En aquella habitación llamaba la atención una pequeña cuna vacía colocada junto a la cama en la que reposaba ya la que iba a ser la madre de mi hijo de todas todas me pusiese como me pusiese. Esa casi diminuta cuna de plástico decía muchas cosas; no solo que allí mi hijo se iba a echar sus primeras siestas… anunciaba que todo estaba preparado, que era verdad que Kota estaba ahí dentro y que no saldría de aquella habitación de otra manera que estando llorando ya fuera, en el mundo, en nuestro mundo.
Yo que todavía pensaba que todo esto era un sueño…
En el hospital lo tenían todo perfectamente planificado y no faltaba la visita de la enfermera tres veces al día para monitorizar las pulsaciones de Kota, las contracciones y que Chiaki estuviese comiendo lo que tenía que comer porque parece ser bastante fácil descuidarse cuando empiezan los dolores fuertes. Todavía no era el caso, ella estaba allí como en un hotel: viendo la tele, dejándose hacer cuando tocaban chequeos y más bien pasando el rato que de parto. Tenía dolores, pero no demasiados, las contracciones eran muy débiles todavía así que no había prisa. La prisa la tenía yo por dentro; prisa por saber que todo iba a salir bien, por comprobar de una vez que mi hijo estuviese sano cuando nos saludase llorando a pleno pulmón, por saber que a Chiaki no le iba a pasar nada, por que todo pasase lo más rápido y mejor posible y poder enviarles a mis padres una foto con los tres posando ya sonrientes porque no había habido problema alguno.
Lo que hubiese dado por que mi madre estuviese en aquel hospital con nosotros… lo que creo que hubiese dado ella…
Como no había mucho movimiento por allí dentro, salí del hospital para cenar algo y al volver me dejaron quedarme a dormir en el estrecho sofá de la habitación en vez de hacerme salir con el fin del horario de visitas. Por supuesto no dormí nada, pero me alegró saber que Chiaki sí pudo descansar. Al día siguiente las contracciones eran más fuertes y cada vez menos espaciadas a la vez que los controles de las enfermeras. Yo me entretenía poniéndoles motes: estaba la abuelica, que nos hablaba con ese ritmo lento tan tierno con el que le empiezan a hablar a los hijos de sus hijos y cuando se quieren dar cuenta lo están haciendo con todo el mundo. Le costaba ver el termómetro por lo que siempre nos lo daba a uno de los dos para que le dijésemos la temperatura a apuntar en el cuaderno aquel del que no se separaba nunca. Nada que ver con la revoluciones, una chica así a ojo con más o menos la misma edad que yo pero con el pulso trescientas veces más rápido: no paraba nunca, ni de hablar ni de moverse ni de hacer cosas. Era como si su mente ya hubiese acabado cinco minutos atrás lo que estaba haciendo en ese preciso momento y ya tenía encoladas diez cosas más que debía haber hecho hace tres. Me pidió que le pasase el cuaderno de la mesita y cuando contesté «¿eh?» a su vertiginoso japonés ya lo había cogido y tenía apuntado medio Quijote.
Daban ganas de pegarle para que se estuviese quieta, ahora que aciértale.
Cuando Chiaki bajó a la consulta del médico y yo entré en el cuarto de baño es cuando conocí a la impasible. Estaba en pleno acto meandero cuando abrió la puerta de par en par preguntando por Chiaki. No te creas que se cortó al ver el Belén, no, ella siguió hablando en japonés mientras me miraba taparme como podía. «Chiaki ya ha bajado, yo me he quedado en la habitación a esperarla» dije yo sin poder cortar el asunto. «Vale, gracias» contestó el ser menos expresivo del planeta tierra con permiso de Tommy Lee Jones. Era la primera vez que me veían la chorra y no había reacción alguna: ni risas ni admiración, ¡nada!. Aquel día prometía, ya tenía una historia que contarle a Kota en su cumpleaños si fuese el caso.
Pero no iba a ser el caso: no venían las aguas revueltas todavía, el cielo no anunciaba tormenta, el pájaro seguía en su nido, no sonaban tambores de guerra, alfa charli delta plus… vamos, que Kota pasaba de todos nosotros. Yo, viendo que me iba a quedar una segunda noche, salí en busca de un Uniqlo donde comprarme ropa un poco más cómoda y sobretodo con menos aroma varonil no fuese a ser que a la impasible le diese por entrar a preguntar la hora en actos íntimos menos aguados.
Aquella noche ya si; aquella noche Chiaki no durmió nada por culpa de las contracciones y yo ya estaba que le daba cuarenta vueltas a la revoluciones.
Continuará
Vaya nervios!! Más más!
Ya queda menos!!
Pero en cuantas partes piensas dividir esta historia??? Qué incertidumbre, por Dios!!!! Anda que lo cuentas rápido, eh??? Pero más de 24 horas a la espera en una habitación de hospital tiene que ser durísimo de llevar!!!
Pues unas cuantas, jajajaja
Que tensión le estas poniendo al contarlo, que incertidumbre, que ganas de más….
jejejeje
¿Y ese momento exhibicionista? Yo se lo contaría a Kota aunque no fuera en el día de su nacimiento, con las exageraciones que haga falta (eso tú sabrás, jaja). Total, a los niños se les engaña desde que nacen: que si los Reyes Magos, el Olen, ratoncito Pérez, hay que estudiar para ser alguien el día de mañana…
Exhibicionista dice, madre mía menudo palo y la tía allí que no se cortaba un pelo!!!
Quiero maaassss!
Ya queda menos!!
Hay que ver como nos mantienes en vilo!!! massss y gracias!!
Gracias a ti!!!!!!!!
Piensa que la enfermera impasible está más acostumbrada a ver a gente desnuda que tú a exhibirte….
Eso seguro, menudas tablas tenía la tía, ni se inmutó!!
jajaja qué bueno lo de la enfermeras, tiene que haber de tó, en la viña del Señor!!!! jajaja Anda, que la que no paraba quieta?!! si te llega a ver echando un pis, igual con una mano te ayuda y con la otra sigue a lo suyo.. jajajajaa
Más, más, queremos más….
Pues ya verás en la continuación que la revoluciones tiene mucha relevancia en toda la historia!!! la madre que la parió qué agobio de mujer!!!
Me acuerdo de esas mañanas hablando contigo por el Facebook lo revolucionao que estabas jajaja. ¡Te subías por las paredes chato!Y los dias siguientes con tu poca gana delante del ordenador, y mosca porque no te dejaban ir más veces al hospital, hablando de lo del restaurante (por enésima vez…). Lo cuento como el que habla de hace un porrón de tiempo jajajaja.
Un abrazaquer para la familia y otro grandote para tí!
Jajajajaja, es que tu me dirás!!!
Menos mal que sabemos como termina! porque si no estaríamos todos en ascuas!
¡Ahí le has dao! pero es un arte, alargar una historia y hacerla interesante y divertida.
PD ¡una ikucarica enfermeril quiero!
Jajaja, termina bien termina bien, gracias a Dios!
Lo que darían tus padres por poder darle un besico… Eso debe de ser muy duro, verlo en fotos y no poder coger sus manitas… :cry:
La de Belenes que habrá visto la impasible como para inmutarse. No me quiero imaginar si en vez de pillarte de pie te pilla sentado !!!:D
Eso creo yo… ojalá se conozcan pronto…
A la impasible le dan igual los Belenes y hasta las procesiones, menuda cara palo de tia!!
Mas tension que en una pelicula de Alfredo. El Hitchchcock digo.
Me equivoque…Hitchcock quise decir.
Jejeje
Me has dejado con la miel en los labios. Cuantas partes tiene esto? cuenta más, cuenta!
Lo que no habran visto las enfermeras de los hospitales. Y lo digo yo que he tenido a varias mirandome el oshiri.
Jajaja, vaya panorama el tuyo!
Pues yo calculo que un par de partes más…