- … te refieres a ti mismo como «gaijin» porque sabes que les da por saco a los gaijines que llevan poco en el país y ponen el grito in the iClouds todo ofendidos.
- … haces un huevo de reverencias mientras hablas por teléfono.
- … ofreces tu tarjeta de visita a veces hasta antes de darle la mano a cualquiera que te presenten.
- … rayas a los tuyos cuando vuelves a tu casa y dejas los zapatos en la puerta entrando descalzo.
- … te agachas automáticamente al entrar o salir del metro (esta no me pasa a mi ni de lejos, jajaja).
- … ignoras a otros gaijines, especialmente turistas que establecen contacto visual y te sonríen.
- … has pretendido que no hablas inglés por lo menos tres veces, como las quince últimas que pasó el de la NHK por casa.
- … tu talla de ropa es por lo menos una letra más que la que tenías en tu país. Si vienes de yankilandia, hablamos entonces de meterle dos o tres X por delante.
- … ves un escote prominente cada luna llena como muy seguido, pero te jartas de ver minifaldas cuyo uso es totalmente independiente de lo que marquen el termómetro y las isobaras.
- … un alto porcentaje de las fotos que sacas son de platos de comida cuando antes te lanzabas estilo espartan al ataque con el tenedor y ni mucho menos te acordabas ni de que llevabas cámara encima.
- … doblas y redoblas la funda de papel de los palillos para hacer un pequeño soporte para ellos cuando sales fuera a comer.
- … te rayas cuando ves a gente sacar la moenai gomi en días de moeru gomi.
- … la palabra «otaku» te da porsacu.
- … comes natto, y ya no lo haces por integrarte o demostrar valentía, es que encima te gusta y hasta lo echas de menos.
- … ya te has desengañado con eso de que los condones japoneses no te valen, cuando te han valido con holgura siempre, eso sí, seguirás diciendo que no
- … tienes ya una marca favorita de nihonshu, shochu o cerveza japonesa (juas, esto casi desde el primer día)
- … no te gusta Roppongi porque no hay más que manadas de gaijines dando voces.
- … has llevado un omikoshi o has salido a bailar en obon.
- … te sabes las vending machines más baratas de los alrededores.
- … eres coleguita de alguna viejica del vecindario, que siempre saluda y te alaba por tu nihongo.
- … te bañas más del doble de lo que lo hacías en tu país.
- … tienes por lo menos tres libros en japonés que te compraste y que nunca has leído, aunque algún día…
- … ya ni te molestas en comentar en blogs cancamuseros monotemers sobre Japón y lo de siempre, que si las puertas de los taxis se abren solas, que si jarají, que si jarajá.
- … te aburres sobremanera cuando alguien que ha estado de visita te cuenta que alguien le acompañó hasta tal sitio a comprar no se que billete.
- … te raya quedar con paisanos que te contactan por internet y quieren que les hagas de guía a cambio de «pagarte unas cervezas» cuando no sabes absolutamente nada de ellos.
- … te quedas sopa en el tren y te despiertas justo 10 segundos antes de la estación en la que te bajas.
- … te sientes un ser suertudo cuando vas a un baño público y no hay un charco delante del urinario de pared.
- … no has vuelto a al menos tres izakayas donde sabes que empezaste nomihoudais pero no como acabaron aunque tienes un sexto sentido que te dice que mejor no volver.
- … te descojonas mucho más cuando en la tele alguno se lleva una hostia o sale disparado por el aire disfrazado raro que con cualquier serie de humor típica de estas de situación.
- … vuelves a tu país y prácticamente todos los del sector servicios te parecen unos bordes que odian su trabajo, a todos sus clientes y especialmente a ti que estás delante.
Traducido, editado y completado libremente del post de Invisible Gaijin
Eso si, la foto es mía, ojo.