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Yo… por comentar

El número de comentarios es, sin ninguna duda, uno de los factores que miden el grado de éxito de un blog. También tenemos el número de visitas diarias, que desdeluego es mucho más fiable, pero este dato no es casi nunca público. Así que en lo que uno se fija cuando llega a un blog, es en el número de comentarios que tienen sus entradas porque cuantos más hay, parece que se es más popular, que hay más gente a la que le interesa lo que se escribe.

Por supuesto, que un blog sea popular no quiere decir en absoluto que sea bueno y al revés.

Pero si sigo el razonamiento del principio, puedo decir que el blog de Ikusuki se ha hecho popular. No es raro que las entradas tengan más de 15 comentarios, y si nos vamos al dato significativo, sois unas quinientas personas las que entráis cada día a ver qué se cuece por aquí.

Todo esto ha tenido un triste efecto colateral y es que la gente que conocía personalmente, los que me apoyaron al principio cuando vine hace tiempo que dejaron de escribir. Es como si se sintiesen intimidados, o que se han cansado que también es entendible dado que estaban desde el principio.

En esta andadura de casi dos años, ha habido gente que ha pasado de comentar todos los días durante una temporada con un entusiasmo imparable… a desaparecer para siempre. He intercambiado con ellos muchos mensajes, algunos bastante personales, para no volver a saber si ni siquiera siguen entrando.

También los hay que se dedican siempre a sacar fallos y darme consejos sobre como escribir, como sacar fotos, como vivir… y luego están los que vienen buscando el blog sobre Japón que no van a encontrar y desisten de seguir preguntando porque se dan cuenta de que no sé las respuestas.

A otros les entusiasma todo lo que pongo, y la mayoría, afortunadamente, me cuentan de una manera sincera lo que les parece esto que hago más o menos todos los días delante de la pantalla desde hace ya ni sé cuantos.

Me doy cuenta de que es un perfecto reflejo de la vida real, de cómo son las personas. Yo soy el mismo, o eso quiero creer, y con cada nuevo escrito que dejo encima de la mesa, veo a distintos espectadores que entran, lo cogen, lo leen y algunos optan por dejar su opinión. Y con cada comentario, se va conociendo un poco más a su autor y cuesta poco imaginar cómo será esa persona en la vida real.

Siempre que puedo le doy prioridad a contestarlos: a los que siempre me sacan fallos y me dan consejos no les suelo tener en cuenta, porque sé que son así, tienen que intentar demostrar que son mejores y así seguirán siendo. Con ellos soy diplomático y, como en la vida real, trato de evitarles lo máximo posible sin demasiados enfrentamientos que no interesan, como ellos. Y es que tengo una edad ya para aguantar este tipo de personas que sólo saben dar por saco.

A los que llegan aquí buscando el blog de Japón que no es, trato de ayudarles con lo que me preguntan siempre y cuando sepa la respuesta. Y si no, no. Porque para buscarla en google y pegarla aquí lo pueden hacer ellos mismos, y nunca me las daré de entendido sobre algo que no sé.

Con todo el resto he establecido una especie de amistad que da el respeto de saber que siempre están ahí interesados en lo que yo pueda contar, y aportan más información dando puntos de vista que no se me habrían ocurrido. Es enriquecedor, por ejemplo hay nuevas entradas del blog que han surgido como resultado del rumbo de los comentarios de alguna anterior y otras que he escrito expresamente pensando en un comentarista en concreto.

Eso por no hablar de todos los mensajes de ánimo cuando éste está bajo, que realmente ayudan y mucho más estando donde estamos y como estamos.

Así que esta es mi reflexión y tal cual me ronda por la cabeza la escribo aquí y, de paso, aprovecho para dar las gracias a todos los que entráis y venís hasta la mesa a recoger la hoja y después me decís lo que os ha parecido sin pejiguerías de pretender ser más que nadie, de igual a igual, como debe ser.

Al resto, a los que vienen a dar por saco faltando al respeto y haciendo alarde de ser unos lumbreras, a esos acabo de decidir que voy a ignorarlos por completo porque me he dado cuenta que no es posible razonar con ellos. Y, mira tu por donde, que esto mismo es lo que hago en la vida diaria con unos cuantos que conozco y me va bastante bien.

Mensaje desde la web

Nos acaba de llegar esto de una chica que ha comprado una kurosuwado y una kotoba:

Acabo de recibir las Ikucami.. y tengo que decir que la relacción calidad precio no me parece justa y esto lo digo con conocimiento de causa por que he trabajado en una serigrafia confeccionando camisetas y las vuestras son de las más baratitas y 18 € la verdad es un TIMO. Pero bueno eso puede pasar una vez, dos os aseguro que no. Tambien es culpa mia por comprar por internet que lo pintán todo muy bonito pero como no lo ves ni lo tocas…En fín, que me resigno pero no por ello voy a dejar de decirlo.

Es la primera vez que recibimos una queja sobre una camiseta, así que nos hemos quedado preocupados. Todos los que tengáis una camiseta de Ikusuki… ¿Estáis de acuerdo con lo que dice? ¿Os parece que las camisetas son de mala calidad?.

Por favor, sed sinceros.

Cada uno de los diseños que hemos sacado tiene una prenda distinta, elegimos siempre la que nos parece más adecuada para cada uno de entre todas las que hay disponibles. Está perfectamente claro que no podemos gustar a todo el mundo, ni siquiera lo pretendemos, pero si que nos hemos preocupado porque las prendas sean de mejor calidad que otras marcas que nos hemos encontrado por ahí. Si alguien que tiene tanta experiencia manejando camisetas nos dice que esta en concreto es de mala calidad, entonces nos aseguraremos de revisarlo si reimprimimos ese modelo.

Sentimos que esta persona se haya llevado un mal trago por nosotros, y ya estamos buscando la forma de devolverle el dinero. Si hay algo que nunca hemos pretendido, de ninguna de las maneras, es timar a nadie.

Ni falta que nos hace.

El día después

«Es la primera vez que me ponen suero» le decía a la enfermera mientras ella contestaba «hai hai» y me acariciaba el pelo. Entonces supe que la cosa no iba muy bien.

Pero dejadme que os cuente la historia desde el principio: en el verano del 2001 estábamos Bea y yo viviendo en Nakano, a más o menos cuarenta minutos de donde vivo yo ahora y a unos cinco de Shinjuku. Hacía un par de días que tenía una tos que cada vez sonaba peor, pero aquél viernes en la oficina noté que tenía fiebre. Yo tengo mis teorías sobre mi mismo, que nadie se toma en serio pero que yo sé que son verdad, así que me da igual. Como la de que ya no me duele la cabeza de vez en cuando porque he dejado de beber café, o que ya no me duele el estómago porque he dejado de beber leche. No se si tendrán su base científica o no, pero a mi me funcionan y ya procuro no contarlas porque nadie se las cree y todo el mundo me vacila. En fin, seguro que a Edison le cayeron unas cuantas cuando contó de la bombilla esa.

Bueno, pues ese viernes que estaba delante del ordenador decidí levantarme y le dije a Natsuyo que tenía fiebre y que me iba a casa. Ella no dijo nada, aún sin ver termómetro alguno, pero bastante raro era el gaijin spanish este que le habían puesto al lado como para preguntar. Mi teoría se confirmó con el que compré en el combini, y esa misma tarde Takeshi, mi jefe, me acompañó al médico que decía que lo que tenía era una infección de garganta y que por eso tenía fiebre, que nada, que unas pastillacas y a dormir el fin de semana.

El caso es que era ya martes y la fiebre estaba más alta que nunca, con tiritonas y, según Bea, hasta delirios de los que yo no me acuerdo. Ahora que si me acordase tampoco serían delirios, digo yo… por lo visto le hablaba a mi madre y toda la pesca. Yo me moría de frío aún sudando, no era capaz de comer nada, pero esto era en pleno verano y Bea se asaba porque no le dejaba poner el aire acondicionado, aunque lo ponía a veces porque si no la que se iba a morir iba a ser ella, pero asada.

Así que nos fuimos al hospital de Nakano, directamente, y allí lo primero que hicieron fue ponerme suero. Y recuerdo especialmente ese momento, el de decirle a la enfermera, una señora japonesa de unos cincuenta y pico años, que nunca me habían puesto suero y ella me decía que si que si, que vale. La cosa es que yo hablaba en castellano, como si me fuese a entender, y ella me acariciaba el pelo dándome la razón y, con ella, la impresión de que estaba yo mucho peor de lo que pensaba, que ya era bastante.

Recuerdo estar sentado en una sala de espera, agarrando el chisme ese que sujeta el suero con mi mano derecha, como en las películas. Había un tío al lado mío que estaba peor que yo, o eso quería yo creer, que me hablaba en italiano y al que yo no entendía ni pepperoni. Me acuerdo de querer ir al baño, levantarme, andar dos o tres pasos y caerme al suelo mareado. Creo recordar que me sacaron sangre, aunque esto no lo tengo nada claro, y que Bea dice que me salvó la vida cuando se acabó el suero y cerró el gotero ese porque si no entraba aire en la vena o no se qué (gracias Bea, por si acaso).

El caso es que al de un par de días me empezaron a salir granos, y entonces fuimos otra vez al hospital y el espabilado del médico me diagnóstico «measles» que a mi me daba igual lo que significase, pero que por favor, que me curase. Y me dio más medicinas, ni se cuantas, creo que en cada toma me metía unas cinco pastillas de distintos colores: la de la fiebre, la que protegía el estómago, la que me protegía de mi mismo… vete tu a saber. Y cuando llegué y leí en el diccionario que tenía sarampión, ya es cuando me quedé flipao. Mi madre por fin dudó en que lo hubiese pasado de pequeño, que ya estaba claro que no, y fue extrañísimo ver mi cuerpo serrano de casi 25 años lleno de granos.

Bea me trajo una casita como de bricolaje, de esas que te vienen todo palitos y los tienes que ir pegando hasta montarla entera. Me salió un experimento bastante curioso, aunque estoy seguro que sin fiebre hubiese quedado igual de mal… aunque es la excusa que puse. Y entre pegar y despegar, por fin se me quitaron la fiebre, los granos y tenía hasta hambre, aunque tengo que reconocer que de vez en cuando sigo delirando en voz alta, no os asustéis, si eso decidme «hai hai» y acariciadme el pelo, que se me pasarán.

Así que llegó el lunes, pero yo decidí que no iba a ir a la oficina, sino que me escaqueaba y me fui a dar una vuelta por Shinjuku. Iba con una sonrisa en la boca, porque las había pasado muy chungas las dos semanas anteriores, y de verdad que era muy feliz de poder salir a la calle otra vez. Andaba muy rápido, como queriendo ver todo antes, adelanté a unos extranjeros y cuando les llevaba un par de metros de ventaja me pareció oirles hablar en castellano. Frené un poco, dejando que me alcanzasen, y entonces uno me habló:

Excuse me, do you know how to go to the metropolitan building? (acentazo)
¿Vosotros de donde sois chatos?
Coño!!, de España
Jaja, yo también, anda que no se os nota. Yo soy de Zalla, un pueblo de cerca de Bilbao
Jodé, nosotros somos de Bilbao también!! Y de Zalla conocemos a Fernando Caldera, ¿le conoces?
Claro que le conozco, fuimos al instituto juntos, que juega super bien al tenis
Si si, jodé que casualidad! pues es que te hemos visto que llevabas una bolsa, y hemos pensado «este tío controla de aquí, que ya se atreve a hacer compras y todo»
Jajaja, pues llevo unos cinco meses viviendo. Mira, estamos super cerca del edificio al que queréis subir, os acompaño a la entrada. Con el día que hace hoy, igual hasta podéis ver el Fuji y todo.

Después nos despedimos, y muchos meses después me encontré con Fernando en un bar en Zalla y le conté la anécdota. Curiosamente uno de los chicos estaba esa noche allí y aunque no me acordaba de su cara, nos estuvimos echando unas risas acordándonos de todo el lío, pobres, tuvieron que aguantar la aventura del abuelo cebolleta y su sarampión en Tokyo.

Todo esto viene a que desde el viernes he estado albardado en el futón con fiebre, pasando una gripe asquerosísima. Llevo cuatro días mareado, sin ganas de comer, tosiendo… en fin, para qué entrar en detalles. Y hoy me he levantado fresco, curado, así que he decidido que tampoco voy a la oficina y me voy a ir en un rato a Shibuya a dar una vuelta y a disfrutar de este día tan bonito que ha salido. Y si hoy también me encuentro a algún paisano, entonces ya podéis iros preparando, porque publicaré el libro con mis teorías que revolucionarán al mundo.

No tengo claro si esto es fiebre o no, pero yo me encuentro mucho mejor. Así que hasta luego!

Fernando, donde quiera que estés, un abrazo enorme.

De amigos y tomodachis

Parece que fue el mes pasado cuando nuestro jefe nos anunció que íbamos a tener un nuevo compañero para el departamento de ventas. Decía que era enorme, pero la verdad es que no supimos cuanto hasta que le vimos.
Ese día apareció un tío de más de metro ochenta, y bastante más de ochenta kilos metidos en un traje en el que cabrían cuatro como yo en cada pernera.
Poco tardó en perder la timidez propia del que entra una empresa nueva, y al de nada ya estaba usando esa carcajada suya que nos contagiaba haciéndonos reir sin saber muy bien de qué.
Su japonés al teléfono, o en reuniones de trabajo, sonaba muy serio, muy formal, tanto que parecía una persona totalmente distinta. Es como si tuviese dos caras que ofrecer: la de hombre de negocios, más japonés que nadie con sus reverencias, su keigo, sus tarjetas y sus retahílas interminables al empezar y acabar las conversaciones. Y la otra, la del Akira bromista, campechano que siempre pide lo que más frito esté en el restaurante, ración grande por aquello de mantener la curva, y que nunca descansa en su empeño por buscarme novia importando bien poco lo que yo opine.
De esto hace, madre mía, más de un año y medio. En todo ese tiempo hemos compartido problemas, discutido, preparado reuniones importantes hasta tarde mano a mano en la oficina, y otras no tan importantes de camino al cliente en el tren. Me ha enseñado japonés, a veces del bueno, del útil y otras veces barbaridades sin yo saberlo hasta que lo he utilizado. Me ha contado detalles sobre la cultura japonesa, algunas yo creo que inventadas, y hasta fui a su boda en Yokohama.
Así que nos hemos hecho amigos, creo que es uno de los pocos de por aquí que son de verdad aunque esto el tiempo me lo dirá, como me lo está diciendo ahora de otros que también lo parecían.
Pues resulta que se va, que deja el trabajo… si yo tenía muy pocas razones para seguir yendo a la oficina, ahora la verdad es que tengo una menos. Y es una razón muy grande… grande en todos los sentidos. Esta misma tarde, dentro de dos horas y media, tenemos la despedida, la «oficial» con todos los de la empresa, por supuesto con «tabehodai» la barra libre de comida. Pero nosotros ya tenemos preparada la nuestra, donde nos reiremos y nos lo pasaremos también bien, aunque será más de verdad.
Casi siempre que he quedado con alguien después del trabajo, le he invitado y ha venido encantado. Y esto mismo pasó cuando quedamos para cenar en Shibuya con Neki , Andrés y sus amigos y Txaritxu que también se apuntó…. es de los pocos videos que tengo donde sale él, pero no puede ser más significativo de todas esas veces que me acompañó.

El principio de un sueño

Durante el tiempo que duró la visita de toda esa gente que se unió a la celebración del 30 aniversario de la federación SKIF de karate, las clases fueron mucho más amenas. En un mismo lugar se juntaron profesores reconocidos de todo el mundo, así que los anfitriones decidieron que fuesen los invitados los que impartiesen una parte de cada clase: empezaba Murakami sensei y después se repartían la batuta entre los profesores de Suecia, Chile, Irlanda, México…

El mismo deporte, el mismo arte enriquecido al ser enfocado desde ángulos totalmente distintos. Resultó curioso ver cómo alumnos japoneses veían sus esquemas totalmente rotos ante la innovación aportada por distintas formas de ver lo mismo. Recuerdo con especial cariño la clase del profesor de México que empezó la clase en japonés e intentó continuarla en inglés para que finalmente la fuerza de la costumbre quisiese que acabase hablando en castellano. «Vámonos» gritaba cada vez que empezaba a contar mientras el resto se miraban entre sí sin saber muy bien si levantar la pierna o estirar un brazo.

Pero no fue hasta que Murakami sensei pidió a los de Chile que recitasen el Dojo Kun en castellano cuando yo empecé a soñar. Literalmente significa «Reglas del dojo», del lugar de entrenamiento y son ni más ni menos que cinco frases que se repiten al final de la clase. Quiero creer que para tenerlas en cuenta por todos y cada uno de nosotros, aunque me da la sensación de que es más por tradición.

Los cuatro se pusieron enfrente de nosotros de rodillas, y primero lo dijeron en japonés. Después empezaron una a una su versión en castellano. Y con aquellas frases de fondo yo empecé a pensar que quizás no estaba allí de casualidad, que igual todo esto tiene un significado. Soñé que volvía a Japón de viaje dentro de unos años con mis alumnos más aventajados, y que visitaba a los que son ahora mis profesores y les invitaba a mi propio gimnasio de Bilbao para que impartiesen algún curso. Y que, al igual que pasa cuando van a Chile, tendría el honor de que se quedasen en mi casa, y quizás podría llevarles a beber txakolí a San Juan de Gaztelugatxe mientras recordamos tiempos de ahora, que entonces serán viejos y entrañables. Y quizás podamos compartir alguna noche que, además de secreta, será más especial por ser yo el anfitrión.

Así que persiguiendo mi sueño, que cada vez veo menos absurdo, me he esforzado el triple en cada clase desde entonces. Me he marcado el objetivo de aprender el máximo posible, no es que antes no tratase de hacerlo, sino que ahora es de otra manera. Es como si, aún actuando igual, hubiese cambiado mi forma de aprender, mi forma de mirar… porque he pasado a entender lo que realmente quiero.

Y sin saberlo, Fumitoshi Kanazawa dibujó una nube con forma de escalera al darme el certificado de Shodan. Y yo os juro que subiré por ella con toda mi alma hasta alcanzar ese sueño que ya ha descendido un poco aún siguiendo en el cielo…



La recepción del rey

Aunque el título parece el de la cuarta del señor de los anillos, no lo es!!! Frodo tranquilo!, deja las nike en el cajón que no te toca andar! y aféitate esos pies, hobbit de Dios!

El caso es que a pesar de que a algunos no les gustaba mucho la idea de que fuese, ayer encaminé mis helados pies a la recepción del hotel Imperial Palace, que está enfrente del palacio imperial, valga la imperindancia. Por la calle había banderas de España y de Japón puestas en todas las farolas, y si veías a alguien con los ojos agarbanzados y traje, fijo que andaba pensando en que iba a cenar jamón by la cara esa noche.

El menú prometía un huevo! Aunque la verdad es que yo probé un 30% de lo que sale ahí

La parte bebible también prometía!. La tarjeta de ikusuki tapa un lamparón de la esquina inferior izquierda del menú, que la he puesto para que no lo sepáis.

Allí había quedado con un chiqui de Albacete que resulta que no tenía invitación y como yo podía llevar a un acompañante, pues se vino conmigo de novia. Lo que había era un montón de gente del copón, y yo que pensaba que en Tokyo viviamos cuatro paisanos, y resulta que aquello estaba lleno de entrajetaos hispanocascantes!!

Total, que pasamos por un detector de metales de esos de las películas donde, siguiendo el criterio que tendrían Mortadelo y Filemón, los guardias no te dejaban entrar con la cámara de fotos pero sí con el móvil que estando donde estamos, el que peor fotos saca ya tiene más de 3 megapuntillos de esos de colores.

Y una vez dentro de un salón enooorme, estuvimos cascando un rato largo hasta que anunciaron que iban a venir los reyes en cinco minutos, que la gente del medio que se quitase para dejarles pasar, y que nos callásemos. Lo primero pasó en 15 minutos, la gente del medio se quitó a duras penas, y lo que es callarse… pues más bien duró poco.

Entraron los reyes bastante serios, se subieron al chiringuito que había allí montao, y sonó el himno que fue más largo que ni sé. Cuando acabó, el rey empezó a leer un folio con un discurso que traía preparao, y lo primero que hizo fue hablar sobre el atentado de Afganistán que por lo visto había pasado poco antes de la recepción.

Fue curioso verles, muuuuy curioso. Son como en la tele!

Después de ello, se tiró un rato hablando sobre las buenas relaciones entre Japón y España, también dijo que iban a inaugurar el Instituto Cervantes durante esta semana (que yo creía que hacía un año que lo habían hecho, anda que…), y que bueno, que ánimo a los que estábamos viviendo aquí. Sonará a chorrada, pero os juro que hablaba igual que Fuentes, pero igual igual!! qué pasada!!!

Y entonces empezaron a desfilar bandejas con bebercio y comercio mientras los reyes, cada uno por un lado, iban saludando a la gente que se le iba acercando, que no fueron pocos. Alguno ya se tiraba un ratillo ahí hablando con ellos, que digo yo: ¿qué se dirán?, porque al final no creo yo que uno tenga mucho tema de conversación con los reyes más allá de tópicos, ¿no?. ¿Qué tal majestad, qué tal el viaje?, Si que está lejos Japón, ¿eh?… pues el caso es que se tiraron así como hora y media sonriendo, dando la mano y teniendo conversaciones de ascensor mientras un montón de seguratas de esos de pinganillo en la oreja a lo Bauer, no quitaban ojo a los que se iban acercando.

La de rojo es la reina. No dejaban sacar fotos, pero todos hacíamos el pino puente con el móvil, en mi caso no hubo manera de sacarla de frente…

Nosotros más bien nos dedicamos a beber vino y a comer lo que pasaba por al lado, o lo que íbamos trayendo por turnos los que hicimos alguna excursión a las mesas. La comida que hubo no fue ni mucho menos suficiente para tantas personas, pero pudimos probar el jamón gracias a que Fernando se coló entre la manada de gente que hacía cola enfrente del maese cortador jamonero.

Yo estaba ya realmente realizado etílicamente entre la realeza cuando se me acercaron algunos que me llamaban por mi nombre y que yo no había visto en mi vida. Resulta que dos o tres personas me reconocieron por el blog y vinieron a saludarme, ¡toma ya! ¡quitándole clientes al rey! ¡mi cara en un billete quiero!. Jajaja, no, en serio, me hizo muchísima ilusión que me hablasen de lo de Gila y así, qué momento ego más grande!!

Esta foto nos la sacamos un 90% de los que estábamos allí, por lo menos!

Después de aquello, unos cuantos nos fuimos a tomar algo a un izakaya que había por allí, y decir cuatro o veintitrés tonterías más de mientras nos cambiábamos los teléfonos para futuras quedadas a las que iré encantado.

Como pensaba, no me arrepiento ni por un momento de haber ido, no por ver a los reyes, que la verdad es que fue algo más bien anecdótico frente a haber conocido a gente más maja que ni sé. Yo voy tanto a mi aire con mi Karate y mis historias, que se me olvida que hay algunos que están como yo haciendo vaya usted a saber qué por aquí cerca…. Así que ayer me lo pasé genial, y además ya salió algún plan por ahí en medio que promete!

¿Lo mejor? la gente, sin duda!

Y tu te quejabas de tu trabajo

Reconozco que el curro de informático es una porquería: es dificil, no está bien pagado y nadie valora lo que hacemos

Pero meterte dentro de un traje de pato para hacer el gilipoyas dando saltos en medio de la calle… yo creo que es peor!

Y que los niños te peguen puñetazos (literalmente), te empujen, te tiren de la cola…

Aunque bien pensado… si no te ve nadie y es sólo un rato a la semana… además no hay que compilar nada!!

Sayonara sale

Aquí hay una revista bastante famosa de estas gratis que se llama «Metrópolis«. La cosa es que es en inglés y está bastante bien echarle un ojo porque así se entera uno de los conciertos que va a haber, los eventos, nuevos restaurantes o bares…


Pero una de las partes que más consulto yo son los anuncios por palabras del final, especialmente una sección llamada «Sayonara sale», que lo podríamos traducir por «Lo vendo todo, que me piro!».

Efectivamente, la gente que ya se marcha de Tokyo después de una estancia lo suficientemente larga como para tener que alquilar un piso y comprarse algún mobiliario, pues resulta que ya no lo necesita más y trata de deshacerse de todo lo antes posible. Una razón obvia es sacarle un dinerillo, y la otra es que aquí tienes que pagar porque vengan a recoger basura «no convencional» como electrodomésticos, sofás y tal y cual, así que según qué cosas conviene más regalarlas que tirarlas. Es más, yo en mi barrio algunas veces me he encontrado con muebles puestos en una esquina en la calle y un cartel que pone algo del estilo de: «vendrán a por ello dentro de tres días, si quieres algo, simplemente cógelo».

Bueno, pues en estos anuncios puedes encontrar de todo, desde gente que te vende el pack casa completo y por 10.000 yenes te llevas una nevera, una mesa, dos sillas y una plancha, hasta otros que simplemente te invitan a que entres en su casa y te lleves todo lo que te guste por un precio simbólico. Uno de los requisitos que te suelen poner es que vayas a recogerlo a alguna estación, aunque hay gente que tiene alguna furgonetilla e incluso te lo lleva a casa.

Yo compré la lavadora y la secadora por uno de estos, y después de tres horas esperándole, al final vino un tío italiano a eso de las doce y media de la noche porque no encontraba mi casa, y se dedicó a hacer chistes sobre franceses mientras pegaba martillazos para instalarla. Menudas risas me eché con él!!

Peazo invento la secadora, por cierto!

Voy a conocer al rey!

¡Esta si que es buena!.

Bueno, yo y todos los que estén registrados en la embajada, que nos han mandado una invitación para ir a una recepción que van a dar.

Lo primero que pensé cuando vi la invitación fue en regalarles unas camisetas, pero nos han dicho que no se pueden dar regalos. ¡¡¡Cachis!!!

Me he sentido como Chloe ahí borrando los datos de cuando y donde es!! Bauer, puedes entrar, he cerrado el protocolo!!

A ver cómo sale la cosa!, jaja, qué curioso! ¿me dará la mano? ¿le llenaré de orgullo y satisfacción?

Con el pí piribipipí, con el pá parabapapaaa

La verdad es que en Tokyo se puede encontrar de todo, el otro día hasta me enteré de donde había un bar que te daban txakolí, que tengo que ir por cierto. Pero también hay que decir que no hay variedad de vinos españoles, o si que hay, pero uno se tiene que ir a alguna tienda especializada, vamos que la cosa no está generalizada.

En el súpermercao de mi barrio sólo hay uno: Marques de Riscal, que además vale 2500 yenes la botella (lo que al cambio loco actual son casi 3500 pesetas), pero lo que si tenemos son un montón de vinos franceses y chilenos.

¡¡ Da rabia !! ¿será que las bodegas españolas no se han preocupado por promocionarse en Japón? ¿será que en Japón se tiene mejor imagen de otros vinos y es más difícil meterse?

A ver si la cosa cambia, que me haría ilusión comprar ahí un Rioja según voy, que además le veo yo que pega con el yakitori. De momento, ayer vi un anuncio en el tren cuando volvía para casa:



Ranking de Ikupuntos

¿Os acordáis de este invento? aunque lo expliqué en el primer video de la historia que tenía pies pero no cabeza, fue muy fácil de entender, más que los corticoles!!

Bueno, pues que ya tenemos a gente más cerquita de conseguir esos pedazo de premios japoneses. Como dijo el que inventó el lego, vamos por partes:


Jonathan, 10 Ikupuntos

Porque raudo y veloz fue y compró una Kurosuwado



Nagore, 5 Ikupuntos
(dadle tiempo, jjeje)

Si contásemos todos desde el principio, tendría más puntos que la pantalla del comecocos nada más echar los cinco duros. Esta vez nos manda unas fotos con la Tokei desde el 56 festival de San Sebastián. La cosa es que las mandó hace un tamago de tiempo, pero como soy más desastre que Godzilla en zancos no las he puesto hasta hoy!!

Vaya sitio chulo, ya tengo ganas de darme un paseo por ahí, Nagore qué guapa te veooo

Momentaco Vidal Sassoon!!!


Prognatis, 5 Ikupuntos

Otro que si nos ponemos a mirar patrás, le tenemos que regalar hasta el coche!!! En esta ocasión nos dedicó un post en su blog:

A por los ikupuntos!!!

El mete la mano en la boca y yo le meto en el ikumapa. Va de meter la cosa!


Hoosk, 5 Ikupuntos

Porque también me dedicó un post que me hizo más ilusión leerlo que cuando Paquirrín acabó el puzzle de tres piezas a la segunda semana!!!


Pata, 5 Ikupuntos

Anda que no presumimos de clientes guapos, porque bien pudiera ser que nos mandáseis fotos con las camisetas y fueséis más feos que cuando Chewbacca se cayó al río, pero coincide que a la elegancia intrínseca de nuestras camis le añadís vuestro gracejo natural y aquello tiene glamour a patadas. Como ejemplo, Pata con la Kotoba en Marruecos, mirad mirad!!

Al de detrás le tenemos que poner una ikucami pero ya, ¿eh?



Nacho y Adela, 5 Ikupuntos

¡¡Ese Buda no tiene una cabeza, tiene un cabezón!!
Por esas dos pedazo de fotos en Tokyo que se sacaron con la Kotoba

¡¡ Tiembla Travel Club !!

A por ellos, oeeee

Este tiene su miga… los vagones representan a gente, y el que fuma molesta a los de al lado, ¿no?

¡¡Este está más claro!!

Y en este te cuentan hasta historias de lo que tiene que hacer el resto de la gente por tu culpa

Aquí se han sobrado un poco… compararme un balón con una colilla!!! pero si que es verdad que seguro que algún crío las coge por el suelo, así que mejor que no haya

Jajaja, este es gracioso! Cuando paso al lao de uno que fuma me aguanto la respiración ahí en secreto, jajajaja

Este no tiene que ver con fumar, pero ya que estamos… ten cuidao con el periodicaco si lo lees en el tren, hombre!

Y esta es una de tantas baldosas que hay por la calle para que no fumes andando. Literalmente pone «Peligroso!! andar y fumar»

Que conste que no estoy en contra de que la gente fume, me es igual siempre y cuando tengan un poco de respeto por los que están al lado que hay veces que te meten unas atufadas que vamos!

El baile en gayumbos

Bueno, pues no preocuparse, que como no salgo ni entre los cincuenta primeros de la última clasificación parcial de ninguna categoría, parece que no lo voy a hacer al final. Buff, de la que os habéis librao!!!

En teoría, si me votáis todos en una categoría concreta, puede ser que vuelva a salir por ahí, pero habiendo blogs tan geniales como el de Flapy, El Pachinko, Kirai, Nihonmonamour… lo veo más chungo que apuntarle al Dr. House a una ONG.

Yo centraría el asunto en Blog de viajes, aunque la verdad es que hablo más de mi que otra cosa, pero creo que es donde más encaja esto.

En fin, vosotros mismos!

PD: He tenido buenas vibraciones escribiendo este post… concretamente un terremotillo que ha empezado más o menos cuando he escrito «gayumbos». Bien bien!

Olores

El del café, telonero de 13 horas fuera de casa.
Champú, jabón, crema de afeitar, aftershave. Un gesto de suavizante en la toalla.

Aceite de sésamo con el que el vecino se hace el desayuno cada mañana.
Olor de la nueva panadería del barrio, lejanamente familiar, extrañamente cercano de nuevo.

Aire cálido y cargado de la estación de metro.
Otra vez champú, del pelo recién lavado de alguna chica que está cerca en el tren. Alientos de café. Colonias.
Vuelve el café, de la cafetería de dentro de la estación.

Aire fresco.
Oden del combini.

Colonias mezcladas en un espacio cerrado. Té verde. Sopa miso. Más café, ambiente cargándose del calor de los ordenadores, de calor humano, de oficina.
Sushi, jengibre, salsa de soja, wasabi.

Aire fresco, revitalizador, se siente más fresco al salir de la oficina.

Detergente del dojo de Karate. Sudor. Muchas veces olor a pies.
Jabón del vestuario, siempre el mismo desde hace un año.

Olor a alcohol en el tren, alientos impregnados de cerveza de los salary men.

Incienso al pasar por el templo… agradable, solemne.

De nuevo aceite de sésamo del mismo vecino.
Olor de mi casa, del tatami, que me envuelve, me da la bienvenida. Invita a dormir, anuncia 7 u 8 horas de sueño.

Pasta de dientes, enjuague bucal.

Futón.

Aroma de los sueños por venir.

Ale, Ai boda!

Hoy es fiesta en Japón, el día del deporte (lo que tiene huevos porque hoy no había karate, jaja). En fin, que no he parado, menudo fin de semana más majo!. He ido a la boda de Ale y de Ai que ha sido super bonita!!!!! pero como estoy muy cansado, hoy sólo os enseño las primeras fotos.

Mañana os cuento muuuucho más!



¡¡Enhorabuena Ale y Ai!!
¡Y mil gracias por invitarme, fue todo un lujo, un placer y un honor!

Crisis crisis crisiiiiis

Que me han llamao otra vez de la radio, si es que son más majos que los toblerones!
El caso es que era para hablar de la crisis y cómo se ve el asunto en Japón. Yo la verdad es que no tengo mucha idea porque notar no noto nada y las noticias no las sigo, pero por si acaso le he preguntado a Akira esta mañana.

Así que aquí tenéis el cacho en el que salgo yo contando lo que Akira me ha contao:

Y se me ha ocurrido que sería gracioso, o por lo menos curioso, grabarme en video para que veáis cómo se vive eso de salir por la radio!! atención que estreno pijama!!!