Gentes

Gentes…

Si metiese mis últimos años en una coctelera y la agitase y volcase, seguramente el vaso se llenaría de retazos de gente. Personas iguales y personas distintas a mi, gente con la que he tenido la suerte, no siempre buena, de compartir tiempo y lugar. Almas que han pisado un poco más fuerte en la arena de la mía dejando marcas que se quedarán ahí hasta que algún soplo del corazón las diluya.

Uno tiene ya sus años. Eso me sonará pretencioso cuando lo lea dentro de unos años, pero es verdad que de vez en cuando parece que toca atinar a desenredar un poco el barullo que se me va acumulando de nuca para adelante. Y es que, a veces, uno siente agujetas en las pupilas de tanto ver caminar meses. Como en la canción de los Celtas, que te haces viejo de repente, aunque sin lo de las ganas de morir. Eso si que no, que pensar en morir y dejar un poco de vivir tienen más que ver de lo que parece y uno no está como para religiones ni hostias.

Supongo que cada cual llevará el paseo a su manera, el de vivir digo. A mi por el camino el corazón se me ha roto ya un par de veces, y al que tengo ahora no creo que le quede mucho de garantía, así que ando con mucho más cuidado y casi no dejo que lo toque nadie. Si acaso, de vez en cuando, lo tiendo al sol para que se tuesten un poco los amores pasados a ver si se acaban de evaporar de una vez.

También me he llevado alguna que otra hostia, de esas que duelen más cuando se recuerdan que cuando se reciben, coscorrones que me han dado amigos que eran de mentira o la vida misma que a veces le da por abrir la mano de par en par y soltarte un bofetón para que espabiles y aprendas a mirar más allá del agujero ese que queda al sur de la tripa.

Así que creo que he vivido lo mío. Ah, me sigue sonando pretencioso… a mis 33, ¿que pensará uno de 50 si me lee?.

Pero es lo que hay ahora por aquí dentro, siento que me ha pasado de todo y que uno, a su manera, lleva todos esos arañazos implícitos en los andares, en el sudor, en la forma de actuar, en el hablar.

Creo que he aprendido a apreciar lo bueno, los momentos de calidad, los que cuadran las cuentas cuando llega la noche y vuelve a importar lo que realmente importaba por la mañana, sin la falsa neblina del medio. Y suelen ser siempre compartidos con gente.

Sé que se me ha suavizado el carácter, que ya no hace falta que me esfuerce, que me conformo con los cuatro y ya me sale sólo no buscarle tres pies a los gatos. Pero también sé que la paciencia y yo hace tiempo que no nos tratamos, que no aguanto, que me voy antes que tener que quedarme, que no puedo con alguna gente, que hay que ganarse eso de dar consejos y ya no me valen ni la mitad de los que recibo. No es que me haya avinagrado con el tiempo, pero he aprendido a pintar la raya con tiza y elegir muy bien a los que dejo que estén a este lado, y al resto les ignoro con la mayor de mis sonrisas, que la franqueza esta que me ha entrado es más cosa mía y va por dentro, pero la cortesía es obligada y la sirvo con miel, que quede dulce y brille.

Mi vida creo que cada vez más y más al final se reduce a todas esas gentes, personas, almas que me rodean en lo que yo voy latiendo y respirando,

Compañeros de oxígeno, enemigos por afición, novias de internet, amigos míos que no yo de ellos y otros de verdad tan ciertos como respirar, esposas en mis sueños, amantes de ocasión, compinches de borrachera, autosabios gilipollas, cerdos con el buzón lleno de margaritas, mentirosos de verdad, ídolos en secreto, compadres de volteretas, gurús de chichinabo, acomplejados sin complejo consciente, amores patas arriba, graciosos sin puta gracia, serios hilarantes, comentaristas de los de yo nunca comento, followers que no followeo, familiares hipotecados de por vida en mis ventrículos, enamoradas sin amor, artistas en la sombra, enlazadores del menéame, vidas que jamás daré por muertas en mi memoria, amigas y amantes, amantes a las que perdí el respeto nada más quitarme el niki, camaradas de katas y patadas, corazones sin latido, sonrisas perpetuas, enlaces que no enlazo, parejas de tres conmigo, comentaristas de ocasión, adversarios dignos y rivales hijos de puta, primos adoptados, amigos con derechos por antigüedad y escalafón, conocidos que no conozco, aparentes sin apariencia, ángeles disfrazados de señora, ex-solteras amadas, japoneses que se creen americanos, confesores de mis pecados, ricos en el sentir, pobres de humildad, genios sin ego, feos de cojones, payasos sin nariz pero con corbata, hadas de incógnito, retweets lameculos, colegas de salario y pagas extra, hermanas de mentira pero de verdad, examigas de Facebook, aprovechados de mierda, replies de emails de amor, estrellas pasadas sin brillo ni hostias, envidiosos odiosos, envidiados queridos, jefes que son más amigos que jefes, aliados del pasado que están presentes, sinceros de verdad…

Ahí estáis, y no sobráis ni uno.

Un ratico enfrente…

Jodé, acabo de encontrar un paquete de pan Bimbo ahí con tres rebanadas dentro que compré hace dos meses, y el caso es que no tenían moho ¡¡¡y eso acojona!!!. Me he comido una pa probar, y sabía igual que el primer día… pero si veis que no doy señales de vida en las próximas horas, llamad a Zapater pa que venga un poco antes a Tokyo a por mi cuerpo o algo.

Weno, ¿sabes de esto que estás todo emocionao porque has tenido una idea del copón que te piensas que eres la ostia y empiezas una sección a la que luego no haces ni puto caso y se nos olvida a todos?. Pues eso, hoy he cocinao al baño María…

¡¡ Un ratico enfrente !!

¿De que va esta copla?, pues fácil fácil: planto la cámara con el trípode ese gorilero que se ajusta a cualquier lado enfrente de algún sitio con chicha y la dejo grabando así como que no es mía ni ná.

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De momento me he ido a la máquina de bebidas táctil esa que han plantao en la estación de Shinagawa y ahí me he tirao un ratico enfrente grabando las reacciones de la gente. He de decir que eso de que te pones delante y te recomienda bebidas dependiendo de la jeta que te hayas puesto esa mañana no funcionaba, lo mismo hay que ser un tipo alto o lo mismo se ha estropeao después de recomendarle a un feo, vete a saber.

Total, que ahí va el vídeo:

En el punto de mira ya tengo otros sitios fichaos pa tirarme un ratico enfrente: que si el Hachiko, que si el estudio Alta, que si la puerta un love hotel (noooo, es bromaaaaa, soy un tipo de recursos humorísticos, amigos!)

Ala pues, vamos a por el lunes lunero cascabelero!!

:gustico:

Mentalidad

A veces cuando uno va dando un paseo por los Tokyos que si voy paquí que si voy pallá, a lo mejor vas y te encuentras a gente haciendo cola para algo. Lo más normal es que haya un restaurante al otro lado del tumulto (¡¡tumulto!!, no te lo pierdas), y la mayoría de las veces es un garito pequeñito que se ha hecho famoso por alguna razón, y como en esta ciudad hay tanta peña por todos los lados, pues en cuanto se corre un poco la voz ya tenemos el dominó montado en la puerta.

El restaurante que nos ocupa ha salido en la tele más de una vez porque debe tener un ramen de chuparse los omoplatos, y por eso se hizo famosico. Yo me imagino el programa de la tele: va un famoso de los cuatro de los cardaos que salen todos los días, se sienta, lo prueba y grita umeee si es tío u oishiiiiiii si es tía poniendo caras de placer y exagerando el lío mientras kanjis de tamaño 120pt te invaden el 60% de la pantalla. El día que uno diga que lo que prueba está malo me rapo la nalga derecha, lo juro.

Pero ojo, que tiene que molar mil eso de que nada más abrir la puerta, haya peña esperando para degustar las viandas que uno tiene a bien ofrecer. Ojalá os encontrase a todos ahí esperando a que abriese la web pa pedir camisetas por las mañanas.

:gustico: del :copon:

Estamos hablando de alrededor de 100 personas esperando los fines de semana un ratazo largo: dos horas de promedio pa zamparse un ramenazo. Yo no espero ni diez minutos y ya estoy hasta los webetes, como para estar dos horas, me piro al combini y me pongo de onigiris hasta el oshiri. Así soy yo amigos! un hombre hecho a sí mismo!

Total, que se han quejado los vecinos, que dicen que se forma escandalera, que se monta circo, que hay algarabía con jaleo y trapatiesta con vocerío, que tanta peña en una acera tan pequeña es un engorro porque no dejan pasar ni ná, y que luego se queda todo el suelo lleno de colillas y porquería. Así que la poli ha ido de vez en cuando a hablar con los maeses rameneros para que hagan algo al respecto, pero como no ha habido manera de arreglar el teatro que se forma, pues la tienda ha cerrado porque dicen que lo último que quieren es molestar a los vecinos.

¿La reportera del vídeo así como pa mi? ¿no? ¿no? :secretico:

Esta forma de pensar me ha llegado al alma. Yo en mi pueblo vivía encima de dos pubs que hacían esquina y que sólo abrían los fines de semana para los gremlins del pueblo y alrededores. Los sábados sabadetes la cosa era de quedarse fliping: la música del garito, que no ponían precisamente a Bob Dylan, retumbaba las plumas del edredón de todos los vecinos (y eso que yo vivía en un segundo), casi dejas los huevos en el bol encima de la mesa y a la mañana siguiente ya están batidos pa la tortilla al ritmo de la Lady Gaga esa.

La policía no hacía nada por muchas denuncias que se pusieron, y eso por no hablar de la que se montaba en mi portal con la peña llamando a los timbres toda la noche, el cristal roto día sí y día no. También teníamos la mala suerte de que enfrente hay una hamburguesería, y a la chavalería le dio por pedirlas para llevar y sentarse en mi portal a montar allí el gazpacho (Arantxa, no me tomes a mal, las hamburguesas estaban cojonudas!!).

No voy a ser aquí un vinagres, porque yo también las lio pardas-pardaes cuando salgo por ahí y sería más hipócrita que ni sé. Es más, en mi pueblo fui uno de los «enemigos» porque curré poniendo música en uno de estos pubs durante casi un año, y por ley teníamos unos limitadores de sonido que estaban trucados y ni limitaban ni nada. También es verdad que si hacías caso a la ley y no ponías la música más alta de lo permitido, de tanta gente que había ni se oía ni ostias, parecía que no había música y en esos locales la música es el 90% del éxito.

Pero vamos, mi conclusión es: en mi edificio era imposible dormir los sábados por la noche, los domingos por la mañana mi calle era Pearl Harbour y con millones de denuncias de por medio, la cosa sigue igual, por supuesto los dueños de los garitos se descojonaban de todo. Aquí un restaurante hace que se formen colas, los vecinos se quejan, la poli habla con el dueño y él mismo decide cerrar porque lo que menos quiere es molestar a nadie.

Y va el tío y dice «tenemos que tener cuidado cuando elijamos donde vamos a poner el restaurante ahora para no molestar más».

Como diría mi ídolo Arthur: me compraría un sombrero para poder quitármelo ante usted:

:ungusto:

Fuente: Daily Yomiuri Online
Regulero: pues si, bastante regulero eso de copiar una noticia de un periódico, pero ¿que queréis?, que es agosto y al blog no entra ni Blas!!!

:regulero:

:gambi: ¡Buen fin de semana! :gambi:

Confesión

Debo reconocer que la primera vez que fui a uno de sus conciertos fue por obligación. Ella era una de las mejores amigas de mi novia; «su novio toca con ella y tiene unas pintas que te van a hacer gracia» me dijo como para convencerme, aunque yo ya sabía que iba a ir por mucha pereza que hubiese que quitar del medio porque hay obligaciones que han de ser cumplidas para que al equilibrio no le salgan heridas que se acaben infectando.

Recuerdo que nos perdimos, que llegamos con el concierto a medio empezar y que ella nos guiñó un ojo desde el escenario mientras iba por la mitad de una extraña canción más hablada que cantada al estilo de «Todos menos tú» de Sabina. No sé si fue lo íntimo del lugar, pero desde el primer momento me gustó lo cambiante de su voz, cómo conseguía sonar dulce y al minuto siguiente desgarrar dos frases en el más rudo de los japoneses, ese de las erres exageradas y los omaes.

Supongo que por aquello de la erótica del poder me empecé a enamorar de ella en secreto, me encantaba cómo cerraba sus ojos y movía la cabeza al compás de acordes donde no tocaba que estuviese su voz. Me deshacía por dentro cuando en los descansos se acercaba a nuestra mesa y nos daba las gracias por venir, y nos contaba todos los planes que íbamos a hacer juntos las dos parejas. Ella con su novio el bateria, y yo con mi novia que era una de sus mejores amigas. «Es muy buena chica, cuídala» me decía tocándome la pierna, y yo asentía con cara de embobado aunque ninguna de las dos sabía por quién y lo cierto es que yo tampoco.

Todavía hoy, dos años después, soy capaz de recitar de memoria en japonés aquella primera canción gracias al CD que compré y escuché mil veces. Y sigo sin saber que dice. Ni me importa.

Confieso que me odiaba un poco más con cada concierto, y eso que no fueron muchos, pero sentía que me estaba engañando a mi, y que engañaba a la que dormía a mi lado, aunque nunca se me hubiese ocurrido confesar lo que era más una quimera que una oportunidad real. Sin dejar de querer a una, empezaba a querer a la otra del mismo modo y me perseguía la idea de perderlas a las dos. Era como si viese borroso. Ya no sabía lo que tenía y lo que no, lo que quería, lo que debía ser.

Pero me gustaba tenerlas a las dos.

Algunos de esos planes se hicieron realidad, y sin importar demasiado lo que hiciésemos, la verdad es que nos lo pasábamos muy bien juntos los cuatro. Eramos muy parecidos, nos hacían gracia las mismas cosas, mismos gustos, misma manera de mirar a la vida; a la vez, teníamos la suerte de tener pasados tan distintos que nunca faltaba de que hablar en algún cuchitril al abrigo de las noches de invierno.

Yo me sentía afortunado porque cada uno de los planes estaba pensado en su mayoría en enseñarme el Tokyo que se saben los que no escriben las guías, y quizás el momento más especial fue en aquel restaurante donde la cocinera cerró y se sentó a comer los postres con nosotros mientras mirábamos nevar en silencio. Calentándonos el alma con sake, acordándonos de ser un poco más que de estar. Siendo quienes fuésemos, estando donde estuviésemos.

Esa noche me horrorizó darme cuenta de que las quería a las dos por igual. Que sentía lo mismo cuando una me miraba que cuando la otra me sonreía, que cuando besaba a una en realidad estaba besando a las dos.

Las razones que hicieron que volviese a necesitar tres mantas ese invierno poco tuvieron que ver con su amiga la cantante, pero lo cierto es que no supimos mantener nuestra relación y nunca contaría aquí porqué.

Confieso que a veces he pasado por delante del bar donde ella sigue dando los conciertos cada dos viernes, y que la he visto a través del cristal pero nunca me he atrevido a entrar, ni me atreveré. Reconozco que la eché de menos tanto como a la que compartía mis desayunos, y que lloré la ausencia de las dos muchas veces durante ese invierno en que fui feliz odiándome mientras trataba de olvidarme de una y querer un poco más a la otra, sin saber muy bien quien debía ser quien.

Hasta que acabé por perder, de una vez, a las dos.

Hanabi en Asakusa

Visto uno, vistos todos. Los hanabis, digo. Aquí tienen fama de que son los mejores del mundo, pero la verdad es que a mi me aburren muchísimo. Será porque en Bilbao duran media hora como mucho y aquí se tiran hora y pico dejando además un montón de tiempo entre cohete y cohete… hasta los de mi pueblo que tiraba el amigo tragapuros tenían más vidilla!!

En fin, que me aburran los fuegos artificiales no significa que no me lo pase yo como un hobbit que cualquier excusa es buena para pimplarse unas cervecicas. Así que me enfundé el Jinbei blanco, que parezco el Luke Skywalker de Rekalde y tiré para Asakusa después de dudar mucho si pasarme por el Eisa Matsuri de Shinjuku, que también fue el sábado.

Tuve muy buena suerte porque me dio por escribirlo en twitter y me contestó Guillermo que avisase cuando llegase, que él andaba por allí. El tío nada más verme me preguntó que porqué había tanta peña, ¡¡resulta que se había ido a Asakusa de compras sin tener ni idea del hanabi del año!!. Y lo segundo que hicimos fue irnos al izakaya ese que te puedes sentar fuera. Ahí, entre cerveza(sss) y tsukune(s), estuvimos contándonos las historias de su Kendo, de mi Karate, de las que son así como pa mi pero que ellas todavía no lo saben… y de vez en cuando, pues foto al canto, y es que se me visten tan guapeteeees…

Al Guille, que estaba de cara a la gente, le saludaba alguno de vez en cuando, si es que entre la cara de majete que traía de casa y las cervezas, estábamos con la sonrisilla puesta todo el rato. Como se estaba allí divinamente y tenía pintas de que al lado del río iba a ver más gente que en el abismo de Helm (Frase hecha by Nerea, todos los derechos reservados), pues decidimos que nos estábamos un rato más y de paso contábamos cuantos melocotones era capaz de vender el de la furgoneta.

Los móviles no andaban muy católicos por el mogollonazo de gente que había…

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Luego ya cuando se hizo de noche y Nerea estaba ya con nosotros, decidimos adentrarnos un poco en el abismo y ver si éramos capaces de encontrar un hueco donde se viese un pelín del asunto. Aquello era como estar en el nivel 27 de los lemmings, pero sin el pelo verde y con cervezas en vez de escaleras en la mochila. Total: no vimos los fuegos ni vimos nada, pero lo que moló fue vivir el ambientillo una vez más: todos con Yukata, las míticas esterillas azules… otra noche mágica de verano. De las mejores: improvisada 1000% y compartida con amigos.

Camino a casa, cuando la cobertura del móvil empezó a medio funcionar de nuevo, tenía un mensaje de Alain para ir de juerga por Shibuya. Pero ya estaba muerto y es que uno no tiene veinte años, por mucho que se quiera pretender… gomen ne, Alain!

Sobre Toscano

Nací hace tres décadas y pico en un pueblecito entre montañas llamado Zalla, a unos veinticinco kilómetros de Bilbao. Aunque no lo tengo muy claro, parece ser que Zalla viene de «Zaila» que significa difícil en Euskera, porque al estar entre montañas, el pueblo fue difícil de conquistar cuando vinieron los romanos a liarla parda-pardae.

Yo no sé si creérmelo mucho, pero si que es verdad que el pueblo de al lado, Balmaseda, tiene un puente como romano y calles estrechas empedradas, y en el mío lo que hay son cien pubs por metro cuadrado. Lo mismo Asterix era de mi pueblo y toda la pesca, porque a parte de no dejarnos conquistar, la poción si que la tomamos, concretamente en vaso ancho y con limón.

El caso es que fui a la escuela, como todo kiske, después al Instituto al pueblo éste que os cuento, que no sé si la idea de ponerlo en la punta de un monte también fue de algún cónsul de la Toscana o no, y ya para acabar mi gran vida estudiantil pues me dediqué a estudiar ingeniería informática en la universidad de Deusto que suena a mucho más de lo que es. Tal y como yo lo veía, se salvaban el 10% de los profesores, al resto los ponía a cavar la línea 3 del metro de Bilbao hasta que llegase a París. ¡¡ Panda de enchufados necios de ego hinchado !!.

Estudiantes, si alguna vez os dicen esa gilipollez de que la vida de estudiante es la mejor, no hagáis ni caso, es una mentira más gorda que un manatí con gases. Yo todavía tengo pesadillas y me despierto horrorizado porque al día siguiente tengo un examen y no he estudiado nada. Y eso por no hablar de que no tienes nunca un duro ni libertad para estar a tu aire. Luego resulta que cuando tienes dinero y vas a tu bola, te empiezan a doler partes del cuerpo que ni sabías que tenías y te apetece más vegetar en un sofá criando michelos, pero esto es otro tema que será abordado a su debido tiempo junto con el auge de pelos orejeros y espaldiles.

Total, que con algo así como siete asignaturas para septiembre que aprobé de un tirón el último año, acabé la carrera. Aquí me jugué vida y tres cuartos, porque mis padres pensaban que sólo había dejado dos, y se demostró que soy capaz de afrontar riesgos inverosímiles con éxito (aparte de soltar mentiras como trolebuses). Después eché la quiniela durante un par de meses para ver si la pedazo de chamba continuaba, pero se ve que no.

El caso es que estaba en una playa leyendo el periódico y salió un anuncio que ponía «Becario para Japón», eché un CV que rellené poniendo todos los programas informáticos de los que alguna vez había oído hablar excepto el Sir Fred y el Sim City, y con la misma experiencia laboral que Paquirrín me presenté en la entrevista donde, además, me hicieron hablar en inglés.

Parece ser que les hizo gracia mi desparpajo inherente, o seguramente coincidió que no se presento nadie más porque me cogieron a mi y a mi inglés con boina y nos vinimos seis meses a Tokyo con el piso pagado y un primer sueldo de 2 millones de pesetas que me dieron de un tirón a lo loco. Si esto no es entrar con el culo florido en el mercado laboral, a ver que lo es.

La beca esta se acabó y nos volvimos con el rabo entre las legs, y ahí ya me enfrenté con la cruda realidad pasando por consultoras que movían más carne que el encargado de las galeras de Julio César. Hasta llegué a trabajar sin contrato metiendo horas extras, no os digo más. Bueno si, que encima me hacían ir con traje los muy cancamuseros pejigueros caraflautas, además me acuerdo que a la mayoría les dabas un lápiz y el canuto y no te sacaban la O en toda la tarde. Eso si, dales el Powerpoint y un portátil y ya sabes donde van a estar tirando su vida hasta la noche, corbata mediante.

Ahí fue cuando decidimos que había que intentar hacer algo que no nos hiciese olvidar la aventura japonesa, y acabamos currándonos camisetas a falta de que los organismos oficiales nos hiciesen algo de caso sobre nuestro proyecto inicial. Otros que tal bailan. Así que nos liamos la manta a la cabeza y empezamos a sacar diseños, y en ello estamos hasta hoy mismito. ¡Compradnos muchas que las hacemos con mucho amor y anda que no tenemos mérito estando una en un pino y el otro en el sexto! (aunque todo forme parte del mismo Bilbao).

Total, después de mil vueltas tanto laborales como sentimentales y gambiteras, me volví a Tokyo más solo que el faro Finisterre a intentar liarla parda con un proyecto de red social a lo Facebook pero en serio. La cosa iba para seis meses, pero ya llevo tres años y medio entre sushis y java a pachas.

Y como vine sólo y algo había que hacer, pues he hecho de todo: cosas que habré contado y otras que se las comerán los gusanillos cuando la espiche y lo mismo le aparecen a San Pedro en la Excel cuando llame al timbre, porque bueno no sé si seré, pero me lo hago al menos, y seguro que eso cuenta.

He liado desde estudiar la ceremonia del té, hacer de salaryman, fotógrafo, noviete, cocinero, escritor, diseñador… buff, ni sé las gaitas en las que he estado metido ya. Peeero principalmente estoy orgulloso de haber sido capaz de hacerme un hueco que siento como mío en una esquinilla de Tokyo, aunque me cueste 73.000 yenes de alquiler, y de tirar para adelante con Karate y más recientemente Capoeira. Lo primero me hace asimilar y considerar propias las costumbres y la cultura de este país, jugando a ser un japonés más. Lo segundo me ayuda a olvidarlo recordando de donde vengo,aferrándome a ser un poco más quien era antes de llegar, aunque sea hablando en inglés cabezabajo.

Y así, con este equilibrio que se sostiene más mal que bien la mayoría de las veces, aquí sigo intentando encontrar a alguna que cuando me vea le diga a su amiga «mira este que mono, ¿así como pa mi? ¿no? ¿no?».

Como paciencia tengo un rato largo, pues de mientras seguiremos macerando las horas junto a personas maravillosas que la vida me ha puesto por el medio. Porque esto, lo de vivir digo, no creo yo que vaya a durar mucho más allá de otro tanto de lo que ha durado ya, así que cuando toque aparecer en la Excel, que San Pedro tenga que hacer scroll un par de veces como poco.

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Cosas que quiero hacer
Grabar un corto de peleas
Subir al Fuji
Escribir un libro
Subir al Gorbea
Comprarme una moto
Salir en una exhibición de Capoeira
Aprobar el Noken 2
Casarme y tener toscanicos
Llegar a cuarto dan de Karate
Visitar New York
Correr una maratón
Conocer a Antonio Resines
Ir a Okinawa
Aprender a hacer el mortal hacia atrás
Ir a un concierto de Utada Hikaru
Ponerme un piercing en la ceja
Poner un bar
Aprender a hacer marmitako
Teñirme el pelo de rojo
Comer Fugu
Ir al Camelot estando sereno
Pegarme con uno de Karate Kyokushinkai al KO
Hacer surf
Sacarme el EGA de Euskera
Que me paguen por mis fotos
Aprender a tocar la guitarra
Llegar al 7% de grasa corporal
Abrirme de piernas verticalmente
Abrirme de piernas horizontalmente
Ahorrar un millón de yenes
Hacer 10 dominadas bien hechas
Hacer 20 dominadas bien hechas

Daibutsu Hiking Course

Todo el mundo se queja a mi alrededor pero yo estoy encantado, y es que hace un calor del copón de la baraja y una humedad que hay veces que en vez de andar parece que vas a braza, peeeeero yo estoy más feliz que ni sé, ¡ojalá fuese verano siempre!

Total que a mi este tiempo me anima muchísimo, tanto tanto que tengo la obligación moral de no quedarme encerrado en casa y el fin de semana pasado, justo el día después del paseo por el Rikugien y la noche en Odaiba, me fuí a hacer una ruta por el monte que ya me había hecho hace un par de años: la Daibutsu Hiking Course en Kamakura.

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Tu te bajas en KitaKamakura, te vas al templo Jochiji y te lías a andar y al final te enchufa con el Daibutsu, pero resulta que has ido todo por el monte. Toshiki me contó que hay un montón de senderillos por las montañas que unen templos de la zona, y que hay algunos de estos templos a los que sólo se puede acceder por alguna de éstas rutas porque están escondidos por ahí entre el bosque.

El caso es que la del Daibutsu como vas entre árboles, no te está dando el sol todo el rato y vas fresquete. Se podría decir que la mayor parte del camino es como se ve en las dos fotos siguientes: el suelo lleno de las raíces de los árboles y cuestillas para arriba y para abajo:

Yo la habré hecho como tres o cuatro veces y no es raro ver por el camino alguna ardilla, el otro día anduve rápido y pude sacarle una foto a una, aunque tenía la cámara puesta con el ISO a sietemillones, pero por lo menos la pillé a la tía lagarta:

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Después de más o menos una hora andando, llegas a una carretera que te deja a cien metros de la entrada del buda saleroso del sombrero plazatoros.

Buff, que querría decir el rascayú que escribió el cartel este… Bueno, total, que como estaba cansadete, me senté un rato largo a meditar sobre el sentido de los latidos de mi corazón y mayormente porque tenía unas ampollas al baño María, y ya que estaba me lié a sacarle fotos de cerca a lo detalle como hice con su prima de Ofuna (tanta estatua, tanta estatua, si todo el mundo sabe que Dios es Alanis Morissette)

Ay que ver el budica, creo que junto con los rascacielos de Shinjuku, es de lo que más me impresionó cuando vine aquí por primera vez. Claro, viniendo de mi pueblo donde el ascensor que más curra sube como mucho a un quinto…

Y el día estuvo muy lejos de terminar, pero mucho mucho. Luego me fui a la playa a ver anochecer en el mismo sitio donde conocí a Mika chan y la verdad es que la noche empezó muy muy parecida a aquella.

Pero esto, ay amigos, ya es otra historia…

Ponencia Hiroshi Tsunoda

Aquí andamos, un sábado por la mañana pasando la aspiradora en minuto y medio más o menos, fregando los cacharros y poniendo la chisma de hacer arroz para comer algo antes de ir a Karate no vaya a ser que me de un patacuatro por la caló.

Y estaba leyendo el RSS, que por cierto estoy hasta los tamagos de la lucha Apple / no Apple, habrase visto semejante disparate!!! coño si te gusta te gusta, y si no no, pero a mi dejadme en paz analizando cada pequeña chorrada, poniendo a parir a la competencia, que si los mocos de Steve Jobs son azules, que si Windows es Satán y Linux el Budismo!! vale ya copón !!! ¿estoy yo todo el día yo dando explicaciones de porque mi papel higiénico es de doble capa y no del otro? ¿pongo a parir a los otros? ¿eh? ¿os doy la chapa? ¿a que no?!!?!? pues dejadme en paz!

:copon:

… total, que me ha salido en el RSS entre setecientos posts sobre chorradas de Apple y de los que no son Apple pero lo hacen mejor (sic), una presentación sobre Japón hecha por un diseñador japonés llamado Hiroshi Tsunoda. Es un tópico andante, la presentación digo, no es todo como dice él ni mucho menos, ha tirado de lo típico que sabe que llamaría la atención por ser diferente a España, pero la verdad es que me he reído bastante porque lo cuenta con mucho arte en castellano!!

Así a lo reflexión creo que no he llegado a ver todavía un reportaje sobre este país en condiciones, uno donde no se caiga en las cuatro extravagancias que llaman la atención nada más llegar, sino donde se vea la rutina del día a día que aún siendo diferente a la nuestra, creo que es donde se entendería un poco más cómo funciona aquí todo… A ver si definimos un poco más ese pedazo de proyecto que tenemos el Lorco, el Zordor, el Jordi y el Alan…

Ahí os he echao el vídeo, a lo post regulero de esos de poner cosas de otros y quedarme como un obispo, y de paso aprovecho para cambiar el estado del blog:

:gambi: ¡¡ Buen fin de semana Flanagans !! :gambi:

El Pachinkoncurso

Érase que se era que Pau nos mandó un email allá por Mayo contándonos que estaba pensando hacer un concurso en El Pachinko, que la cosa era que la gente le mandase fotos que tuviesen algo que ver con Japón chimpón. Decía que había pensado en que el premio fuese una Ikucamiseta, que a ver que nos parecía la idea… y a nosotros ¿que nos va a parecer? pues genial!!, claro!!.

El caso es que el concurso acabó hace unos días y he aquí la pedazo de fotaca ganadora:

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Es de Quicoto, que resulta que le conozco porque se vino a un hanami y se merece el excelente e inigualable premio porque la foto es original como pocas.

A una orden Pachinkera le mandamos la camiseta elegida, la Cienpiés Cyan, y Ricard se hizo una sesión de fotos:

¡¡ Muchas gracias Pau por contar con nosotros,
y Quicoto por el postreportaje !!



Por cierto, pasaos por el set del Flickr del concurso porque ninguna de las fotos que han participado tienen desperdicio.

:gustico:

Y nosotros que nos emocionamos enseguida a la que te descuidas y miras patrás, hemos decidido primero poner una foto mía haciendo el gamba con mi amigo el perrotrinque:

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Y segundo que…

¡¡ las siguientes cinco camisetas que se pidan
van con un kitkat de té verde de regalo !!

Que no os podéis hacer a la idea lo que nos ha costado enviarlo desde Tokyo con la ley esa rara de aduanas que ha salido nueva, la madre que los parió, nos han cobrado una pasta por impuestos de importación y lo peor es que nos retuvieron el paquete en Madrid un montón de tiempo!

:copon: :regulero: :porsaquil: :pliebre: :pirao: :otiaya:

Buenoooo buenooo, ya es igual porque ya los tiene Bea allí en los Bilbaos. Ya sabéis, las camis se piden por la web, las mandamos contrareembolso y ahora mismo todavía quedan…

5
4
3
2
1

0, se acabaron!! gracias a todos!

Rikugien

Existen lugares donde uno logra olvidarse de que está en Tokyo, incluso en este siglo, y sueña paseando por épocas pasadas en escenarios más propios de películas de las de antes, de esas de colores pálidos y katanas, de traiciones y venganzas donde el honor todavía se protegía por encima de todo y los valores valían.

Dentro del parque Rikugien no existen los salaryman, ni los pachinkos, ni la Yamanote. Uno se convierte en el señor feudal que mira a las carpas del lago mientras medita qué movimiento será el siguiente que permitirá ganar algunos kokus más para la familia y con ellos algo más de poder que llame la atención de los favores del Shogún.

Quizás subiendo a la colina desde la que se divisa todo el parque también se tenga una mejor visión sobre la apertura de Japón al mundo, sobre el comercio con los extranjeros sin modales que profesan esa religión cristiana suya… quizás sería bueno ser cautos de momento hasta ver si de verdad aportan algo más que ruido y malas maneras.

Mientras se pasea por caminos exquisitamente definidos como por casualidad, uno es capaz de olvidarse de que existe un mundo alternativo de ordenadores para adentro o de esos teléfonos móviles ya sin botones, y se da cuenta de que siempre ha existido el viento que se deja respirar y nunca deja parar a las nubes, o los pájaros y sus mil casas de veraneo, una por cada árbol.

Todos esos pasos perfectamente estudiados que un día llegué a intuir dentro de la habitación con tatami de un centro cívico, reivindican aquí el prestigio histórico que les corresponde. Casi me puedo imaginar tomando un té con reverencias mirando al cielo rojo del atardecer a través de la pequeña ventana de la casa de té con mi abanico y mi kimono de anchas mangas. Y trataría de distinguir cada uno de mis gestos para no desentonar como invitado mientras se me sosega el alma y se me apaciguan los pulsos ante tanto detalle, tanta finura, tanta delicadeza.

El parque Rikugien está basado en la poesía japonesa Waka propia del periodo Genroku (desde 1688 hasta 1704) y fue creado por Yanagisawa Yoshiyasu, el señor de confianza del shogún Tokugawa Tsunayoshi. En el periodo Meiji el jardín pasó a ser la segunda residencia del fundador de la empresa Mitsubishi, Iwasaki Yataro. Y finalmente en 1938 la familia Iwasaki lo donó a la ciudad de Tokyo, y en 1953 fue designado lugar de belleza excepcional e importante legado cultural.

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Para llegar a tan precioso lugar hay que ir primero a la estación Komagome de la línea Yamanote y salir por la salida sur. Después tenemos un ratillo que andar y aunque no es mucho y está bastante bien indicado por carteles, lo cierto es que la entrada está un poco escondida. Básicamente se trata de andar por la acera de la derecha de la calle grande que nos indican nada más salir de la estación, y estar atento a un poste de madera que señala que hay que girar a la derecha. Cuando yo fui había una moto aparcada justo delante y no se veía tan fácilmente, es más fácil guiarse por el combini, cuando pasemos el Sunkus giramos a la derecha:

La entrada sólo cuesta 300 yenes, tienen mapa en inglés y abren de nueve a cinco de la tarde permitiendo la entrada hasta las cuatro y media. Está cerrado desde el 29 de Diciembre hasta el 1 de Enero. Tan recomendable como el Hamarikyu o el Koishikawa Korakuen.

Rainbow Bridge, una cerveza y una cámara

Bueno, en realidad fueron dos cervezas. Y parejas que miraban al agua anochecer. Y sueños todavía sin abrir. Y las esperanzas que no me dejan estar solo y se empeñan en que no las empeñe. Y una hora, quizás dos, brindando con la luna que era un gajo de una mandarina blanca, que me conoce casi mejor que el sol y por eso me sonríe inclinada desde su caserío del cielo a mano derecha de las nubes. Y el mar que me cuchichea mentiras entre olas, pero yo no me las creo porque los peces ya le tienen calado y me han dicho que no me fíe.

Y yo que me dejo vivir, no vaya a ser que el día que se acabe me pille tirado en un sofá sin hacer nada.

Una hora resumida en algo menos de tres minutos. Incontables susurros con mentiras a cámara rápida entre el sol y la luna. ¿Las olas? no os creáis ninguna, que se las inventa todas.

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Tokyo Genso

Aquí va un post de esos de expresar mi individualidad, mi sensibilidad y mi talento a través del trabajo de otros.

:regulero: :regulero: :regulero:

El caso es que hay un artista japonés que se hace llamar «Tokyo Genso» (Tokyo Fantasy) que le dio por dibujar lugares famosos de Tokyo pero en plan post-apocalipsis como en el after the war del Amstrad CPC. Sale ahí Tokyo todo abandonao en ruinas ya cubierto por la vegetación que da cosica.

Pasemos pues a mi originalidad y espontaneidad expresada en un minuto a través del trabajo de días de otros:

¡Ala pues, pasen vuesas mercedes un bonito fin de semana que a mi ya me han visto el pelo hasta el martes!
:gambi: :gustico: :gambi:

Fuente: Tokyo Genso Deviantart
Tiempo: el ratico de darle al «Save as» de sus imágenes y subirlas a mi Picasa, pero expresar mi originalidad compensa con creces!

La cita a ciegas

Hará ya más de un año de la primera y única cita a ciegas a la que he ido en mi vida.

Ella era la amiga de un compañero de la oficina que nos lió por separado para intentar liarnos juntos y después de escasos dos o tres mensajes aparecimos en un izakaya en Shibuya un viernes por la tarde, a esa hora en que uno se empieza a acostumbrar a no tener un ordenador delante y te empiezas a hacer a la idea de que al día siguiente ya no hay que madrugar.

Ella era de Fukuoka y había venido a Tokyo a trabajar de diseñadora aunque por el camino le había tocado hacer todo tipo de trabajos temporales hasta dar con su lugar. No era demasiado guapa, pero de verlas venir tengo yo el camino más que andado, y no iba a perder la oportunidad de conocer a alguien sólo porque lo de fuera no me acabase de convencer.

Fumaba mucho y bebía todavía más. Al de una hora ya tenía montada allí la fábrica papelera y ya me llevaba muchas cervezas de ventaja… no tenía yo claro si iba a llegar a la prórroga sin poner las largas para ver mejor. Y como siempre tenía algo en la boca, fuesen cigarros, karaages o jarras, pues no hablaba mucho, claro. Así que me tocó a mi tirar de repertorio y contar las historias que en ese momento decoraban mi vida: que si Karate por aquí, que si oficina por allá, que si Yosakoi…

Yosakoi… menuda lié contándole que estaba apuntado a un grupo de Yosakoi….

– ¿Haces Yosakoi? ¿y por qué?
– Pues no sé, hacía un amigo y me parece algo como muy japonés que me llama la atención y quería intentarlo
– Muy japonés dice… bueno bueno, vale
– ¿Qué? ¿que pasa con el Yosakoi?
– No no, no digo nada, no quiero hablar más de ello

Y su tono cortante me acabó de convencer, todavía más si cabe, que en la vida iba a volver yo a quedar con semejante tipa. Ella siguió bebiendo mucho y fumando más, añadiendo a tan entrañable rutina la bonita actividad de viajar al baño cada poco tiempo mientras yo ya me limitaba a cumplir expediente. No veía la hora de irme, ya ni hacía esfuerzos por mantener ninguna conversación, más bien pretendía que se notase que me quería ir para ver si acababa ya de pedir jarras. Es más, hubo un rato largo en que decidió ignorarme por completo y se puso a mandar mensajes a medio Japón con el móvil mientras yo comía tratando de que el tiempo pasase un poco más rápido.

Hubo un momento en que, por alguna razón, la camarera no acababa de traer el último pedido y mi encantadora cita se puso a llamarla a gritos. Cuando llegó, le montó un jaleo tremendo a la pobre chica, que yo soy ella y dimito, claro está, después de meterle un bofetón a semejante amago de persona y tirarle el sushi a la cara. En vez de eso, nos trajo los platos pidiéndonos perdón con reverencias mientras ella no se dignó ni a mirarle a la cara y yo hacía lo posible por quitarle importancia al asunto.

Cuando volvió de su séptima u octava incursión al servicio, en un alarde de iniciativa sin precedentes en toda la noche, empezó una conversación:

– ¿Quieres que te diga lo que pienso de lo del Yosakoi?
– Si si, claro
– Yosakoi es la actividad a la que se apuntan los frikis de la universidad, los que no saben hacer nada, los que no tienen amigos, los raritos.
– Anda, bueno, a mi me llama la atención porque soy extranjero y me parece algo bonito.
– Además, ¿hombres bailando?, que hagas Karate me parece bien, pero que hagas Yosakoi no es normal. Seguro que tus compañeros son unos otakus de cuidao.
– Pues no, la verdad es que son gente bien maja, y también van señoras mayores y niños, me parece un grupo súper majo y además siempre me están ayudando cuando me lío con los pasos o cuando no entiendo algo.
– Yosakoi es de otakus, de raros y tu puedes decir lo que quieras, pero deberías dejar de ir ya. ¿Yosakoi? ¡lo que tengo que oir!
– Pues a mi no me lo parece y por lo menos voy a seguir yendo este año porque me gusta y porque quiero acabar lo que he empezado. Igual en Fukuoka tiene esa fama, pero aquí no creo que sea así.
– Igual, en Tokyo es igual que en Fukuoka seguro. Deberías dejarlo y hacer kendo, pero no Yosakoi, me da hasta vergüenza pensarlo.

Después acabamos de comer lo que habíamos pedido, pagamos a medias y salimos por la puerta unas dos horas y media después de haber entrado. Mientras bajábamos solos en el ascensor le dio por abrazarme y ya en la calle va y me dice que le he caído muy bien, que si nos vamos a un bar a tomar algo, que si tengo planes para después, que a ver por que zona vivo.

Y yo le digo que si, que tengo planes, que al día siguiente tengo ensayo de Yosakoi con mis compañeros los raritos y que no puedo faltar. Y sin alargar más mi agonía, cojo la cuesta camino de la estación y me marcho a paso ligero mientras le escribo un último mensaje al móvil antes de borrar su número:

– Ha sido la peor cena de mi vida, eres una borde.

– Y tu eres un puto extranjero otaku, vete a tu puto país a hacer perder el tiempo a las chicas de allí. Y deberías haber pagado tu la cena, y… -me contesta entre dos o tres frases poéticas más del estilo, poniendo gaijin tres o cuatro veces por cada una.

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La final en Shibuya!

Menudo fin de semana más, buff, no se ni como llamarlo a esto… que si absenta, que si cosas en lata, que si Camelotses, que si partidos… madre del amor hermoso, ha durao cinco días por lo menos!!!

Total, que la cosa estaba bien clara: nos juntamos todos en el Tasuichi de Shibuya, más conocido como el bar donde te dan cervecicas por 300 yenes, probablemente sea el más barato del lugar y el más parecido a un bar de los nuestros. El sitio ya venía siendo lugar habitual para ver los partidos desde hace tiempo, pero ésta vez había hasta un evento en facebook: teníamos que estar allí los más posibles.

Y bueno, en esas estábamos cuando al jefe le da por inventarse una milonga y va y dice que eso de que ande gente entrando y saliendo sin consumir que no le hace mucha gracia, y coge y se inventa que hay que pagar entrada. Dicho y hecho: hora y media antes del partido apaga las teles, quita la música y nos hace salir a todos. A las dos y media volvería a abrir pero cobrando 1000 yenes de entrada que incluyen tres bebidas. La gente flipaba… y aunque las condiciones no eran malas, porque seguía siendo muy barato, esto no se hace y por principios nos piramos la gran mayoría a otro lado. En fin, si tenemos en cuenta que era un domingo por la noche y que le teníamos el bar lleno, yo creo que se sobraron bastante…

¡¡¡Total!! que nos plantamos en el HobGoblin donde también había otra concentración, y estaba el bar a reventar….

Había un grupillo de menos de diez holandeses en una esquinilla que tampoco se cortaban mucho en animar, pero la verdad es que no se les oía con la que teníamos montada. Aunque a la que si que se le escuchaba era a una holandesa que pegaba unos berridos que no sabíamos si llamar a una ambulancia o darle una hostia (jajaja, esa es la hamburguesa que yo pedía en mi barrio: una holandesa sin tomate para llevar, jajaja).

En fin, el partido no os lo voy a contar porque seguro que lo visteis en directo, pero si diré que nos fuimos a Shibuya a pegar voces hasta que apareció la policia y nos intentó dispersar aunque nos acabamos yendo más por aburrimiento que por ellos, que ni imponían ni ná.

Ojo a la liada:

Insisto: a mi el fútbol me importa lo mismo que al Dr. Maligno la laca extrafijación, pero eso de liarla parda chillando cosas en tu idioma, ¡eso es impagable!

Ikusuki in the world

Toma toma la liada padre con el hosting. ¿Pues no resulta que me han mandado un par de emails ultimatum ahí a lo chantaje?. Dicen que el ikublog está monopolizando los recursos del servidor, que lo arregle, que está mal hecho, que tiene movidas raras que están perjudicando al resto de webs. Hombre, yo tengo claro que el ikublog es mucho ikublog pa cualquier maquinucha ahí, ¿pues no van y me dicen que la tabla de comentarios es la que la está liando parda?, y me cuenta el tipo, que me cae fatal con ese tono de Toni Soprano, que agilice esa tabla, que borre filas.

¡¡ Y un ojete moreno pa ti que te comas !!
:porsaquil:

Si hombre, voy a borrar los comentarios del blog, que son mi tessorooooo. Lo que he tenido que hacer es desactivar chuminadas que parece que no le gustan a los señores del hosting, aunque son gilipolleces como manatís: lo de «últimos comentarios» de la parte derecha, y en el «Hasta aquí hemos llegao» he tenido que quitar el listado de posts y dejar sólo los meses (ésta última me molaba como estaba, cachis).

Lo que más me ha fastidiado de todo esto han sido las maneras: han puesto el blog offline y me han amenazado con borrarlo si en 24 horas no soluciono las queries lentas que me han ido mandando. El caso es que el blog lleva así más de año y medio y nunca habían dicho nada, y de repente me la lían parda abriéndome «abuse issues», y por supuesto el tiempo ese que ha estado inaccesible no me lo compensan de ninguna manera. Después de cada «arreglo», me dicen que me ponen a prueba dos horas perdonándome la vida un par de veces más, y si paso lo que quiera que sea que miren, me otorgan el gran privilegio de dejarme en paz.

Bueno que es igual, ya tengo mirao otros hostings por ahí y a estos les van a dar mucho por el natto en cuanto caduque el contratico.

¡¡ A lo que íbamos !!

Yo quería poner aquí un par de foticas que tengo atrasadas del tito Fla y sus viajes por el mundo pelota achatao por los polos este por el que pulula cual viento de poniente.

Hola Oskar!!

Te mando esta foto con la camiseta del cienpiés en un lugar poco común, en la zona desmilitarizada (DMZ) entre Corea del Norte y Corea del Sur, muy cerquita de la frontera entre las dos Coreas.

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Y el caso es que salió vivo de allí y como también tiene la Ikufuji, se la llevó al sitio ese que siempre están en domingo:

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¡Gracias tito Fla!
¡para quieto ya!

¡Dentro mapa!

Y para celebrar todo esto que os cuento, y de paso que los rizos del Puyol no se enredaron en el balón del gol de ayer…

¡¡Al siguiente que pida una ikucami le metemos un fuurin de regalo!!

Actualización: cami vendida y furin regalao…

Esas otras fotos

Cada vez que salimos a algún lado, raro es que no haya nadie con cámara. Aquí va una recopilación de esas otras fotos de objetivos ajenos que sustentarán los recuerdos vividos y gritarán, en otros tiempos, que hubo otros tiempos… conmigo dentro.

Tejemanejes

Desde hace un par de meses si le doy al botón de pause que tengo detrás de la oreja izquierda y me subo a una escalera para mirarme desde ahí resulta que estoy metido en un montón de tejemanejes a la vez. Y eso a parte de la rutina del currelo, Capoeira y Karate que por si solos ya dan para vivir dos vidas y media sin aburrirse.

¡Total!, ¡que aquí va una recpilación de jaleos en los que ando metido a lo todo list! (anda!! he puesto recpilación, jajajaja)

El trabajo
Esto más que un tejemaneje, es el tejemanejón padre con barba. Después de 3 años programando en Java, finalmente vamos a salir a producción en cuestión de semanas. Se verá si lo que empecé en Bilbao los fines de semana, va a ir a algún lado o se va a quedar en nada. Ojalá que salga bien, claro, pero si no es así, tampoco me voy a amargar ni un poco asín.

En todo este tiempo he estado trabajando en algo que me trajo a Japón, que me gusta, aprendiendo algo nuevo cada día, evolucionando a la vez que lo hacía el proyecto introduciendo nuevas tecnologías que aprender, descartando otras. Si con algo me quedo es con esas horas de investigación de APIs que integrar en el proyecto como los chats de Facebook / Yahoo / Messenger, o la que tengo ahora entre manos que mostrará la previsión metereológica en la ciudad del usuario. Supongo que si salimos de una vez a producción lo anunciaré por aquí, pero para que os hagáis una idea se trata de una especie de mezcla entre Facebook, LinkedIn y Plaxo pero a lo Toscano.

Por cierto, me he acostumbrado a currar desde casa, aunque me va a venir una factura de la luz que me voy a quedar chato porque tengo el aire acondicionado puesto todo el día. Pero por otro lado todos los días me cocino algo guay y me estoy convirtiendo en un chef del copón de la baraja, ojo a la pedazo de ensalada que me acabo de zampar no hace ni una hora:

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Aunque a veces se den situaciones como la del Tofu Incident de ayer:

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Por el combini sólo aparezco ya para pagar las facturas, y de paso aprovecho y oteo algún producto nuevo que probar por lo bajini, como el Aquarius Start Day este que sabía a flash de naranja descongelao sin chicha ni limoná:

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Ikusuki
Acabo de acabar, valga la acabandancia, el nuevo diseño que pretendíamos sacar para este verano aunque estamos teniendo algunos problemillas con los que nos las imprimen, seguro que lo solucionamos pronto. Agradecer desde aquí a todos los amigos a los que se lo hemos enseñado que nos han dado su opinión (a los que no contestaron: ¡¡¡sosaínas, así os vuvuzeleen en toa la oreja!!!).

Ahora empieza el lío de elegir prenda, pedir presupuesto, plazos, envasar las prendas, etiquetas… ¡que no nos pase nada!. ¡¡Eso sí, el diseño mola!! ¡¡compradnos muchas!!.

Además ha llegado, por fin, a España un paquete con un montón de regalicos que he comprado aquí para dar con las camisetas. Pero la movida es que lo han retenido en la aduana en Madrid y ahí anda Bea como una titán peleándose con ellos para que lo suban pa Bilbao de una vez…

El libro
Aunque no haya vuelto a hablar de él, lo cierto es que sigo escribiéndolo y acumulando cada vez más material. Me gusta mucho coger historias antiguas del principio y reescribirlas. Recuerdo que antes me daba mucha verguenza contar lo que sentía, por lo que me guardaba mucho para mí. Ahora estoy cogiendo esas mismas historias y añadiéndole el corazón que les faltaba, reemocionándome con cada una, que rara es la que acabo de escribir sin haber soltao unos lagrimones ahí…

El otro diseño
Hay un evento que va a traer a Tokyo a uno de los maestros de Capoeira más famosos del mundo, y me han encargado un diseño para las camisetas oficiales. Ideas no me faltan, ahí ando buscando huecos entre unas cosas y otras para sacarlo adelante. Nos hemos propuesto dibujar una roda con caricaturas de los profesores de aquí y el maestro tocando el berimbau, ¡y el caso es que las caras se parecen bastante!. ¡Ya os lo enseñaré cuando lo acabe!. Aaaa, que buena idea fue la de apuntarme a Capoeira, qué pena no haber encontrado el sitio antes, tan cerquita de casa que está. ¡Gracias Noriko por llevarme!

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El campamento de Karate
Este año dura tres días y a parte de Karate, hay un curso intensivo de nunchakus… no iba a ir porque el presupuesto no lo tengo muy allá, pero esto de los nunchakus promete!. Ahí ando echando números y dándole a la pelota que si que no, que caiga un chaparrón y me pille dentro casa.

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El examen de segundo dan de Karate

Fue el sábado pasado y entre unos y otros no me acabaron de aclarar qué era lo que entraba justo. Tengo un libro en japonés con una pequeña traducción al inglés, pero no cuadran algunas cosas. Así que lo que hice fue irme allí con una cámara de vídeo y grabar el examen de otro, ahora ya tengo clarísimo qué se me va a pedir en septiembre cuando me presente. La pena es que no se me hubiese ocurrido la idea tres meses antes porque podía haber hecho todo perfectamente ahora mismo, katas incluidas. ¡Cagüen!

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Las zurpias
Jajaja, hacía mucho que no usaba esa palabra. Esta es de mi madre y vale para cualquier trasto que haya por ahí tirao. El caso es que ando intentando deshacerme de gaitas que tengo por aquí que no uso para nada. Así a bote early me salen un par de altavoces Roland y un teléfono, todo funciona perfectamente pero a mi no me valen para nada, así que si alguien de Japón los quiere, que lo diga que se lo doy, ahí van un grupico variopinto de pixeles arrejuntaos:

Lo que no son zurpias
Con el cierre de la oficina me traje un montón de material tanto de mi empresa anterior como de la nueva, ya que todo estaba en el mismo lugar. Que si cuatro monitores LCD, dos servidores, la mesa y la silla… buff, si me pongo a enumerar todas las historias que me traje, overfloweo a google y le quito otra raya al iPhone 4. Total, que también ando quitándomelo de encima, pero esto no lo regalo porque vale una pasta. Puse un par de anuncios en la Metrópolis, y han funcionado flipantemente, en una semana vendí dos monitores que me sobraban. Había que verme a mi un domingo postgambitero multiojeril polialientítico por la mañana con un monitor de 21 pulgadas debajo del brazo por esas calles de Tokyo en busca de la chica filipina «de polo blanco y negro a rayas» que me lo compró…

Todavía me quedan dos servidores que son bastante buenos, pero unos mamotretos importantes que ocupan bastante. Los vendo por ¥45.000 cada uno, y el caso es que la chica filipina dice que igual me compra uno para su hijo. Son servidores, que yo había pensado sólo en empresas y similares, ¡no se me había ocurrido que como ordenadores de sobremesa pueden ser la caña!. Este domingo se viene a casa a verlo, a ver si lo pilla, tiene su gracia que un servidor con RAID lo vaya a usar un chaval para hacer words, ¡juas!

Si alguien en los Tokyos está interesado, aquí están las características. De momento me los anda vigilando el cherif pa que no se me vayan detrás de alguna iPad con minifalda:

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La incertidumbre
Aunque desde que he llegado a Tokyo todo ha sido prácticamente una incertidumbre continua, ahora es cuando me toca intentar de una vez por todas que deje de serlo. Me explico: me encanta mi trabajo, pero es una startup registrada en Irlanda, con lo que el sueldo es escaso, y ahora más por el cambio Euro – Yen, y no me pueden tramitar el visado. Lo primero depende del éxito o fracaso de nuestra salida a producción y para lo segundo hay diversas alternativas más oscuras que la titularidad de Fernando Torres estando el león Llorente (ojo al chiste futbolístico que no se volverá a repetir en toda la eternidad!, ojo no te lo pierdas!).
La solución directa sería buscar trabajo en una empresa japonesa, no creo que lo tuviese demasiado difícil pero me da pena infinita abandonar este proyecto del que soy parte tanto como mi jefe porque prácticamente lo diseñamos a medias.

Una vez solucionados ambos, mi vida se normalizaría (si semejante palabra se me puede aplicar, que a veces pienso que soy un disparate con patillas). Con dinero y un visado en condiciones tendría la estabilidad suficiente como para planear visitas a Bilbao, o Extremadura, o dondequiera que estén mis padres en ese momento, plantearme vacaciones por Asia con el tío Flapy, visitar Japón más allá de Kyoto…

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Así que ya veis en qué montón de chanchullos ando metido, y los que tengo ahí en cola: sacarme el noken 2, subir al Fuji, ir a Miyajima a correr detrás de los ciervos, pasear por Okinawa e intentar dar con el dojo donde dio clases mi profe Hirokazu Kanazawa a Elvis Presley, comprarme una Nikon D90, sacarme una foto con la bici en todas y cada una de las estaciones de la Yamanote, hacer un corto a lo malviviendo con el zordor y el lorco por Tokyo, conocer a una moza limpia y con maneras que no meta los pies padentro al andar, aprender a usar el Final Cut Pro, matar a la actriz que hace de Sookie que da por saco de noche y de día, sacarme una foto con Jackie Chan, crear un grupo de señoras en Facebook que no exista, japonear con las de japoneando, comerme treinta y siete gyozas del tirón, pegar a un agente inmobiliario, comprarme una moto…

buff!!!!

Buenoooo, que como más o menos dijo uno que vino mucho un poco y luego ya no volvió:

¿y de mientras?
¡Pues viviendo!
:gustico: :gustico: :gustico:

La canción del mundial

A mi el fútbol me interesa lo mismo lo mismito que a un manatí el iPad, pero a nada que uno tiene una miaja de vida social se ve envuelto en el semejante disparate que es esto del mundial. Los carteles de publicidad, las tiendas, los bares, los anuncios de la tele… ¡¡va todo de lo mismo!!

Hasta las conversaciones típicas que solía tener con los compañeros de Karate se centran en los partidos de España y Japón. De la selección sé que empezó perdiendo, pero que ahora va ganando… ¡ah! y que hay uno del Athletic que a pocas mete un gol de cabeza, que le dedican una noticia entera en el correo digital a semejante hazaña que revolucionará el mundo.

¡Ojo, que tampoco es que sea un amargado que me esté quejando, que a mi esto no me molesta!. La verdad es que porque no me ha cuadrado con el currelo, pero si saliese un plan de ir a ver un partido con los colegas a un bar por la noche, me iba a verlo seguro porque risas no iban a faltar. Y cervezas tampoco.

Total, que hay mundial, y que Japón parece que no lo ha hecho tan mal como esperaban. Ahora ya están eliminados, pero en todo este tiempo ha coincidido que me he escapado tres veces de gambiteo por Shibuya, y las tres veces han puesto en el club una canción con la que se volvía todo kiski loco entero ahí dando saltos. La he estado buscando para el post regulero, y la he encontrado, es una que han hecho los de Exile para animar a la selección japonesa que se ha convertido en todo un himno ya, típica de estas pegadizas a más no poder. Se llama «Victory» y hoy es la primera vez que veo el vídeo en condiciones, la verdad es que estos elementos de Exile dan un poco de grima ahí a lo Backstreet Boys en plan pa chulo mi pirulo y sólo molamos yo y mis gafas de sol estilo soldar vigas, pero bueno, en fin, en el mundo tiene que haber de todo y les tendremos que dejar que vivan, digo yo.

A mi es que me trae otros recuerdos mucho más gratos que ver a dos manadas de rascayús dándole a una pelota, porque ha coincidido que las veces que la he escuchado a todo volumen en la disco, me lo estaba pasando como un hobbit. Así que aquí la pongo como post regulero del miércoles, y de paso para que no se me olviden esas tres noches épicas:

Juas, me estoy acordando de cuando sonó la parte de las palmas la última noche, jejejeje, madre mía, madre mía, madre miaaaaaaaaa

¡¡¡ Este siiiii, este es
:regulero:
como él solo !!!

Ternura

Probablemente aquella fue la historia más bonita que me haya pasado nunca.

En el vuelo de vuelta a Tokyo desde Frankfurt trabé amistad con mi compañera de avión y en lo que volábamos por la mitad de Rusia resulta que íbamos cogidos de la mano por debajo de las mantas. Recuerdo esa historia, la recuerdo a ella con especial cariño como si no hubiese sobrado o faltado nada. Recuerdo su sonrisa, sus ojos cerrados mientras dormía sobre mi hombro, su pelo haciéndome cosquillas en el cuello, su aliento a los snacks del avión.

Es curioso, me acuerdo de todo lo referente a ella, incluso de algunas de las fotos que me enseñó de España, todas de grupo y todas haciendo la V con los dedos. Hasta me viene a la memoria la ropa que llevaba ella en ese momento aunque no tengo ni idea de que llevaba yo ni que había de menú. Del viaje sólo sé que hubo turbulencias, después besos y que el avión pareció llegar en la mitad de tiempo.

Nos separamos en el aeropuerto como si nunca nos hubiésemos conocido, ella con sus padres y yo con mis maletas. El adios nos lo dijimos justo después de soltarnos las manos cuando el avión acabó de aterrizar, y luego sólo hubo miradas que se cruzaron aquí y allá por la ruta semiseñalada de la terminal, ahora en la cinta transportadora de equipajes, luego en el control de pasaportes, después en la estación.

Más que un sayonara, fue un hasta luego, porque los dos teníamos el teléfono del otro y sólo hacía falta esperar a que alguien se atreviese a sacar fuera del avión una historia tan perfecta para tratar de rodarla en la vida real. Mismos protagonistas, distinto escenario, guión por escribir.

Fue ella la que mandó el primer mensaje.

Vivía lejos, pero venía dos veces al mes a Tokyo a un curso de algo relacionado con Ikebana, aunque nunca lo tuve claro del todo. Y algo así como un mes después de perdernos entre equipajes y azafatas, volvimos a vernos sin cinturones de seguridad de por medio. Fuimos a cenar a un izakaya en Shibuya y la primera media hora fue horrorosa. No teníamos absolutamente nada de que hablar, cada vez que uno hablaba de algo, el otro se quedaba bloqueado. Risas tensas, fuera de lugar, incómodos silencios, conversaciones sin punto y seguido. La novedad, la frescura del avión pareció no existir y cuando la despedí en la terminal de autobuses, no fui capaz de quitarme el vaho de tristeza del alma que se quedó allí por unos días empañando el recuerdo de una historia preciosa.

Pero lo volvimos a intentar porque nos lo merecíamos con creces, teníamos que hacerlo.

Al de dos semanas volvió y quedamos de nuevo. Estrenaban la película del Ché y quizás porque no tuvimos que hablar demasiado, la cosa fue a mejor. Casi creí que de haber luz de por medio, nunca íbamos a saber que hacer. No es que sobraran besos cual adolescentes en celo, sino que parecía que sentirnos uno al lado del otro era más que suficiente para los dos, o más bien que no había más remedio dado que no éramos capaces de mantener dos conversaciones seguidas coherentes. Resultó que más allá de los tópicos sobre España y Japón, estábamos vendidos como los perfectos desconocidos que habíamos sido siempre.

El vaho no se acababa de ir; no parecíamos los mismos que deseábamos que el avión tardase tres horas más en aterrizar en Narita. Y nosotros no acababamos de despegar.

Como en la canción de Mecano, la siguiente vez fuimos a un concierto, el de Coldplay en Saitama. Ella consiguió las entradas, todavía no sé como porque estaban agotadas desde hacía tiempo, y por lo menos esa vez parecía que compartíamos gustos musicales. Después me confesó que nunca había escuchado Coldplay, pero ya no importó. De nuevo las manos se unían en la oscuridad, y sólo en la oscuridad. Cuando nos fuimos a cenar esa noche, supongo que por la emoción de lo vivido, acertamos a hilar una buena conversación que acabamos al amanecer. Si hubiese que ponerle un sentimiento a la despedida en la estación, sería esperanza.

Volvimos a quedar dos veces más. Pero, casi como temía, fueron los dos días más aburridos de la historia de los días aburridos. Tardes incómodas, sin saber que hacer ni donde ir, sin saber cómo actuar con la chica con la que viví la historia probablemente más preciosa de mi vida.

Y de mutuo acuerdo, aún sin decirnos nada, decidimos no volver a llamarnos más.

Hasta hace unos días, año y medio después de nuestro último desastre, cuando en un mensaje me contó que se ha vuelto a su pueblo natal a unos cuatrocientos kilómetros de Tokyo, que vio que había perdido España y se acordó de mí. Dice que se acuerda mucho de la comida de Andalucía, de las gentes… del viaje de vuelta conmigo. Me pregunta si todavía tengo las zapatillas de la goma blanca que tanta gracia le hicieron, que si he aprendido a manejar la cámara de fotos, que si he vuelto a coger un avión.

Y yo, ya sin vaho, le contesto que no, que no he vuelto a coger ninguno desde entonces. Y mientras sigo escribiendo, rememoro todo a la vez: las horas de vuelo abrazados y los paseos por Tokyo sin saber que decir, los besos en el asiento de ventanilla a escondidas de sus padres y mis conversaciones de Karate que sólo me interesaban a mi… y si agito un poco el baúl de los recuerdos y lo vuelco en busca de un sentimiento, seguro que cae el de ternura. Fue la historia más romántica que haya vivido nunca y ahora, con la perspectiva del tiempo, creo que fue infinitamente tierno que intentásemos una y otra vez repetir aquella magia, que tratásemos de dar, sin éxito, con la receta que nos hiciese llegar a algún lado mientras nos aburríamos, a morir, el uno con el otro en cada intento.

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Citygolf

Siempre me ha hecho mucha gracia éste sitio cerca de mi casa donde van a jugar al golf. Al principio solía ver de vez en cuando a gente que iba toda preparada con los palos al hombro y pensaba que habría algún campo pequeñito cerca. Lo que hay es un lugar todo cubierto con red donde van a darle a la pelotaca… yo lo veo como la cosa más aburrida del mundo, pero la verdad es que siempre hay un montón de gente.

En fin, no creo que me vean a mi nunca ahí dentro.

Todavía estoy por averiguar algo que no se pueda hacer en Tokyo…