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El vídeo de la noche de monólogos

Después de tantos preparativos, de tantos nervios…

¡Por fin tenemos el vídeo!
¡la espera ha merecido la pena con creces!
¡anda que no ha quedado chulo!
¡ni ná!

:gustico:


Ahora después de dejar tiempo entremedias y verlo con calma, puedo decir que estaba mucho más nervioso de lo que se aprecia, lo que supongo que es bueno. También está claro que estaba mucho más preocupado por que no se me olvidase nada que por decir las cosas con naturalidad o con más gracia… a pesar de todo, se me olvidaron bastantes chistes, lo que es una pena porque había alguno bastante bueno que se quedó en el papel. Para la próxima vez, si la hay, está claro que la cosa saldrá muy distinta porque ahora ya sé más o menos lo que hace gracia y lo que no.

En definitiva: una acojonante experiencia. ¡¡ Espero que disfrutéis con el vídeo tanto como yo preparando el monólogo !! Encima nos han dejado meter una pequeña parte de las actuaciones de Joaquín y Ernesto, ¿qué decir de estos dos genios?, bueno si, que estuve prácticamente llorando de risa como hora y media seguida. Es una pena, pero por razones de copyright no podemos poner sus actuaciones enteras… aquí dejo algunas fotos que sacó el gran CaDs:

Y bueno, ahí va el vídeo finalmente, a ver que os parece…:

Y ojo que encima hay concurso que se ha montado el tito Chiqui alias «The Albaceter«, ahí os pego lo que me ha contao:


Espero que los que no pudistéis estar hayáis podido sentir lo especial que fue aquella noche. Para vosotros, para todos, desde el blog vamos a sortear la camiseta que usó el gran Ernesto Sevilla en su actuación en Tokio. Y además firmada por los tres artistas que pisaron escenario ese día.

Para conseguirla simplemente tenéis que COMPARTIR EL VÍDEO y DEJAR UN COMENTARIO en esta entrada (o en la del Chiqui, las dos valen) diciendo dónde habéis compartido el vídeo de la Noche de Monólogos en Tokio y el enlace (o enlaces) para poder comprobarlo (en su caso).

La cosa regirá de la siguiente forma:

1) Vale cualquier plataforma para compartirlo: facebook, twitter, tuenti, google +, instagram, blogs, el tablón de anuncios de vuestra parroquia o cualquier otra que se os ocurra (siempre que sea demostrable)….¡Demostrad que sois tipos ingeniosos y salaos!

2) Por cada sitio donde lo compartáis tendréis un número para el sorteo. Por lo tanto cuanto más veces lo compartáis más posibilidades tendréis de ganar.

3) Si dedicáis una entrada de vuestro blog al evento tendréis 5 números extra para el sorteo.

4) En caso de usar twitter debéis además seguirme (@ferpisan ) y añadir el hastag #MuchachadaEnTokio cuando compartáis el vídeo.

5) El ganador será elegido por sorteo en un plazo aproximado de 30 días.

¡Ahí queda eso!
:vainas:

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Foto del CaDs

Épica noche

Y épico fin de semana, que empezó el jueves por la noche y todavía está por acabar.

Innumerables preparativos: el micrófono en el centro, las luces las subimos que si no, no se os ve la cara, habla que ajuste el sonido… la chuleta la pego aquí en el suelo y si se me olvida algo le echo un ojo, a ver si no se nota mucho.

Desde mi sofá miro para atrás y no veo más que gente; muchos conocidos, muchos totalmente desconocidos, supongo que todos paisanos menos la minoría japonesa, claro está. Infinitos nervios, esto está por empezar, en cuanto la señal acordada con Chiqui aparezca, en cuanto las luces del fondo se apaguen, ahí me subo yo a hablar.

Empiezo hablando sin saber muy bien lo que digo, mecánicamente, repitiendo el guión ensayado como quien hace un examen de historia: todo seguido antes de que se olvide. Hasta que de repente el público se empieza a reír, tanto y tan pronto que me descoloca, me sorprende. Mi misión era soltar todo de un tirón, pero he de parar a esperar a que acaben de descojonarse, incluso de aplaudir dos o tres veces. Esto no estaba en el guión, me pierdo, intercalo partes y me olvido un par, pero las que suelto ya soy consciente de que las estoy soltando y actúo, les doy forma, ya no es sólo recitar, es sentirlas, es contar los chistes que se me ocurrieron hace tiempo para gente que me está siguiendo el juego totalmente. Madre mía que sensación más escalofriante, esto es la hostia.

Cuando presento a Joaquín Reyes, prácticamente huyo del escenario y me vuelvo a mi sofá sin darme mucha cuenta de que ya ha acabado y que parece que ha salido bien. Las luces se apagan del todo y yo aprovecho para darle un beso a ella, a la que ha aguantado estoicamente mis ensayos aun no entendiendo nada, a la que todavía estoy por conocer sin apoyarme al 1000% en todas y cada una de las locuras en las que me meto. Estoy prácticamente al borde de lágrimas de alivio cuando Joaquín pide un aplauso para mi y lee un par de líneas de la chuleta que olvidé pegada en el suelo.

Ahí, con todos esos aplausos, es cuando empiezo a asimilar que puede que todas esas carcajadas, que lo que sonaba cuando la gente se daba con una mano contra la otra, hayan sido para mi.

Madre de Dios, que sensación. Que no acabe nunca.

Luego pues sólo quedó dejar que Joaquín y Ernesto me matasen de risa dos o tres veces por minuto durante más de hora y media… Vaya dos pedazo de genios en el escenario y que tíos más majos y encantadores en cualquier otra situación y lugar. No supe y todavía no sé como darles las gracias por dejarme formar parte de su espectáculo, menudo honor.

Y una vez más, eternamente agradecido al tito Chiqui por complicarme siempre la vida de esta maravillosa manera y hacerme partícipe de nuevo de una de sus inmensas locuras. Esta ha sido la mayor que se te ha ocurrido, macho, ya no hay límites. Eso si, que no se te olvide llamar para la siguiente, que llevo tantos fines de semana preparando el monólogo que ahora que ya lo he acabado no sé que hacer.

Bueno si, esperar al vídeo y a ver si alguien me pasa alguna foto. ¡Que ganas de verlo!

La noche de monólogos con Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes

Muy buenas noches, gracias a todos por venir…

No no, Tosca, igual quedaría mejor que saludases en japonés y así ya empiezas triunfando

Konbanwa, honjitsu wa okoshi itadakimashite makoto ni arigato gozaimasu…

Bua, no queda pedante ni ná… vuelve al castellano y déjate de gaitas

Muy buenas noches, gracias a todos por venir…

Y sigue como diez minutos más. Contando lo que se me ocurrió hace un mes más o menos y que suene natural, como si no hubiesen horas de ensayo detrás ni vídeos grabados, borrados, y vueltos a grabar en la soledad de la habitación. ¡Qué difícil es ensayar esto sin nadie delante!

El día clave fue cuando el Chiqui y el Lorco me hicieron de público sentados en aquél sofá. Vi que se reían, que se reían de verdad, que incluso tenía que parar alguna vez a esperarles… ojalá pase también mañana… Después hubo lugar para las correcciones y las críticas constructivas, y al final un par de folios con la versión final que aprenderse del todo.

Y yo en un escenario con los focos enfrente y un micrófono que me separa de las noventa personas que estarán delante. Y mi misión es tratar de que se rían todas y cada una de ellas con las chorradas que soltaré como si me las acabase de inventar aunque esto esté lejos de ser cierto.

Ya ha empezado. No puedo estar más contento y motivado… menudo honor.

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La Muchachada por Tokyo

Yo conocí al Chiqui aquella noche en la que nos vino a ver el campechano cazador de elefantes. Sin duda fue un hito en mi vida, no lo del rey que a mi este personajillo ni gracia me hace ya, sino el haberme juntado con semejante liante manchego.

Fruto de esa almendra asandiada que tiene por melón han salido innumerables liadas, todas pardas sin excepción: las clases de cocina, la conquista de Japón de los de Albacete y la más reciente: organizar una noche de monólogos en pleno Tokyo.

Lo de los monólogos se quedaría en una anécdota más del simpático albaceteño si no fuese porque se vienen ni más ni menos que parte de la muchachada:

¡¡ Ernesto Sevilla
y
Joaquín Reyes !!

:yahaaa:

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Y como yo me dejo liar muy fácil, que la verdad es que estoy deseando siempre meterme en fregaos, ahí voy a estar de presentador con un par de mini-monólogos que ya tengo escritos y que será menester perpetrar a la audiencia presente. Lo mires como lo mires, el asunto merece la pena: para verme a mi hacer el más espantoso de los ridículos en un escenario con mi primera incursión monologuista, o para partirse el ojal viendo a dos genios como son estos. Estamos hablando de una noche de monólogos al más puro estilo del club de la comedia, en Tokyo… no creo yo que haya muchas más oportunidades…

Si estás por estos lares sobre el seis de Julio, ya puedes espabilar porque las entradas son muy limitadas!!!

NOCHE DE MONÓLOGOS CON JOAQUÍN REYES Y ERNESTO SEVILLA EN TOKIO
BAR ROMARAKUDA
VIERNES 6 DE JULIO DE 2012
20:30 HORAS
Precio: 2,500円

RESERVA YA TU ENTRADA EN: ferpisan@hotmail.com

Anécdotas de la maratón

Hace ya dos meses y algunos días de mi primera maratón. He vuelto a Karate aunque sigo corriendo con mucha más calma y sin hacer distancias más allá de diez kilómetros. Me he apuntado a la de Nueva York y a la de Osaka, y en la primera ya me han dicho que no, pero vamos, que carreras hay prácticamente cada mes así que tampoco hay que preocuparse demasiado. Mi objetivo ahora mismo es volver a ponerme al día con Karate y prepararme físicamente mucho más en condiciones para la maratón del año que viene, si tengo la suerte de que me vuelvan a coger.

Total, que me enrollo más que el indio de Big Bang Theory con un mojito. Me he dado cuenta que tengo un montón de recuerdos, de anécdotas, de situaciones graciosas que pasaron dentro del contexto de la maratón de Tokyo, y que se me olvidarán si no las cuento… ahí van:

– mientras estaba estirando antes de entregar el equipaje, vinieron a grabarme de una televisión preguntándome por la camiseta del Athletic y de donde venía. Hablé con ellos durante dos o tres minutos y nunca he vuelto a saber nada porque nunca nadie me ha dicho que me ha visto en la tele, así que no sé si salí o no contando la filosofía del equipo de Bilbao!

– había un Jesucristo, pero también había muchísimos otros disfraces que hacían la carrera infinitamente amena no sólo para los espectadores, sino también para nosotros los corredores. Yo fui bastantes kilómetros al lado de un tío que iba disfrazado de marqués del año catapún con medias y peluca de esa blanca, pero con el que más me reí fue con el salary man que iba en traje mirando el reloj y corriendo porque perdía el tren, jajaja.

– había un padre y un hijo que corrían juntos y lo hicieron hasta Odaiba, porque entramos prácticamente a la vez. El padre tenía una camiseta que ponía «Este pollo de hijo que tengo dice que corre más que yo, lo que hay que aguantar» y una flecha hacia la derecha. En la del hijo ponía «Este abuelete que es mi padre se creé que está para carreras todavía, ¡venga al sofá!» y una flecha a la izquierda. La gente se descojonaba cuando pasaban y les animaban a grito pelado «Ánimo papá, ánimo chaval!». Por supuesto iban siempre colocados de manera que las flechas tenían sentido y si se separaban por cualquier motivo, volvían rápido a colocarse.

– una de mis mayores preocupaciones era que me entrase una pájara por no comer o beber lo suficiente, así que antes de la carrera me bebí un botellín de agua entero. Craso error: me estuve meando vivo durante los diez primeros kilómetros. Me resistía a parar para no perder tiempo cada vez que encontraba un baño porque estaban siempre llenos de gente esperando. Confieso que cuando finalmente paré y estaba esperando en la cola, no me lo hice encima de milagro. ¡¡Quizás fue el peor momento de toda la carrera!! tan mal lo pasé, que dos o tres chicos que estaban delante de mí en la cola me dejaron pasar al verme ahí dando saltitos y poniendo caras!!

– cuando pasamos cerca de la Tokyo Tower vi a la mascota que estaba saludando (la que parece una picha florida) y había cámaras de televisión. Quedaban a cierta altura, no estaban al mismo nivel de la carretera, pero yo me emocioné (más si cabe) y fui hacia ellos y di un saltaco ahí palmeando en la mano del bicho rosa. Los de al lado aplaudieron y… bueno, tampoco sé si salí en la tele o no, jajaja, menudo afán de protagonismo, ¿eh?.

– cuando enfilábamos ya para Odaiba, había un restaurante de yakitoris que había sacado una barbacoa fuera allí en una curva y se dedicaban a asar cachos de carne que nos ofrecían a los corredores en platitos. Zamparse un cacho de pollo salado no es algo que apetezca mucho cuando se está corriendo, pero sólo el olor ya hacía que ese kilómetro se te pasase casi volando como en los dibujos animados!

– sobre el principio, quizás el kilómetro diez o por ahí, había dos o tres extranjeros en el público con un barreño grande y un cartelaco que ponía «venga ba, ya has salido, ya te has sacado la foto, pilla una cerveza y déjate de chorradas que no engañas a nadie». Y en la marmita esa tenían un montón de latas de cervezas entre hielos.

– casi sobre el final dos chicos japoneses empezaron a gritar «Bilbao Bilbao!! Bilbao ganbareeee», fueron los únicos que reconocieron la camiseta y la verdad es que me hizo mucha ilusión!. Había muchas del Real Madrid y del Barça, por cierto.

– había mucha, mucha pero mucha gente animando. Algunos tenían carteles con el nombre del corredor, dibujos con caricaturas de su cara… pero me pareció que una chica volvía a aparecer cada ciertos kilómetros, que me sonaba. Efectivamente, había una chica de unos cuarenta años que tenía distintos carteles que ponían cosas como «ya estás en Shinagawa, aquí comimos ramen, ¿te acuerdas?, ánimo!», y luego más adelante estaba en Ginza «la mejor cerveza que bebimos nunca fue aquí, ¡volvamos cuando acabes! ¡ánimo!». La estuve viendo cada cuatro o cinco kilómetros prácticamente hasta el final, supongo que cuando pasase su marido, cogería un taxi o un tren y se iría corriendo hasta el siguiente punto preparado… ¡eso es amor!.

– estuve un rato corriendo y charlando con una chica italiana, hablábamos entre jadeos, castellano, toses, italiano e inglés. Me dijo que había venido a Tokyo sólo para correr la maratón y que estaría una semana más. Al final yo iba un poco más rápido y nos separamos, pero me pasó su email y me dijo que la llevase a cenar pasta a algún sitio romántico antes de que se volviese para Nápoles. Por supuesto, no lo hice porque ya tengo yo quien me quite las agujetas, pero me senti tremendamente halagado… ¡era una chica encantadora!.

– cuando llegué a la meta, después de recoger la medalla entre lágrimas, entré en el pabellón del Big Sight a por mi equipaje, busqué un hueco, me senté en el suelo… ¡y no me podía levantar!. Estuve dos o tres minutos en que simplemente no podía moverme, las piernas no me sostenían, no tenía fuerzas para ponerme de pies!!. Así que allí me quedé un ratico hasta que pude recuperar un poco las fuerzas y pude ir al encuentro de los colegas que me esperaban…

– esa noche no dormí nada, a pesar de que pensaba que iba a caer rendido en cuanto me metiese en la cama. Tenía el cuerpo tan dolorido, que no hice más que dar vueltas despertándome cada dos minutos entre pesadillas. Al día siguiente no sé ni cómo fui a trabajar, si el año que viene vuelvo a correr, me pillo el día libre fijo!

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Deseando estoy de amasar nuevos recuerdos para la próxima… a ver si pudiese ser…

¡Buen fin de semana!
:bailongo: :gusteresque: :yahaaa: :desquiciao: :feliciano:


La clase de marmitako y pan

A ver si poco a poco vamos retomando el ritmo, que ya va la cosa encaminada…

Total, que hace ya bastante que hicimos la última clase de cocina para japoneses el Chiqui y yo, pero todavía no lo había contado y ya iba siendo hora. El Ferpi siempre me anda diciendo que me anime yo a hacer algo y esta vez me atreví a pelearme con una de las recetas de mi tierra que más me han gustado desde siempre: el marmitako. El reto vendría porque en la misma clase, el tito Chiqui enseñaría a hacer pan y de alguna manera tendría que dar el tiempo para poder hacer todo, lo que no iba a ser fácil dado el tiempo de reposo y cocción de los panes.

Me tiré dos o tres tardes buscando cazuelas por Tokyo, me recorrí la calle Kappabashi de Asakusa, que es donde uno puede comprar prácticamente cualquier cosa relacionada con la hostelería, pero no hubo manera. Finalmente las encontramos por internet; en una tienda tenían exactamente las cazuelas nuestras de toda la vida, y no veas la ilusión que me hizo cuando llegaron a casa!

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Después tocó, por mi parte, perfeccionar y adaptar la receta contando con los ingredientes que tenemos aquí: no hubo manera de encontrar pimientos choriceros, el caldo de pescado se hace más fácil con dashi, para el atún quizás convendría utilizar el que te ponen en el supermercado preparado para sashimi, mejor usamos dos pimientos que aquí son más pequeños…

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Y ya nos pusimos manos a la obra. Lo primero de todo: amasar el pan. No, miento, lo primero de todo es echarse una cerveza para empezar el asunto con alegría, porque como dice Arguiñano: en la cocina hay que disfrutar!

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Después ya si, empezar con el pan. Normalmente quedamos con Chiqui para que me cuente lo que va a decir más o menos en la clase, y con la ayuda de Chiaki yo me lo preparo más o menos en japonés. No es que lleve una hoja y lea la explicación, sino que me apunto sólo las palabras clave que seguramente no me sabría de ir con lo puesto: harina, levadura, amasar… y así, con la chuleta en la mano, estuvimos contando a pachas Fernando y yo cómo se hacía pan antiguamente en los pueblos de España mientras dejábamos reposar ya la masa.

En ese tiempo de reposado, que acortamos porque andábamos bastante justos, pasamos a la receta de marmitako. Mi debut en las clases como chef. El asunto es bastante distinto: cuando lleva el Chiqui el timón, es bastante fácil simplemente hacer de traductor, sólo te tienes que preocupar por que se entienda lo que se dice, pero cocinar y explicar a la vez en japonés me imponía bastante… Sin ningún motivo, no hubo ningún problema y todo salió mucho mejor de lo esperado. Y es que, como siempre digo y siempre es verdad, la gente que viene es un lujo. Más majos que ni sé!

Mención especial merece la ayuda que siempre nos brinda Guillermo

En serio, esto no sería lo mismo ni mucho menos, sin la ayuda del de Lorca explicando aquí y allí los secretos de nuestra cocina: ajustando de sal, subiendo o bajando fuegos… regalando su buen hacer y mejor humor a todos los presentes. Gracias Guille por venir siempre!!

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El marmitako salió espectacular, mejor si cabe dentro de las cazuelas de las de verdad que me recordaron a tardes de domingo en Zalla con mi madre a los mandos del fogón. Aunque en aquellas ocasiones en casa no contábamos con el excelente pan cortesía de la madre del Chiqui, que te alimentas ya solo del olor a recién hecho.

Ahora así pensándolo… igual lo suyo sería juntarlas a las dos una tarde y que cocinasen cada una lo suyo? el marmitako de mi madre y el pan de la madre del Chiqui… ahí lo dejo!

かんぱーい〜
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:cocinicas:

Mi maratón de Tokyo II

Conclusión de «Mi maratón de Tokyo«

Juro por Dios, por toda mi vida que los diez primeros kilómetros los corrí sin darme cuenta que estaba corriendo. Eran tantos los estímulos que no era sólo que uno no sabía donde mirar, sino que uno no sabía qué era lo que se sentía con tanta intensidad.

Ganas de llorar y de saltar, de reír y gritar con todas las fuerzas. Ganas de acabar para poder contarlo, ganas de que no se acabe nunca.

Yo quería chocar todas las manos de todos los que estaban allí animándonos, quería parar y retroceder unos metros para volver a pasar por donde aquella chica que me gritó «fight» y que me lo volviese a decir siete veces más, quería darle mil besos, a ella y a la de al lado, y a la otra… quería seguir volando y no aterrizar por jamás de los jamases.

Cruzamos el Tocho de Shinjuku entre aplausos. Recuerdo estar rodeado de personas por todos los lados, de no poder seguir el mismo ritmo durante más de uno o dos minutos porque había alguien más lento que esquivar o porque no dejaban de pasar más rápido a los lados. Recuerdo pasar cerca de la Tokyo Tower cuando parecía que sólo habían pasado cinco minutos desde que salimos, y los muros del palacio imperial y la larga recta que tanto temía sobre el mapa: la que nos llevaba hasta Shinagawa para dar un giro de 180 grados y volver sobre nuestros pasos. Planeé la música a propósito para que las mejores canciones sonasen durante esos en apariencia tediosos kilómetros, pero no recuerdo haber escuchado lo de nos sobrarán las ganas de volar de Maldita Nerea, ni a Fito empezar su casa por el tejado ni a Robe gritando aquello de salir, beber, el rollo de siempre… no recuerdo ni una sola de las canciones.

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Retrasé el momento de ir al baño muchas veces porque había colas interminables de gente y no quería parar, pero no me quedó más remedio, el botellín de agua de antes de salir pasaba factura. Comprobé tres o cuatro baños y seguí adelante esperando que el del kilómetro siguiente estuviese más vacío, pero nunca ocurrió. Tuve que parar y calculo más de diez minutos allí esperando mientras se me llevaban los diablos por poder seguir. Yo no quería estar quieto, yo quería seguir jugando a pillar con miles de personas fantaseando con que si me paraba, me pillarían a mi.

El giro de Shinagawa llegó cuando ya empecé a notar las piernas un poco cargadas aunque no excesivamente para llevar cerca de veinte kilómetros si tomo como referencia los entrenamientos. El pecho no se resentía, podría haber mantenido una conversación sin problema, no me sentía sin aliento y lo cierto es que no me sentí así en toda la carrera.

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No hubo ni un sólo metro sin gente animando, y estamos hablando de cerca de cuarenta y dos mil doscientos en total. No había corrido ninguna carrera nunca, así que no tengo para comparar, pero si que puedo contar que en la maratón de Tokyo uno no puede aburrirse; es como si hubiesen querido condensar toda la cultura de un país a los lados de un camino para deleitarnos a los que allí vamos tratando de seguir avanzando hasta el final: espectáculos de Yosakoi que hacen que aminores el paso para no perder detalle, orquestas de música, bailes de cheerleaders, coreografías, taikos, tambores que hacen que te retumben los huesos del mismo cráneo y miles, millones de personas. No estaban sólo allí mirando, estaban ilusionadas, nos gritaban, nos aplaudían, ponían las manos para que palmeásemos, establecían contacto visual contigo y saltaban gritándote «ganbatte!! fight!!!» cuando les mirabas, no eran simples espectadores, era toda una ciudad totalmente entregada. La próxima vez que vuelva a leer eso de «los japoneses son fríos» juro por Dios que voy a por el escritor.

Allá por la mitad, sobre el kilómetro 24 me esperaba una sorpresa que no dejó de serlo aunque lo supiese de antemano: Guillermo y Fernando, el Lorco y el Chiqui le echaron cuatro huevos entre los dos y saltaron a la pista para correr conmigo justo en el tramo en que el temido muro te acecha, y vaya si me acechó. Dicen que hay un momento en que el cuerpo no puede más, que de repente se queda sin fuerza, que se rinde porque no tiene de donde sacar para seguir y estadísticamente es a partir del kilómetro 30. Por eso, estos dos figuras decidieron acompañarme sobre esa distancia.

Cuando les vi, el corazón se me aceleró, no pensé que me iba a alegrar tanto de llegar hasta allí y verles saltar al ruedo. Corrimos juntos durante hora y media donde pude compartir siquiera una pizca de aquella tremenda experiencia ya inolvidable aún sin haber acabado. Me reí mucho con ellos, me sentí un privilegiado por tener amigos como aquellos dos artistas que me escoltaban sin parar de hablar para distraerme de las ampollas y el dolor. Nunca lo confesaré, pero me dieron ganas más de dos y tres veces de darles un abrazo de los de vaciar pulmones.

El momento más especial de toda la carrera, con permiso de la llegada a la meta, fue con ellos: entramos en Asakusa encontrándonos de frente con la puerta Kaminarimon entre gritos y aplausos bajo la atenta mirada de la nueva Sky Tree. Fue precioso haber vivido aquello con semejantes personas: el murciano, el albaceteño y el vasco echando carreras cual chiquillos en uno de los lugares más emblemáticos del Tokyo de los libros.

Calculo cinco kilómetros corriendo juntos cuando las piernas dijeron que no podían más. Estaban tan cargadas que simplemente no podía seguir, no me mantenían. No me faltaba el aire, no estaba exhausto, era simplemente que las piernas no funcionaban. Ni siquiera en los entrenamientos me había pasado algo así. Iba con ellos y tuve que parar y andar a ratos, venga, vamos hasta aquella curva y después hasta el siguiente kilómetro seguimos corriendo, venga… así tres o cuatro veces hasta que por fin me paré y me tiré en la acera a estirar y tratar de recuperar, incluso andar se antojaba imposible. Rabia infinita, de la mala. Impotencia. No podía estar pasando, no puede ser que haya llegado hasta aquí y no pueda seguir. Aunque sea a rastras, yo llego…

Después de estirar, parece que recuperé y ya seguimos corriendo un rato más hasta que me dejaron ya camino del final de Ginza enfilando el desvío hacia Odaiba justo en el momento en que el iPhone decidió morir. Pude seguir corriendo a un ritmo muy muy lento hasta el kilómetro 37 donde ya no pude más. No me paré más, pero tuve que seguir andando dos o tres kilómetros hasta que vi la señal de que quedaban los dos últimos para acabar. A veces trataba de correr, pero no lograba seguir más de cien metros, incluso hubo una vez en que perdí el control de las piernas y casi me caí al suelo.

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Los dos últimos kilómetros, los de las cuestas, los hice corriendo todavía no sé como. Entré en Odaiba muriéndome dos veces por metro, y me dí cuenta que llevaba llorando un rato largo cuando pasé por el arco de meta. Lloré de dolor y de alegría, de emoción y de alivio. Lloré porque acababa de vivir la experiencia física más increíble de mi vida a pesar de haber tardado casi seis horas en acabar algo que cualquiera medianamente preparado hace en cuatro. Lloré tanto y con tantas ganas porque desde que salí no había parado de estar midiendo fuerzas contra mi propia alma, peleándome contra las piernas a base de corazón y huevos… lloré porque me sentí vivo con rabia a rabiar y ya no podía más.

Cuando recuperé el equipaje y pude cargar la batería del móvil, recibí una llamada de Carlos diciéndome que me esperaban fuera. Apenas pude, me levanté y fui a su encuentro. Todavía no podía casi ni andar, pero cuando les vi esperándome con la lata de cerveza, se me olvidaron todos los males. Más que por la cerveza, por sentirme arropado con amigos como estos que fueron capaces de desafiar al frío esperándome horas y horas en la llegada sin saber muy bien ni siquiera si iba a llegar.

Para alguien que corre regularmente, una marca de cerca de seis horas no es una marca de la que estar orgulloso. Yo tenía cuatro meses para prepararme con el único objetivo de llegar a la meta. Me lo tomé tan en serio, que los entrenamientos anularon cualquier otra faceta de mi vida: no bebí alcohol, cuidé mi alimentación al máximo, no dejé pasar ni uno sólo de los entrenamientos programados. Como no estaba acostumbrado a las largas distancias, las agujetas y el cansancio me condenaban a prácticamente fallecer en el sofá el resto del fin de semana. Al principio no podía correr apenas más de 5 kilómetros, en los últimos entrenamientos ya corría cerca de 30. Me desafié a mi mismo, sufrí y disfruté con cada nueva marca cada semana.

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La aparente ausencia de significado de lo que estaba haciendo, los ánimos perdidos por el estrés que el entrenamiento causó a mi vida desaparecieron el día de la maratón. Con mucha mejor base y con tiempo, el año que viene repito con más ganas, con más fuerza, con más lágrimas que voy a ir guardando desde ya para soltarlas todas en la meta si tengo la inmensa suerte de que me vuelvan a coger.

De momento, vayamos tachando de la lista que ya hice una cosa más.

Mi maratón de Tokyo

El día anterior dejé todo preparado diez o doce veces: la camiseta del Athletic con el dorsal prendido con imperdibles, los calcetines con silicona por debajo para que no salgan ampollas, las mallas, la licra, los guantes… y vuelta a empezar: el dorsal, la camiseta… Si había de fallar algo, que no fuese por falta de preparación.

El domingo tenía que estar en Shinjuku alrededor de las siete de la mañana y era imprescindible un desayuno titánico, así que poner la alarma por lo menos a las cinco parecía ser algo más que una buena idea.

Cuando me desperté eran cerca de las seis y media. Resulta que había cambiado la hora de la alarma «de entre semana» de la oficina, y estábamos en domingo. Empecé el día corriendo, literalmente: mientras se cocía la pasta, pasaba por la ducha y me ponía ya el uniforme de faena. Comí de pies quemándome por no poder esperar a que se enfriasen aquellos macarrones y cuando me quise dar cuenta ya iba camino de Shinjuku con las Nike que estrené dos meses antes y la camiseta de Etxeberría que me trajeron Arantzazu, Alex y Nahia.

La idea de correr la maratón por fin aquella mañana no me puso nervioso en absoluto. Uno se pone nervioso cuando tiene que salir a hablar delante de gente o cuando te toca pegarte con alguien que no conoces en un combate de Karate, ahí si merece la pena tener nervios porque debes responder ante otros. Aquella mañana yo no estaba nervioso, estaba tremendamente ilusionado, emocionado como nunca; con ganas de empezar a poner un pie delante del otro ya de una vez porque la cosa iba conmigo mismo: si abandonaba sería cosa mía, si llegaba al final también… era yo peleando contra mi, así que todo quedaba conmigo.

En la maratón de Tokyo te dan una bolsa bastante grande donde puedes meter todo lo que necesites, y ellos se encargan de llevártela a la meta. Yo llevaba esa bolsa con orgullo mientras iba camino de la estación, como queriendo fardar de lo que me proponía hacer, como un niño que aprende a andar en bici: quería que todos mis vecinos lo supiesen. Estaba de verdad ilusionado, como hacía tiempo.

Ya en el tren pude distinguir a muchos que como yo llevaban el chip puesto en una de las zapatillas. Gracias a él, la organización sabe que has hecho todo el recorrido como debes hacerlo: sin atajos de por medio, y también cualquiera podría saber por donde ibas a través de la web oficial. Cruzamos muchas miradas sin llegar a sonreírnos abiertamente porque las caras eran de seriedad, de concentración. «Ganbatte kudasai» me dijeron más de una vez, «ganbatte kudasai» respondía yo con el corazón a pleno pulmón.

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A pesar del intento frustrado de madrugón, llegué con bastante tiempo y empecé a calentar junto a cientos, miles de locos que me rodeaban a las siete y algo de la mañana entre ráfagas de viento helado. Menuda lección de contraste era sentir el frío de fuera y el calor de dentro.

Me resistí casi hasta el límite de la hora para entregar la bolsa-mochila porque no quería dejar la chaqueta… me costó decidir si salía a correr con ella o no y si descartaba la riñonera repleta de gelatinas energéticas. Al final hice lo que ya sabía: metí la chaqueta en la bolsa, cargué con la riñonera que oculté debajo de la camiseta del Athletic, me puse los guantes y entregué el equipaje. Ya no había vuelta atrás, mis cosas estaban ahí y no podría recuperarlas hasta Odaiba.

Y estaba en Shinjuku.

Me morí de frío siete veces y resucité ocho. Estiré, calenté corriendo ligeramente por la zona, y finalmente me dirigí al bloque J que me asignaron. Salíamos los últimos aunque daba igual, como también daría igual llegar en este lugar. Esto va de uno consigo mismo, insisto, te ganas a tí mismo. Pierdes contigo mismo.

Fuimos apilándonos según nos iban indicando por megafonía. A un lado tenía a un señor que poco debía faltar para que me doblase la edad, a la derecha uno más joven, un poco más atrás un grupo de extranjeros también de distintas edades. En el cielo dos helicópteros, enfrente un semáforo que cambió, sin sentido, millones de veces de colores a pesar de que esa mañana el asfalto seguía perteneciendo a goma, si, pero de las suelas de nuestras zapatillas. Zapatillas encima de las cuales había ilusiones, sueños, escalofríos intermitentes en los huesos, miedo diluido en la médula, chispas entre los dedos de los pies. Miles de almas contenidas gritando querer salir ya. De una maldita vez, carajo, de una maldita vez, ¡que no aguantamos más!.

Se oyen fuegos artificiales a lo lejos aunque el rascacielos más grande de Tokyo sólo nos deja imaginarlos, dicen que soltaron globos pero tampoco los vimos. El grupo A ya debía estar corriendo, a nosotros nos quedaban diez minutos más aunque ya empezamos a tomar posiciones andando hacía la salida. En un balcón cercano un señor con un niño grita «ganbatteeeee» y el silencio solemne que nos unía se convierte en un grito ensordecedor. Estábamos dormidos y nos acaban de despertar. Gritamos con todas nuestras fuerzas, aplaudimos, reímos y si no volamos es porque sería trampa.

Nunca olvidaré ese momento en mi vida.

Llegamos por fin a la línea de salida, la gente descarta las últimas prendas en el espacio designado para ello: chubasqueros, jerseys… botellas vacías de bebidas isotónicas y cáscaras de plátanos se acumulan en las esquinas. Me llena el depósito que salgo ya, póngame de los de pintitas negras, que esos son los mejores.

Salgo ya. Madre mía, esto es real… está pasando

Continuará…


El Jesucristo de la maratón de Tokyo

El día de ayer fue tan increíble que todavía estoy asimilándolo, bueno, en realidad lo estamos asimilando yo y mis piernas que hay que verme bajando escaleras, menudo cuadro, parece que me han dado siete palizas. Pero la acabé, ¿eh?, ahora a ver donde están esos que decían que en cuatro meses no daba tiempo a prepararse!! gañanes!! siesos!! carapedos !!

ikusukimaraton1.jpg

Total, que aquí estoy recopilando sentimientos, sudor, desesperación, lágrimas, satisfacción, rabia, felicidad, agujetas… y tratando de poner todo junto en orden para contar semejante experiencia como se merece.

De mientras aquí va un adelanto de las millones de sorpresas de ayer… un Jesucristo con su cruz y toda la pesca que se cascó la maratón como hay Dios. Doy fé de que es totalmente cierto que corrió porque le vi más de una vez, ojo al asunto y no perderse las playeras que lleva:

Efectivamente, descalzo, y en el kilómetro 35 todavía iba igual, así que en teoría corrió toda la maratón a pelete. No queda claro si convirtió el Pocari Sweat en Rioja para aguantar el asunto, todavía estamos investigándolo. Y eso por no hablar del frío que hacía, y el tío en porreters!

Eh! y llegó a la meta, que después andaba en Odaiba posando y todo el mundo ahí sacándole fotos.

¡¡ Menudo genio !!

72 horas

¡¡ Quedan 3 días !!

。。。タタタッ。ヘ(;・・)ノ      ……\( ><)シぎょぇぇぇ      ……シタタタッ ヘ(*¨)ノ          。。゙(ノ><)ノ ヒィ

Jodé, incluso a cámara rápida se me hace el recorrido más largo que un día sin nocilla…
大丈夫かな〜?

IV Clase de cocina: Marmitako y Pan

Las clases de cocina para japoneses se las inventó el tío Chiqui. Todo empezó con alquilar un local en un centro social de Ikebukuro con cocinas y probar a enseñar a cocinar Paella. Chiqui me propuso hacer de traductor y aunque al principio la cosa me impuso muchísimo, la experiencia mereció mucho la pena, tanto que la segunda clase no se hizo esperar demasiado, la de Tortilla de patatas y Gazpacho andaluz.

Pillamos carrerilla, ya le teníamos pillado el truco a los preparativos previos, a organizar los equipos, a controlar el tiempo y ya fluía la traducción albaceteño-japonés aunque para la tercera clase no hizo demasiada falta, porque Mireia, nuestra profesora invitada, habla japonés bastante mejor que yo. Allí se hicieron Croquetas y Moje manchego.

Tras el parón navideño, volvemos con una nueva edición. Esta vez me he animado yo a hacer de chef preparando Marmitako y el tito Chiqui nos enseñará los secretos con los que entre fogones cocina ese pedazo de Pan que tan bien le sale:

La clase será en lkebukuro el 4 de marzo, un plan como pocos para pasar la tarde del domingo: juntarse con gente majísima, cocinar, aprender y luego comérselo todo junto regado con algún vino de nuestra tierra.

¡Y es el domingo siguiente a la maratón de Tokyo, así que no habrá prisa!
:cocinicas:

Un mes para la maratón de Tokyo

Ya estamos en la recta final… después de tres meses siguiendo a rajatabla el plan de entrenamiento, ya sólo quedan cuatro semanas para plantarme en Shinjuku a tratar de llegar vivo cuarenta y pico kilómetros después a Odaiba,

Pensar en el día de la carrera es emocionante… correr junto a miles de personas por el centro de Tokyo es algo que seguro no olvidaré nunca: los rascacielos de Shinjuku por entre los que he paseado tantas veces, el palacio imperial donde vive mi primo, la Tokyo Tower, Asakusa y su nueva Sky Tree, Ginza y sus lujos… y finalmente Odaiba via Tsukiji. Me emociono sólo de pensarlo, de verdad, no veo el momento de que llegue el día.

Como tampoco veo el momento en que se acabe esto. Tener que salir a correr prácticamente todos los días de la semana con el frío que hace es muy muy duro. Al principio las distancias no eran tan largas y había días de descanso entre medias, ahora no, ahora sólo toca estarse quieto un día de los siete.

La intensidad y frecuencia del ejercicio tiene consecuencias. Algunas son sólo anecdóticas, como que me tiro todo el día poniendo lavadoras y que no hago más que comer porque tengo más hambre que el de megaupload (me han dicho que va a cambiar lo de las descargas, ahora en vez de megas va a ir por fanegas, te puedes bajar hasta 40 fanegas sin pagar).

La que no me gusta tanto es que estoy todo el día cansado, después de correr puedo dar por finiquitado el día, me suele entrar un sueñaco que me anula para cualquier otra actividad de las mías: básicamente después de trabajar y correr, me estranco en la cama a esperar al día siguiente que se presenta parecido.

Y lo que es peor: llevo como un mes y medio sin ir a Karate, y esa era de las razones más importantes por las que yo me vine aquí. Esto no puede seguir así.

Está claro que yo me lo he buscado: presentarme a una maratón sin haber corrido en serio casi nunca implica tener que apechugar si se quiere llegar en condiciones. Así que me está tocando correr por obligación la gran mayoría de los días, y así no se disfruta. Un hobby no puede ser por obligación porque entonces no es un hobby.

Resumiendo: voy a correr la maratón de Tokyo, me estoy dejando la vida en prepararme y no voy a dejar de hacerlo, por mis huevos que me planto allí con la mejor forma física de toda mi vida y que ese día lo voy a disfrutar como nunca. Que si, que seguro que es una experiencia que me cambiará para siempre, ya lo ha hecho desde hace un par de meses. Pero ojo, que dedicar mi tiempo libre sólo a correr está muy lejos de entrar en mis planes.

Cuando acabe todo esto tengo cuatro obligaciones morales:
1- Beberme todas las cervezas que me deje el del izakaya
2- Arrasar con el primer Moss Burguer que vea como si no quedasen ya vacas en el mundo
3- Volver a Karate, que es lo mío, y ponerme las pilas de nuevo enfilando el examen de tercer dan
4- Volver a vivir, coño, que esto no es vida

Y si luego apetece salir a correr una tarde, pues se sale.

Ooedo onsen monogatari

Para mi el invierno es una putada. Hay gente que tiene herpes, otros acné, a otros le salen almorranas y a mi todos los años me sale un invierno que me dura tres meses. Ha tenido cantidades ingentes de webetes que la maratón de Tokyo sea a finales de Febrero, el mes que más frío hace con diferencia. Gracias Daibutsu, de corazón, te voy a ir a tirar huevos cualquier tarde.

Total, que uno está siempre enratonao hecho un bichobola en una esquina de la casa, y si hay que salir, se han de elegir bien los planes porque no me acaba de convencer eso de que el ciruelo florido se me convierta en una avellana. Así que si un día lo dedicamos a calentarnos por dentro a base de ramen Yokohamil, otro día nos fuimos a un pedazo de onsen que hay en Odaiba donde uno se puede tirar todo el santo día remojando los colganderos.

El caso es que este no es un onsen típico, es como un parque temático onsenero… A ver si soy capaz de explicarlo: tu entras y dejas los zapatos en una casilla al lado de la puerta, pagas la entrada y con ella te dan una pulsera con un código de barras y te hacen elegir uno de los yukatas.

Pasas al vestuario, te despelotas, metes toda la ropa en la taquilla y te pones el Yukata.

Cuando sales del vestuario, te encuentras algo parecido a la plaza de un pueblo japonés de hace 60 años con un montón de restaurantes con comida de todo tipo: takoyaki, sushi, yakitori… y cerveza, mucha cerveza. No olvidarse que llegados a este punto, todo el mundo está en yukata con lo que el ambiente es muy bonito, muy pintoresco.

No se paga con dinero: si compras algo te enchufan al código de barras de la pulsera y ya ajustaremos cuentas al salir. Puedes comer y beber, ver espectáculos de magia o bailes que de vez en cuando montan allí en medio, tumbarte a dormir en cualquier sala de esas con tatami… o meterte al onsen, que es de lo que se trata el asunto. En este caso tenemos un montón de bañeras de distintas temperaturas, saunas y el clásico rotemburo al aire libre. De esto no hay fotos, claro (como no me meta la cámara en algún oscuro orificio…)

Para mi la gran pega de los inventos estos es que no puedes hacer plan de pareja, vamos, que siempre llega el momento en que uno se va para un lado y el otro para el otro y cuando nos hemos jartado de enseñar el ojal, nos juntamos a la salida. Pero aquí está todo pensado!!, en este caso hay una zona al aire libre donde tienen aguas termales para los pies y puede estar todo el mundo junto. No se ven pitos, pero tampoco te ven la flauta.

Nosotros duramos poco en eso al aire libre, después nos metimos cada uno a su onsen y quedamos al de media hora para comer porque otra cosa no, pero cocerse en una bañeraca de estas da un hambre que no veas. Luego pues estuvimos allí en la placica esa vegetando un rato y antes de marcharnos, nos volvimos a recocer.

Camino a casa parecíamos dos merengues… yo pensaba que no tenía ni huesos ya.

:gustico:

A mi me parece un muy buen plan, mil veces mejor que el «museo» ese de Yokohama sin duda y encima entendí que a una mala te puedes tirar ahí toda la noche sin problema!.

Ojo, que aquí pasa la de prácticamente todos los onsens: si tienes tatuaje, es probable que te echen. Así que toca hacer la de la pegata, método totalmente absurdo donde los haya, pero que funciona:


Web: Ooedo Onsen Monogatari
Estación: Telecom center de la Yurikamome
Horario: Lo último que entendí es que te puedes tirar ahí metido toda la noche, si te da la gana

Otras vidas

No soy un fulano con la lágrima fácil, de esos que se quejan sólo por vicio; si la vida se deja, yo le meto mano y si no, aún me excita mi oficio. Pero como además sale gratis soñar y no creo en la reencarnación, con un poco de imaginación partiré de viaje enseguida, a vivir otras vidas, a probarme otros nombres… a colarme en el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré.

Sabina fantaseó con desconfiar del mundo con ojos ajenos, se metió a tantos oficios como rimas cupieron en donde fuera que fuese que escribiese aquella añeja canción en la que concluía que de poder trocar su alma, sería de poeta a pirata; canalla de todas todas.

Yo me he inventando mis otras horas muchas veces y aún a riesgo de marear todavía más a la brújula que malguía mis zapatos, paso a inventariar aquellos trabajos que aquí y allá me resultaron veces y veces más tentadores que el desilusionante quehacer de juntar unos y ceros al que tuve a mal dedicarme hace ya una década y algunas lunas:

Profesor de Karate


Lo fui durante un año con dos clases fijas a la semana de chavales de menos de 10 años y después de mayores de 15 años. Ahora tengo infinitamente más conocimientos aunque me queda muchísimo por aprender y estoy en mucha mejor forma a pesar de la diferencia de edad. Me imagino contando lo que llevo aprendiendo aquí desde hace 5 años y se me emociona el corazón y me chispea la nuca.

Convertir una de las mayores pasiones de mi vida en mi trabajo es un sueño que nunca tacharé mientras haya noches por soñar dondequiera que esté la cama o el futón.

Profesor de escuela


Esta viene de mi madre que no veía claro que fuese yo a acabar la carrera de informática (yo tampoco las tenía todas conmigo). Me decía que se me daría bien ser profesor, que me metiese a maestro. La verdad es que lo pensé mucho más de lo que he confesado nunca, profesor de escuela, no de instituto que lidiar con adolescentes no creo que sea algo con lo que yo estaría a gusto (en las clases de Karate tenía excusa para pegarles!).

Enseñar a los chavales como me enseñó mi profe Begoña matemáticas, que era un gustazo ir a sus clases. O mejor todavía: profe de educación física… creo que echo de menos mucho el trato humano y de siempre se me han dado bien los niños.

Dueño de una cafetería o bar


En mi vida laboral me falta algo que creo fundamental para poder mirarme al espejo sin que haga frío: satisfacción. No tengo ni un ápice. Trabajo delante de un ordenador todo el día sentado; a veces me gusta más y a veces menos, pero me he dado cuenta que es dentro de los límites del contexto de la actividad. No se puede comparar la satisfacción que pueda aportar que una página web tenga muchas visitas o que cargue rápido a que un cliente que ha probado un nuevo menú vuelva a la semana siguiente con sus amigos. Creo además que es mucho más real algo que haces con tus manos y se puede tocar, comer, oler… que lo que sale en una fría pantalla de ordenador sabiendo que, encima, sale con fechas de caducidad y validez ridículas. Por no hablar de los mil y un estúpidos procedimientos, documentación y formularios que normalmente no valen para nada en los que se malgasta no sólo tiempo de oficina, sino tiempo de mi vida que es lo que me importa a mi. El «total, mientras me paguen» hace tiempo que me dejó de valer, dentro de una oficina es donde respiramos la mayor parte del aire que nos toca.

Decorar mi propio local, elegir hasta el más mínimo detalle: las compras en el mercado para cocinar, la ambientación, la música, probar nuevos menús, organizar eventos… por muy sacrificado que dicen que es, que seguro que lo es, estoy convencido que la satisfacción de ver a tus clientes satisfechos compensa cualquier dificultad y desdeluego que supera a cualquier email que uno pueda recibir en la artificial y farsante bandeja de entrada por muy de felicitación que sea.

Guía turístico


Cuando estuvimos en Barcelona preguntamos en una oficina de turismo sobre la mejor forma de movernos por la ciudad. Nos atendió un tío de Cadiz con tanta alegría, contándonos todo con tanta pasión que envidié poder tener un trabajo semejante… que te guste tanto algo, que disfrutes tanto haciéndolo que cualquiera pueda sentirlo desde fuera. Nos alegró la mañana, y todavía hoy nos reímos acordándonos de él.

Pues yo digo más, últimamente me veo llevando un rickshaw por Asakusa, cuidado aquí con la locura. Esta gente hace recorridos por la zona parando en los sitios de interés para contar su historia: la pagoda, la entrada del templo, la reciente Sky Tree… Yo me los imagino estudiando las leyendas, las anécdotas de cada rincón y supongo que entrenando para poder ser capaces de llevar ese ricksaw en el que caben dos adultos y un niño. Y les ves parados sacándose fotos con las familias, riéndose con ellos, escenificando peleas pasadas, corriendo tratando de adelantar al autobus antes de que cambie el semáforo…

Esta locura es mucha locura: implicaría hablar japonés a la perfección, estudiar mucho sobre la zona, tener don de gentes y… que a la empresa no le importase que un extranjero hiciese ese trabajo… prácticamente imposible, pero, oye, ¿te imaginas?

Una variante de esto sería la de organizador de viajes al más puro estilo Chiqui: buscar los mejores rincones de este país y poner sobre el papel quince días de visitas a lugares que han hecho que me falte el aliento, restaurantes encontrados con los años al margen de interesadas guías de viajes, excursiones de las de ir por entre senderos en la montaña y encontrarse templos de los que nada se ha escrito… lo dejé caer en su día cuando hablé del viaje de Chiqui y no hubo respuesta, quizás haya que volver a hacerlo mucho más en serio.

Fotógrafo


De un tiempo a esta parte, y a pesar de no entender demasiado sobre el tema, me he aficionado mucho a la fotografía. Tengo la cámara réflex más barata que vendían, un par de objetivos extra, un trípode de los báratos y sin embargo el disco duro del ordenador a rebosar de parpadeos robados entre Japón y Bilbao. Imagino levantarme por las mañanas con la misión de sacar tal o cual foto y que me paguen por ella; cargar la cámara al hombro y buscarle las cosquillas al horizonte para que se parezca un poco a la locura en que lo convierte mi imaginación.

Hoy un luchador de sumo, mañana una geisha, pasado el templo más pequeño que te puedas encontrar… pero Oskar, una vez más, ya sabes que la foto que más te pagaríamos sería la de esos ojos que te desvalijaron el corazón…

Actor / presentador


Siempre he pensado que tengo cierto don de palabra, vamos, que no me suelo estar callado ni sorbiendo la sopa y los últimos años me han enseñado a no ponerme nervioso delante de mucha gente. Por ejemplo, el nuevo trabajo que he conseguido ha sido haciendo la entrevista en japonés. Tantas otras entrevistas, algunas apariciones en la tele y la radio y muchas historias en las que siempre estoy metido supongo que tienen mucho que ver. Quiero decir que sé interpretar un papel y que creo que no se me daría mal actuar delante de una cámara o en un escenario aunque no tengo claro haciendo qué.

La fantasía tocó techo cuando no dudé en ponerme a hacer volteretas mezclando Capoeira y Karate vestido de traje en la audición de la NHK.

Cantante lo descartamos porque poco tardarían en exportarme del planeta.

Escritor


En ello estamos, aunque al igual que la de fotógrafo, no creo que se pueda vivir de esto, pero vamos con lo mismo: tiene que ser grande la satisfacción de tener tu propio libro en tus manos y confieso que me siguen emocionando muchas de las historias que escribí hace tiempo cuando las leo y no es raro que acabe llorando a lágrima viva, aunque también es verdad que en la gran mayoría soy juez y parte

Policía


Ni en broma!!!

¡Feliz año 2012!
¡que os cuadren las cuentas!

III Clase de cocina: croquetas y moje manchego

Hace un par de domingos ya que se celebró la tercera edición de las clases de cocina para japoneses que el tío Chiqui organiza con la colaboración de un servidor a los mandos de la traducción simultánea manchego-ikebukurense. En esta ocasión contábamos con una profesora de lujo: la tita Mireia se comprometió a enseñar a todo aquel que viniese el secreto de esas espectaculares croquetas que siempre suele traer cuando nos juntamos en casa de alguien. Como de japonés pilota infinitamente más que yo, aproveché ese tiempo libre para sacar fotos y ver como lidian los de aquí con una receta nuestra de toda la vida: las croquetas de jamón.

Estuvo todo bien organizado: la masa de las croquetas hay que dejarla reposar, pero Mireia ya se trajo preparada de casa para cada uno de los equipos y que así se pudiese hacer todo en el mismo rato. Nos hizo mucha gracia el momento en que preparamos espumaderas para todos para que pudiesen freírlas, y a la que nos quisimos dar cuenta ya estaban cocinando con los palillos largos!! pocas bromas aquí, ojo, que estamos donde estamos!!

En el moje manchego del tío Chiqui ya me tocó currar un poco. Empecé con la presentación formal en japonés que llevaba ensayada desde casa, y después la verdad es que todo va fluyendo. Seguramente meteré gambas porque como la cortesía japonesa siempre hace que acaben halagándome, es difícil saber hasta que punto sueno natural. De todas maneras, aquello funciona y la gente sigue lo que les vamos diciendo sin problemas, ya ni nervios hay!

Con pan de Meguro y después del duro trabajo en el que prácticamente nadie paró de reír, degustamos lo que allí se había cocinado hasta que no quedaron ni las migas. Todo regado con un Rioja Siglo y cervezas del lugar.

Una vez más, nos quedamos con un gran sabor de boca…

…concretamente a croquetas y unte mojil.

:cocinicas:

Competición de Otoño de Oota 2011

Últimamente estoy todavía más desengañado del rascatecleo si cabe, ¿quien me mandaría a mi estudiar informática?. Es que da igual la empresa en la que esté y lo que haga: ¡¡es siempre la misma farsa!! ¡¡en serio!!. Da igual que sean webs que aplicaciones para el iPhone o gaitas moras, que todo es para entregar por tamagos en una fecha determinada porque se mueren todos los gaticos del mundo si no, y luego después de quedarte tísico haciendo filigranas delante del ordenata resulta que llama el cliente diciendo que ya si eso lo vamos dejando una semana más que no le da tiempo a probar…

¡¡ es todo una bufonada !!
¡¡ es todo mentira !!
:otiaya: :pirao: :otiaya:

Reconozco que hay algún momento chulo de Pascuer a San Peter, como cuando te dejan meter más mano que de costumbre y le enchufas chorradicas de tu cosecha al asunto, o cuando usas alguna librería o algo nuevo que quieres aprender… pero con la perspectiva del tiempo, uno es consciente que lo que se hace ahora, dentro de un año será una mierda pinchada en un palo así de gordo que no valdrá para nada (si es que ahora vale para algo, que lo dudo en el 90% de los casos).

No me compensa ni de lejos desperdiciar la mitad de mi tiempo de vida despierto con esta patraña, ni en Tokyo ni en Bilbao. Veremos que hacemos, pero yo esto no lo aguanto muchos años más. De momento ahorrar todo lo posible y seguir atento a lo que pueda salir.

Pensando en un trabajo ideal que sé que me haría completar la parte de mi vida que me falta para ser 1000% feliz, porque el resto es perfecto, sería profesor de Karate. Digo que sé que me llenaría porque ya lo hice en su día. Ver como los chavales evolucionan y aprenden día a día… el trato humano, ver que tu trabajo en realidad es algo real… en fin, aquí lo tenemos chungo con el nivel que hay, pero quien sabe, quien sabe…

Por si acaso, seguimos dándole duro y mañana toca la segunda competición del distrito de Oota, la de Otoño. Allí iremos con el número diez pegado a la espalda, más de 50 km semanales metidos en el cuerpo durante el último mes, las guantillas bien lustradas y sin afeitar, para dar miedo por feo, a ver si sale mejor que las dos últimas veces.

Me consta que de mis amigos no va a ir ni Blas que bastante tendrán con quedarse en casa viendo la tele criando bolanganas, pero por si a alguien le da por pasarse que avise y le enchufo la cámara de vídeo, que estas cosas siempre hace ilusión tenerlas grabadas.

El sitio es donde siempre: en Heiwajima y la hora, afinando por otros años, casi seguro que sobre las cuatro de la tarde.

Estadio de deportes de Oomori (大森スポーツセンター) , estación Heiwajima:


Ver mapa en gordo

¡¡ Buen finde bolanganil !!
:gustico:

Una maratón en 4 meses

Ayer me decía un buen amigo que correr la maratón me cambiará para siempre. El no lo sabe, pero desde que leí sus palabras en aquella ventana de chat no he podido parar de pensar en todo lo que ya me lleva cambiado el apenas mes que llevo de esta nueva vida de corredor.

Quizás el mayor problema de esta locura de correr la maratón de Tokyo sea a la vez lo más motivante: la escasez de tiempo. Aunque estoy muy acostumbrado a hacer deporte, cuatro meses es muy poco para habituar al cuerpo a correr 42000 metros uno detrás de otro y otros muchos detrás de ese de después. Con tan poco tiempo, o se lo toma uno en serio o simple y paradójicamente se deja correr. Y yo he optado por lo primero: son cuatro meses en los que tengo que sacar lo que más pueda de este cuerpo mientras trato de que la mente se vaya creyendo cada día un poco más el desvarío de lo que está por venir en apenas tres meses.

Tengo un plan dibujado en una pizarra blanca con absolutamente todos los días que me quedan hasta el 26 de Febrero, dividido por semanas con los kilómetros que tengo que haber corrido cuando llegue el domingo y de que manera: series rápidas o con cuestas entre semana y largas distancias de al menos dos horas los fines de semana. Dos días voy al gimnasio por la mañana con dos objetivos: estirar mucho para no perder flexibilidad y mantener en la medida de lo posible la masa muscular que pueda tener, que no quiero quedarme en los huesos. Y todo sin dejar de ir a Karate, y de trabajar, claro, que uno tiene que estar ocho horas malgastando sus pulsos delante de un asqueroso ordenador criando bolanganas todos los días.

En este sentido prácticamente no le he hecho caso a nadie, aunque esto no es nuevo: ignoro sistemáticamente los consejos que me dan sin que los haya pedido, es arrogante y está fuera de lugar. Mi plan lo he diseñado leyendo artículos sobre el tema y cambia constantemente según cómo vayan evolucionando las agujetas o la agenda que tenga esa semana.

Como como nunca lo he hecho, no porque me lo haya propuesto sino porque tengo mucha más hambre, no concibo salir de casa sin haberme metido por lo menos un cuenco de los grandes de arroz cuando antes salía con apenas un café calentando el estómago. No bebo alcohol porque entonces al día siguiente sé que no voy a rendir igual y con el plan propuesto, prácticamente siempre hay algo que toca hacer al día siguiente. No me privo de nada, aunque sigo tratando de no comer cosas «malas» por las noches estilo pizzas o hamburguesas, ahora que si caen caen, que tampoco pasa nada.

Duermo mejor que nunca, profundamente y de un tirón. Por las mañanas me siento a tope de energía aunque después de comer me entra mucho más sueño que de costumbre, esto ha cambiado también.

Peso casi 5kgs más que hace un mes y sin embargo se me caen todos los pantalones, dicen por ahí que es porque he cambiado grasa por músculo, yo la verdad es que me veo igual, si acaso un poco más calvo pero igualmente atractivo y gallardo.

Físicamente pasé por una primera fase en la que tenía que bajar muchísimo el ritmo después de una media hora corriendo porque me ahogaba, después de tres semanas esto ya no ha vuelto a pasar: nunca me falta el aliento lo suficiente como para tener que pararme y soy capaz de correr mas de 20km, sin embargo acabo con las piernas tan cargadas que hay momentos en que temo que me voy a caer de tan agarrotadas que están.

Todavía me quedan tres meses y creo que voy por muy buen camino, llevo ya tres medias maratones acabadas sin demasiado problema, pero no me veo capaz de correr 30km todavía, lo intentaré dentro de dos fines de semana. También tengo que aprender a beber y comer durante la carrera, actualmente no llevo absolutamente nada y hago todo de un tirón, pero debo acostumbrarme a hacerlo porque por lo menos dos o tres veces tendré que aprovisionarme de energía en esas cinco o seis horas que probablemente tarde en acabar.

Esto es muy sacrificado y mucho que queda todavía, pero sólo por ver hasta donde soy capaz de llegar ya está mereciendo la pena. Que llegue el 26 a Odaiba o no es mucho más secundario de lo que puedan decir mis palabras.

Veremos… de momento esta semana un poco más suave porque el sábado tengo competición de Karate a la que, otra cosa no, pero con fondo ya voy, ya…

Tokyo Marathon 2012

En mi lista de cosas por hacer, tengo apuntado «Correr una maratón». Nunca pensé que llegaría a hacerlo, y mucho menos en Tokyo aunque he de reconocer que siempre que veía los carteles que lo anunciaban, me daba cosica de la buena. Este año me apunté pensando en que no me iban a seleccionar porque las plazas son limitadas y una cosa no, pero gente en Tokyo hay para exportar y regalar, más peña que en el dormitorio de la marquesa de Santillana, no te digo más. Fíjate que se han inscrito unos 280.000 y sólo hay plazas para unos 30.000…

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Y mira por donde…
¡¡ que me han cogido a mi!
¡¡ a uno de Zalla!!
¡¡ ojo aquí !!
:gustico:

La primera reacción fue entrar en panic mode: Tosca, macho, ¿ya estamos liándola?, ¿¡¿¡¿¡en que te estás enfrascando otra vez!?!?!? ¡¿¡¿una maratón!?!?!?, buff 42 Km así a pelo pecholober… si las distancias a las que yo estoy acostumbrado, cuando me da por correr que no suele ser tan a menudo, son cuatro veces menos. Así que lo consulté en twitter, y como muchos tocapeloters que seguramente no han hecho deporte en su vida se mofaron diciendo que era imposible que lo preparase en los cuatro meses que quedan, pues ya tenía toda la motivación que necesitaba. Nada más que por zasquearos el boquino, liendres! (BattoMogli, no va por ti, eh?). Gracias por estar ahí recordándome que no soy como vosotros!! ¡¡amargaos!!

Karate sigue siendo lo primero, además que tengo competición en tres semanas, así que he adaptado planes de entrenamiento que he encontrado por aquí y por allí. Estoy yendo a correr por las mañanas antes de ir a trabajar, si al día siguiente toca Karate, corro sin hacer series hora u hora y media. Si no hay clase, entonces me meto más tralla, sobretodo cuestas y cambios de ritmo, y luego ya los fines de semana que hay más tiempo, a correr la mayor distancia que me de el cuerpo. De momento he llegado a los 18 Km, que es lo más que he corrido nunca, y si casi casi he sido capaz de correr una media maratón la primera semana de entrenamiento, yo creo que haré un papel digno.

Es en febrero, sé que me voy a pelar de frío y las voy a pasar tan pardas que me arrepentiré siete veces por kilómetro, pero me siento motivadísimo, y no veo el momento de plantarme junto a los otros chorromil participantes en el Tocho de Shinjuku para trotarme de una vez la ciudad que me he pateado entera en veces desde hace casi cinco años.

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Desde Shinjuku a rodear una vez más el palacio imperial… para cuando pasemos la segunda vez por la Tokyo Tower sólo iremos por la mitad del recorrido. Shinagawa, Tokyo, Ginza, Asakusa, Tsukiji… para acabar en Odaiba. No me puedo imaginar otros escenarios donde sentir cada kilómetro, cada gota de sudor. Y más este año con la que ha caído.

[…] los he visto muchas veces, están mal de la cabeza […] nunca pude calcularles la edad, pero seguramente tienen entre 15 y 85 años. Son hombres y mujeres. No están bien. […]

Estiran, se miran, giran, respiran, suspiran y se tiran. Pican, frenan y vuelven a picar. Me parece que quieren ganarle a la muerte, ellos dicen que quieren ganarle a la vida…
Están completamente locos.

Marciano Durán

:malico:

La clase de gazpacho y tortilla de patatas

Se hizo, se hizo, y he de decir que cada vez nos sale mejor. Ya no hay tantos nervios por hablar en público en japonés, no se tiene todavía el nivel que uno quisiera pero se lidia con el idioma con más o menos destreza y casi casi ya no hay pausas entre lo que dice el chef Chiqui en manchego y la explicación japonesa con acento vasco. Nos vamos especializando, si señor.

Esta vez estuvimos muchos pinches acompañando al gran cocinillas: Guille, Xavi y Silvia no pararon en todo momento de asegurarse que las tortillas tenían el doble de sal de la que le hubiesen echado los japoneses.

Fuimos un poco antes para tener todo preparado porque otra cosa no sé, pero puntuales nuestros alumnos lo son un rato (y bien largo!).

El gazpacho fue lo primero para que reposase bien fresquete en la nevera mientras se hacían las tortillas. Y venga a trocear tomates y pepinos, y venga a echarle aceite, y venga a darle a la batidora!!

Después todo el mundo a pelar patatas y batir huevos como campeones, que eso lo sabemos hacer todos…

…pero eso sí, el noble y nunca bien ponderado arte de darle la vuelta a la tortilla hubo de ser explicado con más detalle…

Vídeo del Xavi sombrerecos

¡Hay que decir que no tuvieron ningún problema y todos le dieron la vuelta a la tortilla sin despeinarse!

Luego apareció por allí no se como todavía una jartá de embutido, pan, cervezas, vino… y bueno, pues ya se sabe la alegría morena que le entra a uno, que eso de las sobremesas typicals también hay que enseñarlo, también.

Llevé la bota pero esta vez no triunfó tanto aunque también tuvo su par de minutos de gloria!

Como la otra vez, una magnífica experiencia que hay que repetir las veces que se pueda!!!!!

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:gustico:
:cocinicas:
(¡¡Y eso que a mi no me gusta el gazpacho!!)
:D


Así lo vivieron el Guille y el Xavi.

Mañana, el nacional de Karate

La cosa se pone seria. Mañana en el estadio olímpico de Yoyogi sobre las cuatro de la tarde dirán algo así como «Diaz senshu» y entonces saldré yo con mis guantillas a ver que me cuenta el de enfrente con las suyas.

Desde Harajuku no se tarda ná, si alguien se aburre mañana a eso de las cuatro de la tarde, que se venga que la entrada es gratis (it’s freeeee).

Ojo que es el estadio pequeño, ¿eh?, este:

estadio.jpg

Me he dado cuenta de que ya llevo bastantes competiciones desde que me vine a Tokyo a vivir, y que la verdad es que no ha habido resultados regulares, uno nunca sabe lo que va a pasar…

Ganar combates sin tener claro como…

Que me dejen KO de una jibia y no expulsen al otro…

IkuKarate from (más) Historias de un abstracto on Vimeo.

Ganar combates en condiciones….

Karate segundo combate from ikusuki on Vimeo.

Que me descalifiquen por falta de control…

Perder por salirme del tatami por culpa de un miura que se cree karateka….

En cualquier caso, he de decir que siempre he salido muy contento de mi papel, no se me quitan las ganas de seguir presentándome. No sé, uno se toma los entrenamientos de otra manera si se tiene la meta de tal o cual competición, no deja de tener su aquel pensar que te vas a poner a pegarte delante de un desconocido, por muchas reglas que haya.

¡enough chapa!
¡buen finde a todos!
:gustico:

La clase de Paella

Mientras unos andan recomendando que la peña no venga a Japón que hay radiación hasta en la miso, nosotros aquí seguimos pasando un verano atamagantemente chulo ajenos al proceso de transformación en hombres binárdicos (según algunos, cuatrinárdicos desde hace un mes ya).

Ayer sin ir más lejos estuvimos en el rocódromo donde un tío raro nos sacó fotos porque andan buscando modelos para ropa deportiva, no os digo más en las que estamos metidos. Bueno si, diré que para celebrar que a pocas a pocas nos vamos puliendo todas las rutas rocodrómiles, nos fuimos a ponernos hasta el jarenore de carne al izakaya de siempre. EdanoBeef la llaman ya. The man, the legend.

Total, a lo que iba, que si sigo por aquí no voy por allá. El sábado, como estaba anunciado desde tiempos facebookriales, tuvo lugar el primer seminario gastronómico internacional intercultural interparedes:

¡¡ La paella del tío Txiki !!
:cocinicas:

Pero empecemos por el empiece para que dure más el post antes de que finalice por el final. El viernes por la noche me casqué tres tortillacas de patata como tres soles. Gracias a los callos que me han salido por ir al rocoplace, pelar tantas patatas no supuso ningún reto en absoluto.

El sábado por la mañana salí de casa cargado con cuatro botellas de vino, tres tortillas, un plato lleno de pintxos del libro del Arguiñano y una paellera a la espalda que parecía el duende tortuga en Benidorm. Fiel al espíritu Tosca, al salir del tren se rompió una de las bolsas de papel y la mitad de los pintxos se esparcieron por el suelo montando un cristo del copón, del copín y del copete en la Yamanote que recogí como pude mientras el tío que iba atrás del todo mantenía las puertas abiertas para que no me pillasen porque estaba en el medio…

¡¡ Tío saborío rancio calandrero
que me veías ahí pasándolas chungas con la paellera a la espalda
y no te dignaste a ayudarme ni un poco asín!!!!!
:otiaya:

En Ikebukuro esperaban ya el maese hacedor Txiki y sus tres fieles pinches: la Nere, el Guille y la Gami. Ya estamos todos, ya podéis decir lo que estáis pensando, venga va, desahogaros que sino no se ven las fotos a gusto:

¡¡¡¡ un manchego,
una gaditana,
un lorquiano
y un zalluco !!!!

enseñando a hacer paella valenciana…

¡¡¡¡ tócate los tamangueños !!!!

Bien. Ya pasooo ya pasooo.

Ala, ya estamos frescos. Pasemos a la puerta del lugar donde veremos que, por una vez, parece que la de Shiodome ha hecho algo correcto:

IMG_3929.jpg

Una vez dentro, lo primero fue presentar en condiciones los aperitivos pensados para ser deglutidos después de echar el arroz y el agua a las paellas. El Txiki trajo chorizaco e hizo pan del de hacer la trompetilla al panadero de enfrente y el Guille y la Nere se cascaron unas empanadillas de esas de comerse una y no poder parar hasta el mokuyobi que viene:

Después nos aseguramos que cada mesa tenía todos los ingredientes puestos en condiciones, hecho que constató uno de los dos del Nerelorco.com con una instantánea hecha en el momento instantáneo justo:

2011-07-20 13-29-02.jpg

Y ya empezamos con el lío arrocero. Txiki-sensei se encargó de explicar lo que íbamos a hacer a partir de entonces, y también contó amenas, entrañables a la par que próximas y cercanas historias suyas como el origen de la paella o los ingredientes que se suelen usar en España (incluyendo conejico para horreur y terreur de los aprendices allí presentes). Yo trataba de traducir como podía ayudándome de una chuleta que me curré dos semanas antes que hicimos un ensayo general enseñándole a Chiaki lo mismo (y menos mal!).

Me puse nervioso… los cinco primeros minutos, después yo creo que todo el mundo se descojonaba sobretodo cuando intentaba decir alguna palabra y como no me salía pues me ponía a explicarla. Por ejemplo, yo decía «la cosa esa blanca que sale cuando lavas el arroz y que vale para enderezar las corbatas» y todos contestaban «el almidón!!!».

Planeado, dicho y hecho el trecho: mientras el arroz se iba cocinando, empezamos a zampar lo que los senseis hispanos habían tenido a bien traer y he de decir que la bota de vino, la misma que llevé al Fuji y al Koyasan, allá donde va, triunfa (a mi ni puto caso, eso sí)

Llegados este punto, sé de buena tinta («de buena tinta» no te lo pierdas!! #cancamusaFlavour), que estáis todos deseosos de ver las tres pedazo de paellas que allí se cocinaron. Pues os vais a quedar con más ganas que ni sé porque entre pitos y flautas, cuando me dio por ponerme a sacar fotos allí no quedaba ná:

La del Txiki fue una inmensa idea, el rato que pasamos fue genial, la gente respondió mejor que bien y encima nos fuimos para casa con la tripa tonta y la risa llena. Txiki decía que se conformaba con que alguno de los que fueron al curso les diese por intentar hacer la paella en casa, ayer me contó que ya sabe de una que compró paellera y les cocinó una a sus padres que quedaron encantados. Si esto no es gustico del bueno, a ver que lo es.

Por mi parte diré que ya estoy esperando a la siguiente. Paella, pintxos, tortilla de patatas… importa bien poco en que pisto nos metamos mientras se haga entre Txikis, Guilles y Neres.

Si señor.

Ah! que aquí lo contó el Guille, y aquí el Txiki-sensei, no olvidarse de mirar, que por allí salgo más!! :D

DSC_3868.jpg
:ungusto:

Competición de Karate el domingo

Jodé, ya van unas cuantas!! Esta es otra de la ciudad de Oota, el mismo sitio donde me sonaron los mocos hace por lo menos un par de años.

Molaría que se viniese alguno para poder dejarle la cámara y que se grabe semejante evento ostierítico desastrofil, aunque siendo domingo por la mañana no se yo…

Weno, si a alguien le cuadra, que se pase por aquí sobre las doce:

Estadio de deportes de Oomori (大森スポーツセンター) , estación Heiwajima:


Ver mapa en gordo

¡¡ Buen finde bolanganil !!
:gustico:

Segundo dan

Otro hito, otro momento especial a señalar a fuego en alguna neurona para tratar de que su recuerdo siga ardiendo cuando a su alrededor hayan muerto la mitad. Que cuando sea de las últimas en morir, que lo haga echando humo para que se sepa que ahí se forjó algo importante.

No fue especial en el sentido que imaginé. Lo cierto es que a Suzuki Sensei se le olvidó completamente, pero ayer no aguanté más y pregunté por él, por el diploma que certifica que empezando desde cinturón blanco hace tres años y medio logré sacarme el segundo dan de Karate en el cuartel general de la SKIF en Tokyo, con Kanazawa Kancho de examinador.

Con el karategi empapado, un tobillo dolorido y barba de tres días llamé a la puerta de los profesores apenas esbozando un sumimasen en un tono mezcla de vergüenza, respeto y ya impaciencia.

– «Siento ser maleducado, pero es que todavía no tengo el título de segundo dan»
– «Eh, ¿no te lo hemos dado todavía?, ¡ya nos vale!, espera que lo tengo aquí, perdón, perdón»
– «No no, no importa, pero es que tengo muchas ganas de verlo»

Debajo de dos o tres títulos creo ver mi nombre en Katakana, quizás del puño de Kanazawa Kancho. Suzuki Sensei se hace más Sensei, lo coge con las dos manos y me lo da con una reverencia:

– «Enhorabuena. Oss»
– «Arigato gozaimashita. Oss»

Y ahí me quedo un rato, con la cabeza agachada y los brazos adelantados sujetando aquél papel con las dos manos mientras trato de contener las lágrimas. Como ahora. O más porque ahora no hay nadie delante.

– «Ahora a por el tercero»
– «Oss» –alcanzo a contestar y me voy al vestuario. Rápido porque aunque nadie iba a decir nada, mis lágrimas sólo las veo yo desde atrás, no son para enseñar a quien no toca.

Recompongo el gesto mientras me cambio de ropa y empiezo a pensar, de nuevo, en un futuro en el que haya gente que quiera aprender todo lo que me están enseñando. Me pregunto si seguiré delgado y en forma o me habré abandonado al hastío descuidándome y descuidando parte de lo que éste arte significa por culpa de haberlo enrutinado. Pienso que quizás le pondría la misma pasión que Suzuki Sensei o la disciplina de Murakami Sensei o quizás la dureza física de Tanaka Sensei, o una mezcla de todos y ninguno con mi alma por método. Sueño, una vez más, con ser anfitrión de los que ahora son mis profesores a los que apenas devolver la deuda de hospitalidad contraída día tras día, mes tras mes, año tras año, mae-geri tras mae-geri.

Y así, viviendo entre nubes por una noche, regreso a casa a dejar de soñar para empezar a dormir.