Asfalto de por medio, parte 2

«Web application programmer» ponía en el anuncio, pero el olor de aquel lugar distaba mucho de ser el de una oficina. Pongamos que era un aroma con garra; yo diría que humedad mezclada con sudor en una habitación cuyas ventanas parecían no haberse abierto en meses.

En la entrada había un teléfono junto a un mugriento papel con indicaciones de marcar el 955. Por alguna razón que todavía no me explico, decidí seguir adelante con aquel disparate y una voz al otro lado me dio la bienvenida instándome a esperar en la misma entrada. Fue una voz inesperada por lo dulce, seré yo que todavía no me he acostumbrado a la fingida afectividad femenina que tanto se prodiga por aquí en según que contextos y me las acabo creyendo siempre como el iluso que soy.

Me enamoro tres veces por hora.

Menos mal que se me pasa pronto; a la que se me airea otra por delante.

Lo primero que llegó fue un escote seguido de una chica de por lo menos una década más de los años que pretendía aparentar con esa ropa, y cinco más de los que le echaría yo.

Diaz-sama, ¿verdad?, gracias por venir, espero que hayas encontrado bien el sitio

Era medio guapa, dejando el otro medio a decidir en base a como se levantase uno de solo ese día. Hoy el ratio no le era propicio, pero caminar detrás de ese contoneo forzado me alegró el cuarto de hora que ya venía turbio desde el ascensor y además se agradecía poder degustar la mezcolanza de colonia y champú que dejaba a su paso diluyendo el asqueroso ambiente del lugar. Me estaba quitando la chaqueta cuando un microondas acabó de calentar lo que fuera que fuese y me descubrí pensando en la razón por la cual todos los microondas del mundo suenan igual. Como le de a alguien por patentarlo ya me veo yendo a por el café cuando suene un ladrido, pensé, y debí reírme de mi propia gracia.

¿Estás bien?, ¿te encuentras bien?
– Si si, perdón. Es solo que estoy un poco nervioso
-mentí
No te preocupes. Ahora va a venir el presidente para hablar contigo y después vendrá un ingeniero que evaluará tus conocimientos. Espera aquí, por favor

Se fue y sólo volvió para traerme un café que no habría probado ni cobrando, después no la volví a oler.

Oteé la habitación. Las paredes tenían grietas cerca del techo y en una esquina había una gran mancha de humedad. En el suelo había una moqueta, que ya era parte inherente del propio suelo y seguro que hace años era de un color parecido a gris claro. Creí ver una cucaracha en una esquina, pero no sabría decir y tampoco querría comprobar.

Hacía rato que había decidido que yo allí no iba a trabajar por mucho que me ofreciesen cuando entró un señor entrajetado de unos sesenta años por la puerta con cara de que yo le debía dinero. Se saltó toda formalidad y directamente empezó a hablar sin mirarme a la cara en ningún momento, en un japonés del que no entendí prácticamente nada pero asentí a todos y cada uno de sus ‘ne’ como si me fuese la vida en ello. La única pregunta que me hizo quiso Buda que la entendiese:

¿Porque quieres trabajar con nosotros?
Estoy buscando una empresa que me permita desarrollar mi capacidad como programador de páginas web y … -gracias, a Dios esta vez, me interrumpió con otra retahíla de la que ya solo paró para levantarse e irse directamente.

De los diez minutos en total pongamos que se adjudicó nueve para él perdiendo totalmente el sentido final del concepto de entrevista de trabajo. Me ahorró mi parte de la farsa.

Me entró la risa floja cuando reparé, mientras se alejaba, en que iba en traje pero con chanclas sin calcetines. Al de poco entró un chico de aproximadamente mi misma edad que parecía ser el más cabal del lugar. Por lo menos me miraba a la cara y tuvo la cortesía de presentarse. Que no era japonés estaba claro. Por el acento yo diría que entre irlandeses jugaba de pequeño.

Aquí hacemos páginas web en PHP, pero de vez en cuando hay clientes que ponen como requisito utilizar otra tecnología, y queremos a alguien que investigue antes de dar una respuesta y ver si es viable… bueno, antes de soltarte el rollo, vamos a lo que importa: ¿tu tienes trabajo ahora?
La verdad es que si, desde hace medio año más o menos
Vale, pues ya está todo hablado. Espera un momento -se levanta y cierra la puerta de la sala del todo- mira, el puesto es para un becario, te van a pagar aproximadamente cien mil yenes y te van a tener trabajando hasta tarde todos los días. Si no tuvieses trabajo seguiríamos con la entrevista, pero no te merece la pena si ya tienes algo.
Anda, me dejas de piedra. Bueno, pues nada, encantado de hablar contigo -dije pensando en poner kilómetros de asfalto de por medio
Espera espera, esto se supone que tiene que durar un rato, si no te importa esperar un poco… ¿cuanto llevas en Japón? ¿porque viniste?

Asi nos tiramos un buen rato hablando y ahogando alguna que otra carcajada hasta que por fin me acompaña a la puerta y me despide con un apretón de manos.

Ya te llamaremos para darte una respuesta -ironiza

Camino a paso ligero tratando de alejarme de allí. Durante un momento pienso en que en realidad ha sido una brillante entrevista de trabajo, que le he contado tantas cosas en ese rato con tanta naturalidad que no creo que hubiese mejor manera de conocer como es en realidad una persona en tan poco tiempo. Que todos eran actores, desde la cuarentona adolescente hasta el arrogante presidente que me hablaba con tanta soberbia.

Nah.

Aquel olor era demasiado.

Asfalto de por medio, parte 1

Seguía con los ojos entrecerrados cuando empecé con el nudo de la corbata, abrirlos del todo era como si me patearan todavía más las sienes, aunque lo peor había sido lidiar con la camisa del traje cuando con cada mínimo movimiento las costillas me ajaban la piel por dentro. Casi era mejor que estuviesen rotas, así por lo menos alguien me obligaría a estarme quieto «oficialmente» y no me vería en estos berenjenales.

No era, ni de lejos, mi mejor día para una entrevista de trabajo. Súmale una resaca de cojones al dolor del costado y te saldrá que no habría sido un buen día ni para salir a coger billetes de 500 euros ni metiendo a Angelina Jolie en la ecuación.

Por primera vez en mucho tiempo caminé con gafas de sol. No las uso en Tokyo desde que aquella, digamos, secretaria de día, me dijo que eran de gaijin, por muy a halago que ella quisiese que sonase. Tremenda mujer, por cierto, si se pudiesen rebobinar los reflejos de esas gafas ella tendría dos o tres secretos de los que sonrojarse y yo un ego que deshinchar. ¿Habría vuelto por fin a Nagoya? ¿seguiría en Tokyo?… mejor no preguntar que las cosas están muy bien sin que se planteen dejar de estar como están.

Decidí que sería mejor para mi dolor de cabeza quitar la música, aunque sería después de aquella canción que merecía ser escuchada hasta el final. Por alguna razón, un amigo de los que no se tienen tres en esta vida, me viene a la memoria cuando el iPhone decide que ya va tocando volverla a poner. «Escucha bien, mi viejo amigo, si algún día nos volvemos a ver, solo espero que todo sea como ayer… en el límite del bien, en el límite del mal. Te esperaré en el límite del bien y del mal«.

Nos veremos dentro de poco, seguro, por mi parte todo igual, te tocará mover a ti.

La entrevista de trabajo era cerca de Shinjuku, el barrio al que otrora me acercaba cuando no sabía muy bien que hacer con algún que otro domingo de esos que salen mustios y subía al rascacielos del ayuntamiento a buscar un Fuji agazapado entre brumas. El mismo barrio donde estúpidos adolescentes juegan a ser adultos bravucones al abrigo de mafias que nadie ve, como las meigas. De perder el último tren, mejor apagar cámaras que en ciertos lugares nunca se ha de reconocer haber estado. Cualquier testigo es un enemigo y en la noche no se hacen prisioneros.

Quizás me tocase trabajar por allí cerca a partir de entonces. Por lo menos, en ello estábamos.

Cogí aire mientras el ascensor bajaba. De esto que respiras todo el que te entra y lo dejas ahí un rato como si cada segundo que aguantas parase el mundo otro tanto. No más de tres o cuatro esta vez porque el súbito traqueteo del teléfono hizo que pusiese al mundo en marcha de nuevo de un soplido. Teléfono que, para variar, no cogí. Los que me conocen ya saben que rara vez lo hago y aún así siguen cerca, no me merezco a ninguno y temo el día en que se den cuenta porque me quedaré solo. Esta vez y sin que sirva de precedente, tenía excusa. O eso decía mi conciencia para cubrirse las espaldas mientras entraba en aquel cuchitril de mala muerte disimulando no estar muriéndome de dolor.

[continuará]

Conversación de menú del día

Volver después de dos años a Zalla con todo lo que ha pasado últimamente, ha sido casi como soñar durante una semana con vivir mi vida anterior. Ahora, ya despierto de nuevo, casi me parece mentira que hace nada estaba paseando por el pueblo que más moretones me causó a fuerza de no parar de correr y saltar por sus calles. Más de una acera se conoce mis rodillas de memoria.

Fueron días emocionantes, sin excepción.

Me gustó mucho enseñarle a la que me acompañaba mi mundo de siempre y que fuese yo, por una vez, el que tradujese menús y recomendase platos. Camino a Gaztelugatxe, paramos en Bakio donde la camarera nos atendió con encantadora hospitalidad:

A ver pareja, ¿que os pongo aquí?. Huy, ¿tu me entiendes cuando te hablo? anda, a ver como hacemos esto porque yo chino no sé y tampoco inglés, bueno, a veces el castellano se me olvida, no te digo más
Jaja, no te preocupes, bueno ella es japonesa, pero yo le intento traducir
Ostras, perdón, no pretendía ofender, ¿eh?, pero claro, pocos japoneses se ven por aquí, para nosotros todos son chinos. ¿Le puedes decir eso?, que no quería ofenderla, ¿eh?, que perdone, que una es una ignorante como la copa de un pino.

Le comento la situación a Chiaki que se descojona y me dice que es normal, que no tiene que pedir perdón por nada.

Menos mal, buff, no os he dicho ni el menú y si ya empezamos así… no quiero ni pensar cuando probéis la comida!
– Jajaja, seguro que está todo muy bueno
– Eso espero!. Bueno, esto es lo que hay

Le traduzco, más o menos, lo que va diciendo la camarera y Chiaki se extraña con que haya que elegir tantos platos, no le cuadra lo de primer plato, segundo plato y postre, y menos que el primer y el segundo plato sean platacos y que haya una cesta llena de pan sin fondo. Acabamos decidiéndonos por el arroz con almejas, los guisantes con jamón y sendos platos de carne. Como hay que conducir, no será vino con gaseosa sino agua.

Oye, chiquito, ¿puedes venir un momento? –me dice la camarera, y me lleva a un rincón– ¿cómo se dice «gracias» en japonés?
Pues se dice «arigato»
– Arigato arigato
–practica por lo bajini poniendo el acento en la segunda a, lo que hace que suene muy gracioso, así que no le digo nada. Cuando trae el segundo plato y Chiaki hace ademán de pasarle el plato vacío, se lo casca con la mayor naturalidad del mundo.

ArigÁto –y se va
Jajaja, de nada –le dice Chiaki en castellano
Pero lo has dicho mal, oye, que vas de entendida por la vida –dice una de las señoras de la mesa de al lado– es árigato gosamas, que lo se yo, ¿a que si? ¿a que se dice así? –le pregunta directamente a Chiaki, y yo se lo traduzco
Si si –contesta Chiaki en castellano descojonándose– bien bien
Vaaaale, jodé aquí con la entendida –le dice la camarera a la señora– pues fíjate que yo no sabía si era japonesa o no y la he llamado china
– Pues anda que no se distinguen!! si está claro que es japonesa
–dice la señora, y yo se lo traduzco a Chiaki, que me dice que a veces es muy evidente que alguien no es japonés, pero que ella misma no lo sabe ni de coña a simple vista, yo no digo nada
Pues los distinguirás tu que eres una relista, pero yo ya les he pedido perdón, ¿verdad moza que te he pedido perdón?, no te me enfades, ¿eh? que una es una inculta, que le vamos a hacer

Cuando vamos por las goxuas, Chiaki me pregunta cómo se dice «estaba muy bueno todo» y yo se lo digo tal y como está escrito entre comillas en esta misma frase. La camarera vuelve:
Bueno chicos, ¿os pongo un café o algo?
– Estaba muy bueno todo
– Jajajaja, anda!! árigato árigato, que maja, ¿has oído que me ha dicho que estaba todo muy bueno?
–le dice a las señoras de la mesa de al lado– no como vosotras que nunca decís nada, sosas, que tiene que venir alguien de fuera!!!

Salimos de allí encantados con el buen trato que nos ha hecho pasar tan mejor rato. Mirando al mar respiramos profundamente, una, dos, tres veces… a ver si el aire ayuda a bajar tanta comida, que hace mucho que el estómago no está acostumbrado a estos festines de los mediodías.

Madre del amor hermoso.

Oskar –me dice Chiaki– hoy he sido tu por un rato, ¿eh?, jaja, ahora sé como te sientes cuando vamos a un izakaya
Pa que veas!

Montamos en el coche y con el cinturón de seguridad hasta los topes, arrancamos.

Próxima parada: Gaztelugatxe.

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Fudai, el pueblo que plantó cara al tsunami

Esta es la historia de un pueblo pesquero llamado Fudai, en la prefectura de Iwate, que se salvó del tsunami gracias a la determinación de uno de sus antiguos alcaldes, Kotaku Wamura, un buen hombre que aprovechó su mandato para poner en práctica una descabellada idea.

Fudai, que se sepa, sucumbió a dos tsunamis en 1896 y en 1933 que destruyeron prácticamente todo el pueblo y se llevaron más de 400 vidas. Wamura dijo que haría todo lo que estuviese en su mano para que no volviese a pasar, y en 1967 se planteó construir un muro de 15 metros y medio que obstaculizase el paso del agua de otro posible tsunami a las áreas cercanas al pueblo. Parece ser que hubo bastantes dificultades ya que el muro necesitaba esclusas que permitiesen al río Fudai desembocar al mar y los dueños de las tierras no estaban dispuestos a dejar sus terrenos para semejante barbaridad.

Wamura, de alguna manera, logró que en 1972 se comenzase la construcción de la estructura que fue finalizada en 1984 con 205 metros de lado a lado y un presupuesto total de tres billones y medio de yenes. Aquí se puede ver centrado en Google Maps:


Ver mapa en gordo

Después del terremoto de hace dos meses, las esclusas fueron cerradas por control remoto aunque hubo algunas en los laterales que se atascaron y un bombero tuvo que arreglar el asunto a mano. El tsunami de veinte metros que llegó a la costa de Fudai atravesó el muro tan sólo unos metros por encima, pero la estructura logró parar la fuerza del agua y ni siquiera las viviendas llegaron a mojarse. Tanto la playa como el puerto quedaron totalmente destrozados, pero de muro para adentro el pueblo quedó prácticamente intacto y de las 3.000 personas que viven actualmente sólo una permanece desaparecida porque tuvo la desafortunada idea de ir a ver si su barco estaba bien justo después del terremoto. Los pueblos cercanos prácticamente desaparecieron.

Otro pueblo llamado Taro también construyó un muro, pero más bajo, de 10 metros que desafortunadamente no valió prácticamente de nada el 11 de marzo.

«Si estás absolutamente convencido de algo, haz todo lo posible por llevarlo a cabo a pesar de las dificultades» decía Wamura desde su retiro. Yo creo que no puede más que estar orgulloso de haberlo defendido con uñas y dientes.

A grandes problemas, grandes soluciones. ¿Quizás se tendrá en cuenta a la hora de poner centrales nucleares al lado del mar? (si se vuelve a construir alguna aquí, claro…)

Fuentes: Newsonjapan y Seattlepi

No me olvido de la transferencia

No sé si me ha mirao el Dioni o es que soy más tonto todavía de lo que pienso que soy, que seguro que también. El caso es que llevo intentando hacer la transferencia a la Cruz Roja un mes, y como no he sido capaz todavía, creo que lo suyo es que cuente aquí en que situación estamos para que no penséis que me estoy haciendo el sueco con el asunto.

Mi idea era sencilla: una vez hecho el recuento de pedidos, hago la transferencia desde mi cuenta de aquí de Tokyo utilizando el internet banking este, y después ya haría cuentas con Ikusuki, puesto que hasta que Correos nos pasase todo el dinero de los contrareembolsos iba a pasar tiempo. Esto pintaba bien hasta que me estampé contra un Mercedes y tuve que darle todos mis ahorros hasta el momento a un pavo entrajetao con cara de sieso.

La siguiente era usar la tarjeta de crédito de Uno-e para sacar perras de la cuenta de España a la que previamente habríamos pasado el dinero de la cuenta de Ikusuki, suena fácil ¿eh?. Pues imposible: por una parte, en Uno-e me dicen que tengo que validar un teléfono móvil de España para poder hacer cualquier tipo de operación por internet (???), y por otro resulta que dejó de funcionar la tarjeta de crédito porque me habían mandado una nueva a Bilbao. Que un banco por internet me exija tener un teléfono móvil español me parece que le quita todo el sentido precisamente al concepto global de internet, pero bueno… haremos la de poner un teléfono de un amigo que me dirá por gtalk el código que le envíen para validarlo en su web (vaya seguridad de mis huevos morenos, menudo sinsentido).

Así que como iba a volver a Bilbao de vacaciones en la Golden Week, me esperé hasta estar allí para recoger la tarjeta y sacar el dinero al volver. Así lo hice, pude sacar las perras y lo ingresé en el banco japonés el fin de semana pasado. El lunes me dispuse a hacer pruebas de programas de captura para hacer el vídeo donde se viese claramente la transferencia por internet, preparé el trípode para grabar desde una cámara normal por si acaso y cuando me puse a ello, resulta que metí tres veces mal la clave y el banco japonés me ha bloqueado el acceso a las operaciones por internet…

Ayer a primera hora llamé como cinco veces por teléfono para intentar reactivarlo, pero no fui capaz de entenderme con ellos. Finalmente he pospuesto todo hasta el fin de semana que ya he quedado para que me ayuden con el banco y pueda conseguir de nuevo acceso para hacer la transferencia de una santa vez.

Es bastante fácil vivir en este país, pero a veces se te complican las cosas de una manera… hacer la menor chorrada puede ser prácticamente imposible. En fin, nos aplicaremos con el japonés, y a vosotros os pido un poco de paciencia y mil veces perdón por tardar tanto con esto que debería haber sido mucho más rápido…

Regreso

Pensé que no volvería a asustarle nunca más, pero el nuevo calor de la primavera le trajo otra vez al pequeño banco con tejado donde él solía soñar con estar soñando en un futón.

Yo caminaba camino de casa echando en el alma la cuenta de los abrazos que había dejado a deber entre Zalla, Bilbao y Barcelona y ya desde la esquina de la droguería pude distinguir la inconfundible bicicleta medio en medio del camino. Allí estaba de nuevo, tapado con la manta azúl ennegrecida por los bordes que apenas dejaba ver el gorro de lana cómplice del secreto de su calva.

Durmiendo la vida, que vivida sólo a ratos pesa menos.

Me alegré mucho, no entiendo todavía por qué tanto, no tengo ni idea de quien es, pero saberle vivo me desbordó la sonrisa de dientes. Uno cree que tiene problemas hasta que se los relativizan de un tirón. Más que compasión o pena, es humildad, de la buena e inyectada intravenosa. Cortes de luz decían, cuéntaselo a este hombre y de paso añade que no hubo agua embotellada ni gasolina por una semana que con que siga soplando viento sur…

Llegué, me duché y caí rendido un tiempo. Me resistía, todavía me resisto, a divorciarme tan pronto de la que quiso casarse 10 días conmigo entre embarques, metros y camas de prestado y la acompañé hasta casi su casa llevándole la maleta. Muerto de sueño, con las lágrimas discutiendo por no ponerse de acuerdo si salían por pena o por felicidad, volví andando entre andenes cambiando líneas como si nunca hubiese abandonado Tokyo y las cosquillas de Javi de ayer me hubiese imaginado reírlas.

Bajo un cielo de cerezos compinchado con el viento, la vieja bicicleta cargada de paragüas rotos seguía velando las cabezadas de su dueño y yo supe que no podría conciliar las mías de haberme ido sin más. Entré en el combini y compré dos o tres platos de comida para llevar asegurándome de que hubiese bien de carne. También pensé que sería bueno que tuviese frutos secos que comer en cualquier momento, y que le darían sed, así que añadí a la bolsa una botella de agua de dos litros y seis cervezas de las grandes que mi vergüenza y quizás su orgullo no me dejarían compartir con él y sus historias, ojalá no le diesen más resaca de las habituales. La bolsa que planeaba dejarle al lado de la bicicleta se convirtió en dos porque pensé que convendría que tuviese muchos onigiris con arroz y también pan y alguna revista indecente que le adecentase el ojo a la sombra de alguna farola en la comisura del Tokyo que le acogiese esa noche.

Así lo hice.

Dejé las dos bolsas dentro de la cesta de su bici, procurando no hacer ruido y me volví a casa con la sensación de ser más persona que un rato antes pensando que esa noche iba a ser yo el que durmiese a pierna suelta.

No fue así, y dudo que el jetlag tuviese siquiera la mitad de la culpa.

A Zalla

Dos años desde la última vez que pisé Zalla, han cambiado tantas cosas que parece que no sea mi vida la de entonces, hay incluso aspectos pocos claros, como si estuviese tratando de recordar un sueño en vez de algo vivido realmente. No se si esto es bueno o malo, pero es así, quizás es que he elegido olvidarlos.

Tengo la sensación de que era un tipo más inocente, más si cabe, que no acababa de tener muy claro que iba a hacer pero que trataba de disfrutar cada paso del camino a andar, a veces atajando por aquí, a veces perdiéndome por allá reencontrando nuevos destinos que me hacían olvidar a donde iba cuando empecé.

En dos años, me he encontrado la senda con baches, con charcos y con barro, incluso a veces me ha tocado saltar algún que otro árbol que se empeñaba en no dejar pasar y no ha faltado tampoco tener que rectificar volviendo atrás a tomar otro desvío. Todo se ha hecho como tenía que ser: a fuerza de piernas y con el corazón de brújula que mientras siga apuntando donde debe, vamos bien. Él ya sabe lo que me digo, no hace falta que se entere nadie más.

No ha faltado de nada, siempre ha habido algo más que hacer: competiciones y exámenes de Karate, entrevistas y cambios de trabajo, nuevos lugares que visitar, nueva forma de mirar a lugares ya visitados… y el caso es que casi nunca he caminado sólo, aunque tenga la suerte de que pocas veces me doy cuenta de ello. Nos hemos pasado la bota de vino muchas veces al acabar de subir alguna cuesta con amigos, raro es que me haya comido el bocata entero sólo, que no sabe a nada. No estarán en papel esas fotos pero aquí las llevo yo guardadas, recuerdos de mil momentos irrepetibles entre sendas y veredas a la sombra de cerezos y rascacielos. No se me mueran antes que yo, háganme ese favor.

Al hacer noche tampoco ha faltado quien me ha hecho olvidar el rocío de la mañana aunque tengo que reconocer que me ha costado encontrar algo de llama entre amores y amoríos que no hacían mucho más que bulto y ruido. Ya está hecho, no seré yo quien deje de echar leña para que no se apague. No os acerquéis mucho que esto quema, avisados estáis.

Y aunque tengo cogido el ritmo, ya iba siendo hora de llamar a la posada de la familia y darse un festín de abrazos y besos entre los que siempre han estado a las duras y a las maduras. Si pasáis por allí, id avisándoles que se armen de paciencia, porque el caminante llegará con ganas de contar la historia de cada curva, que todas tienen si se sabe mirar. La de que se movió el camino mes y medio atrás me da a mi que será la más contada, que Dios les pille confesados.

Ah, y que no se os olvide decirle a la mesonera que ponga alubias a remojar, que vamos con hambre y ya han pasado demasiadas lunas sin untar pan.

Descansad de mientras, que en diez días, a la vuelta, tiramos por la izquierda.

El accidente de moto, conclusión

El fin de semana pasó con bastante normalidad, el teléfono no sonaba, aunque lo cierto es que desde el golpe la mayoría de las veces lo único que recibo son mensajes de voz en el contestador sin que hubiese habido ninguna llamada, ojo Steve Jobs que tienes aquí al betatester definitivo, vete mandando el iPhone 5 que verás lo que dura. Aunque casi mejor así, total, para lo que contesto yo el teléfono…

Hice revisión de daños: un iPhone con la pantalla destrozada pero que funciona casi normalmente, una moto hecha un cuadro pero con el motor aparentemente intacto, ropa hecha jirones metida en una bolsa ya para tirar, incluidos los zapatos, postillas como senbeis y un costado izquierdo que cada vez dolía más impidiéndome dormir en condiciones. Podría haber sido muchísimo peor, así que se celebró con cervezas la situación «ni tan mal».

El lunes empezó otra vez la retahíla de llamadas, y el caso es que en mi empresa ya no estaba la persona que me estaba ayudando hasta entonces, así que hablé con mi empresa de verdad, vamos, que estoy subcontratado y los que me dieron el contrato a firmar todavía no sabían nada del asunto, ni querían saber por lo visto.

Llamé y después de contar la situación y preguntar si ellos tenían algún tipo de seguro que cubriese el trayecto al trabajo, me dijeron que había, pero que no cubría accidentes de tráfico, que ellos no se hacían responsables de lo que me hubiese pasado «de ninguna de las maneras», que no iban a poner ni un duro para nada, y que tuviese esto claro.

Y tan claro. Vaya tacto de mis tamagos.

Así que empecé a devolver las llamadas, la mayoría al Nomura-san, y el hombre insistía y reinsistía en que no quería hablar conmigo sino con alguien de mi empresa. Le conté esto mismo al señor don «a mi no me cuentes tu vida» que se muestra tan agradecido cuando le mando el parte de horas y ha habido horas extras, y me dice finalmente que vale, que habla con ellos, pero que, otra vez, ellos no ponen ni un yen en el yakitori.

Habla con ellos, busca por internet y me llama escandalizado todo nervioso diciendo que, por el nombre, la empresa pertenece a la mafia japonesa, a la yakuza, que ya puedo ir arreglando esto cuanto antes y que no les haga enfadar, que me disculpe cada vez que coja el teléfono y que la he liao parda y que no se qué, el tío está cardiaco entero.

Aquí ya me entra la risa, lo juro, me fui al baño de la oficina y me encerré ahí a descojonarme de todo, fue un momento tan absurdo que si llega a llamar a la puerta Quentin Tarantino en pijama con un sombrero de torero, le habría hecho de toro haciendo los cuernos con los dedos. Acojonante el lío en el que me había metido de un día para otro, atiende Alex de la Iglesia que tienes película.

Una vez pasado el momento irracional, me agobié hasta la médula, no estaba en plan histérico nervioso, pero si muerto de miedo y empecé a echar cuentas para ver hasta cuanto podría pagar si no quedase otro remedio, a mover ficha en vez de dejarme llevar entre unos y otros. Hubo amigos que, sin dar ningún detalle de la gravedad de la situación, me ofrecieron dinero directamente, nunca lo olvidaré, aquí os llevo, justo un poco por encima de la costilla dolorida, vosotros sabéis quienes sois.

No le cuento a nadie lo de la yakuza, por no preocupar y liar a más gente que lo único que van a hacer es liarme más a mi con histerias, cuando recibo un mensaje del tío de mi empresa pidiéndome perdón porque se había equivocado, que aunque es un grupo grande de empresas, cree que no tiene nada que ver con la mafia… yo ahí reviento y la pago con él, primero porque se lo merecía desde hacía tres llamadas por su tono prepotente totalmente insensible negando toda responsabilidad de mi empresa en el asunto de muy malas maneras y segundo por gilipollas supino. Le pongo a parir, literalmente, y después de ahí le tengo dócil hasta que acaba todo esto, yo creo que también me habría acojonado de haberme escuchado, ya iba tocando explotar y un poco de réplicas y radiación iba también en el asunto, que vaya dos meses llevamos.

Se acaba concertando una reunión a las siete y media de la mañana en la empresa ex-yakuza, por mi parte vamos yo y el borrego que deja claro que sólo va en calidad de intérprete inglés-japonés, y no representa a la empresa bajo ninguna circunstancia, por la otra parte el abogado Nomura-san y un tipo de canas que no se quién es ni falta que me hace, pero que ha venido para ponerse enfrente y poner cara seria. Lo mismo es un arubaito.

Me pide que cuente el accidente, lo cuento boli en mano, no estoy nervioso, ni enfadado, simplemente cuento las cosas con calma y con el máximo de detalles que recuerdo. Me niegan una vez más que el coche saliera, le niego una vez más que el coche no saliera y doy razones mientras el del arubaito arquea una ceja y el Nomura-san esboza una mueca de escepticismo.

Simplificamos la comedia cuando, por fin, me acaba enseñando la factura de arreglo del coche, 610.000 yenes del alma (15 motos como la mía), me dice que ya lo han arreglado porque lo necesitan, que debemos establecer un porcentaje de culpa y me enseña precedentes de casos anteriores en los que en todos la culpa es del motorista por haberse saltado el semáforo. Yo me río con los ejemplos que me enseñan aquí Epi y Blas, seguro que no había otros, claro.

Me pongo serio, y les digo que no está claro que yo me hubiese saltado el semáforo pero que en cualquier caso, hay unos segundos hasta que el otro semáforo cambia y yo iba muy rápido así que en el peor de los casos los dos nos lo habríamos colado.

Me dicen que no hay testigos, pero que sería mi palabra contra toda una empresa, que iban a ejercer mucha presión para solucionarlo, que al no tener seguro yo tengo todas las de perder, que no quieren ir a juicio, que bastante lío estoy teniendo ya, que lleguemos a un acuerdo, pero que si no queda más remedio, se va a juicio con todas las consecuencias.

Yo pienso en mi viaje a Bilbao, en todo lo loco que me están volviendo cada día con la gaita y que si esto va a durar muchos meses más no me compensa ni de lejos. Así que decido ser honesto y asumir un 60% de la culpa por ir muy rápido con la condición de que se acabe todo cuanto antes y me olviden.

Dicen que es muy poco, que se lo tienen que pensar, y se acaba la reunión.

El mismo día, a las 11 de la mañana, me dicen que aceptan y me dan un número de cuenta y una factura con 360.000 yenes a pagar. A duras penas consigo reunir el dinero, lo pago por internet y me abono al arroz con curry del súper de mi barrio hasta nuevo aviso.

El elemento de mi empresa me dice que he llevado todo con una tranquilidad admirable, que nos vayamos a celebrarlo con unas cervezas. El tío es un rascayú profesional acreditado cuya opinión me importa lo mismo que él, pero accedo para devolverle los favores del madrugón y de hacerme de traductor, eso sí, tendrá que esperar hasta dentro de un par de sueldos.

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Intentando pasar página desde el minuto 2, me llama el Nomura-san, me da las gracias por el ingreso y me dice que su empresa me paga las facturas del hospital, que le diga mis datos que tiene boli y cuaderno ahora justo a mano, yo le digo que no quiero saber nada más ni de él ni de su grupo de empresacas, que no me llame nunca más, que se puede meter su limosna por donde le quepa, que yo soy el que me he quedado sin un puto duro, sin poder ir a Karate un mes porque me duele todo, con una moto descojonada y el iPhone y el amor propio destrozaos, que podrá entender, dadas las circunstancias, que no tenga muy en cuenta su conciencia en estos momentos.

El accidente de moto, parte 2

Estaba en mitad de la comida cuando recibí la primera llamada de muchas que vendrían, un tal Nomura-san me hablaba desde la empresa del conductor, del que, por cierto, no volví a saber nada. Este hombre me preguntaba por el resultado de las pruebas del hospital y luego me pedía que le contase el accidente una vez más. No tenía muy claro con quien estaba hablando ni para qué, pero le conté mi versión igualmente, la misma versión que mantuve de principio a fin, el otro no puede decir lo mismo aunque poco importa a estas alturas.

Como no nos acababamos de entender bien, quedamos en que alguien de mi empresa le llamaría después para tratar de averiguar los siguientes pasos. Lo que si que quedó bien claro es que estaba tratando con un abogado, y que esto estaba lejos de ser un arreglo amistoso entre dos.

Fui a la empresa donde después de asegurarse que estaba bien, se descojonaron vivos del «nuevo» iPhone. Sólo le conté lo del papeleo a la secretaria, la que también tuvo que soportar mis dibujos y explicaciones de lo que yo creo que pasó en aquel cruce.

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Ella llamó primero a mi seguro, después al tal Nomura-san, y después de nuevo a mi seguro. La cosa pintaba mal. Nomura-san era abogado, como parecía, y representaba a la compañía de seguros del conductor del coche, el cual no era del conductor, sino de una empresa de seguridad. Curiosamente la compañía de seguros y la empresa de seguridad pertenecían todas al mismo grupo de empresas, ellos se lo guisan y ellos se me comen.

Por lo visto, mi seguro es el básico, sólo cubre «daños personales», en otras palabras: si pillo a alguien, pagan la factura del hospital, nada más. Y eso hasta millón y algo de yenes, que hablando de costes médicos, tampoco es tanto. Daños materiales los paga uno mismo… vivir y aprender a hostias, nunca mejor dicho. Ahora que claro, 7000 yenes de seguro, no le pidas ichigos al sakura.

La realidad es que yo me fuí a dar contra un Mercedes Benz Híbrido nuevecito que se me cruzó cargándome la parte de delante y que el conductor decía que él ni se movió y que fuí yo el que me estampé contra él porque perdí el control de la moto. Fíjate, con lo majo que parecía el señor, y que el coche no era ni suyo, ahí inventándose cosas.

Me entero que ese día es el último de la secretaria de la empresa, día que le estoy amargando haciéndole llamar a personas desconocidas para hablar de movidas legales que a ella ni le van ni le vienen, y sin embargo ahí está defendiéndome con uñas y dientes de abogados prepotentes y aseguradoras excuseras. Nada más saberlo, le pido perdón y me marcho a la tienda más cercana para comprarle un regalo dando por finiquitada la gesta. Nada más lejos de la realidad querer amargarle el último día a nadie con mis gaitas, y menos a semejante encanto de persona. Me da su teléfono móvil y me dice que la llame si hay más problemas, que ella se encarga. Le doy las gracias y le pido perdón otras mil veces, mitad y mitad. Ni de coña la llamo, eso está claro, bastante ha tenido que aguantar ya.

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La siguiente llamada que recibo es de la policía, me dicen que no es justa mi situación y que vaya a la central de Shibuya cuanto antes, que hay que aclarar el asunto. Esta vez voy acompañado, entramos en una comisaría a oscuras, subimos al segundo piso y pasamos a una sala diminuta con una mesa y dos sillas. Nosotros a un lado, el policía al otro. Lo más parecido a lo de los interrogatorios de las películas, allí faltaba el espejo ese de que te ven y tu no.

Allí nos dice que tal y como está ahora el parte de accidente, yo tengo la culpa de todo y me quitan todos los puntos y me retiran el carnet aparte de una posible multa por exceso de velocidad. Además él sabe que mi tipo de seguro no cubre los daños y dice que es demasiado que yo tenga que asumir todo, que por eso me llama, que a ver si podemos mejorar la situación. Ya empieza a hablar de cifras de medio millón de yenes de por medio para reparar el coche.

A mi me tiembla todo. Yo no tengo ese dinero.

Rectifico muchos de los datos del accidente: el coche si que salió cruzándose en mi camino y yo iba por el carril de la izquierda y no por el medio. Me dice que esto cambia las cosas, pero que necesita que haya un acuerdo entre los dos ya que no hay testigos, así que se va a llamar por teléfono al conductor del coche. Nada que hacer, el no da su brazo a torcer, dice que no se movió y no se movió el hijo la gran fruta.

No hay mucho que hacer para mejorar el tema del seguro, pero se puede evitar la retirada de puntos, carnet y multa si cambiamos el tipo de accidente evitando mencionar daños personales (los de mis costillas básicamente) pasando a sólo de tráfico. En ese caso, las facturas del hospital irían por mi cuenta y sólo quedaría pendiente llegar a un acuerdo con el seguro del otro. Con la policía habríamos terminado y por su parte no habría problema en hacerlo. Así quedamos entonces. Accidente de tráfico sin daños personales, un carnet intacto y un pobre gaijin infinitamente agradecido a un policía que no conoce de nada, pero que simpatizó con su situación y trató de ayudarle cuando no tendría porque haberse molestado en hacer nada por cambiar el asunto.

Además -me dice- creo que tu dices la verdad, no tiene ningún sentido que te fueras a dar contra un coche parado, aunque tampoco fuiste un santo tratando de pasar el semáforo justo cuando cambiaba a rojo.

[concluirá…]

El accidente de moto, parte 1

Iba rápido, calculo que sobre los 50 kilómetros por hora permitidos y cuando ví que el semáforo estaba cambiando, aceleré todavía más. Me esperaba una pitada bien merecida del coche que estaba esperando para girar, pero simplemente no me vió y salió, yo intenté frenar con todas mis fuerzas y la moto patinó. No me acuerdo en qué momento la moto fue por un lado y yo por otro, pero si sé que el golpe fue contra la rueda izquierda del coche con mis costillas. El iPhone quedó entre medias, como no podia ser de otra manera.

El conductor salió y lo primero que dijo, a la defensiva, es que el semáforo se había puesto verde, a mi me daba igual una que otra y sólo quería quitarme del medio de la carretera y mirar a ver si tenía todo en mi sitio.

Me disculpé por haberme pasado el semáforo, y él se ofreció a llevarme la moto hasta el arcén mientras yo me sentaba en el bordillo de la acera con el costado dolorido. El conductor, un señor bastante mayor, me dijo que tenía que llamar a la policía y después de dar las explicaciones necesarias, trajo una toalla y una botella de agua y me empezó a limpiar las heridas del codo y las rodillas.

– Tu tranquilo, siéntate y no te preocupes -me decía de vez en cuando -esto lo arregla el seguro, lo importante es que estés tu bien.

La charla continuó un rato más, yo diría que unos veinte minutos hablando de todo menos del accidente: si trabajaba cerca, que de donde era…

Llegó un coche de policía, y luego una ambulancia y otro coche más. Me dijeron que contara el accidente y yo lo conté hasta tres o cuatro veces a personas distintas, para mi que repetí un policía.

Ya en la ambulancia me midieron la tensión y el pulso, me limpiaron las heridas y me llevaron a un hospital donde me sacaron radiografías del pecho metiéndome más microsieverts de los absorbidos en los cuatro años en Tokyo se pongan como se pongan en El Correo, El Mundo, El País, el Menéame y el Forocoches. Las radiografías las revisó el doctor en el ordenador, JPGs de resolución suficiente como para verme las costillas con tres o cuatro niveles de zoom sin perder nitidez. Me sorprendo de entender prácticamente todo lo que me dicen personal de ambulancias, enfermeras, recepcionistas y doctor.

Nada roto y 13.000 yenes después volvía camino del lugar del accidente con la ropa estilo extra de walking dead y un iPhone de 4 días de diseño exclusivo ya envidiado por todos, marcando tendencia, así soy yo. Volví andando, porque la ambulancia sólo es de ida, atrayendo las miradas de las gentes del lugar con un casco de moto en la mano y la ropa hecha jirones guiando mi camino con un mapa oteado a través de un cristal resquebrajado.

En el lugar del accidente no quedaba nadie. Habían movido la moto a la acera y la habían metido en un círculo con tiza y tres kanjis gordos que ponía algo así como «accidente aquí». Llamé al cuartel de la policía de Shibuya y pregunté por el que me dió su tarjeta de visita antes de que me llevase la ambulancia. A su pregunta, confirmé que estaba bien y que salí del hospital por mi propio pie, y que tenía los datos del conductor del coche para arreglar los papeles. Con la policía parecía que habíamos terminado. Ni de lejos.

Miré la moto, y daba pena pero arrancaba. Hice un par de pruebas y parecía que yendo con cuidado, podría hasta llevarla a casa. Así lo hice sin tenerlas todas conmigo porque casi no frenaba y el manillar estaba totalmente torcido, no debí pasar de 15 por hora en todo el trayecto.

La rodilla derecha me quemaba y tenía mucha sed.

Paré en un taller cercano pero me dijeron que para arreglarla tendría que ir a un taller oficial de PGO, que hacían falta recambios originales. Desistí por el momento, entré en casa, me duché, y me comí la ensalada que llevaba de bento ese día. Las dos manzanas estaban totalmente destrozadas aunque el taper ni se abrió y la bolsa apenas tenía algún rasguño.

No tenía ni idea de lo que iba a pasar a partir de ese momento…

[continuará]

Aguas y vasos

Cuando empecé el nuevo trabajo, me preocupaba no poder seguir yendo a Karate tanto como quisiera, ese era mi gran dramático problema con el que lidié como pude tratando de que me dejasen entrar y salir antes que el resto de mis compañeros de oficina algún día a la semana. Capoeira se afrontará después, pensaba, y menudo disgusto tenía.

Después vino otro, problema digo, y es que no sabía si me iban a renovar el visado. Tenía esa incertidumbre rondándome la razón y aunque no parecía que hubiese nada que impidiese que me pudiese quedar aquí más tiempo, era mi problema y me preocupaba. No, me preocupaba mucho, le di siete u ocho vueltas más de las que se merecía planteándome alternativas absurdas, involucrando inútilmente a quien me importaba.

Luego vino un terremoto, y un tsunami, y otro terremoto y muchos otros más, y una central nuclear inestable (¿de verdad se podían llamar problemas a lo de antes de esto?). Hubo algunos que me despreciaron por contar mi realidad, curioso que los peores fueron algunos paisanos, por lo de la tierra y el profeta, digo yo. Otros me pusieron en un altar por haberme quedado y yo sólo sentía pena ajeno a tanto disparate ajeno (el doble ajeno va a propósito). Ya casi no me acordaba del visado cuando me lo renovaron.

Siguiendo cada día las noticias sobre radiación entre réplicas y nervios, vino otro problema que ante la que estaba cayendo no era gran cosa, pero era más mío que de nadie: no sabía si iba a seguir en el trabajo que aunque era cuestión de ponerse a buscar otro y sabía que tampoco era tan importante, tuvo la culpa de alguna que otra tarde de caminares nocturnos vista al suelo entre neones apagados, como mi ánimo.

Entonces perdí el teléfono nuevo y aunque apareció al día siguiente, ese problema insignificante me amargó el domingo hasta que me lo cambiaron gratis por uno nuevo la noche del mismo lunes en que me renovaron en el trabajo y me aprobaron las vacaciones para volver a Zalla después de 2 años. Paseando desde Shibuya hasta Shinjuku, de tanto hablar y reírme de ellos con quien me moría por hacerlo, parecía que no hubiese habido ninguno en realidad porque ya estaban solucionados. Borrón y cuenta nueva, absurdo agobio, innecesaria ansiedad, estúpida razón equivocada.

Cuando el jueves me levanté de debajo de aquel coche, el nuevo teléfono, de nuevo roto, fue lo primero que advertí. Me pasé un semáforo justo cuando cambiaba a rojo y un coche decidió salir antes de que el suyo cambiase a verde… aunque no fue para tanto, yo salí peor parado con la moto. Me dolían las costillas, sangraba de las rodillas y de un codo, y la ropa y la moto estaban rotas. El teléfono hacía tiempo que me daba igual cuando me sacaron las radiografías y el doctor me dijo que no tenía nada roto. A pesar de los escandaloso del asunto, comparado con mis locuras con la bici de pequeño, esto no eran más que rasguños.

Mientras decidía a que Apple Store iba a ir esta vez o que iba a hacer con una moto que se caía a cachos, hablé con la policía y me dijeron que el otro decía que el accidente fue culpa mía y que mi seguro no cubría los daños causados al coche. Venía otro problema de los míos, mientras Edano salía bebiendo agua del grifo del Tokyo en la tele y Fukushima se equiparaba al mismo nivel de catástrofe que Chernobyl dándoles algunas portadas más a los ruines medios.

Esta mañana al incorporarme de la cama me ha dolido el costado mientras repasaba lo que está por venir: hablar con el seguro del otro, con mi empresa, con la empresa en la que estoy subcontratado, con la policía una vez más, supongo que me tocará reunir el dinero del coche y apretarme el cinturón una temporada en un Tokyo donde el verano se pinta sin aire acondicionado ni fuegos artificiales.

Y sin embargo ayer fue uno de los días más felices de mi vida aunque no contaré aquí las razones exactas.

Diré que miro hacía atrás, veo mi último mes y medio y no puedo más que pensar en cuanto he relativizado lo que me rodea y a los que me rodean. En como los límites de lo que me afecta se han reducido hasta estar justo donde deberían haber estado desde el principio, en como he aprendido a dejar de preocuparme de lo que sabía que daba igual pero dejaba que me convenciesen de lo contrario. A beberme el vaso del agua donde me quieren ahogar otros, con ellos dentro.

Entendámonos, no es que me de igual tener que pagarle un dineral a un tío al que le sobra el dinero para arreglar su impecable Mercedes Benz híbrido mientras yo me quedo sin moto y sin hacer ejercicio una temporada. Esto va más de entender que va a pasar de todas formas y que a mi no me merece la pena malgastar mi tiempo preocupándome de más. Se le echarán yenes, huevos y lo que haga falta a lo que venga, pero desde ya sin perderme ni una vez más un atardecer por haber dejado de mirar.

Aprendido a hostias: de todo menos agonías. Por estas.

Tío Tosca, tío Tosca…

… tío Toscaaaaaaa
– Dime, preciosica mía, espera que apago la tele
– Cuéntame lo de las fores de Japón eso
– Tu si que eres una florrrr. ¿Pero otra vez?, si ya te lo sabes de pe a pá!
– Pe a pá, jajaja, pe a paaaaaaa, paapooopuuuu
– Tss, callaaaa, que despiertas a Javi que está durmiendo la siesta
– Es más vagoooooo

– Jajaja. Pues mira, este año ha pasado una cosa muy mala allí donde vivo yo, que hubo un terremoto muy gordo y luego un tsunami que …
– ¿Que es un tedemoto?
– Uy, pues es que aquí no hay, pero ¿sabes cuando vas en tren?, pues es como si tu casa estuviese dentro de un tren en marcha, que todo se mueve, a veces muy fuerte, a veces un poco solo… eso es un terremoto ¡da mucho miedo!
– Que mareooooooo
– Y un tsunami es… a ver como te lo explicoooo, pues como cuando te estás bañando que te mueves mucho y se sale el agua de la bañera, ¿a que te ha pasado alguna vez, que te chilla mamá?, pero en vez de tu bañera es el mar lo que se desborda.
– Porque se baña una ballena gorda que tiene cosquillas y se mueve mucho!
– Si, parecido, pero es algo malo porque el agua se sale con mucha fuerza y se lleva todo por delante, han pasado muchas cosas malas, maja, pero muchas muchas, es muy triste.
– Jo
– Así que este año todos mis vecinos de allí están muy preocupados pero ayudándose mucho unos a otros para que todo vuelva a estar como antes. Y como este fin de semana han florecido los cerezos por todos los lugares …
– A mi me gustan las cedezas!! me has traído? me has traído?
– Nooo, que estos cerezos no dan cerezas, pero tienen muchas muchas flores y está todo muy bonito, y aunque todo el mundo está muy triste, han salido también a juntarse con amigos debajo de los árboles y alegrarse un poco.

– ¿Tu también has ido, tío Tosca?
– Si maja, claro, dos veces además, y una llevamos un jamón y nos hicimos bocadillos y todo!!. Fue bonito ver a la gente reírse después de todo aunque fuese por un par de días, y había algunos que cantaban y todos sacábamos muchas fotos a las flores. ¿Sabes que pasa?, que las flores duran muy poquito, casi dos semanas al año, y es como si los corazones de todas las personas se sincronizasen con la naturaleza y todos se olvidan de acordarse de nada, y uno se da cuenta de lo corto y falso que es lo que creemos que tenemos o de lo que ansiamos. Es como si viviésemos mucho más en vez de pensar en como vivir…
– Oskar, deja de decirle cosas raras a la niña, hombre, ¿ya estás con tus movidas? ¿me la quieres volver loca?
– Jaja, si, es verdad, perdón perdón. Bueno, pues eso que aunque se hace todos los años, este ha sido más especial. ¿Has visto las fotos que te he ido enseñando de mientras?

– Si, pero sacas muchas fotos a las chicas chinas
– Que no son chinos, que son japoneses!
– Jajaja, siempre te enfadas, jajajaja
– Eres mas mala que ni sé!!. Es verdad, saqué muchas fotos de chicas pero es que son tan guapaaaas
– Yo también soy guapa
– Hombre claro, tu más que ninguna
– Jijiji

– Y como todos llevamos comida, se nos acercan mucho los cuervos del parque, ¡¡ ya no tienen miedo a la gente !!
– Jo, son mas feooos
– ¿Verdad que si?, a mi me da un poco de miedo
– A mi también
– Pero tu no te preocupes, que aquí no hay tantos ni tan gordos
– Vale, no me preocupo tío Tosca

– Uy!, jeje, eso es una palomicaa. Ah!, jajaja, mira esto te va a gustar, compré un pollo de goma y estuvimos haciendo el tonto con él mucho rato
– Un pollo de goma!!! jijijiji, ¿me lo has traído? ¿me lo has traído? ¿me lo has traído?
– No, se nos perdió por el parque
– Jopé
– Cuando vuelva te traigo uno nuevecito para ti, que además ese estaba todo sucio ya
– ¿De verdad?
– Si, de verdad
– ¿Pero traelo, eh? que la abuela siempre dice que eres un tonto pelao y se te olvidan las cosas
– Oyeeeeee!! que si, te lo traigo, jaja, que mala remala remalaaaaa
– Jijiji

– Yo quiero ir a ver flores contigo tío Tosca y jugar con el pollo
– Pero para eso tienes que ser un poco más grande, ¿eh?, así que come mucho y portate bien
– Yo soy muy buenaaaaaa
– Pues ale, a dormir la siesta tu también con Javi y a soñar con los cerezos
– Y tu a soñar con las chicas
– Pero bueno!!!!
– Jijiji


Conversación de geniuses

Cuatro días después de recibir un iPhone 4 totalmente nuevo que me cambiaron por que no funcionaba bien el botón de home, me presento en el mismo sitio con la pantalla de ese recién estrenado bicho totalmente destrozada: el genius bar de la Apple Store de Shibuya. El chico que me lo dio está también hoy, la cara de vergüenza se me caería si me tocase el mismo (se me cae de todas maneras desde el domingo).

De momento, aparece una moza florida:

¿Hacemos la copla en japonés o como va esto? -le dice, más o menos, a la que me acompaña
No, si nos vamos a entender rápido -le contesto yo en japonés
Vale, pues sentaros aquí que en un titá viene alguien a atenderos

Nos sentamos en una mesa y nos ponemos a ver el blog de Núria en el MacBook ese que te dejan usar, llevo unos días planeando una visita para conocer a Yuna-chan de una vez… cuando vamos por la entrada de las ikugrullas viene otro señor distinto:

Pues si hombre si, bueno, vosotros diréis
Pos mira -y le planto encima de la mesa el crimen perpetrado en semejante pieza de ingeniería, que no deberían dejarme seguir vivo.
Otia -lo coje y se pone a ver si funciona algo- pues parece que funciona, sería cambiar la pantalla, pero no tenemos recambios, así que no hay más remedio que cambiar el teléfono entero y eso son 22.300 yenes
¿Lo cualo lo que?, ay que dolor, Dios mío, ay que dolor
¿Pero cómo ha pasado esto, angelico? ¿se te ha caido de un quinto piso?
Pues se me perdió en Yoyogi en un hanami y lo pisaría medio Japón, lo raro fue que alguien lo encontró y lo devolvió
En un hanami, qué típica es esa… ¿había alcohol de por medio?
Había había, de por medio y de por los lados… pero bueno, que le vamos a hacer, necesito un teléfono y escribir un email aquí es como rayar queso Toscano, nos olvidaremos del iPad de momento
Jajaja, vale, ¿tienes hecho un backup reciente?
Si si, si estuve aquí la semana pasada, ya me sé la copla, si este ahí donde le ves tiene cuatro días, que me lo dieron el jueves pasao –me arrepiento al segundo de contarle esto
¿Y que le pasaba al otro?
El botón de home, que no homeaba
Ah naruhodo, vaya mala suerte que tienes -encima, pienso yo, si caigo siempre de pies – bueno, pues voy por el nuevo, me llevo la tartana para cambiarle la tarjeta y eso

Se va y vuelve al de un rato con un pedazo de iPhone nuevo que da gloria verlo y un par de documentos para que firme: uno que dice que he visto como borraban los datos del mío, y otro con la factura del nuevo, los 22.000 y pico yenacos. Firmo los dos a escape.

Vale, pues vamos a la caja y formalizamos el tema

Allí que nos vamos, yo hago el gilipollas acariciando el teléfono nuevo, llevándolo con las dos manos y así, el tío parece que se ríe conmigo y de mi, mitad y mitad. Cuando saco el dinero para pagar, el tío se nos acerca y nos dice en bajo estilo Soprano:

Mira, a mi me pasó esto mismo una vez, en un hanami también, así que vamos a hacer una cosa, donas 100 yenes o lo que te parezca para lo del terremoto, y nos olvidamos del asunto
¿En serio? -no le planto un beso porque está mi santa delante, que, por cierto, no para de hacerle reverencias, yo me uno y le hago más. El tío me da la factura y salimos de allí haciendo la tipo C: reverencias marcha atrás hasta perderle de vista escaleras abajo.

Ya en la calle me doy cuenta de que soy el tío con más suerte del mundo, primero por que me devuelven un iPhone perdido y segundo porque encima me lo cambian por uno nuevo. Me voy a mirar en casa el culo en el espejo, a ver si me veo la flor.

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Al día siguiente en Karate hay una hucha para recaudar dinero que se va a enviar desde la asociación de Kanazawa Kancho, allí dejo, encantado, mi aportación y la de la Apple Store de Shibuya. Cuadremos de nuevo el karma.

iHanami

Un hanami en Yoyogi, un pantalón con bolsillos a los lados, a la izquierda la cartera, a la derecha un iPhone nuevito reluciente.

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Un loco que no para quieto subiéndose a los cerezos, arrejuntándose a otros hanamis, haciendo el monochimpancé como sólo él sabe, inspirado, además, por Asahi y sus compinches.

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El tirititero que nos ocupa se pierde por el parque por la noche. Un iPhone que tampoco aparece. Un tío amaneciendo sin saber muy bien donde ni como.

Al día siguiente un chico lo encuentra en el suelo, al iPhone, lo enciende y mira las llamadas perdidas. Hay un montón del Chiqui y alguna de Chiaki, decide llamar a la última por aquello del idioma. Que lo deja en la estación de Harajuku, que lo recojamos allí, que de nada, que de nada.

Un iPhone 4 estrenado tres días antes se pierde en un parque atestado de gente, pero aparece, eso si, pisoteado con el cristal roto. A pesar de la pinta, todo funciona.

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Conclusiones:
– No dejar nunca en la vida de hacer el mono, pero no llevar cosas en los bolsillos de fuera
– Hay gente honrada por el mundo, y en Japón más
– No jugar al Angry Birds sin llevar tiritas hasta que cambien el cristal

PD: Las fotos del hanami ya vienen prontico…

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Recopilación de vídeos del terremoto

Aquí va una recopilación de algunos vídeos grabados durante el terremoto del viernes 11.

Mi gran error y el de mucha gente de mi oficina, fue salir a la calle porque nuestro edificio es muy bajo con sólo 4 plantas, y nosotros estamos en la segunda (tercera según cuentan ellos), con lo que estábamos mucho más seguros dentro. El comité de seguridad y emergencias que se formó después con algunos compañeros dedicados sólo a recabar y enviarnos información ya nos dejó bien claro que si volviese a pasar, lo que teníamos que hacer era quedarnos dentro y meternos debajo de las mesas por si se nos cayese algo encima.

No tengo claro que pueda, yo salgo corriendo a la mínima…

Hay bastantes vídeos de este estilo por youtube, yo he puesto este porque los veinte segundos a partir del minuto 5:13 están grabados desde la autopista elevada que está pegada a mi oficina, os juro que desde abajo se movia como si fuese de juguete, ya veo que ahí arriba fue bastante peor. Que sustaco, madre mía.

Que cosas…

Bueno, ahora sí que me voy de hanamis!! agur!

Una gambitera en Euskadi

Pues eso, que el otro día me avisaron que salió el puente colgante de Portugalete por la tele en un programa de esos de viajar por el mundo, y parece ser que se fue una gambitera que está toda fresquesca para allá a probar comida y gritar oishii una o doscientasveinticuatro veces.

El guía, un tal Fernando que parece mu majo, aparece con una txapela muy forzada y la música en plan sevillanas que me ponen no me pega mucho, pero hay que reconocer que el reportaje me ha gustao y me ha dao gustico sideral!! ¡¡ Cómo se pone de comer la lozana tiparracaca !!

Está en japonés pero yo creo que se entiende bastante bien, echadle tres ojetes, que va en tres partes porque me ha costado la vida fusilarlo pa ponerlo aquí:

:regulero:

EEEE, no perderse la voz doblada que le han puesto a la que sale en el minuto 3:42, ¡¡¡fijo que habla parecido!!!, jajaja, jodé que risas con eso:

¡¡ Buen fin de semana, mozos !!
¡yo me voy de hanamis!
:vainas: :gambi: :vainas:
:gambiters: :gustico: :gambiters:

A por las 100

Después de unos cuantos intercambios de emails, Bea y yo nos acabamos poniendo de acuerdo en que donar todo lo que se ganase por la venta de la camiseta Origami era algo que podríamos asumir sin un impacto demasiado serio en la economía ikusukiense y que sería algo importante que estaba en nuestra mano hacer. Nunca en la vida hubiésemos imaginado que se iban a pedir más de diez, y ya vamos 83, la cosa se pone seria.

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No soy capaz de explicar rascando teclas lo orgullosos que nos sentimos de ver que la locura esta que empezamos hace años ha servido para involucrar a tanta gente para hacer algo de estas características. Las cuentas que echamos al principio ya no tienen ningún sentido, la planificación previa es ahora inútil, prácticamente ya no hay tallas y Bea casi no da abasto en eso de doblar, envasar, etiquetar y enviar el disparate de pedidos que nos han llegado. Cristo y de los gordos, pero mucho más gustico, y del mejor.

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Hombre, comparado con los millones del presidente de Softbank, 50.000 yenes no es nada, pero comparado con nada, 50.000 yenes es mucho. Son los 50.000 yenes de Ikusuki, vuestros 50.000 yenes. Nosotros estamos ya pagados de sobra con vuestra inmensa participación, con vuestra generosidad, con vuestra simpatía contestando a nuestros emails, con vuestras notas, con vuestras fotos…

Por todo ello:

GRACIAS

Ya iba tocando darlas en mayúsculas.

¿Y sabéis que?, que nos lo hemos creido tanto que nos vemos con capacidad de llegar hasta 100, así que abrimos la donación a cualquier camiseta de cualquier modelo que se pida hasta que lleguemos a las 100 prendas envíadas, 500 € recaudados, 60.000 yenes a transferir directamente a la Cruz Roja de Japón.

Acordaos que aquí están listados todos los envíos, si no salís es que no nos ha llegado. Los 17 restantes que quedan serán listados en este mismo post.

Ya veis, ampliando el asunto y toda la pesca, quien nos lo iba a decir a nosotros…

Vamos 100 camisetas
Queda 0

2 para Aitziber de Asteasu
1 para Josetxu de Bilbao
1 para Susana de Valencia
2 para Doris de Bilbao
1 para Carlos de Madrid
1 para Ruth de Madrid
1 para Sebastien de Madrid
1 para Montse de Barcelona
1 para Beatriz de Madrid
1 para Alan de Tlalnepantla (México)
1 para Raül de Barcelona
1 para Antonio de Tarragona
1 para Jose de Barcelona
1 para Raquel de Toledo
1 para Marta de Granada

Kawasaki Kanamara Matsuri

Kawasaki, al igual que Yokohama, es uno de esos sitios que me parecían que estaban super lejos de Tokyo pero que luego estan al lado, tanto, que he ido a los dos en bici desde mi casa. Bibainadas a parte, el caso es que este fin de semana, a parte de estar atento a los cerezos, que les doy una semana como mucho para estar a tope, nos fuimos al Kanamara Matsuri de Kawasaki con el desertor de Albacete, el Guille y la Nere y más gente a cada cual más maja y dicharachera.

Resulta que es un festival dedicado a la fertilidad, que lleva celebrándose desde el periodo Edo con el noble origen de rezar para protegerse de las enfermedades sexuales entre las prostitutas del lugar, después la cosa evolucionó y es normal ver a parejas que van allí a pedir por tener descendencia.

Hay sutiles diferencias con los matsuris a los que estamos acostumbrados asistir, quizás no visibles a ojos no expertos como los nuestros, veamos si sois capaces de encontrar algo que os llame la atención, no es tarea fácil, ya os aviso.

Ya véis… un templo donde los altares que se llevan de procesión son rabos como pinos manchegos, donde se venden dulces con la forma característica de los elementos en cuestión, donde los artistas del lugar aprovechan para mostrar su arte y destreza en el vestir… poesía pura para la vista… poesía pura.

Aquello es una especie de sex-shop al aire libre, pero… ¿sabéis lo mejor de todo?, que da gusto ver que algo tan natural se lleva con tanta naturalidad, pocas caras de verguenza se veían.

La única pega es que no se sacaron tan nobles elementos en procesión por respeto a las víctimas del tsunami. Esto no me queda claro del todo, lo de cancelar eventos por razones éticas… yo creo que sería bastante mejor seguir con lo de siempre y aprovechar este tipo de celebraciones para recaudar dinero de alguna manera para ayudar, en vez de hacer que la gente se pire antes para casa.

En fin, no me quiero mojar mucho que no acabo de tenerlo claro, así que me despido con un monico que se puso allí a hacer moniquerías después de zamparse una naranja.

¡Buen lunes tengan ustedes!

De percepciones y apreciaciones

Pongamos León en vez de Fukushima, de verdad, intentemos imaginar la copla, y que Madrid haga de Tokyo, claro, por aquello de la zona más poblada cercana. Echémosle todavía más fantasía al asunto e imaginemos que esa misma central, la de León ha sido afectada por un tsunami ahí toda ella casi en el medio de la península, o un meteorito, es igual, se trata de ponerse en situación, seguidme el juego.

Tendremos, pues a una serie de trabajadores de Iberdrola jugándose la vida cada día por arreglar el tinglado y digo yo que alguien cercano a Zapatero se encargaría de salir en la tele cada poco contando las noticias, tratando de dejar claro que en realidad en Madrid se está seguro, que los que tienen que marcharse pero ya mismo, son los que quedan a la altura de Ponferrada, que son los que la guardia civil ha evacuado ya por Salamanca y alrededores.

Los gabachos estarían poniendo el grito en el cielo porque les pilla cerca el desaguisado que una vez más han preparado sus vecinos los de la siesta y todo el mundo en general opinaría y criticaría la mínima noticia que saliese en TVE1, o la primera como se llama ahora. Habría miles de programas de expertos en energía nuclear que ayer resulta que lo eran en la ley Sinde y antes de ayer en controladores aéreos, poco tardarán en conocer los amoríos de Gadafi a la que claree.

Y de mientras, tres millones de personas en Madrid con sus trabajos, con sus familias, con sus vidas. Tres millones de tipos a los que les dicen que en León la cosa no está para bromas, pero que en el peor de los casos a ellos no les pillaría si el asunto se fuese a tomar vientos, o eso dice Zapatero en la tele porque en el resto del mundo no dan un duro ni por León, ni por Iberdrola, ni siquiera por Barcelona que aunque pilla a desmano de todo, allende los mares se mete todo en el mismo saco y ya son todos los españoles los que no tienen ni un ápice de cordura. Y el resto del mundo erre que erre diciendo que esos tres millones de pobres desgraciados no tienen sentimientos, que no tienen alma por seguir viviendo en sus casas de Madrid cuyas hipotecas se siguen pagando por seguir yendo a la oficina que queda cerca de la Puerta del Sol a mano derecha, que son unos dementes por aparentar normalidad saliendo a la calle los fines de semana ahora que es primavera y ya no hace tanta rasca, que habría que encerrarlos a todos por no haber dejado todo por un cortijo extremeño entre Badajoz y Olivenza.

Pero claro, uno está en su casa un sábado en pijama y se asoma a la calle y todo está igual, y el vecino que siempre ha sido un tío raro, nos enseña un medidor de radiación que ha comprado por internet y allí los numeritos marcan siempre lo mismo, que lo más raro que pasa es que no queda un guiri por la calle porque escamparon todos a la que Pedro Piqueras dijo cuatro palabras clave estilo película de la Jovovich. Uno, que no es tonto, seguro que no se fía ni de Zapatero ni de la madre que parió a Iberdrola y a su torre de Bilbao, y está atento desde su casa de Torrelodones a toda esa información de León que, por lo visto, el PSOE no quiere contar del todo, con el coche lleno de gasolina e intenciones de pasarse el 110 de las autopistas por el sobaco al mínimo indicio serio de que desayunar en La Latina aporta más microsieverts de esos que colesterol.

Pongamos que así estaría uno de Madrid, sinviviendo su rutina entremedias de todo este percal, yendo a trabajar todos los días pero recorriéndose cada mañana las noticias para ver si por fin dicen que en León se puede dar el asunto por finiquitado y que las galletas de Cuétara se pueden seguir mojando en vasos de la central lechera asturiana.

Y mira tu que tendría guasa que a este hombre, que bien sabe lo que hay, que la ciudad sin iluminar cada noche le recuerda que la percepción de normalidad es más tema de apreciaciones propias que de realidades, le viniese uno de Tokyo a contarle cómo está Madrid, que los que se quedan se suicidan un poco más con cada día que pasa, que se lo ha dicho su vecina de Shinbashi, que por no quedar, no queda ni agua y que bien sabe él, que lo ha leido en el Yomiuri Shinbun, que la radiación está hasta en los cerezos en flor, si los hubiese por la capital, claro, que de normalidad nada, monada, que él, que se documenta una horilla todas las mañanas a base de periódicos online y comentarios del menéame.jp, tiene las cosas mucho más claras que el de Madrid, que vive allí con un ojo atento al hilo que cuelga de la lámpara para saber si es otra réplica de los cojones o su imaginación que le ha vuelto a traicionar porque el miedo en el cuerpo está lejos de querer irse.

Pero pongamos eso. Pongamos que hablo de Madrid.

Ikugrullas por Japón

Le hemos dado muchas vueltas a esto, no os podeis hacer a la idea de cuantas. El asunto parecía tener lógica desde el principio, pero viendo la que esta cayendo, nos hemos tomado tiempo para pensar si lo hacemos o no con calma. Hay tanta gente que se está dedicando a dar por el saco a la mínima que ya hasta uno se piensa si hacer o escribir ciertas cosas o no.

También hemos metido a los amigos, a base de emails-encuesta les hemos preguntado que les parecería si lo hiciésemos y casi ha habido unanimidad, son amigos, así que hemos tomado esa respuesta como la muestra perfecta del tipo de personas a la que queremos llegar con esto.

A ver si soy capaz de contarlo bien: habíamos pensado que deberíamos aportar algo para los afectados por el terremoto y el tsunami del norte, no solo lo de ahorrar electricidad y dar dinero a nivel personal, sino meter a Ikusuki tambien en el ajo y asi intentar que más gente se suba al carro de las donaciones desde allí.

Curiosamente, el último diseño que sacamos va de una grulla hecha de papel que mira con miedo a la tormenta por venir mientras protege a sus dos crías, todas de papel.

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Existe una leyenda japonesa que dice que si haces mil grullas de papel, se cumple algo que quieres que pase, es desear tanto que se cumpla lo que no está en nuestra mano, que uno decide dedicar tiempo, esfuerzo y constancia en crear algo a cambio.

Por eso hemos elegido esta camiseta para lo que nos proponemos, que es donar 5 Euros por cada una que se pida al fondo de la Cruz Roja de Japón que está haciendo lo humanamente imposible por asistir a las víctimas del terremoto y posterior tsunami en el norte.

En otras palabras, significa que las ganancias de las ventas de ésta camiseta serán donadas integramente mediante transferencia bancaria.

Si tienes un blog y te parece buena la idea, quizás no te importe poner el banner que hemos creado para esto, cuantas más gente lo vea, más camisetas podremos enviar y más dinero se recaudará:

origamiJapon.png

Lo de pensárnoslo tanto si hacerlo o no es porque habrá quien diga que queremos aprovecharnos de la situación… allá cuidaos, no se puede estar siempre así, se mire como se mire, el resultado va a ser más dinero para la asociación, lo demás nos da igual ya. Nuestra intención es abrir un canal más que quizás resulte más atractivo para los indecisos: te llevas una camiseta que pagas al precio de siempre, pero sabes que a la vez estás donando parte de ese dinero para algo que merece la pena. Nosotros en este caso no ganamos nada más que la satisfacción de saber que quizás conseguimos reunir una cantidad de dinero significativa que ayude de alguna manera al inmenso trabajo que están haciendo allá arriba.

Las cosas claras: iré actualizando esta entrada con la lista de los pedidos, publicaremos el resultado de las ventas, el dinero recaudado y yo haré la transferencia personalmente desde mi cuenta de UFJ en Japón grabándolo en vídeo para que se vea claramente que el dinero correcto va donde tiene que ir.

La camiseta se puede pedir como siempre desde la web:

Ikuorigami Chica
Ikuorigami Chico

Con camiseta y sin ella, recordad que la mejor manera de hacer donaciones para ayudar sigue siendo a través de la página que creó Google:

Google Crisis Response – Japan

Siempre se dice lo mismo en estos casos, pero es cierto: lo que podamos aportar cada uno, por poco que sea, seguro que ayuda.

:ikugracias:


Recuento
(Martes 5, 09:30 hora de Japón)
83 camisetas x 5 = 415 € (49.613 円)

1 para Mailu de Irún
1 para Emilio de Madrid
1 para David de Barakaldo
1 para Marta de Tarragona
3 para Sara de Barcelona
1 para Iván de Madrid
1 para Raquel de Toledo
1 para Erick de California
2 para regalo que nos callamos pa no chafar la sorpresaca
2 para Blanca de Madrid
1 para Lara de Jerez de la Frontera
1 para Cristina de Huelva
2 para Vanessa de Reus
1 para Anartz de Errenteria
2 para Asier de Bilbo
2 para Asela de Gasteiz
1 para Lucía de Leioa
1 para Goyo de Balma
1 para Eneko de Bilbo
2 para el tito Robe de Madrid
2 para Iker de Errenteria
1 para Bárbara de Barcelona
1 para Irene de Urretxu
2 para Alexander de Oiartzun
1 para Milagros de Galdakao
1 para Joseba de Balma
1 para Jose Antonio de Alozaina
1 para Raúl de Madrid
1 para mi brother de Madrid
1 para Mila de Cartagena
1 para Javier de Bilbao
1 para Ainara de Leioa
1 para Gema de Madrid
1 para Santi de Alicante
1 para Jota de Valencia
2 para Jorge de Sondika
1 para Iñigo de Bergara
1 para Xavi de Barcelona
1 para Domingo de Tenerife
1 para Juanita de Bilbo
1 para Natali de Madrid
1 para Asier de Bilbao
1 para Willy de Hernani
1 para Susana de Ávila
1 para Marisol de Donosti
1 para Ana de Barcelona
1 para Yolanda de Tarragona
4 para Neki de Balma
2 para Rosi de Portu
1 para Diana de Madrid
2 para Natalia de Madrid
1 para Carlos de Balma
1 para Cosme de Gorliz
1 para Laia de Madrid
1 para Ramón de Bilbao
3 para Aitor de Valladolid

Gente en Japón
1 para Sara
1 para Carlos
1 para Alain
1 para Rodri
1 para Héctor
1 para Antonio
1 para Miwa
1 para Pablo
1 para ArgenJapón

Ha habido gente que dice que ha pedido alguna, pero a nosotros no nos han llegado más pedidos que los que veis aquí, si no estáis en la lista, por favor, confirmad que habéis contestado al email automático que os debería haber llegado o si no haced el pedido de nuevo a través de la web. Si alguien de Tokyo o alrededores quiere, me van a enviar un paquete con el pedido en una semana más o menos, pedidlas igualmente por la web y yo os las paso aquí. (Y de paso cuando quedemos, nos tomamos unos algos!)

Banners y menciones en blogs

Dos mineros en Japón
Okaminohime
Waiting for Oboro
Hipérboles Parabólicas
El blog de una ignorante
Forced to confess
Everymiau
De Vitoria y Vitorianos
Una cabeza mal amueblada
Poma i pera
Ikitaiiii – Diario de un viaje
En el ojo una cámara
Nihon Taijitsu
La nere y el Lorco
Después del temblor
Neki
JuanRonline
El vlog de Xavi
El Pachinko
Denetarik, apur bat
Ikken Hissatsu

¡Millones de gracias!

Conversaciones de desástrofe

¿Tu no te vas a tu país? -me dice la señora de la limpieza de la oficina
Pues por ahora no, casi ninguno de mis amigos está en Tokyo, da miedo, ¿eh?.
Yo tampoco me voy, prefiero seguir trabajando como si nada. Pero tu a mi no me engañas, tu no te vas por una que me se yo que me han contado a mi.
¡Y bien claro que lo tengo!
Por cierto, deja de tirar lo del té usado en la papelera de tu sitio que luego chorrea la bolsa y es un asco, tiralo aquí en el cubo este, hombre
Ostras, vale vale, entendido, perdón!


En la reunión semanal del equipo, el jefe nos habla sobre el agua:
Que sepáis que están analizando el agua del grifo y que han encontrado que está contaminada en cierto grado, en principio no debería haber problema más que para los bebés, pero mejor evitar beberla por ahora si se puede
Y hervirla es peor -brinca el canadiense parlapuñaos tolosé- porque si la hierves, el agua pura se evapora y lo que queda tendrá todavía más concentración de elementos nocivos en cierta… bla bla bla ble ble blu blu blubú … (5 minutos explicando el origen del universo según san Chapalere Bailón)
¡Pues ale, a beber todos cerveza como locos! -digo yo interrumpiéndole mientras todos se descojonan
Pero la cerveza también se hace de agua al igual que el agua mineral embotellada y …
¡¡Pero nos reiremos más, que aquí lo que hay que hacer es reírse más y analizar todo menos!! – le interrumpo de nuevo antes de que empiece otra vez a despejar ecuaciones aquí rantamplán.


En Karate, una señora mayor con la que siempre hablo mucho, se sorprende de verme en la clase:
¿No te vas a España? ¡tus padres tienen que estar preocupados! ¿estás bien?
Yo estoy bien y ahora mi familia también, pero es que menuda imagen que han dado allí en las teles y los periódicos de lo que está pasando aquí. Fíjate, un periódico decía desde que en Tokyo había terror y no quedaba nadie hasta que los japoneses no lloráis…
Si claro, y tampoco meamos, somos aliens -dice riéndose a carcajada limpia, después se pone seria- ¿De verdad que escriben esas cosas? ¿esa imagen damos?, vaya. Bueno, todavía tenemos que tener cuidado con todo, tu llama mucho a tus padres para tranquilizarles, ¿eh?, y no cojas frío que te resfrías.
Si les llamo si, ¡gracias por preocuparte siempre!
Porque soy la madre de todos vosotros -repite riéndose, una vez más.

A la salida me está esperando con un paquete de caramelos «buenos para la garganta después de hacer gárgaras»


En la cafetería de la ofi, mientras hacemos cola para calentar el taper en el microondas:
Oskar, what’s up with the toilet paper? -me dice un compañero chino- porque yo puedo entender que no haya arroz ni pan, que la gente se aprovisione de agua, pero ¿porque hay escasez de papel higiénico?
Pues lo mismo si te envuelves con él, no te da la radiación, vete a saber!
Yo recuerdo -dice la chica japonesa que tiene la vez en el microondas- que cuando era pequeña pasó un desastre parecido y en aquella ocasión no quedaba papel higiénico en ningún lado, me da a mi que la gente se acuerda de aquello y por eso procuran tener en casa, aunque son otros tiempos y no hace falta, ¿verdad?
Anda que curioso, pues tiene sentido -le digo yo mientras meto mi peazo taper con arrozico a calentar


Después de una media hora haciendo cola para llenar la moto en una gasolinera (ya no hay colas, esto duró una semana más o menos), llego a la parte de delante y el señor de la gasolinera me enseña un cartel escrito en japonés:
This, 2000 yen, limit limit, no more no more
Ah si -le contesto en japonés- pero la moto nunca me ha costado llenarla más de 1000, así que sin problema
Jodo que bien hablas japonés -me halaga como siempre y no me lo creo, también como siempre- vale vale, es que no nos dejan daros más gasolina, lo siento mucho, ¿eh?, y que hayas tenido que esperar… – y me hace unas cuantas reverencias de tipo 2 (más estilo cuello que cuerpo).
No no, si ya digo que a mi plim catamplim, además con el pedazo de día que hace ni me importa, mejor aquí en la calle que en la oficina.
Ah que trabajas aquí? sugoi ne, eres profesor de inglés, no?
No no, buff, inglés, menudo panorama, que va, soy rascateclas haciendo webs y eso pero vamos que lo estoy dejando
Él se ríe mucho, muchísimo, tanto que entiendo enseguida que no ha entendido nada de mi patético y ortopédico intento de sonar gracioso en japonés, pero aún así se descojona por no preguntar, la de veces que habré hecho yo eso al cabo del día.
Ala, ya te toca, por favor conduce con cuidado y gracias por esperar
Gracias señor, que vaya bien!


Pues dado que quedáis cuatro extranjeros en Tokyo -me dice mi amiga la camionera mascatabacofijo que sales cualquier noche y triunfas un montón, a nada que digas que no tienes miedo y te hagas el guay
Jodo, pues miedo claro que tengo!! pero vamos, que paso de bares y salidas nocturnas con la que está cayendo
¿Qué pasa? ¿que la radiación te ha vuelto gayer?


En una conversación por chat con un «amigo»:
Te he visto en la tele tío, y en el periódico, salías ahí explicando todo en plan campechano, ¿estás bien? ¿todo bien?
Si si, todo bien, no tengo muy claro que han sacado y que no, yo he visto algunos vídeos, pero no te creas.
Bueno, pero de verdad, ¿todo bien? ¿necesitas algo? ¿puedo yo hacer algo desde aquí?
Gracias gracias, no te preocupes, a parte de acojonadico, estoy como siempre, con mis gaitas
Pues es que en la tele… ¿tío, que coño te ha pasado en el pelo? ¿de donde han salido esas entradacas?
¡¡¡serás cabrón!!! ya me parecía a mi raro que me hablases por aquí y más que te interesases ni media por mi, peazo de hijofruta, marcha por lo segao!!! cabrón!!

Ikubiblia: de comercios y bebercios

El viernes pasado, algo así como un par de horas antes del terremotaco, publiqué esta entrada y la quité seguido para tratar de poner algo en esos momentos y por lo menos tranquilizar a los amigos y familia si les diese por venir aquí a ver el percal.

Hoy, semana y pico después creo que ya va siendo hora de olvidarse lo antes posible de toda esta gaita y seguir adelante con la mayor normalidad posible. Republico, pues, la entrada tal cual estaba con los comentarios hasta el momento y hasta los deseos de buen fin de semana. Paso página, no quiero saber nada ni de aviones-farsa del Gobierno medio vacíos, ni de Shinkansens pa pirarse lejos de Tokyo a la mínima, ya ni me va ni me viene.

Vámonos.


A partir de hoy declaro oficialmente que estoy en primavera mode, que lo sepáis.

Después de la entrega de los transportes y la de los trámites cansineros, vayamos con la siguiente entrega de la ikubiblia. En el fascículo de esta semana:

Comida y bebida
:gustico:

Al lío!

– El pan no se come como lo hacemos nosotros al hurgue acompañando a cualquier comida, sino que es un postre, por lo que la mayor parte de las veces lo verás con algo para untar como mermelada o mantequilla o así, raro será que comas pan «crudo» con la comida. Es más, salvo honrosas excepciones de maeses paneros como el de la estación de Meguro, raro será que encuentres pan decente en alguna panadería, el día que cruje el currusco, yo doy palmas.

Aunque gracias a la receta de la madre del Chiqui, que hay que ponerle tres altares ya, nos hacemos el pan nosotros y bien bueno que está!

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– El arroz se lava mucho antes de cocinarlo, pero mucho mucho, hasta que el agua no sale blanca del almidón (se podrá usar pa las corbatas? ein? ein? ahí lo dejo, dale vueltas). Una vez cociné una paella a una amiga y como me vió que no había lavado el arroz, me ponía caras raras mientras decía «está bueno, está bueno». Yo creo que le estaba dando más asco que a un franchute dar las gracias.

– Cocacola saca más dinero en Japón vendiendo botellas de té o café que cocacolas, es más, en las máquinas expendedoras de la marca suele haber la de toda la vida, la zero, y por lo menos el doble de tipos de cafés y tés.

– Un menú del día típico en Tokyo vale entre 600 y 1000 yenes. Nada más entrar te servirán agua o té y te darán toallas húmedas que estarán calientes o frías dependiendo de si es invierno o verano respectivamenteishon. No es raro que haya menús settos con ensalada o arroz, café y algún postrecico. También es habitual la opción de «omori» que significa «más ración»; pagando un par de cienes de yenes más te ponen más cantidad. Hay muchos restaurantes que te dan una tarjeta de puntos y te ponen un sello, cuando llegas a diez, comida gratis.

– En el Mister Donuts tienes cafehodai, vamos, que si pagas donut más café, te rellenan el café todas las veces que quieras, ya te bajarán de las paredes con la escoba luego si eso.

– En el Krispy Kreme Donuts si hay cola, te dan un donut gratis pa que vayas zampando mientras esperas. En los izakayas te sacan un aperitivo de primeras, el que ellos quieren, pero te lo cobran, es raro que les digas que no lo quieres y acepten, aunque no suele pasar de los 300 yenes.

– El Domino’s pizza acaba de abrir web en inglés, así que ahora ya es tirado pedir por internet para los guiris aunque de siempre ha habido pizzerías hasta con aplicación pal iPhone y todo. Las pizzas aquí, por norma general, son caras de tamagos y la mitad de gordas que las que estamos acostumbrados nosotros. Es habitual mezclar en la misma pizza dos estilos, en plan mitad de carne y mitad de cuatro quesos. Otras típicas son Pizza Hut, Pizza-la. No es rara la salsa teriyaki, ni en las pizzas ni en las hamburguesas.

– En Tokyo se puede pedir prácticamente de todo para llevar, desde arroz con curry hasta ramen que te viene en un bol con tapa de plástico, incluso sushi que llega en perfectas condiciones. Es bastante habitual en barrios que te lleven un menú completo con su arroz, su sopa miso, sus platos de carne y pescado… y luego cuando acabas de zamparte todo, simplemente dejas la bandeja y los platos en la puerta de la calle y pasan haciendo la ronda a recogerlo después.

¿Y sabes que, Julius? Tienen la misma mierda que aquí, pero hay pequeñas diferencias… se puede pedir cerveza en los cines. Bueno, cerveza y patatas fritas estilo McDonalds, alitas de pollo estilo KFC, Doritos con queso estilo Doritos con queso, sandwhiches y hasta perritos calientes con su salchicaca ahí entrepanada. Eso si, el cine es caro, el doble que lo que nos cuesta a nosotros, y pa más albricias y regocijos: se ve en versión original con subtítulos en japonés. Retémonos, amigos, retémonos!

– Los paquetes de chicles te vienen con un taco de lo que parecen minipostits, pero en realidad son para que envuelvas el asunto cuando te canses de rumiar. Guille y Nere documentaron aquí el asunto. Yo algo parecido aquí.

– Hace un huevo que cerraron, pero desde hace poco han vuelto a abrir Burguer Kings en Tokyo, pongamos que hay uno por cada trescientos cuarenta y siete McDonalds. Las hamburguesas son más grandes, aunque apenas hay diferencias con los Burguer Kings de Bilbao salvo en el precio, mientras que allí el precio es más o menos el mismo que en el McDonalds, aquí son un poco más caros.

– Un menú McDonalds con patatas y bebida vale 640 yenes, el equivalente en el Burguer King sale por 810, en el Moss Burguer por 850, en el Lotteria por 650 y en el Kua’aina por 1080. A este vamos siempre al acabar el Parkour pa reponer sales minerales.

– Un onigiri, la bola de arroz con cosas dentro envuelta en alga y los nikumanes valen entre 100 y 200 yenes, un sandwhich mixto 240, y si tiene algo de sustancia como carne o jamón york medio decente pasa de 300. Onigireemosnos, amigos, onigireemosnos.

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– Hace un par de meses abrieron el primer Hooters de todo Japón en Tokyo. Ni confirmo que he ido, ni descarto volver.

– Por una de esas normas de educación no escritas, nadie come en el tren o metro urbanos. Bueno, siempre hay algún rascayú, pero no es lo normal, en cambio si uno coge un tren con un trayecto un poco más largo, lo raro es no ver a nadie con un obento. Después de unos cuantos, diría que es lo que le da vidilla al viaje!

– En Tokyo hay por lo menos un Papabubble y un Cacao Sampaka. En Shibuya había una Chocolatería San Ginés pero la han chapao y dicen por ahí que no hay más… ¡mentira cochina! hay por lo menos otra en Saitama cerca de un Ikea, en Shinmisato (Gracias Onioman!)

– En un combini venden comida preparada que te preguntarán si te la calientan cuando vayas a pagar. Además te meterán la movida separada en una bolsa marrón y el resto en una blanca, para que no se derrita o caliente lo que sea que hayas comprado. A veces te preguntarán si no te importa llevarlo todo junto, aunque es raro que lo hagan. También te meterán unos palillos y algunas veces, una servilleta húmeda. Cerca de la salida siempre hay un perolo de esos que mantiene el agua a punto de hervir para que te hagas tus sopas / noodles allí al momento.

– En los supermercados no te lo calientan, pero es normal que haya microondas cerca de la salida donde te lo haces tu mismo puesto que en la gran mayoría existe una sección de comida ya cocinada. En el de mi barrio hacen pan y hasta sushi ellos mismos y toda la pesca! (o con toda la pesca, más bien).

– En los trenes de trayectos, digamos, extraurbanos, es normal que pase una chiquita con un carro lleno comida y bebida vendiendo por los vagones estilo avión. En los Shinkansens es todo un clásico. Ahí también te venden alcohol.

– Existen platos donde el pescado crudo está tan fresco que se mueve, yo he comido dos veces aunque me sigue dando rollo. No es normal, no os preocupeis ni un poco así cuando os metáis en un restaurante. Además, en cuatro años, a mi nunca me ha pasado nada por comer sushi, ni sashimi y eso que a la semana es habitual que coma por lo menos una vez.

– Las réplicas de los platos de plástico en Tokyo, ¡todo un clásico!, ¿cómo se me ha podido olvidar esta? (gracias Noemi!). En las entradas de muchos restaurantes, ojo que no todos, hay réplicas de lo que te sirven hecho de plástico, está tan bien hecho que da hasta hambre. A los extranjeros nos viene de perlas para pedir sin saber japonés. Estas réplicas, por cierto, las puede comprar cualquiera en calles como la Kapabashi dori de Asakusa, pero valen un dineral…

– En las estaciones grandes de Tokyo como Shinjuku, Shibuya, Ikebukuro, Albacete, Lorca o Aranguren existe el «depachika», normalmente una planta por debajo de la estación donde suele haber un supermercado, muchas tiendas de comida ya preparada para llevar y todo tipo de tenderetes de postres. Al final del día hay auténticos chollos, si vas cerca de las ocho que es cuando suelen cerrar, lo que queda está muy rebajado de precio. De la misma manera, las dos últimas plantas de estos edificios están llenas de restaurantes, normalmente una planta es de precios asequibles (unos 1000 yenes el menú), y la de encima restaurantes más sofisticados y elegantes como lo somos nosotros por dentro aunque lo enseñemos poco.

– La bebida más consumida en Japón, que he contado yo a los bebedores uno por uno, es la cerveza. Hay cinco marcas principales: Asahi, Kirin, Ebisu, Sapporo, Suntory y luego está la Otaru de Hokkaido y la Orion de Okinawa. Normalmente la copla empieza con dos o tres cervezas en jarra para pasar a nihonshu u otros licores más fuertes.

– Existe un tipo de cerveza llamado «happoshu» que contiene menos malta con lo que el sabor es más suave. Recientemente también existe el «Shin Janru» o «New Genre» que son cervezas directamente sin malta. Ojo al asunto: el gobierno cobra impuestos dependiendo de la cantidad de malta de las bebidas, como estas cervezas tienen poco o no tienen, son mucho más baratas.

– En invierno es muy popular el «atsukan», que no es una marca de sake japonés como he leido por ahí (señor, dame pacienciaaaa y quítame biliiiiiis), sino el nombre que se le pone a beberse el nihonshu caliente. Lo suyo es que te lo calienten metiendo la botella en agua hirviendo al estilo baño María, pero también lo suelen hacer en el microondas. Hay dos razones, la primera es obvia: calentarse uno por dentro, y la segunda es para que sea tolerable beberse un sake malo… Por cierto, es peligrosísimo, uno se cree que está bebiendo té o algo así y te entra genial, pero te pillas unas peonzas importantes sin quererlo! wooooooo

– La comida japonesa a parte de ser más sana que una manzana, tiene un montón de platos típicos que degustar. Aunque existen restaurantes específicos de sushi o de ramen, en un izakaya es habitual que haya de todo, así que yo recomendaría ir a uno si se quiere probar un poco de todo. Por supuesto, un buen restaurante de sushi no tendrá rival izakayense. Cadenas típicas de izakaya son: Doma-doma, Ooto-ya (gracias German!) Watami, Hibiki, Ginza Lion aunque luego hay mil millones de ellos llevados por familias. Molan todos.

Por cierto «Izakaya» yo pensaba que significaba literalmente «sentarse en un bar», pero aquí va una explicación mucho mejor del término y del origen (gracias Ramón!!):

“Sakaya” es tienda de licores. Se compone de “sake” (sake o bebida alcohólica en general) y “ya” (tienda). La “i” inicial es la raiz de “iru” (el verbo estar). Así que, literalmente, “izakaya” es tienda de licores de las de estar, como opuesto a las sakaya normales en las que no te quedas, sino que te llevas el morapio para degustarlo en la intimidad de tu casa.

Dicen que se inventaron en la época Edo. Antes no había. Por lo visto, a alguno se le ocurrió comprar sake y bebérselo allí mismo, porque tenía mucho mono o porque no quería que se enterara la parienta. El vinatero vió oportunidad de negocio, empezó a vender también algún pincho…

– Hay unos cuantos tipos de tés japoneses, sólo verdes tenemos: Matcha, Kokeicha, Sencha, Bancha, Gyokuro (el más caro, cultivado a la sombra), Genmaicha (mezclado con arroz inflado)… luego están el Hojicha, el Kukicha, el Mugicha… el blog de Jordi Hurtado tiene posts de todos los tipos, echadle un ojo.

– En las máquinas de bebidas hay incluso hasta botellas con mezclas de cuatro o cinco distintos. El Hojicha apenas tiene cafeína así que suele ser el más consumido por niños. Akira me contó además que su mujer cuando estaba embarazada sólo bebía de este. En los campamentos de verano de Karate al acabar los entrenamientos, nos dan Hojicha en vez de agua.

– Una curiosidad: la ceremonia del té es una actividad extraescolar más, tengo amigos que «lo dieron» en su día, aunque luego no siguieron con ello.

– La peña hace un ruido, digamos, poco grácil, cuando come fideos, es costumbre y no es de mala educación así que no os quedéis mirando con cara de ñús, esto es así y a la que os queráis dar cuenta, estareis vosotros haciendo el mismo sonido acuofestivo o peor. Es cultura: nosotros tenemos el unte, y ellos tienen el sorbe. Multiculturemosnos, amigos!

– Algunos platos japoneses típicos son: Domburi, Okonomiyaki, Curry, Ramen, Sushi, Sashimi, Gyoza, Sopica Miso, Tofu rico, Gyudon, Yakitori, Soba, Nabe, Natto, Tempura… buff ni sé, paro ya, pero todos cojonudos. Aquí ahí algunas descripciones y fotos.

– Tipos de bebidas japonesas tenemos la omnipresente cerveza, el nihonshu, el umeshu o licor de ciruela, el shochu de entre 20 y 30 gradicos de la risa, el whisky japonés y el awamori de Okinawa que dice Santi que se pilló un moco bueno con él (gracias Santi!). Después también todo tipo de licores con sabor a frutas llamados Chuhai que beben las chicas y los faltos de virilidad.

– Hay máquinas que te venden cerveza y sake en la calle, pero muuuuy pocas, menos de las que quisiera el lorco. Curiosamente, no inflan los precios.

– Cuando se bebe alcohol, lo normal es servir siempre a los compañeros y nunca servirse uno mismo. Al principio se te hace raro, pero te acostumbras a que te llenen el vaso y llenas tu el de los demás sin darte cuenta. Cuando te están llenando el vaso lo suyo es que lo cojas con la mano y lo inclines debajo de la botella, no que simplemente te quedes mirando. También es de mala educación beber antes del brindis inicial o Kampai. Ojo! no decir «chinchin» que significa rabo!

– Existe el paraíso y se llama nomihodai, mayormente barra libre durante un tiempo limitado. Tu pagas sobre 3000 yenes y puedes beber lo que quieras durante dos horas o por ahí. San Pedro y el Papa, además, miran para otro lado. El camarero te avisa cuando es el «last order» en el que el hombre suele tener que venir con dos o tres bebidas para cada uno, trivializando mucho los conceptos «último pedido» y «límite de tiempo».

– La otra variante es el tabehodai, todo lo que puedas comer durante un tiempo determinado. Esto es habitual en restaurantes de shabu shabu o yakiniku donde te cocinas tu el tinglao en una cazuela o en una plancha, pero puedes ir pidiendo más y más carnaca según te la vayas zampando. A veces se combina y a veces no con el puto anterior, en cualquier caso es recomendable posponer el análisis médico por lo menos una semana, si tocase por esas fechas. Eso sí, hay sitios donde si no te comes todo lo que has pedido, te hacen pagar una penalización, más que nada para no pedir demasiado a lo loco.

– Lo de las formas a la hora de comer no debería obsesionar a nadie, insisto una vez más en que aquí la peña es bastante normal. Pero no está de mar saber que normalmente no se pide un plato principal para cada uno, sino que se comparte lo que se pide y que si estás con gente desconocida, lo suyo es que le des la vuelta a los palillos y cojas lo que te vayas a comer con la parte que no te has metido ya a la boca. Pero vamos, si no lo haces es igual, no te van a quitar el visado y fijo que no le importará a nadie, lo que realmente importa es disfrutar de la comida y de la compañía!!

いーたーだきまーす~!
:cocinicas:

– Antes de comer se dice el «itadakimasu» y al salir del restaurante se dice el «gochisosama». Lo primero sería «que me aproveche y me haga grande y fuerte» y lo segundo «taba tó mu bueno, señor».

:ungusto:

– En San Valentín no se regalan bufandas, sino chocolate y sólo la chica al chico. Después toca devolverlo un mes después en teoría con creces en lo que se llama «White Day» que lo mismo sale nublao y no paramos de equivocarnos. Lo del girichoco y toda la gaita esa la dejamos pa los blogs aburridos, yo siempre que he regalao ha sido a gente majísima y porque me ha dao la gana.

– Ojo a una rápida búsqueda de restaurantes de Ramen en Tokyo en Google Maps. Seguramente faltarán la mitad.

– Tanto en épocas de hanamis como de hanabis, muchas tiendas de los alrededores, incluyendo combinis, supermercados y restaurantes, ponen puestos en la calle con tapers ya preparados de todo tipo de comida y millones de latas de cerveza sumergida en bañeras con hielo. Aquí mira si, aquí los precios se hinchan un huevo. Una buena sería hacer tortillas y pan y venderlas… mira mira, ahí ahí va a estar la clave pa dejar de rascar teclas!

– En los supermercados de aquí se encuentra prácticamente de todo, raro es lo que no haya en uno u otro lado, así que entre eso y los alijos que llegan de las Hispanias, nos montamos algún que otro sarao pa quitar morriña…


Hasta aquí el post y otia, ¡¡la semana!!.

Y como siempre, todo lo que se me haya pasao o las mentiras que me hayais cazao, me lo contáis y edito – corto – pego – doy gotelé!

:gambi:
Buen finde!

Viernes, 18 de marzo del 2011

Anda, mira tu, viernes otra vez. Hace un par de horas que hizo 7 días del mayor terremoto registrado en Japón y uno de los más grandes de la historia. Una semana ya, y aquí estoy, en el mismo sitio, delante del mismo ordenador. Hay que ver, nadie diría que pasó nada.

Todo parece estar igual, pero mi corazón no, ése no es el mismo, tiene miedo, está más a lo de fuera que a lo suyo, no ha vuelto a ser el tipo tranquilo y campechano que era, veremos si a fuerza de latidos se arregla aunque me da a mi que ya nunca volverá a ser el de siempre.

Yo le digo que tuvimos suerte de vivir el terremoto en el lugar del mundo mejor preparado para que pase tamaña locura. Fíjate, le digo, 9 o por ahí en la escala esa y los daños en Tokyo son de risa… Es igual, no se fía un pelo ya de mi, él prefiere sentir las cosas a su manera, dale tiempo.

No quiero quejarme, es casi al revés. No tengo derecho a quejarme porque en el norte es donde está la verdadera tragedia. No en la central nuclear ni en la falsa escasez de alimentos o gasolina de Tokyo, sino en todas las víctimas de allá arriba, los hogares desaparecidos, el invierno al cuadrado que sufren los que quedan, los trabajadores de la central, sus familiares, los refugiados, los voluntarios…

Lo mío, lo nuestro aquí en Tokyo no ha sido más que un susto, se ponga como se ponga quien se ponga, sean paisanos aquí o periodistas allá. Nunca nos ha faltado de nada y tampoco hemos estado en peligro serio prácticamente en ningún momento desde el viernes. Sustos muchos, por las réplicas, por la confusión e incertidumbre, pero sobretodo por el miedo que nos ha metido en el cuerpo la prensa y la televisión extranjera. Y claro, menudo percal, ponte tu a tranquilizar a una madre, a contarle que no pasa nada mientras que todo el mundo a su alrededor habla de poco menos que Chernobyl, que nadie sabe exactamente lo que pasó allí pero fue horroroso seguro. A una madre no se le vienen con cuentos, una madre quiere que te vayas lo más lejos de lo que sea que fuese que haya, y a poder ser cerca de ella para poder darte besos y decirte cosas de madres, porque es lo suyo, que no andes descalzo, que el suelo de la cocina está frío.

Pocos de mis amigos quedamos en Tokyo una semana después, no por no sentirnos seguros, sino por tranquilizar a familias que se estaban dejando las uñas y las lágrimas al teléfono cada día y que prefieren saber que estás lejos de todo posible peligro, que cuando el río suena, agua lleva. Aquí van mis respetos por todos y cada uno de ellos, sé que la mayoría se han ido contra su voluntad, os espero a la vuelta, traed jamón, pipas y tebeos de Mortadelo. Yo sigo bien, ahora que esto ya lo sabéis de sobra, porque vosotros tambien estabais igual.

Hoy viernes, después de la semana más mentira de mi vida, se vive Tokyo con más normalidad si cabe. Hay colas para echar gasolina, por la tremenda demanda y el cierre de algunas refinerias debido al asunto del tal Richter este, las tiendas siguen cerrando antes y apenas hay farolas encendidas por la noche para seguir ahorrando la energía que Fukushima ya no provee, ni proveerá en mucho tiempo. Sigue habiendo réplicas, temblores a veces fuertes y a veces suaves, pero que dan mucho más miedo que hace 7 días, nunca volverá a ser lo mismo para ningún otro corazón tampoco.

No hay caos, hay compañerismo, hay preocupación que nunca será exagerada por el norte, por la verdadera catástrofe, hay admiración por los trabajadores de la central, por el tal Edano, el portavoz del gobierno que no se sabe si ha dormido en días, hay campañas para ahorrar electricidad, para donar dinero, para ayudar lo que se pueda. Hay un pueblo volcado con los suyos haciendo caso omiso al mundo que se empeña en hundirles todavía más. Ellos no lo sentirán, pero yo si: vergüenza ajena, y de la gorda.

Yo quiero descansar, coger este fin de semana largo de tres días y abrazar a quien aquí se deja que la abrace, y reírme de todo con cervezas al calor de los amigos que queden. Comer mucho y de lo malo, pasear por las pupilas de las gentes del Tokyo que me acogió hace cuatro años y seguir atento a los cerezos que me da a mi que vamos a ser muchos más los que este año lloremos cuando se tornen blancos. Poco les tiene que quedar ya.

Después, con el tiempo, saldrán solas las dos espinas, ahora es mejor no tocarlas, que se infectan:

La de la embajada que no nos contactó, que no movió ficha por casi ninguno de nosotros, que al desaparecer en medio del desastre nos dejó un claro mensaje de ahí os las compongáis solos. Ese gobierno que sólo empezó a tomar medidas muchos días después, cuando algunos medios se hicieron eco de la situación de abandono y poco o nada ya pueden hacer para proveer ayuda real que ya no se necesita.

La de los medios y su absurda y sensacionalista versión de los hechos que, precisamente, hicieron sufrir a nuestras familias tan innecesariamente que no creo que esto deba quedar así. No ha sido bonito veros jugar con el miedo de los míos. Señores: esto es personal.

Pero con esto ya nos pondremos después. Cuando me haya emborrachado tres o cuatro veces y me dejen de durar las resacas.

No llaméis, que no cojo. Amatxu, contigo ya sabes que hablo luego… apaga la tele ya, mujer.

望み

Mientras en España centramos todos los esfuerzos en hacer de la tragedia un disparate, en Japón, una vez más, se da una lección de solidaridad al mundo.

Cabinas telefónicas y wifi gratis, ni se ha planteado la subida del precio de la comida o la bebida, escasa repercusión en el de la gasolina a pesar de la gigantesca demanda inesperada y aunque medio Tokyo está a oscuras por ahorrar electricidad, no hay vandalismo, ni saqueos.

En la televisión tratan de explicar lo que está sucediendo en Fukushima con esquemas, con palabras sencillas para los que no tenemos ni idea de energía nuclear, y no dejan de repetir que, por favor, ahorremos electricidad. Parece que no sólo yo les hago caso, porque casi ninguno de los apagones previstos han sido necesarios, ¿porqué? porque la demanda ha bajado increíblemente.

Ante el vil oportunismo, el alarmismo inútil y el ruido estéril de los necios, cabeza fría, compañerismo y muchas dosis, si, pero de esperanza y optimismo en cada gesto, en cada par de ojos que se me cruzan cada día desde el puto viernes pasado.

Me siento orgulloso de estar aquí.