Veamos: nos hemos ido por las bandas a la lonja de pescado de Tsukiji, después a un parque japonés y luego en barco a Odaiba. También hemos visitado dos templos majestuosos, uno más íntimo, más auténtico y otro comercializado hasta las trancas y, por ello, con muchísima animación y mejor ambiente, por no hablar de la Sky Tree y sus alrededores. Más tarde salimos de Tokyo por un día para olvidarnos de tantos rascacielos y ver mar y montañas, aunque al final nos volvimos a Yokohama a acabar la velada desde las alturas. Ya en Tokyo de nuevo, nos recorrimos el entorno de la Tokyo Tower, subimos a la azotea del rascacielos más alto de la ciudad y nos fuimos de tiendas y escaparates humanos por Shibuya.
El día de hoy lo pasaremos también por Tokyo, concretamente:
Harajuku, Meiji Jingu, Yoyogi y Shinjuku
Tosca Style !!
Si no calculo mal, al ser el quinto día ya tenemos que estar cerca del fin de semana. Si no es el caso, cambiad esta excursión hasta que cuadre con un sábado o un domingo, porque la cosa cambia mucho, muchachucho.
Hace años que ya no se ven picopalables por Harajuku como antes, por lo visto se han ido cambiando de lugar y los que ahora hacen cosplay (vestirse de jerifaltes y/u/o falleras mayores) se juntan en Odaiba para sacarse fotos sin tanto turista tocándoles los pelendengues. Pero aún así, darse una vuelta por Harajuku siempre merece la pena porque todavía hay tiendas con ropa de esa que nunca te gustaría ver en el armario de tu hijo. Si nos bajamos en la estación de mismo nombre de la linea Yamanoterrr, lo suyo es coger la salida Takeshita-dori y recorrerse esa calle de lado a lado no perdiendo detalle ni a la gente, ni a las tiendas.
Al otro lado de esta calle peatonal llegaréis a una gran avenida, si giráis a la derecha y andáis un poquito, os encontraréis con la calle Omotesando por la que volveremos hasta la estación. En esta amplia avenida hay un montón de tiendas de lujo que probablemente os la soplen tanto como a mi, un centro comercial curiosillo y una tienda de Nike de tres pisos con ediciones limitadas para Tokyo.
Vosotros patearos la calle hacia arriba y volved a la estación, cruzad el puente que queda a la izquierda y enseguida veréis una puerta Torii de madera entre árboles, pasad por debajo y tirad por ahí, que nos vamos a uno de los templos más emblemáticos de Tokyo: el Meiji Jingu.
Uno se olvida que está en Tokyo aquí dentro porque en realidad es una especie de bosque lleno de árboles en medio del cual han plantado un templo. O supongo que será al revés, que todo era así hasta que alguien empezó a talarlos para meter cemento y levantar rascacielos.
Total: vosotros pasead por allí tranquilamente y no dudéis en pasar algo de tiempo en la entrada del templo porque probablemente os encontréis con alguna boda de las muchas que se celebran si me habéis hecho caso al consejo de venir en fin de semana.
Cuando nos cansemos, nos volvemos hacia el puente de al lado de la estación, pero ésta vez vamos a hacer algo curioso: nos vamos a los puestos de comida que veréis allí mismo y nos pedimos movidas para llevar: salchichas de esas enormes, yakisoba y algunas latas de cerveza. Que os lo metan en alguna bolsa, que nos vamos a dar una vuelta al parque de Yoyogi. Si además coincide con que florezcan un poco los cerezos, que creo que va a ser el caso, entonces yo ya me olvidaría de hacer más planes que sentarse allí debajo de uno a disfrutar del ambientazo que se respira con la excusa de ver cuatro flores. En serio que es todo un acontecimiento sentarse a comer y beber junto a miles de personas que hacen lo mismo… ¡es una experiencia acojonante! seguro que no faltará quien se junte a vosotros y os den comida o quieran sacarse fotos o hablar un poco de inglés. Los japoneses, por mucho que se empeñen cuatro gilipollas que no saben de lo que hablan, son de todo menos fríos: amables y juerguistas a rabiar.
Si por lo que sea todavía no hay cerezos floriders, es igual, porque en este parque los fines de semana se puede ver absolutamente de todo. Es el lugar donde vienen a practicar los que hacen cualquier actividad: obras de teatro, coreografías de baile, tocar algún instrumento estilo tambores japoneses, violines, guitarras, flautas… yo una vez vi a un tio que hacía virguerías con botellas de bebidas estilo Tom Cruise en Cocktail, y otra vez una clase de aikido con sus ropas tradicionales y todo. Pasead por allí, sentaos en la hierba a comer lo que hayáis comprado y no dudéis en sacar fotos a la gente, seguro que hasta posarán para vosotros. Una vuelta por Yoyogi un fin de semana a mi me da la vida, más si encima andan los elvises viejunos por allí.
Por la tardenocherrr, yo había pensado que nos fuésemos a Shinjuku porque todavía no nos hemos dignado a presentarnos por allí. Se va fácil: nos montamos en la Yamanote desde Harajuku y estaremos allí en un par de paradas. Es algo así como un Shibuya a lo bestia: millones de tiendas, restaurantes, neones… y personas, madre de Dios la de gente que puede haber allí en cualquier momento. Hay dos partes: los enormes rascacielos en plan zona financiera y la parte gambitera con el barrio rojo.
Yo pasaría de los primeros, donde poco más hay que ver si no se pretende subir a ningún mirador (ya vale de miradores, ¿no!?!?), y me iría presto a la segunda: salida Kabukicho de la estación.
Allí veremos el estudio Alta, que es como el Hachiko de Shibuya pero en Shinjuku: donde queda todo kiske. Pues bien si nos metemos por cualquiera de las calles en ese sentido, ya estaremos por kabukicho. Eso de noche es una zarzuela: jaleo, luces, gente voceando que te metas en su tienda a comprarles lo que sea, pilindinguis que hacen como que no lo son… madre del amor hermoso la que me tienen liada allí.
Mola ver la cara nocturna de la ciudad y no se me ocurre mejor sitio para ello. No dudéis en meteros en algún restaurante: de nuevo recomiendo algún izakaya para cenar porque son los lugares más versátiles donde comer de todo en un ambiente chulo.
Y después yo creo que la experiencia de meterse en un karaoke es algo que hay que vivir más pronto que tarde. No son karaokes de esos chanos en los que pides una canción y te escucha todo el mundo, aquí son la hostia in verse: habitaciones privadas donde puedes pedir comida y bebida (con planes de barra libre y toda la pesca). Os podéis imaginar: no te acabas de arrancar porque te da vergüenza hasta que el zumo de cebada hace su efecto mágico y cuando te quieres dar cuenta estás subido en los sofás bailando la macarena… sé de lo que hablo (y los de Callejeros que vinieron a grabar o Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, también)…
Ojo con la bebida que al día siguiente estoy ahí llamando a la puerta prontico, ¿eh?, que todavía hay más lío!!!