No es la primera vez que le doy vueltas a lo de que no voy a durar para siempre, pero nunca había sido tan consciente hasta ahora. Sé que el convertirme en padre ha tenido mucho que ver; no es que Kota me haya jubilado de repente, pero si me ha hecho ver que voy ya por cierta parte del camino y que los kilómetros que quedan no serán muchos más, en el mejor de los casos, de los andados ya.
Es por esto que he decidido, más si cabe, aprovechar al máximo el tiempo que me quede.
No creo que precisamente yo haya sido el ejemplo perfecto de como desperdiciar los días ya que prácticamente no he parado quieto nunca: desde trabajar en un periódico con doce años hasta las camisetas de ikusuki pasando por dar clases de Karate, escribir un libro, maratones, capoeira… ni sé ya. Pero sí que he decidido dar un paso más y tomar cartas en el asunto para que la versión del Toscano que se levantará por las mañanas dentro de unos años sea la mejor posible como resultado de lo que haga hoy.
Paso a paso uno se va dando cuenta de qué es lo que nos ayuda a que los kilómetros siguientes sean más fáciles de recorrer y sobretodo lo contrario. Un ejemplo: yo tengo unas resacas horrorosas, no os podéis hacer a la idea de cuanto. Es algo de familia, no me pasa solo a mi, por cierto. Los días de resaca son días perdidos completamente: no puedo hacer nada, no se puede contar conmigo para nada desde por la mañana hasta por la noche y eso, teniendo un crío en casa, considero, ahora, que es algo inadmisible.
Así que con esta nueva coyuntura, la de ser padre casi cuarentón, he diseñado un plan, una serie de reglas desde hoy aquí escritas por las que se ha de regir, en la medida de lo posible, mi vida a partir de ahora. Vayamos por el principio:
No beber alcohol, tratar de que sea cero
Hace tres o quizás cuatro fines de semana llovía muchísimo así que nos dimos tregua en casa y yo me dediqué a cocinar porque me encanta cocinar. Libro de Arguiñano en mano y como mandan los cánones, me puse al lío con un par de latas de cerveza pululando entre pelar patatas y picar cebollas. Concretamente me bebí tres latas de medio litro cada una en un espacio de unas cinco o seis horas entre cocinar, comer y después recoger el asunto. Fue un poco más que otras veces, pero no me parece demasiado… pues bien, al día siguiente tuve una de las peores resacas que recuerdo. Esto fue un domingo, así que el lunes fue imposible que fuese a trabajar y además coincidió con un problema familiar ante el que no pude estar a la altura.
Es un ejemplo extremo, no siempre pasa, pero si por ejemplo me bebo una sola cerveza, al día siguiente noto que estoy más cansado, con más sueño, menos bien. Se acabó, es hora de lidiar con el asunto: si no tolero el alcohol, es hora de limitarlo al máximo o dejarlo completamente, está claro que es dañino para mi en mayor medida que para la mayoría de gente que conozco, no me merece la pena.
Mens sana
Es imprescindible mantenerse activo el máximo posible y no solo físicamente. Retomo mi afición por dibujar y me tomo más en serio el estudio del japonés en el que voy contrarreloj: para cuando Kota empiece a escribir kanjis en la escuela, yo me los tengo que saber todos ya, y de paso según vaya creciendo y pasando de cursos, ya seré capaz de cogerle los libros de texto y saber qué están estudiando por si hace falta echarle una mano con los deberes. Aunque con Kota hablo en castellano, después de ocho años aquí ya tengo un nivel de japonés más o menos decente, pero nunca pararé hasta que hable como uno más. ペネケのお母さんにうんちします!
Corpore sano
Tengo 37 años, tendré 38 dentro de un mes y pico. Cuando Kota tenga 12 o 13 años, yo tendré 50. El domingo vi a un padre de más o menos esa edad jugando con su hijo que tendría también esos 12 o 13 años de los que hablo. Jugaban con un balón de futbito en un parque. Bueno, concretamente jugaba el chaval porque el padre tenía una pedazo de panza que lo único que podía hacer era devolver torpemente la pelota de una patada si le caía cerca, si no, el hijo tenía que ir a buscársela porque no era capaz prácticamente ni de moverse. Si quiero hacer cosas como llevarme a mi hijo al monte o simplemente a dar una vuelta en bici, no debo descuidarme nunca desde ya. Seguramente ni proponiéndomelo me pondría como el Sancho Panza este, pero si a Kota le da por hacer Karate, debo poder, a mis cincuenta, de ser capaz de poder entrenar con el todos los combates o los katas que hagan falta. Quien dice Karate dice salir a correr una tarde sin que haya demasiada diferencia de nivel: en la maratón de Tokyo vi a un padre corriendo con su hijo hasta el final y sentí mucha envidia y admiración.
Manducare
Aquí si que se me está yendo la pinza. Estoy comiendo movidas que no creeríais.
Este es mi menú típico de entre semana:
– Desayuno: té verde y un plátano antes de los 15km en bici hasta la ofi
– Desayuno segunda parte: un tazón de copos de avena y semillas de Chía después de la clase de crossfit
– Tentempié dos horas después: un puñado de almendras crudas, sin tostar
– Comida: un par de apios crudos cortados que venden en bolsas aquí y otro té verde
– Tentempié 2: una manzana antes de los 15km en bici de vuelta, a estas alturas ya me habré bebido cinco o seis tés verdes
– Cena: lo que Chiaki tenga a bien preparar más un smoothie con movidas como hojas de kale, maca, semillas de lino o cáñamo, moras, fresas, arándanos, asari, aguacate, aceite de coco… todo lo que he leído por ahí que es sano.
Es decir: exceptuando la cena de Chiaki, que está cojonuda por cierto, lo que como es aburrido, sin sabor, absurdo, totalmente un disparate. Pero forma parte de mi plan de ponerme todo lo en forma que pueda mientras sigo tratando de bajar el porcentaje de grasa corporal a una cifra. A la razón de estar a la altura cuando Kota (y sus hermanos y hermanas, que le hemos pillado el truco ya y esto no se para aquí) crezcan, le añado la posibilidad de un nuevo y potencial currelo a base de presentarme a audiciones. El hecho de ser extranjero te da muchos puntos para aparecer en anuncios o de extra en series, si le sumo que chapurreo japonés, que soy capaz de dar patadas vistosas gracias al Karate y que tengo bastante agilidad, creo que tener un cuerpo bien definido me puede abrir alguna puerta alternativa al rascatecleo. Me cogieron en una pero no pude ir, es decir: es una alternativa real y muy posible.
Además, si en 38 años no me han ingresado nunca en ningún hospital, que no pase porque tenga el colesterol o movidas de tres siglas de la sangre altos. Que lo máximo que pille sean, como hasta ahora, resfriados.
El café está desterrado de por vida: me da ardores y si me bebo más de un par en el mismo día acabo con un ligero dolor de cabeza que suele durar hasta la mañana siguiente. No quiero, además, ser el típico que dice eso de «hasta que no me tomo un café no soy persona», es una dependencia a la que no me quiero someter más porque no me da la gana.
No meter a mi familia en mis locuras
Esto que suena a la doble vida de Mr. White significa que Chiaki no tiene porque comer apios porque yo coma apios, ni siquiera verme comer apios. Es decir: los fines de semana, el tiempo que estoy con ellos soy una persona «normal»; salimos a comer fuera comida normal, no llevo en la mochila un batido de proteínas ni nada por el estilo y si se tercia zamparnos dos pizzas viendo una peli y de postre media tarta de chocolate con un café, se tercia. Tampoco hago movidas como que si vamos a Shibuya de compras, ellos van en tren y yo en bici o historias así. El tiempo con ellos es mi bien más preciado y lo disfruto a tope rompiendo las toscareglas que solo tienen que liarme la vida a mi solo.
Ni que decir tiene que el ordenador o el iPhone no se toca mientras estoy con ellos, no hay cosa que me inspire más pena que ver a unos padres dándole ahí al iPhone sin hacerle ni puto caso a sus hijos, y es algo que veo todos los días sin excepción.
Así que de siete días que tiene la semana, cinco los dedico a cuidarme el máximo posible empollando, haciendo ejercicio, quizás demasiado, comiendo limpio y en definitiva haciendo que los días de oficina, que son mayoría, jueguen a mi favor en la batalla por ser la mejor versión del Tosca cincuentón.
Veremos como sale la cosa. Nos vemos en diez años, Marty McFlys.