Resulta que en Tokyo hay un barrio que se llama Akasaka, y mira tu por donde que se les ha ocurrido abrir un restaurante ninja. Como era de esperar, Ikusuki ha tenido a bien sacrificarse por el bien de todos sus lectores e ir a ver qué se cocía (y freía) en tan extraño lugar.
¡¡ La cosa tiene huevos !!, resulta que es todo sorpresa tras sorpresa, menuda comedia tienen allí montada!!
Entras, bajas unas escaleras y de repente no hay nada más que paredes, vamos que no ves el restaurante y las mesas por ningún lado. Entonces la chica de la recepción da dos palmadas, y se abre la pared por una esquinilla y te sale un tío disfrazado de ninja.
El tío te dice que le sigas, que empieza el entrenamiento, así que le sigues subiendo y bajando escaleras por un pasillo estrecho, teniendo que agacharte en algunos momentos porque el techo es bajito… hasta que se acaba el suelo y en vez de camino, hay agua, vamos que no se puede seguir por ahí!.
Pero no preocuparse!!, el ninja va y da dos palmadas, pone los dedos como en las peliculas, pega cuatro gritos y coge y se baja un puentecillo!!! jajaja.
Cuando por fin llegas a la mesa, el tío te dice que ha sido un buen entrenamiento, jeje, y te da el menú.
La mesa tiene el botón de llamar escondido por ahí debajo, así que tienes que buscarlo y cuando lo encuentras y lo pulsas, el tío en vez de venir por la puerta, te aparece por donde menos te lo esperas: saca la cabeza por la ventanuca que hay, o abre la pared de detrás, que resulta que es corredera… menudos sustos!
Y cuando ya llevas algunos platos, entonces se te presenta un señor distinto, aunque también vestido de ninja y se pone ahí a hacer trucos de magia, pero todo lo hace como si fuesen técnicas ninja, vamos, haciendo un número muy gracioso y original.
Y cuando te marchas, te llevan por otro camino distinto al «entrenamiento» del principio, esta vez mucho más corto y normal, y el ninja que te acompaña hasta la calle, va y hace una pirueta super chula y te despide con un cartel de «Vuelva otra vez».
Es un sitio al que hay que ir, pero yo aviso que es caro como él sólo. Fácilmente te puedes dejar ahí más de diez mil yenes a nada que comas cuatro gaitas, pero el rato que pasas y lo chulo del sitio merecen la pena. Aunque una y no más, santo Tomás, que no está la hucha para muchos alardes…