El viernes cuando me puse a leer las noticias y ví que se había muerto este hombre, me quedé flipao. Siendo sinceros, me quedaría igual de flipao si me enterase que se ha muerto Bud Spencer o Murdock el del Equipo A. Es decir, que no he sido nunca un admirador compulsivo y la verdad es que ni me va ni me viene demasiado, pero forma parte de los recuerdos de mi infancia y adolescencia gambitera.
Si entró en mi vida es porque los medios se encargaron de que yo supiese quien es, poniendo a todas horas sus videos musicales, que me flipaban de pequeño. De sus canciones, ni fú ni fá… seré raro por decir esto, pero me da igual, el que escribió sobre gustos es un prepotente, tampoco me gusta el fútbol y soy muy feliz así. Los insultos los podéis dejar en los comentarios, que con wordpress es facilísimo borrarlos.
Bueno, pues esos mismos medios que metieron al zombi de thriller en mis pesadillas, se encargaron después de ponerle a parir diciendo mil barbaridades y al final teníamos todos una imagen de un señor con la cara blanca, la nariz deformada y mascarilla que enseñaba a un niño que casi se le caía desde un balcón.
Yo ni me creía lo que decían ni me lo dejaba de creer. Igual que si me dijesen que Murdock o Bud Spencer son gays (aunque lo de éste último sí que me costaría creérmelo). Vamos, que yo eso de idolatrar no lo llevo muy allá, si acaso al señor Morinaga y sus tabletas de chocolate.
Ese mismo viernes yo fui a la oficina como siempre, esperando que pasase el día lo más rápido posible. Enchufé cadena 100 en el iPhone y ale, a programar. Mar Amate me mandó un mensaje, que si me podían llamar para hablar de cómo se ha vivido la muerte de Michael en Japón, yo le contesté que no tenía ni idea porque ni siquiera había puesto la tele, y por la calle camino de la ofi no había visto a nadie haciendo el moonwalker, pero me dijo que les seguía valiendo que les dijese esto porque es lo que yo ví, así que me llamaron y eso dije.
Desde ese día pues supongo que lo mismo que en cualquier país del mundo: la tele totalmente monopolizada sobre la noticia con fragmentos de sus videos musicales y a poder ser la mayor cantidad de fotos posible con el pobre hombre entubado medio inventándose rumores sobre su muerte.
En Tokyo todo normal… menos el sábado por la noche que me encontré a un montón de gente en Yoyogi, con camisetas y fotos de Michael y velas puestas en su honor. Había gente que sobreactuaba llorando delante de cámaras de televisión, y gente que lloraba de verdad al abrigo de la oscuridad quizás con lágrimas provocadas por la luz de las velas.
Otros imitaban sus bailes mientras un corro de gente cantaba alguna de sus canciones, y muchos reían y disfrutaban de aquel sencillo y espontáneo homenaje.
Aquello me pareció la forma más humilde, preciosa y sincera de honrar la memoria de Michael. Hasta yo volviendo a casa iba silbando la de Billy Jean, y la habría tatareado más allá del estribillo de haber sabido como sigue.