. Estaba claro que allí a todos nos sonaban las pulsaciones con tonos parejos.

No pude más que sentarme en el banco a esperar que aquél señor me trajese un zapato que seguramente no habría elegido por mi cuenta.

– No quedan 25, sólo queda un 26, pero ¿porqué no te lo pruebas?, pruebátelo que lo mismo te queda bien. A veces un número no hace tanta diferencia, además como eres extranjero… los extranjeros sois más grandes. Aunque tu no eres tan grande pero creo que no importa, ¿te lo pruebas?, como ya te lo he traído…
– Claro que me lo pruebo, faltaría más.

Abrió la caja y sacó el derecho. No sabría decir si eran sus manos o sus dedos, pero no acababa de tener la movilidad que tenemos los demás. Lo que le sobraba era destreza: con las dos muñecas dobladas hacia adentro sujetaba un zapato al que fue capaz de ajustarle los cordones sin saber yo cómo y dejármelo después al lado de mi pie ya descalzo. No dijo una palabra porque estaba concentrado en hacer algo que a él le cuesta más que a tí, por lo que a tí te da mucho más igual que a él.

– Me queda perfecto -mentí por verle sonreír- ¿sabes?, me lo llevo. Y también si no te importa, me gustaría probarme esas zapatillas que tenéis ahí de oferta, ¿te importaría…

Tampoco me dejó acabar. Había vuelto a desaparecer y apenas me acababa de desatar los cordones de aquél zapato un número más grande que el mío cuando ya estaba de nuevo extremadamente concentrado en otros cordones que ajustar de otro pie derecho de otro par de zapatillas.

– También me quedan bien, me llevo los dos si no te importa, ¿me pones los dos?.
– ¿De verdad? muchas gracias, gracias, muchas gracias. Gracias. Gracias

Seguía dando las gracias aleatoriamente mientras íbamos hacia la caja registradora. El mismo compañero que entró al almacén con él ya estaba allí supervisando la operación mientras simulaba estar limpiando el mostrador con un trapo. Me gustó que tuviese el tacto de no mediar palabra, de simplemente estar allí sabiendo que no iba a haber problema alguno, pero con el detalle de estar a mano por si hubiese algo que en ese momento se torciese.

Quise ser su amigo. Quise contarle que encontrarme con él fue como si alguien le hubiese dado un empujón a la línea del día que volvió a ser recta de nuevo, que me encantó haberle conocido y que en ese momento echaba de menos a mi hermano más que nada.

En lugar de eso dejé que me acompañase hasta los límites de la tienda con el pasillo del centro comercial y me despedí de él dándole las vueltas una o dos veces de las veinte o treinta reverencias con que me pagó.

Esa noche llegué a casa un poco antes que Chiaki con unas zapatillas de oferta, un par de zapatos que me bailan en el pie y el alma tres o cuatro números más grande.