Jueves 8 de Octubre – The tifón blues 
Se ha tirado toda la noche lloviendo con una escandalera del carajillo, pero yo he dormido muy bien, supongo que por la fiebre ésta que me tiene más amodorrao de lo normal.
Tengo un mensaje de Michiko, que está parada en Ebisu, que la Yamanote ya no tira pal monte ni nada, que está más quieta que el Hachiko. Decido tomármelo con calma.
Desayuno bien, me tomo la temperatura y sólo tengo unas décimas. Marcho a la oficina, llego sin problema mientras el tiempo ha cambiado radicalmente convirtiéndose en casi verano, las nubes se han ido todas para Korea por lo menos, el Kim Jon-il ese debe andar con chubasquero ya.

![]()
Estoy sólo, así que trabajo a mi aire pero al de un par de horas noto la cabeza salerosa, seguro que tengo fiebre otra vez. Me vuelvo a casa. Efectivamente, 38 y medio de fiebre. Aspirina y a dormir soñando con tabehodais de kitkatses.

![]()
Viernes 9 de Octubre – The tontuna’s fever 
Sigo con fiebre que a veces sube y a veces baja, como la bilirrubina, el yen y el ojo izquierdo del Dioni. Decido ir a la farmacia y nada más entrar empezamos bien…

![]()
En fin, mejor gatostiable que toscamuerto, así que sigo y le cuento al señor calvo de gafas el asunto:
– Señor profesional de la bata, que es que tengo fiebre, pero no me duele nada, ni la garganta, ni el estómago ni nada, ni mocos tengo, esto es más raro que el bote verde ese que vendes ahí.
– Bua, nada hombre, tu te tomas esto y te pones bueno en un chotto, tu matte y ya verás como te pones más flamenco que ni wakaranai.
– Gracias señor farmaceutico de gafas!
– De nada, señor cliente con ojos agarbanzaos! vuelva otra vez pero estando bueno y cómpreme potingues kudasai!
– Hombre, claro! Pero el bote verde no que no me fío
– Haces bien de gozaimasu

![]()
Me enfutono tomándome la pastilla roja de Matrix, pero de dos en dos. A ver si hay suerte y llaman dos Trinitris a la puerta también, con sus dos pantaloncicos de cuero negro, sus cuatro… buff, ¡dormir dormir!
Pero antes es hora de tomar una decisión: si mañana por la mañana tengo fiebre, ¿voy al baile? y decido que voy aunque se me caiga una oreja y el huevo izquierdo…
¡yo salgo ahí aunque escuche en mono
y ande escorao como hay Budarro en Ushiku !

Me duermo y allí no aparece Trinitri, ahora que tampoco ha venido el feo de Morfeo alias «The CuloBostezos», así que mejor dejamos las cosas como están.
Sábado 10 de Octubre – The virginity loss 
Después de dormir como trescientas veinte horas me levanto fresco cual grácil cogollo Tudelano, no tengo fiebre, pero sí unas barbucias y unas bolsas en los ojos que parezco el hermano flaco jóven y con pelo de Bud Spencer.
Me enducho y hago ronda por todos los botes que encuentro: champú, acondicionador, jabón, crema para las ojeras… hasta un líquido azúl que yo creo que es loción hidratante pero que nunca he tenido claro, hasta eso me echo que huele bien.
Afeitao y con medio bote del desodorante ese que no fona muy bien en cada alerón salgo de casa camino de Ikebukuro. Más nervioso que un oso en Corporación Dermoestética, vete a saber lo que va a pasar ahí.
El responsable de mi fila me llama por teléfono porque ya voy llegando un minuto tarde, madre mía, empezamos bien. Allí está todo kiski ya. Nos vamos a cambiar a unas escuelas o algo parecido, allí un compañero me escancia un bote de gomina por la cabeza y me pone cresta a lo Ford Fairlane, que empitono hasta por la nuca, que me ve Elvis y hace pucheros. Después una compañera me maquilla los ojicos y la gente dice que estoy kawaii, (de kakkoii nada, vaya cruz).

![]()
Vamos a un parque, estiramos y ensayamos el baile, ojo que todo el mundo tenga claro a qué número hay que levantarse y qué parte del triángulo ese hay que hacer.
¡Ojo ojo, no vayamos a liarla que nos está viendo todo el mundo,
mecagüen la okaasan que parió a Penekechan, tengamos ojo aquí!

Ya nos toca bailar. Estoy nervioso, mucho, me tiemblan hasta los pelos de las orejas. Pero al segundo de empezar la coreografía, la cosa fluye sola. De refilón veo al público que sonríe y algunos nos señalan: «anda, extranjeros, qué cucos» pensarán, yo sonrío más. Pongo cara de encabronao en los movimientos que son bruscos y me río mucho en los demás. Me doy cuenta de que estoy disfrutando como nunca y cuando toca el paso ese en el que nos juntamos todos agachados corriendo, grito «ike ike ikeeeee» desde la parte más baja del estómago, madre mía, no es que esté metido en el papel, es que el papel me lo he comido con patatas hace un minuto, no te acerques que muerdo.
¡El jibun no kimochi Tosca style!
Sore sore sore soreeeeee





Acaba el primer baile y con él mi bautismo yosakoiero publiquense. La gente aplaude, gritamos «arigato gozaimashita» salimos corriendo saludando al público, que sigue aplaudiendo. Me siento pletórico, los nervios hace tiempo que se han evaporado, deben andar persiguiendo al tifón camino de Korea, a ver si no le llueven encima al Kim no vaya a ser que se ponga más cardiaco todavía y le dé al botón de tirar pepinos.
Al primero le siguen un puñado más de bailes con gritos, sudores, emociones y huevos en proporciones aleatorias. Ya dejaremos eso del cansancio y las agujetas para otro día, que ahora toca sentir otras cosas que hace tiempo que no sentía, o que quizás nunca había sentido. Y me gusta, vaya si me gusta.
Nerea, Guille y Miguel están ahí de soporte, otra razón más si cabe para hacer las cosas lo mejor que se pueda aunque sé que yo ya tengo trofeo asegurao: las cervezas de después, porque una biru es una biru esté uno vestido de Obispo o no.
Cuando ya llego a casa y cuelgo el traje en la percha, me siento en el suelo y me quedo mirándolo sonriendo. Pasa no sé cuanto tiempo y por fin me puedo quitar, un poco sólo, la cara de tonto. Me meto en el futón y doy por clausurado el día cerrando los ojos lo más fuerte que puedo para intentar soñar que las ocho horas que voy a dormir se pasan en una y que en un poquito, en seguida, en nada estoy otra vez dando saltos y voces y sudando, de contento, por los poros.
¡ Y todavía queda el mejor día, el Domingo! 
