Matilda, o como se llame

Desde hace más de un año, después de correr, llevo notando cierto malestar en la pierna derecha. Es un dolor raro en la ingle, como si algo se hubiese desencajado ahí o estirado de más… nada que ver con músculos o agujetas. Pero el caso es que si dejaba de correr unos días, el dolor se perdía por entre los nervios para volver después de alguna carrera que me echaba de contrabando cuando el trabajo y mis hijos no miraban.

Total, que acabé yendo al médico. Como mi padre tenía una hernia y parece que a veces la cosa puede venir de ahí, pues a la clínica de hernia que me fui. Nada, hernia no, pero si que los ojos del médico vieron algo raro y me envió a que fuesen los ojos de un médico de huesos y cosas de moverse los que me mirasen, y allí que me fui, claro.

En la radiografía más clara que me han hecho nunca se veía que, efectivamente, el hueso estaba un poco hinchado, y que la articulación andaba desgastada, sobretodo si lo comparamos con la ingle izquierda, que esa no duele ni protesta.

Principio de artrosis, dice.

Hostia, dije yo.

Hombre, tu me dirás, «artrosis» suena a tener veinte años más, ¿no?.

No queda clara la razón, tampoco es que yo corriese demasiado o hiciese ejercicio de más, desde que tengo hijos, mi sensación es que hago demasiado, si, pero de menos. No sabes que no tienes tiempo hasta que de repente todos los días se hace de noche y resulta que a ti te parece que te acabas de levantar.

Si es cierto que le di muy fuerte al Karate antes de que naciese Kota, yendo todos los días de la semana incluso, estirando mucho en casa, quizás pasándome un poco con un artilugio que me compré para tratar de abrime de piernas a lo Van Damme. Bueno, también estuvo lo de la maratón de Tokio, algunas Spartans… pero tampoco de volverse puros locos.

Tengo amigos muy cercanos que hacen el triple que yo y, bueno, la ensalada de razones aliñada con los casi 50 años que gastan mis orejas, es irrelevante ahora mismo.

«Lo importante es lo que hagas a partir de ahora: que reposes, que dejes de correr, deja de hacer nada que haga que te duela. Si paseas y te duele, no pasees. Si puedes estar en casa en el sofá, mejor»

Nah, yo no puedo estar en el sofá en casa, me hierve el culo.

Pero bueno, haremos lo que se pueda.

El tratamiento consiste en una medicación para bajar la inflamación, unas pastillas tan pequeñas que no tengo claro que no sean mentira, y rehabilitación. De dos tipos: masajes y ejercicios con una chica para fortalecer músculos y no perder movilidad y luego también un par de máquinas que dan calor y vibraciones y no sé que más.

Así que mira, de repente mi rutina vuelve a cambiar y tres veces por semana doy un paseo, mientras no me duela, al hospital para uno u otro tratamiento. «Rehabi» lo llaman aquí, comiéndose sílabas a lo «Famima» o «Famires».

Estoy mejor, bastante mejor, incluso puede que pueda volver a correr en unos meses. Gracias por preocuparos, sigo con la historia, si me dejáis, que esto no trataba tanto de mi y me he liado .

Los días que toca máquinas son diez minutos en cada una. La primera me explicaron que es como lo del microondas pero más suave, yo lo único que sé es que da calorcito y gustete y que no se puede usar el móvil porque te lo descojona. La segunda vibra mucho y también se calienta y la verdad es que si que parece que surte cierto efecto y uno está mejor después de esos veinte minutos.

La historia es que hay mucha gente que va a esta rehabilitación, la mayoría bastante mayores que yo. Y las máquinas están preparadas para funcionar de dos en dos a la vez. Tu te sientas y puede que en la silla de al lado tengas a alguien también dándose el tratamiento. Y claro, no puedes mirar el móvil porque se descuajaringa por la radiación o no sé qué. También dependiendo de donde se de uno el tratamiento, la silla puede mirar a un lado o a otro, no es lo mismo lo mío de la pierna que es por delante, que al que le duele la espalda.

Así que el otro día coincidió que una señora que apenas podía andar sin su bastón, con la espalda tan encorvada que dudo mucho que pudiese ver cualquier cosa que quedase en la parte superior de su inmediata vertical, se sentó orientada directamente a mi que acababa de empezar a darme rayos de esos.

Diez minutos mirándonos de frente; diez minutos tratando de no mirarnos.

O no, porque en cuanto ella me vio que era extranjero se echó a reír. Y uno que pensaba que no cabía una arruga más en esa cara.

¿Y tu qué haces aquí?

Pues ya ves, que la ingle que la tengo no sé como y me duele.

¿Ya? ¿tan pronto?, pues si que estamos bien con lo jóven que eres. Bueno, ya verás como esto te lo alivia. Aquella máquina de allí no hace nada, pero esta es la buena, a mi la espalda a veces me deja de doler todo el día si me doy esto. Oye y tu no eres japonés, ¿no?

Jajaja, pues la verdad que no. Soy de España, del norte.

Anda, yo conozco a una chica de Barcelona. Bueno, chica, tiene ya casi noventa años, nos hicimos amigas cuando vino de visita y la he ido a ver muchas veces allí. Ya no puedo, claro, pero seguimos hablando por teléfono de vez en cuando. La conocí cuando estaba soltera y ahora tiene cuatro nietos, qué barbaridad.

¿Entonces hablas español? ¿me entiendes? le digo en castellano, hasta entonces la conversación había sido en japonés

Un poquito dice la señora más entrañable a este lado del río Sengawa pero olvidado todo. Tuve novio catalan pero ahora muerto ya y hace gesto con el pulgar hacía abajo y se ríe muchísimo, casi carcajea.

Yo también claro, a ver quien no.

La chica de recepción hace rato que está con la sonrisa tonta de vernos hablar, ésa si que no la vio venir ella: el extranjero que viene ahora nuevo de risoteo con doña Matilda, o como se llame, que lleva toda su vida enchufada a esa máquina tarde si tarde también.

Yo estoy casado con una chica japonesa y tengo dos hijos y ya vivo aquíretomo el japonés pero a veces echo de menos hablar en español.

Pues yo voy a volver a estudiarlo para que hablemos en estos ratos si nos volvemos a juntar aquí. Aunque si te pones bien no vuelvas, ¿eh?, que esto está lleno de viejos y se vuelve a carcajear aunque en el tono del final de ésta última risotada se pueda percibir un deje de morriña, una miaja de melancolía y un buen puñado de resignación.

Una máquina pita. Es la mía, que ha dejado de contar los minutos. La enfermera, que hacía rato que nos estaba mirando, viene al instante y aparta el brazo mecánico de la parte superior de mi pierna derecha mientras me otsukaresamea.

頑張ってね ganbatte ne, «mucho ánimo» me dice Matilda, o como se llame, el próximo día se lo pregunto porque ojalá que haya muchos próximos días, aunque me deje de doler.

Gracias le respondo en castellano adios.

Adios contesta, contentísima, también en español, como si esa palabra se le hubiese olvidado y de repente yo hubiese desbloqueado mil millones de recuerdos adheridos.

Y yo, cojeando en los pasos asonantes, me vuelvo a casa con las ganas de llevarme en brazos a Matilda, o como se llame, y su bastón a la cafetería más cercana para que me cuente todo sobre su novio y su amiga la catalana, o lo que quiera ella con tal de que siga hablando hasta que no queden albas que encender.

10 comentarios en “Matilda, o como se llame

  1. Entonces de volver a venirte a jugar al fútbol ni hablamos, no?

    Madre mía, toda la vida haciendo ejercicio para que luego el cuerpo deje de responder tan pronto! (dice el que dejó de ir al gimnasio hace ni se sabe…)

    A cuidarse mucho!

    Yo marcho :bythesegao:

  2. Ay que susto que creía que nos ibas a contar algo del musical y me había entrado hasta pereza de leerlo jajajaja.
    Es muy entrañable.. Gracias por compartirlo.

  3. Otra historia de las buenas, de las que alteran los latidos.

    Por otro lado, nos vamos haciendo mayores y tal, sí, está claro, pero en cuanto te recuperes, aunque no vayas a muerte, lo estar quietos ni en broma. Y te lo digo yo que en 2014 o 15, me dijeron que tenia la espalda hecha un ocho, y salvo algún problemita puntual, ahí sigo. Y según voy haciendo algo mas de deporte mejor.

    Un saludo y a cuidarse

  4. Por favor!!! Necesitamos más!
    Mas relatos, más Matilda…
    Ojalá puedas disfrutar otros días de su compañía.
    Aunque espero que te recuperes pronto.
    Mil gracias por esta joya que nos dejas.

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