Archivo de la categoría: De todo un poco

El día que vino la policía a la empresa

Mucho ha pasado desde aquella semana en que se lío pardísima en mi empresa anterior, no me había vuelto a acordar hasta hace un rato que revisando fotos para el ikulibro me he encontrado con las de la tarjeta de visita que dejó uno de los policías en mi mesa.

Que iba a haber lío se veía venir desde que llegó el irlandés, un tipo lleno de complejos acentuados por su propio ego que trataba de ocultar con palabrería vacía. Incomprensiblemente, me lo hicieron jefe del departamento de diseño, lo que tampoco era decir mucho en una empresa tan pequeña. El tío era un borde, con todo el mundo, no era capaz de tener una palabra amable con nadie, su manera de conversar era hablando más alto que el otro en vez de dejar que acabase y no digo yo que no tuviese talento para el diseño, pero yo la verdad es que no se lo acabé de ver.

Por aquél entonces yo cometí uno de los errores más gordos desde que llegué aquí, y es que me eché novia dentro de la empresa. Ella hablaba inglés veinte veces mejor que yo, tenía muchísimo genio y aunque a veces era algo bonito trabajar juntos, lo cierto es que acabamos por no saber distinguir los compañeros de trabajo de dentro de la pareja de novios que éramos fuera. Total, que tampoco viene al caso, porque el caso es la que se lió. Ella fue la primera, mi novia, la primera que se cansó de aguantar a un tarado que parecía estar enfadado siempre y le contestó, le contestó muy mal, le montó un circo que no digo yo que estuviese justificado siendo él su jefe, pero que tenía que acabar montándose de alguna manera. Y la echaron, directamente, sin darle tiempo a disculparse, al día siguiente le dijeron que no volviese.

Ella las pasó putas, esto lo sé yo mejor que nadie porque me tocó muy de cerca, pero bueno, en la empresa pronto le encontraron sustituta, una chica recién salida de la universidad que parecía no enterarse de la misa a la media y que ponía todo su empeño en sacar las cosas adelante.

El otro estaba más calmado, como si el sacrificio de la anterior hubiese aplacado su ira al estilo de los Dioses… poco duró el asunto, día si día no le acabó por hacer la vida imposible a la otra pobre que más de una vez salió a la calle con la lágrima asomando. Así hasta que la vimos un día sacando fotos de la oficina: a su ordenador, al del jefe, a los papeles del presidente… hasta que alguien le preguntó qué andaba haciendo y entonces ella se fue para no volver, así tal cual.

Los que si que volvieron fueron tres sindicalistas que parecían más yakuzas que otra cosa. Entraron en la oficina por las malas exigiendo hablar con el presidente, le llevaron unos papeles por los que decían a gritos que debían darle una indemnización a la chica por maltrato en el trabajo, que hasta que no los firmase de allí no se iban. Y no se iban, no… se dedicaron a pasar por las mesas de cada uno de nosotros en plan provocando, sin llegar a tocarnos ni tocar nada, pero riéndose y hablando entre ellos con un tono despectivo que acojonaba. Yo pensaba que como me tocasen, soltaba una hostia y salía corriendo, por mucha razón que creo que tuviese la chiquita… la cosa estaba muy tensa.

Hasta que llegó el presidente y la tuvieron gorda, gordísima que casi se pegan. A grito limpio en japonés se llamaron de todo, se empujaron, llegaron a las manos y a los pies, pero de allí no se iban. Entonces llamaron a la policía, y llegaron cuatro, dos detectives con traje y dos policías de uniforme y se dedicaron a hacer preguntas a todo Cristo mientras echaban a los semimafiosos. Sacaron fotos de todo y de todos, nos interrogaron uno por uno y a mi me tocó contar en japonés todo lo que supiese sobre la situación, lo cierto es que me explicotee como pude, que seguramente fue poco y mal. A partir del día siguiente por miedo a que volviesen, la puerta de la empresa estaba cerrada y sólo los que teníamos llave podíamos entrar.

Al de unos días llegó una citación judicial y por lo que sé, la empresa tuvo que pagar finalmente indemnización por la forma en que hicieron las cosas con esta pobre mujer, que demostró tener unos huevos como Daibutsus. Yo tuve movida gorda porque comentando la jugada por el messenger con otra compañera de trabajo, resulta que estaban monitorizando todas las conversaciones y el susodicho irlandés llegó a leer poco más o menos que le llamé hijo de la gran puta, merecidamente por cierto. El presidente me «sugirió» que le pidiese perdón, pero yo no lo hice nunca porque me tomé que me espiasen como una ofensa personal. Al de un mes dejé la empresa, al de tres meses cerraron y entonces yo seguí trabajando en el proyecto desde casa, el resto más o menos ya lo sabéis. Ahora estoy felizmente empleado en otro sitio que parece normal, hasta el momento, tocaremos tofu por si acaso.

Hay que ver. Ya es la segunda oficina en la que estoy que pasan movidas gordas, una en Bilbao y otra en Tokyo. ¿Seré yo? madre mía… de momento el messenger no me lo he instalao, no vaya a ser que nos soltemos…

:ojetepalinvierno:

Buscando currelo en Tokyo

Esto del buscamiento de currelo digo yo que dependerá mucho de lo que se mueva y por donde lo haga cada uno, así que no me toméis todo al pie de la letra y luego me vengáis pidiendo cuentas si no sale la cosa. Yo cuento aquí lo que he hecho y lo que yo creo que sería mejor hacer, que lo mismo he conseguido curro de chiripa, o lo mismo no, que el lo mismo lo mismo es lo mismo como lo mismo no es, que para eso está ahí mismamente.

Total, yo tiré al principio por preguntar a los amigos del ramo, que son la gran mayoría (lo que no quiere decir que sean muchos). Por cierto, hay que ver que bonico seria tener amigos cocineros o barmans, pues no, casi todos rascateclas ahi!. Bueno, pues poco más o menos todos me vinieron a decir que en Tokyo la cosa se hace por recruiters. Esto que suena a serie americana, no son más que empresas de selección de personal evolucionadas, normalmente te registras en su web y te llaman para una entrevista en sus oficinas donde vas paso a paso contándoles tu vida laboral, el tipo de trabajo que te gustaría y el sueldo que más o menos te cuadraría. A partir de ahí, ellos te buscan ofertas de trabajo, si hay alguna que pinte bien, lo que hacen es maquearte el Curriculum para dar énfasis en lo que ellos creen que importa en ese caso, y si es menester, pues te concertarán una entrevista con la empresa real, la que está buscando a un rascayú de buena familia como tu para sus filas.

Si la cosa sale bien y te quieren coger éstos últimos, el papeleo lo haces con los recruiters, vamos, que vas a currar a esa oficina pero tu empresa es la otra, aunque no la pises más que para firmar los papeles.

Es una mierda o está muy bien, depende de como se quiera ver. Un vinagres podra empezar aquí a decir que son unos ladrones porque se quedan parte de tu sueldo, que un ojete pa las subcontrataciones y obviedades del pelo. Lo que yo he visto es que he conseguido curro en una empresa grande gracias a ellos, que las condiciones son muy buenas, que me tramitan visado, seguro medico y todo el tinglao, y que me han tratado guay. Si no hubiese sido por esta gente, sería prácticamente imposible que hubiese yo entrado a trabajar donde estoy. Claro está que en un mundo ideal las empresas contratarían directamente a gente dándoles el sueldo que se merecen sin intermediarios, pero en ese mismo mundo perfecto tampoco existiría Sookie, y el que hace de hijo del Águila Roja se habría metido a FP a hacer fontanería en vez de a actor.

A lo que íbamos, que tu no sueltas un duro nunca, todo esto es gratis, aunque claro, ellos le cobran más al cliente de lo que te pagan a ti, pero hay que entender que te buscan curro y te ofrecen asesoramiento y en todo ese periodo no les das nada, ni después tampoco, al menos conscientemente.

Así que el primer paso: traducir el Curriculum al inglés y registrarse con todos los recruiters que se pueda:

Robert Walters
Wall Street
Skillhouse
Hays Recruiting
Bios
East West Consulting
Next Move Japan
Vision Consulting
Tradewinds Consulting
Stoneman Corp
Nexus Corp

Algo importante: la mayoría de las ofertas de trabajo las comparten entre ellos, es decir, que es probable que estemos yendo a por la misma oferta de la misma empresa final a través de dos recruiters distintos, por ello es importante llevar la cuenta de a por cual vamos y con quién. Los recruiters nunca harán nada sin consultarte, siempre te llamarán para contarte lo que han encontrado y te preguntarán que hacer. Además, ellos saben que es normal que uno esté registrado en más de una, así que se puede decir abiertamente que ya se ha echado en tal o cual oferta a través de otros.

Corto aquí el rollo para decir que el 90% de los recruiters que me he topado son unos siesos fríos que han pasado de mi, excepto dos: Skillhouse y Roberts Walters. Uno no espera que le pongan un plato de aceitunas en la puerta, pero al menos un mínimo de interés y trato humano, ha habido un par con los que repasé el Currículum en 2 minutos y luego no he vuelto a saber de ellos.

El segundo paso es ir a lo infojobs estilo Tokyo: tirarse media vida registrándose en webs de empleo rellenando mil millones de campos con lo que has hecho desde que saliste de EGB, recreos incluidos. Es el coñazo mayor del reino de nunca jamás, pero el que algo quiere algo le cuesta mis queridos chatos morenos, que a casa no te van a venir a buscar.

Una vez que lo haces, lo suyo es recorrérselas todas las mañanas viendo lo que hay y apuntándose a todas las que se pueda, se cumplan todos los requisitos o no, que nunca se sabe. Este mundo se solapa con el de recruiters porque muchos ponen las ofertas de empleo ahí directamente, así que no es raro que te contacte un recruiter en vez del cliente final. Es igual, lo importante es no perder oportunidades, y mi currelo lo conseguí así: web de empleo – recruiter me contacta – entrevista con ellos – echamos a otra oferta que no tenía nada que ver y por la que no dábamos dos duros – me cogen y aquí estoy.

Aquí van las que he usado yo, sobretodo y con mucha diferencia, la primera:

Careercross
Daijob
Job Japan
Find Jobs in Japan
Job Dragon

El tercer paso que seguí yo fue ir a por las empresas directamente, es bastante improbable obtener respuesta, pero mejor eso que estar tocándose los colganderos a la hora de comer y luego quejarse de que el mundo está en contra de tu raza de demonio blanco. Uno se va al Google y se pone a buscar empresas de IT, que hay millones, o las mismas que ponen ofertas en las webs de empleo, yendo directamente a por ellas. Practicamente el 90% de las webs de estas empresas tienen una sección de empleo, y si no, mail al canto a la seccion de «Contact Us». Yo así he hecho dos entrevistas, a parte de las tres que hice con Google, aunque sin éxito ninguna, contando las de Google (ellos se lo pierden, anda que no iban a ganar en gambiterismo!).

Lo importante es que siempre hay algo que se puede hacer, o así lo veo yo: el listado de empresas de informática – IT en Tokyo es interminable, me podria tirar enviando CVs hasta mayo, y entremedias a aprender lo que se pide, que teniendo una mínima experiencia programando, es cuestión de acostumbrarse a la sintaxis de los nuevos lenguajes de programación / frameworks.

Hablando de, aquí va lo que me han pedido a mi, lo que se cuece en el nabe currelero:

Java: hay ofertas, bastantes, de programadores senior, todas para el mercado financiero, todas te piden tener experiencia en el sector de los billeticos. Java en Tokyo se usa para tradings y bancos, hasta donde yo puedo leer. Todavía se oyen palabras como Struts / Spring, pero sobretodo movida de trading, transacciones, procesos multihilo en tiempo real y un protocolo llamado FIX o no se qué.

PHP: tambien hay, más de las que yo pensaba, pero con algun framework: Zend y CakePHP los dos que más. Me da rabia porque estoy convencidísimo que está tirao aprender alguno sabiendo ya PHP y mucho de los equivalentes en Java, hubo una oferta en concreto que si me hubiese pispao del Cake, estaría dentro. Es más, llevo en el curro de ahora una semana aprendiendo por mi cuenta y es la chorrada más gorda que ha parido bit.

C++, C#, Objective C: anda que no se nota el asunto iPhone / iPad, había de vez en cuando ofertas orientadas al desarrollo de aplicaciones para estas plataformas donde parece que poco a poco todas las empresas de desarrollo se estan mojando. Y esto ira a mucho mas con la Apple Store de aplicaciones, un ojo puesto dejamos al asunto, aunque ponte a reaprender C después de media vida currando en Java (ojo, que si hay que hacer, se hace, que no estamos para romper nóminas).

Perl, Python, Ruby: hay, es como el kit: te piden los tres, en plan sabes Ruby y alguno de scripting y te ajuntamos. Habia menos que de Java / PHP, pero suficientes como para tener en cuenta aprender en un futuro no demasiado lejano.

JLPT nivel 2: la mayor de las trabas, el mayor obstáculo con el que me he topado, ni con Parkour había manera de saltar este muro en el 90% de las entrevistas que he hecho. Rabia infinita: puedo manejarme con japonés sin demasiado problema dentro de la empresa, pero no es suficiente, hay que saber leer y escribir. Hay que entender, por encima de todo, que estás en Japón, que vas a trabajar en una empresa japonesa, que es algo tremendamente básico que sepas japonés. Uno puede pensar que total, programando da igual que no hables el idioma, pero es que no es así. Un tío al que hay que hablarle en inglés es un problema o lo va a ser en alguna ocasión: no se coscará de una llamada de un cliente, habrá que traducirle emails, cualquier papeleo que tenga que hacer fuera va a tardar el doble…. es de sentido común. No saber japonés hace que el porcentaje de ofertas de empleo al que puedas aspirar se reduzca a un 25%, sin exagerar. Lo entiendo, lo acato, y me enrabieto por no haber espabilado los últimos 4 años para haberme sacado el nivel 2, que es del que se empieza a hablar aquí. El 3 no vale para nada, es así.

Y hasta aquí mi experiencia de búsqueda de curro… desde que me puse en serio hasta que me senté en la silla de la oficina han pasado unos dos meses y medio en los que he podido hacer, sin exagerar, unas veinte entrevistas entre recruiters y empresas. De todas esas no he descartado yo ninguna, y he aceptado la única en la que me han hecho una oferta real. Creo firmemente que si hubiese tenido el nivel de japonés requerido, hubiese podido hasta elegir. Ahora toca hacerlo lo mejor que pueda donde estoy para que dure más tiempo, y de mientras estudiar para el JLPT 2 con toda mi alma.

¡Mecagüen!

DSC00361.JPG

Trabajo

La historia es larga aunque la verdad es que no ha sido tan difícil como pintaba… menudo jaleo de búsqueda de ofertas, entrevistas, recruiters, trajes y gaitas moras. He acabado hasta los mismísimos colganderos. Por lo menos me he coscado de lo que se pide ahora mismo en temas de tecnología en Tokyo, de lo que se valora más, de como está un poco el mercado para los informáticos de la fauna del lugar, si supiese hace un par de meses lo que sé ahora no habría perdido el tiempo en según que cosas. A ver si lo cuento en condiciones por si pudiera ayudarle a alguien.

Tampoco tengo muy claro que quiero contar aquí, de un tiempo a esta parte me da un poco de miedo poner según que cosas en el blog porque aunque posteo menos que nunca, me llegan mensajes y veo movidas por ahí que Buda tirita. No sé si dan más miedo los que me perdonan la vida siete veces al día o los que me ponen en un altar pretendiendo que yo soy lo que ni de lejos soy en realidad…

Bueno, si diré que han cambiado mucho las cosas, que aunque sólo llevo desde el lunes parece que he ido a la oficina toda mi vida ya. Atrás quedaron los días esos en los que uno era esclavo de ese tiempo que sólo es libre en apariencia. Estamos contentos, sienta bien tener una rutina que exija cumplir ciertas normas sociales… vamos, que ya no parezco el Yeti de resaca: voy bien preparadito por las mañanas y en unos cuarenta minutos desde que salgo por la puerta de casa, estoy ya sentado en el ordenador de la oficina. Me han puesto clases de japonés, me pagan desplazamientos, no tengo que llevar traje, tenemos café, té y snacks gratis, y lo que más me gusta es que el trabajo está siendo empollarme la versión 3 del Google Maps API haciendo un prototipo para enseñar a un cliente, vamos que vuelan las horas delante del ordenador como hacía tiempo que no lo hacían.

Quitando a un par de figuras, la gente es maja. Somos unas cincuenta personas, de las que sólo diez somos extranjeros y eso mola. Las condiciones tienen muy buena pinta, el visado ya no es un problema… la inseguridad con la que he vivido el último año de repente se ha evaporado y se nota muchísimo en el ánimo, no pensaba que tanto. La idea de que quizás tendría que volver me llevaba rondando bastante tiempo y todavía tengo muchas cosas que quiero hacer por aquí. Ahora estoy mas desahogado, soy más yo mismo, disfruto más de las cosas por no tener esa capa de incertidumbre rondándome la nuca. Si algo malo he de decir, será que el horario no me cuadra porque no me da tiempo a ir a Karate. No se meten horas, pero se entra tarde y se sale tarde, prefiero mil veces madrugar y salir antes que perder el tiempo durmiendo un par de horas más. Pero bueno, todo se andará, hay clases de Karate a primera hora de la mañana y luego están los sábados. Vamos, que las prioridades siguen sin haber cambiado: Karate/Capoeira y luego el trabajo que me permita seguir con ello, nunca al revés, sea en Google o en un McDonalds.

Hablando de prioridades… cuando vienen mal dadas, que tampoco han sido tan terribles ni mucho menos, uno se da cuenta de golpe de los que importan. Hay un campo ahí delante de gente conocida, amistades viejas y nuevas, familiares, personas de tu entorno tanto físico como, digamos, virtual. Y de repente florecen tres o cuatro, no más. Uno se da cuenta de quien se da cuenta de uno de verdad, y esos son los que cuentan. No los que de repente son el triple de amigos cuando se enteran de mi affair con Google Japan, quedo en no se qué puesto de no se qué concurso o me han visto con no sé quien no sé donde… que cosa más triste, por el amor de Dios. Es de sentido común: me quedo con las llamadas muchas veces perdidas por mi culpa y con los mensajes de sólo-que-tal-estás, que uno no tiene edad ya para apariencias ni hipocresías de gente triste que no sabe que lo es.

En fin, es tiempo de reflexión, de que llegue el fin de semana, pararse y darse la vuelta para mirar a ésta primera semana de la nueva vida que me estoy probando y ver cómo me queda. Tiempo de ser más amigo de mis amigos, de pensar en lo que está por venir y planear en consecuencia: la competición de Karate, más Capoeira, más Parkour, más japonés, más fotografía, más viajes…

La cosa está clara: es tiempo de seguir amortizando cada latido sin hipotecar ni una sola respiración.

Ikuteletrabajo

Amigos, amigas, chatos todos, hoy vengo aquí a hablaros sobre el teletrabajo, palabra soñada por muchos y ansiada por otros, quimera casi imposible de conseguir, la tierra prometida del informático, la grandísima mierda pinchada en un palo que me ha estado dando por el saco más de medio año.

He de reconocer que empecé esta nueva aventura pletórico de ilusión, motivado hasta las trancas, deseando decirle adios al despertador y al sieso carapán del acomplejado medio pirao de mi antiguo jefe que lo mismo ni te miraba a la cara durante dos semanas que te traía un regalo al día siguiente. Estaba hasta los huevos del aire acondicionado de la oficina que ni un sólo día acondicionó en condiciones, de ver la luz del sol un ratito sólo por las mañanas, de tener que hacer cola para expeler los tés que tengo a bien tomarme porque sólo había un baño para quince personas.

¡¡¡¡ Ay Toscanito, no sabías de que te quejabas,
pero es que no tenías ni puta idea !!!!

Peleé por no convertirme en un ermitaño, todos los días pasaba religiosamente por la ducha y ponía a la Gilette a currelar antes de sentarme delante del ordenador. Me preparaba casi casi como si fuese a la oficina: desayunaba temprano y cumplía mi horario a rajatabla. Por cierto, ¿de donde coño vendrá la expresión esta de cumplir a rajatabla?, ¿había un rascayú que rajaba las tablas más puntual que nadie?, ¿y pa qué tamagos vale una tabla rajada?.

DSC00353.jpg

Bueno, total, que era como estar en una oficina pero sin jefes ni chorradas del estilo de por medio: estaba yo y un trabajo por hacer, y sólo tenía que sentarme y tenerlo hecho para el viernes que es cuando toca actualizar el servidor y mandar un email contando lo que mis dedos han tenido a bien teclear durante la semana.

Bien, pinta bien: no gasto dinero en trenes, cumplo mis horas y al acabar me piro a Capoeira o a Karate en bici sin tener que andar pensando si al resto de los de la oficina les importa o no que me pire yo antes. Esto se sostiene algunas semanas y parece funcionar, te sientes afortunado cuando ves entrajetados pasando por la calle a través de la ventana, estás como un nivel por encima de la masa aborregada, has hecho la de Darwin y ellos no, eres el puto amo de tu vida.

Si si puto amo…

Se empiezan a dar momentos raros… la cosa empieza a fallar… se perturba la fuerza y ya a veces te entra pereza y pasa como cuando tienes exámenes en la universidad: que haces de todo menos estudiar. Yo tengo hasta las legumbres ordenadas alfabéticamente en la cocina ya: Alubias, Arroz, Lentejas… de izquierda a derecha y de grano grande a pequeño (ya sé que el arroz es un cereal, Jordis Hurtados!!), hasta plancho los calzoncillos, no os digo más, que anda que no da gustico ponérselos cuando están todavía calenticos.

DSC00351.jpg

De repente empiezas a darte cuenta, de alguna manera, que tus obligaciones están un poco diluidas, que no pasa nada porque un día te pires a ver un matsuri a Asakusa porque ya recuperarás el tiempo a la noche, que te vas a sacar fotos con el día que hace… y así, como si nada, una mañana te descubres a ti mismo levantándote a las doce de la mañana todos los días porque te has acostumbrado a hacer el trabajo hasta las tantas por las noches y ya no hay Dios que te haga dormirte antes de las dos. Eres Bill Compton, cara palo incluida pero sin la Sookie (gracias a Dios!!).

Te conviertes en una ojera con cuerpo debajo, te sientes cansado, somnoliento todo el puto día. Como te levantas tarde, incluso aunque al final del día hayas trabajado más horas de las que harías en una oficina, te sientes mal, tienes la sensación de no estar cumpliendo tus responsabilidades. El mismo ordenador que antes tenía la misión principal de entretenerte y servirte para hacer tus cosas, ahora es el que casi te grita que deberías estar trabajando, que cierres el Facebook, que dejes de procesar fotos, que te olvides de editar vídeos… prácticamente olvídate de lo que hacías en tu tiempo libre, porque ya no se sabe lo que es tiempo libre y lo que no, apenas eres consciente de que llueve o hace sol porque lo mismo da que da lo mismo.

Y mucho ojo, que esto es Tokyo. En términos teletrabajiles significa que tu ecosistema es una misma habitación que ahora resulta que es una oficina con futón. Eres un hikikomori como la copa de un sakura: duermes, te vistes, desayunas, trabajas, comes y te cortas las uñas de los pies entre las mismas putas cuatro paredes. El mismo puto sitio, todo el puto rato, estando solo… día tras día, semana tras semana, mes tras mes… Las cortinas son el equivalente al coco del Robison Crusoe, no les he pintado ojos por no tener que lavarlas después, pero yo creo que les hablo más, ¡menudas discusiones tenemos sobre el final de Inception!, cuando suena el móvil te asustas y te abrazas las rodillas balanceándote contra la pared deseando que se calle… la vez aquella que me descubrí poniéndome caras a mi mismo delante del espejo y riéndome, ya decidí que iba siendo hora de actualizar el curriculum y salir de este pozo antes de acabar tarao del todo.

Un día te da por pararte y mirarte con calma y resulta que eres un ser del que cuesta creer que tuviese piel debajo de semejante mata de pelambrera, tu cara es el culo de un koala, que hay que apartar la maleza para encontrarse la boca y meter elementos ingeribles dentro, en la lavadora sólo entran los dos pantalones de pijama y las camisetas de propaganda del súper de mi barrio, porque es tu uniforme de trabajo. En Karate y en Capoeira me llevan viendo con el mismo pantalón de chandal desde Junio, chandal que hace maratón de horas porque cuando conviene también es pijama y últimamente acojona darse cuenta que conviene mucho… hasta la chica del combini yo creo que está haciendo una colecta con sus compañeras para comprarme champú y un peine antes de que vengan los de sanidad a despiojarme…

DSC00352.jpg

Pero lo peor de todo es la conciencia.

Menuda hijadeputa es la conciencia, que parece que le das esquinazo, pero no. Esta ahí… te habla… te susurra…. te putea la vida dándote martillazos en la sien a nada que te pones a hacer algo mínimamente personal, que te cuesta más levantarte e irte a Karate que si estuvieses rodeado de compañeros ponecaras en la oficina, que cuando vuelves de entrenar hecho polvo, los remordimientos todavía te empujan a sacar adelante dos o tres cosas más antes de dormir porque has estado perdiendo el tiempo viviendo un par de horas de la vida en vez de trabajar.

Parece que, por fin, he dado con un trabajo que me saque de esta tortura autoimpuesta, de esta muerte social, de esta mierda tan gorda en la que me metí antes de verano. Me costará tiempo recuperarme, puede que hasta que no tire las cortinas y me compre otras que no hablen no volveré a ser el que era antes, pero es un inicio.

Si me dais un poco de tiempo, seguramente seré capaz de volver a hablarle a la gente y dejar de hacer ruidos con la garganta. De mientras, tened un poco de paciencia conmigo e ignorarme si veis que me pongo a llorar y al minuto después estoy descojonándome dando palmas.

Es parte del proceso. Todo se andará.

DSC00355.jpg

Por cierto, ya que estamos ahí sin pretenderlo, si veis que eso, votadme en el bitácoras a ver si me dan el premio ese y se me arregla un poco más el mes… aquí Flapy cuenta como se vota, digo yo que será lo mismo pero cambiando japoneando por el ikublog, y blog de viajes por personal en ataque… Pero vamos, tampoco os herniéis mucho, si os cuadra bien, y si no también.

Voy a ver si compila esto que llevo entre manos desde el martes… rezad por mi alma para que deje de ponerles nombre a los calcetines.

Tatuaje

DSC_0013-1.jpg

Tengo un tatuaje. A veces me gusta mucho y a veces me gustaría no habérmelo hecho nunca. Es lo que tiene el a veces, que a veces.

De cualquier manera, es una marca llena de recuerdos, un hito en mi vida, algo así como apuntarse algo en la mano para que no se te olvide, solo que en la espalda, que no se borra con el sudor y que en vez de la lista de la compra, lo que no se me olvida son dos montañas de vivencias y una cordillera de sentimientos. A veces me encanta recordar unos y a veces no me gusta sentir otros, y al revés según haga tormenta o sol allá en las cumbres de ambos.

A veces…

Ese día fui con un amiga a un onsen nuevo que habían inaugurado a las afueras de Tokyo. Eran unos baños que tenían zona mixta, así que podríamos estar juntos en una especie de mini-piscina del centro lo que hacía el plan bastante atractivo. Siempre he pensado que es una pena que no haya más de estos, es una gozada ir a un onsen pero siempre toca separar los pitos de la maleza, y luego esperarse a la salida sin acabar de disfrutar el asunto del todo pensando en que igual nos están esperando ya. Vamos, que uno no pone los huevos a remojo con la tranquilidad que se merecen estos respetables atributos.

En fin, que nos fuimos a un onsen y quedamos en la piscina del medio. Yo me duché, me quité la roña hasta de los codos, y partí presto a la zona compartida donde vi que mi amiga estaba ya en proceso de arrugamiento dedil. Cuando iba más o menos con el agua por la zona cero, me viene una chica del local gritando cosas:

-Okyakusama, okyakusama! señor cliente, señor cliente!!

Hombre, yo soy un tipo atractivo que no deja indiferente a nadie, sobretodo cuando estoy en bolas y se hace más evidente mi parentesco con Alf, que llevo los calentadores de las piernas y el cojín ya puestos. Pero de ahí a que vengas corriendo hacia mí…

– Que mire, que lo siento mucho, pero que no puede usted estar aquí. Que tiene un tatuaje ahí como la copa de un momiji y están prohibidos.

– Huy, perdone usted, no lo sabía, pero si es muy pequeño que casi ni se ve, ni destiñe ni nada. Y yo como que de yakuza no doy el pego, ¿no?, tengo algún amigo borroka pero poco más…

– Ya, pero de verdad que lo siento, por favor vaya a la salida y le devolvemos el dinero. Si eso para la próxima vez se pone una gasa, o una tirita un poco grande que lo tape, y ya está.

– Hombre, pues ya que hemos venido hasta aquí, que nos pilla lejos, pues voy al primer combini que vea, me compro una, y vuelvo. Perdón, ¿eh?, que no lo sabía, ahora vuelvo!

– Pues es que hoy ya no puede volver… el problema es que el resto de clientes ya le han visto, así que hoy ya no se puede. El próximo día si lo trae tapado desde el principio, sin problema, señor.

Mucho he leido yo por ahí de las razones por las que no se permiten los tatuajes, y seguro que vosotros también, así que no me voy a poner aquí a hablar de lo que no sé. Quedó demostrado que es cuestión de imagen, no es por higiene, sino que se trata de no incomodar al resto de clientes. Me supo mal por mi amiga que se tuvo que salir también, aunque me supo requetebien el quintal de cervezas que nos bebimos después con el dinero que nos devolvieron en un restaurante cercano.

Ahora siempre llevo una tiritaca enorme metida en la bolsa en caso de hacer alguna excursión, para que si se da el plan onsen, pueda taparme la calcomanía y remojar los tamagos colganderos con el gustico que se merecen.

DSC00326.JPG

Al salir me dice mi amiga algo así como:

-Hostia macho, lo que tu tienes ahí no es pelo, es una manifestación de gatos pidiendo whiskas!

Eso pensaba yo… que me tenga que tapar el tatuaje para no dar el cante con el calzoncillo de felpa Toscana de pata larga que traigo de serie…

Kawaii

Suenas a kawaii que das un mal rollo importante -va y me suelta la tía- y eso no puede ser

24 años de japonesa florida, 2 en Irlanda, 22 por los Tokyos con escapadas a Korea de picospardos, algunos meses rondando mi vera, como pasando, así, de pasada. Minifaldas de tortura, pantaloncitos con el bajo justo para albergar los bolsillos y desalbergar unas piernas que hacen arte del camino, escotes de exhibición, maquillaje de competición, morritos de comer helado sin manos, pestañas de kilómetro, ojos de denuncia.

Bendito verano.

Eso tiene que ser porque seguro que la mayoría de las veces que hablas en japonés lo haces con chicas y se te pega la forma de hablar, y pareces marica -desdeluego no se cortaba, no- pero no te preocupes que yo te arreglo eso si tu me enseñas algo de Español, por la cuenta que te trae.

Cobró sentido de repente la vez aquella que en Karate me preguntaron si era gay. Joder, había que hacer algo con mi japonés de chica de Shibuya pero ya, así no podíamos llegar nada lejos. Tiene huevos que me entere después de cuatro años… aquí, con mi prima la resalá de Ginza.

Pero claro, la tía se las sabía todas y dos más. De haber una boda, a ella mirarían todos cuando lo de que hable ahora. Todo lo que tenía de bajita lo tenía de irreverente, a lo extranjera maleducada pero en japonesa, y esa sinceridad, con tacones quieroynopuedo, me atormentaba la misma líbido que ella ponía en entredicho.

Vamos, que me ponía.

La madre que la fue a parir.

Uno, dos, tres, cuatro… -y ella lo repetía y se lo aprendía, así hasta que llegó a veinte pronunciando hasta las erres. No, si lista era un rato largo. De otras cualidades también entendía otro poco.

Su parte del trato pasó por quitarme, a base de descojonarse de mí, los nes y dayos de final de frase, me corrigió la entonación, me enseñó a dejar de ser kawaii porque…

lo que no puede ser es que seas mas kawaii que yo -después dijo algo que sonó a copón, y entre borderías y puñetazos, que me dejó el brazo morado, aprendí a dejar de parecer el Boris Izaguirre de Nishi Magome.

Nunca nos llegamos a liar. Bueno, no del todo, o sólo un poco, o no sé lo que sería prudente contar aquí… pero vamos, total, que la cosa no fue a más e inesperadamente nos convertimos en amigos de recámara, de esos que quedan de Pascuas a San Pedro cuando se tercia que la luna se ve muy sola estando solo.

El otro día fuimos a ver Inception. Yo hablé a lo macho cabrío de Hokkaido, bajé el tono todo lo que pude, aposta me dejé los dejes, esos que cuesta cuestas quitárselos, y cuando de repente salió un tren en medio de la película a toda hostia formando una escandalera en Dolby Surround o la madre que lo parió, yo me asusté.

– Maricón -me dijo en el más borde de los japoneses

– Mierda -pensé yo

El idioma de los sueños

– ¿En qué sueñas? -me preguntó una amiga de Kobe que se vino a vivir a Tokyo no hace mucho- hablas español, inglés y japonés, ¿en qué idioma sueñas?

– Anda… pues no lo había pensado, digo yo que dependerá del sueño, aunque la mayoría de las veces no sueño, o sueño que duermo que para el caso es lo mismo. Pero creo que en mi idioma, porque mi familia siempre suele aparecerse y ellos no saben otro.

– ¿Y pensar? ¿aunque estés hablando en inglés, también piensas en castellano?

– Anda, pues no, la verdad es que si llevo tiempo hablando en inglés, pongamos que un día entero en el trabajo por ejemplo, parece que a uno se le hace más fácil hacer todo en el mismo idioma y la mayor parte de lo que digo lo traigo pensado ya en inglés. También creo que como me cuesta más hablar en otros idiomas, pues como que me preparo las frases por dentro para que suenen naturales. Una cosa curiosa es que en casa todo lo que tiene que ver con trabajo lo hago en inglés, incluso cuando escribo cosas por hacer en la agenda y así, ni idea de porqué…

– ¿Y el sexo? si estuvieses con una japonesa, ¿en qué idioma te manejarías para decir guarradas?

– Hombreeeee, eso no te lo voy a contar, ¡¡esas cosas hay que averiguarlas!!

– Jajaja, touché!

La cita a ciegas

Hará ya más de un año de la primera y única cita a ciegas a la que he ido en mi vida.

Ella era la amiga de un compañero de la oficina que nos lió por separado para intentar liarnos juntos y después de escasos dos o tres mensajes aparecimos en un izakaya en Shibuya un viernes por la tarde, a esa hora en que uno se empieza a acostumbrar a no tener un ordenador delante y te empiezas a hacer a la idea de que al día siguiente ya no hay que madrugar.

Ella era de Fukuoka y había venido a Tokyo a trabajar de diseñadora aunque por el camino le había tocado hacer todo tipo de trabajos temporales hasta dar con su lugar. No era demasiado guapa, pero de verlas venir tengo yo el camino más que andado, y no iba a perder la oportunidad de conocer a alguien sólo porque lo de fuera no me acabase de convencer.

Fumaba mucho y bebía todavía más. Al de una hora ya tenía montada allí la fábrica papelera y ya me llevaba muchas cervezas de ventaja… no tenía yo claro si iba a llegar a la prórroga sin poner las largas para ver mejor. Y como siempre tenía algo en la boca, fuesen cigarros, karaages o jarras, pues no hablaba mucho, claro. Así que me tocó a mi tirar de repertorio y contar las historias que en ese momento decoraban mi vida: que si Karate por aquí, que si oficina por allá, que si Yosakoi…

Yosakoi… menuda lié contándole que estaba apuntado a un grupo de Yosakoi….

– ¿Haces Yosakoi? ¿y por qué?
– Pues no sé, hacía un amigo y me parece algo como muy japonés que me llama la atención y quería intentarlo
– Muy japonés dice… bueno bueno, vale
– ¿Qué? ¿que pasa con el Yosakoi?
– No no, no digo nada, no quiero hablar más de ello

Y su tono cortante me acabó de convencer, todavía más si cabe, que en la vida iba a volver yo a quedar con semejante tipa. Ella siguió bebiendo mucho y fumando más, añadiendo a tan entrañable rutina la bonita actividad de viajar al baño cada poco tiempo mientras yo ya me limitaba a cumplir expediente. No veía la hora de irme, ya ni hacía esfuerzos por mantener ninguna conversación, más bien pretendía que se notase que me quería ir para ver si acababa ya de pedir jarras. Es más, hubo un rato largo en que decidió ignorarme por completo y se puso a mandar mensajes a medio Japón con el móvil mientras yo comía tratando de que el tiempo pasase un poco más rápido.

Hubo un momento en que, por alguna razón, la camarera no acababa de traer el último pedido y mi encantadora cita se puso a llamarla a gritos. Cuando llegó, le montó un jaleo tremendo a la pobre chica, que yo soy ella y dimito, claro está, después de meterle un bofetón a semejante amago de persona y tirarle el sushi a la cara. En vez de eso, nos trajo los platos pidiéndonos perdón con reverencias mientras ella no se dignó ni a mirarle a la cara y yo hacía lo posible por quitarle importancia al asunto.

Cuando volvió de su séptima u octava incursión al servicio, en un alarde de iniciativa sin precedentes en toda la noche, empezó una conversación:

– ¿Quieres que te diga lo que pienso de lo del Yosakoi?
– Si si, claro
– Yosakoi es la actividad a la que se apuntan los frikis de la universidad, los que no saben hacer nada, los que no tienen amigos, los raritos.
– Anda, bueno, a mi me llama la atención porque soy extranjero y me parece algo bonito.
– Además, ¿hombres bailando?, que hagas Karate me parece bien, pero que hagas Yosakoi no es normal. Seguro que tus compañeros son unos otakus de cuidao.
– Pues no, la verdad es que son gente bien maja, y también van señoras mayores y niños, me parece un grupo súper majo y además siempre me están ayudando cuando me lío con los pasos o cuando no entiendo algo.
– Yosakoi es de otakus, de raros y tu puedes decir lo que quieras, pero deberías dejar de ir ya. ¿Yosakoi? ¡lo que tengo que oir!
– Pues a mi no me lo parece y por lo menos voy a seguir yendo este año porque me gusta y porque quiero acabar lo que he empezado. Igual en Fukuoka tiene esa fama, pero aquí no creo que sea así.
– Igual, en Tokyo es igual que en Fukuoka seguro. Deberías dejarlo y hacer kendo, pero no Yosakoi, me da hasta vergüenza pensarlo.

Después acabamos de comer lo que habíamos pedido, pagamos a medias y salimos por la puerta unas dos horas y media después de haber entrado. Mientras bajábamos solos en el ascensor le dio por abrazarme y ya en la calle va y me dice que le he caído muy bien, que si nos vamos a un bar a tomar algo, que si tengo planes para después, que a ver por que zona vivo.

Y yo le digo que si, que tengo planes, que al día siguiente tengo ensayo de Yosakoi con mis compañeros los raritos y que no puedo faltar. Y sin alargar más mi agonía, cojo la cuesta camino de la estación y me marcho a paso ligero mientras le escribo un último mensaje al móvil antes de borrar su número:

– Ha sido la peor cena de mi vida, eres una borde.

– Y tu eres un puto extranjero otaku, vete a tu puto país a hacer perder el tiempo a las chicas de allí. Y deberías haber pagado tu la cena, y… -me contesta entre dos o tres frases poéticas más del estilo, poniendo gaijin tres o cuatro veces por cada una.

DSC04289.jpg

La final en Shibuya!

Menudo fin de semana más, buff, no se ni como llamarlo a esto… que si absenta, que si cosas en lata, que si Camelotses, que si partidos… madre del amor hermoso, ha durao cinco días por lo menos!!!

Total, que la cosa estaba bien clara: nos juntamos todos en el Tasuichi de Shibuya, más conocido como el bar donde te dan cervecicas por 300 yenes, probablemente sea el más barato del lugar y el más parecido a un bar de los nuestros. El sitio ya venía siendo lugar habitual para ver los partidos desde hace tiempo, pero ésta vez había hasta un evento en facebook: teníamos que estar allí los más posibles.

Y bueno, en esas estábamos cuando al jefe le da por inventarse una milonga y va y dice que eso de que ande gente entrando y saliendo sin consumir que no le hace mucha gracia, y coge y se inventa que hay que pagar entrada. Dicho y hecho: hora y media antes del partido apaga las teles, quita la música y nos hace salir a todos. A las dos y media volvería a abrir pero cobrando 1000 yenes de entrada que incluyen tres bebidas. La gente flipaba… y aunque las condiciones no eran malas, porque seguía siendo muy barato, esto no se hace y por principios nos piramos la gran mayoría a otro lado. En fin, si tenemos en cuenta que era un domingo por la noche y que le teníamos el bar lleno, yo creo que se sobraron bastante…

¡¡¡Total!! que nos plantamos en el HobGoblin donde también había otra concentración, y estaba el bar a reventar….

Había un grupillo de menos de diez holandeses en una esquinilla que tampoco se cortaban mucho en animar, pero la verdad es que no se les oía con la que teníamos montada. Aunque a la que si que se le escuchaba era a una holandesa que pegaba unos berridos que no sabíamos si llamar a una ambulancia o darle una hostia (jajaja, esa es la hamburguesa que yo pedía en mi barrio: una holandesa sin tomate para llevar, jajaja).

En fin, el partido no os lo voy a contar porque seguro que lo visteis en directo, pero si diré que nos fuimos a Shibuya a pegar voces hasta que apareció la policia y nos intentó dispersar aunque nos acabamos yendo más por aburrimiento que por ellos, que ni imponían ni ná.

Ojo a la liada:

Insisto: a mi el fútbol me importa lo mismo que al Dr. Maligno la laca extrafijación, pero eso de liarla parda chillando cosas en tu idioma, ¡eso es impagable!

Tejemanejes

Desde hace un par de meses si le doy al botón de pause que tengo detrás de la oreja izquierda y me subo a una escalera para mirarme desde ahí resulta que estoy metido en un montón de tejemanejes a la vez. Y eso a parte de la rutina del currelo, Capoeira y Karate que por si solos ya dan para vivir dos vidas y media sin aburrirse.

¡Total!, ¡que aquí va una recpilación de jaleos en los que ando metido a lo todo list! (anda!! he puesto recpilación, jajajaja)

El trabajo
Esto más que un tejemaneje, es el tejemanejón padre con barba. Después de 3 años programando en Java, finalmente vamos a salir a producción en cuestión de semanas. Se verá si lo que empecé en Bilbao los fines de semana, va a ir a algún lado o se va a quedar en nada. Ojalá que salga bien, claro, pero si no es así, tampoco me voy a amargar ni un poco asín.

En todo este tiempo he estado trabajando en algo que me trajo a Japón, que me gusta, aprendiendo algo nuevo cada día, evolucionando a la vez que lo hacía el proyecto introduciendo nuevas tecnologías que aprender, descartando otras. Si con algo me quedo es con esas horas de investigación de APIs que integrar en el proyecto como los chats de Facebook / Yahoo / Messenger, o la que tengo ahora entre manos que mostrará la previsión metereológica en la ciudad del usuario. Supongo que si salimos de una vez a producción lo anunciaré por aquí, pero para que os hagáis una idea se trata de una especie de mezcla entre Facebook, LinkedIn y Plaxo pero a lo Toscano.

Por cierto, me he acostumbrado a currar desde casa, aunque me va a venir una factura de la luz que me voy a quedar chato porque tengo el aire acondicionado puesto todo el día. Pero por otro lado todos los días me cocino algo guay y me estoy convirtiendo en un chef del copón de la baraja, ojo a la pedazo de ensalada que me acabo de zampar no hace ni una hora:

DSC09977.jpg

Aunque a veces se den situaciones como la del Tofu Incident de ayer:

DSC09975.jpg

Por el combini sólo aparezco ya para pagar las facturas, y de paso aprovecho y oteo algún producto nuevo que probar por lo bajini, como el Aquarius Start Day este que sabía a flash de naranja descongelao sin chicha ni limoná:

DSC09973.jpg

Ikusuki
Acabo de acabar, valga la acabandancia, el nuevo diseño que pretendíamos sacar para este verano aunque estamos teniendo algunos problemillas con los que nos las imprimen, seguro que lo solucionamos pronto. Agradecer desde aquí a todos los amigos a los que se lo hemos enseñado que nos han dado su opinión (a los que no contestaron: ¡¡¡sosaínas, así os vuvuzeleen en toa la oreja!!!).

Ahora empieza el lío de elegir prenda, pedir presupuesto, plazos, envasar las prendas, etiquetas… ¡que no nos pase nada!. ¡¡Eso sí, el diseño mola!! ¡¡compradnos muchas!!.

Además ha llegado, por fin, a España un paquete con un montón de regalicos que he comprado aquí para dar con las camisetas. Pero la movida es que lo han retenido en la aduana en Madrid y ahí anda Bea como una titán peleándose con ellos para que lo suban pa Bilbao de una vez…

El libro
Aunque no haya vuelto a hablar de él, lo cierto es que sigo escribiéndolo y acumulando cada vez más material. Me gusta mucho coger historias antiguas del principio y reescribirlas. Recuerdo que antes me daba mucha verguenza contar lo que sentía, por lo que me guardaba mucho para mí. Ahora estoy cogiendo esas mismas historias y añadiéndole el corazón que les faltaba, reemocionándome con cada una, que rara es la que acabo de escribir sin haber soltao unos lagrimones ahí…

El otro diseño
Hay un evento que va a traer a Tokyo a uno de los maestros de Capoeira más famosos del mundo, y me han encargado un diseño para las camisetas oficiales. Ideas no me faltan, ahí ando buscando huecos entre unas cosas y otras para sacarlo adelante. Nos hemos propuesto dibujar una roda con caricaturas de los profesores de aquí y el maestro tocando el berimbau, ¡y el caso es que las caras se parecen bastante!. ¡Ya os lo enseñaré cuando lo acabe!. Aaaa, que buena idea fue la de apuntarme a Capoeira, qué pena no haber encontrado el sitio antes, tan cerquita de casa que está. ¡Gracias Noriko por llevarme!

DSC_0039.JPG

El campamento de Karate
Este año dura tres días y a parte de Karate, hay un curso intensivo de nunchakus… no iba a ir porque el presupuesto no lo tengo muy allá, pero esto de los nunchakus promete!. Ahí ando echando números y dándole a la pelota que si que no, que caiga un chaparrón y me pille dentro casa.

DSC09986.jpg

El examen de segundo dan de Karate

Fue el sábado pasado y entre unos y otros no me acabaron de aclarar qué era lo que entraba justo. Tengo un libro en japonés con una pequeña traducción al inglés, pero no cuadran algunas cosas. Así que lo que hice fue irme allí con una cámara de vídeo y grabar el examen de otro, ahora ya tengo clarísimo qué se me va a pedir en septiembre cuando me presente. La pena es que no se me hubiese ocurrido la idea tres meses antes porque podía haber hecho todo perfectamente ahora mismo, katas incluidas. ¡Cagüen!

DSC09987.jpg


Las zurpias
Jajaja, hacía mucho que no usaba esa palabra. Esta es de mi madre y vale para cualquier trasto que haya por ahí tirao. El caso es que ando intentando deshacerme de gaitas que tengo por aquí que no uso para nada. Así a bote early me salen un par de altavoces Roland y un teléfono, todo funciona perfectamente pero a mi no me valen para nada, así que si alguien de Japón los quiere, que lo diga que se lo doy, ahí van un grupico variopinto de pixeles arrejuntaos:

Lo que no son zurpias
Con el cierre de la oficina me traje un montón de material tanto de mi empresa anterior como de la nueva, ya que todo estaba en el mismo lugar. Que si cuatro monitores LCD, dos servidores, la mesa y la silla… buff, si me pongo a enumerar todas las historias que me traje, overfloweo a google y le quito otra raya al iPhone 4. Total, que también ando quitándomelo de encima, pero esto no lo regalo porque vale una pasta. Puse un par de anuncios en la Metrópolis, y han funcionado flipantemente, en una semana vendí dos monitores que me sobraban. Había que verme a mi un domingo postgambitero multiojeril polialientítico por la mañana con un monitor de 21 pulgadas debajo del brazo por esas calles de Tokyo en busca de la chica filipina «de polo blanco y negro a rayas» que me lo compró…

Todavía me quedan dos servidores que son bastante buenos, pero unos mamotretos importantes que ocupan bastante. Los vendo por ¥45.000 cada uno, y el caso es que la chica filipina dice que igual me compra uno para su hijo. Son servidores, que yo había pensado sólo en empresas y similares, ¡no se me había ocurrido que como ordenadores de sobremesa pueden ser la caña!. Este domingo se viene a casa a verlo, a ver si lo pilla, tiene su gracia que un servidor con RAID lo vaya a usar un chaval para hacer words, ¡juas!

Si alguien en los Tokyos está interesado, aquí están las características. De momento me los anda vigilando el cherif pa que no se me vayan detrás de alguna iPad con minifalda:

DSC09979.JPG

La incertidumbre
Aunque desde que he llegado a Tokyo todo ha sido prácticamente una incertidumbre continua, ahora es cuando me toca intentar de una vez por todas que deje de serlo. Me explico: me encanta mi trabajo, pero es una startup registrada en Irlanda, con lo que el sueldo es escaso, y ahora más por el cambio Euro – Yen, y no me pueden tramitar el visado. Lo primero depende del éxito o fracaso de nuestra salida a producción y para lo segundo hay diversas alternativas más oscuras que la titularidad de Fernando Torres estando el león Llorente (ojo al chiste futbolístico que no se volverá a repetir en toda la eternidad!, ojo no te lo pierdas!).
La solución directa sería buscar trabajo en una empresa japonesa, no creo que lo tuviese demasiado difícil pero me da pena infinita abandonar este proyecto del que soy parte tanto como mi jefe porque prácticamente lo diseñamos a medias.

Una vez solucionados ambos, mi vida se normalizaría (si semejante palabra se me puede aplicar, que a veces pienso que soy un disparate con patillas). Con dinero y un visado en condiciones tendría la estabilidad suficiente como para planear visitas a Bilbao, o Extremadura, o dondequiera que estén mis padres en ese momento, plantearme vacaciones por Asia con el tío Flapy, visitar Japón más allá de Kyoto…

DSC09990.jpg

Así que ya veis en qué montón de chanchullos ando metido, y los que tengo ahí en cola: sacarme el noken 2, subir al Fuji, ir a Miyajima a correr detrás de los ciervos, pasear por Okinawa e intentar dar con el dojo donde dio clases mi profe Hirokazu Kanazawa a Elvis Presley, comprarme una Nikon D90, sacarme una foto con la bici en todas y cada una de las estaciones de la Yamanote, hacer un corto a lo malviviendo con el zordor y el lorco por Tokyo, conocer a una moza limpia y con maneras que no meta los pies padentro al andar, aprender a usar el Final Cut Pro, matar a la actriz que hace de Sookie que da por saco de noche y de día, sacarme una foto con Jackie Chan, crear un grupo de señoras en Facebook que no exista, japonear con las de japoneando, comerme treinta y siete gyozas del tirón, pegar a un agente inmobiliario, comprarme una moto…

buff!!!!

Buenoooo, que como más o menos dijo uno que vino mucho un poco y luego ya no volvió:

¿y de mientras?
¡Pues viviendo!
:gustico: :gustico: :gustico:

La pisodisea

Menos mal que ya parece que está solucionada la liada padre ésta… en fin, pasemos sin mas dilación a la narración del bonito sobrevenido de la pisodisea que me ha acontecido las pasadas horas de nuestro señor el Daibutsu:

Resulta que cuando llegué, yo no tenía visado de trabajo, aunque vine con un contrato de una empresa japonesa bajo el brazo, así que nada más aterrizar empezamos a mover los papeles y al de mes y medio ya era oficialmente un tío encorbatao homologao ya para izakayarme después de trabajar y arrastrarme por los andenes de la Yamanote entre otras simpáticas y cercanas aficiones. Pero claro, de mientras en algún lugar tenía yo que pernoctar, así que empezamos la búsqueda de la madriguera que se tuvo que poner a nombre de mi empresa porque yo todavía no tenía el visado, y además porque soy más extranjero que la nocilla y sin un aval japonés no te alquilan.

Esto del aval tiene su truco, porque resulta que hay empresas que se dedican precisamente a avalar a extranjeros por una módica cantidad anual. Vamos, que es todo un paripé a degustar con edamame y Calpis soda. Paro aquí para hacer hincapié en mi especial simpatía hacia las inmobiliarias, y de paso señalar que se extiende con la misma cantidad de bonito amor a las aseguradoras, bancos, consultorías y al carapepino de Ben de Lost que me ponía de los nervios y bastantes pocas ostias se llevó.

En España la cosa con los extranjeros no sé como será, pero me imagino que parecida, la única experiencia que tengo yo con un alquiler de vivienda fue en Rekalde donde me eché atrás una semana después de dar mi palabra al dueño porque me salió la oportunidad de venirme a Japón, y el tío aparte de venir a la devolución de las llaves con su hija y el novio de su hija, por si me ponía yo farruco supongo, me puso a parir y me hizo pagarle un mes de alquiler cuando ni siquiera había dormido allí ni una sola noche. En fin, entiendo que hubiese que pagarle algo porque al echarme atrás les hice una faena, pero las malas maneras sobraron y lo cierto es que me acabaron de rematar en la época en la que acontecieron. Si pasase ahora otro gallo berrearía, y ni novios ni nueros que valgan, mecagüen.

Bueno, total, que el piso durante estos tres años ha estado a nombre de mi empresa anterior, la japonesa. Pero las cosas están tan mal que se van a declarar en bancarrota, es decir, que inmediatamente después de dar la noticia, los señores de hacienda van a congelar todos los activos de la compañía, y en los papeles aparece claramente un contrato de alquiler de mi piso. Técnicamente no es un activo, sino un servicio que el dueño le está dando a la empresa, pero sí que hay un dinero dado en depósito y además no queda claro si se presentaría gente aquí a hacernos mil preguntas a mi y al dueño, que vive al lado por cierto y eso no me hace mucha gracia. Lo mismo se planta aquí hacienda a embargarme la colección de revistas de El Jueves, y eso si que no.

Mi exjefe me llamó avisándome del lío ayer, y ayer mismo nos pusimos manos a la obra. Michiko, que es mi ángel de la guarda y que de tantos favores que me ha hecho ya no sé ni cuantos monumentos le tocan cuando me ponga a hacerlos, se vino conmigo y estuvimos algo así como cuatro horas de reloj en la agencia inmobiliaria contándoles la situación. En principio la cosa parecía fácil: cambiar el contrato de nombre, en la práctica nos complicaron todo de una manera que de hacer un powerpoint sólo se vería un cuadrado donde pone «persona extranjera» y cientodiecisiete flechas que acaban apuntándolo.

Total, después de revisar mil papeles, llamar como cuatro veces al dueño de la casa (que, insisto, es mi vecino y le veo prácticamente todos los días), otras tantas llamadas al abogado de la empresa que es un señor de gafas bajito muy majo que les explicó la situación treinta veces, accedieron a hacer el cambio con las siguientes condiciones:

– Hay que cancelar el contrato actual, mi exjefe tiene que firmar un papel y traer el sello de la empresa
– Hay que hacer un contrato nuevo a mi nombre, pero como soy extranjero y no tengo una empresa que me avale (mi empresa actual sólo está en Irlanda), hace falta aval, por suerte hay una amiga japonesa que se ofreció y a la que tengo asignados un par de monumentos también (Michiko no puede porque está en el paro, pero se ofreció la primera)
– Hacer un contrato nuevo implica que tengo que volver a pagar el key money, la gaita esa que se inventan por la cual le regalas el equivalente a un mes de renta a los dueños. Esto no es por ley, es una historia que se inventó alguien hace un montón de tiempo y lo aplican cuando les da la gana a criterio de los dueños. Esto me ha dolido, y no sólo por el dinero, ¿he dicho que son mis vecinos, que me conocen desde hace 3 años y que lo más que he liado es que por culpa de la gripe A se me olvidó pagar la renta un día y lo hice al día siguiente?. ¡Si hasta me pongo auriculares para ver la tele por no armar ruido!.
– También implica cancelar el seguro de incendio porque está a nombre de la empresa anterior y hay que hacer uno nuevo a mi nombre
– Todo esto tiene ciertos gastos para la agencia que por firmar un par de papeles me clavan el equivalente a medio mes de alquiler

Es decir, que lo que yo me esperaba, o tenía olvidado porque el contrato tocaría renovar en marzo del año que viene, me ha venido ahora mismo de sopetón dejándome las finanzas temblando y los pelos como chinchetillas apoyadas de culo. Me había planteado hasta cambiarme de sitio y estar un poco más cerca del centro para poder salir a las noches y volver en bici olvidándome del último tren, pero lo cierto es que estoy en el centro geométrico de los dojos de Karate y de Capoeira, y a día de hoy es lo que mueve mi vida, así que aquí me quedo poniendo un huevo.

El martes tengo que ir con los tariles, que los tengo de milagro, y después de otras treinta y tres firmas, el contrato de alquiler estará a mi nombre oficialmente por dos años más, aunque está por ver que va a pasar el año que viene con el visado.

Y esta ha sido, oh buenas gentes, la pisodisea contada según acaeció a los ojos del que les habla. Cuentan que después de semejante sucedido, el protagonista de la historia cambió su estado espiritual por uno más acorde al fenecer de la semana recordada con hastío hasta ese momento…

:gambi:
Ala pues

Puñetazo de malas maneras

Esta si que es buena, la noticia con la que estoy desayunando aquí el desayuno de los campeones. ¿Pues no resulta que un señor le ha pegao un puñetazo en la jeta a otro por hablar con el móvil dentro del tren?. Por lo visto, éste intelectual de 49 años estaba hasta los tamagos de uno que parece que estaba formando bastante escandalera hablando con el móvil, así que le ha debido decir que eso no son maneras. Hasta aquí de acuerdo, lo cierto es que a mi me molesta bastante cuando alguien va montando el circo y todos tienen que escuchar las tontás que tienen a bien compartir con todo Cristo estos mostrencos tocahuevos.

Pero ojo, que el otro le ha debido decir que nones y se han puesto a discutir. Tampoco nada del otro mundo, a nadie le gusta que le digan que molesta, supongo, aunque seguramente yo hubiese colgado la llamada. La movida es que al salir los dos del tren en la estación de Takadanobaba, el lumbreras que se quejaba le ha soltado una mirinda en la cara al otro que lo ha dejado tambaleando y, aquí viene el lío, que en lo que estaba medio grogi, el hombre se ha dado contra un tren que pasaba rompiéndose el brazo. Vamos, que si coincide un poco antes, seguramente se hubiese caído a la vía y game over teléfono, llamada y malas maneras de un plumazo.

Yo me he quedao flipao con el artista, del que por cierto publican el nombre entero en el periódico en vez de sólo las iniciales. Está claro que un mal día lo tiene cualquiera, y que hay mucho tontolnardo que no es capaz de respetar unas mínimas normas de educación, pero que llegue a pasar esto… aunque bueno, no tiene ni comparación con el vagón de los Gremlins que volvían de Zalla a Zorroza en el último tren en mis tiempos mozos, que hubo un tarao que le pegó un puñetazo a una fluorescente y se hizo un tajo en la mano que me estuve riendo diecinueve días y quinientas noches.

Leyendo los comentarios de la noticia, hay una cosa en la que tienen razón: algunas veces hay grupos de gente hablando bastante alto y aunque molestan más, da la impresión de que no es lo mismo que alguien que esté hablando por teléfono. La razón de esto es que se hace mucho hincapié, se insiste muchísimo en que se ponga el teléfono en modo silencioso a través de tantos y tantos carteles, o de decirlo mil veces por megafonía. Es como el ejemplo número uno de mala educación a combatir, aunque pensándolo fríamente sea una tontería bastante grande.

En Tokyo, en cuanto a ruidos la cosa no está muy clara de todas maneras. Aunque en el transporte público se respeta muchísimo, que hay veces que da hasta miedo, después hay una serie de eventos que se repiten cada día y que forman mucha más escandalera en la calle sin que nadie se queje. Pasemos lista, Calista:

– los políticos con los megáfonos en las estaciones, con sus cintas de Mister Talante y sus sonrisas falsificadas
– los de la ultraderecha que van con los altavoces a todo meter gritando barbaridades la mayoría de las veces de muy malas maneras y a volúmen megatrónico
– el pesado que pasa absolutamente todos los días a dos por hora con la furgonetilla de recoger electrodomésticos y la cinta puesta donde te cuenta todas y cada una de las cosas que te recogen, y te las vuelve a contar porque en lo que acaba de pasar por tu calle lo mismo le ha dado la vuelta a la cinta cuatro veces. Terebi, jitensha, konpyuta, nandemo kekko deeeeesu.
– el del tofu con la trompetilla (aunque reconozco que me mola el sonido, como el del yagaimooooooooo)
– los de las tiendas con megáfonos o a pelo gritando a lo loco aunque dudo que nadie les escuche en realidad
– las motos, que aquí las hay con sistema de audio, con lo que la música la escucha el que conduce y todos los demás
– lo que sale de los Pachinkos cuando se abren las puertas haría explotar cualquier sonotone en 10 km a la redonda

No deja de ser curioso que todo esto no parezca molestar, o que si lo hace no se le dé importancia, y sin embargo se le dé tanta a las maneras dentro del transporte público con tanta campaña de sensibilización. Ojo, que me parece genial, ojalá esto se mantenga y uno pueda contar siempre con estar aunque sea un rato tranquilito leyendo o sobao entero en el tren, siempre sin llegar al extremo del justiciero caraflauta este de la noticia.

Pero que hay cosas que no se entienden, también.

:regulero:

Fuente: Japan Today
Tiempo del post: hombre, éste me he tirao mi buena media horilla ahí en plan reflexión, ¿eh?, ojo


Bid Kids Camp

Toma ya, entre el título y la foto que le ha puesto mi profe de Capoeira al evento, esto promete!

n369646119861_5579.jpg

Esto no tiene desperdicio, hombre, se trata de una especie de campamento militar al que nos vamos a ir este fin de semana en Chiba. Yo no me pierdo ni una gaita de éstas, que me lo paso como el enano que soy, además que seguro que hace más calor que en el entrenamiento del frío aquél.

La cosa va de dormir en una cabaña en un árbol y actividades en un bosque que incluye:

– Camuflaje
– Formaciones de ataque
– Métodos de transporte
– Cómo descansar
– Cómo cruzar áreas peligrosas
– Reacción a emboscadas
– Crear emboscadas
– Métodos de ocultación en la jungla – bosque
– Lucha con cuchillos
– Lucha con las manos vacías
– Neutralizar vigilantes

Espero que sea un poco más suave que lo de la peli aquella!!

Hombre, a mi todo esto de la guerra como que me da igual, pero todo lo que sea echarme unas risas haciendo ejercicio, bienvenido que es, y si además aprendo algo, mejor que mejor!!! El que se aburre es porque quiere!

Una siesta echaban mi mamá y mi papaaaa
mamá se dio la vuelta y le dijo a papaaaaaaa….

DSC09623-1.jpg

¡Buen fin de semana, chavales!
:gustico: :nunchakero: :gustico:

Lo mío y de nadie más

Hay momentos de ésos que están señalados en el calendario de la ilusión, que se repiten de vez en cuando y que uno espera que lleguen con ganas, casi fantaseando con revivirlos. Si miramos para dentro, seguro que cada uno de nosotros sabe en qué latidos está echando más leña el corazón haciéndonos vivir de más equilibrando esas otras veces en que se vive de pasada.

Aquí va otra de mis teorías de filósofo de prestado, la de la importancia de lo mío y de nadie más.

Pasa mucho tiempo entremedias dejamos que la almohada descanse. Días enteros con los que pelearse antes de volver a cerrar los ojos entre sábanas. El destino, o el atino al tomar decisiones, nos habrá colocado donde estamos ahora y, elegidas o no, habrá una serie de personas que forman parte de nuestras vidas. Estará la familia, nuestra pareja, nuestros amigos… y los secundarios, como la chica de la tienda de la esquina o el jefe de estación de cuya voz de pito no logramos olvidarnos. La gran mayoría del tiempo haremos lo que se supone que tenemos que hacer en cada caso y cogeremos el coche, o montaremos en un tren que nos llevará hasta la oficina donde los de siempre nos esperarán donde siempre para hacer más o menos lo de siempre.

Claro que habrá novedades, menuda vida sería si de vez en cuando no hubiese algo distinto. Se cambia de trabajo, de casa, de pareja… la situación, la vida cambia pero siempre se vuelve a estabilizar, a enrutinar. Yo diría que al final, muchos momentos del día, si no son la mayoría, nos son robados de alguna manera. Hacemos lo que tenemos que hacer, haya o no ilusión de por medio. Las horas de oficina, por ser mayoría, están arriba del todo en la lista y eso que a mi me encanta mi trabajo.

Después hay otro tipo de momentos, están esos en los que realmente hacemos lo que queremos, o lo que nos dejan, pero con la gran diferencia de que elegimos nosotros. Al día no suele haber muchos de éstos debido a que no queda tiempo libre, aunque yo siempre he sabido encontrarlos. Ahora mismo no me cuadraría un día en el que sólo hubiese trabajado, por ejemplo, e insisto en que me gusta mi trabajo (insisto, y no porque me lea mi jefe, que el hombre no sabe castellano). Y muchos momentos de este tiempo de descuento, serán compartidos con la familia, con la pareja o con los amigos. Una película, un paseo, unas cervezas con sabor a libertad que en compañía son mejores…

Dependiendo de lo afortunados que seamos, llegará un día en que compartiremos vida con otra persona y quizás hasta tengamos hijos. Nuestra rutina ya no será sólo nuestra, sino que será compartida con todos los demás: habrá momentos de felicidad que serán más felices por ser entre más de uno, habrá problemas y habrá muchos momentos sin demasiada relevancia.

Pues aquí va mi teoría: todos necesitamos algo que sea sólo nuestro y de nadie más. Algo que nos guste, que nos llene, que nos rete a nosotros mismos para que peleemos, en solitario, por superarnos de cuando en cuando, algo que nos identifique y que nos haga sentirnos más vivos, más nosotros. Porque creo firmemente que de otra manera la balanza no estará equilibrada y acabará cayendo del lado que no se suponía que debía caer, por muy bien que parezca que estaban las cosas.

O eso me parece a mí.

Y últimamente me lo parece más después de saber que mi ex-jefe ha vuelto a tocar el piano ahora que ha cerrado la empresa, o que una amiga ha vuelto a escribir cuentos para niños ahora que le han echado del trabajo después de diez años. Los dos ya han buscado un nuevo trabajo, pero también se han reencontrado con lo que la rutina les quitó y que ahora ha vuelto a ser suyo e, importante, de nadie más. Aunque en estos dos casos se haya tenido que desmoronar mucho de lo demás para provocar que mirasen a los ojos del que sale en sus espejos a ver que faltaba, o quizás había faltado siempre en realidad.

Pues sí, lo nuestro que es nuestro y debe ser sólo nuestro. Porque luego, a parte, está todo lo demás que puede ser felizmente maravilloso o un completo desastre, pero por si acaso ahí está esa constante de felicidad que hará de múltiplo de lo bueno y de divisor de lo malo en la ecuación del paso de los años en los que la otra constante siempre es la del tiempo, y a esa no hay manera de contrarestarla.

O no, véte a saber… pero mira, el caso es que a mi me viene funcionando desde no sé cuando y me acabo de dar cuenta ahora que no podría tolerar que nada ni nadie me lo quitase porque me convertiría en una versión de mí mismo partida por la mitad. Y lo sé porque ya ha pasado.

DSC_0079-2-1.jpg

Días extraños

Días en los que no hace ni frío ni calor, ni deja de hacer ambos, horas raras que parecen pasar sin ganas junto a otras que son segundos. Desde que trabajo desde casa, todos los días vienen con la misma cara, pero yo acepto el desafío de cambiársela haciendo trucos de magia a la rutina. Cambio horarios de Karate, de Capoeira, voy por las mañanas, trabajo por las noches y al revés o cocino cosas nuevas… todo con tal de que un día no sea igual que el anterior o me volveré loco aquí solo.

Japón está por la parte de fuera de las ventanas, anécdota irrelevante cuando uno está en su casa dándole a las teclas. Ya no hacen falta combinis, ni trenes con legañas, ni pañuelos de propaganda, ni ruidos de Pachinkos, nisiquiera cervezas de antes de volver porque ya no se sale, siempre se está aquí.

Raro es ya dar los buenos días a alguien en estos días raros donde no hay nadie.

Claro que tiene sus ventajas, sería tonto si no las viera y bobo si no las aprovechase. Hace mucho que no peleo contra el sueño delante del ordenador aparentando saber lo que estoy haciendo, si esto pasa, duermo, aquí mismo a un par de metros de la mesa, y me despierto fresco para seguir. Cada hora me levanto de la silla y preparo otra tetera, y hago algo de Karate delante de los espejos, o un poco de pesas, o trato de que me salga alguna voltereta nueva de Capoeira, es mi versión personal de «ir al café». Si en esto de programar se me complica algún problema más de la cuenta, me pongo el pantalón corto y un niki y me voy a correr por mi barrio, o hasta Honmonji y normalmente al volver veo la solución justo delante de mí.

DSC_0329-1.jpg

Ahorro dinero, mucho, en transporte y en comida, y además estoy comiendo mucho más sano: no hay visitas al combini a por comida prefabricada, hay visitas a mi nevera repleta de fruta o al cocedero de arroz siempre medio lleno, ahora mis tentempiés son cuencos de arroz y manzanas en vez de sandwiches o patatas fritas. Y no me dejo cerca de cuatrocientos yenes cada vez y mi cartera y mi cuerpo lo notan, y bastante.

DSC09488-1.jpg

Pero también hay desventajas; la primera y más importante de todas es no ver a nadie en casi todo el día, hay veces que se siente triste que después del desayuno uno se plante ya en la mesa hasta bien entrada la tarde sin articular palabra. El sólo hecho de ir por las mañanas a la oficina ya tenía implícito el contacto humano… ya no hay miradas que se cruzan ni voces de fondo.

También he perdido el contacto con la actualidad: apenas veo la televisión, pero a nada que me acercaba al centro podía ver qué se estaba cociendo gracias, sobretodo, a los carteles de publicidad y a las televisiones del tren. Mis destinos entre semana no van más allá del supermercado y los dojos, y ambos están a menos de 15 minutos de mi casa así que ya no voy con la cámara de fotos en el bolsillo del pantalón porque no hay novedades que retratar y contar.

DSC09519-1.jpg

Así que son días extraños. Días centrados en tres actividades sin apenas interferencias: trabajo, Karate y Capoeira.

Bien mirado, si hace unos años me hubiesen dicho que iba a vivir en un piso en Japón, que iba a trabajar programando desde casa, y que iba a poder ir todos los días, a veces incluso dos veces al día, a clases de Karate en uno de los lugares del mundo donde más saben del tema… no me lo habría creído. Y lo de Capoeira ni te cuento.

No dejan de ser horas como ajenas a mí que seguro que dejarán de serlo pronto y yo las echaré de menos porque, de mientras, me he puesto en la mejor forma de toda mi vida mientras que el trabajo sigue adelante quizás más rápido que cuando iba a la oficina.

No me quejo, no me quejo en absoluto, es cuestión de acostumbrarse. Pero sí que tengo un favor que pediros: si conocéis a alguna así como para mi que venga de vez en cuando a leerme un cuento…

La liada del Freshness

Esto pasó hace mucho tiempo cuando Bea y yo estuvimos en el año 2001 por los Tokyos. No recuerdo si fué exactamente un Freshness pero sí que sé que no era un McDonalds, y tampoco tengo muy claro en qué barrio estábamos aunque me suena que fue cerca del estadio de Sumo de Ryogoku.

El caso es que pedimos un par de menús de los típicos con sus hamburguesicas, sus patatas y sus bebidas que nos sacaron en la bandejica esa. Yo, que soy un caballero de los que no quedamos, me dispuse a subir las escaleras con la bandeja en la mano cuando me tropecé y tiré todo a tomar por cleta. La lié parda, la bandeja por un lao y yo por otro… no me llegué a caer, pero dejé una bonita alfombra de patatas, desparramiento con ketchup de carnaca de hamburguesa, hielos y mucha mucha cocacola por todo el lugar, incluyendo paredes.

Recuerdo que me quedé blanco, que había un grupo de japoneses en una mesa que se descojonaban a carcajada limpia señalándome y que en lo que me quise dar cuenta tenía a dos o tres empleados del local limpiando el cristo que había montao. Mi primera reacción fue disculparme, claro, y la segunda ponerme a recoger con ellos para salir de allí lo más rápido posible y tratar de que mi cara recuperase su color blancuzco habitual. Para nuestra sorpresa, uno de ellos no me dejó limpiar nada, nos dió un número y nos condujo hasta una de las mesas de la planta de arriba dándonos a entender que no pasaba nada, que no nos preocupásemos. Al de un rato nos subió exactamente el mismo menú que habíamos pedido, y que yo había escanciado tan cordialmente por todo el local con mi entrañable salero moreno. Saqué la cartera para pagarlo de nuevo, pero no me dejaron, era como si no les cuadrase que quisiese pagar lo que no había podido comerme.

Nos zampamos el tinglao, seguro que a todo meter, y cuando bajamos las escaleras, que ya estaban limpísimas, yo me disculpé de nuevo pero todo eran caras amables. El grupo de japoneses que se descojonaron, se seguían descojonando señalándonos pero en plan majos como diciendo: «hay que ver el circo que has liao ahí en un momento, mozalbete chatuno!!!»

Mira por donde que a pesar de haber montao la de San Quintín, nos fuimos para casa con una sonrisa de oreja a oreja. Y así fue como nos dimos cuenta, a lo Steve Urkel, que era verdad eso que contaban de que en Japón el servicio era de otro planeta.

DSC_0014-1.JPG

Contac

Ésto que suena a peli del Van Damme (por cierto andandará este hombre :viejuno: ), es una medicina típica para la gripaca catarrera. Vamos, un coctel ahí de vitaminas de todas las vocales para que la moquera se nos caiga un poco menos, el equivalente a nuestro Frenadol que hacer no sé yo si hará mucho, pero uno como que se cree el cuento y se pone bueno antes.

Yo comí capsulicas de éstas como lacasitos cuando lo de la gripe A, que compraba los packs en lotes y hasta me dieron premio y todo…

DSC09260.JPG

El caso es que en la Yamanote en invierno siempre ponen un anuncio de dos samurais que a mi me parece graciosísimo y mira por donde que finalmente he dado con él:

Pero es que resulta que de tan famoso que es el anuncio, que yo lo llevo viendo dos o tres años seguidos ya, hay hasta montajes destamaganates!! atiende que enchufo los vídeos:

Ahora sale uno de un salaryman con un grifo por nariz que va el Mr.Contac este y se lo cierra, pero no lo he encontraooooooo, gomen ne!

:regulero:

¡Buen fin de semana!
:gambi:
¡besicos!

Flamenco en Shinjuku

El domingo nos fuimos a un festival de flamenco en Shinjuku, lo cierto es que no dábamos un duro por él porque para ser sinceros, a mi esto del flamenco me pilla muy a desmano, pero mira, me sorprendió muy gratamente. Se trataba de distintas actuaciones en colaboración con academias de baile de Tokyo, y habían venido bailaores y cantaores desde las Hispanias.

De haber ido comidos, seguro que habríamos durado hasta la segunda parte donde salían los bailaores españoles, pero decidimos escamparnos antes de que el rugido estomaguero maladase el espectáculo.

Aquí va un resumen de las actuaciones que grabé, ya digo que me moló bastante. El cantaor y el guitarreaor son españoles, el resto japonesas floridas, que yo sepa:

Eso sí, a la que nos dimos cuenta teníamos media bañera ramen en la buchaca!

foto.jpg

PD: :ojetepalinvierno:

Tirando la silla vieja

No os creáis que sólo el Zordor y el Lorco han arramplao cosas de mi oficina, que el que parte y reparte se lleva la mejor parte y yo me he montao un tinglao digno de ver con calma, menudo puesto de mandos, manos me faltan para controlar todo, ¡¡manos me faltan!!

Así para empezar he teletransportao tal cual mi mesa de la oficina a casa, cajonera y silla de ruedas incluidas, y claro me sobraba lo que ya tenía… pero ojo que aquí no se pueden tirar las cosas tan alegremente, hay que pagar para que se las lleven, y tiene su aquél y su queseyó a tener en cuenta.

Para empezar, tienes que llamar por teléfono al distrito al que perteneces para decirles que tienes algo para tirar y ellos te dicen qué pegatina tienes que comprar dependiendo de lo que sea y de lo grande que sea. También te preguntan dirección y teléfono, y te cuentan el día en que pasarán por tu casa a arramplarlo.

Después te tienes que ir a un combini de la zona a comprar la pegata, ojo que no vale cualquiera, tiene que estar dentro del mismo distrito… yo me fuí al que está cerca de la oficina y la señora, que es colega y sabe que no vivo aquí, me dijo que no me la daba, que no valía (también me dijo que ya que estaba que me llevase unos vales de descuento que tenían, jaja, que maja es ésta también!)

Así que tu compras la pegata, le pones tu nombre y se la plantas al elemento en cuestión después de escribir también tu dirección. Esto se tiene que sacar el día de autos antes de las ocho de la mañana a la puerta de casa, intentando que no estorbe mucho, y ya si eso se lo llevan si tienen a bien los señores empleados recogedores de estorbos ajenos.


En mi casa ya hay una silla de verdad, y no la cosa esa que tenía un muelle o algo que se me clavaba en la pierna derecha a la que me giraba!

Ahí va lo que tiraron el otro día al lado de la ofi:


¡¡ Buen fin de semana !!
¡besicos!
:gustico: :gambi: :gustico:

Máquina expendedora de libros

El domingo nos fuimos a un onsen, menudo plan teníamos que aparecimos en una estación a tomar por saco del lugar en cuestión… y ni eso lo hicimos bien que llegamos todos tarde y hubo uno que se confundió de estación.

Bueno, al final después de trescientos cambios de tren y un ratico en bus llegamos y nos cocimos, y cuando nos quedamos en tamagos, todos los habitantes del lugar experimentaron una nueva dimensión en lo que a pelos en el cuerpo se refiere: íbamos con el abrigo puesto, en el pecho teníamos todos un monte quemao, las piernas llevaban calentadores de serie, los culos venían acolchados… aquello era el cuarteto’l mechón descuadrao, porque eran mayoría en el grupo los que llevaban las ideas descapotadas, salíamos de las máquinas de chorros con tirabuzones en la espalda, si nos diese por donar material, Flex se declara en quiebra mañana mismo…si es que nos hacen falta dos manos para rascarnos: una para apartar la espesura y la otra para llegar a la piel, esa piel que ha visto menos el sol que los Fraguel, que si fuésemos un bicho de los de Avatar podríamos enchufarnos al dragón que vuela de cualquier manera porque coletas salen hasta de los rincones más recónditos de la selva amazónica ésta que lucimos todo frondosos.

Total, que del onsen no tengo fotos porque la rosaleda todavía no me da para cubrir la cámara, pero resulta que de camino a la estación que no era, me encontré una máquina expendedora de libros en Ebisu (toma giro argumental!!!, aprende John Locke!!!!)

También había una de periódicos, pero eso ya es más normal.

¿Habíais visto máquinas de estas donde vivís vosotros?

Y lo que es infinitamente más importante,
¿estáis de acuerdo con el dicho de …

:comillo:
hombre sin pelo en el pecho
no es un hombre,
¡es un deshecho!
:comillo: ?

:ojetepalinvierno:

Mis vergüenzas

Todos tenemos las nuestras, pero yo voy y las cuento porque me hacen gracia y no es justo que esto no se comparta con el mundo.

Ahí va un recopilatorio de mis vergüenzas desde que llegué a los Tokyos:

– Tuve la gripe A esa y todo envalentonado por haberme recuperado salí el sábado de la misma semana a un izakaya con unos amigos. Esa noche no bebí demasiado, pero me dió un chungo muy chungo y a partir de las doce de la noche no me acuerdo de absolutamente nada. Por lo visto me metieron en un taxi, el taxista me cobró cogiéndome el dinero de la cartera y me subió a la puerta de casa, no tengo claro si me metió dentro o no. He visto fotos de esa noche y no me las creo. El viaje en taxi está totalmente borrado de mi mente.

– Otra vez quedé con un grupo de paisanos que no conocía y que venían a Tokyo de vacaciones. Resulta que me vinieron a Shibuya una manada de adolescentes creciditos con licras que no dejaban de decir que iban a quemar Roppongi y a entrar a todas las chicas que se cruzasen. Al de diez minutos Akira y una amiga, que se vinieron conmigo, y yo dijimos que nos teníamos que ir por trabajo y acabamos cenando los tres en un Yoshinoya.

– Una vez hice un experimento con lejía para tratar de quitar unas manchas muy chungas en un niki blanco. Después lavé todo junto con un pantalón vaquero sin darme cuenta, pero el pantalón no salió blanco. Sin embargo, estando en la oficina me fuí a levantar y se rompió de lado a lado por la entrepierna. Eran las diez de la mañana y tuve que hacer el ninja para que no se enterase nadie hasta la noche. Eso sí, volviendo en bici entraba un biruji que madre de Dios…

– Una noche ligué y todo. Era una chica jóven muy guapa que cuando nos fuimos cada uno a nuestra casa por la mañana me dijo que estaba casada, pero que odiaba a su marido y que si nos podíamos seguir viendo. Yo casi salgo corriendo.

– Últimamente no estoy quedando con gente que no conozco aunque me insisten para que les lleve a algún sitio. He conocido a personas muy majas de ésta manera que contactan a través del blog, pero no sé, como que ahora prefiero dedicar el escaso tiempo libre que tengo a mí mismo… supongo que se me pasará, espero que no os enfadurrieis conmigo.

– Una vez, al principio, me monté en un tren por la noche, pero me equivoqué de sentido con la mala suerte de que me quedé dormido y no me dí cuenta. Desperté al de bastante tiempo en un sitio del que no tenía ni idea, y no había más trenes, así que me puse a buscar un hotel, pero no encontré ninguno. Acabé durmiendo en un karaoke donde tenían una oferta para estar toda la noche por unos 5000 yenes, con bebidas incluidas. Las dos primeras horas canté yo sólo mientras bebía cervezas, el resto del tiempo lo pasé durmiendo la mona. Al día siguiente tenía una resaca que me moría y estaba ronco.

– Justo después de sacar las fotos para el trípode botellil , venció el peso de la cámara que se estrelló contra la mesa con todo el objetivo por morros. Durante un mes el enfoque automático no funcionaba bien, se atascaba el motorcillo hasta que, de perdidos al river, le metí otra hostia y volvió a funcionar.

– El mes pasado se me olvidó pagar la renta y la casera vino a casa al día siguiente a pasar revista. Esto ha pasado justo en el momento en que la empresa que me avala va a cerrar y estábamos a punto de pedirle, después de tres años siendo puntual, que me aceptase a mí mismo como aval. Le pedí perdón de mil maneras y puse de excusa lo de la gripaca, que tampoco era del todo mentira porque entre eso y el flashforward que me dió, no sabía ni donde estaba.

– Al principio de todo compré futones, cortinas y muchos utensilios para la cocina en un Muji. Llevé todo como pude a la caja y la chica estuvo poniendo todo en bolsas muy bien preparadas con unas asas de plástico para poder llevar todo bien. Cuando fui a pagar con la tarjeta de crédito, la máquina la rechazaba todo el rato y yo no tenía dinero en efectivo. Lo intentamos un par de veces más pero no había manera, así que le dije a la chica que me iba a un cajero y que volvía en un momento. Lo cierto es que no tenía cuenta en un banco japonés y la transferencia que estaba esperando para la tarjeta Visa no había llegado todavía, así que no volví nunca… hay un Muji en Tokyo que está vetado para mi.

– Una tarde le metí una patada en el estómago queriendo a un tío de Karate que me caía muy mal y que ya se llevaba pasando de la raya con comentarios despectivos bastantes días. Era un combate, así que tenía excusa, pero le dí con todas las de la ley, le dejé boqueando y para acabar de dejar las cosas claras, le marqué un puñetazo en la cara justo después, aunque no llegué a dárselo. A partir de ese día, no volví a escuchar ni media palabra.

– Un día iba con la bici cerca de casa y me puse a andar sin las manos en el manillar en plan todo chulo. Perdí el equilibrio y me metí una hostia como un pan, pero me levanté a toda leche y seguí mi camino haciendo como que no pasaba nada. Me vió medio barrio y la rueda de alante de la bici hace unas eses muy graciosas desde entonces.

– En casa siempre tengo el equivalente japonés al Almax, porque mi estómago es bastante delicadillo, sobretodo después de zamparme dos tabletas de chocolate del tirón. Una noche me desperté a las tantas con unos ardores que eran radioactivos, así que fuí al combini de la esquina, pero no tenían los que yo me sabía. Compré otros que salía un dibujo de un estómago sin saber que era un laxante. Me tomé uno y al de un rato otro porque no se me quitaban los ardores… y no se me quitaron, no…. Eso sí, casi me quedo tísico.

– Keri en japonés significa «patada», pero en Karate si lo combinamos con alguna palabra anterior que indica qué tipo de patada es, se lee «geri». Por ejemplo: «Mae Geri» o «Yoko Geri» que significan patada de frente y lateral respectivamente. Resulta que «Geri» por sí sola significa «diarrea» y yo me tiré toda una mañana de sábado diciéndole a mis compañeros que estaba preparando mis técnicas de diarrea para el examen de cinturón negro. Así se lo pasaron los cabrones que no me dijeron nada pero se partían…

Y hasta aquí puedo leer, que luego todo se sabe…

:ojetepalinvierno:

La excursión del sábado

El sábado me invitaron a una excursión de éstas que te llevan a hacer un tour por Tokyo, y el caso es que por algo así como 2000 yenes nos llevaban a unos cuantos sitios en bus prácticamente durante todo el día.

Ésto estaba organizado por Tokyo Gas, así que el asunto era que si aguantabas una charla que te daban en sus instalaciones en Shinjuku, ellos te llevaban por ahí de viaje. Así que allí estuvimos prácticamente una hora dentro de su edificio viendo distintos prototipos de cocinas, sistemas de seguridad contra terremotos u incendios, técnicas de ahorro de energía… en fin, lo típico a lo que te pueden llevar con una excursión de la escuela. La verdad es que, salvo el tour por los diferentes tipos de cocinas que casi me quedo sopa, el resto estuvo interesante.

Después de eso, nos llevaron a comer al Hotel Hyatt de Shinjuku, ni más ni menos que a la planta 41. Este es en el que se queda el cazafantasmas viejuno en Lost in Translation (que el tío está todo viejuno pero sigue teniendo una cara de chiste que pa qué!!)

DSC01013-1.jpg

Bueno, pues allí nos subieron al restaurante donde un tío te venía y te ponía la servilleta en las rodillas y te recogía las migas de pan a la que pestañeabas. Zampamos un menú que estaba buenísimo incluyendo un postre de chocolate que yo me quedé chato y todavía ando intentando deschatearme…

Y aprovechando que teníamos un rato, yo me puse a sacar alguna foto desde allá arriba, que seguramente no vuelva yo en la vida ahí…

Después de ésto, nos llevaron a Asakusa donde hacen unos dulces tradicionales que venden allí mismo, pero resulta que en la planta de arriba tienen el tinglado preparado y te enseñan a cocinarlos!!. Así que allí estuvimos haciéndonos los dulces que después nos llevamos para casa… pero esto ya si eso lo cuento otro día en condiciones porque resulta que nos dieron un kit para poder hacerlos en casa y esto es menester grabarlo en un vídeo para que veáis cómo se hace!