Al llegar las cinco de la mañana

Al llegar las cinco de la mañana, la noche agoniza amenazando con dejar al descubierto lo que ocurra a partir de su muerte, pero jurando llevarse a la tumba los secretos acontecidos bajo su cobijo.

La música se para dando tregua a los oidos y los focos se encienden poniendo a trabajar a las pupilas que estaban a media jornada viendo el doble de la cuarta parte en el mejor de los casos.

Los vasos desaparecen de su sitio y no queda otra que unirse a la procesión de almas desterradas en busca de algo que desayunar al amparo del sol que amanece, a traición, por la espalda.

El olor a tabaco es omnipresente, no hay un sólo zapato limpio y la garganta únicamente alcanza a emitir sonidos cuatro tonos por debajo.

Se hacen amigos que lo son el doble, amistades de hielos, burbujas y grados de fermentación que son testigos, bajo pena de querella por claúsula de nocturnidad, de manos que se escapan y besos con coartada que se esconden, altaneros, por lo bajo.

El estómago no sabe muy bien si aceptar lo que le ofrece el sentido común, y con ambos dando vueltas montamos en trenes cuyo estómago alterna jubilados con mochilas y cuerpos malogrados de almas dormidas que van a su exilio al son de amagos de latidos de corazones agonizantes. Huele a lágrimas de alcohol, a sudor de desencanto y, a veces, hasta a humo de contento.

Volvemos a casa defendiendo, una vez más, el título de campeones trasnochadores del vecindario, aunque, cabeza gacha, tratamos de no ostentarlo por evidente que resulte en un lugar donde lo único fresco que no acompaña al amanecer es lo que se nos vé entre la coronilla y el talón de aquiles.

Al llegar las cinco de la mañana los cuerpos quieren dormir y cuando lo consiguen, las mentes todavía no pueden distinguir si lo que ven es real o ya no.

Lo peor es no saber qué sendero elegir, si seguir un rato más por el de curvas de los sueños, o atreverse a tomar el desvío de cuestas del despertar en el que hay que pagar peaje a la luna por su servicio de confidencialidad. Y es que es terrible acordarse de golpe que ésa tipa sólo se conforma con dolores de cabeza, engrudo en las papilas y tragaderas del revés.

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Nekostiable chronicles

Érase que se era que me presenté a los premios de Bitácoras y que como este blog es raruno como él sólo, al final la categoría elegida fue «Mejor Blog Personal».

Como para votar en Bitácoras hay que estar registrado y puede ser un poco lío, para recompensaros el esfuerzo aunque más en broma de la mala que en verdad de la buena, prometí cantar una canción comiendo Wasabi. Como la cosa prosperó, empecé a poner encuestas, y en la primera elegistéis «Desde Santurce a Bilbao«, bueno, vale, como todavía queda bastante para que acabe el concurso, vamos a seguir con la historia, pensé.

Seguía yendo primero y toda la pesca, así que nueva encuesta para pensar en la ropa con la que se iba a desempeñar tamaña gesta, y en un gesto cabronilense elegistéis al gatostiable.

:gatostiable: :otiaya: :menfadao: :copon: :cry:

Como el blog seguía estando ahí arriba del todo, aunque ya no va primero, pensé que me libraba. Pero como ya había metido en el ajete a más gente para que me ayudasen a grabarlo, decidí que nos vamos a liarla parda de todas formas, que las risas que nos podemos echar todos con ello pueden ser chicas.

Así que ayer me fuí de compras…

El plan: ir a Shibuya disfrazado del gatostiable con txapela y ponerme a cantar «Desde Santurce a Bilbao» dándole un bocao al bote de wasabi entre estrofa y estrofa. Darán cobertura al evento NereLorcoTV y Zordovisión (y todo aquél que quiera apuntarse). Después habrá cervezas (antes casi seguro que también) e izakayamiento nomihodaiense.

:gambiters:

El día: no está claro, un sábado seguramente… de momento vamos a dejar que acaben las votaciones, aunque el vídeo se va a hacer de todas formas.


Pipipipi!! ¿si? ¿compañeros? ¿si? noticia de última hora!!! pipipipi!!!!

Si os dice eso de que no habéis generado actividad o no se qué, lo suyo es votar primero algunos posts que os hayan gustao u establecer contacto con usuarios ya existentes…

Pipipipi!! despedimos la conexión!!! pipipipi!!!!


El caso es que sólo los tres primeros que queden finalistas pueden optar al premio que elige luego un jurado, ¡¡y voy cuarto!! ¡¡cada voto cuenta!!

¡Dadme una alegría, hombre, que no queda ná!
¡peor lo tenemos yo y mi dignidad!
:ungusto:

Votar en los Premios Bitacoras.com
Mejor Blog Personal
:ikugracias:

El ikupodcast

Esto me llevaba rondando por la cabeza bastante tiempo, y la verdad es que todavía no tengo claro si seguir adelante con ello o no, así que aquí lo cuento para ver qué me decís sobre el tema.

La idea feliciana que se me ha ocurrido es hacer un podcast leyendo algunas de las historias escritas en el blog. Últimamente he empezado a releerlo desde el principio para empezar a escoger lo que va a ir en el libro, y la verdad es que me han gustado muchas que son muy antiguas.

Así que mira, ya tengo dos razones para hacer esto: una para que no caigan en el olvido dándoles un nuevo enfoque, y la otra para poder grabar un CD de vez en cuando que enviarles a mis padres y así de paso me escuchan y se enteran de algo de lo que hago yo aquí, que sin internet la verdad es que no saben de mí más que lo poco que hablamos por teléfono.

Tengo que enterarme cómo se hace para poder suscribirse desde iTunes y todo el tinglao, pero de mientras aquí va la historia más reciente a modo de prueba para que me digáis si esto mola, o es una chorrada como un piano que no tiene ningún interés:

En caso de seguir, iríamos a una por semana, y como en el libro, puede que haya alguna inédita que sólo salga por ahí… :secretico:

¡Sed sinceros!

Pepsi Azuki

El Sr. Pepsi que no puede estarse quieto, el tío se ha comprao el quimicefa y si no lo usa le sale urticaria. Ya ni sé las Pepsis que ha sacao el hombre, que si la de pepino, que si la Blue Hawaii, que si al Yogurt, la Shiso que la probé pero que no ikuanalicé…

El azuki éste es un dulce que se hace de pasta de alubias y que aquí se usa muchísimo en un montón de postres. La pasta es roja y eso sabe muy dulzón y es bastante denso, pero está bueno, a mi me gusta por lo menos.

Pues la Pepsi que nos ocupa es de esto mismo, roja como un alemán en Mallorca:

El caso es que el color me recuerda a algo…

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¿El sabor? pues tú imagínate que coges un flash de fresa descongelao y le metes burbujas. Tal cual, de azuki tiene lo dulce porque otra cosa…

Pido perdón de antemano por el vídeo que viene ahora, pero es que no me he podido aguantar… subid el volumen que se oye bajito!

:D

Aquí Matías me lleva la cuenta de todo lo que ha entrado en el ikubuche…

:peneke:

Y eso de Japón… (conclusión)

Esta es la conclusión de la historia de cómo llegué a vivir en Japan sin pan. Lo suyo es leerse primero las otras tres partes:

Y eso de Japón…
Y eso de Japón… (II)
Y eso de Japón… (III)

Hasta este punto podríamos resumir esto de Japón en:

– Me dieron una beca del Gobierno Vasco para ir a Tokyo seis meses en el año 2001
– Bea se vino conmigo con visado de turista, y al de un mes ya estaba trabajando con visado de un año
– La beca se acabó y volvimos a Bilbao con un proyecto de la empresa de Beatriz que hicimos a medias a lo freelance moderno guay
– Después de pasar por dos trabajos basura, acabé con un curro decente en el que estuve una temporada larga olvidándome de volver a Japón

Contaba justo al final de la última parte que después de muchos años Bea y yo dejamos de estar juntos. Lo cierto es que fueron momentos muy duros y los detalles son exclusivamente nuestros, pero sí que contaré que después de aquello la brújula ya no sabía para donde mirar. Sí que pensé que quizás me vendría bien un cambio de aires y empecé a escribir emails aquí y allí. Así retomé contacto con el presidente de la empresa donde Beatriz trabajó en Tokyo, un Irlandés con el que había coincidido algunas veces porque siempre nos invitaban a los dos a las cenas de trabajo.

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Yo siempre había tenido muy buena imagen de esa empresa, un sitio donde trabajaba gente de muchas nacionalidades y que habían acogido tan fácil a Beatriz a pesar de saber que sólo iba a estar seis meses, tramitándole el visado y toda la pesca, así que digamos que me caían bien. Además hice trabajos temporales para ellos como traducirles la página web a castellano, así que sabía bastante bien qué era lo que hacían y cómo parecía que lo hacían.

Total, que le escribí preguntándole si tenía algo para mi, y resulta que estaba empezando con un nuevo proyecto que hablaba de crear una red social al estilo de Facebook pero con una perspectiva bastante diferente. La cosa pintaba bien, y después de hacerme llegar, firmar y reenviar un documento de confidencialidad, me pasó la documentación. Allí nos empezamos a emocionar, yo añadí nuevas ideas y empecé con un pequeño prototipo probando distintas configuraciones y tecnologías, tuvimos conferencias por Skype… sonaba serio y hasta habían empezado a tramitar los papeles para crear una nueva empresa.

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Pasé un par de meses currando por las noches y los fines de semana mientras el mundo a mi alrededor se había ya desmoronado del todo, así que se me ocurrió que un cambio radical me ayudaría, al menos, a ver las cosas de otra manera. Desde Japón me decían que dejase el trabajo y empezase el proyecto nuevo desde casa, pero no era precisamente lo que yo quería, así que les dije que quería volver a Tokyo, al menos, una temporada.

Pero claro las empresas eran distintas, aunque el dueño era el mismo, y una estaba fundada en Japón mientras que la otra en América, así que si quería tener visado y vivir aquí no quedaba más remedio que trabajar en la de Tokyo, que era la misma en la que trabajó Beatriz, y el presidente de ésa empresa era otra persona distinta que no tenía porqué estar de acuerdo con todo esto…

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Total, traduje mi CV y me encontré de repente escapándome de la oficina y yendo al coche porque un señor de madre japonesa y padre americano me iba a llamar para hacerme entrevistas de trabajo en un perfecto inglés del que no entendía de la misa a la half.

Así pasaron un par de semanas hasta que me dijeron que me cogían, que dejase el trabajo, comprase el billete de avión y me mudase a Tokyo. Que me contrataban en la empresa japonesa a media jornada tramitándome el visado, y la otra parte del tiempo lo dedicaría al proyecto de la empresa americana aún estando físicamente siempre en la misma oficina.

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Mira por donde, 5 años después me encontré en el mismo lugar al que había acompañado a Bea a hacer su entrevista, pero ésta vez era yo el empleado.

A partir de ahí ya sólo quedaba tirar para adelante con esta nueva vida de salary man dos semanas al mes y programador el resto, con dos sueldos distintos, un inglés que desoxidar, un japonés que aprender y un español que no olvidar.

Así estuve año y medio hasta que finalmente pasé a trabajar sólo para la empresa americana aún viniendo a la misma oficina, y aquí seguimos hasta hoy mismo. Si alguien está interesado en qué paso desde entonces, por aquí se puede empezar. Sobre qué pasará a partir de ahora… eso no sabría decir.

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Ikuworld in the suki

Esteeee…..

Ikusuki in the world

Pues nada monada, que estaba yo pensando que si dices kukusutruchuuuuu se te queda la boca ahí con morritos, pero que si dices ikusukiiiiii se te queda una sonrisica. Mira tu qué cosas tiene el cuerpo humano que es sabio como él sólo.

Kukusutruchuuuuu–> morritos, Ikusukiiiiii–> sonrisica

¡Sonrisica! ¡sonrisica! ¡sonrisica!

Bueno, ¡al asunto!, que se nos iba llenando el buzón de mucho bueno, y ya iba siendo hora de enseñar el arte que la ikupeople destila allá por donde pasa.

Como dijo el Sr. Don Lego:

esto yo lo veo más así como por partes

Nacho y Adela se fueron a Estambul este veranito y que si ponte allí, que si me pongo aquí, que si así, que si asao, total, que se acordaron de inmortalizar, kotoba en ristre, tan magno momento:

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Pero es que luego Nacho pensó que en Libia quedaría así como chulo un IkuFuji ahí nevao puesto, así que para Ubari se fué y en esas estaba cuando le afotaron in ikufraganti y de espaldas (menos mal, porque si me lo sacan de frente, poco Fuji íbamos a catar):

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:ikugracias:
Nacho y Adela
:ungusto:

Y como Nagore esto de no salir en el ikublog no lo lleva nada bien, y no veas nosotros cómo nos alegramos, marchó a La Pedrera en Barcelona y allí se encaramó en lo más alto de más arriba de según subes. Dice que no hubo tamagos de salir sin gente detrás, pero vamos que todo queda eclipsado por ella y la IkuEki

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:ikugracias:
Nagoooo
:ungusto:

Después Danikaze, que no tenemos claro si se hace llamar así porque le dan ventoladas, o suspira mucho, o es que tiene fiebre a todas las y cuarto, dijo que qué mejor momento que cuando fuera que fuese para salir con la kotoba en dos fotos flipantes que nos ha hecho llegar:

:ikugracias:
Dani y Canuto
:ungusto:

Gaeta, actualice el mapa!


Ver Ikusuki in the world en morsavisión

Yo mucho Tokyo y mucha gaita, pero la verdad es que últimamente los viajes que hago son al súpermercao a por arrozico, así que me dáis una envidia…. cagüen, a ver si sale el proyecto este bien y me forro y veo un poco más de mundo más alla de Shinjuku y los jostos (que digo yo… ¿y si me meto josto y dejo las teclas? hola shattaaaaa, irazaimaze, ¿qué tal el trabajo? ¿que la yamanote estaba petada hoy? ay pobrecitaaaa, ven aquí, ven aquí, shataaaa, cuéntale a Toscachan…)

Bueno en fin… que así que de tanto que nos hemos emocionado la Tita Bea y el Tito Tosca, hemos decidido así en un ikurepeluco que las dos próximas Kotobas de chica talla S y las dos próximas Kotobas de chico talla M que se compren van sin los 6€ de gastos de envío…

¡A tomar por cleta la biciculo!

Es decir, que te llevas la cami por 16€ tal cual. No preocuparse que con el cartero ya nos entendemos nosotros…

:palizero: :otiaya: :ostiejas: :nunchakero:

¡Ojo! sólo las Kotoba y sólo en estas tallas:
Chica S (36 ancho x 55 alto) quedan 2 – 1
Chico M (50 ancho x 70 alto) quedan 2

La estructura del libro

Como algunos ya me dijeron, quizás lo más difícil de la aventura esta del ikulibro era empezar. «Todo es ponerse, todo es ponerse, resumen de una vida: todo es ponerse» dicen de vez en cuando los Celtas Cortos por mis auriculares, y qué razón tienen. Así que ya que nos hemos puesto y tenemos un título y una introducción, ahora toca pensar en qué va a haber entre la primera y la última página.

Lo primero que pensé fué copiar directamente las entradas del Kokoro del blog y la duda que me surgía era si ordenarlas cronológicamente o por algún otro criterio y rápidamente decidí que lo primero tenía más sentido porque así el lector no se perdería la perspectiva del tiempo, la progresión de estilos y temas.

Y es que recuerdo enviar las primeras historias de este tipo a Bea para que me aconsejase sobre si escribirlas en el blog o no porque quizás eran demasiado personales y no cuadraban con el resto. Al fin y al cabo esto era ya un blog sobre Japón más y no recordaba haber leido nada parecido en ningún otro. Había mucho de vergüenza en ellas, de inseguridad por contar cosas demasiado personales, y además, ¿para qué iba a querer nadie leer que yo pasaba frío por las noches?

Al final se fueron publicando, primero tímidamente y conforme el invierno se iba acomodando la cosa fue a más. Tanto es así que ahora mismo escribo una casi cada semana, a veces con situaciones vividas horas antes, otras sacando espinas clavadas mucho tiempo atrás y lo cierto es que a veces pienso que casi ninguna de las publicadas tiene un final feliz aunque me siento un privilegiado por haber vivido cada una de ellas. Algunas con otros finales también me han pasado, ¿eh?, ya irán saliendo… por si a alguien le interesa.

Así que pasé a la acción y me puse a maquetar algunas de las entradas como la que habla de la entrañable anfitriona de mi barrio y que considero la primera que escribí de este tipo, y empecé a imprimir distintos diseños. Aquello quedaba soso, ahí hacía falta algo más que letras, así que decidí que cada una de las entradas iba a tener, al menos, una foto que la acompañase y a todo color, lo más grande posible y con la mayor calidad que se pueda. Si hay que salir a la calle a sacar nuevas específicamente para el libro, se sale, todavía estoy en Tokyo y estoy muy a tiempo, total esto es algo personal y no tengo a un jefe que me diga que lo saque en un mes. Prefiero tardar el doble y hacerlo lo mejor posible.

También decidí que éstas historias iban a estar copiadas tal cual, con correcciones gramaticales y ortográficas, pero que me iba a permitir el inmenso placer de escribir algo sobre cada una de ellas a modo de introducción o conclusión. Por ejemplo, en la historia del malnacido aquél que pegó a la chica en el tren, la cosa quedaría más o menos así:


Lunes, 28 de Septiembre de 2009

Get your fucking hands out of me

Sobre las diez de la noche, apenas cuarenta minutos antes, estaba esperando el tren en la estación de Ikebukuro. Venía hasta Meguro donde, bici mediante, voy a volver a casa a dormir después de escaquearme de Karate y darme el placer de una buena cena en compañía de todavía mejor gente….

[…]

Después de toda la historia, en la siguiente página iría una foto ocupando la hoja entera, en este caso la foto no ha sido tomada aún, así que tendré que sacar una que tenga que ver con lo contado, como por ejemplo del tren marrón de la Yamanote. Esto de buscar imágenes a las historias es emocionante, por cierto.

Y en las siguientes dos o tres hojas vendría una reflexión o conclusión, como ésta que ya tengo escrita:

Lo que pasó después de ese momento es que sentí que era extranjero más que nunca. Esta sensación se nota sobretodo al principio, la de tener muy presente que eres diferente al resto: te entra una especie de complejo por el que crees notar que todo el mundo te mira, que eres el centro de atención allá donde vayas.
Pero luego es fácil que se te olvide porque al final sigues una rutina de diario que te abstrae y te acabas acostumbrando de tal manera que ni te enteras. En Tokyo uno pasa desapercibido excepto a los ojos de algunos niños que hasta te señalan divertidos (o asustados).

Yo ese día ví como uno «de los míos» hizo la barbaridad que hizo con unos aires de superioridad que yo habría imaginado sólo dentro de una película de Tarantino. Fue tan terrible la imagen que dió, tan impactante para todos los que allí estábamos, que yo no puedo evitar pensar desde entonces que a todos los extranjeros nos meten en el mismo saco hasta que nos ganemos la imagen contraria.

Ahora ando con mucho ojo cuando me cruzo con alguna persona del estilo de ese malnacido, y si yo como extranjero tengo ya ese prejuicio metido en la cabeza, me parece lógico pensar que cualquier japonés que se encontrase en ese vagón lo alimentase también.

No es bueno generalizar, no es bueno tener prejuicios, pero son inevitables a veces y, sin tener razón, parecen hasta razonables en según qué situaciones.


Otras veces no será una conclusión, sino una introducción del contexto en el que sucedió la historia, algo como «por aquél entonces yo seguía trabajando en la empresa de Meguro, aunque todos mis compañeros ya eran excompañeros y algunos hasta examigos…».

Y así, con ésta estructura, el libro contendría de principio a fin toda la historia de cómo llegué a Japón y qué iba pasando por el medio: cómo fueron surgiendo las distintas actividades que hago ahora: Karate, ceremonia del Té, Yosakoi… teniendo como eje principal las historias ya publicadas en el blog, pero rodeándolas de un contexto, una continuación e imágenes. También anticipo que habrá alguna historia que estará únicamente en el libro y de hecho ya tengo una en mente que nunca me he atrevido a publicar aquí.

Creo que por aquí van a ir los tiros. Es decir, esto no va a ser una guía de Japón donde me ponga a explicar cómo es un Maid Café, porque para empezar no tengo ni idea, sino que va a contar mi vida aquí tal y como yo la estoy viviendo, sin velocidades de conexión a internet ni megapixeles de móviles, ni tribus urbanas de Harajuku, pero sí con amores al té verde y desengaños con cerveza, soledades de interior y amistades de trenes, bares y futones, patadas con respeto, gritos de contento y llantos de felicidad triste.

Una vez más, necesito vuestra ayuda:
– ¿qué os parece que tire por aquí?
– ¿hay algo más que os gustaría que se incluyese como excursiones u otra cosa?
– ¿algo de lo que he puesto aquí no os pega ni con loctite?

:ungusto:
                        :ikugracias:

La chica de Shimokitazawa

El día que compré la cámara de fotos grande decidí darme una vuelta por Shimokitazawa porque por aquél entonces la energía y la ilusión con las que cogía los fines de semana todavía no entendían de obligaciones y rutinas. Eran otros tiempos, a veces pienso que mejores aunque no los cambiaría por los de ahora de patadas de Karate y bailes de Yosakoi cuyo sudor tiene, a menudo, más que ver con el corazón que la propia sangre.

Recuerdo una lista interminable de barrios de Tokyo que iba recopilando durante la semana. A veces los veía por internet, otras me los contaban y yo siempre lo apuntaba todo. Cuando llegaba el viernes por la noche elegía uno, normalmente al azar, y copiaba los datos a lápiz en el reverso de unos papeles de origami que hacían las veces de postit: líneas y estaciones de tren, horarios, tiendas… Nunca pude hacer nada más que la grulla con ellos, pero supe darles un buen uso, al fin y al cabo componían las figuras de mis fines de semana.

Las pupilas saben que el escenario es el mismo, y el personaje principal sigue siendo el que sale en mis espejos, pero es claro que la función parece haber cambiado de acto y no ha lugar volver atrás porque aquello ya se representó con éxito. Hoy los sábados son de Karate y los domingos de Yosakoi aunque siempre haya entreactos en papel de origami y esperanzas con agujetas.

Había mucho de arrepentimiento aquél día, y los venideros, por haberme comprado una cámara que necesitaba de mucho más que un bolsillo para acompañarme, y supe entonces que el dineral que me había costado iba a costar ser amortizado entre tantos botones y ruedas porque seguramente el modo automático iba a mirar por encima del hombro a las ganas, o la pereza, de aprender a manejarla.

Quizás para tratar de olvidarme de tan caro, pesado y aparentemente inútil colgajo, decidí que ya iba siendo hora de marcar el teléfono que aquella chica me había enviado después de unos cuantos intercambios de mensajes con más mensaje que letras escritas. Siempre habíamos bromeado sobre que no nos íbamos a poder entender porque ella no hablaba inglés y yo tampoco japonés, pero que seguramente nos llevaríamos bien porque, al menos en aquellas palabras escritas en pseudoinglés, parecía que nuestros temples entendían a templarse mutuamente.

La llamada fue un desastre y acabó conmigo esperándola en la salida de la estación opuesta a la que ella me explicó de mil y una formas.

Don’t move, ne, ima ikimasu kara -me dijo
Ok -contesté a lo primero, con esperanzas de que lo segundo fuese lo que yo creía haber entendido
Osukaa? – escuché al de unos minutos- halooo

Cuando me giré vi a la chica más guapa del mundo y pensé que si era ella de verdad, entonces iba a pasar todas las noches de mi vida en vela estudiando japonés para poder seguir viéndola el máximo de los latidos que me quedasen. Me dolían los ojos a causa de su sonrisa y si los cerraba la seguía viendo porque ya me había cegado para siempre jamás. Su piel morena se burlaba de cualquier tópico, su pelo parecía dibujado y colocado al milímetro sobre aquellos ojos tan distintos a los míos, que no podía dejar de mirarlos.

Haloooo, nice to meet you finally -me dijo como pudo
Very nice to meet you -dije como pude esforzándome el doble que ella por hablar y no sólo por el idioma

Después fuimos a un bar, un irlandés de éstos que tan buena suerte me traen y pusimos dos jarras de cerveza negra entre nuestras sonrisas, la mía la más estúpida del mundo, la suya haciéndole competencia al sol. Yo no era yo. Era verano y tenía frío, y habría tenido calor de ser febrero porque mi cuerpo estaba desajustado por no saber qué hacer con todo aquello que le llegaba por los sentidos.

No fuimos capaz de acabar ninguna frase por culpa del idioma, pero el punto y coma lo poníamos riéndonos en todas y cada una de ellas.

Y parecía tan de verdad que yo me lo creí por si acaso.

Quedamos algunas veces más después de aquella, y yo siempre llevaba la cara de tonto puesta desde casa. Hasta que aquella mañana de domingo en el parque de Yoyogi dijo que quería hablar conmigo. Sonó tan serio que estuve nervioso, más si cabe, desde el primer minuto que la ví. Bajo el cotilleo omnipresente del sol paseamos durante largo rato hasta que nuestras piernas acabaron tomándose una tregua consentida en un banco. Allí me cogió de la mano derecha con su mano izquierda y puso la otra encima. Todo el calor del mundo se fué allí, a esos cinco dedos que daban envidia, de la mala, al resto del cuerpo. Deseé ser tan pequeño como mi mano y poder recostarme en una y taparme con la otra para dormir allí acurrucado para siempre.

Costó mucho, muchísimo, que empezase a hablar, y yo que sabía que lo que fuera que fuese que me quería decir tenía que ver con grietas y ventrículos, esperé pacientemente atesorando el tacto de sus manos mientras respiraba el olor pregonero de su silencio agridulce.

Hace tiempo que te quiero decir algo -su inglés sonó perfecto, se notaba que se lo había preparado- y es que tienes que saber…

Ya está, se acabó, un mes había durado el sueño y ya iba siendo hora de despertarse -dijo mi mente- Si, dime -camufló mi garganta.

Con una lágrima quitó el pestillo y las puertas de su alma se abrieron dando un portazo por la corriente provocada por sus miedos y temores. Habló de nacionalidades y de personalidades, de futuros hipotéticos y almas partidas en trozos que nadie supo juntar de nuevo del todo. Y todo sonó tan razonable, tan poco a mentira, que no pude más que acatar todos y cada uno de sus secretos.

Y de doloroso acuerdo, no nos volvimos a ver más que entre las líneas de algún mensaje que todavía hoy compartimos entre primaveras y otoños.

Ahora yo también guardo un secreto. Y es que la veo a veces cuando amanece sin nubes y después de mirar al sol por un segundo, vuelve su sonrisa a rubricar mis párpados por el lado de dentro.

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El último empujón

No queda nada, la semana que viene los señores de Bitácoras tendrán a bien anunciar los blogs ganadores de éste año. El ikublog resulta que aparece en varias categorías, pero en la que mejor situado está es en la del blog personal. El caso es que después de ir en cabeza todas las clasificaciones parciales, ya había liado a un montón de gente para hacer el vídeo vestido del gatostiable comiendo Wasabi cantando «Desde Santurce a Bilbao«, y teníamos hasta el plan hecho: nos íbamos a Shibuya con más de una cámara, con una me grababan a mi haciendo el asunto y con la otra grababan la reacción de la gente. Ese vídeo iba a ser épico, habría un antes y un después en mi vida…

¡¡¡ Como que estoy por hacerlo de todas formas !!!
:pirao:

Hombre, si ganase lo haría con más gustico, pero total, el ikublog no ha ganado nada nunca y tan felices que andamos. Así que si os pega el quarter of hour, me vendrían bien unos últimos votos, pero vamos que el vídeo ¡lo tenéis fijo!. La que nos vamos a reír haciéndolo el Guille, la Nere, el Rodri y todo el que se apunte va a ser parda.

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Mejor Blog Personal
:ikugracias:

El bocatakoyaki

Ahí va un haiku…

El post regulero
ha durao poco ahí en primera plana,
que lo he quitao en un sofoco porque me ha dao la gana
y era sosero

Que es que he encontrao los puñaos de megapunticos de colores arrejuntaos (también llamados «foticas») del bocata que me zampé el otro día y esto es menester tener a bien colocarlo para deleite y regocijo de la hija y del hijo.

Todo señor ilustrado que se precie debería saber lo que es el takoyaki: un bolondrio que parece una albondiga pero que dentro tiene un cacho pulpo metido. Eso se come teniendo mucho cuidao porque la pasta esa quema que da gustico, que en la última me cautericé el piloro.

Bueno, compañeros, pues en el combini de la esquina, que está a mano y de ahí el nombre, resulta que han empezado a vender eso entre pan y pan, lo que en un alarde de creatividad sin precedentes documentados he llamado como:

¡El bocatakoyaki!
:cocinicas: :arrozico:

Dentro puñaos de megapunticos de colores arrejuntaos!

Está bueno siempre y cuando se tenga en cuenta el factor cauterizante.

Pinchándole aquí a Matías, salen más productacos:

:peneke:

La patrulla de la bulla de Shibuya

Yo ya había leido algo de ésta gente, pero el vídeo que ví ayer me ha acabado de dejar chato , así que procedo a :comillo: escribir :comillo: el post regulero que, afortunadamente para vosotros, ha dejado de ser semanal para aparecer cuando le sale de sus floridos tamagos perfumados.

El tema de la apotema es que por Shibuya de vez en cuando se ven unos rascayús vestidos del Combat School que no queda muy claro de qué rollo van. Ahora que tampoco llaman demasiado la atención entre los de los pelos cardaos y las gambiteras de las piernacas (te sale un hijo josto y lo tendrás que querer, digo yo)

Pues estos elementos resulta que van en plan patrulla vecinal a «poner orden» llamando la atención a todo aquél que consideran que está molestando. No son policías ni gaitas in vinegar, sino unos tipos que se creen que hacen un servicio a la comunidad pero que se han crecido mucho y se están haciendo famosos por sus malas maneras. Yo no he tenido el placer de tener ninguna con ellos, de hecho sólo les he visto un par de veces, pero si les juzgamos por los vídeos, la verdad es que parecen lo más tonto’l nardo que ha parido madre:

La palma se la lleva éste: resulta que a un chico africano que estaba tranquilamente apoyado en el guardaraíl le empezaron a tocar los mandinguis para que se levantase y él les pregunto que porqué. Entonces ahí fueron subiendo el tono hasta que el marine rantamplán empezó a decir que «le estaba hablando a un samurai» y gilipoyeces del estilo…

:peneke: :porsaquil: :palizero: :otiaya: :nunchakero: :menfadao: :bythesegao:

Para colmo al chico se lo llevó la policía, aunque le soltaron al de nada después de unas preguntas.

Yo lo tengo claro, a mi se me acerca un tarao de éstos a decirme que no me siente en la acera y le hago caso para no tener que aguantar payasadas. Ya nos resentaremos si eso en cuanto doblen la esquina aquí los rangers de Shibuya. Ya véis, ser gilipoyas no entiende de razas ni de nacionalidades… para que luego vayamos por ahí generalizando.

:regulero:

Fuente: Japan Probe
Escrito en ocho minuticos entre bocao y bocao
:cocinicas:

:bythesegao:

Ikebukuro Yosakoi 2009

Domingo 11 de Octubre

Efectivamente, de tanto quererlo, pasan las horas volando y ya estoy otra vez en Ikebukuro, aunque ésta vez no soy el último.
Se repite lo del día anterior, con mejor tiempo y más ganas si cabe, pelamen, maquillaje y ensayos en el parque incluidos.

Miguel, al que conocí el día anterior, se ha apuntado también hoy así que le paso la cámara de vídeo para que no se pierda detalle y ya pasa el día con nosotros (¡gracias Miguel!). Hoy también viene Michiko que se ríe mucho del maquillaje y me dice que no me vuelve a hablar si ese domingo salgo de Ikebukuro sin novia.

Empieza el primer baile, también con nervios que se pasan pronto y con muchas ganas. Tantas que en un punto de estos de gritar se me escapa un naruko volando cerca de la cara de un señor bajito del público. Miguel lo graba en vídeo, yo no sé muy bien qué hacer y me dá por reirme mientras sigo bailando con uno sólo, entonces el señor lo recoge del suelo y me lo devuelve, y yo sigo bailando sin poder aguantarme la risa.

Después bailamos dos veces más y ya sólo nos queda el último, el que puntúa para el concurso. Yasuki, el responsable del grupo, es un tipo pequeño muy flaco que mojado no pesará más de 50kg, pero tiene una personalidad arrolladora. El tío nos junta a todos antes de cada baile y nos grita cosas en un japonés rudo, casi violento que contestamos a gritos. Vaya si motiva el asunto.

Durante la espera de éste último baile, los sentimientos están a flor de piel, algunas chicas se abrazan entre ellas. Ganbatte se escucha entre risas, nervios y juegos. Ganbatte ne.

Otros estiran en silencio… cada cual prepara el momento que está por venir a su manera.
Alguien me coloca bien la capa, la miro, le doy las gracias y no puedo evitar darle un abrazo aunque no sé ni su nombre. Ganbatte ne.

Los sentimientos de todos se entrelazan y forman uno sólo que se debe notar hasta en Shinjuku.

Ya nos toca. El último, el que importa, el que resume todo.

Cuando acaban los de delante, Yasuki nos junta, hacemos un corro en medio de la calle. Grita cosas entre las que entiendo «último» y «corazón», y después las de siempre a las que todos hacemos el coro: sore sore sore soooran hacemos que retumbe, que se oiga y de paso que se nos incomode la espina dorsal al levantar el puño. Ya está liada. Mirar para atrás es de cobardes, no desafiar al mundo está penalizado.

Volvemos a las filas, a la formación y nuestro compañero ya tiene el micrófono. Nos presenta y acaba con un yoroshiku onegaishimasu! que, una vez más, coreamos con una reverencia. Uno… dos… y separamos la pierna derecha. El nombre del baile nos agita las entrañas de nuevo: ¡Appareeee!, ¡Ha! contestamos y después ya sabemos bien qué pose nos toca, más nos vale.

Con el primer acorde elevamos la mano al cielo y las nubes ya son testigo del resto.

Qué sensación. Qué manera de ser feliz por cuatro minutos, qué plenitud. Sólo me acuerdo del corazón, ni idea de qué hizo el resto del cuerpo.

Volvemos a apuntar a las nubes con el último acorde y veo que no se han atrevido a moverse ni un milímetro.

¡¡Arigato Gozaimashita!! gritamos, y salimos corriendo para juntarnos más adelante. Nos abrazamos, reímos… y de repente muchas personas del grupo se ponen a llorar. Nadie consuela a nadie, no hay nada que consolar. Ojalá llorásemos así todos los días de nuestra vida. No quedaba más por hacer que explotar, nos lo hemos ganado.

Iro iro arigato me da por decir a todo el que se pone delante, «gracias por todo». Y de verdad lo siento así: gracias por tener la paciencia de explicarme el baile una y otra vez, de que no importe que no entienda japonés tan bien, por dejarme estar ahí a pesar de haber faltado muchos días. Gracias Jorge por llevarme a esto. Gracias a todos. Por todo.

Después de las cervezas, la cena y las risas, me despido de los que quedan. Me cruzo con Yasuki y me responde con un abrazo, este hombre es todo nervio.

Mientras espero al ascensor viene Hory, la primera persona que ví el primer día que entré a aquella sala donde un montón de gente estaba bailando.

Hory, muchas gracias por todo, de corazón, me lo he pasado como nunca. -no habla, pero sonríe. Me abraza por un rato.

Vete con cuidado, ne, Oskar.

Si -y desde dentro del ascensor veo cómo se queda a esperar que las puertas se cierren.

Hace tiempo que ya es de noche. En la Yamanote camino de casa veo mi reflejo en el cristal de las puertas. Un chico bajito, con un pelo indefinible que deja ver sus entradas con claridad. Va en vaqueros y lleva un niki blanco, una sudadera verde y amarilla con capucha, unas playeras azules y una mochila roja cargada hasta los topes de mucho más que ropa.

Has salido enfrente de un montón de gente en Tokyo a bailar -parece decirme- ¿no es acojonante?

Si lo es, si

Los vídeos que grabaron Guille y Miguel los tengo todavía que procesar con más calma, este de aquí es el que grabó Zordor, que llegó a punto para este último baile.

:ikugracias: ¡Gracias a todos! :ungusto:

¡Por ahora me libro!

¿Os acordáis de la ikupromesa?, ya íbamos concretando el asunto:

Si ganaba el premio de Bitacoras al mejor blog personal cantaba «Desde Santurce a Bilbao» comiendo Wasabi vestido del gatostiable. La siguiente encuesta que tenía preparada era el lugar: en el medio de Shibuya, en Shinjuku, en Asakusa… y ya hasta había liado a otros para que me ayudasen a grabar el vídeo, peeeeeero

¡Nasti de plasti!
:vainas: :vainas: :vainas:

Ha salido la cuarta clasificación parcial y por ahora me libro de convertirme en el Hulk esmirriao… Guardo la encuesta por si acaso, que no se ha acabao, ¡la cosa depende de vosotros!

Votar en los Premios Bitacoras.com
Mejor Blog Personal
:ikugracias:

Un fin de semana de Yosakoi

Jueves 8 de Octubre – The tifón blues :comillo:

Se ha tirado toda la noche lloviendo con una escandalera del carajillo, pero yo he dormido muy bien, supongo que por la fiebre ésta que me tiene más amodorrao de lo normal.

Tengo un mensaje de Michiko, que está parada en Ebisu, que la Yamanote ya no tira pal monte ni nada, que está más quieta que el Hachiko. Decido tomármelo con calma.

Desayuno bien, me tomo la temperatura y sólo tengo unas décimas. Marcho a la oficina, llego sin problema mientras el tiempo ha cambiado radicalmente convirtiéndose en casi verano, las nubes se han ido todas para Korea por lo menos, el Kim Jon-il ese debe andar con chubasquero ya.

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Estoy sólo, así que trabajo a mi aire pero al de un par de horas noto la cabeza salerosa, seguro que tengo fiebre otra vez. Me vuelvo a casa. Efectivamente, 38 y medio de fiebre. Aspirina y a dormir soñando con tabehodais de kitkatses.

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Viernes 9 de Octubre – The tontuna’s fever :malico:

Sigo con fiebre que a veces sube y a veces baja, como la bilirrubina, el yen y el ojo izquierdo del Dioni. Decido ir a la farmacia y nada más entrar empezamos bien…

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En fin, mejor gatostiable que toscamuerto, así que sigo y le cuento al señor calvo de gafas el asunto:

– Señor profesional de la bata, que es que tengo fiebre, pero no me duele nada, ni la garganta, ni el estómago ni nada, ni mocos tengo, esto es más raro que el bote verde ese que vendes ahí.
– Bua, nada hombre, tu te tomas esto y te pones bueno en un chotto, tu matte y ya verás como te pones más flamenco que ni wakaranai.
– Gracias señor farmaceutico de gafas!
– De nada, señor cliente con ojos agarbanzaos! vuelva otra vez pero estando bueno y cómpreme potingues kudasai!
– Hombre, claro! Pero el bote verde no que no me fío
– Haces bien de gozaimasu

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Me enfutono tomándome la pastilla roja de Matrix, pero de dos en dos. A ver si hay suerte y llaman dos Trinitris a la puerta también, con sus dos pantaloncicos de cuero negro, sus cuatro… buff, ¡dormir dormir!

Pero antes es hora de tomar una decisión: si mañana por la mañana tengo fiebre, ¿voy al baile? y decido que voy aunque se me caiga una oreja y el huevo izquierdo…

¡yo salgo ahí aunque escuche en mono
y ande escorao como hay Budarro en Ushiku !
:menfadao:

Me duermo y allí no aparece Trinitri, ahora que tampoco ha venido el feo de Morfeo alias «The CuloBostezos», así que mejor dejamos las cosas como están.

Sábado 10 de Octubre – The virginity loss :gustico:

Después de dormir como trescientas veinte horas me levanto fresco cual grácil cogollo Tudelano, no tengo fiebre, pero sí unas barbucias y unas bolsas en los ojos que parezco el hermano flaco jóven y con pelo de Bud Spencer.

Me enducho y hago ronda por todos los botes que encuentro: champú, acondicionador, jabón, crema para las ojeras… hasta un líquido azúl que yo creo que es loción hidratante pero que nunca he tenido claro, hasta eso me echo que huele bien.
Afeitao y con medio bote del desodorante ese que no fona muy bien en cada alerón salgo de casa camino de Ikebukuro. Más nervioso que un oso en Corporación Dermoestética, vete a saber lo que va a pasar ahí.

El responsable de mi fila me llama por teléfono porque ya voy llegando un minuto tarde, madre mía, empezamos bien. Allí está todo kiski ya. Nos vamos a cambiar a unas escuelas o algo parecido, allí un compañero me escancia un bote de gomina por la cabeza y me pone cresta a lo Ford Fairlane, que empitono hasta por la nuca, que me ve Elvis y hace pucheros. Después una compañera me maquilla los ojicos y la gente dice que estoy kawaii, (de kakkoii nada, vaya cruz).

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Vamos a un parque, estiramos y ensayamos el baile, ojo que todo el mundo tenga claro a qué número hay que levantarse y qué parte del triángulo ese hay que hacer.

¡Ojo ojo, no vayamos a liarla que nos está viendo todo el mundo,
mecagüen la okaasan que parió a Penekechan, tengamos ojo aquí!
:copon:

Ya nos toca bailar. Estoy nervioso, mucho, me tiemblan hasta los pelos de las orejas. Pero al segundo de empezar la coreografía, la cosa fluye sola. De refilón veo al público que sonríe y algunos nos señalan: «anda, extranjeros, qué cucos» pensarán, yo sonrío más. Pongo cara de encabronao en los movimientos que son bruscos y me río mucho en los demás. Me doy cuenta de que estoy disfrutando como nunca y cuando toca el paso ese en el que nos juntamos todos agachados corriendo, grito «ike ike ikeeeee» desde la parte más baja del estómago, madre mía, no es que esté metido en el papel, es que el papel me lo he comido con patatas hace un minuto, no te acerques que muerdo.

¡El jibun no kimochi Tosca style!
Sore sore sore soreeeeee

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Acaba el primer baile y con él mi bautismo yosakoiero publiquense. La gente aplaude, gritamos «arigato gozaimashita» salimos corriendo saludando al público, que sigue aplaudiendo. Me siento pletórico, los nervios hace tiempo que se han evaporado, deben andar persiguiendo al tifón camino de Korea, a ver si no le llueven encima al Kim no vaya a ser que se ponga más cardiaco todavía y le dé al botón de tirar pepinos.

Al primero le siguen un puñado más de bailes con gritos, sudores, emociones y huevos en proporciones aleatorias. Ya dejaremos eso del cansancio y las agujetas para otro día, que ahora toca sentir otras cosas que hace tiempo que no sentía, o que quizás nunca había sentido. Y me gusta, vaya si me gusta.

Nerea, Guille y Miguel están ahí de soporte, otra razón más si cabe para hacer las cosas lo mejor que se pueda aunque sé que yo ya tengo trofeo asegurao: las cervezas de después, porque una biru es una biru esté uno vestido de Obispo o no.

Cuando ya llego a casa y cuelgo el traje en la percha, me siento en el suelo y me quedo mirándolo sonriendo. Pasa no sé cuanto tiempo y por fin me puedo quitar, un poco sólo, la cara de tonto. Me meto en el futón y doy por clausurado el día cerrando los ojos lo más fuerte que puedo para intentar soñar que las ocho horas que voy a dormir se pasan en una y que en un poquito, en seguida, en nada estoy otra vez dando saltos y voces y sudando, de contento, por los poros.

¡ Y todavía queda el mejor día, el Domingo! :vainas:

:ungusto:

¡ IkuYosakoi !

Hace 4 meses que me apunté a esto del bailoteo porque un paisano iba y me sonó a algo muy chulo que me cuadraba con Karate y Té porque era los fines de semana. El primer día que llegamos allí yo lo que ví fue un grupo de gente muy jóven, de menos de veinticinco años la mayoría, que hacían una coreografía en chandal que molaba mucho. Al principio se hacían estiramientos durante bastante rato, como el doble de tiempo de los que hacemos en Karate, así que pensé que se complementarían perfectamente. Después el grupo se dividía, por un lado los que ya se sabían el baile y por el otro los que no teníamos ni idea, y durante unas dos horas y media alguien nos iba enseñando poco a poco los pasos.

Mi amigo volvió a España de vacaciones y a mi me entró una crisis de identidad bailotera muy grande, tanto que no volví en el mes que él estuvo fuera. Era una mezcla entre vergüenza por ir sólo y mucha perezaca por ser fin de semana…

¡¡y que el proceso desgambiteril tiene que ir poco a poco!!
:gambiters:

Además en aquella época yo estaba mucho más centrado en Karate con un campamento y una competición en mente, y cuando llegaba el sábado ya tenía el cuerpo bastante maladao. ¡¡Jaja, qué excusero soy!! buenoo buenooo, que el caso es que acabé volviendo coincidiendo con la vuelta de mi colega, y si de algo me arrepiento es de haber pensado en dejarlo.

A partir de ahí, ellos prepararon el matsuri de Harajuku, y verles en el festival me hizo darme cuenta de que todo era, no sé, como más real… ¡me encantó!.

Así que desde ese día ahí hemos estado ensayando el baile con más ganas que nunca, llegando tarde creo que todos los domingos porque mi ADN es incompatible con madrugar ese día, pero recuperando el tiempo delante del espejo en casa y creo que ya me lo sé… veremos ahí delante de la gente cómo sale la cosa…

¡Hasta tengo el ikutraje y todo!

Estos son los narukos, las castañuelas a la japonesa, jajaja, me acuerdo que yo compré unos en un todo a cien en Nakano en el año 2001 y allí estaban en casa sin tener ni idea de qué eran!!

Y también nos ponemos zapaticos de esos de los dos dedos:

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Este fin de semana estuvo guay porque hicimos los ensayos con la ropa puesta en plan «los refinitivos». Al acabar tocó charla emotivomotivante y hasta unas fotunas nos sacamos:

Pues eso, si estáis por Tokyo y no tenéis muy claro qué hacer éste fin de semana, que sepáis que en Ikebukuro hay festival de Yosakoi el sábado y el domingo, y que seguro que va a estar chulo.

Aquí va cuando salimos nosotros, todo en Ikebukuro menos el domingo a las tres que es en Otsuka, la siguiente estación. En el mapa de después están señalados los puntos y las horas.

Sábado
13:00 en la calle «Mizuki» que está muy cerca de la salida (みずき通り)
14:30 en el escenario del parque que hay en la salida este (西口公園)
15:30 en la calle principal que hay enfrente de la estación de Ikebukuro, creo que es la salida oeste (駅前メイン会場)

Domingo
12:42 en una calle de tiendas (四商店街通り)
13:48 en la calle «Mizuki» de nuevo (みずき通り)
15:00 estación Otsuka, salida norte, en un escenario (大塚駅北口海会場)
16:24 en la calle principal de enfrente de la estación de Ikebukuro, ésta es la más importante porque es la que puntúan para el concurso (駅前メイン会場)

Dentro mapa!

Ver IkuIkebukuro Yosakoi en gordo

Y nada, si alguien viene que me avise que le paso la cámara de vídeo para ver si me puede grabar alguna actuación, que molaría tener esto de recuerdo!

Dentro previa!

それ それ それ それ~!!!

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Y eso de Japón… (III)

En breves se viene un tifonaco a los Tokyos, así que vamos a seguir un poco más de la historia de cómo aparecí yo aquí antes de que aparezca volando en Korea.

La primera y la segunda parte se podrían resumir en tres frases:

– Nada más acabar la uni, me dieron una beca del Gobierno Vasco por la cual me iba a Tokyo 6 meses, y que era la primera y última vez hasta la fecha que ésa beca tuvo como destino Japón.
– Beatriz dejó su curro en Bilbao y se vino conmigo con visado de turista. Al de dos semanas ya estaba trabajando en una empresa de informática con la que consiguió un visado de 1 año
– La beca se acabó y nos volvimos con el shippo entre las piernas

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Bea dice que ella no, pero yo me acuerdo que volvía convencidísimo de que iba a regresar a Tokyo muy pronto. Estaba emocionadete por volver a ver a mi familia y amigos, deseando darles la chapa con todas las historias que viví en todo ese tiempo que al principio parecía una eternidad, pero que se pasó en un estornudo y dos sonadas de mocos. Y vaya si la dí, la chapa digo… preguntad preguntad.

Lo siguiente que tocaba era ver si habría algún tipo de continuidad con la empresa de Vitoria con la que obtuve la beca, y todo parecía indicar que sí. Después de unos días de descanso, me ofrecieron un trabajo de comercial encargado de Asia, eso significaba estar en la oficina dándoles soporte, pero también viajar de vez en cuando a Japón, Korea y China para asistir a ferias y eventos.

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Por otra parte, Beatriz estuvo durante el último mes en Tokyo de reuniones con un cliente que quería que le hiciesen una aplicación y viendo que el proyecto se iba a quedar colgado, intentaron convencernos de que nos quedásemos unos meses más. Pero claro, mi visado era de sólo seís meses y se acababa. Así que lo siguiente que hicieron fue proponer que se sacara el proyecto teletrabajando desde Bilbao.

Después de mucho rehablarlo, decidimos hacer el proyecto entre los dos, así que le conté la situación a los de Vitoria con la esperanza de que me guardasen el puesto y nos tiramos los siguientes siete u ocho meses programando en Filemaker a pachas. Nunca sabré si la decisión fue la correcta o no, pero pintaba mucho más emocionante: la segunda vez que «trabajo» e iba a ser desde casa para un proyecto de Japón, madre mía qué vida más rara…

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Yo mantenía relación con Takeshi y Natsuyo y hacía algún que otro trabajo temporal para los de Vitoria como el manual de usuario de la aplicación en inglés e historias parecidas, todo esto a la vez que el currele de Tokyo. Era una época extraña currelando con emails y todo en inglés mientras estábamos en nuestro mundo «de siempre».

Cuando finalmente el proyecto se acabó, nos vimos los dos en la calle sin otra cosa que hacer que buscar trabajo. Yo arranqué donde los de Vitoria y me dijeron que me cogían… hasta que en el último momento recibí una llamada diciéndome que si por la crisis habían tenido una reunión de urgencia y no se qué gaitas, pero que no me podían contratar, ni de comercial de Asia ni de programador ni de nada. Algo raro pasó por ahí de lo que nunca me enteraré.

Lo de volver a Japón se volvió imposible, de hecho ya ni lo intentábamos, aunque yo empecé a estudiar japonés por mi cuenta. Todos los días intentaba aprenderme el hiragana, katakana y algunos kanjis. La cosa fué a más hasta que saqué el nivel 4 del Noken, que no es decir gran cosa pero era motivante.

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Después me enteré de una chica japonesa que vivía en Bilbao y daba clases y estuve con ella una temporada hasta que lo dejó. Seguí a mi aire otra temporada hasta que dí con otra chica, Yuka, que me estuvo aguantando otra temporadilla y acabé sacando el nivel 3, que tampoco es decir gran cosa.

Vamos, que teníamos mucha más afición por todo lo que venía del país donde los cerezos más famosos son los que no dan cerezas: veíamos películas, doramas, escuchábamos música… como mucha otra gente, pero con la diferencia de que nosotros ya habíamos vivido allí.

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Así que después de haber vivido una de las experiencias más increíbles de mi vida, de repente me desperté y me encontré empezando desde lo más bajo haciendo un curso en Coritel donde me obligaban a ir con traje y hasta tuvieron los santos huevos de mandarme a programar un proyecto real a un cliente en Bilbao sin hacerme contrato, ni pagarme un duro. No había otra cosa, así que mientras buscaba mi dignidad por debajo de los zapatos de aquellos entrajetados cancamuseros seguí su comedia una temporada.

Tú no digas que estás de becario -me dijo la jefa- tu dí que eres de Accenture y que estás asignado al cliente
O sea que me hacéis venir en traje, no me pagáis un duro, estoy sin contrato ¿y encima queréis que mienta?

A mi me hervía la sangre y se me coagulaban los higadillos, se lo contaba a mis padres y no se lo creían. El día en que me pidieron que me quedase hasta tarde para acabar el proyecto, me llevé a la jefa a una sala y le dije que me iba a casa, que hasta ahí habíamos llegado, que se fuesen a pisotear a otro. Me levanté y me fuí para no volver más a ese cliente. El siguiente día que me pasé por Coritel me dijeron que ya me iban a hacer contrato, pero les dije que no me interesaba y me fuí.

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A parte de para intentar soplarle un poco a mi dignidad para tratar de que no estuviese tan deshinchada, me fuí porque encontré otro trabajo en un cuchitril donde, por lo menos, me hicieron contrato y me pagaban. Quiero creer que tuve mala suerte y que se puede currar en un sitio decente en Bilbao, porque pasé por cada sitio que si cuento lo que hacían no me cree nadie.
Al final la suerte volvió y aparecí subcontratado en el Parque Tecnológico de Zamudio para un cliente de los grandes del País Vasco donde parecía que iba a tener, al menos, muchísima más estabilidad.

Ya véis, buscando estabilidad, y es que lo de Japón estaba más que olvidado. Ya habían pasado como dos años desde que volví y sólo nos planteábamos, si acaso, ir de vacaciones.

Entre medias Bea y yo seguíamos dándole a la cebolla para intentar hacer algo relacionado con Japón y la idea que nos venía una y otra vez fue la de intentar traer turistas japoneses a Euskadi, hacer de enlaces, ir a buscarles al aeropuerto, llevarles aquí y allá enseñándoles una parte del país que es totalmente desconocida para ellos, pero que sabíamos que les iba a encantar.

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Nos quitaron la ilusión pronto, en cuanto nos negaron un par de subvenciones. En otras había que ir a cursos de formación que requerían que dejásemos de ir al trabajo…. Así que tiramos por lo de las camisetas, que nos parecía algo bastante chulo que podíamos hacer por nuestra cuenta y con eso seguimos hasta hoy.

Como la vida nunca sabes por donde te va a salir, y por razones que sólo Bea y yo sabemos y que nunca contaré aquí, se separaron nuestros caminos con la gran suerte de que conseguimos mantener una excelente relación, tanto que ella ha sido uno de mis mayores apoyos desde que me vine aquí ésta segunda vez.

Ikusuki sigue, como sabéis, y es ella la que se encarga de lidiar con los de la imprenta, hacer los pedidos y enviaros las camisetas envasadas. Yo sigo con los diseños, el blog y la web.

Así que ahí estábamos, con un buen trabajo pero con la vida destemplada.

Sólo me queda contar cómo después de tres años volví a Japón a intentar montar, pieza a pieza, ventrículo a ventrículo, el saco ese rojo que se empeña en seguir su rutina, la de mantener el pulso pase lo que pase de pupilas para afuera. Y esperemos que tarde muchos años en aburrirse de ella.

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Concluirá…

¡Fuego en Yokohama!

:peneke:
¡Jaja, toma título cancamusero!
:ahivalaotia:

Ojo, que tampoco es del todo mentira! me explico, me explico. Que es que resulta que últimamente con lo del Yosakoi que me tiene pillao los fines de semana, casi no hago excursiones de las de antes. Esos días molaban mucho, además que normalmente no los planeaba: me levantaba a la hora que mi cuerpo quisiese, desayunaba tranquilamente mientras miraba algún sitio chulo para ir y para allá que me iba con las cámaras. A mi bola, sin agobios, sin nada que hacer ni ninguna hora concreta a la que llegar. Eso molaba, esa sensación de «no tener que» sino de «pos fale».

Bueno, después del baile de este fin de semana no sé si habrá algún matsuri más que preparar, pero supongo que nos tomaremos los ensayos con mucha más calma, así que retomaremos viajecicos de estos.

¡Bua como me enrollo! Pues eso, que como ya no hago tantas escapadicas, que toca reciclar material y mira por donde que acabo de encontrar un vídeo que grabé el día aquél que pasé en Yokohama. Allí había una pareja de estos que hacen malabares con antorchas, y me parecieron tan tan majos que me quedé grabándoles hasta el final. Me gusta mucho cómo se ríe ella, me parece súper maja!!!

Por supuesto, les eché tariles, ¿eh?, que se lo ganaron!

¡Antuán, ponle el video a esta gente!

¿Eran o no eran más majos que ni sé?
8)

Ya tenemos tonadilla

Bueno, pues como hoy se ha publicado otra clasificación provisional de los premios de Bitácoras, y el ikublog sigue estando ahí en la atama al mejor blog personal, seguimos con la historia que, por cierto, cada vez me está acojonando más… (Mamaaaa mándame un cargamento de Almax!!!)

Recordemos las promesas:

1- Zampar un bote de wasabi… :pirao:
2- … cantando una canción que ya se ha decidido: :roll:


De 192 votos, ha ganado Desde Santurce a Bilbao
:peneke:

Bueno pues de mientras sigo desayunando guindillas para ir haciendo al estómago voy a ir también aprendiéndome la letra, que la verdad es que no tengo ni idea de más allá del frescueeeee. Aunque zampando el susodicho elemento verdítico no sé yo si voy a ser capaz de llegar al estribillo (¿tiene estribillo?)

Como habéis seguido votándome, pues qué menos que añadir una tercera variable a configurar por vuesas mercedes, si es menester:

Nota: necesito un centrador de encuestas de polldaddy,
esto no lo saca de la izquierda ni el barbacas balbucero!

Votar en los Premios Bitacoras.com
Mejor Blog Personal
:ikugracias:

Ikusuki in the world

Entre libros e historias chunguescas se está poniendo últimamente el blog todo serio ahí…

¡esto no puede ser, mecagüen!
:copon:

…así que vamos a poner cartas en el asunto (cards in the asunt, que diría el parlapuñaos) y pasemos con unas foticas (pazfemofz fon unafzz fofittgrsas que diría el pastababas).

Hola Bea y Óscar!!!!!

¿Qué tal todo? Espero que todo os vaya bien.

Os envío una foto que me hicieron este verano en la Villa Romana ‘La Olmeda’ (en un pueblo de Palencia). Por cierto, si no la conocéis os la recomiendo,

Saludos,
Almu

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Mira que guapa Almu con la Kurosuwado
:ikugracias:

Bea se fué a ver a esos que juegan con hielos en Barcelona, seguro que porque le dí envidia que yo ya les ví en Tokyo (ñañaña), pero mira, ella se acordó de sacarse una foto en pleno montaje conciertero. Me han contado que no es la única ikucamiseta que se vió por allí, ¡habría molado que os hubieséis encontrado todos!, jajaja
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Ahí está Bea en el concierto de Coldplay en Montjuic con la Kotoba
:ikugracias:

Y aquí un servidor con la IkuEki y con Nerea y Guille celebrando mi cumpleaños y el de Midori el fin de semana pasado, el sitio está en Shibuya y se llama «Pure Vice» aunque lo del Vice se lo han quitao pero yo sé que estaba ahí en el nombre, fijo. A falta de que el maestro Flapyoda lo convalide, lo declaro oficialmente como el Nuevo Templo Gambiter (NTG)

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:ikugracias: Midori, Nere y Guille
¡Ay el Pure! ¡ay el Pure! :gambiters:

Por cierto, si me mandáis una foto y no os gusta lo que escribo o simplemente os arrepentís y no queréis salir aquí más, con que me enviéis un email yo lo cambio u os quito, ¿eh?. Esto es muuuuy raro, vamos que sólo ha pasado una vez, pero por si acaso que sepáis que estáis en vuestro total derecho!!

Murdock, saca el mapa!


Ver mapa en gordo

La introducción del libro

Finalmente he empezado a escribir el libro, ya hice unas pruebas hace tiempo, pero ahora es cuando lo retomo en condiciones.

La idea es recopilar todas las historias ya escritas en el blog, corrigiendo textos, añadiendo conclusiones y reflexiones bajo la perspectiva del tiempo. Y completándolas con fotografías que quizás todavía no han sido tomadas.

No sé qué saldrá de todo esto, pero sí puedo decir que estoy motivado como hacía tiempo y que pondré todo mi kokoro en ello.

Esta idea es más vuestra que mía, a mi ni se me habría pasado por la cabeza hacerlo, así que sería todo un honor que formaséis parte de ella. Lo que se me ha ocurrido es ir enseñando poco a poco distintos puntos por aquí y pediros vuestra opinión no sólo en cuanto a textos, sino sobre todo: maquetación, colores, tamaños, temas…

Empiezo con la introducción que escribí y reescribí ayer para qué veáis por donde van los tiros. El título provisional del libro es «Un sueño desafinado», porque vivir aquí lo era, lo es, aunque no ha resultado ser tan maravilloso como yo lo soñaba. Es un sueño desteñido, desafinado y ya un poco marchito que yo no quiero dejar de soñar.

Mil gracias a todos por leerme y por empujarme a hacer esto, de corazón.

:ikugracias:

Un sueño desafinado

A las 22:45 de la noche, casi una semana después de celebrar mi segundo cumpleaños fuera de casa, empiezo a escribir ésta introducción de lo que va a ser, si no me rindo antes, mi libro. ¡Cómo suena eso! mi libro… no está mal como inicio de este 33 cumpleaños, mejor que el de Jesucristo sin duda.

Muchos latidos han sonado desde aquél marzo de 2001 en el que Beatriz y yo cogimos un avión en Bilbao que nos dejaría en Tokyo pasando por el Frankfurt ese de gente alta y rubia que habla usando muchas efes. Mi primer viaje en avión y tenía que ser a Japón, diría que así somos los de Bilbao si yo lo fuese.

Seis meses aprendiendo a olvidar el castellano, a comer con dos palos que no están unidos ni por un hilo ni nada, a estar rodeado de mucha gente casi siempre y de nadie casi nunca. 24 semanas rompiendo el muro cultural a base de cabezazos y descubriendo un poco más de un nuevo mundo con cada grieta abierta.

Y justo cuando estábamos a puntito a puntito de acostumbrarnos, va la beca y se acaba haciéndonos volver al universo anteriormente conocido como Bilbao y alrededores.

Cuando la mayoría de la gente interesada sueña con viajar a Japón después de pasarse años admirando su cultura, resulta que yo voy casi de casualidad sin saber y ni siquiera pensar en padecer. Y es al volver cuando empiezo a aprender japonés y a orientar de alguna manera mi vida hacia ese país que nos acogió lo justo para hacerse echar de menos.

Muchas hojas emborronadas de kanjis, cientos de horas de lecciones de japonés escuchadas en el coche camino de la oficina y dos títulos del idioma después me encontraba llorando a moco tendido camino de Narita otra vez. Triste por venir con un único ventrículo dejando las otras tres partes del corazón desperdigadas entre Bilbao, Zalla y Madrid. Con lágrimas que de ser analizadas contendrían miedo en su mayoría junto a una mezcla de soledad, emoción, desconfianza y entusiasmo en proporciones directamente dependientes a que llueva o haga frío.

Menuda historia. Un Zalluco sólo en Tokyo con el propósito oficial de desarrollar un proyecto de internet que sería el sueño de todo informático por la originalidad y modernidad de su planteamiento pero que ha resultado ser lo menos importante de todo lo que llevo ya soñado en estos dos años y medio de vida. O vivido en estos dos años y medio de sueños, pesadillas y noches en vela, según se quiera valorar.

Y resulta que he descubierto que no éramos tan distintos estos señores japoneses y yo, con lo raros que me los pintaban siempre por ahí y mira por donde que lo que abundan son personas normales con sus vidas que vivir, que poco tienen que ver con la fama de estrafalarios que se empeñan en colgarles.

Con timidez, pero con decisión, que aunque suenan contradictorios se pueden combinar, he ido poco a poco entrando cada vez más en su cultura atacando especialmente al idioma y apuntándome a clases de Karate, de ceremonia del té y más recientemente de Yosakoi con mejor o peor resultado y a veces encontrando las ganas de casualidad, pero insistiendo al menos en buscarlas.

Este libro empieza con un blog, el de Ikusuki, la aventura que Beatriz y yo empezamos un día y que todavía dura después de 3 años. El blog de Ikusuki tiene la misión de dar a conocer las camisetas que diseñamos y vendemos por internet a través de ikusuki.com. Pero aún con el mismo fin, la perspectiva cambió con mi llegada a Japón donde empecé a utilizarlo, con el permiso de Bea, como diario de a bordo de mi nueva vida en el país de los onigiris.

Las primeras entradas podría decir que son calcadas a las primeras entradas que escribiría cualquier persona que viva aquí: choque cultural, curiosidades, anécdotas… pero según fue llegando el frío del invierno, al corazón solitario del que escribe le costaba cada vez más templarse por las mañanas. Me acuerdo de un día especialmente duro en el que no tenía ropa de cama suficiente y pasé tanto frío que acabé tomando un baño caliente en mitad de la noche.

Momentos como esos hacen que los sentimientos se muden a vivir más cerca de la piel que de los huesos, más si cabe al estar en un país que no es el propio, lejos de cualquier referencia conocida. Y empecé a escribir sobre ello, sobre lo que me he ido encontrando en el ir y venir de los días desde el punto de vista del alma, ésa que ha resultado ser tan vulnerable que de haberla ignorado, hace tiempo que se habría roto.

Y empecé a contar lo que sentía, a describir soledades, amores, alegrías, lágrimas, encuentros, penas y gozos, todo sin perder entusiasmo detrás de una melancolía tácita que todavía no he sabido desabrocharme.

En esos posts, los del kokoro (corazón en japonés), es en los que gente que no conocía me recomendaba que escribiese un libro. Unos decían que me inventase una historia sobre Japón, que conocía el escenario y la cultura y que me dejase llevar. Otros decían que daba igual de qué escribiese, pero que no dejase de hacerlo. Y yo que me dejo hinchar el ego muy fácilmente, he decidido revivir todos y cada uno de los relatos ya escritos y plasmarlos aquí, añadiendo nuevos, revisando textos, completándolos con reflexiones, conclusiones y mucho mucho kokoro.

Así que en esto estamos, componiendo la melodía de este libro con notas de soledad que se mezclan a veces con otras de felicidad sobre la partitura del alma de un pueblerino que aterrizó en una de las ciudades más pobladas del mundo sin saber muy bien cómo se hace eso de vivir pero intentándolo como el que más.

Jueves, 1 de Octubre de 2009
Oskar Díaz Toscano
En una de las comisuras de Tokyo, Japón

¿Y eso de Japón…? (II)

Últimamente estoy arreglao con todos los jaleos en los que me meten o me meto, o qué sé yo. Está claro que, bueno, que cada uno es como es, pero me parece que es más importante saber cómo no se es y cómo no se quiere ser.

Yo creo que lo intuyo, más o menos, así que seguiré haciendo lo que yo pienso que está bien aunque de vez en cuando alguien se «quede patrás» que dirían los Celtas Cortos. No se puede caer bien a todo el mundo, ni siquiera pretenderlo y siempre habrá cosas que haga, que escriba o que diga que le sentarán mal a alguien.

Como la solución no creo que sea dejar de hacer, de escribir o de decir, aquí sigo con lo mío, capeando el temporal y tirando por donde no está sembrao, no vayamos a liarla todavía más.

Con esto dicho, que ya iba tocando, vayamos con la segunda parte de la historia de…

¡ Cómo acabé yo en los Tokyos con mi amigo el pastababas y su buen yantar !

Lo habíamos dejado en que Bea y yo aterrizamos en Nakano sin saber ni papa de japonés y que nos había tocado un piso donde tenía pintas de haber cucarachas como el gato Paco de grandes. No tuvimos el placer de ver ninguna, pero tampoco nos quedamos mucho a esperarlas. Cuando aquél día al abrir la persiana apareció un sapo en el mini jardincico que parecía el elefante Manuel, ya hubo consenso en la decisión de huir de allí echando ostias a dos manos.

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Justo enfrente de mi oficina había una agencia inmobiliaria que nos llamaba la atención por el muñecote de la entrada. Así que entramos con nuestro gran conocimiento de la lengua japonesa a ver qué tenían. Total, que llamaron a un indio de la India que hablaba inglés y que se llamaba Khan Feroz. Era un pedazo moreno, alto y fuerte que hablaba un inglés muy raro pero que nos ayudó tanto que nos hicimos amigos y hasta un día fuimos a cenar a su casa con su mujer y su hija, anda que tuvo que aguantar pocas bromas por su apellido, pobre!!

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Duramos en el primer piso entre mes y medio y dos meses, y nos cambiamos a uno cincuenta mil veces mejor, más grande y… más caro. En Vitoria decían que era muy caro y que ellos no me lo pagaban entero, pero llegamos a un acuerdo poniendo algo de nuestro bolsillo y por fin empezamos a vivir en un sitio decente. Nótese que la beca era de seis meses, y ya llevábamos casi la mitad en sólo empezar a establecernos…

Total, que pasamos de esto:

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A esto:

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Antes de la ikumudanza, Bea hizo sus tres entrevistas llegando a los sitios como buenamente pudo. Yo como iba andando a la oficina, no sabía casi ni sacar billete, pero ella espabiló cosa fina y ya se sabía un montón de líneas de Tokyo. Una de las entrevistas las hizo en la empresa en la que yo estoy ahora mismo aquí sentado. Ese día nevaba y yo le acompañé, pero me quedé fuera esperando. Hacía un frío que pelaba, madre del amor hermoso, y ella que no salía. Cuando ya llevaba una hora que yo no sabía donde meterme, me dió por ir a la máquina de bebidas y comprarme latas de café calientes que me iba metiendo en los bolsillos para calentarme. Llegué a juntar cuatro latas de las que no me bebí ninguna.

Ella al final les contó que yo estaba fuera y dejaron entrar al carambanito Toscano que se había quedao pegao a cuatro latas de café y que tenía los labios el doble que Carlos Baute despues de un paquete pipas con sal.

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Allí no había ni un japonés, y aunque no entendí ni jota de lo que me hablaban en inglés, me parecieron gente maja. Bea fue totalmente sincera y ellos sabiendo que sólo ibamos a estar en Tokyo seis meses la cogieron y hasta le pusieron clases de japonés por las mañanas.

Sin ninguna duda, ella estaba viviendo mucho más lo que es el día a día de Tokyo. Yo vivía a cinco minutos de la oficina, me levantaba a las tantas, iba y venía andando, comía en casa, me echaba la siesta… todo hasta que ella volvía y me contaba lo que había visto: que si el tren petao, que si Shinjuku, que si no se qué… y encima la tía ya empezaba a leer hiragana y katakana dejándome a la altura del betún!

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Ejerciciorilmente hablando yo iba a correr algunas veces por la noche, pero poco más. Hasta que un día nos pusimos a mirar anuncios y vimos un Sayonara Sale de estos en el que un tal Tsuneo vendía una nevera y muchas otras cosas. Quedamos con él una tarde, fuimos a su casa y nos dijo que echásemos un ojo a lo que tenía por si nos interesaba algo más. En esas que vi un corcho con fotos de él haciendo Karate y me dije ¡esta es la mía!. Allí le estuve interrogando sobre dónde y como en mi inglés de Zalla, y al lunes siguiente ya estaba yo pegando pataditas con mi cinturón blanco y un kimono que parecía de papel de fumar de lo cutre que era.

Y así iba el asunto: Bea mucho más integrada que yo que me limitaba a lo mío y a buscar excursiones para hacer los fines de semana. Ella hacía deberes de japonés, me contaba sus días de la oficina y me daba envidia leyéndome los carteles. Los míos eran un poco siempre lo mismo, aunque había días en que lo pasaba mal porque Take me metía una presión ahí medio chantaje sentimental del copón y me tenía que quedar hasta tarde, pero esto pasó muy poco. Hasta tal punto no tenía ni idea de japonés que cuando entraba en una tienda y me gritaban el «irassaimasseeee» yo contestaba «irassaimasse» también pensando que en vez de «bienvenidos» me decían «buenos días». Así me miraban como me miraban…

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Entre excursiones primero por Tokyo y luego un poco más lejos como Nikko o Hakone, fueron pasando los meses hasta que yo me puse enfermo. Empecé tosiendo y con fiebre y el médico decía que era infección de garganta. Aquello iba cada vez a peor, mucha más fiebre en pleno verano Tokyota que me tenían sudando pero tiritando de frío, y después empezaron los vómitos que eran como muy violentos y venían de repente. Dice Bea que deliraba y decía tonterías (más)… Como aquello no iba a mejor, fuimos al hospital y me pusieron suero. Yo todo mareado le decía a la enfermera que era la primera vez que me ponían y ella que no entendía castellano, obviamente, me decía «hai hai» y me acariciaba el pelo, vamos que viendo que me daba la razón como a los locos pensaba que me iba a morir en 0.2 sino estaba muerto ya porque recuerdo que había un japonés que me hablaba en italiano y que se parecía a San Pedro.

Cuando finalmente me salieron granitos, el médico dijo que tenía sarampión (mira que listo el tío) y ya me dieron la medicación adecuada. Aquella fue la vez que peor lo he pasado estando enfermo en mi vida, y seguro que Bea también lo llevó mal que la pobre no podía poner el aire acondicionado en pleno agosto…

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El día que nos tocó coger el avión de vuelta yo estaba como en un sueño todavía y pensaba que aterrizaría en Bilbao para decir hola y volver al de un mes a seguir con esa vida tan pintoresca que no había ni siquiera empezado a vivir.

Pero la cosa fué muy distinta. Aquél otoño del 2001 volvimos a Bilbao para quedarnos.

Continuará…

Koichá

Ayer llevé el kimono y la cámara a la clase del té y le pregunté a la profesora si me dejaba grabar y ella que es más maja que ni sé, me dijo que ¡¡¡ faltaría motto !!!, así que grabé las dos ceremonias que me tocó hacer. Por cierto, que la sensei me regaló dos manzanas y un onigiri, dice Neki que será que me ve desnutrido o algo… ¡¡qué majetaaaaa!!

En la primera ceremonia, la del Usuchá que es la más sencilla y la que creo que me salió mejor, resulta que puse mal el trípode y no se me ve la cabeza… pero la segunda, la del Koichá ha quedado un poco mejor, y ahí me he tirado un rato editando el vídeo para añadir pequeñas explicaciones de qué es lo que está pasando.

Los dos son té verde en polvo, aunque el Usuchá es más amargo. La diferencia es que el Koichá se prepara de manera que queda muy espesote, así que se echa muchísimo más polvo y muy poquita agua, y hay que removerlo mucho mucho.

¡A ver qué os parece!

Koichá from ikusuki on Vimeo.

Mil vueltas a este vídeo le da el que hizo Fran hace un tiempico, pero que de vez en cuando lo reveo porque me gusta mucho!

イク茶 from (más) Historias de un abstracto on Vimeo.

¿Os hace un té? :)

Get your hands fucking out of me

Sobre las diez de la noche, apenas cuarenta minutos antes, estaba esperando el tren en la estación de Ikebukuro. Venía hasta Meguro donde, bici mediante, voy a volver a casa a dormir después de escaquearme de Karate y darme el placer de una buena cena en compañía de todavía mejor gente.

Llega el tren, es el marrón de la Yamanote que celebra los cien años de la línea patrocinado por chocolates Meiji. Por fin lo veo, y justo he traido la cámara así que cuando me baje tendré tiempo de sacarle alguna foto antes de que se vaya. Con eso en mente me pongo al lado de la puerta para salir de los primeros y tomármelo con toda la calma que pueda.

Saco el móvil e intento sacar una foto de dentro del tren con la publicidad del chocolate, pero sale toda movida y la descarto. Como estamos en marcha, decido curiosear el email y de repente se escucha un ruido raro, como alguien imitando el canto de un pájaro. Miro y no veo quién es, y en mi intento me cruzo con miradas de otras personas en busca de lo mismo. Por fin lo veo, detrás de un tipo negro enorme hay una chica de amarillo con los ojos cerrados que casi se está apoyando encima de él, y hace ese ruido raro todo el rato.

Se le nota incómodo, a él, y pasa de tener la espalda apoyada en el respaldo a incorporarse haciendo que la chica cabecee al perder parte de su apoyo. Abulta mucho, no es que sea demasiado alto pero está cuadrado y tiene la cabeza rapada, como el típico marine de las películas que grita cosas y mete «man» entre frase y frase.

Se vuelve a oir en el vagón el ruido que hace la chica, como diciendo RRRR todo el rato tratando de imitar a un pájaro. Es molesto, pero tampoco demasiado y sólo provoca que el resto nos miremos entre nosotros y sonríamos sobreentendiendo que está borracha y le ha dado por ahí.

Get your hands out of me! -grita el chico

Todos miramos sobresaltados, él lo repite

Get your hands out of me!
Get your hands fucking out of me!!!
What the fuck? get your hands out of me!!

Va elevando la voz repitiéndolo cada vez más enfadado. Ella sigue con los ojos cerrados, ya no hace ruido pero está totalmente apoyada en el hombro de él y no se sabe muy bien si tiene las manos en su pecho o no.

– GET YOUR HANDS FUCKING OUT OF ME!!! – explota él, y le empuja de la cabeza con mucha fuerza haciendo que la chica se estrelle con la sien contra la barra produciendo un sonido que tardaré muchos meses en olvidar… su cara chocando contra el hierro de la barra.

Todos miramos sorprendidos, los ojos de todo el vagón están en él lo que hace que se sienta todavía más incómodo. Ella tiene las dos manos tapándole media cara y cuando las aparta yo respiro aliviado al ver que no está sangrando.

Un japonés va donde él, señala a la chica y le dice: «dame«, que se podría traducir como: «las cosas no son así«.

– What the hell dame, she is touching me all the time, this has nothing to do with me !! -le grita él levantándose, encarándole.

Ella se levanta también y va donde él, no se sabe muy bien si a disculparse o a pedirle cuentas, pero él está demasiado enfadado quizás porque todos le estamos despreciando con la mirada y cuando la tiene cerca la coge del cuello y la empuja con fuerza, tanta que arrastra al señor japonés y ambos caen al suelo.

– She is so annoying, this has nothing to do with me !!– se repite él medio en gritos

Una chica y yo nos acercamos tratando de hacer algo y al entrar en escena, él me reconoce como extranjero y quizás un aliado que no va a tener y me empieza a dar explicaciones:

– She was touching me, you saw it man, she was touching me, she was fucking touching me and I told her to stop !!

El va elevando el volumen con cada palabra, y yo trato de que simplemente se vaya y deje a la chica en paz, le pongo la mano en el hombro todavía no se porqué y le hablo:

– Just let it go, she is drunk, leave her alone, just let it go -no se me ocurre qué mas decirle, sólo quiero que se vaya, no busco pelea en absoluto aunque instintivamente pongo las dos manos entre él y yo por si se le ocurre hacer algo más que gritar, y mientras me grita a mi no la toma con ella por lo menos. El resto de gente del vagón se hace invisible a mis ojos.

– She is so fucking annoying, I told her to get her hands the fucking out of me but she doesn’t listen, SHE DOESN’T LISTEN!! -me grita, a mi, a todo el vagón, para que sepamos que él no tiene la culpa de ser un auténtico hijo de la grandísima puta, que son las circunstancias. Me pongo mucho más nervioso pero le mantengo la mirada y ya no digo nada más, si le da por pegarme me mata.

Ella yace en el suelo, una chica trata de incorporarla pero ella parece que se ha desmayado. A él lo estamos rodeando entre tres japoneses y yo para que no pueda acercarse a ella. Yo pienso que como vaya a por ella poco podremos hacer por agarrarle, es el triple que cualquiera de nosotros. Llegamos a la siguiente estación, Shin Okubo, él decide bajarse dándose cuenta de la situación, huyendo pero marmeando tacos en inglés y totalmente convencido de que tiene razón.

Hablamos entre nosotros, incorporamos a la chica que parece bastante ida, ya no está claro si estaba borracha o es que su cabeza no funciona todo lo bien que debería. En cualquiera de los casos es totalmente injustificable lo que ha pasado. Junto a la chica que no parece enterarse muy bien de donde está, nos bajamos unas seis personas más en Shinjuku, que es la siguiente estación y le contamos todo a los del andén. Toman notas, y tres dicen que es Billy Blanks, un tipo americano que se hizo famoso en medio mundo por unos DVDs de ejercicio, y que, además, está casado con una japonesa. Yo busco su foto por internet, se la enseño y les digo que se parece pero que no creo que sea porque además no hablaba absolutamente nada de japonés y si fuese él digo yo que algo sabría teniendo la mujer que tiene. Alguno asiente, el resto sigue en sus trece.

– Es verdad, tu has intentado hablar con él en inglés, ¿qué te ha dicho? -pregunta el señor que unos minutos antes estaba en el suelo
– Le he dicho que lo dejara pasar, que se fuera, pero él seguía cada vez más enfadado diciendo que ella no le dejaba en paz -lo digo con todo el tacto que puedo para que la chica no se sienta más dolida de lo que tiene que estar

Los de la estación toman notas y cuando nos queremos dar cuenta llega otro tren. La chica apenas habla y se quiere subir, se quiere ir, no quiere saber nada de lo que ha pasado. Ellos le dicen que si no quiere denunciarle, ella dice que no, y se va. Es extraña. El que asegura que el malnacido es el Billy Blanks dice que esa chica no puede estar borracha, que es así, que está loca. El resto no dice nada, aunque yo también lo creo un poco.

La chica se va. Nosotros seguimos dando todos los datos que podemos: la ropa, la altura, su acento era americano sin duda y llevaba auriculares de esos grandes de color plata. Me acuerdo de la foto que saqué del interior del tren y que estaba movida, quizás se le vea. Busco, pero ni siquiera la he guardado, la borré…

– Podéis poner una denuncia si queréis -dice el que creo que es el jefe de estación, nos rodea gente pero nadie más que nosotros sabe muy bien qué ha pasado
– Si, pero eso lleva mucho tiempo -dice el que está convencido que es el tal Billy –yo tengo que volver a casa. Ha sido terrible ese gaijin -dice despectivamente, pero acto seguido se da cuenta – Tu eres una buena persona, te has bajado para ayudar, ne?.

Yo le miro esbozando media mueca y no contesto.

– ¿Tu crees que es Billy Blanks? -me pregunta directamente el que parece estar al cargo de la estación
– No, se le parece y está muy fuerte como él pero no lo creo, aunque al de verdad sólo le he visto por la tele alguna vez – el que acaba de hacer el comentario racista no está de acuerdo
– Es él seguro, seguro seguro: negro, fuerte, pelo rapado… -yo no contesto, ya he dicho lo que creía y parece que tienen en cuenta más mi opinión.
Yo hago la denuncia -dice el señor de gafas que cayó al suelo a la vez que la pobre chica- no me importa lo que se tarde -hace una reverencia y todos se la devolvemos, nadie parecía dispuesto y finalmente él se ha decidido.

Él se va con el personal de la estación de Shinjuku, los demás se van andando a buscar sus trenes y el del comentario racista y yo nos montamos a la vez en el tren para seguir nuestro camino. Se siente mal y lo noto, eso me vale como disculpa así que rompo el incómodo silencio:

– No hacía falta hacer lo que ha hecho, ne, ella estaba molestando pero con levantarse e irse habría bastado
– Es verdad. Ha sido terrible. Ella no estaba borracha creo, para mi que estaba un poco loca -vuelve a decir, entre eso y lo de que es Billy tiene las cosas claras
– Si, hacía ruidos raros y molestaba, pero él se ha pasado mucho, no hacía falta llegar hasta ahí

Durante un rato tratamos de normalizar la situación y hablamos de qué hago yo en Japón, en qué trabajo y dónde y otras preguntas típicas tópicas del estilo. Cuando voy llegando a mi parada, que sabe cual es porque me lo ha preguntado un par de minutos antes, me dice:

– Pero de verdad que era Billy, cualquiera se mete con él…

Salgo de la estación todavía temblando. Me acuerdo de la chica, del golpe contra la barra, de la manera de hablar de él. Me pregunto si la policia siquiera le buscará por Shin-Okubo cuando avisaron desde la estación de Shinjuku, creo entender que es fácil identificarle porque llamaba mucho la atención, pero ¿le cogerán?, ¿le harán algo?…

Veo a la chica una y otra vez, y lo que es peor: no dejo de escuchar ese sonido.

Sigo nervioso. Me voy a casa. Por hoy ya he tenido bastante.

Ikubitacoreando

¿Os acordáis del día aquél que me puse a intentar clasificar el blog este?. Al final dejamos la cosa en blog personal y tiramos por ahí en los premios de Bitácoras. Yo prometía en plan políticomendigavotos que si ganaba, grababa un vídeo en el que me zampaba un bote wasabi mientras cantaba la canción de La Bamba.

El wasabi con el que me saqué las fotos estaba caducao y lo tiré pensando en que no iba a tener que comprar más. Pero luego resulta que en la primera clasificación parcial iba ganando y toda la sakana. La pamplina se está empezando a poner seria porque acaban de sacar la segunda clasificación parcial y ahí seguimos…

Y como de perdidos al kawa, y la de La Bamba la dije por decir una, os dejo elegir canción. De momento ahí van unas propuestas con la posibilidad de sugerir nuevas que iré metiendo como opciones según vayan llegando a ná que se sugieran un par de veces:

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:ikugracias: