El segundo combate

Después de la media decepción del Kata, resulta que había que esperar hasta las tres y media de la tarde para los combates, así que todo el mundo se fue a comer. Yo pensaba hacerlo con mis compañeros, pero como al final yo era el único que tenía a esa hora, ellos o ya habían comido o estaban compitiendo.

Con lo que me compré algo suave para comer, y me senté a ver otros combates y tratar de fichar un poco a la gente. Neki estuvo un rato largo sentado conmigo y la verdad es que agradecí un montón estar allí cascando como si la cosa no fuese conmigo. Hasta que media hora antes decidí bajar para calentar un poco y, de paso, pedir un casco que iba a necesitar y que me dijeron que me dejaban por allí.

El casco es para verlo, no sólo te protege los lados del melón, sino que tiene un plástico ahí por delante para que si te aterrizan una ondonada, no te disloquen el jerol. Esto está muy bien, pero la primera vez que me lo puse pensé que era lo más incómodo del mundo!!! Para empezar no oía nada, y encima se movía muchísimo, y con la respiración se empañaba!!

No me gustó nada la idea de llevar la caja de galletas esa puesta en el cabezón, pero nada nada!

Así que para acostumbrarme, yo me lo ponía diez minutos antes de mi combate
Bueno pues a las tres y media nos empezamos a juntar los que íbamos a competir en el punto en el que nos citaron. Lo que hacían era pasar lista e iban uno a uno asignando colores: tú el rojo, tú el blanco, tú rojeras, tú blanqueras… A mi siempre me ha tocado el blanco, y mira que el rojo es mi color favorito, cagüen!.

El caso es que allí no aparecía nadie, y en el tatami donde nos tocaba competir no habían hecho nada más que empezar unos chavales, así que teníamos para largo. Yo me estaba quedando neke (que no Neki), y hubo un momento en que me senté en un banco y yo creo que cabeceé ahí un par de veces, ahora que lo pienso me tendría que haber puesto el casco no fuese a ser que me estampara contra la pared.

Cuando por fin apareció el jefe con la lista, había pasado más de una hora y entre que eramos un montón de ellos y que alguno no aparecía y lo llamaban más veces y que si tal y cual, aquello empezó por lo menos hora y media tarde. Yo ya no tenía ni nervios, estaba más dormido que otra cosa. De hecho estaba pensando seriamente en ir a tomar un café o algo porque de verdad que lo estaba pasando más mal que cuando me dio por leer el señor de los anillos e iba ya por la cuarta hoja (no pasé de ahí, por cierto).

Por fin desfilamos hasta nuestro tatami, y como ya sabéis, yo era el último que salía. Una vez que el arbitro dio comienzo, me di cuenta de que yo no estaba saltando como un loco como lo hacía antes. Que simplemente me puse delante de él preparado, moviéndome muy poco, con calma aunque siempre alerta, y como sabiendo lo que iba a pasar… la verdad es que me sorprendí de lo mucho que había cambiado mi forma de pelear.

Este primer combate, como ya sabéis, lo gané. Los eliminados se fueron, y nos fueron asignando colores otra vez a los que quedamos. Cómo no, yo me quedé con el blanco.

El segundo combate fue contra el que está a mi lado, esta foto está sacada antes del primero

El segundo combate lo tenéis aquí:
También lo gané. El tío era más alto y venía avasallando, pero la verdad es que los dos puntos que le marqué fueron muy parecidos a los del primer combate….

Así que pasé a cuartos!!! Emoción emoción!!! ¿Qué pasará a partir de aquí??!?!?

El Kata

El sábado me levanté media hora antes que la alarma del despertador, aunque la verdad es que no estaba nervioso, me sentía como en calma, como sabiendo que ya no había nada más que preparar, que sólo quedaba ir a Yoyogi y hacer lo mío allí delante de todos.

Este es el estadio olímpico que está enfrente de los Elvises. El nuestro está detrás.

Y la forma es muy similar, pero es mucho más pequeño. Aún así fue perfecto para albergar este evento.

Desayuné bastante fuerte, y llegué al estadio a las nueve de la mañana, la hora justa que se anunciaba en la hoja. En la entrada había muchísima gente, sobre todo niños con el traje de Karate ya puesto, y muchas madres acompañándoles. Así que yo no encontré a los de mi gimnasio y me sentí totalmente perdido.

Menos mal que Michiko siempre me echa una mano con las instrucciones que me dan en japonés…

Pasé adentro, y justo en la entrada habían puesto una serie de mesas con camisetas, bolsas, y demás productos de la SKIF, y estaba mi profesor Suzuki vendiendo. Me acerqué a él, le saludé con mi primer ossss del día, y le pregunté dónde tenía que ir. El se empezó a reir, y me dijo que no sabía, que fuese «para allá», vamos, para la cancha.

Allí finalmente me encontré con algunos de mis compañeros que ya estaban con el kimono, así que me fui a cambiar. Lo que pasa es que no había vestuarios por ningún lado, con lo que entré en un baño y resulta que había gente allí cambiándose. Yo me sentía totalmente desorientado, sin saber qué iba a hacer, ni cuando, ni donde.

Subí, me senté y una compañera me cogió de la mano y me dijo que bajase a uno de los tatamis donde algunos estaban calentando. Me uní a ellos, e hicimos los mismos ejercicios con los que empezamos siempre las clases. Me sirvió para relajarme un poco, aún sin perder la sensación de estar perdido.

Se me descosió el dorsal, y un chico de la organización me lo pegó con cinta. Pero al de cinco minutos se me volvió a despegar, y una chica me lo pegó con otro tipo de cinta. Cuando pasó por tercera vez, la misma compañera de antes me llevó donde una señora cuyo hijo está en mi gimnasio, que, como buena madre, tenía aguja e hilo y, más maja que ni sé, me lo cosió con lo que ya se quedó ahí para siempre. Por cierto, lo tengo que quitar para la clase de mañana, pero es que queda tan mono…

Me di cuenta de que la gente tenía como un programa con los horarios, así que fui a coger uno. Tuve que pagar mil yenes, pero me llevé un libro donde se explicaba el evento, y tenían perfectamente organizado quién hacía qué, en qué tatami y, sobretodo, a qué hora.

Fue la edición número 28 del campeonato nacional de Karate de Japón…

Yo salía a las 12:05 en el tatami B para hacer el kata que me dijesen. Me hizo mucha ilusión ver que mi nombre ha quedado impreso y unido al evento para siempre en el libro oficial, y fue gracioso ver un simple y significativo «Oskar» entre tanto kanji con nombre completo.

Ahí, el último, para que me coman más los nervios todavía!

Me enteré, entonces, que todo se hacía el mismo día: katas y combate, y que sólo si llegaba a la semifinal, tendría que ir al día siguiente. Y también el mismo día me enteré de las horas, si lo hubiese sabido antes, no habría hecho a Neki y compañía venir tan pronto.

Un chico que había venido de Hokkaido decidió hacerse mi amigo y estuve hablando con él bastante rato. De hecho, de no ser por él, no habría llegado a tiempo al recuento, mayormente porque no tenía ni idea de donde era.

Después, salimos todos en fila hasta nuestro tatami. De repente se me secó la boca, sentí miedo, creí olvidarme de todos los katas…

Sin embargo, estuve mucho más tranquilo en los combates… supongo que ya cansado de tanto esperar, empezaron cerca de las cuatro de la tarde!

Pero salí, hice el kata que me tocó, el tercero de los más básicos, y de los cinco banderines de puntuación, a mi me dieron sólo dos, así que el otro chico me ganó. En cuanto acabé el kata, sabía perfectamente el error que había cometido: perdí el equilibrio en una de las partes más fáciles, echadle un ojo al segundo 58 del video… Me llevé mucha decepción porque sabía que podía haberlo hecho mucho mejor, pero ahora estoy muy contento de haberlo intentado.

(Os aconsejo que lo veáis en la web de Vimeo, que se ve mejor por lo del HD este)

Por la tarde, como ya sabréis por el video que ya he puesto, la cosa salió un poco mejor… pero os tendréis que esperar!

PD: Por cierto, para liberarme del estrés de la competición el viernes me compré el iPhone… yo, por comentar…

915

Ese es el dorsal que me han dado para el campeonato nacional de la SKIF (Shotokan Karate International Federation). Llevo entrenando exactamente 84 clases desde que llegué a Japón, empecé con cinturón blanco de nuevo por distintas razones, tengo el marrón y el mes que viene me examino de cinturón negro por fin.


Pero el caso es que este sábado me presento al campeonato de Japón en las modalidades de Kata y Kumite como un alumno más de la escuela de Kugahara. Lo primero significa que tengo que hacer dos Katas: uno el que lleve preparado, y otro que no lo sabré hasta el último momento que es cuando levantarán un banderín con el nombre .

En Kumite me tocará pelear con gañanes de mi mismo cinturón, y siempre menores de 40 años que es donde empieza la siguiente categoría. Esto significa que se me puede poner delante lo mismo un adolescente de estos con las hormonas en Shinkansen y brazos colgando que me mirarán desde ahí arriba. Es igual! yo me tomo esto como el reto que es y pondré todo de mi parte, espero que si Neki se esmera con la cámara, podáis ver algún video.

Así que si estáis por Tokyo, como Neki, y os apetece venir a ver cómo uno de cerca de Bilbao se hace pasar por japonés y se mete en un cuadrao a repartir, no tenéis más que bajaros en la estación de Harajuku el sábado a eso de las 10 de la mañana e ir al estadio olímpico de Yoyogi, al pequeño, pero con la condición de que pegueis gritos bien daos. Después pueden pasar dos cosas: que gane y entonces tenga que ir el domingo a la siguiente ronda, o que no gane con lo que nos iremos a un izakaya todos juntos a celebrar que lo he intentao! Ah, y la entrada es gratis!

Qué Beijing ni qué cuentos chinos!!

Control de altura

A ver qué véis raro aquí:

Un baño público en un parque. Pero… ¡un momento!, ¿qué es ese cartel de ahí de la entrada?

Jajaja, control de galibo humano!! cuidao con el melón si mides más de 1.80!!!

Por cierto, hoy me sacan a la radio otra vez. De cinco a séis en radio Euskadi, en el programa Graffiti. Si no estáis por aquellas tierras, podéis echarle una oreja aquí.

Luego cuando lo grabe lo pongo por aquí por el blog…

Actualización!!

También me echaron por la radio el

La chica del bar de Shibuya

El tiempo empezó a cambiar, del más frío de los inviernos que he vivido nunca, por fin empecé a no necesitar el abrigo a según qué horas. Y para celebrarlo, decidí salir a comprar ropa acorde con la nueva temperatura que se empezaba a intuir.

Shibuya está lleno de tiendas, pero después de todos estos meses ya tengo mis preferidas. Sé donde voy a encontrar lo que quiero y aunque me gusta perder el tiempo curioseando, ese día fuí al grano.

En lo que me quise dar cuenta se hizo de noche y el paisaje de la zona cambió radicalmente sustituyendo rayos de sol por neones. Siempre tengo la sensación de que es como otra forma de hacerse de día.

Salí tarde, así que no me apetecía volver a casa tan pronto. Total, nadie me iba a echar en falta y no todos los días se está en un sitio como aquel. Así que me metí en un bar, un irlandés, me senté en una esquina, dejé las bolsas en el suelo y, como tiene que ser, pedí una cerveza negra.

A mi lado había una chica que estaba concentrada escribiendo en un cuaderno. Si bien el sitio no era el mejor, estaba claro que la luz no era ni mucho menos la adecuada, así que su cabeza estaba sumergida entre las hojas, quedando casi a la misma altura que su mano derecha con la que no paraba de escribir, casi dibujar, en perfecto japonés. En aquel momento estoy seguro de que ni siquiera reparó en mi.

Saqué mi teléfono, más por hacer algo que por tener ningún interés en él. Y empecé a navegar entre los emails y mensajes que empezaban a abarrotarlo. Pensé que definían mi vida desde que llegué a Japón, allí estaban las amistades que había hecho, las llamadas que había recibido, mensajes que anticipaban encuentros con personas que unos meses antes no existían.

Alguien me habló. Un chico japonés con traje y pelo largo, lo que le daba un aire de salary man venido a menos, como un niño jugando a ser mayor. No era la primera vez que estaba en un bar y alguien decidía entablar conversación conmigo en inglés. Fue un gesto amable que supe apreciar, así que estuvimos charlando un rato. ¿Qué haces aquí? ¿de dónde eres? ¿por qué zona vives?…

Me llamaron al móvil, y mientras atendía la llamada, vi que el chico empezó a charlar con la que seguía escribiendo a mi lado. Pude ver que esta vez la conversación era en japonés por las pausas solemnes y los asentimientos obligados casi al final de cada frase.

«Este tío está en su salsa», pensé mientras acababa de hablar con el móvil, y reafirmando su innata habilidad, hizo lo que me temía: nos presentó medio en inglés medio en japonés. Incluso mezclando idiomas era capaz de hablar con desparpajo.

Cuando le contó de dónde venía yo, la chica de repente se puso a hablar en perfecto castellano. Resulta que había estado estudiando en Salamanca y que fue una muy buena experiencia que siempre recordaba con cariño.

En algún momento de la conversación, el chico japonés desapareció para volver cinco minutos después con dos cervezas con las que nos invitó antes de dejar el bar.

Estuvimos más de tres horas hablando. A ella le gustó volver a hablar, por fin, en aquél idioma que aprendió y que a duras penas utilizaba, y a mi me gustó escucharlo. Compartimos muchas anécdotas ocurridas en el país del otro, y hasta me enseñó la carta que le estaba escribiendo a su hermana.

La hora del último tren llegó, y fuimos juntos a la estación donde nos despedimos para no volvernos a ver. Al menos por mi parte, supongo que no nos interesaba nada más que una buena conversación, así que supimos olvidar el momento de intercambiar los teléfonos, que nunca pasó.

Ayer volviendo a casa, escuché a una señora hablando en castellano y me vino a la
memoria aquella chica del bar de Shibuya con la que intercambié nostalgia por sonrisas, recuerdos por anécdotas, castellano por japonés… hace ya más de un año.


Añadida al resto de historias que sé que siempre me emocionarán cuando las lea.

Neki se viene al té

Mi profesora de la ceremonía de té es una amatxu. Aunque creo que no tiene hijos, pero nos trata como lo haría cualquier madre: con mucho cariño. Normalmente vamos directamente desde la oficina, con lo que llegamos a eso de las siete de la tarde no habiendo comido nada desde la una, así que yo personalmente me como a Dios por una pata. Pues bien, todos los días, nos tiene preparada una merienda!, unas veces son rosquillas, otras pan con algo, el último martes hasta mazorcas de maíz y todo!

A mi me tiene pelota. Creo que es porque soy extranjero y parece que no se me da mal, pero el caso es que me mima más que a Michiko y su amiga Rumiko, que vienen conmigo: me ha regalado una taza preciosa, medio bote de matcha y un abanico. Y dice, creo que más por halagarme que otra cosa, que me quiere llevar a Kyoto donde su profesora para que haga una clase con ella y así me pueda ver.

Yo creo que exagera, sólo llevo 5 clases y la mitad de las veces no me acuerdo de qué va después.

Bueno, pues el último martes coincidió que ni Michiko ni Rumiko pudieron venir, así que mientras merendaba lo que me había preparado, hablamos en japonés. Yo le conté lo que buenamente pude, y entre otras cosas le conté que unos chicos de Balmaseda me iban a venir a ver al campeonato de Karate. Que estaban aquí de vacaciones y que era mucha casualidad, que yo estaba muy contento.

Pues cual amatxu que le prepara la merienda a los amigos de su hijo, la profesora les ha invitado a que vengan a la clase de este martes. No se muy bien cómo saldrá, y a mi me da mucha verguenza ponerme el Yukata delante de unos que me pueden vacilar en castellano.. pero a Neki parece que le ha gustado la idea, y se vienen siete gañanes que además son gaijines.

Así que el martes veré a Iñigo, Neki para los blogamigos, que vive en un pueblo a 7 kms del mío, pero nos vamos a conocer a más de 10.000 km de allí.

Qué mundo este…

El nuevo edificio de Shinjuku

Hace tiempo que venían construyendo este edificio, que llama bastante la atención. Yo le saqué una foto ahí a medio hacer allá por el año pasado:


Es una escuela de moda y arte, y también galería de arte, así que le pega el diseño que tiene. Parece que casi casi lo tienen finiquitado, ahora se ve así:







Al lado están haciendo una esfera con el mismo diseño, y a alguien se le ocurrio que quedaría bien sacarle una foto, y ponerla en horizontal en todos los vagones de la línea Yamanote. Yo no se qué véis vosotros aquí, pero yo lo veo bien claro!

La foto está borrosa, pero se pongan como se pongan, sacarlo en horizontal con la bola por debajo no ha sido una buena idea!!


Aquí más ikuarquitectura:

El señor del bar y el cocinero de sushi

Era también agosto, aunque unos años atrás y en un lugar muy diferente.

Estaba esperando en un bar a que Bea acabase su entrevista de trabajo. No era la primera en el mismo sitio, cerca de Zamudio, así que sabía que tenía tiempo para tomarme un café y un pintxo, o dos o tres si hiciese falta.

Periódico del día en mano, me senté en una mesa y me dediqué a lo mío durante una media hora, sorbiendo el café con calma entre página y página. Cuando acabé, dejé el periódico en su sitio y sin pensar, llevé la taza de café y el plato desde la mesa hasta la barra del bar, di las gracias y cuando me iba a ir, el dueño me interrumpió:

Perdona, oye, no se si te lo habrán dicho alguna vez, pero tu eres una gran persona

Yo sorprendido le miro intentando entender la broma, pero su cara era de amabilidad, de sinceridad, no había rastro de ironía.

No es sólo -continuó- que hayas tenido el gesto de recoger la mesa, sino que hay algo en ti que te hace especial, intenta que no te cambien.

Ehh, gracias, me has dejado sin palabras…

Él asintió con la cabeza, satisfecho de haberme soltado semejantes palabras y yo me fui sin darle demasiada importancia. Supuse que no había mucha gente por allí que le recogiese la mesa, o quizás no estaba acostumbrado a que le diesen las gracias, o simplemente igual se lo decía a todo el mundo y así se entretenía el buen señor.

La anécdota se perdió entre los recuerdos.

Este sábado, algo así como 4 años después, entré en un restaurante de sushi que hay en Shinjuku. Es de esos en los que la comida pasa en platos por una cinta transportadora, y que te sirves tu mismo pagando después según el color de los platos que hayas escogido. En este restaurante, además, puedes ver al cocinero que está en el medio preparando el sushi y puedes pedirle alguno de los que está en la carta.

A mi me apetecía de natto, así que con una sonrisa nerviosa por no saber si estaba hablando bien en japonés, se lo hice saber. Él asintió riéndose también, quizás sorprendido y me miró como queriendo decirme algo.

Después de dudar por un instante, mira a una chica que hay a mi lado y señalándome con la cabeza intercambian un par de frases. Ella asiente, y ambos se ríen.

Yo me pongo rojo, y sólo acierto a seguir sonriendo por no saber muy bien cómo actuar. Cuando el cocinero entra a por más arroz a la cocina, ella me habla en inglés y me dice:

He told me that he feels you are a nice person, he doesn’t know why, but he told me that. I was so surprised that I just said so!

Yo me quedo sin palabras y relaciono inmediatamente ambos sucesos, me viene a la memoria la cara de aquel hombre del bar, su gesto solemne pero amable, el periódico…

Siento miedo. Acabo la comida, pago y me voy.

Pensando sobre lo ocurrido, sé perfectamente que no soy la persona que ellos creen que soy. No voy por ahí haciendo buenas obras, y tengo millones de defectos. No es eso lo que quiero contar hoy aquí.

Lo que me preocupa de verdad es por qué dos personas que no he visto en mi vida, de dos países totalmente distintos, sintieron la necesidad de decirme lo mismo con tan sólo verme durante unos minutos…

Quizás me vean cara de bueno, no lo sé.

Tengo que reconocer que me halaga.

Aunque me de miedo pensar en ello más de lo debido…

Equilibrador motorizado… equilibrando!

¿Os acordáis que os conté que no se yo cómo hacían para llevar el sushi en la moto y que no llegase hecho un revuelto?

Pues ya me he enterao!

Resulta que con el sistema este, la bandeja queda siempre horizontal aún en las curvas

Esta moto tiene más años que el abuelo de Carracuca, pero ete aquí que el invento todavía funciona

Lo he visto en marcha, y la verdad es que se mueve muy poco, ¡¡qué cosas!!

Shinjuku Golden Gai


Esto que suena a Boris Izaguirre zampándose una manzana en Shinjuku, es una zona que quizás no sea tan famosa como las tiendas de electrónica con las chicas esas dando voces o los rascayús-cieliles, pero que impresiona mucho más y, desdeluego, tiene infinitamente más encanto.

Aunque este hombre se haya cansao de tanto encanto ni encanta

Imaginaos algo así como tres o cuatro calles paralelas con callejones que las unen. Las casas, o barracones más bien, no son de más de dos pisos, tienen más años que las galletas María y además están repletos de baretos donde no caben más de veinte personas juntas.

He estado dos veces, y las dos veces he estado casi sólo, da un poco de miedo

Sobretodo viendo cosas como un chisme de esos de sujetar micrófonos sujetando un paraguas en medio de la calle…

Pero un sitio precioso que hay que visitar echándole un par de lo que haya que echarle!

Dicen por ahí por internet, que es de los pocos sitios donde todavía se puede sentir ese ambiente de los bares de la postguerra donde la señora mayor dueña del local te sirve y te cuida como si estuvieses en su casa, lo que no deja de ser cierto. Y, si tienes suerte, quizás te cuente alguna de las historias de cuando la zona era uno de los mercados negros más florecientes de Tokyo durante el día, y de noche, quizás el germen de todo el desbarajuste de Kabukicho, el llamado barrio rojo.

No quiero ni saberlo

En cada esquina, en cada rinconcito hay algún detalle, algo que lo hace especial

Aunque sea un tenderete con posavasos puestos a secar

O un bar que se llama «Agua de beber»

O mejor aún, «Chiquito»!! Llega a salir Josepo y me estoy riendo tres meses!! Mecaben sotch!

¿Me atreveré a venir de noche?

También cuentan que la clientela es muy habitual, y que un extraño quizás no es bienvenido, o es recibido con desconfianza.

Glups! La foto con más miedo que he sacado en mi vida!

Yo creo que la próxima visita la haré de noche, cuando los bares estén abiertos y haciéndome pasar por un gato, que a esas horas son todos pardos, me atreveré a entrar cámara en mano.

Y puede que ponga todo mi empeño en hablar en japonés para decirles que allá de donde vengo, les haría ilusión que les contase porqué en este rincón tan pequeño, tan especial de Tokyo, hay un tablao flamenco.

Creo que podré empezar diciendo que a mi padre le gusta mucho… por romper el hielo.


Ver mapa en gordo con las ikuexcursiones


La mejor foto de Julio

Miradas estudiadas que aspiran a parecer espontáneas, movimientos que se convierten en gestos, detalles que de tanto ser atendidos se asumen y se suman para intentar conseguir el más bonito de los momentos.

En mi cuarta clase, yo ya llevaba Yukata y alguien supo encontrar mi cámara mientras yo trataba de averiguar qué tenía que hacer después…


Otras situaciones especiales vividas en:

Mi centro de operaciones

Érase que se era que Flapy publicó el suyo, después vino Ale/Pepino y el balmasedano Neki tampoco se pudo aguantar.

Ya iba siendo hora de poner yo mi centro de operaciones:



Dispositivos:

Canuto Guiding Device 1.0a
– Lápiz de grafito con función de deshacer con sólo invertir su verticalidad y ejercer presión
– Elemento base de color blanco compatible con el lápiz de grafito en todas sus versiones

Además, como podéis ver en las fotos, justo justo he acabado el proyecto que tenía entre manos llamado The O with Canut Advance Guidance, aunque el resultado no ha sido tan bueno (parece ser que el Guiding Device necesita ser calibrado).

¿Qué os parece? Supongo que sabiendo que estoy en Japón, os esperabáis esta tecnología, pero aún así, no quería dejar de mostrarosla.

Una verbenilla de mi barrio

El domingo, que me fui a dar una vuelta por Shinjuku, como ya sabéis por el edificio ruffleao ese, y llegué tan cansado que me di un baño con agua más bien fría.

Ahí estaba yo remojándome las pantorrillas cuando oigo tambores y música como bastante cerca, casi al lado de casa. Así que salí de la marmita, y me fui camino a Honmonji. Cuando no he andado ni cinco minutos, veo a una madre que lleva a sus dos hijos vestidos con Yukatas todos reguapos por una calle a la derecha donde se intuye que está el lío:


Claro, como era de suponer, la música venía de ahí arriba. Así que allí que me fui, y descubrí un matsuri, una verbenita de barrio con puestos de comida con precios simbólicos como un bol de udón por 50 yenes.

Resulta que mis vecinos más cercanos se juntaron en un templo muy pequeñito, lo llenaron de farolillos, pusieron música y se dedicaron a bailar con sus mejores kimonos.

Yo me puse en una esquina, tratando de no llamar la atención, y me dediqué a observar

Es un baile muy simpático, muy bonito, y verles con los yukatas lo hace más bonito aún

El señor de azúl era el que mejor lo hacía, menudo campeón

Un recoveco de Tokyo, un sitio nada conocido… momento chulo, este

A parte de las abuelas, fijaos en los niños del fondo, que aunque no se sabían los pasos, lo intentaban y se lo pasaban pipa!

Ahí en lo alto estaba la maese tamborilera

Míralas qué guapas!!! durante el baile, van dando vueltas al kioskillo este de la del tambor
¿Os acordáis del maravilloso video en el que volvía de Karate? ¿O el de los fuurins? Pues en este que grabé, se ve más o menos lo mismo, jajaja. Pero estoy seguro que el ambiente lo podéis sentir igual…

Por cierto, el sábado me compro cámara de video que espero que tenga modo noche pa torpes, y así le añadimos imágenes a los sonidos nocturnos que tengo a bien mostraros!

Que salgo otra vez por la radio!!


Hoy de cinco a seis de la tarde, junto con otros vascos que viven por ahí por el quinto pino (yo estoy en el decimotercero).

Así que haremos la jugada de la otra vez, a ver si puedo grabarlo y luego os pongo las tontás que tenga yo a bien decir con mi habitual sabiduría. Con un poco de suerte no se me mete un grillo en el teléfono como la última vez.

Desde aquí también se podrá escuchar online.

Ay que nervioss!!

Actualización: grabao!!! Os lo podéis bajar de aquí:

Mil gracias señores de la radio!!

Uniendo ilusiones

Tardes de verano sin mucho que hacer, ilusiones, dibujos, bocetos, encuestas con los amigos, cervezas por la noche delante del ordenador, muchas veces a solas.

Problemas, disgustos, apoyo, nuevas ideas, primeras ventas, alegrías, locuras. Momentos plasmados en fotos que sólo dejan intuirlos, aunque los definen a los ojos de los que los vivimos.

Más problemas, muchas lágrimas, palabras dichas sin pensar, sentimientos obligados a ser callados.

Un viaje largo, mucho, tan largo que se sigue alargando. Pena y emoción al mismo tiempo. Redescubrir un mundo olvidado, quizás demasiado idealizado. Frustración.

Dolor.

Cartas escritas pero nunca enviadas.

Soledad.

Desamparo.

Luchar por el día a día, encontrar retazos de felicidad entre la rutina, tratar de buscar un sitio en un lugar en el que estás fuera de lugar.
Sentimientos que se escriben para personas desconocidas. Esperanzas que no se pueden cumplir, sueños que se evaporan.

Encuentros. Amigos. Personas nuevas añadidas a una vida que se siente a veces demasiado vieja, y a veces demasiado jóven. Difícil encontrar la edad que corresponde con la mente tan nublada.

Nuevos proyectos, nuevos problemas, más emociones. A veces lágrimas, muchas veces sonrisas, siempre nostalgia encallada en algún lugar entre la garganta y los ojos.

Muchas ideas, muchas ilusiones. Una luz en el horizonte que siempre ha estado ahí, como el deseo de ser feliz mientras los dibujos y las prendas se van sucediendo, mientras este diario mío lo van leyendo más y más personas.

Experiencias que se viven a costa de no vivir las que hubiesen correspondido, que son ya momentos que se han perdido.

Todo esto es Ikusuki. La historia de dos personas que crearon este mundo uniendo sus ilusiones, a veces a destiempo, y que han sabido llenarlo de vida a pesar de la distancia. Aunque a veces el mar de sentimientos de este, nuestro mundo, se tenga que desbordar y tardemos un poco en arreglarlo.

Para ello, a mi ahora sólo se me ocurre, Bea, darte las gracias. No sólo por todo lo que haces por Ikusuki, sino por ser la persona que más me apoya, que más me ayuda, que mejor me entiende aunque a veces no nos entendamos.

Por fin he encontrado la excusa para meterte en el mapa…

El edificio ondulao

Que está en Shinjuku, donde me he ido hoy a dar una vuelta, por cierto, qué poco me gusta a mi este sitio, es como sucio, insano… no sé, no me gusta ná.

Bueno, aquí van las fotacos:

El edificio ruffles matutano!! ondulao como él sólo

Me gustaría ver cómo resbala el agua si llueve mucho… igual se puede hacer surf o algo!

Desde las ventanas que sobresalen menos se puede jugar a intentar meter cosas en las que sobresalen que están más abajo, jajaja

Aquí más ikuarquitectura:

Pero qué guapas y repeinadas!!

Myriam que se pasó por la Euskal Encounter, y aunque hubo una boda de por medio, no se olvidó de llevarse la cámara y regalarnos esta foto con el cienpiés:

Me dijeron que habían visto a una chica con el cienpiés, jajaja, mira quién era!! Gracias Myriam!!!

Pero es que luego Txaritxu, la que acuñó el término Chupabolsa y con la que compartí experiencias como ir al Ikea de Tokyo, fue y se sacó también un par de fotacos desde los Madriles también con el cienpiés:

Txaritxuuuu qué ilusión verte!!! Aunque la piscina no tenga agua, cómo mola!!!!

Miralá que maja, jaja, teníais que verla pidiendo ketchup en el Mc Donalds en Tokyo, jaja

Y Nagore, la chata más chata de todo el chatomundo, se nos fue a Amsterdam y Toledo (esperamos que no en el mismo día) y se nos afotó con la Tokei y el cienpiés:

Nagoreee cuidado con la bici esa radiactiva que tienes detrás!!! que echa brillo!!

Y he aquí a dos Don Quijotes… ¿con cual de las dos faldas os quedáis?

¡¡¡¡Vaya cómo vienen las ikuchicas!!!!
Mil gracias Myriam, Charo y Nagore!!

¡¡¡¡Con lo sólo que estoy yo aquí!!!!

Estáis fichadas, a ver si os encontráis!