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La clase de Paella

Mientras unos andan recomendando que la peña no venga a Japón que hay radiación hasta en la miso, nosotros aquí seguimos pasando un verano atamagantemente chulo ajenos al proceso de transformación en hombres binárdicos (según algunos, cuatrinárdicos desde hace un mes ya).

Ayer sin ir más lejos estuvimos en el rocódromo donde un tío raro nos sacó fotos porque andan buscando modelos para ropa deportiva, no os digo más en las que estamos metidos. Bueno si, diré que para celebrar que a pocas a pocas nos vamos puliendo todas las rutas rocodrómiles, nos fuimos a ponernos hasta el jarenore de carne al izakaya de siempre. EdanoBeef la llaman ya. The man, the legend.

Total, a lo que iba, que si sigo por aquí no voy por allá. El sábado, como estaba anunciado desde tiempos facebookriales, tuvo lugar el primer seminario gastronómico internacional intercultural interparedes:

¡¡ La paella del tío Txiki !!
:cocinicas:

Pero empecemos por el empiece para que dure más el post antes de que finalice por el final. El viernes por la noche me casqué tres tortillacas de patata como tres soles. Gracias a los callos que me han salido por ir al rocoplace, pelar tantas patatas no supuso ningún reto en absoluto.

El sábado por la mañana salí de casa cargado con cuatro botellas de vino, tres tortillas, un plato lleno de pintxos del libro del Arguiñano y una paellera a la espalda que parecía el duende tortuga en Benidorm. Fiel al espíritu Tosca, al salir del tren se rompió una de las bolsas de papel y la mitad de los pintxos se esparcieron por el suelo montando un cristo del copón, del copín y del copete en la Yamanote que recogí como pude mientras el tío que iba atrás del todo mantenía las puertas abiertas para que no me pillasen porque estaba en el medio…

¡¡ Tío saborío rancio calandrero
que me veías ahí pasándolas chungas con la paellera a la espalda
y no te dignaste a ayudarme ni un poco asín!!!!!
:otiaya:

En Ikebukuro esperaban ya el maese hacedor Txiki y sus tres fieles pinches: la Nere, el Guille y la Gami. Ya estamos todos, ya podéis decir lo que estáis pensando, venga va, desahogaros que sino no se ven las fotos a gusto:

¡¡¡¡ un manchego,
una gaditana,
un lorquiano
y un zalluco !!!!

enseñando a hacer paella valenciana…

¡¡¡¡ tócate los tamangueños !!!!

Bien. Ya pasooo ya pasooo.

Ala, ya estamos frescos. Pasemos a la puerta del lugar donde veremos que, por una vez, parece que la de Shiodome ha hecho algo correcto:

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Una vez dentro, lo primero fue presentar en condiciones los aperitivos pensados para ser deglutidos después de echar el arroz y el agua a las paellas. El Txiki trajo chorizaco e hizo pan del de hacer la trompetilla al panadero de enfrente y el Guille y la Nere se cascaron unas empanadillas de esas de comerse una y no poder parar hasta el mokuyobi que viene:

Después nos aseguramos que cada mesa tenía todos los ingredientes puestos en condiciones, hecho que constató uno de los dos del Nerelorco.com con una instantánea hecha en el momento instantáneo justo:

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Y ya empezamos con el lío arrocero. Txiki-sensei se encargó de explicar lo que íbamos a hacer a partir de entonces, y también contó amenas, entrañables a la par que próximas y cercanas historias suyas como el origen de la paella o los ingredientes que se suelen usar en España (incluyendo conejico para horreur y terreur de los aprendices allí presentes). Yo trataba de traducir como podía ayudándome de una chuleta que me curré dos semanas antes que hicimos un ensayo general enseñándole a Chiaki lo mismo (y menos mal!).

Me puse nervioso… los cinco primeros minutos, después yo creo que todo el mundo se descojonaba sobretodo cuando intentaba decir alguna palabra y como no me salía pues me ponía a explicarla. Por ejemplo, yo decía «la cosa esa blanca que sale cuando lavas el arroz y que vale para enderezar las corbatas» y todos contestaban «el almidón!!!».

Planeado, dicho y hecho el trecho: mientras el arroz se iba cocinando, empezamos a zampar lo que los senseis hispanos habían tenido a bien traer y he de decir que la bota de vino, la misma que llevé al Fuji y al Koyasan, allá donde va, triunfa (a mi ni puto caso, eso sí)

Llegados este punto, sé de buena tinta («de buena tinta» no te lo pierdas!! #cancamusaFlavour), que estáis todos deseosos de ver las tres pedazo de paellas que allí se cocinaron. Pues os vais a quedar con más ganas que ni sé porque entre pitos y flautas, cuando me dio por ponerme a sacar fotos allí no quedaba ná:

La del Txiki fue una inmensa idea, el rato que pasamos fue genial, la gente respondió mejor que bien y encima nos fuimos para casa con la tripa tonta y la risa llena. Txiki decía que se conformaba con que alguno de los que fueron al curso les diese por intentar hacer la paella en casa, ayer me contó que ya sabe de una que compró paellera y les cocinó una a sus padres que quedaron encantados. Si esto no es gustico del bueno, a ver que lo es.

Por mi parte diré que ya estoy esperando a la siguiente. Paella, pintxos, tortilla de patatas… importa bien poco en que pisto nos metamos mientras se haga entre Txikis, Guilles y Neres.

Si señor.

Ah! que aquí lo contó el Guille, y aquí el Txiki-sensei, no olvidarse de mirar, que por allí salgo más!! :D

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:ungusto:

Nokogiriyama

La frase de «El Buda más grande de Japón» tiene mucha guasa, pero mucha mucha porque yo ya conozco media docena, no te lo pierdas. El caso es que se le añade coletillas a la proclama y entonces no es mentira. Así tendremos el Buda más grande de Japón…

de piedra de pies

… de bronce al aire libre

… dentro de un edificio

Y el que nos ocupa esta vez que es el…

«…más troncho excavado en piedra»

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Todo empezó cuando el deslenguado despertador decidió no dejar ver los títulos de crédito de los sueños a eso de las cinco y media de la mañana de un sábado grisáceo y más bien feo. Con legaña en popa a toda vela aparecí en la estación de Shinagawa donde ya estaban la mayoría tratando de despertarse del todo. Viendo aquellas mochilas y aunque todavía aturdido por el madrugón, no pude evitar acordarme de aquél maravilloso fin de semana en el Koyasan… pura fantasía latir en tales lugares con semejantes almas. Por si se me vuelve a olvidar mentarlo en persona y les diese por pasarse por aquí: compadres, siempre es un gusto, el sitio es lo de menos.

Hora y pico de tren después aparecimos en Kurihama desde donde nos pusimos a andar hasta que llegamos de milagro a coger un ferry que salía ya rumbo a Hamakanaya, el punto desde el que empezar a subir. Podríamos haber ido en tren dando toda la vuelta hasta llegar a Chiba…


Ver mapa en gordo

… pero lo cierto es que el plan de montarse media hora en un barco era mucho más gusticable y daba la sensación de que íbamos a una isla en vez de simplemente saltarnos un charco. No veas la risa tonta que nos entró ya de buena mañana!!

Hamakanaya era un pequeño pueblo costero donde no había mucha pinta de haber nada más que cuatro abuelos, trece gatos y dos o tres cuervos a dieta. Aún así supimos encontrar un restaurante chino donde fondear antes de empezar la caminata. Estas cosas o se hacen bien o no se hacen y la tripa había que llevarla llena, y menos mal porque nos costó un rato encontrar por donde se subía… dimos un par de vuelticas antes de enfilar el camino correcto!

Después empezamos a subir por entre un bosque hasta que llegamos a unas paredes verticales de piedra que le dejaban a uno sin más aliento si cabe del escaso que nos quedaba después de tantas escaleras y cuestas. Aquello no parecía un típico paisaje japonés, era como estar dentro de un capítulo de Lost pero rodado en Tailandia o por ahí, yo anduve buscando a Ben para darle las ostias que se merece desde hace años, pero no hubo suerte…

Ya quedaba poco para llegar a la parte de arriba, lo cierto es que no teníamos muy claro qué nos íbamos a encontrar más allá del buda de piedra enorme famoso de la excursión. Así que cuando llegamos al mirador, nos quedamos sin palabras…

Un poco antes estaba el «Buda excavado en piedra más alto de Japón», que como estaba con la cosa del mirador, se me había pasado!!

Ya después de eso daba todo igual ya, aunque claro, el protagonista de la excursión debería ser el Buda gordo, así que tiramos a su encuentro escaleras para abajo. Cuando llegamos, nos encontramos con muy poca gente y una estatua enorme en una explanada en medio del bosque. Allí hicimos la segunda parada larga del día, degustando bien el lugar, que no se está en un sitio como ese todos los días.

En el templo se podían comprar unos pequeños budas con los que pedir un deseo dejándolos a modo de ofrenda allí mismo. Anda que no somos ambiciosos ni nada, menuda montaña había!!

Tocaba volver, pero hasta la vuelta era emocionante porque la íbamos a hacer en un teleférico que nos bajaba de la montaña en un titá. Justo cerca del buda grande, había un montón de estatuas en plan Budas aprendices. A mi me hizo gracia uno que parecía que se estaba autocomprobando el olor corporal mayormente…

Y lo dicho: teleférico, ferry, tren y filetón en Shibuya.

Un día inolvidable, y ya van unos cuantos, no se como voy a hacer yo para quedarme con todos. Madre mía que cicatero me pongo acordándome.

Weno, como dice Héctor: aquí hay que volver, y seguramente más de una vez.

Aquí más gustico sideral:

Ikuflickr
Set de Flickr de Carlos
Set de Flickr de Héctor
Post de Héctor
:gustico:

Una gambitera en Euskadi

Pues eso, que el otro día me avisaron que salió el puente colgante de Portugalete por la tele en un programa de esos de viajar por el mundo, y parece ser que se fue una gambitera que está toda fresquesca para allá a probar comida y gritar oishii una o doscientasveinticuatro veces.

El guía, un tal Fernando que parece mu majo, aparece con una txapela muy forzada y la música en plan sevillanas que me ponen no me pega mucho, pero hay que reconocer que el reportaje me ha gustao y me ha dao gustico sideral!! ¡¡ Cómo se pone de comer la lozana tiparracaca !!

Está en japonés pero yo creo que se entiende bastante bien, echadle tres ojetes, que va en tres partes porque me ha costado la vida fusilarlo pa ponerlo aquí:

:regulero:

EEEE, no perderse la voz doblada que le han puesto a la que sale en el minuto 3:42, ¡¡¡fijo que habla parecido!!!, jajaja, jodé que risas con eso:

¡¡ Buen fin de semana, mozos !!
¡yo me voy de hanamis!
:vainas: :gambi: :vainas:
:gambiters: :gustico: :gambiters:

A por las 100

Después de unos cuantos intercambios de emails, Bea y yo nos acabamos poniendo de acuerdo en que donar todo lo que se ganase por la venta de la camiseta Origami era algo que podríamos asumir sin un impacto demasiado serio en la economía ikusukiense y que sería algo importante que estaba en nuestra mano hacer. Nunca en la vida hubiésemos imaginado que se iban a pedir más de diez, y ya vamos 83, la cosa se pone seria.

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No soy capaz de explicar rascando teclas lo orgullosos que nos sentimos de ver que la locura esta que empezamos hace años ha servido para involucrar a tanta gente para hacer algo de estas características. Las cuentas que echamos al principio ya no tienen ningún sentido, la planificación previa es ahora inútil, prácticamente ya no hay tallas y Bea casi no da abasto en eso de doblar, envasar, etiquetar y enviar el disparate de pedidos que nos han llegado. Cristo y de los gordos, pero mucho más gustico, y del mejor.

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Hombre, comparado con los millones del presidente de Softbank, 50.000 yenes no es nada, pero comparado con nada, 50.000 yenes es mucho. Son los 50.000 yenes de Ikusuki, vuestros 50.000 yenes. Nosotros estamos ya pagados de sobra con vuestra inmensa participación, con vuestra generosidad, con vuestra simpatía contestando a nuestros emails, con vuestras notas, con vuestras fotos…

Por todo ello:

GRACIAS

Ya iba tocando darlas en mayúsculas.

¿Y sabéis que?, que nos lo hemos creido tanto que nos vemos con capacidad de llegar hasta 100, así que abrimos la donación a cualquier camiseta de cualquier modelo que se pida hasta que lleguemos a las 100 prendas envíadas, 500 € recaudados, 60.000 yenes a transferir directamente a la Cruz Roja de Japón.

Acordaos que aquí están listados todos los envíos, si no salís es que no nos ha llegado. Los 17 restantes que quedan serán listados en este mismo post.

Ya veis, ampliando el asunto y toda la pesca, quien nos lo iba a decir a nosotros…

Vamos 100 camisetas
Queda 0

2 para Aitziber de Asteasu
1 para Josetxu de Bilbao
1 para Susana de Valencia
2 para Doris de Bilbao
1 para Carlos de Madrid
1 para Ruth de Madrid
1 para Sebastien de Madrid
1 para Montse de Barcelona
1 para Beatriz de Madrid
1 para Alan de Tlalnepantla (México)
1 para Raül de Barcelona
1 para Antonio de Tarragona
1 para Jose de Barcelona
1 para Raquel de Toledo
1 para Marta de Granada

Ikuweek

Homenajeando (o plagiando más bien) al Zordor, aquí va mi semana resumida en imágenes, a lo informe semanal pero con el tío Tosca en vez de la Rosa Mari. Cantemos la música: tantantararaaan tantantararaaaan

El domingo me fui a un parque a ver los ciruelos en flor, ba, na del otro mundo y con el friski que hace como que se miran las flores a toda hostia y dan más igual que otro poco…

¡Buen fin de semana, compas!
:ungusto: :gambi:

Hasta aquí

Llevo una temporada dándole vueltas a la cabeza con una idea que está tambaleando todo mi mundo conocido y el de los que me rodean, que los estoy volviendo locos a todos. El caso es que con todo el lío del año pasado de buscar un nuevo currele, no puedo evitar la sensación de que mi trabajo es mentira, que no vale para nada, que no es real. Y cada día que pasa, la cosa va a peor.

A ver si soy capaz de explicarme y de paso me aclaro y oriento el asunto este de ver cómo voy a vivir lo que queda de aquí para adelante.

Llevo haciendo páginas web prácticamente desde que volví de Japón la primera vez. Ya lidiaba con el IE unos cuantos años antes de que salieran Firefox, Safari o Chrome, me curraba validaciones de formularios en javascript puro bastante antes de que existiesen Mootools o jQuery, y trataba de cuadrar todo con tablas y después con CSS hasta que me he visto estos días programando especificamente para smartphones.

Aunque me da bastante igual, es un hecho que la gran mayoría de las páginas que he programado en empresas anteriores ya no están en internet: han sido actualizadas o simplemente borradas por sus dueños, así que poco hay que pueda enseñar a quien quiera saber de mi trabajo. Es más: aunque estuviesen ahí, tendrían un aire rancio que no se yo si sería menester airear. Ocurrirá lo mismo con las que estoy haciendo ahora: pasarán algunos meses y dejarán de cumplir su función, porque su utilidad es tan temporal que asusta. A su manera, siento lo que hago como una mentira que me importa más bien poco.

En su momento todas cumplían los requisitos del cliente, cuando a éste le importaba, y por regla general siempre había unos plazos más bien estrictos que cumplir y mil quebraderos de cabeza. Aunque luego la pagína no la visitara ni Blas y el cliente pasase mil de actualizarla. Trabajo entregado, dinero cobrado y aquí paz y después gloria (o bit y después pixel). Total: una farsa.

Tuve, todavía tengo, la oportunidad de ser parte de un proyecto de red social muy ambicioso cuyo desarrollo está llegando a su fin. No hay clientes que satisfacer (o padecer), sino usuarios de todo el mundo y lo que se trata es de ofrecer el mejor y más rápido servicio para que sigan entrando y el número aumente. Aunque es un concepto distinto a las webs de toda la vida, tengo el mismo sentimiento: es mentira. Aunque nos hagamos ricos, que no creo que pase, seguiré teniendo esa sensación de que no estaré orgulloso de ello, que me da igual.

Pero mira, el caso es que todos los días paso por delante de la frutería-pescadería de un matrimonio de japoneses de edad muy muy avanzada, tanto que a veces parece mentira que ella sea capaz de mover cajas de un lado a otro con tanta agilidad. Esta gente no tiene página web ni internet, dudo que sepa mandar mensajes con el móvil, pero venden fruta y pescado en una pintoresca mezcla de tienda. Todos los días vendrán los vecinos y compartirán un par de historias además de la compra y el cambio, se conocerán a los niños del barrio y les verán crecer. No les afectan ni los permisos de los directorios, ni los navegadores, ni demás historias de ese otro mundo de ordenadores para adentro que es una capa adyacente al mundo real en que se mueven, en el que nos hemos movido siempre pero que cada vez olvidamos más. Un mundo que sirve de ayuda para hacer más fácil el mundo real, pero nunca es la realidad en sí como se me está convirtiendo a mi porque mi trabajo es este.

Lo mismo con los dueños del ryokan de Nikko que suben a sacarte el futón del armario mientras cenas y te vuelven a dejar otro par de bombones de chocolate en la mesa de noche.

O mi profesor de Karate de los martes que es capaz de repetir la explicación de un movimiento hasta que todos lo entendemos y sale de allí sudando como el que más, y seguro que el pecho se le hincha un poco cuando alguno de nosotros es capaz de hacer algo más que antes de haber entrado.

Hace unos meses, un vecino puso un puesto de nikuman en la puerta de su casa de dos pisos. El mismo señor de aire huraño que me cruzaba de vez en cuando con traje y corbata, es el que ahora me vende de tarde en tarde bollos de carne y me arranca tres o cuatro carcajadas con frases que ha buscado en castellano por ahí desde que le conté de donde venía.

Hoy han llegado dos pedidos de camisetas, y esta noche le pediré a Beatriz la mía junto con las de amigos de Tokyo. Ponerme esa camiseta hará que me sienta mil veces más orgulloso que el «well done» de mi jefe cuando le enseño la web que me encargó. La camiseta me da dos o tres euros de beneficio, lo segundo me permite vivir en Tokyo a costa de tragarme ocho horas al día de mi vida haciendo algo que me da igual.

Algo está fallando aquí. Me niego a resignarme.

Me alegro darme cuenta ahora que todavía puedo cambiar las cosas (una vez más). Seguiré jugando el juego, actuando en la comedia, pero no descarto yo dar la campanada y cambiar radicalmente de vida a la que se me presente la oportunidad, dándole el empujón definitivo al mundo este que se me tambalea desde hace unos meses.

De mientras, sigamos bien al acecho sin perder ni una: aprendiendo el que más en Karate, por si la cosa fuese por ahí o diseñando más camisetas, o yo que sé… algo pasará por delante y ahí estaré yo para saltarle encima.

Ojalá nunca me falten ganas.

Marcho, que tengo Parkour!

Primero, y como objetivo y motivo fundamental de venir aquí, marchaba porque tenía Karate. Después la cosa se complementó yéndome porque había quedao con la profesora de la ceremonia del té, luego seguimos con esto de ocupar el tiempo y nos pusimos con el Yosakoi. Para acabar de liarla parda, empezamos a dar volteretas en Capoeira, y ahora… pues ahora marcho que tengo Parkour.

¿Que qué es Parkour?, pues es esa gente que se lía a pegar saltos por la ciudad subiéndose a todo haciendo mil volteretas y cabriolas para esquivar los «obstáculos urbanos». Después de poner el vídeo de Capoeira, más de uno me sugirió que lo hiciese, me dio por buscar en internet y resulta que hay un grupo en Tokyo que te enseñan por la patilla!!. Así que este domingo me voy a Parkour con el LorcoNinja y el Chiqui que también se han animado. Veremos si volvemos con todos los huesos del derecho.

Un vídeo de estos señores, no veo el momento de empezar:

Ala pues, que tengan ustedes un maravilloso fin de semana, el mío viene chato…

PD: ¡Tengo currelo!, buff, currelo y mucho más… ya os contaré, ya…

Marimo

El otro día me trajeron un omiyage de Hokkaido. Omiyage, pa’l que no lo sepa, significa regalico que aquí es bastante típico comprar algo si vas a algún lado y regalarlo a los amigos. La que se hace siempre es comprar algo de comer y llevarlo a la oficina, lo que no deja de ser curioso porque por ejemplo los días de cumpleaños la peña no suele llevar nada. Bueno, esto lo digo yo que sólo he estado en una oficina en Japón, supongo que cada una será un mundo.

Total, que me lío y pierdo tres followers por párrafo y luego oye, como que meo desganao o algo.

El caso es que una amiga más maja que los yenes con agujero me regaló un envase de esos que tienen como papel albal ahí por fuera a lo termoaislante, y yo voy y lo abro y resulta que allí había un botecico con agua y dos bolondrios verdes medio flotando medio no…

Me quedé flipadísimo!!! la movida esta son unas algas redondicas que se llaman «Marimos«, que crecen en los lagos de Hokkaido y son especie protegida. Los bichos estos están vivos y crecen!! no te lo pierdas que empiezan siendo una canica ahí y a la que te descuidas se te hacen gordos!!

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Y me vino hasta con manual de instrucciones a lo Gizmo:

1- La temperatura del agua debe estar siempre por debajo de los 30 grados
2- Hay que cambiar el agua cada diez días
3- No se debe dejar que le de el sol de pleno
4- No meter en acuarios con peces y evitar que el agua contenga aceite o jabón

Yo por si acaso lo sigo a rajatabla no vaya a ser que se convierta aquello en un Critter y me arranque la pilila a dentellazos. Hablando del tema… ¿os acordáis de la mascota paquetuda? pues resulta que es un Marimo también!!

Menudo regalo original más bonico. Yo de vez en cuando las muevo un poco a ver si hacen algo, pero ná… y crecer yo diría que medio radián o así ya han crecido, cualquier día se me echan una novieta marima y me dejan aquí sólo, que la casa se me caerá encima. Hay que ver, toda la vida sacrificándome por ellos… pero claro, ley de vida, esto es así, que le vamos a hacer…

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¡¡ En plan hermandad !!

Sobre Toscano

Nací hace tres décadas y pico en un pueblecito entre montañas llamado Zalla, a unos veinticinco kilómetros de Bilbao. Aunque no lo tengo muy claro, parece ser que Zalla viene de «Zaila» que significa difícil en Euskera, porque al estar entre montañas, el pueblo fue difícil de conquistar cuando vinieron los romanos a liarla parda-pardae.

Yo no sé si creérmelo mucho, pero si que es verdad que el pueblo de al lado, Balmaseda, tiene un puente como romano y calles estrechas empedradas, y en el mío lo que hay son cien pubs por metro cuadrado. Lo mismo Asterix era de mi pueblo y toda la pesca, porque a parte de no dejarnos conquistar, la poción si que la tomamos, concretamente en vaso ancho y con limón.

El caso es que fui a la escuela, como todo kiske, después al Instituto al pueblo éste que os cuento, que no sé si la idea de ponerlo en la punta de un monte también fue de algún cónsul de la Toscana o no, y ya para acabar mi gran vida estudiantil pues me dediqué a estudiar ingeniería informática en la universidad de Deusto que suena a mucho más de lo que es. Tal y como yo lo veía, se salvaban el 10% de los profesores, al resto los ponía a cavar la línea 3 del metro de Bilbao hasta que llegase a París. ¡¡ Panda de enchufados necios de ego hinchado !!.

Estudiantes, si alguna vez os dicen esa gilipollez de que la vida de estudiante es la mejor, no hagáis ni caso, es una mentira más gorda que un manatí con gases. Yo todavía tengo pesadillas y me despierto horrorizado porque al día siguiente tengo un examen y no he estudiado nada. Y eso por no hablar de que no tienes nunca un duro ni libertad para estar a tu aire. Luego resulta que cuando tienes dinero y vas a tu bola, te empiezan a doler partes del cuerpo que ni sabías que tenías y te apetece más vegetar en un sofá criando michelos, pero esto es otro tema que será abordado a su debido tiempo junto con el auge de pelos orejeros y espaldiles.

Total, que con algo así como siete asignaturas para septiembre que aprobé de un tirón el último año, acabé la carrera. Aquí me jugué vida y tres cuartos, porque mis padres pensaban que sólo había dejado dos, y se demostró que soy capaz de afrontar riesgos inverosímiles con éxito (aparte de soltar mentiras como trolebuses). Después eché la quiniela durante un par de meses para ver si la pedazo de chamba continuaba, pero se ve que no.

El caso es que estaba en una playa leyendo el periódico y salió un anuncio que ponía «Becario para Japón», eché un CV que rellené poniendo todos los programas informáticos de los que alguna vez había oído hablar excepto el Sir Fred y el Sim City, y con la misma experiencia laboral que Paquirrín me presenté en la entrevista donde, además, me hicieron hablar en inglés.

Parece ser que les hizo gracia mi desparpajo inherente, o seguramente coincidió que no se presento nadie más porque me cogieron a mi y a mi inglés con boina y nos vinimos seis meses a Tokyo con el piso pagado y un primer sueldo de 2 millones de pesetas que me dieron de un tirón a lo loco. Si esto no es entrar con el culo florido en el mercado laboral, a ver que lo es.

La beca esta se acabó y nos volvimos con el rabo entre las legs, y ahí ya me enfrenté con la cruda realidad pasando por consultoras que movían más carne que el encargado de las galeras de Julio César. Hasta llegué a trabajar sin contrato metiendo horas extras, no os digo más. Bueno si, que encima me hacían ir con traje los muy cancamuseros pejigueros caraflautas, además me acuerdo que a la mayoría les dabas un lápiz y el canuto y no te sacaban la O en toda la tarde. Eso si, dales el Powerpoint y un portátil y ya sabes donde van a estar tirando su vida hasta la noche, corbata mediante.

Ahí fue cuando decidimos que había que intentar hacer algo que no nos hiciese olvidar la aventura japonesa, y acabamos currándonos camisetas a falta de que los organismos oficiales nos hiciesen algo de caso sobre nuestro proyecto inicial. Otros que tal bailan. Así que nos liamos la manta a la cabeza y empezamos a sacar diseños, y en ello estamos hasta hoy mismito. ¡Compradnos muchas que las hacemos con mucho amor y anda que no tenemos mérito estando una en un pino y el otro en el sexto! (aunque todo forme parte del mismo Bilbao).

Total, después de mil vueltas tanto laborales como sentimentales y gambiteras, me volví a Tokyo más solo que el faro Finisterre a intentar liarla parda con un proyecto de red social a lo Facebook pero en serio. La cosa iba para seis meses, pero ya llevo tres años y medio entre sushis y java a pachas.

Y como vine sólo y algo había que hacer, pues he hecho de todo: cosas que habré contado y otras que se las comerán los gusanillos cuando la espiche y lo mismo le aparecen a San Pedro en la Excel cuando llame al timbre, porque bueno no sé si seré, pero me lo hago al menos, y seguro que eso cuenta.

He liado desde estudiar la ceremonia del té, hacer de salaryman, fotógrafo, noviete, cocinero, escritor, diseñador… buff, ni sé las gaitas en las que he estado metido ya. Peeero principalmente estoy orgulloso de haber sido capaz de hacerme un hueco que siento como mío en una esquinilla de Tokyo, aunque me cueste 73.000 yenes de alquiler, y de tirar para adelante con Karate y más recientemente Capoeira. Lo primero me hace asimilar y considerar propias las costumbres y la cultura de este país, jugando a ser un japonés más. Lo segundo me ayuda a olvidarlo recordando de donde vengo,aferrándome a ser un poco más quien era antes de llegar, aunque sea hablando en inglés cabezabajo.

Y así, con este equilibrio que se sostiene más mal que bien la mayoría de las veces, aquí sigo intentando encontrar a alguna que cuando me vea le diga a su amiga «mira este que mono, ¿así como pa mi? ¿no? ¿no?».

Como paciencia tengo un rato largo, pues de mientras seguiremos macerando las horas junto a personas maravillosas que la vida me ha puesto por el medio. Porque esto, lo de vivir digo, no creo yo que vaya a durar mucho más allá de otro tanto de lo que ha durado ya, así que cuando toque aparecer en la Excel, que San Pedro tenga que hacer scroll un par de veces como poco.

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Cosas que quiero hacer
Grabar un corto de peleas
Subir al Fuji
Escribir un libro
Subir al Gorbea
Comprarme una moto
Salir en una exhibición de Capoeira
Aprobar el Noken 2
Casarme y tener toscanicos
Llegar a cuarto dan de Karate
Visitar New York
Correr una maratón
Conocer a Antonio Resines
Ir a Okinawa
Aprender a hacer el mortal hacia atrás
Ir a un concierto de Utada Hikaru
Ponerme un piercing en la ceja
Poner un bar
Aprender a hacer marmitako
Teñirme el pelo de rojo
Comer Fugu
Ir al Camelot estando sereno
Pegarme con uno de Karate Kyokushinkai al KO
Hacer surf
Sacarme el EGA de Euskera
Que me paguen por mis fotos
Aprender a tocar la guitarra
Llegar al 7% de grasa corporal
Abrirme de piernas verticalmente
Abrirme de piernas horizontalmente
Ahorrar un millón de yenes
Hacer 10 dominadas bien hechas
Hacer 20 dominadas bien hechas

Tejemanejes

Desde hace un par de meses si le doy al botón de pause que tengo detrás de la oreja izquierda y me subo a una escalera para mirarme desde ahí resulta que estoy metido en un montón de tejemanejes a la vez. Y eso a parte de la rutina del currelo, Capoeira y Karate que por si solos ya dan para vivir dos vidas y media sin aburrirse.

¡Total!, ¡que aquí va una recpilación de jaleos en los que ando metido a lo todo list! (anda!! he puesto recpilación, jajajaja)

El trabajo
Esto más que un tejemaneje, es el tejemanejón padre con barba. Después de 3 años programando en Java, finalmente vamos a salir a producción en cuestión de semanas. Se verá si lo que empecé en Bilbao los fines de semana, va a ir a algún lado o se va a quedar en nada. Ojalá que salga bien, claro, pero si no es así, tampoco me voy a amargar ni un poco asín.

En todo este tiempo he estado trabajando en algo que me trajo a Japón, que me gusta, aprendiendo algo nuevo cada día, evolucionando a la vez que lo hacía el proyecto introduciendo nuevas tecnologías que aprender, descartando otras. Si con algo me quedo es con esas horas de investigación de APIs que integrar en el proyecto como los chats de Facebook / Yahoo / Messenger, o la que tengo ahora entre manos que mostrará la previsión metereológica en la ciudad del usuario. Supongo que si salimos de una vez a producción lo anunciaré por aquí, pero para que os hagáis una idea se trata de una especie de mezcla entre Facebook, LinkedIn y Plaxo pero a lo Toscano.

Por cierto, me he acostumbrado a currar desde casa, aunque me va a venir una factura de la luz que me voy a quedar chato porque tengo el aire acondicionado puesto todo el día. Pero por otro lado todos los días me cocino algo guay y me estoy convirtiendo en un chef del copón de la baraja, ojo a la pedazo de ensalada que me acabo de zampar no hace ni una hora:

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Aunque a veces se den situaciones como la del Tofu Incident de ayer:

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Por el combini sólo aparezco ya para pagar las facturas, y de paso aprovecho y oteo algún producto nuevo que probar por lo bajini, como el Aquarius Start Day este que sabía a flash de naranja descongelao sin chicha ni limoná:

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Ikusuki
Acabo de acabar, valga la acabandancia, el nuevo diseño que pretendíamos sacar para este verano aunque estamos teniendo algunos problemillas con los que nos las imprimen, seguro que lo solucionamos pronto. Agradecer desde aquí a todos los amigos a los que se lo hemos enseñado que nos han dado su opinión (a los que no contestaron: ¡¡¡sosaínas, así os vuvuzeleen en toa la oreja!!!).

Ahora empieza el lío de elegir prenda, pedir presupuesto, plazos, envasar las prendas, etiquetas… ¡que no nos pase nada!. ¡¡Eso sí, el diseño mola!! ¡¡compradnos muchas!!.

Además ha llegado, por fin, a España un paquete con un montón de regalicos que he comprado aquí para dar con las camisetas. Pero la movida es que lo han retenido en la aduana en Madrid y ahí anda Bea como una titán peleándose con ellos para que lo suban pa Bilbao de una vez…

El libro
Aunque no haya vuelto a hablar de él, lo cierto es que sigo escribiéndolo y acumulando cada vez más material. Me gusta mucho coger historias antiguas del principio y reescribirlas. Recuerdo que antes me daba mucha verguenza contar lo que sentía, por lo que me guardaba mucho para mí. Ahora estoy cogiendo esas mismas historias y añadiéndole el corazón que les faltaba, reemocionándome con cada una, que rara es la que acabo de escribir sin haber soltao unos lagrimones ahí…

El otro diseño
Hay un evento que va a traer a Tokyo a uno de los maestros de Capoeira más famosos del mundo, y me han encargado un diseño para las camisetas oficiales. Ideas no me faltan, ahí ando buscando huecos entre unas cosas y otras para sacarlo adelante. Nos hemos propuesto dibujar una roda con caricaturas de los profesores de aquí y el maestro tocando el berimbau, ¡y el caso es que las caras se parecen bastante!. ¡Ya os lo enseñaré cuando lo acabe!. Aaaa, que buena idea fue la de apuntarme a Capoeira, qué pena no haber encontrado el sitio antes, tan cerquita de casa que está. ¡Gracias Noriko por llevarme!

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El campamento de Karate
Este año dura tres días y a parte de Karate, hay un curso intensivo de nunchakus… no iba a ir porque el presupuesto no lo tengo muy allá, pero esto de los nunchakus promete!. Ahí ando echando números y dándole a la pelota que si que no, que caiga un chaparrón y me pille dentro casa.

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El examen de segundo dan de Karate

Fue el sábado pasado y entre unos y otros no me acabaron de aclarar qué era lo que entraba justo. Tengo un libro en japonés con una pequeña traducción al inglés, pero no cuadran algunas cosas. Así que lo que hice fue irme allí con una cámara de vídeo y grabar el examen de otro, ahora ya tengo clarísimo qué se me va a pedir en septiembre cuando me presente. La pena es que no se me hubiese ocurrido la idea tres meses antes porque podía haber hecho todo perfectamente ahora mismo, katas incluidas. ¡Cagüen!

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Las zurpias
Jajaja, hacía mucho que no usaba esa palabra. Esta es de mi madre y vale para cualquier trasto que haya por ahí tirao. El caso es que ando intentando deshacerme de gaitas que tengo por aquí que no uso para nada. Así a bote early me salen un par de altavoces Roland y un teléfono, todo funciona perfectamente pero a mi no me valen para nada, así que si alguien de Japón los quiere, que lo diga que se lo doy, ahí van un grupico variopinto de pixeles arrejuntaos:

Lo que no son zurpias
Con el cierre de la oficina me traje un montón de material tanto de mi empresa anterior como de la nueva, ya que todo estaba en el mismo lugar. Que si cuatro monitores LCD, dos servidores, la mesa y la silla… buff, si me pongo a enumerar todas las historias que me traje, overfloweo a google y le quito otra raya al iPhone 4. Total, que también ando quitándomelo de encima, pero esto no lo regalo porque vale una pasta. Puse un par de anuncios en la Metrópolis, y han funcionado flipantemente, en una semana vendí dos monitores que me sobraban. Había que verme a mi un domingo postgambitero multiojeril polialientítico por la mañana con un monitor de 21 pulgadas debajo del brazo por esas calles de Tokyo en busca de la chica filipina «de polo blanco y negro a rayas» que me lo compró…

Todavía me quedan dos servidores que son bastante buenos, pero unos mamotretos importantes que ocupan bastante. Los vendo por ¥45.000 cada uno, y el caso es que la chica filipina dice que igual me compra uno para su hijo. Son servidores, que yo había pensado sólo en empresas y similares, ¡no se me había ocurrido que como ordenadores de sobremesa pueden ser la caña!. Este domingo se viene a casa a verlo, a ver si lo pilla, tiene su gracia que un servidor con RAID lo vaya a usar un chaval para hacer words, ¡juas!

Si alguien en los Tokyos está interesado, aquí están las características. De momento me los anda vigilando el cherif pa que no se me vayan detrás de alguna iPad con minifalda:

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La incertidumbre
Aunque desde que he llegado a Tokyo todo ha sido prácticamente una incertidumbre continua, ahora es cuando me toca intentar de una vez por todas que deje de serlo. Me explico: me encanta mi trabajo, pero es una startup registrada en Irlanda, con lo que el sueldo es escaso, y ahora más por el cambio Euro – Yen, y no me pueden tramitar el visado. Lo primero depende del éxito o fracaso de nuestra salida a producción y para lo segundo hay diversas alternativas más oscuras que la titularidad de Fernando Torres estando el león Llorente (ojo al chiste futbolístico que no se volverá a repetir en toda la eternidad!, ojo no te lo pierdas!).
La solución directa sería buscar trabajo en una empresa japonesa, no creo que lo tuviese demasiado difícil pero me da pena infinita abandonar este proyecto del que soy parte tanto como mi jefe porque prácticamente lo diseñamos a medias.

Una vez solucionados ambos, mi vida se normalizaría (si semejante palabra se me puede aplicar, que a veces pienso que soy un disparate con patillas). Con dinero y un visado en condiciones tendría la estabilidad suficiente como para planear visitas a Bilbao, o Extremadura, o dondequiera que estén mis padres en ese momento, plantearme vacaciones por Asia con el tío Flapy, visitar Japón más allá de Kyoto…

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Así que ya veis en qué montón de chanchullos ando metido, y los que tengo ahí en cola: sacarme el noken 2, subir al Fuji, ir a Miyajima a correr detrás de los ciervos, pasear por Okinawa e intentar dar con el dojo donde dio clases mi profe Hirokazu Kanazawa a Elvis Presley, comprarme una Nikon D90, sacarme una foto con la bici en todas y cada una de las estaciones de la Yamanote, hacer un corto a lo malviviendo con el zordor y el lorco por Tokyo, conocer a una moza limpia y con maneras que no meta los pies padentro al andar, aprender a usar el Final Cut Pro, matar a la actriz que hace de Sookie que da por saco de noche y de día, sacarme una foto con Jackie Chan, crear un grupo de señoras en Facebook que no exista, japonear con las de japoneando, comerme treinta y siete gyozas del tirón, pegar a un agente inmobiliario, comprarme una moto…

buff!!!!

Buenoooo, que como más o menos dijo uno que vino mucho un poco y luego ya no volvió:

¿y de mientras?
¡Pues viviendo!
:gustico: :gustico: :gustico:

Cupmen

Ayer fuí a casa de Michiko porque me habían invitado al cumpleaños de su hija. El caso es que el sábado me recorrí un montón de tiendas y no encontré nada para regalarle, así que ayer madrugué un poquito y estuve de tiendas otra vez desde por la mañana.

Le acabé comprando algo que le va a venir bien para su trabajo, bueno, eso espero, pero resulta que en la misma tienda vendían unos muñecotes que me hicieron mucha gracia…

¡¡ Los cupmen !!

Los noodles instantáneos siempre te vienen con las instrucciones donde te cuentan los minutos que tienes que dejarlos tapados con el agua hirviendo antes de zampártelos. No suelen ser más de dos o tres minutos, pero como tienes que levantar la tapa para echar el agua, luego siempre se suele poner algo encima para que se pare quieta y no se levante con el vaporcillo. Yo siempre planto una caja de un CD… pero está claro que quedan mucho mejor los cupmens!!

Cambiando la pantalla del iPhone

Y yo que pensaba que el iPhone estaba hecho a prueba de bombas… se me ha caído cuarenta veces y nunca le ha pasado nada, a parte de rasguños, hasta una vez se me cayó de la bici y toda la pesca, pegó cuatro botes y todo, pero seguía funcionando… hasta hace un par de sábados cuando de repente la pantalla se puso blanca y ahí se quedó. El móvil parecía estar bien, sólo era la pantalla la que no fonaba porque yo seguía recibiendo llamadas y mensajes y así.

Lo resetee, lo restauré, lo llevé a la tienda de Apple donde me pedían 22.000 yenes por arreglarlo, lo llevé a la tienda de Softbank donde me decían que no me cambiaban la tarjeta SIM por una normal para usar con otro teléfono, que tenía que hacer un nuevo contrato… hasta que Rober y Guille me dijeron que no era tan raro eso de cambiarle la pantalla por tu cuenta, que había una web por ahí donde podías pedir los componentes y te decían cómo hacerlo. Pues de perdidos al river, pedí la pantalla, la cambié y funciona!!

Ahí va el vídeo de lo que hice:

Cambiándole la pantalla al iPhone 3G from ikusuki on Vimeo.

Hay un conector que me cargué antes de hacer el vídeo anterior cuando intenté abrirlo por mi cuenta sin seguir ninguna guía por ahí. Es el conector número 3, que tiene truco: se abre levantando una pequeña pestaña que hay, que yo no lo sabía y lo arranqué de cuajo. Ese conector es el del altavoz del teléfono y dos sensores: el de proximidad y el de luz. Resultado: no oigo la voz del que me llama por ahí, aunque he descubierto que si lo pongo en manos libres al mínimo de volumen es prácticamente lo mismo, la pantalla siempre tiene el máximo de brillo y no se apaga cuando la tengo cerca de la oreja. Tres chorradas con las que puedo vivir perfectamente hasta Agosto que se me acaba el contrato con Softbank y echaremos el ojo al nuevo modelo. Además si tenemos en cuenta que yo el teléfono lo uso aproximadamente un 5% para hablar, me ha salido redonda la jugada.

Así que si se os chusta la pantalla, no tengáis miedo en cambiarla por vuestra cuenta porque es una chorrada, lo único que hay que tener cuidado con el conector este que os digo, porque el resto es una tontería como un piano: quitar tornillos, desconectar cables, poner tornillos, conectar cables, y fuera!

Atiende McGyver!

Milseisversario

Tres años y pico viviendo sólo en un recoveco de Tokyo. No siempre, a veces, las menos, acompañado por temporadas.

He sido salaryman, ciclista, fotógrafo, amigo, escritor, feliz a deshoras, karateka, pobre, bailarín, actor, miserable a destiempo, capoeirista… profesor de nadie, experto de nada, estudiante de todo.

He hecho amigos y enemigos. Han aparecido amigos de la infancia que han sabido donde estoy y de repente eran el doble de amigos por una semana, y luego desaparecen de nuevo para siempre. Hay enemigos, no míos sino yo de ellos, que ni me conocen y ni falta que les hace para ejercer de tales, por lo visto.

A otros parece ser que les he defraudado, supongo que esperaban algo de mí que no pude dar y me han tachado de su lista, así, sin avisar. Total, es más fácil ejercer de defraudado que de defraudador, o a mi me sería más fácil. Ya no te ajunto, y a por otro que la vida son dos días y un atardecer como para andar pensando en sentimientos ajenos.

Vamos, que no me faltan esas otras historias que contar: historias de malas personas, de amores de mentira que acabaron en desastres de forma y sin contenido, de traiciones ingratas a rabiar, de envidias por la espalda y falsedad por la frente, de promesas de sopicaldo y aguachirle de esas de regalar los oídos primero para hacer oídos sordos después. Cuentos e historias para no dormir que no entienden de sexos, nacionalidades, culturas ni estaturas. Malas vivencias a desvivir a base de amontonar buenas nuevas encima.

Pero esas, ¡ay amigos!, esas me las guardo para mí.

Ojo, me las guardo poco tiempo, que si algo he aprendido después de tres años mirándome el ombligo, más que nada porque no había otro al que mirar, es a no malgastar mi tiempo con naderías. Aunque de vez en cuando haya que hacer hueco con un ¡allá cuidaos!, que ya iba tocando, para seguir con mi tejemaneje, que hay que ver lo que son las cosas, que yo lo que quería era contar que hace 6 entradas que pasé de las 1000, y mira que pataleta me ha salido…

Pues eso, 1006 historias contadas, y casi ninguna de las malas.

Hay que ver.

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Cerrado por hastío

Ayer fue la despedida de la empresa, una cena agridulce en la que nos juntamos apenas cinco personas para dar la puntilla, a base de cervezas y vino tinto, a lo que se veía venir desde lejos y sin embargo no vimos.

Tres de los que estábamos allí también estuvimos en el mismo sitio hace un año, pero acompañados por cuatro veces más compañeros. Tres pares de ojos que hemos sido testigos, jueces y parte de infinidad de situaciones que merecieron la pena compartiendo oficina y corazón con múltiples nacionalidades, costumbres, razas… personas.

Porque si algo ha sido ésta empresa desde que la conozco, hace ya nueve años, es una maravillosa arca de Noé donde irlandeses, koreanos, indios, ingleses, nepalíes, canadienses, alemanes, americanos, chinos y un par de españoles, que recuerde, jugamos a ser salary mans con nuestras conversaciones en inglés de acentos exóticos y nuestro japonés de libro de academia.

También había japoneses, muchos, nunca fueron mayoría pero si la columna vertebral de la oficina haciéndose cargo del teléfono, de las reuniones de trabajo, teniendo infinita paciencia con nuestras costumbres y maneras, tan distintas a las suyas que a veces resultaban ofensivas aún sin pretenderlo. Compañeros obstinados, tozudos y trabajadores hasta, a veces, rozar la sinrazón. Gente de aquí que eligió abrir la puerta todos los días de la torre de Babel y compartir mesa con sus obentos, pero siempre con el mismo entrante: una ensalada de idiomas y costumbres enriquecedoras hasta el extremo.

Ahora desde mi habitación, basta levantar la vista y mirar un poco alrededor para sentir a muchos como pieza muy importante de mi vida: la foto del día que nos fuimos de camping a Kamakura, el grabado de la que fue mi novia por un tiempo felicitándome por mi cinturón marrón, los libros de japonés que compré con Akira, los utensilios de la ceremonia del té con los que, hasta hace nada, iba con Michiko cada martes…

Mil y un recuerdos que se deben seguir recordando, amistades que cuidar, amores que olvidar.

Todo se acabó. Como una película en el cine, como un libro. Ya ha pasado, ya está. No se volverá atrás. Así debe ser.

El día veinte de este mes los dos empleados que quedan dirán adios oficialmente a sus ordenadores, y Michiko y yo seguiremos yendo quizás un mes más. Ella para ultimar los detalles del cierre, yo para tratar de seguir avanzando en mi proyecto, aferrándome a la rutina de ir en bici y cumplir mis horas de trabajo que tanto me conviene. Después, en abril, se acabó lo que se daba. Pasaré por Gotanda de pasada, de visita, a recordar tiempos que ya están maduros y serán viejos pronto.

Todo se acaba. Así son la cosas. No dejo de repetírmelo y sin embargo no me lo creo todavía.

Ayer tuve oportunidad, después de muchos meses, de hablar con mi antiguo jefe cara a cara, de decirnos las cosas de frente con la sinceridad implícita al hecho de compartir cervezas en un bar pasada la medianoche. Nos dijimos mucho, sacamos la basura y aireamos el interior. Teníamos mucho que decirnos y fue bueno hacerlo, porque las circunstancias han cambiado y las prioridades se redefinen, y yo no quería que siguiese deteriorándose la amistad que hice con la persona que me trajo a Japón y me ayudó tanto los primeros meses.

Tanto bien nos hizo que acabamos bromeando sobre espinas clavadas desde hace tiempo, temas tabú de los que nunca habíamos vuelto a querer acordarnos pero que estaban presentes cada vez que nos cruzábamos por el pasillo. Y aún con resaca, me siento feliz de haber cuadrado las cuentas.

Tengo mucho que hacer antes y después de que devuelva las llaves, esto no va a dejarme viéndolas venir, pero me costará asimilarlo porque, a pesar de todos los problemas, de los agobios, de todo lo que pasó que no debería haber pasado, trabajar para ésta empresa ha sido, sin ninguna duda, de las mejores cosas que tengo apuntadas en el libro de la vida.

Descansa en paz, que te lo has ganado después de quince años peleando.

おつかれさまでした

La IkuGripe A

¡¡ Muchas gracias por los ánimos !!
:gustico:

Vaya seis días que he pasado más salaos por culpa de la influenza ésta de los huevos. Y que me vengan diciendo que si es más suave que la gripe normal, que si no es para tanto, ¡¡ pues yo las he pasao canutas !!, que no es para tanto… hombre, morir no me he muerto pero que es mucho más fuerte que la normal está fuera de toda duda, ¡¡copón!! ¿40 de fiebre? ¡eso sólo pasa en House!

Todo empezó el sábado por la tarde, que me empecé a sentir graciosillo y cuando llegué a casa resulta que tenía un huevo de fiebre. Me metí a la cama pronto, para ver si se me pasaba y al día siguiente podía ir al último entrenamiento del frío, pero nada, menuda nochecita pasé…

El domingo parecido: todo el día con mucha fiebre y mucha sed y medio mareao todo el día, así que el lunes como la cosa iba a peor pues fuí al médico de aquí al lado. El buen hombre sacó un bastoncillo de esos de las orejas pero en largo y delgao, y me lo ensartó en la nariz hasta tomar muestras de casi el cerebelo, después, como ya sabéis, lo metió en un invento que dijo que tenía la gripaca esa, y me estuvo explicando cómo se tomaba la medicina. Resulta que el asunto viene en una especie de pistola de plástico que se carga con unos discos con cuatro dosis de zurpia, y que tu giras eso, lo cargas y aspiras un par de dosis a todo meter.

El médico después de contarme que había viajado en el Talgo cuando fue a España hace más años que Carracuca IV, me insistió en que me reclutase en casa y que no saliese en una semana para no contagiar a nadie, que llamase a la oficina inmediatamente y que si tenía que salir para algo, que me pusiese máscara (no le contéis lo del McDonalds de esta tarde, aunque, ojo, que la máscara sólo me la he quitao para comer)

A partir de ahí, pues más de lo mismo: fiebre y más fiebre, tos y más tos, y mucha sed… todo el rato muuucha sed. Pero lo peor no es estar empanao todo el día, ni las tiritonas, ni el dolor de cabeza… lo peor es no poder hacer mis cosas, jodé, se me ha caido la casa encima, llevo una semana que me subo por las paredes. Esto de no poder entrenar, ni andar en bici, ni siquiera salir a correr un rato me está consumiendo por dentro y eso se tiene que notar en la cara besugo en oferta que tengo por fuera. Y me he dado cuenta que esto mismo me estaba pasando en Navidad, que había vacaciones de todo… ¡¡yo lo que quiero es hacer mis historias, que sean días normales!!. Jodé, con la de veces que estaba yo deseando ponerme malo cuando iba a la escuela…

Total, que mañana voy a la oficina, no es que esté curao del todo pero ya no tengo fiebre, y tampoco voy a hacer la jornada completa, pero me he enterado que igual es de los últimos días que puedo ir ahí porque parece que van a cerrar, así que a cotillear el asunto que me voy. Entrenar no entrenaré todavía, me reservaré para el lunes que viene porque tengo una tos bastante viejuna, pero por lo menos retomo mi vida un poco….

¡Os juro que me tengo que tirar otra semana como ésta, y me acabo tirando por la ventana!

:viejuno:

He pillao la influenza esa

Así que estaba yo el sábado por la noche con cuarenta de fiebre… mira que me dió rabia no haber podido ir al tercer día del entrenamiento, pero es que he llegado a un punto en que me levanto y me mareo. Así que hoy por fin me he decidido ir al hospital, y el médico me ha metido un palo por la nariz que me ha dejado temblando, ha echao eso en un chisme parecido a un predictor y ha salido una raya en la gripe A.

Total: una semana de reposo, una medicina que parece una pistola de rayos, y un servidor que se va a ver todas las series del mundo agonizando en el futón.

Seguiremos informando, que tengo la cabeza como un taiko ya…


Gatostiable Revenge! by Cosarara

El vídeo para Bitácoras

Zordor me acaba de mandar un mensaje al móvil con lo de los premios Bitácoras, que el ikublog no ha ganao más que amigos, lo que no es poco. Ni me decepciona, ni me deja de decepcionar, de hecho todavía me parece mentira que hayamos estado entre los tres finalistas, así que me quedo como un señor.
En Bitácoras me dijeron que grabase un vídeo de agradecimiento de unos 30 segundos por si acaso ganaba para que lo proyectasen allí, como no lo han puesto, pues aquí lo planto yo y de paso os doy las gracias una vez más:

Ahora sólo queda ir buscando día para quedar con los paisanos de aquí de Tokyo y hacer el vídeo con el disfraz, que lo ikuprometido es videodeuda!

¡Gracias a todos!

:gustico: :vainas: :ungusto:

Kawasaki Halloween

Esto que suena a modelo de moto exclusivo de la muerte, es ni más ni menos que donde estuve el sábado por la mañana. Kawasaki está entre Tokyo y Yokohama, y resulta que yo lo tengo relativamente cerca de casa y eso que pensaba que quedaba a tomar por cleta. Y me enteré que había un desfile de Halloween famosico, así que para allí que tiré con mi salero moreno.

El caso es que di más vueltas que el powerpoint de las hijas de Zapaticos, y allí no se veían ni disfraces ni leches desnatadas. Yo, que tengo un sentido arácnido diseñado específicamente para perderme en un súpermercado, empecé a andar para donde parecía que estaba el jaleo hasta que una hora más tarde encontré el desfile en la dirección contraria. Bueno, el final del desfile.

Total, tampoco me había perdido mucho porque aunque ya se había acabado, allí había más gente que en el Gauntlet, ni andar se podía, ¡madre del amor hermoso qué agobio más horroroso!. Pero al de un ratico la gente se empezó a ir y allí se quedaron algunos de los disfrazaos que me ponían unas poses más majas que ni sé!

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Este japonés iba disfrazado de extranjero que iba disfrazado de Gachapin, súper lograo el disfraz!!

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¡Gracias señores de Kawasaki
por disfrazaros
y dejarme afotaros!
:ungusto:

El ikupodcast

Esto me llevaba rondando por la cabeza bastante tiempo, y la verdad es que todavía no tengo claro si seguir adelante con ello o no, así que aquí lo cuento para ver qué me decís sobre el tema.

La idea feliciana que se me ha ocurrido es hacer un podcast leyendo algunas de las historias escritas en el blog. Últimamente he empezado a releerlo desde el principio para empezar a escoger lo que va a ir en el libro, y la verdad es que me han gustado muchas que son muy antiguas.

Así que mira, ya tengo dos razones para hacer esto: una para que no caigan en el olvido dándoles un nuevo enfoque, y la otra para poder grabar un CD de vez en cuando que enviarles a mis padres y así de paso me escuchan y se enteran de algo de lo que hago yo aquí, que sin internet la verdad es que no saben de mí más que lo poco que hablamos por teléfono.

Tengo que enterarme cómo se hace para poder suscribirse desde iTunes y todo el tinglao, pero de mientras aquí va la historia más reciente a modo de prueba para que me digáis si esto mola, o es una chorrada como un piano que no tiene ningún interés:

En caso de seguir, iríamos a una por semana, y como en el libro, puede que haya alguna inédita que sólo salga por ahí… :secretico:

¡Sed sinceros!

Y eso de Japón… (conclusión)

Esta es la conclusión de la historia de cómo llegué a vivir en Japan sin pan. Lo suyo es leerse primero las otras tres partes:

Y eso de Japón…
Y eso de Japón… (II)
Y eso de Japón… (III)

Hasta este punto podríamos resumir esto de Japón en:

– Me dieron una beca del Gobierno Vasco para ir a Tokyo seis meses en el año 2001
– Bea se vino conmigo con visado de turista, y al de un mes ya estaba trabajando con visado de un año
– La beca se acabó y volvimos a Bilbao con un proyecto de la empresa de Beatriz que hicimos a medias a lo freelance moderno guay
– Después de pasar por dos trabajos basura, acabé con un curro decente en el que estuve una temporada larga olvidándome de volver a Japón

Contaba justo al final de la última parte que después de muchos años Bea y yo dejamos de estar juntos. Lo cierto es que fueron momentos muy duros y los detalles son exclusivamente nuestros, pero sí que contaré que después de aquello la brújula ya no sabía para donde mirar. Sí que pensé que quizás me vendría bien un cambio de aires y empecé a escribir emails aquí y allí. Así retomé contacto con el presidente de la empresa donde Beatriz trabajó en Tokyo, un Irlandés con el que había coincidido algunas veces porque siempre nos invitaban a los dos a las cenas de trabajo.

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Yo siempre había tenido muy buena imagen de esa empresa, un sitio donde trabajaba gente de muchas nacionalidades y que habían acogido tan fácil a Beatriz a pesar de saber que sólo iba a estar seis meses, tramitándole el visado y toda la pesca, así que digamos que me caían bien. Además hice trabajos temporales para ellos como traducirles la página web a castellano, así que sabía bastante bien qué era lo que hacían y cómo parecía que lo hacían.

Total, que le escribí preguntándole si tenía algo para mi, y resulta que estaba empezando con un nuevo proyecto que hablaba de crear una red social al estilo de Facebook pero con una perspectiva bastante diferente. La cosa pintaba bien, y después de hacerme llegar, firmar y reenviar un documento de confidencialidad, me pasó la documentación. Allí nos empezamos a emocionar, yo añadí nuevas ideas y empecé con un pequeño prototipo probando distintas configuraciones y tecnologías, tuvimos conferencias por Skype… sonaba serio y hasta habían empezado a tramitar los papeles para crear una nueva empresa.

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Pasé un par de meses currando por las noches y los fines de semana mientras el mundo a mi alrededor se había ya desmoronado del todo, así que se me ocurrió que un cambio radical me ayudaría, al menos, a ver las cosas de otra manera. Desde Japón me decían que dejase el trabajo y empezase el proyecto nuevo desde casa, pero no era precisamente lo que yo quería, así que les dije que quería volver a Tokyo, al menos, una temporada.

Pero claro las empresas eran distintas, aunque el dueño era el mismo, y una estaba fundada en Japón mientras que la otra en América, así que si quería tener visado y vivir aquí no quedaba más remedio que trabajar en la de Tokyo, que era la misma en la que trabajó Beatriz, y el presidente de ésa empresa era otra persona distinta que no tenía porqué estar de acuerdo con todo esto…

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Total, traduje mi CV y me encontré de repente escapándome de la oficina y yendo al coche porque un señor de madre japonesa y padre americano me iba a llamar para hacerme entrevistas de trabajo en un perfecto inglés del que no entendía de la misa a la half.

Así pasaron un par de semanas hasta que me dijeron que me cogían, que dejase el trabajo, comprase el billete de avión y me mudase a Tokyo. Que me contrataban en la empresa japonesa a media jornada tramitándome el visado, y la otra parte del tiempo lo dedicaría al proyecto de la empresa americana aún estando físicamente siempre en la misma oficina.

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Mira por donde, 5 años después me encontré en el mismo lugar al que había acompañado a Bea a hacer su entrevista, pero ésta vez era yo el empleado.

A partir de ahí ya sólo quedaba tirar para adelante con esta nueva vida de salary man dos semanas al mes y programador el resto, con dos sueldos distintos, un inglés que desoxidar, un japonés que aprender y un español que no olvidar.

Así estuve año y medio hasta que finalmente pasé a trabajar sólo para la empresa americana aún viniendo a la misma oficina, y aquí seguimos hasta hoy mismo. Si alguien está interesado en qué paso desde entonces, por aquí se puede empezar. Sobre qué pasará a partir de ahora… eso no sabría decir.

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El último empujón

No queda nada, la semana que viene los señores de Bitácoras tendrán a bien anunciar los blogs ganadores de éste año. El ikublog resulta que aparece en varias categorías, pero en la que mejor situado está es en la del blog personal. El caso es que después de ir en cabeza todas las clasificaciones parciales, ya había liado a un montón de gente para hacer el vídeo vestido del gatostiable comiendo Wasabi cantando «Desde Santurce a Bilbao«, y teníamos hasta el plan hecho: nos íbamos a Shibuya con más de una cámara, con una me grababan a mi haciendo el asunto y con la otra grababan la reacción de la gente. Ese vídeo iba a ser épico, habría un antes y un después en mi vida…

¡¡¡ Como que estoy por hacerlo de todas formas !!!
:pirao:

Hombre, si ganase lo haría con más gustico, pero total, el ikublog no ha ganado nada nunca y tan felices que andamos. Así que si os pega el quarter of hour, me vendrían bien unos últimos votos, pero vamos que el vídeo ¡lo tenéis fijo!. La que nos vamos a reír haciéndolo el Guille, la Nere, el Rodri y todo el que se apunte va a ser parda.

Votar en los Premios Bitacoras.com
Mejor Blog Personal
:ikugracias:

¿Y eso de Japón…? (II)

Últimamente estoy arreglao con todos los jaleos en los que me meten o me meto, o qué sé yo. Está claro que, bueno, que cada uno es como es, pero me parece que es más importante saber cómo no se es y cómo no se quiere ser.

Yo creo que lo intuyo, más o menos, así que seguiré haciendo lo que yo pienso que está bien aunque de vez en cuando alguien se «quede patrás» que dirían los Celtas Cortos. No se puede caer bien a todo el mundo, ni siquiera pretenderlo y siempre habrá cosas que haga, que escriba o que diga que le sentarán mal a alguien.

Como la solución no creo que sea dejar de hacer, de escribir o de decir, aquí sigo con lo mío, capeando el temporal y tirando por donde no está sembrao, no vayamos a liarla todavía más.

Con esto dicho, que ya iba tocando, vayamos con la segunda parte de la historia de…

¡ Cómo acabé yo en los Tokyos con mi amigo el pastababas y su buen yantar !

Lo habíamos dejado en que Bea y yo aterrizamos en Nakano sin saber ni papa de japonés y que nos había tocado un piso donde tenía pintas de haber cucarachas como el gato Paco de grandes. No tuvimos el placer de ver ninguna, pero tampoco nos quedamos mucho a esperarlas. Cuando aquél día al abrir la persiana apareció un sapo en el mini jardincico que parecía el elefante Manuel, ya hubo consenso en la decisión de huir de allí echando ostias a dos manos.

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Justo enfrente de mi oficina había una agencia inmobiliaria que nos llamaba la atención por el muñecote de la entrada. Así que entramos con nuestro gran conocimiento de la lengua japonesa a ver qué tenían. Total, que llamaron a un indio de la India que hablaba inglés y que se llamaba Khan Feroz. Era un pedazo moreno, alto y fuerte que hablaba un inglés muy raro pero que nos ayudó tanto que nos hicimos amigos y hasta un día fuimos a cenar a su casa con su mujer y su hija, anda que tuvo que aguantar pocas bromas por su apellido, pobre!!

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Duramos en el primer piso entre mes y medio y dos meses, y nos cambiamos a uno cincuenta mil veces mejor, más grande y… más caro. En Vitoria decían que era muy caro y que ellos no me lo pagaban entero, pero llegamos a un acuerdo poniendo algo de nuestro bolsillo y por fin empezamos a vivir en un sitio decente. Nótese que la beca era de seis meses, y ya llevábamos casi la mitad en sólo empezar a establecernos…

Total, que pasamos de esto:

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A esto:

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Antes de la ikumudanza, Bea hizo sus tres entrevistas llegando a los sitios como buenamente pudo. Yo como iba andando a la oficina, no sabía casi ni sacar billete, pero ella espabiló cosa fina y ya se sabía un montón de líneas de Tokyo. Una de las entrevistas las hizo en la empresa en la que yo estoy ahora mismo aquí sentado. Ese día nevaba y yo le acompañé, pero me quedé fuera esperando. Hacía un frío que pelaba, madre del amor hermoso, y ella que no salía. Cuando ya llevaba una hora que yo no sabía donde meterme, me dió por ir a la máquina de bebidas y comprarme latas de café calientes que me iba metiendo en los bolsillos para calentarme. Llegué a juntar cuatro latas de las que no me bebí ninguna.

Ella al final les contó que yo estaba fuera y dejaron entrar al carambanito Toscano que se había quedao pegao a cuatro latas de café y que tenía los labios el doble que Carlos Baute despues de un paquete pipas con sal.

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Allí no había ni un japonés, y aunque no entendí ni jota de lo que me hablaban en inglés, me parecieron gente maja. Bea fue totalmente sincera y ellos sabiendo que sólo ibamos a estar en Tokyo seis meses la cogieron y hasta le pusieron clases de japonés por las mañanas.

Sin ninguna duda, ella estaba viviendo mucho más lo que es el día a día de Tokyo. Yo vivía a cinco minutos de la oficina, me levantaba a las tantas, iba y venía andando, comía en casa, me echaba la siesta… todo hasta que ella volvía y me contaba lo que había visto: que si el tren petao, que si Shinjuku, que si no se qué… y encima la tía ya empezaba a leer hiragana y katakana dejándome a la altura del betún!

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Ejerciciorilmente hablando yo iba a correr algunas veces por la noche, pero poco más. Hasta que un día nos pusimos a mirar anuncios y vimos un Sayonara Sale de estos en el que un tal Tsuneo vendía una nevera y muchas otras cosas. Quedamos con él una tarde, fuimos a su casa y nos dijo que echásemos un ojo a lo que tenía por si nos interesaba algo más. En esas que vi un corcho con fotos de él haciendo Karate y me dije ¡esta es la mía!. Allí le estuve interrogando sobre dónde y como en mi inglés de Zalla, y al lunes siguiente ya estaba yo pegando pataditas con mi cinturón blanco y un kimono que parecía de papel de fumar de lo cutre que era.

Y así iba el asunto: Bea mucho más integrada que yo que me limitaba a lo mío y a buscar excursiones para hacer los fines de semana. Ella hacía deberes de japonés, me contaba sus días de la oficina y me daba envidia leyéndome los carteles. Los míos eran un poco siempre lo mismo, aunque había días en que lo pasaba mal porque Take me metía una presión ahí medio chantaje sentimental del copón y me tenía que quedar hasta tarde, pero esto pasó muy poco. Hasta tal punto no tenía ni idea de japonés que cuando entraba en una tienda y me gritaban el «irassaimasseeee» yo contestaba «irassaimasse» también pensando que en vez de «bienvenidos» me decían «buenos días». Así me miraban como me miraban…

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Entre excursiones primero por Tokyo y luego un poco más lejos como Nikko o Hakone, fueron pasando los meses hasta que yo me puse enfermo. Empecé tosiendo y con fiebre y el médico decía que era infección de garganta. Aquello iba cada vez a peor, mucha más fiebre en pleno verano Tokyota que me tenían sudando pero tiritando de frío, y después empezaron los vómitos que eran como muy violentos y venían de repente. Dice Bea que deliraba y decía tonterías (más)… Como aquello no iba a mejor, fuimos al hospital y me pusieron suero. Yo todo mareado le decía a la enfermera que era la primera vez que me ponían y ella que no entendía castellano, obviamente, me decía «hai hai» y me acariciaba el pelo, vamos que viendo que me daba la razón como a los locos pensaba que me iba a morir en 0.2 sino estaba muerto ya porque recuerdo que había un japonés que me hablaba en italiano y que se parecía a San Pedro.

Cuando finalmente me salieron granitos, el médico dijo que tenía sarampión (mira que listo el tío) y ya me dieron la medicación adecuada. Aquella fue la vez que peor lo he pasado estando enfermo en mi vida, y seguro que Bea también lo llevó mal que la pobre no podía poner el aire acondicionado en pleno agosto…

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El día que nos tocó coger el avión de vuelta yo estaba como en un sueño todavía y pensaba que aterrizaría en Bilbao para decir hola y volver al de un mes a seguir con esa vida tan pintoresca que no había ni siquiera empezado a vivir.

Pero la cosa fué muy distinta. Aquél otoño del 2001 volvimos a Bilbao para quedarnos.

Continuará…