En el baño de un izakaya, un chico alto y muy jóven me habla mientras los dos ejercemos la actividad miccionante:
– Are? Gaijinsan desu. Hellooo (otia un extranjero!! hola!!!)
– Jajaja, hello, konbanwa
– Hoy hay un montón de extranjeros cenando aquï!
– Pues si que hay si, ¿porqué será?
– Jajaja, vete a saber, oye que bien hablas japonés
– Buff, que va que va!… Hasta luegoooo.
– Hasta luego!
Después nos cruzamos dos o tres veces más y nos saludamos riéndonos.
En el combini de la esquina la hija del dueño aparece con un niño pequeño que viene donde mí corriendo, y yo le hago monerías:
– Mira mira, es un gaijin, viene del país del fútbol
– Jajaja, país del fútbol, y dale
– Yo soy su abuelo
– Si? pues es muy majo, se ríe mucho!
– I’m his grandfather
– Si si, si ya lo había pillao
– Pero España es el país del fútbol, ¿no?
– Será, pero a mi no me gusta nada
– Jaja, por eso huiste a Japón, ne?
– Jajajaja
En Honmonji, una niña de unos tres años me mira toda sorprendida y me señala directamente mientras le hace gestos a su padre:
– ¡Mira mira!
– ¿Qué dices hija? ¿Quién es, un profesor tuyo? –la niña no contesta pero me sigue señalando
– Holaaaa -digo yo
– Holaaa –me contesta el padre- perdón….
– Jaja, nada nada
Y la niña se esconde detrás de él sin dejar de mirarme asustada y sorprendida a partes iguales…
En el súpermercado de mi barrio, monto en la bici con un par de bolsas mientras dos chicas con uniforme escolar me miran y dicen a gritos:
– Kakkoiiiiiii
– Arigato
– Are? ¿hablas japonés? ¿de dónde eres? ?¿como te llamas? ¿vives aquí? ¿qué has comprado? ¿te gusta Japón? –me asalta una, la otra me saca una foto con su teléfono móvil
– Jajaja, si yo sólo he venido a comprar huevos!, pero sí, vivo ahí al lado, vengo de España y me llamo Oskar
– Oskar!! como el de Berusaiyu no Bara!!! jajajaja
– Eeeeh, siempre me dicen eso, pero el del anime ese es una chica!!!
– Jajajaja, es un nombre muy kakkoii!!
– Arigato, bueno, que voy a ver si ceno
– Ja ne, bye byeeeee
(Kakkoiii siguen diciendo a dúo mientras me voy)
En un restaurante en el barrio chino de Yokohama con una amiga, un señor muy mayor me ve y le habla a mi amiga, que es japonesa:
– Es americano, ¿verdad?, ¿le gusta Japón?
– No no, viene de España
Al hombre le cambia la cara, de repente deja de dar la sensación de estar incómodo y me empieza a hablar a todo meter:
– España, Gaudí, San Fermines, Tomato matsuri, matador ¿te puedo hacer una pregunta?
– Jajaja, si, si, claro
– ¿En España se come el rabo del toro?
– Si que yo sepa, en estofado o así
– Es que yo soy carnicero y estoy muy interesado en saberlo porque creo que es un manjar –después suelta unas parrafadas sobre el noble arte cárnico y acaba con un…
– ¿Es tu novio? –le dice a ella
– No no, jaja, es un amigo
– Pues tiene cara de buena persona
– Menuda cara tonto tengo que tener –pienso yo.
En el tren, me siento y dos señores mayores entrajetaos que están enfrente, visiblemente borrachos, me miran y ponen cara de mofarse:
– Mira un gaijin, por qué tendrán que venir aquí!!!, seguro que no tiene ni idea de japonés
– Mejor que no aprenda y que se vaya a su país. Kusai (huele mal!)
Les miro directamente para que sepan que les he entendido, me sostienen la mirada y me dice uno envalentonado:
– What?
– Nada nada
Se miran entre ellos y se ríen triunfantes sin darse ni cuenta que les he contestado en japonés. La gente de al lado pasa de todo, finalmente me levanto y cuando voy por el andén y les miro, uno me hace el gesto de levantar el dedo anular desde el tren.
En una cena con los del Yosakoi:
– Figo, siéntate aquí
– Jajaja, ¡que yo no me parezco a Figo en ná! es como si yo digo que tu eres igual que Bruce Lee
– Mukatsuku jan! (será cabrón!)
– Yo creo que se parece a Tom Cruise –dice una– cuando se ríe, Oskar riete
– Eso Figo, riete
– Jodeee que cruz!! aunque si me dáis a elegir me quedo con Tom Cruise –me río
– Si si, a Tom Cruise!! –y hace la música de misión imposible y el gesto de tirar las gafas de sol que explotan
– Claro y como me parezco tanto a Tom Cruise por eso estoy más sólo que la una, ¿no?
– Eso es porque no te gustan las japonesas porque las españolas tienen más caderas y más pecho
– Si, estamos como para discriminar nacionalidades… – pienso yo
En una cena con los de Capoeira, hablo con un chavalico que no tendrá más de 20 años:
– ¿España? pues yo estuve en Salamanca
– Seguro que llamaste la atención, al ser japonés… ¿fuiste a algún bar?
– Si, y me venían a hablar mucho, ¡se acercaban por mi dinero!
– Si, por eso va a ser… –pienso yo mientras me cambio de sitio…
El domingo con una amiga paseando por Shibuya:
– ¿Entonces, ya te has acostumbrado a vivir en Japón?
– Supongo que si, pero a veces me doy cuenta que soy el único extranjero y me siento incómodo, aunque nadie me diga nada ni a nadie le importe. Mira, por ejemplo ahora mismo si paras el tiempo, seguro que sólo estamos aquí mismo dos o tres. Es raro.
– Ya me imagino… tiene que ser duro
– No, no es que sea duro, impresiona un poco, y sólo a veces… encima esto es Tokyo y nunca pasa nada, el caso contrario en España sería mucho peor.
– Pues el caso es que para mi tu no eres un extranjero, eres Oskar, sin más
– Ojalá todos pensásemos de esa manera… tu para mi eres Naoko, y ya.
– Algo tan simple y tan complicado a la vez…
– Cierto, muy cierto