Ponencia Hiroshi Tsunoda

Aquí andamos, un sábado por la mañana pasando la aspiradora en minuto y medio más o menos, fregando los cacharros y poniendo la chisma de hacer arroz para comer algo antes de ir a Karate no vaya a ser que me de un patacuatro por la caló.

Y estaba leyendo el RSS, que por cierto estoy hasta los tamagos de la lucha Apple / no Apple, habrase visto semejante disparate!!! coño si te gusta te gusta, y si no no, pero a mi dejadme en paz analizando cada pequeña chorrada, poniendo a parir a la competencia, que si los mocos de Steve Jobs son azules, que si Windows es Satán y Linux el Budismo!! vale ya copón !!! ¿estoy yo todo el día yo dando explicaciones de porque mi papel higiénico es de doble capa y no del otro? ¿pongo a parir a los otros? ¿eh? ¿os doy la chapa? ¿a que no?!!?!? pues dejadme en paz!

:copon:

… total, que me ha salido en el RSS entre setecientos posts sobre chorradas de Apple y de los que no son Apple pero lo hacen mejor (sic), una presentación sobre Japón hecha por un diseñador japonés llamado Hiroshi Tsunoda. Es un tópico andante, la presentación digo, no es todo como dice él ni mucho menos, ha tirado de lo típico que sabe que llamaría la atención por ser diferente a España, pero la verdad es que me he reído bastante porque lo cuenta con mucho arte en castellano!!

Así a lo reflexión creo que no he llegado a ver todavía un reportaje sobre este país en condiciones, uno donde no se caiga en las cuatro extravagancias que llaman la atención nada más llegar, sino donde se vea la rutina del día a día que aún siendo diferente a la nuestra, creo que es donde se entendería un poco más cómo funciona aquí todo… A ver si definimos un poco más ese pedazo de proyecto que tenemos el Lorco, el Zordor, el Jordi y el Alan…

Ahí os he echao el vídeo, a lo post regulero de esos de poner cosas de otros y quedarme como un obispo, y de paso aprovecho para cambiar el estado del blog:

:gambi: ¡¡ Buen fin de semana Flanagans !! :gambi:

El Pachinkoncurso

Érase que se era que Pau nos mandó un email allá por Mayo contándonos que estaba pensando hacer un concurso en El Pachinko, que la cosa era que la gente le mandase fotos que tuviesen algo que ver con Japón chimpón. Decía que había pensado en que el premio fuese una Ikucamiseta, que a ver que nos parecía la idea… y a nosotros ¿que nos va a parecer? pues genial!!, claro!!.

El caso es que el concurso acabó hace unos días y he aquí la pedazo de fotaca ganadora:

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Es de Quicoto, que resulta que le conozco porque se vino a un hanami y se merece el excelente e inigualable premio porque la foto es original como pocas.

A una orden Pachinkera le mandamos la camiseta elegida, la Cienpiés Cyan, y Ricard se hizo una sesión de fotos:

¡¡ Muchas gracias Pau por contar con nosotros,
y Quicoto por el postreportaje !!



Por cierto, pasaos por el set del Flickr del concurso porque ninguna de las fotos que han participado tienen desperdicio.

:gustico:

Y nosotros que nos emocionamos enseguida a la que te descuidas y miras patrás, hemos decidido primero poner una foto mía haciendo el gamba con mi amigo el perrotrinque:

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Y segundo que…

¡¡ las siguientes cinco camisetas que se pidan
van con un kitkat de té verde de regalo !!

Que no os podéis hacer a la idea lo que nos ha costado enviarlo desde Tokyo con la ley esa rara de aduanas que ha salido nueva, la madre que los parió, nos han cobrado una pasta por impuestos de importación y lo peor es que nos retuvieron el paquete en Madrid un montón de tiempo!

:copon: :regulero: :porsaquil: :pliebre: :pirao: :otiaya:

Buenoooo buenooo, ya es igual porque ya los tiene Bea allí en los Bilbaos. Ya sabéis, las camis se piden por la web, las mandamos contrareembolso y ahora mismo todavía quedan…

5
4
3
2
1

0, se acabaron!! gracias a todos!

Rikugien

Existen lugares donde uno logra olvidarse de que está en Tokyo, incluso en este siglo, y sueña paseando por épocas pasadas en escenarios más propios de películas de las de antes, de esas de colores pálidos y katanas, de traiciones y venganzas donde el honor todavía se protegía por encima de todo y los valores valían.

Dentro del parque Rikugien no existen los salaryman, ni los pachinkos, ni la Yamanote. Uno se convierte en el señor feudal que mira a las carpas del lago mientras medita qué movimiento será el siguiente que permitirá ganar algunos kokus más para la familia y con ellos algo más de poder que llame la atención de los favores del Shogún.

Quizás subiendo a la colina desde la que se divisa todo el parque también se tenga una mejor visión sobre la apertura de Japón al mundo, sobre el comercio con los extranjeros sin modales que profesan esa religión cristiana suya… quizás sería bueno ser cautos de momento hasta ver si de verdad aportan algo más que ruido y malas maneras.

Mientras se pasea por caminos exquisitamente definidos como por casualidad, uno es capaz de olvidarse de que existe un mundo alternativo de ordenadores para adentro o de esos teléfonos móviles ya sin botones, y se da cuenta de que siempre ha existido el viento que se deja respirar y nunca deja parar a las nubes, o los pájaros y sus mil casas de veraneo, una por cada árbol.

Todos esos pasos perfectamente estudiados que un día llegué a intuir dentro de la habitación con tatami de un centro cívico, reivindican aquí el prestigio histórico que les corresponde. Casi me puedo imaginar tomando un té con reverencias mirando al cielo rojo del atardecer a través de la pequeña ventana de la casa de té con mi abanico y mi kimono de anchas mangas. Y trataría de distinguir cada uno de mis gestos para no desentonar como invitado mientras se me sosega el alma y se me apaciguan los pulsos ante tanto detalle, tanta finura, tanta delicadeza.

El parque Rikugien está basado en la poesía japonesa Waka propia del periodo Genroku (desde 1688 hasta 1704) y fue creado por Yanagisawa Yoshiyasu, el señor de confianza del shogún Tokugawa Tsunayoshi. En el periodo Meiji el jardín pasó a ser la segunda residencia del fundador de la empresa Mitsubishi, Iwasaki Yataro. Y finalmente en 1938 la familia Iwasaki lo donó a la ciudad de Tokyo, y en 1953 fue designado lugar de belleza excepcional e importante legado cultural.

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Para llegar a tan precioso lugar hay que ir primero a la estación Komagome de la línea Yamanote y salir por la salida sur. Después tenemos un ratillo que andar y aunque no es mucho y está bastante bien indicado por carteles, lo cierto es que la entrada está un poco escondida. Básicamente se trata de andar por la acera de la derecha de la calle grande que nos indican nada más salir de la estación, y estar atento a un poste de madera que señala que hay que girar a la derecha. Cuando yo fui había una moto aparcada justo delante y no se veía tan fácilmente, es más fácil guiarse por el combini, cuando pasemos el Sunkus giramos a la derecha:

La entrada sólo cuesta 300 yenes, tienen mapa en inglés y abren de nueve a cinco de la tarde permitiendo la entrada hasta las cuatro y media. Está cerrado desde el 29 de Diciembre hasta el 1 de Enero. Tan recomendable como el Hamarikyu o el Koishikawa Korakuen.

Rainbow Bridge, una cerveza y una cámara

Bueno, en realidad fueron dos cervezas. Y parejas que miraban al agua anochecer. Y sueños todavía sin abrir. Y las esperanzas que no me dejan estar solo y se empeñan en que no las empeñe. Y una hora, quizás dos, brindando con la luna que era un gajo de una mandarina blanca, que me conoce casi mejor que el sol y por eso me sonríe inclinada desde su caserío del cielo a mano derecha de las nubes. Y el mar que me cuchichea mentiras entre olas, pero yo no me las creo porque los peces ya le tienen calado y me han dicho que no me fíe.

Y yo que me dejo vivir, no vaya a ser que el día que se acabe me pille tirado en un sofá sin hacer nada.

Una hora resumida en algo menos de tres minutos. Incontables susurros con mentiras a cámara rápida entre el sol y la luna. ¿Las olas? no os creáis ninguna, que se las inventa todas.

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Tokyo Genso

Aquí va un post de esos de expresar mi individualidad, mi sensibilidad y mi talento a través del trabajo de otros.

:regulero: :regulero: :regulero:

El caso es que hay un artista japonés que se hace llamar «Tokyo Genso» (Tokyo Fantasy) que le dio por dibujar lugares famosos de Tokyo pero en plan post-apocalipsis como en el after the war del Amstrad CPC. Sale ahí Tokyo todo abandonao en ruinas ya cubierto por la vegetación que da cosica.

Pasemos pues a mi originalidad y espontaneidad expresada en un minuto a través del trabajo de días de otros:

¡Ala pues, pasen vuesas mercedes un bonito fin de semana que a mi ya me han visto el pelo hasta el martes!
:gambi: :gustico: :gambi:

Fuente: Tokyo Genso Deviantart
Tiempo: el ratico de darle al «Save as» de sus imágenes y subirlas a mi Picasa, pero expresar mi originalidad compensa con creces!

La cita a ciegas

Hará ya más de un año de la primera y única cita a ciegas a la que he ido en mi vida.

Ella era la amiga de un compañero de la oficina que nos lió por separado para intentar liarnos juntos y después de escasos dos o tres mensajes aparecimos en un izakaya en Shibuya un viernes por la tarde, a esa hora en que uno se empieza a acostumbrar a no tener un ordenador delante y te empiezas a hacer a la idea de que al día siguiente ya no hay que madrugar.

Ella era de Fukuoka y había venido a Tokyo a trabajar de diseñadora aunque por el camino le había tocado hacer todo tipo de trabajos temporales hasta dar con su lugar. No era demasiado guapa, pero de verlas venir tengo yo el camino más que andado, y no iba a perder la oportunidad de conocer a alguien sólo porque lo de fuera no me acabase de convencer.

Fumaba mucho y bebía todavía más. Al de una hora ya tenía montada allí la fábrica papelera y ya me llevaba muchas cervezas de ventaja… no tenía yo claro si iba a llegar a la prórroga sin poner las largas para ver mejor. Y como siempre tenía algo en la boca, fuesen cigarros, karaages o jarras, pues no hablaba mucho, claro. Así que me tocó a mi tirar de repertorio y contar las historias que en ese momento decoraban mi vida: que si Karate por aquí, que si oficina por allá, que si Yosakoi…

Yosakoi… menuda lié contándole que estaba apuntado a un grupo de Yosakoi….

– ¿Haces Yosakoi? ¿y por qué?
– Pues no sé, hacía un amigo y me parece algo como muy japonés que me llama la atención y quería intentarlo
– Muy japonés dice… bueno bueno, vale
– ¿Qué? ¿que pasa con el Yosakoi?
– No no, no digo nada, no quiero hablar más de ello

Y su tono cortante me acabó de convencer, todavía más si cabe, que en la vida iba a volver yo a quedar con semejante tipa. Ella siguió bebiendo mucho y fumando más, añadiendo a tan entrañable rutina la bonita actividad de viajar al baño cada poco tiempo mientras yo ya me limitaba a cumplir expediente. No veía la hora de irme, ya ni hacía esfuerzos por mantener ninguna conversación, más bien pretendía que se notase que me quería ir para ver si acababa ya de pedir jarras. Es más, hubo un rato largo en que decidió ignorarme por completo y se puso a mandar mensajes a medio Japón con el móvil mientras yo comía tratando de que el tiempo pasase un poco más rápido.

Hubo un momento en que, por alguna razón, la camarera no acababa de traer el último pedido y mi encantadora cita se puso a llamarla a gritos. Cuando llegó, le montó un jaleo tremendo a la pobre chica, que yo soy ella y dimito, claro está, después de meterle un bofetón a semejante amago de persona y tirarle el sushi a la cara. En vez de eso, nos trajo los platos pidiéndonos perdón con reverencias mientras ella no se dignó ni a mirarle a la cara y yo hacía lo posible por quitarle importancia al asunto.

Cuando volvió de su séptima u octava incursión al servicio, en un alarde de iniciativa sin precedentes en toda la noche, empezó una conversación:

– ¿Quieres que te diga lo que pienso de lo del Yosakoi?
– Si si, claro
– Yosakoi es la actividad a la que se apuntan los frikis de la universidad, los que no saben hacer nada, los que no tienen amigos, los raritos.
– Anda, bueno, a mi me llama la atención porque soy extranjero y me parece algo bonito.
– Además, ¿hombres bailando?, que hagas Karate me parece bien, pero que hagas Yosakoi no es normal. Seguro que tus compañeros son unos otakus de cuidao.
– Pues no, la verdad es que son gente bien maja, y también van señoras mayores y niños, me parece un grupo súper majo y además siempre me están ayudando cuando me lío con los pasos o cuando no entiendo algo.
– Yosakoi es de otakus, de raros y tu puedes decir lo que quieras, pero deberías dejar de ir ya. ¿Yosakoi? ¡lo que tengo que oir!
– Pues a mi no me lo parece y por lo menos voy a seguir yendo este año porque me gusta y porque quiero acabar lo que he empezado. Igual en Fukuoka tiene esa fama, pero aquí no creo que sea así.
– Igual, en Tokyo es igual que en Fukuoka seguro. Deberías dejarlo y hacer kendo, pero no Yosakoi, me da hasta vergüenza pensarlo.

Después acabamos de comer lo que habíamos pedido, pagamos a medias y salimos por la puerta unas dos horas y media después de haber entrado. Mientras bajábamos solos en el ascensor le dio por abrazarme y ya en la calle va y me dice que le he caído muy bien, que si nos vamos a un bar a tomar algo, que si tengo planes para después, que a ver por que zona vivo.

Y yo le digo que si, que tengo planes, que al día siguiente tengo ensayo de Yosakoi con mis compañeros los raritos y que no puedo faltar. Y sin alargar más mi agonía, cojo la cuesta camino de la estación y me marcho a paso ligero mientras le escribo un último mensaje al móvil antes de borrar su número:

– Ha sido la peor cena de mi vida, eres una borde.

– Y tu eres un puto extranjero otaku, vete a tu puto país a hacer perder el tiempo a las chicas de allí. Y deberías haber pagado tu la cena, y… -me contesta entre dos o tres frases poéticas más del estilo, poniendo gaijin tres o cuatro veces por cada una.

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La final en Shibuya!

Menudo fin de semana más, buff, no se ni como llamarlo a esto… que si absenta, que si cosas en lata, que si Camelotses, que si partidos… madre del amor hermoso, ha durao cinco días por lo menos!!!

Total, que la cosa estaba bien clara: nos juntamos todos en el Tasuichi de Shibuya, más conocido como el bar donde te dan cervecicas por 300 yenes, probablemente sea el más barato del lugar y el más parecido a un bar de los nuestros. El sitio ya venía siendo lugar habitual para ver los partidos desde hace tiempo, pero ésta vez había hasta un evento en facebook: teníamos que estar allí los más posibles.

Y bueno, en esas estábamos cuando al jefe le da por inventarse una milonga y va y dice que eso de que ande gente entrando y saliendo sin consumir que no le hace mucha gracia, y coge y se inventa que hay que pagar entrada. Dicho y hecho: hora y media antes del partido apaga las teles, quita la música y nos hace salir a todos. A las dos y media volvería a abrir pero cobrando 1000 yenes de entrada que incluyen tres bebidas. La gente flipaba… y aunque las condiciones no eran malas, porque seguía siendo muy barato, esto no se hace y por principios nos piramos la gran mayoría a otro lado. En fin, si tenemos en cuenta que era un domingo por la noche y que le teníamos el bar lleno, yo creo que se sobraron bastante…

¡¡¡Total!! que nos plantamos en el HobGoblin donde también había otra concentración, y estaba el bar a reventar….

Había un grupillo de menos de diez holandeses en una esquinilla que tampoco se cortaban mucho en animar, pero la verdad es que no se les oía con la que teníamos montada. Aunque a la que si que se le escuchaba era a una holandesa que pegaba unos berridos que no sabíamos si llamar a una ambulancia o darle una hostia (jajaja, esa es la hamburguesa que yo pedía en mi barrio: una holandesa sin tomate para llevar, jajaja).

En fin, el partido no os lo voy a contar porque seguro que lo visteis en directo, pero si diré que nos fuimos a Shibuya a pegar voces hasta que apareció la policia y nos intentó dispersar aunque nos acabamos yendo más por aburrimiento que por ellos, que ni imponían ni ná.

Ojo a la liada:

Insisto: a mi el fútbol me importa lo mismo que al Dr. Maligno la laca extrafijación, pero eso de liarla parda chillando cosas en tu idioma, ¡eso es impagable!

Ikusuki in the world

Toma toma la liada padre con el hosting. ¿Pues no resulta que me han mandado un par de emails ultimatum ahí a lo chantaje?. Dicen que el ikublog está monopolizando los recursos del servidor, que lo arregle, que está mal hecho, que tiene movidas raras que están perjudicando al resto de webs. Hombre, yo tengo claro que el ikublog es mucho ikublog pa cualquier maquinucha ahí, ¿pues no van y me dicen que la tabla de comentarios es la que la está liando parda?, y me cuenta el tipo, que me cae fatal con ese tono de Toni Soprano, que agilice esa tabla, que borre filas.

¡¡ Y un ojete moreno pa ti que te comas !!
:porsaquil:

Si hombre, voy a borrar los comentarios del blog, que son mi tessorooooo. Lo que he tenido que hacer es desactivar chuminadas que parece que no le gustan a los señores del hosting, aunque son gilipolleces como manatís: lo de «últimos comentarios» de la parte derecha, y en el «Hasta aquí hemos llegao» he tenido que quitar el listado de posts y dejar sólo los meses (ésta última me molaba como estaba, cachis).

Lo que más me ha fastidiado de todo esto han sido las maneras: han puesto el blog offline y me han amenazado con borrarlo si en 24 horas no soluciono las queries lentas que me han ido mandando. El caso es que el blog lleva así más de año y medio y nunca habían dicho nada, y de repente me la lían parda abriéndome «abuse issues», y por supuesto el tiempo ese que ha estado inaccesible no me lo compensan de ninguna manera. Después de cada «arreglo», me dicen que me ponen a prueba dos horas perdonándome la vida un par de veces más, y si paso lo que quiera que sea que miren, me otorgan el gran privilegio de dejarme en paz.

Bueno que es igual, ya tengo mirao otros hostings por ahí y a estos les van a dar mucho por el natto en cuanto caduque el contratico.

¡¡ A lo que íbamos !!

Yo quería poner aquí un par de foticas que tengo atrasadas del tito Fla y sus viajes por el mundo pelota achatao por los polos este por el que pulula cual viento de poniente.

Hola Oskar!!

Te mando esta foto con la camiseta del cienpiés en un lugar poco común, en la zona desmilitarizada (DMZ) entre Corea del Norte y Corea del Sur, muy cerquita de la frontera entre las dos Coreas.

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Y el caso es que salió vivo de allí y como también tiene la Ikufuji, se la llevó al sitio ese que siempre están en domingo:

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¡Gracias tito Fla!
¡para quieto ya!

¡Dentro mapa!

Y para celebrar todo esto que os cuento, y de paso que los rizos del Puyol no se enredaron en el balón del gol de ayer…

¡¡Al siguiente que pida una ikucami le metemos un fuurin de regalo!!

Actualización: cami vendida y furin regalao…

Esas otras fotos

Cada vez que salimos a algún lado, raro es que no haya nadie con cámara. Aquí va una recopilación de esas otras fotos de objetivos ajenos que sustentarán los recuerdos vividos y gritarán, en otros tiempos, que hubo otros tiempos… conmigo dentro.

Tejemanejes

Desde hace un par de meses si le doy al botón de pause que tengo detrás de la oreja izquierda y me subo a una escalera para mirarme desde ahí resulta que estoy metido en un montón de tejemanejes a la vez. Y eso a parte de la rutina del currelo, Capoeira y Karate que por si solos ya dan para vivir dos vidas y media sin aburrirse.

¡Total!, ¡que aquí va una recpilación de jaleos en los que ando metido a lo todo list! (anda!! he puesto recpilación, jajajaja)

El trabajo
Esto más que un tejemaneje, es el tejemanejón padre con barba. Después de 3 años programando en Java, finalmente vamos a salir a producción en cuestión de semanas. Se verá si lo que empecé en Bilbao los fines de semana, va a ir a algún lado o se va a quedar en nada. Ojalá que salga bien, claro, pero si no es así, tampoco me voy a amargar ni un poco asín.

En todo este tiempo he estado trabajando en algo que me trajo a Japón, que me gusta, aprendiendo algo nuevo cada día, evolucionando a la vez que lo hacía el proyecto introduciendo nuevas tecnologías que aprender, descartando otras. Si con algo me quedo es con esas horas de investigación de APIs que integrar en el proyecto como los chats de Facebook / Yahoo / Messenger, o la que tengo ahora entre manos que mostrará la previsión metereológica en la ciudad del usuario. Supongo que si salimos de una vez a producción lo anunciaré por aquí, pero para que os hagáis una idea se trata de una especie de mezcla entre Facebook, LinkedIn y Plaxo pero a lo Toscano.

Por cierto, me he acostumbrado a currar desde casa, aunque me va a venir una factura de la luz que me voy a quedar chato porque tengo el aire acondicionado puesto todo el día. Pero por otro lado todos los días me cocino algo guay y me estoy convirtiendo en un chef del copón de la baraja, ojo a la pedazo de ensalada que me acabo de zampar no hace ni una hora:

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Aunque a veces se den situaciones como la del Tofu Incident de ayer:

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Por el combini sólo aparezco ya para pagar las facturas, y de paso aprovecho y oteo algún producto nuevo que probar por lo bajini, como el Aquarius Start Day este que sabía a flash de naranja descongelao sin chicha ni limoná:

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Ikusuki
Acabo de acabar, valga la acabandancia, el nuevo diseño que pretendíamos sacar para este verano aunque estamos teniendo algunos problemillas con los que nos las imprimen, seguro que lo solucionamos pronto. Agradecer desde aquí a todos los amigos a los que se lo hemos enseñado que nos han dado su opinión (a los que no contestaron: ¡¡¡sosaínas, así os vuvuzeleen en toa la oreja!!!).

Ahora empieza el lío de elegir prenda, pedir presupuesto, plazos, envasar las prendas, etiquetas… ¡que no nos pase nada!. ¡¡Eso sí, el diseño mola!! ¡¡compradnos muchas!!.

Además ha llegado, por fin, a España un paquete con un montón de regalicos que he comprado aquí para dar con las camisetas. Pero la movida es que lo han retenido en la aduana en Madrid y ahí anda Bea como una titán peleándose con ellos para que lo suban pa Bilbao de una vez…

El libro
Aunque no haya vuelto a hablar de él, lo cierto es que sigo escribiéndolo y acumulando cada vez más material. Me gusta mucho coger historias antiguas del principio y reescribirlas. Recuerdo que antes me daba mucha verguenza contar lo que sentía, por lo que me guardaba mucho para mí. Ahora estoy cogiendo esas mismas historias y añadiéndole el corazón que les faltaba, reemocionándome con cada una, que rara es la que acabo de escribir sin haber soltao unos lagrimones ahí…

El otro diseño
Hay un evento que va a traer a Tokyo a uno de los maestros de Capoeira más famosos del mundo, y me han encargado un diseño para las camisetas oficiales. Ideas no me faltan, ahí ando buscando huecos entre unas cosas y otras para sacarlo adelante. Nos hemos propuesto dibujar una roda con caricaturas de los profesores de aquí y el maestro tocando el berimbau, ¡y el caso es que las caras se parecen bastante!. ¡Ya os lo enseñaré cuando lo acabe!. Aaaa, que buena idea fue la de apuntarme a Capoeira, qué pena no haber encontrado el sitio antes, tan cerquita de casa que está. ¡Gracias Noriko por llevarme!

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El campamento de Karate
Este año dura tres días y a parte de Karate, hay un curso intensivo de nunchakus… no iba a ir porque el presupuesto no lo tengo muy allá, pero esto de los nunchakus promete!. Ahí ando echando números y dándole a la pelota que si que no, que caiga un chaparrón y me pille dentro casa.

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El examen de segundo dan de Karate

Fue el sábado pasado y entre unos y otros no me acabaron de aclarar qué era lo que entraba justo. Tengo un libro en japonés con una pequeña traducción al inglés, pero no cuadran algunas cosas. Así que lo que hice fue irme allí con una cámara de vídeo y grabar el examen de otro, ahora ya tengo clarísimo qué se me va a pedir en septiembre cuando me presente. La pena es que no se me hubiese ocurrido la idea tres meses antes porque podía haber hecho todo perfectamente ahora mismo, katas incluidas. ¡Cagüen!

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Las zurpias
Jajaja, hacía mucho que no usaba esa palabra. Esta es de mi madre y vale para cualquier trasto que haya por ahí tirao. El caso es que ando intentando deshacerme de gaitas que tengo por aquí que no uso para nada. Así a bote early me salen un par de altavoces Roland y un teléfono, todo funciona perfectamente pero a mi no me valen para nada, así que si alguien de Japón los quiere, que lo diga que se lo doy, ahí van un grupico variopinto de pixeles arrejuntaos:

Lo que no son zurpias
Con el cierre de la oficina me traje un montón de material tanto de mi empresa anterior como de la nueva, ya que todo estaba en el mismo lugar. Que si cuatro monitores LCD, dos servidores, la mesa y la silla… buff, si me pongo a enumerar todas las historias que me traje, overfloweo a google y le quito otra raya al iPhone 4. Total, que también ando quitándomelo de encima, pero esto no lo regalo porque vale una pasta. Puse un par de anuncios en la Metrópolis, y han funcionado flipantemente, en una semana vendí dos monitores que me sobraban. Había que verme a mi un domingo postgambitero multiojeril polialientítico por la mañana con un monitor de 21 pulgadas debajo del brazo por esas calles de Tokyo en busca de la chica filipina «de polo blanco y negro a rayas» que me lo compró…

Todavía me quedan dos servidores que son bastante buenos, pero unos mamotretos importantes que ocupan bastante. Los vendo por ¥45.000 cada uno, y el caso es que la chica filipina dice que igual me compra uno para su hijo. Son servidores, que yo había pensado sólo en empresas y similares, ¡no se me había ocurrido que como ordenadores de sobremesa pueden ser la caña!. Este domingo se viene a casa a verlo, a ver si lo pilla, tiene su gracia que un servidor con RAID lo vaya a usar un chaval para hacer words, ¡juas!

Si alguien en los Tokyos está interesado, aquí están las características. De momento me los anda vigilando el cherif pa que no se me vayan detrás de alguna iPad con minifalda:

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La incertidumbre
Aunque desde que he llegado a Tokyo todo ha sido prácticamente una incertidumbre continua, ahora es cuando me toca intentar de una vez por todas que deje de serlo. Me explico: me encanta mi trabajo, pero es una startup registrada en Irlanda, con lo que el sueldo es escaso, y ahora más por el cambio Euro – Yen, y no me pueden tramitar el visado. Lo primero depende del éxito o fracaso de nuestra salida a producción y para lo segundo hay diversas alternativas más oscuras que la titularidad de Fernando Torres estando el león Llorente (ojo al chiste futbolístico que no se volverá a repetir en toda la eternidad!, ojo no te lo pierdas!).
La solución directa sería buscar trabajo en una empresa japonesa, no creo que lo tuviese demasiado difícil pero me da pena infinita abandonar este proyecto del que soy parte tanto como mi jefe porque prácticamente lo diseñamos a medias.

Una vez solucionados ambos, mi vida se normalizaría (si semejante palabra se me puede aplicar, que a veces pienso que soy un disparate con patillas). Con dinero y un visado en condiciones tendría la estabilidad suficiente como para planear visitas a Bilbao, o Extremadura, o dondequiera que estén mis padres en ese momento, plantearme vacaciones por Asia con el tío Flapy, visitar Japón más allá de Kyoto…

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Así que ya veis en qué montón de chanchullos ando metido, y los que tengo ahí en cola: sacarme el noken 2, subir al Fuji, ir a Miyajima a correr detrás de los ciervos, pasear por Okinawa e intentar dar con el dojo donde dio clases mi profe Hirokazu Kanazawa a Elvis Presley, comprarme una Nikon D90, sacarme una foto con la bici en todas y cada una de las estaciones de la Yamanote, hacer un corto a lo malviviendo con el zordor y el lorco por Tokyo, conocer a una moza limpia y con maneras que no meta los pies padentro al andar, aprender a usar el Final Cut Pro, matar a la actriz que hace de Sookie que da por saco de noche y de día, sacarme una foto con Jackie Chan, crear un grupo de señoras en Facebook que no exista, japonear con las de japoneando, comerme treinta y siete gyozas del tirón, pegar a un agente inmobiliario, comprarme una moto…

buff!!!!

Buenoooo, que como más o menos dijo uno que vino mucho un poco y luego ya no volvió:

¿y de mientras?
¡Pues viviendo!
:gustico: :gustico: :gustico:

La canción del mundial

A mi el fútbol me interesa lo mismo lo mismito que a un manatí el iPad, pero a nada que uno tiene una miaja de vida social se ve envuelto en el semejante disparate que es esto del mundial. Los carteles de publicidad, las tiendas, los bares, los anuncios de la tele… ¡¡va todo de lo mismo!!

Hasta las conversaciones típicas que solía tener con los compañeros de Karate se centran en los partidos de España y Japón. De la selección sé que empezó perdiendo, pero que ahora va ganando… ¡ah! y que hay uno del Athletic que a pocas mete un gol de cabeza, que le dedican una noticia entera en el correo digital a semejante hazaña que revolucionará el mundo.

¡Ojo, que tampoco es que sea un amargado que me esté quejando, que a mi esto no me molesta!. La verdad es que porque no me ha cuadrado con el currelo, pero si saliese un plan de ir a ver un partido con los colegas a un bar por la noche, me iba a verlo seguro porque risas no iban a faltar. Y cervezas tampoco.

Total, que hay mundial, y que Japón parece que no lo ha hecho tan mal como esperaban. Ahora ya están eliminados, pero en todo este tiempo ha coincidido que me he escapado tres veces de gambiteo por Shibuya, y las tres veces han puesto en el club una canción con la que se volvía todo kiski loco entero ahí dando saltos. La he estado buscando para el post regulero, y la he encontrado, es una que han hecho los de Exile para animar a la selección japonesa que se ha convertido en todo un himno ya, típica de estas pegadizas a más no poder. Se llama «Victory» y hoy es la primera vez que veo el vídeo en condiciones, la verdad es que estos elementos de Exile dan un poco de grima ahí a lo Backstreet Boys en plan pa chulo mi pirulo y sólo molamos yo y mis gafas de sol estilo soldar vigas, pero bueno, en fin, en el mundo tiene que haber de todo y les tendremos que dejar que vivan, digo yo.

A mi es que me trae otros recuerdos mucho más gratos que ver a dos manadas de rascayús dándole a una pelota, porque ha coincidido que las veces que la he escuchado a todo volumen en la disco, me lo estaba pasando como un hobbit. Así que aquí la pongo como post regulero del miércoles, y de paso para que no se me olviden esas tres noches épicas:

Juas, me estoy acordando de cuando sonó la parte de las palmas la última noche, jejejeje, madre mía, madre mía, madre miaaaaaaaaa

¡¡¡ Este siiiii, este es
:regulero:
como él solo !!!

Ternura

Probablemente aquella fue la historia más bonita que me haya pasado nunca.

En el vuelo de vuelta a Tokyo desde Frankfurt trabé amistad con mi compañera de avión y en lo que volábamos por la mitad de Rusia resulta que íbamos cogidos de la mano por debajo de las mantas. Recuerdo esa historia, la recuerdo a ella con especial cariño como si no hubiese sobrado o faltado nada. Recuerdo su sonrisa, sus ojos cerrados mientras dormía sobre mi hombro, su pelo haciéndome cosquillas en el cuello, su aliento a los snacks del avión.

Es curioso, me acuerdo de todo lo referente a ella, incluso de algunas de las fotos que me enseñó de España, todas de grupo y todas haciendo la V con los dedos. Hasta me viene a la memoria la ropa que llevaba ella en ese momento aunque no tengo ni idea de que llevaba yo ni que había de menú. Del viaje sólo sé que hubo turbulencias, después besos y que el avión pareció llegar en la mitad de tiempo.

Nos separamos en el aeropuerto como si nunca nos hubiésemos conocido, ella con sus padres y yo con mis maletas. El adios nos lo dijimos justo después de soltarnos las manos cuando el avión acabó de aterrizar, y luego sólo hubo miradas que se cruzaron aquí y allá por la ruta semiseñalada de la terminal, ahora en la cinta transportadora de equipajes, luego en el control de pasaportes, después en la estación.

Más que un sayonara, fue un hasta luego, porque los dos teníamos el teléfono del otro y sólo hacía falta esperar a que alguien se atreviese a sacar fuera del avión una historia tan perfecta para tratar de rodarla en la vida real. Mismos protagonistas, distinto escenario, guión por escribir.

Fue ella la que mandó el primer mensaje.

Vivía lejos, pero venía dos veces al mes a Tokyo a un curso de algo relacionado con Ikebana, aunque nunca lo tuve claro del todo. Y algo así como un mes después de perdernos entre equipajes y azafatas, volvimos a vernos sin cinturones de seguridad de por medio. Fuimos a cenar a un izakaya en Shibuya y la primera media hora fue horrorosa. No teníamos absolutamente nada de que hablar, cada vez que uno hablaba de algo, el otro se quedaba bloqueado. Risas tensas, fuera de lugar, incómodos silencios, conversaciones sin punto y seguido. La novedad, la frescura del avión pareció no existir y cuando la despedí en la terminal de autobuses, no fui capaz de quitarme el vaho de tristeza del alma que se quedó allí por unos días empañando el recuerdo de una historia preciosa.

Pero lo volvimos a intentar porque nos lo merecíamos con creces, teníamos que hacerlo.

Al de dos semanas volvió y quedamos de nuevo. Estrenaban la película del Ché y quizás porque no tuvimos que hablar demasiado, la cosa fue a mejor. Casi creí que de haber luz de por medio, nunca íbamos a saber que hacer. No es que sobraran besos cual adolescentes en celo, sino que parecía que sentirnos uno al lado del otro era más que suficiente para los dos, o más bien que no había más remedio dado que no éramos capaces de mantener dos conversaciones seguidas coherentes. Resultó que más allá de los tópicos sobre España y Japón, estábamos vendidos como los perfectos desconocidos que habíamos sido siempre.

El vaho no se acababa de ir; no parecíamos los mismos que deseábamos que el avión tardase tres horas más en aterrizar en Narita. Y nosotros no acababamos de despegar.

Como en la canción de Mecano, la siguiente vez fuimos a un concierto, el de Coldplay en Saitama. Ella consiguió las entradas, todavía no sé como porque estaban agotadas desde hacía tiempo, y por lo menos esa vez parecía que compartíamos gustos musicales. Después me confesó que nunca había escuchado Coldplay, pero ya no importó. De nuevo las manos se unían en la oscuridad, y sólo en la oscuridad. Cuando nos fuimos a cenar esa noche, supongo que por la emoción de lo vivido, acertamos a hilar una buena conversación que acabamos al amanecer. Si hubiese que ponerle un sentimiento a la despedida en la estación, sería esperanza.

Volvimos a quedar dos veces más. Pero, casi como temía, fueron los dos días más aburridos de la historia de los días aburridos. Tardes incómodas, sin saber que hacer ni donde ir, sin saber cómo actuar con la chica con la que viví la historia probablemente más preciosa de mi vida.

Y de mutuo acuerdo, aún sin decirnos nada, decidimos no volver a llamarnos más.

Hasta hace unos días, año y medio después de nuestro último desastre, cuando en un mensaje me contó que se ha vuelto a su pueblo natal a unos cuatrocientos kilómetros de Tokyo, que vio que había perdido España y se acordó de mí. Dice que se acuerda mucho de la comida de Andalucía, de las gentes… del viaje de vuelta conmigo. Me pregunta si todavía tengo las zapatillas de la goma blanca que tanta gracia le hicieron, que si he aprendido a manejar la cámara de fotos, que si he vuelto a coger un avión.

Y yo, ya sin vaho, le contesto que no, que no he vuelto a coger ninguno desde entonces. Y mientras sigo escribiendo, rememoro todo a la vez: las horas de vuelo abrazados y los paseos por Tokyo sin saber que decir, los besos en el asiento de ventanilla a escondidas de sus padres y mis conversaciones de Karate que sólo me interesaban a mi… y si agito un poco el baúl de los recuerdos y lo vuelco en busca de un sentimiento, seguro que cae el de ternura. Fue la historia más romántica que haya vivido nunca y ahora, con la perspectiva del tiempo, creo que fue infinitamente tierno que intentásemos una y otra vez repetir aquella magia, que tratásemos de dar, sin éxito, con la receta que nos hiciese llegar a algún lado mientras nos aburríamos, a morir, el uno con el otro en cada intento.

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Citygolf

Siempre me ha hecho mucha gracia éste sitio cerca de mi casa donde van a jugar al golf. Al principio solía ver de vez en cuando a gente que iba toda preparada con los palos al hombro y pensaba que habría algún campo pequeñito cerca. Lo que hay es un lugar todo cubierto con red donde van a darle a la pelotaca… yo lo veo como la cosa más aburrida del mundo, pero la verdad es que siempre hay un montón de gente.

En fin, no creo que me vean a mi nunca ahí dentro.

Todavía estoy por averiguar algo que no se pueda hacer en Tokyo…

El hasta aquí

Es curioso como si rascamos la capa cultural que cada uno llevamos puesta, resulta que somos muy parecidos quienes a cuales. Lo que vengo a querer decir es que yo conozco a personas japonesas y a personas españolas que tienen el mismo fondo a pesar de no compartir formas. Es fácil de ver sobretodo si uno ha coincidido durante largos periodos de tiempo en alguna actividad. En Karate, ahora mismo está el señor calvo rechonchete que, con mayor o menor fortuna, le pone infinitas ganas al entrenamiento, también está el chico americano que se empeña en corregir al resto de estudiantes sin prestar demasiada atención a si mismo y la que ha motivado que me ponga a pensar en todo esto: la señora mayor con ansias de protagonismo.

Es admirable, la cosa sea dicha, que alguien de unos sesenta y muchos años siga practicando Karate un par de veces por semana, ojalá llegué yo allí. Pero mi experiencia con esta señora es más bien negativa, sin que nunca haya llegado a importarme lo más mínimo. Digamos que me dan igual sus tonterías de tan tontas que me parecen. Nada que ver con los gritos del otro artista, que por cierto son muy amigos, y poco que me extraña.

Total, que hay una señora en Karate que ha asumido el papel de llamar la atención todo lo que puede. Da consejos sobre movimientos que ni siquiera sabe hacer, ha cogido confianza con los profesores de esa que se cae por los bordes de tanto que sobra: sobreactuando al reír, multiplicando por cuatro lo amiga que en realidad es de ellos, que anda que no la tienen calada, y si se tercia, menospreciando a otros con tal de triunfar socialmente en esa absurda carrera de popularidad que se empeña en correr mientras los demás, la mayoría, nos limitamos a intentar aprender cada día algo más. Como si eso fuese poco.

Hoy me ha tocado a mí ser el objetivo de su pobre ego, en un movimiento desafortunado le he pisado el pie. Es normal porque al ser día de examen estaba el tatami lleno, y no es raro que haya encontronazos, de hecho ha sido meramente cuestión de un segundo que no me hubiese pisado ella porque ninguno de los dos nos habíamos visto. Pero el caso es que la he pisado yo con el pie descalzo en su pie descalzo, concretamente con la parte de delante de mis dedos en la parte central de su pie, vamos, que es imposible que le hubiese hecho nada de daño. Pues bien, ha empezado el teatro: a lo Fernando Torres ha empezado a gesticular, a poner caras, a hacer gestos, a decir por lo bajo que cuanto le dolía. Yo, que ya me la conozco, le he dicho una sola vez y casi sin mirarle a la cara que lo sentía, pero ella seguía con su retahíla sin dignarse a contestarme. Le ha pillado a Kojima san, pobre con lo pedazo de pan que es, y ahí ha empezado a ponerme a parir: «que si el Oskar este, que si siempre igual, que si no tiene cuidado, que si que dolor, que si me quiero morir», y venga a cojear y a mirarse el pie, como si le fuese a salir la cara de Buda ahí en forma de moratón.

Yo he pasado de ella, como alguna otra vez que me ha venido a comer la oreja poniendo verde a otro pobre, y Kojima ha hecho lo propio, así que se ha ido donde otro a llorarle, y después a otro más… hasta a tres o cuatro personas más le estaba enseñando el tobillo señalándome y encargándose de hacerse la víctima todo lo posible. Que tía más bruja, que manera de querer y no poder, que complejo de princesa caraflautas, que pena de persona, y que tortazo le daba.

Pero como soy un tipo pacífico, lo que me ha dado es por pensar en el hasta aquí, a lo teoría de las mías. Me ha venido de sopetón todo lo que yo he pasado desde que empecé a entrenar en Zalla con dieciséis años hasta este mismo momento en el Dojo principal de la SKIF en Tokyo el que era el único extranjero de unas treinta o cuarenta personas entre compañeros que se han presentado al examen, amigos y familiares que venían a ver, y los que nos quedamos para ayudar. Y he pensado que no es ninguna casualidad que yo esté aquí, porque casi podría contar cada gota de sudor, cada lágrima con la que se ahogó mi vida anterior, cada noche en vela estudiando japonés por mis huevos para tratar de cuadrar un poco en un mundo que es de otros. Casi me ha crujido de nuevo la mandíbula por cada puñetazo encajado acompañando al constante dolor de ampollas y agujetas con el que vivo cada día.

Así que no, señora mía. Este trago no me lo trago, porque si echo la vista atrás, no se imagina usted todo lo que he tenido que pasar para que se tercie ahora la posibilidad de darle un pisotón de cuando en cuando. No me venga con ésas y compórtese, encájelo y no me monte el número. Que extranjero o sin extranjerar, el espejo nos escupe canas a todos y en mi caso ya me gritan por lo bajo que uno tiene ya bastantes como para aguantar circos.

Y el caso es que se lo digo desde el cariño aquí, porque bien sabe Dios que cada vez me cuesta más callarme y a la próxima no creo que llegue usted muy lejos con su comedia porque habrá cuatro cosas que tendré a bien decirle, que tengo las tragaderas ya a rebosar y se me está olvidando como se achicaba.

Excursión a Zushi

El domingo me pegué un madrugón de esos que dan miedo y me planté en Shinjuku presto y dispuesto a hacer una ruta por el monte que Héctor se sabía. Por el camino me crucé con mi vecina que venía fina haciendo すs por la acera dejando entrever su entrañable condición gambiteriana. Mientras pensaba que ole sus huevos, también me di cuenta que en mi barrio de viejicos a esas horas hay más gente por la calle que a las tres de la tarde, así que ya me tengo mirada una ruta alternativa para mis regresos domingueros. ¿Será por eso que me miraban raro en el súper?, si es que esas horas no son buenas…

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Bueno bueno, que estábamos en Shinjuku a las ocho de la mañana. Allí me planté y aunque estaba Carlos esperando en el mismo sitio, como no le conocía no le dije nada hasta que Alain llegó y nos presentó. Total, que unas ocho personas nos juntamos y después de un ratico por entre andenes y otro dentro de un bus que habla todo el rato, llegamos al principio de la ruta donde lo primero que hicimos fue cascarnos un yakisoba como la copa de un pino de bueno, ojo que Saralú saco foto:

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Héctor venía con las fivefingers de casa, yo las mías me las traía en la bolsa, pero me las calcé dentro del bus. Balance totalmente positivo: pasamos por un río metiendo el zancarrón y sin problema, subimos por un camino lleno de barro y daba igual que pisaras que que no, porque total luego íbamos a pasar por el río… aparte de para correr, queda demostrado que para ir al monte están genial.

Al principio nos acojonaron un poco con un cartel donde ponía que había serpientacas a lo V ahí acechando, y la verdad es que al principio yo creo que todos teníamos el dichoso cartel en la cabeza y andábamos atentos cuando había hierba alta.

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Como decía, el principio del camino era por un río: ibas por la orilla hasta que de vez en cuando te tocaba atravesarlo por unas piedras que tenían puestas. Fue súper chulo, lo mejor de toda la ruta!!. La segunda foto, que también la sacó Sara, me parece preciosa (y no es porque salga yo, aunque influye, jajaja):

Después cuestaca parriba llena de barro hasta que llegamos a la cumbre donde había un mirador desde el que no se veía nada por la niebla, lo que no quitó para inmortalizar el momento a lo fotaca conquistadora. Ojo a Alain que se encontró el palo de un avatar y ya no pudo parar!

Y ya tiramos pabajo y nos fuimos a comer un piscolabis a una playa que había allí al lado. Ahí paso una movida que todavía estoy yo chato. Estábamos tan tranquilos zampando unos onigiris y unos bocatas, cuando de repente baja un aguilucho a toda caña, engancha mi bocadillo con las garras dejándome el plástico de fuera, y se lo lleva. Flipante: a mi ni me tocó, pero el peazo bicho se me llevó la comida ahí en un movimiento a lo culebras que me dejó temblando. Yo lo único que vi es un mostrenco encima de mí y de repente un bicho llevándose mi merienda, ¡es que hasta lo sacó del plástico!. Menudo artista, si señor. Luego ya andaba a ver si bajaba a por la manzana, pero el muy perrete sólo daba vueltas por encima.

Luego ya, pues para casa a quitarnos los siete kilos de barro que llevábamos a base de ofuro reparador… mereció la pena el madrugón, si señor, aunque tampoco me costó demasiado porque el viernes y el sábado los dediqué a preparar el examen de Karate y no tenía el cuerpo pa mucha juerga así que el sábado me metí prontito a la cama como el chico formal, responsable y lozano que soy.

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La talegada padre

Hacía mucho que no tenía yo tanto dinero junto en las manos… y poco me ha durado, que anda que no ha cambiado rápido de dueño. Eso si, antes había que tener algún recuerdo de nuestro corto pero intenso romance.

Totoro lo ha pasao peor, esto es así, que anda el hombre más mustio que ni sé y ya ni totorea ni ná…

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Soberbia

Teniendo en cuenta que trabajo desde casa, los días de entre semana son calcados unos de otros, lo único que los diferencia es qué traje me tocará ponerme a eso de las siete de la tarde para empezar a pegar saltos y darme cuenta de que para hablar con otras personas no hace falta un teclado de por medio.

Sin embargo, hay un día que es distinto a los demás. Los lunes las clases de Karate son diferentes a como lo son cualquier otro día. Por alguna razón, ésta primera clase de la semana está maldita y somos muy pocos los que asistimos. Los profesores son los mismos, el lugar es el mismo, el horario es el mismo, pero los alumnos no son ni la cuarta parte de los habituales.

No, me trago lo de maldita porque para mi ha resultado ser más bien bendita. Coincidimos un máximo de tres cinturones negros, en el mejor de los casos, junto a otro tanto de cinturones de colores. Así que si normalmente la atención del profesor se reparte entre unas veinte personas, los lunes nos toca a mucho más, y si tenemos en cuenta que hay un momento de la clase en el que sólo contamos los cinturones negros, pues ya ni te cuento.

Supongo que en algún momento ésta clase sería como las demás, pero mi teoría es que coincidieron unas cuantas semanas, por azar, en que vino poca gente y ya cogió esa fama. Y hay gente a la que no le hará gracia eso de tener los ojos del profesor prácticamente encima durante los noventa minutos. Dependiendo además de qué profesor sea, puede pasar que te corrija uno de cada dos movimientos, lo que yo creo que es bueno, pero entiendo que puede ser frustrante.

Estando los pocos que estamos, no es raro que me haya tocado ser el alumno de más nivel bastantes veces. Esto significa que me toca ponerme a la derecha del todo y «ordenar» a los demás que se pongan en fila, después en seiza y saludar al dojo, al profesor y a los compañeros en ese orden. También es habitual que el profesor me saque para explicar alguna técnica, y que al acabar tenga que recitar el dojo kun el primero mientras los demás lo corean. Todo en japonés, por supuesto, es más, en esta clase es raro que haya otro extranjero.

Así que los lunes son distintos porque toca la clase de los cuatro gatos en la que se aprende tres veces más porque los ojos del profesor son tuyos más tiempo.

Pero los lunes también toca la clase en la que me veo las caras con la persona que peor me ha tratado en la vida, que coincide que también viene este día aunque llega siempre tarde, con lo que ya no cuenta para lo de alumno de más nivel en la retahíla del principio y del final. Es una persona arrogante, altiva, cuyos modales son malos para empezar y después ya veremos. Persona a la que yo evito desde que tuve que aguantar con la cabeza gacha, insultos en el japonés rudo más humillante que he soportado nunca. Desde aquél día nos ignoramos mutuamente, y así nos va mejor.

O nos iba, porque algo cambió ayer. Vino en el descanso y me hizo una reverencia que yo le devolví con miedo pensando en que me iba a soltar una charla sobre modales porque todos van a saludarle menos yo cuando entra. Pero no, me empezó a hablar, sin quitarse la arrogancia del todo de encima, de la competición. Me contó que estuvo viendo los combates, me dijo que me muevo muy bien pero que ataco con miedo, me dijo que él es árbitro y que me hubiese marcado la patada en la cara del segundo, pero que para la próxima vez intentase que sonase más el golpe. Me hizo poner en guardia delante de él y me dió un par de golpes en el estómago que sonaron mucho aunque no dolieron nada, a modo de ejemplo. Después me hizo darle yo las patadas, pero en la cara ésta vez, y se las dí que sonaron aunque sin llegar a darle fuerte, por la cuenta que me traía. El resto de personas que saben la historia nos miraban de reojo sin entender muy bien la situación, vamos, como yo que seguía sin saber muy bien si arrastrar o envidar.

Así si, así sí ganas. Tienes que hacerte notar y que tus ataques sigan siendo igual de buenos, pero que se vean mejor, que suenen, que dejen buena impresión, que no parezca que vas con miedo.
Ossss
Y si sigues entrenando como lo haces, estoy seguro que tarde o temprano ganarás algún campeonato, da gusto verte.

Después me dio un par de palmadas en la espalda riéndose como si fuésemos los amigotes de toda la vida que nunca seremos porque no necesito tener cerca a nadie que me perdone la vida tres veces por frase.

Yo creo que a su manera, se estaba sorbiendo un poco la soberbia para darle cera a mi vanidad por los motivos que fuesen. Y yo, qué queréis que os diga… ya estaba empachado de tanto tener que odiarle dos veces por semana.

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La pisodisea

Menos mal que ya parece que está solucionada la liada padre ésta… en fin, pasemos sin mas dilación a la narración del bonito sobrevenido de la pisodisea que me ha acontecido las pasadas horas de nuestro señor el Daibutsu:

Resulta que cuando llegué, yo no tenía visado de trabajo, aunque vine con un contrato de una empresa japonesa bajo el brazo, así que nada más aterrizar empezamos a mover los papeles y al de mes y medio ya era oficialmente un tío encorbatao homologao ya para izakayarme después de trabajar y arrastrarme por los andenes de la Yamanote entre otras simpáticas y cercanas aficiones. Pero claro, de mientras en algún lugar tenía yo que pernoctar, así que empezamos la búsqueda de la madriguera que se tuvo que poner a nombre de mi empresa porque yo todavía no tenía el visado, y además porque soy más extranjero que la nocilla y sin un aval japonés no te alquilan.

Esto del aval tiene su truco, porque resulta que hay empresas que se dedican precisamente a avalar a extranjeros por una módica cantidad anual. Vamos, que es todo un paripé a degustar con edamame y Calpis soda. Paro aquí para hacer hincapié en mi especial simpatía hacia las inmobiliarias, y de paso señalar que se extiende con la misma cantidad de bonito amor a las aseguradoras, bancos, consultorías y al carapepino de Ben de Lost que me ponía de los nervios y bastantes pocas ostias se llevó.

En España la cosa con los extranjeros no sé como será, pero me imagino que parecida, la única experiencia que tengo yo con un alquiler de vivienda fue en Rekalde donde me eché atrás una semana después de dar mi palabra al dueño porque me salió la oportunidad de venirme a Japón, y el tío aparte de venir a la devolución de las llaves con su hija y el novio de su hija, por si me ponía yo farruco supongo, me puso a parir y me hizo pagarle un mes de alquiler cuando ni siquiera había dormido allí ni una sola noche. En fin, entiendo que hubiese que pagarle algo porque al echarme atrás les hice una faena, pero las malas maneras sobraron y lo cierto es que me acabaron de rematar en la época en la que acontecieron. Si pasase ahora otro gallo berrearía, y ni novios ni nueros que valgan, mecagüen.

Bueno, total, que el piso durante estos tres años ha estado a nombre de mi empresa anterior, la japonesa. Pero las cosas están tan mal que se van a declarar en bancarrota, es decir, que inmediatamente después de dar la noticia, los señores de hacienda van a congelar todos los activos de la compañía, y en los papeles aparece claramente un contrato de alquiler de mi piso. Técnicamente no es un activo, sino un servicio que el dueño le está dando a la empresa, pero sí que hay un dinero dado en depósito y además no queda claro si se presentaría gente aquí a hacernos mil preguntas a mi y al dueño, que vive al lado por cierto y eso no me hace mucha gracia. Lo mismo se planta aquí hacienda a embargarme la colección de revistas de El Jueves, y eso si que no.

Mi exjefe me llamó avisándome del lío ayer, y ayer mismo nos pusimos manos a la obra. Michiko, que es mi ángel de la guarda y que de tantos favores que me ha hecho ya no sé ni cuantos monumentos le tocan cuando me ponga a hacerlos, se vino conmigo y estuvimos algo así como cuatro horas de reloj en la agencia inmobiliaria contándoles la situación. En principio la cosa parecía fácil: cambiar el contrato de nombre, en la práctica nos complicaron todo de una manera que de hacer un powerpoint sólo se vería un cuadrado donde pone «persona extranjera» y cientodiecisiete flechas que acaban apuntándolo.

Total, después de revisar mil papeles, llamar como cuatro veces al dueño de la casa (que, insisto, es mi vecino y le veo prácticamente todos los días), otras tantas llamadas al abogado de la empresa que es un señor de gafas bajito muy majo que les explicó la situación treinta veces, accedieron a hacer el cambio con las siguientes condiciones:

– Hay que cancelar el contrato actual, mi exjefe tiene que firmar un papel y traer el sello de la empresa
– Hay que hacer un contrato nuevo a mi nombre, pero como soy extranjero y no tengo una empresa que me avale (mi empresa actual sólo está en Irlanda), hace falta aval, por suerte hay una amiga japonesa que se ofreció y a la que tengo asignados un par de monumentos también (Michiko no puede porque está en el paro, pero se ofreció la primera)
– Hacer un contrato nuevo implica que tengo que volver a pagar el key money, la gaita esa que se inventan por la cual le regalas el equivalente a un mes de renta a los dueños. Esto no es por ley, es una historia que se inventó alguien hace un montón de tiempo y lo aplican cuando les da la gana a criterio de los dueños. Esto me ha dolido, y no sólo por el dinero, ¿he dicho que son mis vecinos, que me conocen desde hace 3 años y que lo más que he liado es que por culpa de la gripe A se me olvidó pagar la renta un día y lo hice al día siguiente?. ¡Si hasta me pongo auriculares para ver la tele por no armar ruido!.
– También implica cancelar el seguro de incendio porque está a nombre de la empresa anterior y hay que hacer uno nuevo a mi nombre
– Todo esto tiene ciertos gastos para la agencia que por firmar un par de papeles me clavan el equivalente a medio mes de alquiler

Es decir, que lo que yo me esperaba, o tenía olvidado porque el contrato tocaría renovar en marzo del año que viene, me ha venido ahora mismo de sopetón dejándome las finanzas temblando y los pelos como chinchetillas apoyadas de culo. Me había planteado hasta cambiarme de sitio y estar un poco más cerca del centro para poder salir a las noches y volver en bici olvidándome del último tren, pero lo cierto es que estoy en el centro geométrico de los dojos de Karate y de Capoeira, y a día de hoy es lo que mueve mi vida, así que aquí me quedo poniendo un huevo.

El martes tengo que ir con los tariles, que los tengo de milagro, y después de otras treinta y tres firmas, el contrato de alquiler estará a mi nombre oficialmente por dos años más, aunque está por ver que va a pasar el año que viene con el visado.

Y esta ha sido, oh buenas gentes, la pisodisea contada según acaeció a los ojos del que les habla. Cuentan que después de semejante sucedido, el protagonista de la historia cambió su estado espiritual por uno más acorde al fenecer de la semana recordada con hastío hasta ese momento…

:gambi:
Ala pues

Miércoles, 16 de Junio del 2010

Hoy no tengo ganas de escribir para nadie, hoy paso del blog y recupero mi diario, éste que empecé a garabatear allá por el 2007 con la pluma que Beatriz me regaló hace ya tanto que parece que haya sido siempre mía. Y es que hace mucho que no escribo nada aquí por culpa del blog, y ya iba siendo hora de guardarme algo para mí mismo, un libro secreto con lo que de verdad siento al abrigo de miradas desconocidas.

Ha sido un gran día, un día de esos que se recuerdan una y otra vez con cariño, ya casi con nostalgia a pesar de que quedan algunas horas. Tampoco es que haya pasado nada del otro mundo, o no nada que no haya pasado antes, pero yo lo he vivido de una manera especial, como si cada pequeño detalle contase un poco más que siempre, como si el agua del grifo supiese mejor, o las nubes fuesen más blancas.

Ahora, mientras escribo, tengo ganas de llorar. Estoy por parar y dejarme llevar, desahogarme y soltar por los ojos lo vivido últimamente para comenzar mañana de nuevo. Pero no, no voy a llorar, voy a escribir porque quiero escribir, quiero que quede constancia de lo que ha pasado hoy, de que, por ejemplo, he hecho mucho ejercicio a pesar del calor asfixiante y húmedo de ésta época en Tokyo. Nunca pensé que iba a volver a vivir más de una época de lluvias en Japón, y con ésta ya van cuatro. Pero claro, tampoco pensé que iba a estar aquí viviendo sólo tan lejos. Dios, qué solo me siento ahora mismo, ¿será por eso que quiero llorar?.

Me gustaría que alguien me estuviese esperando aquí, en casa, que hablásemos de cómo han ido hoy las horas de rápido o de despacio, de nuestros días separados ahora que estamos juntos otra noche más. Seguramente no estaría escribiendo, sino cenando con una jarra de cerveza fresquita y dos coloretes más en la cara, de contento. Te contaría, si tu fueses ella, que hoy en Capoeira me han salido las cosas bastante bien, que Sucuri me ha encargado el diseño de unas camisetas para la visita del maestro más famoso del mundo, que se viene a darnos un curso. Es curioso como cambia uno cuando pasa tiempo con la misma gente… es como si ahora hubiese ganado un grado más de amistad, de confianza con mis compañeros porque ya compartimos ciertas vivencias que nos han unido un poco más: un campamento, muchos entrenamientos, algunas fotos…

A pesar del calor, seguro que te abrazaría, me pondría detrás de tí y trataría de abarcarte con mis brazos mientras huelo tu pelo. No sé en qué idioma hablaríamos, pero el abrazo seguro que te lo daría, de hecho ya llevaría más de uno. Y seguiría contándote que igual que hay personas con las que me llevo mejor, otras veces me da la impresión de que no caigo bien a algunas otras, aunque no es evidente, quizás todo esté dentro de mi cabeza, o quizás no. No le doy importancia, no te creas, o no más de la debida.

¿Sabes que me lee mi madre últimamente por internet?, me acuerdo en el año 2001 cuando vine aquí por primera vez que fue capaz de hacerse con una conexión por teléfono, y crearse una cuenta de correo, y escribir algún que otro mensaje que yo leía con cariño en la oficina porque en el piso no teníamos internet. Añoro que gente que conozco me escriban emails, ya casi nadie lo hace, quizás porque yo tampoco lo hago… a veces pienso que debería pensar un poco más en cómo paso mi tiempo libre porque estoy distanciándome de la mayoría de las personas de mi vida anterior. Es normal, pero debería hacer algo porque pasase un poco menos rápido.

También he ido a Karate, otro de tantos miércoles en los que ha venido Kanazawa Kancho. Hoy ha sido ligeramente distinto, se ha parado a hablar conmigo aunque sólo han sido algunas palabras, pero en japonés. Me he emocionado mucho aunque me lo he guardado para mi, y el cansancio se ha evaporado sintiéndome más motivado que nunca. De repente me he dado cuenta que soy capaz de seguir toda la clase en japonés, que incluso en los descansos no uso otro idioma, y aunque llevo tiempo haciéndolo, hoy ha sido cuando lo he notado. Debería estudiar más japonés, no, debería volver a estudiar japonés. Algún día. Ah!, también me ha hablado Daizo Kanazawa, y con Takahashi sensei hemos estado comentando los combates de la competición. De verdad que me he sentido bien, motivado, respetado, quizás querido.

Al principio en el vestuario he coincidido con Kojima-san, que majo es este chico, a veces quiero perderle un poco el respeto y decirle que deje de fumar, pero no me acabo de atrever. Y le he dado un CD con las fotos que le saqué en la competición, junto a algunas que revelé más bien por ver cómo quedaban que por regalárselas, pero así he matado dos pájaros de un tiro. Me ha preguntado por el campamento de éste año, y yo le he dicho que no creo que vaya. Y es verdad, no lo tengo nada claro ni económicamente, ni por tiempo porque tendré que aclararme pronto si quiero seguir más en Japón o no… tendré que decidirlo antes de que el tiempo lo decida por mí.

Bueno, me parece que voy a dejar de escribir ya, aunque me ha gustado volver a coger la pluma y sentarme a la luz de la lámpara del escritorio sin ordenadores, ni cotillas desconocidos de por medio. Creo que le hará bien a mi salud mental que lo haga más a menudo… aunque tampoco me iba a venir nada mal encontrarte de verdad, y que te vinieses a prestarme tus oídos de vez en cuando a ésta hora en que el día es ya tan viejo que no sabe muy bien para donde tirar. No dejaría de escribir, pero primero te lo contaría todo a tí antes que a nadie.

Te echo tanto de menos y no sé ni quien eres….

Desde Tokyo, un día más que coincide que es Miércoles,
Oskar Díaz


Puñetazo de malas maneras

Esta si que es buena, la noticia con la que estoy desayunando aquí el desayuno de los campeones. ¿Pues no resulta que un señor le ha pegao un puñetazo en la jeta a otro por hablar con el móvil dentro del tren?. Por lo visto, éste intelectual de 49 años estaba hasta los tamagos de uno que parece que estaba formando bastante escandalera hablando con el móvil, así que le ha debido decir que eso no son maneras. Hasta aquí de acuerdo, lo cierto es que a mi me molesta bastante cuando alguien va montando el circo y todos tienen que escuchar las tontás que tienen a bien compartir con todo Cristo estos mostrencos tocahuevos.

Pero ojo, que el otro le ha debido decir que nones y se han puesto a discutir. Tampoco nada del otro mundo, a nadie le gusta que le digan que molesta, supongo, aunque seguramente yo hubiese colgado la llamada. La movida es que al salir los dos del tren en la estación de Takadanobaba, el lumbreras que se quejaba le ha soltado una mirinda en la cara al otro que lo ha dejado tambaleando y, aquí viene el lío, que en lo que estaba medio grogi, el hombre se ha dado contra un tren que pasaba rompiéndose el brazo. Vamos, que si coincide un poco antes, seguramente se hubiese caído a la vía y game over teléfono, llamada y malas maneras de un plumazo.

Yo me he quedao flipao con el artista, del que por cierto publican el nombre entero en el periódico en vez de sólo las iniciales. Está claro que un mal día lo tiene cualquiera, y que hay mucho tontolnardo que no es capaz de respetar unas mínimas normas de educación, pero que llegue a pasar esto… aunque bueno, no tiene ni comparación con el vagón de los Gremlins que volvían de Zalla a Zorroza en el último tren en mis tiempos mozos, que hubo un tarao que le pegó un puñetazo a una fluorescente y se hizo un tajo en la mano que me estuve riendo diecinueve días y quinientas noches.

Leyendo los comentarios de la noticia, hay una cosa en la que tienen razón: algunas veces hay grupos de gente hablando bastante alto y aunque molestan más, da la impresión de que no es lo mismo que alguien que esté hablando por teléfono. La razón de esto es que se hace mucho hincapié, se insiste muchísimo en que se ponga el teléfono en modo silencioso a través de tantos y tantos carteles, o de decirlo mil veces por megafonía. Es como el ejemplo número uno de mala educación a combatir, aunque pensándolo fríamente sea una tontería bastante grande.

En Tokyo, en cuanto a ruidos la cosa no está muy clara de todas maneras. Aunque en el transporte público se respeta muchísimo, que hay veces que da hasta miedo, después hay una serie de eventos que se repiten cada día y que forman mucha más escandalera en la calle sin que nadie se queje. Pasemos lista, Calista:

– los políticos con los megáfonos en las estaciones, con sus cintas de Mister Talante y sus sonrisas falsificadas
– los de la ultraderecha que van con los altavoces a todo meter gritando barbaridades la mayoría de las veces de muy malas maneras y a volúmen megatrónico
– el pesado que pasa absolutamente todos los días a dos por hora con la furgonetilla de recoger electrodomésticos y la cinta puesta donde te cuenta todas y cada una de las cosas que te recogen, y te las vuelve a contar porque en lo que acaba de pasar por tu calle lo mismo le ha dado la vuelta a la cinta cuatro veces. Terebi, jitensha, konpyuta, nandemo kekko deeeeesu.
– el del tofu con la trompetilla (aunque reconozco que me mola el sonido, como el del yagaimooooooooo)
– los de las tiendas con megáfonos o a pelo gritando a lo loco aunque dudo que nadie les escuche en realidad
– las motos, que aquí las hay con sistema de audio, con lo que la música la escucha el que conduce y todos los demás
– lo que sale de los Pachinkos cuando se abren las puertas haría explotar cualquier sonotone en 10 km a la redonda

No deja de ser curioso que todo esto no parezca molestar, o que si lo hace no se le dé importancia, y sin embargo se le dé tanta a las maneras dentro del transporte público con tanta campaña de sensibilización. Ojo, que me parece genial, ojalá esto se mantenga y uno pueda contar siempre con estar aunque sea un rato tranquilito leyendo o sobao entero en el tren, siempre sin llegar al extremo del justiciero caraflauta este de la noticia.

Pero que hay cosas que no se entienden, también.

:regulero:

Fuente: Japan Today
Tiempo del post: hombre, éste me he tirao mi buena media horilla ahí en plan reflexión, ¿eh?, ojo