Ella siempre está allí en el cruce.
A su alrededor pasamos los demás. Algunos en coche, la mayoría en bici o andando, todos con prisa sin excepción. Ella sólo está allí apoyada en el guardarrail por el lado de la acera, no parece tener ningún sitio al que ir ni nadie que mire el reloj por ella.
Yo también paso por su lado cuando voy camino de la estación y ella siempre me mira y sonríe divertida. Digo yo que le haré gracia, o tal vez es que le sonríe a todo el mundo demostrando que se le puede alegrar a uno la mañana con ese gesto tan humano como escaso.
Así a los ojos de un occidental, le calculo unos setenta y pocos años, por lo que seguramente tendrá más de ochenta. Vive allí, lo sé porque la he visto entrar en su casa alguna vez.
A su lado siempre hay cuatro o cinco paraguas colgados del guardarrail o apoyados en la pared y uno pende siempre de su brazo. El tiempo es lo de menos: no importa que llueva, esté nublado o haga sol, la señora siempre está allí con sus paraguas.
Y siempre sonríe.
A veces barre la acera, aunque no esté sucia, con un ritmo lento pero constante, la espalda arqueada y los paraguas a mano. Y a veces cambia de sitio en el guardarrail para poder ver a la gente del otro sentido del cruce.
Hoy me ha parecido que por un instante ha pensado en hablarme pero en el último momento se ha arrepentido aunque, como para compensarme, me ha dedicado una sonrisa más amplia de lo habitual.
Creo que el próximo día le daré yo los buenos días.
Ignoro si vive sola, o qué hace el resto del tiempo que no está en aquella esquina. Creo que su cabeza no funciona todo lo bien que debería pero en su mundo de paraguas y aceras por barrer, de gentes que vienen y van, ella no duda en sonreír.
Parece feliz. Si algún día veo que le faltan paraguas, yo mismo los compraré y los colgaré del guardarrail.
Por verla sonreír.
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La señora de los paraguas, vivida y escrita en la soledad de un servidor en el año 2007, leída maravillosamente bien por Guillermo en la presentación del Ikulibro en el Instituto Cervantes de Tokyo.
Una de las más chulas del libro. Gracias.
Es uno de los capítulos de tu libro que mas me marcó.
Un saludo!
Uno de los capitulos mas bonitos del libro.
EL LIBRO… sin duda uno de los imprescindibles.
Buen tándem el que hacéis
Me leí casi todo el libro en el vuelo de vuelta desde Tokio. Éste es uno de los capítulos que más me llegó :cry: Con el paso de los meses me he dado cuenta de que tus historias estarán siempre vinculadas a mi primera visita a Japón. Eso es lo que pasa cuando escribes algo bueno, que al final acabas mezclándote con el alma y los recuerdos de mucha gente aun sin saberlo.
Y que pedazo de camiseta!!!
Genial
PD
A mi en su día era una de las que más me gustaba pero con la continuación triste ahora me da mas penica y no sabría que decir…
P.D. Yo no podría leer en público que vergüenza! XD
Muy buen capítulo, 1000% recomendado al igual que leerlo en papel y releerlo y volverlo a releer
Hay que tener lo que hay que tener, o ser un GRAN AMIGO para leer en publico algo de tu libro.
Enhorabuena Lorco!!
Precisamente esta historia es una de las que más recuerdo de tu blog, el cual leo hace ya bastantes años. Un gusto recordar.
Saludos Oskar.
Me voy a llevar el premio a la pedorra del año, pero… Vamos a ver, este blog lo lee mucha gente, ¿no? Pues, toma nota:
guardaRRail
Ahora lo corrijo, gracias.
Aunque se cumpla un mes sin post…¡Ánimo Oskar! Aunque el tiempo, que se escapa entre los dedos, no te deje hacer reflexiones de más renglones…¡Aquí al pie del cañón! Un abrazo.
Me acuerdo del post, leído en la web, no en el libro. ¡Del 2007! Pues sí que ha pasado tiempo.
Por cierto,mu bonico
Me susta ver al lorco tan serio.
Echando la vista atras, tu vida del 2007 no tendrá nada que ver con la de ahora. Ya la del 2008 cuando nos conocimos no tiene nada ver.