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Recuerdos

No parece que haya pasado un año. Parece que han pasado diez… o que en realidad no pasó nunca. La normalidad ha vuelto a nuestras vidas de una manera insultante, como si quisiésemos de verdad haber soñado con mares que se desaguan, como si nunca hubiesen existido las quince mil personas cuyos sueños el agua diluyó para siempre.

Uno ni siquiera hace por hacer vida normal; viviendo en Tokyo es fácil. La rutina se encarga de cogernos de la mano y tirar cuando nos paramos a tratar siquiera de empezar a asimilar lo sucedido apenas unos cientos de kilómetros al norte. Tengo que comprar café que se me ha acabado, a ver si llego a la reunión de mañana con el trabajo, que no se me olvide pagar la renta y la factura de la luz… no parece haber lugar ni tiempo para acordarse, aunque tampoco hay mucho que recordar porque no estuvimos allí.

No estuvimos allí

Nuestros recuerdos, o mejor, mis recuerdos se emplazan dentro de una oficina después de comer. Uno de tantos terremotos que ignoramos al principio hasta que va a más y a más y entonces no sabemos ya que hacer. No sabíamos que hacer. El manual de instrucciones dice que te metas debajo de la mesa hasta que pase para que no te caiga nada encima. Yo salí corriendo. Y seguramente lo volvería a hacer. Instinto, nervios, miedo, adrenalina… todo junto, supongo.

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Pero pasó y aunque seguía habiendo réplicas, nosotros el tsunami lo vimos por la tele. No estábamos allí.

Por eso cuando me preguntan, no puedo contar más, porque no sé más que cualquiera que lo viese por televisión. No sé que es tener que correr con toda tu alma colina arriba, ni siquiera puedo imaginar qué se siente al perder de una vez todo y a todos… si es que uno puede seguir sintiendo algo. Por eso tengo tres o cuatro emails sin contestar con invitaciones a programas de radio para entrevistas sobre el aniversario de aquél día, porque no sé que voy a decir, porque yo sigo con mi vida igual que siempre y no tengo nada nuevo interesante que contar porque yo estaba aquí y aquello fue allí, porque cualquier cosa que pueda imaginar o aventurar sobre el tsunami sería una falta de respeto a los que sí tuvieron que estar.

Falta de respeto a los que sí estuvieron

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El mar desgajó tantos sueños que quedaron por soñar, se llevó tanto… que no puedo dejar de pensar que fue ofensivo cómo el mundo borró su recuerdo cuando se supo lo de la central nuclear. Había, quizás todavía hay, un peligro real y fue lógico tratar de esclarecer lo que podría haber supuesto otra catástrofe de proporciones incalculables. Pero fue absurdo pasar, literalmente, de página; de la «mayor catástrofe nuclear de la historia» a «Gadafi y sus excesos». Así, de repente. Sólo volvía a salir Japón cuando a Fukushima se le revolvían las tripas y de todas todas se olvidaba a los que sí estuvieron donde con tan mala estampa les tocó estar. A día de hoy no ha habido ni una sola víctima por radiación, pero sigue habiendo dos o tres suicidios por semana en Ishinomaki donde la situación parece estar infinitamente lejos de normalizarse… aunque claro, yo esto tampoco lo sé, porque tampoco estoy allí aunque hace tiempo que me propuse tratar de ayudar como voluntario.

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Pero yo si estuve aquí cuando todos mis amigos se habían ido ya de Tokyo. Muchos dicen que fui valiente por quedarme, pero lo cierto es que me quedé porque dejarla sola a ella ni siquiera se me pasó por la cabeza, no era una opción. Bajo la amenaza de una nube radiactiva, nosotros paseábamos por un Tokyo apenas iluminado por una de cada diez farolas tomando cafés en cafeterías que siempre estaban por cerrar por ahorrar luz.

Queriéndonos más que nunca.

Pero claro que me habría ido, a Osaka lo más cerca sólo para saber tranquilos a los míos.

Luego no pasó nada en realidad. Nunca llegó radiación en niveles perjudiciales para la salud, nosotros sólo teníamos miedo. Teníamos miedo… cuéntaselo a los de Ishinomaki, que en Tokyo teníamos miedo de la radiación mientras dormíamos calentitos en nuestras casas de siempre después de un buen baño.

Así que con esta sensación, no tengo claro si hablar por la radio. No parece tener demasiado sentido contarles precisamente a ellos que mi mayor problema fue tranquilizar a mi familia por teléfono porque sus primos los de la televisión y los periódicos se empeñaron en exagerar la situación hasta el disparate. ¿Que voy a decir? ¿que parece que todo está bien?, si no tengo ni idea, si lo que sé lo veo por la tele o por internet… lo que yo diga no tiene mayor interés, creo yo. Que viva en Tokyo, a estos efectos, me acredita experto del tema igual que a uno que viva en Seoul: nos pilló el asunto al lado, pero nada más. Podría soltar una de poco a poco, Japón recupera la normalidad, se puede ver en las caras de las gentes… claro, claro.

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Y me vienen con prisas, los de la radio y los de la tele. Me mandan mensajes el viernes, que conteste rápido si cuentan conmigo el domingo para salir en antena, que grabe vídeos, que lo necesitan ya me dicen. Hace un año de esto y ahora que se acuerdan, ahora que parece que toca acordarse… por Dios, que disparate es todo. Así va la cosa. Oskar, contéstame cuanto antes que estamos fuera de tiempo. Y me mandan el mensaje dos días antes, con prisa, con urgencia, para preparar un programa sobre algo que pasó hace un año.

Yo hoy, once de marzo del 2012, no estoy para circos. Yo hoy tengo una cita con la chica más guapa del mundo. Mi máxima preocupación es afeitarme para no pinchar y tratar de no pasarme con la colonia. Ni que decir tiene que iremos cogidos de la mano aunque hoy sólo podré reprimir uno de cada cinco besos, porque hace mucho que no nos vemos por culpa de la influenza esa. Seguramente estaremos en uno de los muchos homenajes a las víctimas que se harán por todo Tokyo, y probablemente tendremos que volver a ver, con la garganta tiritando y los ojos húmedos, imágenes y más imágenes de programas especiales que se emitirán en todas las cadenas de televisión.

Y mañana volverá un lunes, un lunes totalmente normal en Tokyo, un lunes de madrugón, trenes y oficina, de cafés y bento. Nos acordaremos de los que hoy se homenajean hasta el miércoles o jueves y después nada.

Hasta que un año después llegue otro email con prisas.

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Algunos datos:

– El terremoto fue de escala 9 al que sucedieron más de 1000 réplicas, siendo unas 60 de escala 6 o superiores. El sistema de detección de terremotos envió alertas un minuto antes.
– El tsunami inundó unos 560 kilómetros cuadrados de tierra y se cobró más de 15.000 vidas. Casi 4.000 están todavía oficialmente desaparecidas. Unos 260.000 supervivientes siguen viviendo en emplazamientos temporales como pabellones prefabricados, tienen un límite de dos años para encontrar una casa por su cuenta.
– Se evacuó a unas 70.000 personas que vivían a menos de 20km de la central de Fukushima. Todavía no pueden volver y seguramente no puedan ya mientras vivan. El mayor problema de los evacuados no está causado por la radiación, sino por el trauma psicológico que supone estar como están lejos de sus hogares.
– La situación en Fukushima es estable, aunque el plan trazado por Tepco para limpiar totalmente la zona se mide en décadas.

Eventos hoy en Tokyo:

Parada de los trenes de Tokyo a las 2:46
Manifestación anti nuclear
Concentración «Peace on Earth» en Hibiya
Encendido de velas cerca de la Tokyo Tower
Concierto «Nihon Kizuna one year later» en Shinjuku

Algunos enlaces:

Primeras imágenes del aniversario
Video retrospectiva de los acontecimientos del año pasado por The Guardian
20 fotos del tsunami por National Geographic
Fotos de la central nuclear por National Geographic
Algunos testimonios de evacuados por la central
Recopilación de fotos: Japan Earthquake, one year later por TheAtlantic.com
Más fotos del antes y después de un año del Nationalpost
Fotos del antes y después de la BBC
Presentación con mapas de antes y después del tsunami
Proyecto Ishinomaki 2.0
Documental independiente sobre la situación actual en Ishinomaki
Documental «Japan’s children of the earthquake» de la BBC
Vídeo con todos los terremotos ocurridos durante el año pasado en Japón
Vídeo grabado desde un rascacielos de Shinjuku en el momento del terremoto
Trailer de «We all are radiactive»
Documental «Japón, la fuerza de un gigante»
I love you Japan, vídeo de ánimo desde América
Vídeo explicando la situación de Fukushima a los niños

Algunas ideas y percepciones totalmente personales:

– En Tohoku no parecen estar nada contentos con la actuación del gobierno, apenas les llegan ayudas y todo el trabajo de reconstrucción se está llevando a cabo con voluntarios que vienen de todo el país.
– En Fukushima están igual, no acaban de decirles que no van a poder volver nunca y ni el gobierno ni Tepco les dan alternativas reales a su situación.
– El alcance del problema de Fukushima quizás no se sepa nunca, pero está claro que el agua radiactiva vertida al mar y las fugas en las tierras de alrededor traerán consigo consecuencias a muy largo plazo. Se van, y se irán encontrando alimentos con radiación más alta de lo normal durante muchos muchos años. Es de esperar que siga habiendo controles estrictos.
– Ya no parece que haga falta ahorrar electricidad, todo funciona con normalidad en este sentido.
– Últimamente está habiendo terremotos con bastante frecuencia en la zona de Tokyo, lo que nos tiene preocupados por si viniese el temido y esperado gran terremoto de Kanto, cuya probabilidad se ha incrementado después del de Tohoku. No es que estemos en un sinvivir, pero si que lo tenemos presente.

Ishinomaki, then and now

Vivir aquí hace que te acostumbres a los terremotos. Normalmente no pasa nada; suele empezar con las alertas de los móviles y después tiembla todo durante diez o veinte segundos. A veces hay un golpe más fuerte, un movimiento más brusco y después se para. Otras veces apenas se percibe. Tampoco te das cuenta si estás en el exterior, en los cinco años que llevo aquí no he notado nunca un terremoto mientras ando por la calle o voy en el tren, no te das cuenta. Ni tiemblan los edificios, ni la gente se cae por la calle, ni se abre la tierra. Te enteras de donde ha sido porque pones la tele o porque miras por internet.

El del año pasado fue distinto porque no paró, cada vez fue a más y a más y a más… y no nos dimos cuenta de la magnitud de lo que acababa de pasar hasta que pusimos la televisión y se veía como el mar se cansó de llegar hasta la playa y decidió meterse tierra adentro.

Paul Johannenessen es un australiano que vive en Tokyo y que ha grabado un documental en Ishinomaki. Las imágenes son impresionantes, pero lo que más me ha gustado es escuchar a personas normales contar cómo vivieron lo que les pasó, lo que les preocupaba después y lo que han ido haciendo día a día para tratar de recuperarse de semejante disparate.


Fuente: www.paulyj.com

>70%

Desde que me registré en la embajada en el año 2001 cuando vine aquí por primera vez, supe de la alta probabilidad de que hubiese un terremoto de gran escala en el área de Tokyo en los próximos años. Allí nos dieron una fotocopia donde nos contaban la copla y lo que deberíamos hacer si se diese el caso de ese u otros terremotos.

Recuerdo algo así como una mochila con alguna linterna con pilas, comida y agua. Ah! y meterse debajo de la primera mesa que encuentres. Lo cierto es que cuando pasó el de marzo, yo no tenía ni linterna ni me acordé de meterme debajo de nada porque al segundo dos ya estaba corriendo como un poseso y no llegué a Kyoto de milagro. Luego, pues bueno, que si un no parar de temblar todos los días durante mes y pico, que si la que se lió con el tsunami y la central nuclear, buff…

El caso es que después de eso, uno tiene la idea de que peor que aquello no va a ser lo que tenga que venir, pero la movida es que aquel no fue en el área de Tokyo, mi mucho menos, así que en teoría, todavía estamos esperando que ocurra la de Dios es Cristo en la ciudad de la Yamanote.

Aprovechando que mis padres no leen el blog, contaré que hoy, coincidiendo con el 88 aniversario del gran terremoto que arrasó Tokyo en 1923, es el día de prevención de desastres donde nos vienen a recordar que el que nos atañe todavía no ha sucedido, y que la reciente actividad sísmica creciente cuestiona el pronóstico del 70% de probabilidad de que ocurra en los próximos 30 años, que probablemente, nunca mejor dicho, sea más alto.

Y para acabar de conciencojonarnos, han hecho un vídeo simulando lo que pasaría en Tokyo…

¡Alegría alegría!
:roll: :roll: :roll:

En fin, no nos queda otra que estar preparados, si es que uno puede estar preparado para semejante historia. Nos quedaremos con que estamos en el lugar probablemente más seguro del mundo para que pase tamaña barbaridad, y de mientras, a no pensarlo demasiado…


Más información:
Daily Yomiuri Online
The Telegraph

La noche del terremoto

Entre otras muchas cosas, el día del terremoto y prácticamente todos los días durante las dos o tres semanas después recibí emails e incluso llamadas de medios de comunicación españoles. Daba vértigo, fue bastante flipante cómo se movieron para averiguar nuestros datos y lanzarse a pedirnos «cita» para entrevistas telefónicas, algunas en directo, donde con mayor o menor fortuna intentábamos contar lo que nosotros estábamos viviendo.

Yo hablé con Javi Nieves y Mar Amate al de una hora del terremoto por Skype, lo hice encantado y además sirvió, como bien dijo Javi, para tranquilizar a los míos. Mi hermano me escuchó precisamente por ellos, aunque fue gracias a Twitter que Telle, un amigo de Zalla de toda la vida, habló con mi madre y le dijo que aunque se había liado la de Dios es Cristo, que yo estaba bien.

Juas, ahora que lo pienso, creo que fue Jimeno el que me cogió el teléfono!

Me contactaron unos cuantos más y la verdad es que aunque no tenía el sobaco para bodas, no había manera de dormirse entre tanta réplica y finalmente me comprometí a grabar algún que otro vídeo para Antena3. Tuve total libertad, es decir: yo iba grabando vídeos con lo que se me ocurría y los subía a un FTP, ellos después los editaban y me iba enterando por amigos que me iban sacando en uno u otro lado junto a otros vídeos de otros paisanos. Siempre pasaba lo mismo: nada más verlos me quedaba como con la ilusión de que había salido en la tele, pero con sensación rara porque los cortaban y montaban a su antojo, cosa, por otra parte, totalmente comprensible.

Acabo de encontrarme hace un rato con éste de justo cuando volví a casa esa misma noche, y me ha hecho bastante gracia verme (menuda rapadaca me metí!!) y escucharme tratando de hacerme el salao cuando no he estado más acojonado en mi vida.

Y eso que de lo de Fukushima no tenía ni idea…

He seguido rebuscando en el ordenador y han ido apareciendo más de éstos, de los de Antena3. Yo me ponía ahí delante y descargaba todo el aluvión de informaciones contradictorias que nos iban llegando de uno y otro lado a base de no callar. A veces me emocionaba supongo que por la tensión de aquellos días, y entonces cortaba y mandaba el vídeo y la tele a la mierda pensando en que mejor estaría haciendo otras cosas…

Claro que estamos en Tokyo y a parte de los meneacos no pasó gran cosa, pero es curioso que hoy estemos aquí como si nada. Prácticamente no hay ningún terremoto y aunque todavía no está claro si va a llegar la electricidad para todos cuando haga un pelín más de calor, hacemos vida normal. De Fukushima llegan a veces noticias buenas y a veces malas, la mejor que nos podrían dar es que ya tienen todo controlado, pero parece que esto va a ir para muy largo. Yo, como desde el principio, me agobio lo justo, aunque conozco a más de uno que está aquí pasándolas putas pensando poco más o menos que el gobierno japonés oculta información vital del estilo de que estamos ya zampando comida contaminada. No me creo nada, aquí se están haciendo mil controles todos los días tanto por el gobierno como por empresas independientes… en fin que yo me fío y allá cuidaos los demás, para estar sospechando hasta de las lechugas del súper, me vuelvo a Zalla que estaré mejor.

Que cosas, parece que no haya pasado nunca, de verdad.

Hay que ver.

Fudai, el pueblo que plantó cara al tsunami

Esta es la historia de un pueblo pesquero llamado Fudai, en la prefectura de Iwate, que se salvó del tsunami gracias a la determinación de uno de sus antiguos alcaldes, Kotaku Wamura, un buen hombre que aprovechó su mandato para poner en práctica una descabellada idea.

Fudai, que se sepa, sucumbió a dos tsunamis en 1896 y en 1933 que destruyeron prácticamente todo el pueblo y se llevaron más de 400 vidas. Wamura dijo que haría todo lo que estuviese en su mano para que no volviese a pasar, y en 1967 se planteó construir un muro de 15 metros y medio que obstaculizase el paso del agua de otro posible tsunami a las áreas cercanas al pueblo. Parece ser que hubo bastantes dificultades ya que el muro necesitaba esclusas que permitiesen al río Fudai desembocar al mar y los dueños de las tierras no estaban dispuestos a dejar sus terrenos para semejante barbaridad.

Wamura, de alguna manera, logró que en 1972 se comenzase la construcción de la estructura que fue finalizada en 1984 con 205 metros de lado a lado y un presupuesto total de tres billones y medio de yenes. Aquí se puede ver centrado en Google Maps:


Ver mapa en gordo

Después del terremoto de hace dos meses, las esclusas fueron cerradas por control remoto aunque hubo algunas en los laterales que se atascaron y un bombero tuvo que arreglar el asunto a mano. El tsunami de veinte metros que llegó a la costa de Fudai atravesó el muro tan sólo unos metros por encima, pero la estructura logró parar la fuerza del agua y ni siquiera las viviendas llegaron a mojarse. Tanto la playa como el puerto quedaron totalmente destrozados, pero de muro para adentro el pueblo quedó prácticamente intacto y de las 3.000 personas que viven actualmente sólo una permanece desaparecida porque tuvo la desafortunada idea de ir a ver si su barco estaba bien justo después del terremoto. Los pueblos cercanos prácticamente desaparecieron.

Otro pueblo llamado Taro también construyó un muro, pero más bajo, de 10 metros que desafortunadamente no valió prácticamente de nada el 11 de marzo.

«Si estás absolutamente convencido de algo, haz todo lo posible por llevarlo a cabo a pesar de las dificultades» decía Wamura desde su retiro. Yo creo que no puede más que estar orgulloso de haberlo defendido con uñas y dientes.

A grandes problemas, grandes soluciones. ¿Quizás se tendrá en cuenta a la hora de poner centrales nucleares al lado del mar? (si se vuelve a construir alguna aquí, claro…)

Fuentes: Newsonjapan y Seattlepi

Recopilación de vídeos del terremoto

Aquí va una recopilación de algunos vídeos grabados durante el terremoto del viernes 11.

Mi gran error y el de mucha gente de mi oficina, fue salir a la calle porque nuestro edificio es muy bajo con sólo 4 plantas, y nosotros estamos en la segunda (tercera según cuentan ellos), con lo que estábamos mucho más seguros dentro. El comité de seguridad y emergencias que se formó después con algunos compañeros dedicados sólo a recabar y enviarnos información ya nos dejó bien claro que si volviese a pasar, lo que teníamos que hacer era quedarnos dentro y meternos debajo de las mesas por si se nos cayese algo encima.

No tengo claro que pueda, yo salgo corriendo a la mínima…

Hay bastantes vídeos de este estilo por youtube, yo he puesto este porque los veinte segundos a partir del minuto 5:13 están grabados desde la autopista elevada que está pegada a mi oficina, os juro que desde abajo se movia como si fuese de juguete, ya veo que ahí arriba fue bastante peor. Que sustaco, madre mía.

Que cosas…

Bueno, ahora sí que me voy de hanamis!! agur!

A por las 100

Después de unos cuantos intercambios de emails, Bea y yo nos acabamos poniendo de acuerdo en que donar todo lo que se ganase por la venta de la camiseta Origami era algo que podríamos asumir sin un impacto demasiado serio en la economía ikusukiense y que sería algo importante que estaba en nuestra mano hacer. Nunca en la vida hubiésemos imaginado que se iban a pedir más de diez, y ya vamos 83, la cosa se pone seria.

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No soy capaz de explicar rascando teclas lo orgullosos que nos sentimos de ver que la locura esta que empezamos hace años ha servido para involucrar a tanta gente para hacer algo de estas características. Las cuentas que echamos al principio ya no tienen ningún sentido, la planificación previa es ahora inútil, prácticamente ya no hay tallas y Bea casi no da abasto en eso de doblar, envasar, etiquetar y enviar el disparate de pedidos que nos han llegado. Cristo y de los gordos, pero mucho más gustico, y del mejor.

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Hombre, comparado con los millones del presidente de Softbank, 50.000 yenes no es nada, pero comparado con nada, 50.000 yenes es mucho. Son los 50.000 yenes de Ikusuki, vuestros 50.000 yenes. Nosotros estamos ya pagados de sobra con vuestra inmensa participación, con vuestra generosidad, con vuestra simpatía contestando a nuestros emails, con vuestras notas, con vuestras fotos…

Por todo ello:

GRACIAS

Ya iba tocando darlas en mayúsculas.

¿Y sabéis que?, que nos lo hemos creido tanto que nos vemos con capacidad de llegar hasta 100, así que abrimos la donación a cualquier camiseta de cualquier modelo que se pida hasta que lleguemos a las 100 prendas envíadas, 500 € recaudados, 60.000 yenes a transferir directamente a la Cruz Roja de Japón.

Acordaos que aquí están listados todos los envíos, si no salís es que no nos ha llegado. Los 17 restantes que quedan serán listados en este mismo post.

Ya veis, ampliando el asunto y toda la pesca, quien nos lo iba a decir a nosotros…

Vamos 100 camisetas
Queda 0

2 para Aitziber de Asteasu
1 para Josetxu de Bilbao
1 para Susana de Valencia
2 para Doris de Bilbao
1 para Carlos de Madrid
1 para Ruth de Madrid
1 para Sebastien de Madrid
1 para Montse de Barcelona
1 para Beatriz de Madrid
1 para Alan de Tlalnepantla (México)
1 para Raül de Barcelona
1 para Antonio de Tarragona
1 para Jose de Barcelona
1 para Raquel de Toledo
1 para Marta de Granada

De percepciones y apreciaciones

Pongamos León en vez de Fukushima, de verdad, intentemos imaginar la copla, y que Madrid haga de Tokyo, claro, por aquello de la zona más poblada cercana. Echémosle todavía más fantasía al asunto e imaginemos que esa misma central, la de León ha sido afectada por un tsunami ahí toda ella casi en el medio de la península, o un meteorito, es igual, se trata de ponerse en situación, seguidme el juego.

Tendremos, pues a una serie de trabajadores de Iberdrola jugándose la vida cada día por arreglar el tinglado y digo yo que alguien cercano a Zapatero se encargaría de salir en la tele cada poco contando las noticias, tratando de dejar claro que en realidad en Madrid se está seguro, que los que tienen que marcharse pero ya mismo, son los que quedan a la altura de Ponferrada, que son los que la guardia civil ha evacuado ya por Salamanca y alrededores.

Los gabachos estarían poniendo el grito en el cielo porque les pilla cerca el desaguisado que una vez más han preparado sus vecinos los de la siesta y todo el mundo en general opinaría y criticaría la mínima noticia que saliese en TVE1, o la primera como se llama ahora. Habría miles de programas de expertos en energía nuclear que ayer resulta que lo eran en la ley Sinde y antes de ayer en controladores aéreos, poco tardarán en conocer los amoríos de Gadafi a la que claree.

Y de mientras, tres millones de personas en Madrid con sus trabajos, con sus familias, con sus vidas. Tres millones de tipos a los que les dicen que en León la cosa no está para bromas, pero que en el peor de los casos a ellos no les pillaría si el asunto se fuese a tomar vientos, o eso dice Zapatero en la tele porque en el resto del mundo no dan un duro ni por León, ni por Iberdrola, ni siquiera por Barcelona que aunque pilla a desmano de todo, allende los mares se mete todo en el mismo saco y ya son todos los españoles los que no tienen ni un ápice de cordura. Y el resto del mundo erre que erre diciendo que esos tres millones de pobres desgraciados no tienen sentimientos, que no tienen alma por seguir viviendo en sus casas de Madrid cuyas hipotecas se siguen pagando por seguir yendo a la oficina que queda cerca de la Puerta del Sol a mano derecha, que son unos dementes por aparentar normalidad saliendo a la calle los fines de semana ahora que es primavera y ya no hace tanta rasca, que habría que encerrarlos a todos por no haber dejado todo por un cortijo extremeño entre Badajoz y Olivenza.

Pero claro, uno está en su casa un sábado en pijama y se asoma a la calle y todo está igual, y el vecino que siempre ha sido un tío raro, nos enseña un medidor de radiación que ha comprado por internet y allí los numeritos marcan siempre lo mismo, que lo más raro que pasa es que no queda un guiri por la calle porque escamparon todos a la que Pedro Piqueras dijo cuatro palabras clave estilo película de la Jovovich. Uno, que no es tonto, seguro que no se fía ni de Zapatero ni de la madre que parió a Iberdrola y a su torre de Bilbao, y está atento desde su casa de Torrelodones a toda esa información de León que, por lo visto, el PSOE no quiere contar del todo, con el coche lleno de gasolina e intenciones de pasarse el 110 de las autopistas por el sobaco al mínimo indicio serio de que desayunar en La Latina aporta más microsieverts de esos que colesterol.

Pongamos que así estaría uno de Madrid, sinviviendo su rutina entremedias de todo este percal, yendo a trabajar todos los días pero recorriéndose cada mañana las noticias para ver si por fin dicen que en León se puede dar el asunto por finiquitado y que las galletas de Cuétara se pueden seguir mojando en vasos de la central lechera asturiana.

Y mira tu que tendría guasa que a este hombre, que bien sabe lo que hay, que la ciudad sin iluminar cada noche le recuerda que la percepción de normalidad es más tema de apreciaciones propias que de realidades, le viniese uno de Tokyo a contarle cómo está Madrid, que los que se quedan se suicidan un poco más con cada día que pasa, que se lo ha dicho su vecina de Shinbashi, que por no quedar, no queda ni agua y que bien sabe él, que lo ha leido en el Yomiuri Shinbun, que la radiación está hasta en los cerezos en flor, si los hubiese por la capital, claro, que de normalidad nada, monada, que él, que se documenta una horilla todas las mañanas a base de periódicos online y comentarios del menéame.jp, tiene las cosas mucho más claras que el de Madrid, que vive allí con un ojo atento al hilo que cuelga de la lámpara para saber si es otra réplica de los cojones o su imaginación que le ha vuelto a traicionar porque el miedo en el cuerpo está lejos de querer irse.

Pero pongamos eso. Pongamos que hablo de Madrid.

Ikugrullas por Japón

Le hemos dado muchas vueltas a esto, no os podeis hacer a la idea de cuantas. El asunto parecía tener lógica desde el principio, pero viendo la que esta cayendo, nos hemos tomado tiempo para pensar si lo hacemos o no con calma. Hay tanta gente que se está dedicando a dar por el saco a la mínima que ya hasta uno se piensa si hacer o escribir ciertas cosas o no.

También hemos metido a los amigos, a base de emails-encuesta les hemos preguntado que les parecería si lo hiciésemos y casi ha habido unanimidad, son amigos, así que hemos tomado esa respuesta como la muestra perfecta del tipo de personas a la que queremos llegar con esto.

A ver si soy capaz de contarlo bien: habíamos pensado que deberíamos aportar algo para los afectados por el terremoto y el tsunami del norte, no solo lo de ahorrar electricidad y dar dinero a nivel personal, sino meter a Ikusuki tambien en el ajo y asi intentar que más gente se suba al carro de las donaciones desde allí.

Curiosamente, el último diseño que sacamos va de una grulla hecha de papel que mira con miedo a la tormenta por venir mientras protege a sus dos crías, todas de papel.

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Existe una leyenda japonesa que dice que si haces mil grullas de papel, se cumple algo que quieres que pase, es desear tanto que se cumpla lo que no está en nuestra mano, que uno decide dedicar tiempo, esfuerzo y constancia en crear algo a cambio.

Por eso hemos elegido esta camiseta para lo que nos proponemos, que es donar 5 Euros por cada una que se pida al fondo de la Cruz Roja de Japón que está haciendo lo humanamente imposible por asistir a las víctimas del terremoto y posterior tsunami en el norte.

En otras palabras, significa que las ganancias de las ventas de ésta camiseta serán donadas integramente mediante transferencia bancaria.

Si tienes un blog y te parece buena la idea, quizás no te importe poner el banner que hemos creado para esto, cuantas más gente lo vea, más camisetas podremos enviar y más dinero se recaudará:

origamiJapon.png

Lo de pensárnoslo tanto si hacerlo o no es porque habrá quien diga que queremos aprovecharnos de la situación… allá cuidaos, no se puede estar siempre así, se mire como se mire, el resultado va a ser más dinero para la asociación, lo demás nos da igual ya. Nuestra intención es abrir un canal más que quizás resulte más atractivo para los indecisos: te llevas una camiseta que pagas al precio de siempre, pero sabes que a la vez estás donando parte de ese dinero para algo que merece la pena. Nosotros en este caso no ganamos nada más que la satisfacción de saber que quizás conseguimos reunir una cantidad de dinero significativa que ayude de alguna manera al inmenso trabajo que están haciendo allá arriba.

Las cosas claras: iré actualizando esta entrada con la lista de los pedidos, publicaremos el resultado de las ventas, el dinero recaudado y yo haré la transferencia personalmente desde mi cuenta de UFJ en Japón grabándolo en vídeo para que se vea claramente que el dinero correcto va donde tiene que ir.

La camiseta se puede pedir como siempre desde la web:

Ikuorigami Chica
Ikuorigami Chico

Con camiseta y sin ella, recordad que la mejor manera de hacer donaciones para ayudar sigue siendo a través de la página que creó Google:

Google Crisis Response – Japan

Siempre se dice lo mismo en estos casos, pero es cierto: lo que podamos aportar cada uno, por poco que sea, seguro que ayuda.

:ikugracias:


Recuento
(Martes 5, 09:30 hora de Japón)
83 camisetas x 5 = 415 € (49.613 円)

1 para Mailu de Irún
1 para Emilio de Madrid
1 para David de Barakaldo
1 para Marta de Tarragona
3 para Sara de Barcelona
1 para Iván de Madrid
1 para Raquel de Toledo
1 para Erick de California
2 para regalo que nos callamos pa no chafar la sorpresaca
2 para Blanca de Madrid
1 para Lara de Jerez de la Frontera
1 para Cristina de Huelva
2 para Vanessa de Reus
1 para Anartz de Errenteria
2 para Asier de Bilbo
2 para Asela de Gasteiz
1 para Lucía de Leioa
1 para Goyo de Balma
1 para Eneko de Bilbo
2 para el tito Robe de Madrid
2 para Iker de Errenteria
1 para Bárbara de Barcelona
1 para Irene de Urretxu
2 para Alexander de Oiartzun
1 para Milagros de Galdakao
1 para Joseba de Balma
1 para Jose Antonio de Alozaina
1 para Raúl de Madrid
1 para mi brother de Madrid
1 para Mila de Cartagena
1 para Javier de Bilbao
1 para Ainara de Leioa
1 para Gema de Madrid
1 para Santi de Alicante
1 para Jota de Valencia
2 para Jorge de Sondika
1 para Iñigo de Bergara
1 para Xavi de Barcelona
1 para Domingo de Tenerife
1 para Juanita de Bilbo
1 para Natali de Madrid
1 para Asier de Bilbao
1 para Willy de Hernani
1 para Susana de Ávila
1 para Marisol de Donosti
1 para Ana de Barcelona
1 para Yolanda de Tarragona
4 para Neki de Balma
2 para Rosi de Portu
1 para Diana de Madrid
2 para Natalia de Madrid
1 para Carlos de Balma
1 para Cosme de Gorliz
1 para Laia de Madrid
1 para Ramón de Bilbao
3 para Aitor de Valladolid

Gente en Japón
1 para Sara
1 para Carlos
1 para Alain
1 para Rodri
1 para Héctor
1 para Antonio
1 para Miwa
1 para Pablo
1 para ArgenJapón

Ha habido gente que dice que ha pedido alguna, pero a nosotros no nos han llegado más pedidos que los que veis aquí, si no estáis en la lista, por favor, confirmad que habéis contestado al email automático que os debería haber llegado o si no haced el pedido de nuevo a través de la web. Si alguien de Tokyo o alrededores quiere, me van a enviar un paquete con el pedido en una semana más o menos, pedidlas igualmente por la web y yo os las paso aquí. (Y de paso cuando quedemos, nos tomamos unos algos!)

Banners y menciones en blogs

Dos mineros en Japón
Okaminohime
Waiting for Oboro
Hipérboles Parabólicas
El blog de una ignorante
Forced to confess
Everymiau
De Vitoria y Vitorianos
Una cabeza mal amueblada
Poma i pera
Ikitaiiii – Diario de un viaje
En el ojo una cámara
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Denetarik, apur bat
Ikken Hissatsu

¡Millones de gracias!

Conversaciones de desástrofe

¿Tu no te vas a tu país? -me dice la señora de la limpieza de la oficina
Pues por ahora no, casi ninguno de mis amigos está en Tokyo, da miedo, ¿eh?.
Yo tampoco me voy, prefiero seguir trabajando como si nada. Pero tu a mi no me engañas, tu no te vas por una que me se yo que me han contado a mi.
¡Y bien claro que lo tengo!
Por cierto, deja de tirar lo del té usado en la papelera de tu sitio que luego chorrea la bolsa y es un asco, tiralo aquí en el cubo este, hombre
Ostras, vale vale, entendido, perdón!


En la reunión semanal del equipo, el jefe nos habla sobre el agua:
Que sepáis que están analizando el agua del grifo y que han encontrado que está contaminada en cierto grado, en principio no debería haber problema más que para los bebés, pero mejor evitar beberla por ahora si se puede
Y hervirla es peor -brinca el canadiense parlapuñaos tolosé- porque si la hierves, el agua pura se evapora y lo que queda tendrá todavía más concentración de elementos nocivos en cierta… bla bla bla ble ble blu blu blubú … (5 minutos explicando el origen del universo según san Chapalere Bailón)
¡Pues ale, a beber todos cerveza como locos! -digo yo interrumpiéndole mientras todos se descojonan
Pero la cerveza también se hace de agua al igual que el agua mineral embotellada y …
¡¡Pero nos reiremos más, que aquí lo que hay que hacer es reírse más y analizar todo menos!! – le interrumpo de nuevo antes de que empiece otra vez a despejar ecuaciones aquí rantamplán.


En Karate, una señora mayor con la que siempre hablo mucho, se sorprende de verme en la clase:
¿No te vas a España? ¡tus padres tienen que estar preocupados! ¿estás bien?
Yo estoy bien y ahora mi familia también, pero es que menuda imagen que han dado allí en las teles y los periódicos de lo que está pasando aquí. Fíjate, un periódico decía desde que en Tokyo había terror y no quedaba nadie hasta que los japoneses no lloráis…
Si claro, y tampoco meamos, somos aliens -dice riéndose a carcajada limpia, después se pone seria- ¿De verdad que escriben esas cosas? ¿esa imagen damos?, vaya. Bueno, todavía tenemos que tener cuidado con todo, tu llama mucho a tus padres para tranquilizarles, ¿eh?, y no cojas frío que te resfrías.
Si les llamo si, ¡gracias por preocuparte siempre!
Porque soy la madre de todos vosotros -repite riéndose, una vez más.

A la salida me está esperando con un paquete de caramelos «buenos para la garganta después de hacer gárgaras»


En la cafetería de la ofi, mientras hacemos cola para calentar el taper en el microondas:
Oskar, what’s up with the toilet paper? -me dice un compañero chino- porque yo puedo entender que no haya arroz ni pan, que la gente se aprovisione de agua, pero ¿porque hay escasez de papel higiénico?
Pues lo mismo si te envuelves con él, no te da la radiación, vete a saber!
Yo recuerdo -dice la chica japonesa que tiene la vez en el microondas- que cuando era pequeña pasó un desastre parecido y en aquella ocasión no quedaba papel higiénico en ningún lado, me da a mi que la gente se acuerda de aquello y por eso procuran tener en casa, aunque son otros tiempos y no hace falta, ¿verdad?
Anda que curioso, pues tiene sentido -le digo yo mientras meto mi peazo taper con arrozico a calentar


Después de una media hora haciendo cola para llenar la moto en una gasolinera (ya no hay colas, esto duró una semana más o menos), llego a la parte de delante y el señor de la gasolinera me enseña un cartel escrito en japonés:
This, 2000 yen, limit limit, no more no more
Ah si -le contesto en japonés- pero la moto nunca me ha costado llenarla más de 1000, así que sin problema
Jodo que bien hablas japonés -me halaga como siempre y no me lo creo, también como siempre- vale vale, es que no nos dejan daros más gasolina, lo siento mucho, ¿eh?, y que hayas tenido que esperar… – y me hace unas cuantas reverencias de tipo 2 (más estilo cuello que cuerpo).
No no, si ya digo que a mi plim catamplim, además con el pedazo de día que hace ni me importa, mejor aquí en la calle que en la oficina.
Ah que trabajas aquí? sugoi ne, eres profesor de inglés, no?
No no, buff, inglés, menudo panorama, que va, soy rascateclas haciendo webs y eso pero vamos que lo estoy dejando
Él se ríe mucho, muchísimo, tanto que entiendo enseguida que no ha entendido nada de mi patético y ortopédico intento de sonar gracioso en japonés, pero aún así se descojona por no preguntar, la de veces que habré hecho yo eso al cabo del día.
Ala, ya te toca, por favor conduce con cuidado y gracias por esperar
Gracias señor, que vaya bien!


Pues dado que quedáis cuatro extranjeros en Tokyo -me dice mi amiga la camionera mascatabacofijo que sales cualquier noche y triunfas un montón, a nada que digas que no tienes miedo y te hagas el guay
Jodo, pues miedo claro que tengo!! pero vamos, que paso de bares y salidas nocturnas con la que está cayendo
¿Qué pasa? ¿que la radiación te ha vuelto gayer?


En una conversación por chat con un «amigo»:
Te he visto en la tele tío, y en el periódico, salías ahí explicando todo en plan campechano, ¿estás bien? ¿todo bien?
Si si, todo bien, no tengo muy claro que han sacado y que no, yo he visto algunos vídeos, pero no te creas.
Bueno, pero de verdad, ¿todo bien? ¿necesitas algo? ¿puedo yo hacer algo desde aquí?
Gracias gracias, no te preocupes, a parte de acojonadico, estoy como siempre, con mis gaitas
Pues es que en la tele… ¿tío, que coño te ha pasado en el pelo? ¿de donde han salido esas entradacas?
¡¡¡serás cabrón!!! ya me parecía a mi raro que me hablases por aquí y más que te interesases ni media por mi, peazo de hijofruta, marcha por lo segao!!! cabrón!!

Viernes, 18 de marzo del 2011

Anda, mira tu, viernes otra vez. Hace un par de horas que hizo 7 días del mayor terremoto registrado en Japón y uno de los más grandes de la historia. Una semana ya, y aquí estoy, en el mismo sitio, delante del mismo ordenador. Hay que ver, nadie diría que pasó nada.

Todo parece estar igual, pero mi corazón no, ése no es el mismo, tiene miedo, está más a lo de fuera que a lo suyo, no ha vuelto a ser el tipo tranquilo y campechano que era, veremos si a fuerza de latidos se arregla aunque me da a mi que ya nunca volverá a ser el de siempre.

Yo le digo que tuvimos suerte de vivir el terremoto en el lugar del mundo mejor preparado para que pase tamaña locura. Fíjate, le digo, 9 o por ahí en la escala esa y los daños en Tokyo son de risa… Es igual, no se fía un pelo ya de mi, él prefiere sentir las cosas a su manera, dale tiempo.

No quiero quejarme, es casi al revés. No tengo derecho a quejarme porque en el norte es donde está la verdadera tragedia. No en la central nuclear ni en la falsa escasez de alimentos o gasolina de Tokyo, sino en todas las víctimas de allá arriba, los hogares desaparecidos, el invierno al cuadrado que sufren los que quedan, los trabajadores de la central, sus familiares, los refugiados, los voluntarios…

Lo mío, lo nuestro aquí en Tokyo no ha sido más que un susto, se ponga como se ponga quien se ponga, sean paisanos aquí o periodistas allá. Nunca nos ha faltado de nada y tampoco hemos estado en peligro serio prácticamente en ningún momento desde el viernes. Sustos muchos, por las réplicas, por la confusión e incertidumbre, pero sobretodo por el miedo que nos ha metido en el cuerpo la prensa y la televisión extranjera. Y claro, menudo percal, ponte tu a tranquilizar a una madre, a contarle que no pasa nada mientras que todo el mundo a su alrededor habla de poco menos que Chernobyl, que nadie sabe exactamente lo que pasó allí pero fue horroroso seguro. A una madre no se le vienen con cuentos, una madre quiere que te vayas lo más lejos de lo que sea que fuese que haya, y a poder ser cerca de ella para poder darte besos y decirte cosas de madres, porque es lo suyo, que no andes descalzo, que el suelo de la cocina está frío.

Pocos de mis amigos quedamos en Tokyo una semana después, no por no sentirnos seguros, sino por tranquilizar a familias que se estaban dejando las uñas y las lágrimas al teléfono cada día y que prefieren saber que estás lejos de todo posible peligro, que cuando el río suena, agua lleva. Aquí van mis respetos por todos y cada uno de ellos, sé que la mayoría se han ido contra su voluntad, os espero a la vuelta, traed jamón, pipas y tebeos de Mortadelo. Yo sigo bien, ahora que esto ya lo sabéis de sobra, porque vosotros tambien estabais igual.

Hoy viernes, después de la semana más mentira de mi vida, se vive Tokyo con más normalidad si cabe. Hay colas para echar gasolina, por la tremenda demanda y el cierre de algunas refinerias debido al asunto del tal Richter este, las tiendas siguen cerrando antes y apenas hay farolas encendidas por la noche para seguir ahorrando la energía que Fukushima ya no provee, ni proveerá en mucho tiempo. Sigue habiendo réplicas, temblores a veces fuertes y a veces suaves, pero que dan mucho más miedo que hace 7 días, nunca volverá a ser lo mismo para ningún otro corazón tampoco.

No hay caos, hay compañerismo, hay preocupación que nunca será exagerada por el norte, por la verdadera catástrofe, hay admiración por los trabajadores de la central, por el tal Edano, el portavoz del gobierno que no se sabe si ha dormido en días, hay campañas para ahorrar electricidad, para donar dinero, para ayudar lo que se pueda. Hay un pueblo volcado con los suyos haciendo caso omiso al mundo que se empeña en hundirles todavía más. Ellos no lo sentirán, pero yo si: vergüenza ajena, y de la gorda.

Yo quiero descansar, coger este fin de semana largo de tres días y abrazar a quien aquí se deja que la abrace, y reírme de todo con cervezas al calor de los amigos que queden. Comer mucho y de lo malo, pasear por las pupilas de las gentes del Tokyo que me acogió hace cuatro años y seguir atento a los cerezos que me da a mi que vamos a ser muchos más los que este año lloremos cuando se tornen blancos. Poco les tiene que quedar ya.

Después, con el tiempo, saldrán solas las dos espinas, ahora es mejor no tocarlas, que se infectan:

La de la embajada que no nos contactó, que no movió ficha por casi ninguno de nosotros, que al desaparecer en medio del desastre nos dejó un claro mensaje de ahí os las compongáis solos. Ese gobierno que sólo empezó a tomar medidas muchos días después, cuando algunos medios se hicieron eco de la situación de abandono y poco o nada ya pueden hacer para proveer ayuda real que ya no se necesita.

La de los medios y su absurda y sensacionalista versión de los hechos que, precisamente, hicieron sufrir a nuestras familias tan innecesariamente que no creo que esto deba quedar así. No ha sido bonito veros jugar con el miedo de los míos. Señores: esto es personal.

Pero con esto ya nos pondremos después. Cuando me haya emborrachado tres o cuatro veces y me dejen de durar las resacas.

No llaméis, que no cojo. Amatxu, contigo ya sabes que hablo luego… apaga la tele ya, mujer.

望み

Mientras en España centramos todos los esfuerzos en hacer de la tragedia un disparate, en Japón, una vez más, se da una lección de solidaridad al mundo.

Cabinas telefónicas y wifi gratis, ni se ha planteado la subida del precio de la comida o la bebida, escasa repercusión en el de la gasolina a pesar de la gigantesca demanda inesperada y aunque medio Tokyo está a oscuras por ahorrar electricidad, no hay vandalismo, ni saqueos.

En la televisión tratan de explicar lo que está sucediendo en Fukushima con esquemas, con palabras sencillas para los que no tenemos ni idea de energía nuclear, y no dejan de repetir que, por favor, ahorremos electricidad. Parece que no sólo yo les hago caso, porque casi ninguno de los apagones previstos han sido necesarios, ¿porqué? porque la demanda ha bajado increíblemente.

Ante el vil oportunismo, el alarmismo inútil y el ruido estéril de los necios, cabeza fría, compañerismo y muchas dosis, si, pero de esperanza y optimismo en cada gesto, en cada par de ojos que se me cruzan cada día desde el puto viernes pasado.

Me siento orgulloso de estar aquí.

Información local

Está claro que Japón da la información que da, unos creen que se están guardando detalles para no alarmar a la población y otros que en realidad no saben que están haciendo. Yo no tengo ni idea.

De mi Gobierno no sé nada, la embajada estuvo desaparecida durante tres días en los que dicen que llamaron a gente y después colgaron en un rincón escondido de su amago de página web cuatro chorradas que ya sabíamos todos. Yo sólo conozco a tres personas que si han localizado, el resto no sabemos nada aunque luego salen diciendo que todos estamos bien. Ya no me hacen gracia como siempre, ya es rabia.

Mi familia y amigos están histéricos porque lo que está pasando aquí se clasifica allí como el fin del mundo conocido, dejan noticias catastróficas publicadas en los periódicos y televisiones sin actualizarlas cuando se han solucionado, omiten detalles, ponen las fotos más sensacionalistas posibles… Estoy por leer una noticia buena, y creedme que las hay todos los días. Ahora que somos así, tenemos lo que nos gusta: de la barbaridad de followers que me han salido en twitter por toda esta gaita, la gente retwitea cuando escribo que hay una réplica o un incendio en un reactor, muy pocos lo hacen cuando pongo que se ha extinguido o que la radiación ha bajado.

Los gabachos, precavidos o no, pero gabachos al fin y al cabo, se han pirao. Por lo menos tienen una embajada que les guía de alguna manera.

Yo veo las noticias japonesas y me inspiran tranquilidad, sean o no verdad. A eso le añado que embajadas de países «serios» como los EEUU o Inglaterra están sacando informes en los que analizan y están de acuerdo con la información dada por el Gobierno Japonés.

Me da a mi que los Estados Unidos con tantos militares aquí serían los primeros en gritar cuatro cosas a Japón en caso de que no se estuviesen haciendo las cosas bien. Pero no lo hacen, al revés, les apoyan y envían mensajes tranquilizadores. No digo que todos los americanos sean Jack Bauer, pero de liarla parda entienden bastante y ya lo habrían hecho con tanto avión y tanto equipo militar que tienen ya aquí en sus inmensas bases.

Como en toda situación complicada, están los que exageran y reaccionan de más, y luego los que tratan de pensar con la cabeza. Yo estoy a mitad entre los dos y creo que a no ser que se complique demasiado el asunto en Fukushima, saben lo que están haciendo.

Sigue habiendo riesgos, que explote todo a la vez, que venga otro terremoto con tsunami y arrase lo que quede… de cualquiera de las maneras, Tokyo está a distancia suficiente como para que de tiempo a irse de aquí al menor indicio serio. Si uno se pone desconfiado, basta pensar que gracias a internet tenemos webcams apuntando a medidores de radiación de Tokyo o cámaras de televisión no controladas por el gobierno apuntando a la central nuclear. Nos enteramos al minuto de lo que se está cociendo, nos lo quieran ocultar o no.

De mientras: paso de la prensa extranjera y paso de los agonías expertos de repente en energía nuclear. Os aconsejo que hagáis lo mismo.

Recomendaría leer estos artículos de esta misma mañana, y no tanta cancamusa exagerada.

British Embassy

American Ambassador

Entrevista a César Molins (Doctor en Ingeniería Nuclear)

En Tokyo, de caos, nada

Claro que existe el temor de que la central nuclear pete y llegue radiación con lo que en el peor de los casos lo que tendríamos que hacer sería pirarnos de aquí para el sur.

No lo veo probable, me da que el sábado estaré con el lorco bebiéndome las reservas que tenga Asahi en Asakusa descojonándonos de todo esto.

El gobierno dice que en Tokyo se haga vida normal, y por la calle la vida es bastante normal dentro de lo que cabe, aquí va un vídeo de Shibuya ayer por la noche:

Quitando el viernes, no he visto ni una sola escena de pánico, ni he tenido ningún problema en parte gracias a que con la moto me olvido de los trenes, que quizás es el mayor fastidio ahora mismo.

Hoy voy a Karate, como siempre, no os digo más.

Shibuya is off

Imagen histórica… las televisiones de Shibuya están apagadas debido al ahorro de energía por la central de Fukushima.

DSC_2221.jpg

Aún así, la normalidad de Tokyo es de un 90% y el otro 10% es debido a que se siguen dando réplicas, cada vez menos y ello unido al ahorro de electricidad hace que los trenes no funcionen como deberían. Todo es una cadena, al no haber trenes la gente usa coches y la demanda inusitada de gasolina hace que haya que hacer cola para repostar, pero sigue habiendo gasofa. Lo mismo pasa con la comida, el miedo hace que en algunos sitios haya menos, pero sigue habiendo casi con normalidad.

Esto de caos no tiene nada. El caos está arriba, donde el tsunami. Nosotros estamos igual que siempre, ni nos comemos los unos a los otros, ni nos hemos hecho pijamas de papel albal por si la radiación. Vale ya de tanto amarillismo, que tenéis a mi madre asustada, ¡¡copón ya!!.

Tokyo, 11 de Marzo de 2011

El Jueves, el día anterior, me reía sobre el terremoto que al parecer todo el mundo notó pero del que yo ni me enteré. Así de habituales son aquí los temblores, dicen que todos los días hay aunque quizás no tan fuertes como para que nos demos cuenta. De éstos últimos, después de cuatro años aquí, yo diría que uno al mes. No duran nunca más de medio minuto, y suelen tener un momento álgido en el que se mueven un poco más violentamente que el resto del tiempo haciendo crujir la casa de repente. Asustar, asustan todos, pero después de tus cinco o diez primeros, como que ya te dan relativamente igual.

El Viernes, después de comer, empezó como siempre. Paré la música del iPhone, sonaba «Romance de José Etxailarena» de Marea, me quité los auriculares y empecé la ronda de miradas a mis compañeros de oficina esperando el momento en que para y nos colgamos la risa tonta volviendo al trabajo. Pero no paraba, es más: iba a más.

Una chica empezó a medio gritar, dijo «yada yada yada» tres veces muchas veces. «Joder joder joder». Un compañero, decía «dekai» de vez en cuando, en voz baja, como para sí mismo, «dekai», «este es gordo»… hasta que ya alguien gritó «under the table!» y rompió la tensa calma, había que hacer algo y a mi me dio por ponerme de pies y agarrar la chaqueta y el móvil. Muerto de miedo, pero sereno, consciente de la situación.

Como acabábamos de mudarnos a la segunda planta de la nueva oficina, todo estaba pulcramente colocado, no había desorden, no caían libros de las mesas porque no había libros en las mesas todavía. Los inmensos monitores de las salas de reuniones aguantaron en su sitio, no había lámparas que se balanceasen. No era ese tipo de pánico por el caos que se ven en las imágenes de televisión.

Era peor.

El inglés del departamento de diseño lo vio claro y salió corriendo hacia la puerta de emergencia, la gran mayoría hicimos lo mismo, no podíamos aguantar más la falsa balsa de aceite en la que estábamos sumergidos, había que reaccionar. Yo le aguanté la puerta a unos cuantos compañeros más hasta que uno de los filipinos trajo una silla que la mantuviese abierta. Nadie se tambaleaba, no perdíamos el equilibrio, no se nos caía nada encima, pero el suelo se movía y nos sentíamos mareados. De haber sido la octava planta del viejo edificio anterior seguro que habría cambiado el asunto.

Bajamos las escaleras, la primera vez que lo hacía, con orden. Nadie atropella a nadie, nadie se empuja, hay miedo pero no es pánico incontrolado, se mantienen las formas.

El último piso de las escaleras de emergencia da a una valla de rejas que impide la entrada de extraños al edificio… y la salida. Dos chicas de empresas vecinas están ya escalándola torpemente, yo habría podido en ese momento dar dos saltos y pasarlas por encima sin problema, pero no lo hago porque un chico de gafas está quitando el seguro que abrirá la verja. Está muy nervioso, le tiemblan las manos, diría que está llorando, pero logra abrirlo algunos segundos después de que las chicas aterrizan en el otro lado y todos retomamos la carrera hasta encontrarnos en el medio de una calle estrecha en cuesta.

Miramos a nuestro alrededor, el suelo se mueve y la sensación de mareo sigue, aunque no es difícil mantener el equilibrio, es incluso menos que ir de pies en tren. La magnitud de la situación no está en nosotros, está en los edificios que nos rodean, en los rascacielos cercanos que se mueven. No es el movimiento ajetreado que se ve en la televisión, no es un traqueteo, es un balanceo amplio, armónico, cuya suavidad da mucho más miedo. Edificios de más de treinta plantas inclinándose a un lado y al otro, y yo ahí mirándolos con los puños apretados dispuesto a correr donde sea con toda mi alma.

En la carretera cercana los coches están parados, como en esas escenas de las películas en las que los conductores se apoyan en la puerta y miran para arriba. La autopista elevada que recorre media ciudad también se está moviendo, me pregunto si los coches de encima estarán todos apelotonados en una esquina o ni siquiera se habrán movido. Allí arriba están fijos nuestros ojos, de pasar algo gordo en el lugar en el que estamos, todos parece que hemos decidido que será en esa autopista. Las farolas se mueven violentamente, temo que alguna sea arrancada por la vibración y se nos aviente encima. Curiosamente yo me encuentro apoyado en una aquí en el suelo, aferrándome a una falsa estabilidad donde en realidad no hay ninguna.

No sabría decir cuando dejó de temblar el suelo, porque la sensación de que todo sigue moviéndose duró hasta muchas horas después, pero si que pareció normalizarse. Mi primera reacción es llamar a mi novia, pero el teléfono no funciona, paso a mandar un email a su teléfono móvil que si parece llegar aunque no hay confirmación. Ella conduce habitualmente en el trabajo y me da por pensar cosas que no merece la pena pensar, de esas que te nublan la razón y azuzan los nervios. Y me separo del resto para seguir tratando de localizarla desesperadamente, 59 veces pone que lo intenté en el teléfono, ninguna sin éxito.

El mayor momento de tensión fue ese en el que yo supe estar bien pero no sabía si ella lo estaba. Los diez o quince minutos que tardó en llegar su mensaje fueron los peores.

Gracias a internet sé que todos mis amigos están bien y volvemos a la oficina. «Me vuelvo a España mañana» le digo a dos compañeras que me preguntan si estoy bien, y nos reímos exageradamente, demasiado, tanto que casi lloramos de risa los tres soltando tensión y nervios con cada carcajada. Quiero abrazar a una con fuerza, me da igual cual de las dos, pero casi no nos conocemos.

Kiwotsukete ne, tened cuidado.

Todo vuelve a temblar, no es tanto como antes pero ya no dudamos y nos encontramos en la calle de nuevo a la que nos queremos dar cuenta, aunque para cuando bajamos ya ha parado. Miro al cielo, hay nubes extrañas, o me parecen extrañas, el sol pasa a través de ellas dándoles un color entre amarillo y naranja, y no se ve ni un pájaro cuando un momento antes el cielo estaba atestado de ellos. Una chica con una cámara réflex me saca una foto y al ver que la he visto, me hace una reverencia. Alguien me roza el brazo, me giro y una marea de gente se dirige ya hacia la estación de Shibuya, por hoy parece que ya vale de oficina, todos tendrán a los suyos que querer ver.

Subo de nuevo, siempre por las escaleras, y me siento delante del ordenador sin quitarme la chaqueta en ningún momento. Las teles de las salas de reuniones están encendidas y muestran en directo una horrible ola llevándose coches y edificios por delante. Un compañero se ríe cuando un barco choca contra un parking de coches, y se permite seguir haciendo bromas un buen rato. Nadie le ríe ninguna y termina dándose por vendido, después como queriendo rectificar su inmensa estupidez dice «seguro que hay víctimas», en este caso tampoco nadie le concede un atisbo de respuesta, tardará semanas en ganarse cualquier indicio de simpatía.

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Cuatro chicas están llorando, un compañero Australiano dice que dos amigos suyos viven justo donde el tsunami, que en un email uno dice que está bien, que les han evacuado, pero que seguramente no quede nada de su casa, del otro no sabe nada.

Alguien decide que no es bueno seguir viendo aquellas imágenes y apaga las teles.

En una situación dantesca, tratamos de normalizar la tarde y seguimos casi hasta la hora de salir delante del ordenador. Los teléfonos siguen sin funcionar, el país está completamente patas arriba pero nosotros seguimos sentados en nuestros puestos haciendo que trabajamos. Me niego completamente y me dedico a buscar noticias sobre lo ocurrido, a tratar de que alguien contacte con mi familia y les tranquilice sabiendo lo horrible que se pintará el asunto en las televisiones de allí, a tratar de dar el máximo de señales de vida por internet que pueda. Es fácil hoy en día.

«Señales de vida», qué poco de frase hecha y cuanto de verdad.

Las líneas de tren se han suspendido absolutamente todas, el jefe por fin reacciona asimilando un poco la situación y nos dice que nos vayamos a casa como podamos, que guardemos recibos de taxis o autobuses, que nos quedemos a dormir… que lo que haga falta.

Me vuelvo en moto, no marca la velocidad, chirría, se para a veces, pero en ese momento me pareció la mejor moto del mundo. La estampa de Tokyo por la noche es un completo caos ordenado, nadie grita, no hay escenas de pánico, pero las calles están atestadas de gente que incluso anda por el medio de carreteras de coches que no avanzan. Si conducir entre coches no es lo más fácil del mundo, esquivar a personas que aparecen por cualquier lugar hace que tarde el triple del tiempo normal en volver a casa.

Pero puedo volver. Mis amigos lo hacen andando o en bici, hay quien dice que hasta cuatro o cinco horas en una noche de viento que se siente especialmente frío.

Mi casa no está tan mal como pensaba aunque la tele se ha estampado contra el suelo. Es igual, yo lo primero que hago es encender el ordenador y hablar con mi madre via Skype. Estamos nerviosos los dos y se da la ridícula situación de que es ella la que me cuenta lo que ha pasado porque «lo ha visto por la tele», no me deja hablar, no me deja contarle lo que he vivido y yo me muero por contárselo. La dejo hablar y sólo contesto con monosílabos de «si» a sus «¿estás bien?». Finalmente acaba con un «¿para que te has ido tan lejos?», y la emoción nos silencia un rato.

Bajo a la tienda a comprar algo para cenar, pero no queda casi nada. La balda de las botellas de alcohol también está vacía, más que mis vecinos queriendo olvidar, supongo que las estanterías no habrán aguantado los embites.

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Ya en casa rebusco en la nevera mientras otra réplica más me replica el miedo del mediodía.

El pecho se me enfría de repente y esa sensación va subiendo por mi garganta hasta que rompo a llorar allí mismo sentado en un suelo lleno de borra de café con la nevera abierta.

Así me tiro un buen rato: achicando la tensión a fuerza de lágrimas.

Esa noche duermo vestido, de mi cama al refugio de mi barrio le calculo unos 10 minutos corriendo, si ha de pasar que no me pille quitándome el pijama.

Terremotos

Estaba yo soñando que iba en el balancé de las fiestas de Zalla cuando de repente me he despertado a eso de las 4:22 de la mañana. Era un terremoto!, no se notaba mucho, pero como la otra vez que pasó, resulta que murió gente lejos de aquí, me he acojonado un poquillo.
Después ha habido otro más pequeño, y después me he dormido.

Ahora son las 8:22, estoy tomándome mi café matutino, y de repente se acaba de mover todo otra vez. He puesto la tele que me han regalado, para ver si dicen algo, pero nada.

Al principio me hacía ilusión. Ahora me da como miedo…

Acabo de leer que han sido un par de ellos de escala 5.4 a unos 65 Km de Tokyo. Es decir, que cuando yo los siento aquí «leves» en algún lado son gordos. Espero que me toquen siempre los leves…