Compañeros de Karate

Hace bastante más de un año que empecé aquella primera clase de Karate rodeado de miradas curiosas de gente desconocida, empapado en sudor por los nervios pero con el convencimiento de estar donde yo quería a pesar de saber que aquél momento era el primero de otros malos tragos que tendría que pasar. Desentonaba con mi chandal gris entre tanto traje blanco, aunque creo que llamaba más la atención por otros motivos más obvios.

Algunos me hablaron movidos por la curiosidad de ver a otro extranjero de tantos que están de paso y que deciden cumplir su sueño de practicar Karate junto «a los grandes» como tan bien dijo en su despedida aquél señor gordito de gafas, que resultó ser el embajador de Brasil.

Desde entonces, y sobretodo en verano, han pasado por el vestuario compañeros indios, rusos, franceses, italianos, árabes, peruanos, chilenos y hasta otro español. Es bonito, casi poético, ver cómo este arte es capaz de unir diferentes razas, religiones, culturas, costumbres y maneras de ser. Y aunque el inglés es el idioma universal para intentar comunicarnos, en el tatami todos sabemos qué hacer cuando el profesor nombra un movimiento porque resulta que en todo el mundo se enseñan por su nombre original, que es en japonés.

Hoy, con las más de 160 horas que calculo que suponen las 105 clases a las que he asistido, me descubro mirando a mis compañeros con el trasfondo del roce, del trato que hemos tenido al menos tres veces por semana durante todo este tiempo. Con esa confianza de compartir sudores, errores, caídas, agujetas… infinidad de reverencias y gritos.

Y veo a esa chica canadiense que nos llamó la atención a Bea y a mi siete años atrás cuando vinimos de visita. Envidio el estado deteriorado de su cinturón negro desgastado por todos esos años de ser atado, casi blanco como simbolizando la vuelta al origen aún sabiéndose experta.

Está el señor mayor que en la sombra de su arrogancia juega a ser mi sempai corrigiendo mis movimientos, mi actitud… mi persona con sus malos modos, que yo creo fingidos, quizás obligados por su papel de veterano encargado de poner orden. Sonrío al recordar cuando salí inesperadamente por cuarta vez a competir en el campeonato de Karate, y me gritó un «Oskar ganbate» que abrió brecha en su orgullo y caló hondo en el mío. Me felicitó por el cinturón negro, pero como lo hace alguien que no espera menos de ti, en cierto modo creo que le habría defraudado de no haberlo conseguido.

También hay una chica de gafas con la que durante más de medio año compartí el ir y venir con el cubo por ser los dos cinturones blancos. Es la misma que finge que no me ve cuando compartimos vagón en el metro, por aquello del honne y el tatemae, o quizás por verguenza, quién sabe. Todo lo contrario que otra chica que siempre me cuenta cosas que conoce de España cuando coincidimos en el tren de vuelta, y que no se cansa de repetírmelas, porque siempre son las mismas, al menos un par de veces al mes.

A veces viene el señor que tanto roncó en el campamento de Karate y que vino con su hijo. El que me alaba, me anima, me dedica sonrisas que parecen sinceras y siempre tiene alguna historia que contarme medio en inglés, medio en japonés. Después del «challenge» que era el examen del otro día, ahora me está empujando a que compita el mes que viene. Y yo encantado.

Mi habitual compañero de nomikais, y también el que me echó una mano y algún pie con las técnicas que me tocaba hacer en el examen, se llama Kojima. La chica de gafas le llama sempai, aunque yo creo que nunca le he llamado por su nombre. Ha ido siempre un paso por delante de mí, con lo que memorizo sus exámenes porque el siguiente que haré yo, si seguimos con la misma racha, será igual. Ha habido veces que hemos tenido conversaciones de más de diez minutos en las que yo no me he enterado de nada, pero él no se ha dado cuenta por lo bien que asiento. Dice mucho de él que le pagó el cinturón negro al hijo del señor que roncaba en el campamento.

El americano, y mi sempai oficial aunque el señor mayor sea el de verdad cuando no mira nadie. Un chico amable con muchos años de experiencia, y un japonés perfecto. Supongo que estar casado con una japonesa y tener dos hijos ayuda bastante. Me corrige siempre, me ayuda, me guía en mitad de la clase y fuera de ella. Ahora me doy cuenta de que siempre me habla en japonés a pesar de que en inglés nos entenderíamos mejor. Eso me gusta de él, eso y que siempre viene…

No como los franceses, dos compañeros que aparecen durante dos semanas seguidas y no se les vuelve a ver en un mes, ni falta que hace porque, como buenos franceses, no me caen bien. Son muchos los gestos, aunque el peor fue cuando al principio les dije que en España yo era cinturón negro y se rieron con alguna frase del estilo de «claro, pero normal que empieces de blanco porque para el nivel que hay allí». No todos los franceses me caen mal, pero la verdad es que la mayoría parece que lo hacen a propósito.

La señora de coletas, con un ego que, cual francés, le hizo reirse cuando el profesor me preguntó por el nivel al que me presentaba y yo le contesté que cinturón negro. Ignorarla junto con haber aprobado el examen son mis dos respuestas a ese momento que, por otra parte, hizo que mis compañeros de nomikai tengan el mismo sentimiento hacia ella que yo.

La madre y su hijo, el que casi me deja eunuco. Después de aquél incidente, y con meses de por medio, veo cómo él ha cambiado su carácter por uno más calmado, más reposado, menos adolescente. Llegan juntos, aunque él siempre medio metro por delante de su madre dejando claro que no le gusta ir con ella, y no habla con nadie aunque saluda a todos, y las veces que hemos vuelto a coincidir su comportamiento ha sido noble. El cinturón verde que se ha ganado en tan poco tiempo lo acredita.

El chico del chandal azúl, que ahora tiene uno gris. Sigue haciendo lo que quiere y sigue cuchicheando por lo bajo pensamientos que sólo él entiende y que no es capaz de encerrar en su mente. Hay días en que parece que su progreso es tan grande que parece otra persona, y otros en que parece no haber avanzado nada. Afortunadamente los primeros son los más habituales.

Hay muchos más; en una clase no es extraño que nos juntemos más de veinte personas, pero por alguna razón éstos son los que salen en la foto que mi pensamiento enfoca cada vez que van a ser cerca de las siete de la tarde y yo estoy sentado sólo en un tren con una mochila roja, un libro y un alma que no ve el momento de llegar.

Me pregunto cómo me verán a mi…

18 comentarios en “Compañeros de Karate

  1. Chapó por el post. Has resumido de manera excepcional tu sentimientos de varios meses en un post perfecto. Hace tiempo que no encontraba alguien que escribiese tan bien en la mal llamada «blogosfera»

  2. Muy emotivo, aún recuerdo los posts anteriores, y te felicito por todo lo que has logrado, realmente te esfuerzas :-)

    ¿Esto es como una despedida?, ya he dicho varias veces que Ikusuki es el blog que más me gusta de Japón, y en serio voy a extrañarlo cuando termine (ojalá que no pasé xD)

    Saludos chatín!

  3. Dices que no entiendes del todo el japones¿por que no ves ahora la television?,que entiendes bastante japones,te sonaran muchas palabras y aprenderas nuevas.Y asi poco a poco iras entablando una combersasion larga.¿has pensado presentarte a los exsamenes de la JLPT (Japanese Language Proficiency Test)?

  4. Como quien no quiere la cosa has conseguido que me lea todos los enlaces a las historias anteriores. Te felicito de nuevo por cómo escribes. La verdad me ha venido bien hoy leer tu experiencia y cómo las pasaste a veces canutas pero siempre saliste adelante porque a mi me están vareando en las clases del colegio japonés en Shibuya y hay días que salgo diciendo que se coman las clases ellos con patatas, y el japonés ídem, y mira que me gusta el idioma, pero a veces ellos hacen que lo odie. Algo así puede pasar con el karate, que puedes quererlo mucho, pero con un mal sensei o con malos compañeros puedes acabar odiándolo, pero en tu caso no ha sido así, has sabido encontrar siempre el lado positivo y has ido siempre hacia delante. La lección de hoy es que no hay más salida que avanzar, al menos para los que somos testarudos no hay paso atrás… ¡que tengas un buen día!

  5. Jum, yo echo de menos las clases de Karate Shotokan que hice teniendo siete años, en aquel pequeño colegio de Bilbao. Y eso que por aquel entonces no me gustaban demasiado…

  6. Menuda radiografía nos has hecho de tus compañeros de fatiga.

    Eres un tipo muy observador y describes muy bien sus cualidades.

    Además, queda claro quien te cae bien y quien mal.

    También se nota que estás a gusto y que disfrutas con el karate.

    En definitiva, un gran post!!!

  7. ¿Y cómo te van a ver? Pues muy buena persona, tal y como eres.

    Esta va de parte de mi padre, que ahora mismo está volando a España. pero que conste que yo pienso lo mismo.

  8. Cuando uno está rodeado de gente siempre hay alguien en que te fijas, con quien te sientes más compenetrado o simplemente menos incomodo. Y esto no quiere decir que sea tu amigo, simplemente es un buen compañero de alguna actividad. Lo mejor es que muchas veces cuando piensas en esta actividad no puedes dejar de recordar a esta gente «especial» que estuvo algún dia a tu lado.

    Muy buen post, felicidades.

    Me da la impresión de que a veces te salta la melancolía.

  9. Ikusuki! vaya recuerdos que me has traido a la mente… yo también practicaba karate Shotokan, lo he dejado por cuestiones de trabajo (en realidad es pura dejadez); lo más tonto de todo es que quedé en cinturón marrón, pero ya me entraron las ganas de volver y prepararme para dar el cinta negra… si obtengo el cinta negra en mi país (Bolivia) y viajo al Japón, tengo que empezar desde blanco? Si es así, qué triste, pero bueno, todo tiene su precio no?
    Tu blog está muy interesante, seguro que este no es el último comentario que realizo; sigue así! Saludos desde SCZ, Bolivia!

    PD: Estoy (re)iniciando mi blog, así que quisiera saber si es que estás de acuerdo con que coloque un link al tuyo. Hazme conocer cualquier novedad!

  10. y que pensaran de ti? que eres el gaikokujin raro que se les queda viendo fijamente a la mitad de la clase de karate en vez de hacer sus ejercicios jeje, es chiste, me gusta tu blog compadre, echale ganas

  11. WOW!!! que cosa tan rara te he escrito antes de leer todo esto y no me acuerdo XDDD

    Creo que este es de los post mas bonitos, he interesantes de los que has hecho. Muestras mucho de ti al hablar de todos los demas.

    Gracias!!!!

  12. ScarX>>> ah majo, qué te pensabas! Ikusuki es mucho Ikusuki!!! aunque luego no me votéis, gañanes!

    Alan>>> jejeje, ya veremos a ver que pasa! ¿me quedo? ¿me voy? ¿me vuelvo? jajaja, emoción emoción!!

    Jonathan>>> jajaja, qué majo! veo la tele todos los días, todo el mundo a mi alrededor habla en japonés, tengo un par de niveles del JLPT y hasta profesora particular!!!!

    Nihoneymoon>>> gracias!! yo creo que lo importante es el «big picture» que decían no se donde. Vamos, dar un paso atrás y ver realmente qué es lo que uno está haciendo y quiere hacer. Si estás donde quieres estar y sabes que estás persiguiendo un resultado, entonces aguantas mejor o quizás te importan menos los malos momentos, ne. Este ha sido mi ikuconsejo filosófico de hoy!!! jaja

    OaBy>>> yo siempre que he dejado de hacer las echo de menos muchísimo

    quicoto>>> un comentario muy sugerente! saludos!

    Neki>>> gracias chato!

    Almu>>> gracias chata!

    Prognatis>>> nunca me habìan llamado tipo!! gracias!! jajaja

    Ale/pepino>>> yastamos!!! jejeje, hasta volando en el avión deja recao para poner el comentario! jaja

    Cris>>> y larga, la autopista digo, larga porque menudo post más largo…

    Javichu>>> cierto es, hay gente con la que se hacen mejor ciertas cosas. Y si, este tipo de posts siempre vienen de una cierta melancolía, sin llegar a ser tristeza. La verdad es que me gusta escribirlos y la gran mayoría de las veces se me escapa alguna lagrimilla… (pero esto no lo contaré nunca que me llamáis blandengue).

    Eroskiman>>> gracias!!

    La chica de Potedaia>>> anda! pero si hablo de otros!, jeje

    Freeman>>> pues ánimo hombre!! cagüen, me tenían que dar un puesto en la federación de Karate o algo, anda que no les hago publicidad!. En cuanto al enlace: encantado, es más, muchas gracias!

    chema>>> jajajaja, buen comentario!!

    Chema>>> gracias a ti!!!

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