Archivo de la categoría: Japón
Un par de carteles del metro
Manner mode!
«Manner mode»… Esto de manner, lo podríamos traducir como «maneras» o «educación» y aquí en Japón se estila bastante que te enseñen a tenerlas mediante carteles. Por ejemplo, en el metro te piden que pongas el «manner mode» en el móvil, por la calle hay carteles que invitan a recoger los chocopremios que dejan tus perros en la acera…
En fin, delfín. Que hoy me he comprado una cajilla de caramelos, y venía con «Manner pocketto», que ikutraducido a mi bola sería «El bolsillo de la educación».
Aquí os echo las fotos, ya veréis que cosa:
En las cajas de chicles vienen una especie de minipostits que yo pensaba que eran chicles patrocinados por 3M o así, pero no! resulta que te vienen para que envuelvas los chicles y te los metas al bolsillo!
Cuando me acuerdo de las noches de verano en mi pueblo con el Pirri devorando pipas y dejando las torres gemelas echas con las cáscaras ahí en el suelo, me descojono vivo!.
Encima resulta que el barrendero de mi pueblo es mi tío, jajaja
Encontrado iPod
En Tokyo vive un poquillo más de gente que en Bilbao, aunque de grande es parecido, pues. El caso es que es más o menos normal ver cosas que la gente pierde por la calle, últimamente y con el inviernete este tan majo que tenemos, de vez en cuando puedes ver por el suelo guantes, alguna bufanda, algún gorro… Una vez vi hasta un móvil por ahí tirado.
Si hay algo que me ha roto los esquemas completamente, es lo que he visto hoy. Alguien ha perdido un iPod nano negro. Y la persona que se lo ha encontrado en el suelo ha tenido la delicadeza de cogerlo y ponerlo encima de un muro pequeño que había al lado de la acera. Cuando he pasado esta mañana y lo he visto, me he quedado flipado.
Le he sacado un par de fotos a las ocho y pico de la mañana:
A la una he salido sólo para comprobar si seguía allí y, efectivamente, estaba. A las seis cuando me marchaba, ya no estaba. ¿Podéis, ni siquiera pensar en imaginar en encontrar vuestro ipod si lo perdieséis por el camino?
Esta gente es increíble.
Chocolate de la poli
Hola!
Esto llega un poco tarde, pero es que acabo de descubrir las fotos en un rinconcillo del ordenador y os tengo que contar la historia!
El tema del paraíso terrenal ya os los solté no hace mucho. El caso es que aquí el San Valentín es más bien un San Nestlé, cosa de la que me alegro un huevo (Kinder!). Llovieron chocolates por todos los flancos: a la oficina trajeron Michiko y la profesora de Japonés, un par de clientes nos enviaron también… pero lo que nunca me esperaba yo es lo que me pasó esa tarde!
Cogí la bici y me fui a una tienda de aquí al lado de casa a comprar un cablecillo. Iba yo ya metiendo cuarta a lo Indurain cuando me encuentro con un control de la policía. Uno de esos que llaman la atención. Un tío con casco estaba en el carril de los lentos (el mío), haciendo gestos como un loco con un banderín. Más que un policía parecía una animadora.
Me para, claro, y yo ya pensando en donde tenía yo metida la Gaijin Card que me iban a pedir en 0.3. Chato me quedé cuando me hacen meterme cerca de la acera donde había como cuatro ancianitas con unas bandas colgadas al cuello estilo Miss Asilo, y con cestas dentro de las cuales tenían paquetes de pañuelos.
La señora me dice lo que yo entiendo como «Perdona que te hayamos parado, pero como es San Valentín, te queremos dar este regalo y recordarte que debes tener mucha precaución cuando vayas con la bici». Y coge la buena mujer y me da un paquetillo.
El cheerleader policía con una sonrisa en la cara que ni Bardem ayer por la noche, no hacía más que señalar el paquete (el de pañuelos) y decía «chocoleit, chocoleit, chocoleit». Le doy la vuelta, y ¡¡coño!!, ¡¡me viene con una chocolatina!!
Así que me fui de allí más flipao que Gasol con un peine!!!
Al llegar a casa, le saqué fotos. Las mismas que os planto aquí:
Pajero…, pero menos
Máquina de bolas
Galletas de culos
Obras en Tokyo
Lo que me acabo de encontrar hace veinte minutillos volviendo de Karate…
Y volvía con una bolsa en una mano, con lo que al pasar por las obras he tirado sin querer un cartel. Me he parado para ponerlo en su sitio, y de repente han venido dos obreros haciéndome mil reverencias y pidiéndome perdón, y han recogido el cartel que YO he tirao a tomar por cleta…
Otro detalle: he contado doce obreros currelando y cuatro señalizando…
Latas calentitas
A parte de por el frío, uno sabe que llega el invierno cuando en las máquinas expendedoras cambian el azul de latas frías por el rojo de latas calientes. Da gusto meter veinte duritos y sacar una lata que te calienta las manos!
Lo normal es que haya cuatro o cinco tipos de cafés y tés, pero ayer vi una especie de sopas:
Tachiyomi
O «leer de pie». Esto es algo que me deja alucinao. Resulta que en las tiendas de conveniencia, estilo Seven Elevens y así, pues venden de todo. Y no podían faltar revistas, libros y los últimos mangas.
Pues como deporte nacional, siempre te encuentras a unos cuantos tíos leyendo de pies, sin más. Es mucho más que ojear, es leer directamente!!. Yo he llegado a entrar, sacar dinero del cajero automático que hay dentro, volverme loco eligiendo algo para cenar, mirar curioso los tipos de chocolate… vamos un cuarto de hora largo dando vueltas, y los tíos seguían leyendo.
No tengo ni idea de cuantos al final acabarán comprando el libro o la revista, pero no puedo dejar de imaginarme hacer esto en España. Al minuto dos, ya estaría el dueño de la tienda llamándonos de todo!!!
Aquí van las pruebas del Seven Eleven de al lao de casa, las noches de ayer y antes de ayer que volví con la cámara a mano:
Tengo que confesar que yo también lo hago de vez en cuando… y la verdad es que nunca compro, jajaja.
Poción Final Fantasy
Anuncio de lata de café
Máquinas de bolas
Asustao vengo!, que cosa más curiosa!!!. Volvía en bici por la acera, y de repente veo lo que es una especie de control de la policía. Vamos, un par de policías puestos en la acera con una linterna parando de vez en cuando a los que íbamos estilo Periko Delgado.
En mi caso me han dicho que la luz que llevo, que es obligatoria por la noche, es muy débil, que ponga otra más fuerte (en realidad lo que pasa es que se han acabao las pilas y ni me he enterao).
Además, me han pedido los papeles de la bici. Ya os conté que te dan una documentación a la hora de comprarla y queda registrada a tu nombre. El caso es que los papeles los perdí junto con la cartera, y así se lo he dicho al poli, con lo que ha enchufao con la linterna a una pegata de la bici donde pone un número y ha llamado por el walkitalki ese molón a la central, ahí le han dicho mi nombre y al enseñarle el carnet de extranjero, me han dejado seguir dándome las gracias.
En esta ocasión, no me han hablado en portugués ni ha sido tan extraño como la otra vez, es más, han sido super majos.
Bueno, pero yo iba a contaros lo de las máquinas de bolas!!!! que cambio de tema más rápido que Dinio en el confesionario!!!
¿Os acordáis de las máquinas esas que había cuando eramos críos? Hablo de esas donde metías veinte duros, girabas una rueda que solía ser de hierro y salía una bola de plástico con alguna gilipoyez dentro. Me acuerdo que venían muñequillos de algo, y la verdad es que luego se dejaron de ver.
Pues máquinas de estas hay un huevo por Tokyo!!!! Yo alguna vez echo alguna monedilla para ver qué sale porque hay cada cosa que es que te partes!
La palma se la lleva ésta tienda de Odaiba, donde tenemos todo un rincón lleno de máquinas con bolondrios con sorpresa dentro. Hay gente que está super pirada con estas cosas y colecciona todo lo que sale!
Yo, que un poco jarto reconozco que estoy, tengo mi pequeña colección de gilichorreces provenientes de los susodichos aparatejos boliexpendedores:
Una razón para no fumar en la calle
Las máquinas limpia gafas
Aquí el servicio es de lo mejor que hay, en cualquier establecimiento te tratan siempre con muchísima educación y respeto. Sin ir más lejos, el otro día en el Izakaya que os conté no se que pasó que empezó a sonar una sirena, como si fuese la alarma de incendios. Se paró al de un minuto más o menos, pues bien, el camarero fue mesa por mesa pidiendo perdón por el jaleo (que tampoco fue tanto).
También me acuerdo del domingo pasado que me probé unos pantalones y me encontré al dependiente alineando mis zapatos en la entrada del probador (se entra descalzo), y no es porque molestasen, porque estaban en una esquina y por allí no podía pasar nadie.
Pero lo que yo os quería enseñar, aunque sólo tengo dos fotos, son las máquinas limpia gafas que hay en la puerta de las ópticas. Resumiendo: son unas máquinas con un líquido especial en el que sumerges las gafas, le das a un botón y eso hace algo parecido a un centrifugao, ¡¡¡y te deja los cristales que se puede leer hasta la letra pequeña de los préstamos bancarios!!!!
Para mi es el colmo de dar un buen servicio, porque al fin y al cabo en el resto de tiendas estás gastando tu dinero y les interesa que estés contento, pero es que éstas máquinas son gratis y encima ¡¡no tienes ni que entrar en el establecimiento!!!, están en la misma puerta, pero en la calle!
Anda mira!
Una tienda de equipamiento de Kendo!
Que pedazo de setón!!
Qué sencillo, pero que bonito a la vez!
Sólo se puede fumar aquí en la calle!
Estos si que saben!
Los monos de Nikko, pero en versión anuncio en el metro!
Menos mal que nos lo recomiendan!
¿Me lo como? ¿Le saco una foto? ¡Las dos cosas, en distinto orden!
La de botones que tiene mi lavadora!
Pidiendo por wi-fi
En mi oficina somos como el chiste ese: «están un americano, un francés, un japonés y un irlandés y va el americano y dice…». Y ya os conté que a pesar de ser tan diferentes, porque somos muuuuy diferentes, nos llevamos muy bien y funcionamos como equipo.
Además, nuestro jefe es lo bastante… digamos «normal» como para dejarnos hacer nuestro trabajo sin meterse. Cada cual es lo suficientemente maduro para hacer lo suyo, y eso hace que no nos importe quedarnos hasta tarde cuando es realmente necesario, o irnos antes si no hay trabajo que hacer y nos viene bien ese día.
Una de las aficiones favoritas de los japoneses es ir todos a tomar algo después del trabajo, y nosotros hemos tomado por costumbre hacerlo los jueves y/o viernes. No solemos ir todos, pero los que se quedan hasta tarde lo hacen. Yo los jueves no tengo Karate y suelo aprovechar para adelantar currelo todo lo posible, así que soy uno de los habituales.
Bueno, todo este rollo viene porque acabo de encontrar unas fotos del sitio al que solemos ir habitualmente. Es un Izakaya, un restaurante donde generalmente estás en una mesa aislada del resto, descalzo, y puedes ir pidiendo bebida y comida según vas. En este que os cuento, han puesto un sistema para pedir las cosas vía wifi. Tu tienes una pantalla táctil y vas eligiendo lo que quieres comer o beber, si al final pulsas en el botón de hacer pedido, te viene el camarero en cinco minutos con la bandeja.
Tal y como lo veo yo, son sitios diseñados para estar a gusto. Al estar aislado, uno puede hablar, tumbarse en el asiento (recordad que estamos descalzos), beber, cantar… sin que nadie te moleste. Ningún camarero va a decirte nada, a no ser que prendas fuego a las cortinas o algo así, y es curioso ver como los salary man, hombres trajeados, pierden los papeles a la segunda cerveza!!!
Y una de las mejores cosas es que no tienes que elegir el menú estrictamente al principio, sino que pides lo que quieres cuando quieres. No tienes que estar pendiente de nada, comes cuando te apetece, y si quieres más, pides más, y si no, te estás ahí toda la noche sin problemas. Sin lugar a dudas, creo que es un modelo de local que triunfaría en España. Lo apunto para mis futuros proyectos! Ikuizakaya!
Haciendo cola
Yo he hecho cola para muchas cosas en mi vida: para comprar una entrada, para entrar a un concierto, para subir a un barco con los de la tele, ¡hasta para subir al monte!
Pero creo que nunca en mi vida haría cola para comprarme un donut…
En Shinjuku, es un sitio famoso, y pases cuando pases, te lo encuentras así:
Y según volvía para casa, a mano derecha, me aparece aquí Michael Knight con su coche fantástico:
La policía de Tokyo
Yo, a parte de verles andar en bici y pedirme la documentación, no les veo hacer otra cosa que esto:
Todavía me acuerdo de mis viajes desde Zalla a Bilbao los sábados a la noche en la Feve… aquello no eran adolescentes, eran los gremlins en celo!
Así que visto lo grande que es Tokyo, los policías se han especializado en dar direcciones, y la foto que os he puesto es la imagen que tendré yo siempre de ellos.
Los minicoches
En Japón hay unos coches que son como versiones mini de coches reales. A ver si soy capaz de explicarlo, es como si cogemos una furgoneta de las de toda la vida y la metemos en una máquina que la deja a un 75% de su tamaño. ¿Qué saldría de la máquina esta del profesor Bacterio?, pues una furgonetilla que igual no sirve para llevar un frigorífico y una lavadora juntos, pero sí que permite hacerlo en dos viajes. No es mal concepto, eh campeón, tu que piensas?
Este concepto de coche existe aquí!!! Y tiene un par de razones de ser: son coches más baratos y se pagan menos impuestos. La manera de distinguirlos es obvia, pero si sois un poco tikismikis, os podéis fijar en que la matrícula es amarilla en vez de blanca.
Anda mira!
Lavadoras en la calle
Si tenemos en cuenta que este es uno de los países más seguros del mundo y que las casas son muy pequeñas, ¿porqué dejar que la lavadora ocupe sitio dentro?
Las sacamos fuera!!
Una gasolinera de Nakano
Cuando los tópicos se hacen notar
En mi oficina hay gente de cuatro nacionalidades más a parte de la mía. Tenemos a dos americanos, una canadiense, cinco japoneses y un francés. Esto ya se está empezando a parecer a los chistes de antes de «va el francés y dice, pues en mi país»…
El caso es que hoy me ha dado por pensar en ello, en que somos muy diferentes pero que a pesar de todo, funcionamos bien como equipo. Y en la mayoría de los casos, y aunque no me guste mucho admitirlo, creo que se cumplen los tópicos propios de cada nacionalidad. Vamos por partes:
Yankilandia #1: de los dos americanos, uno es de pura cepa, y el otro es de padre alemán y madre japonesa, pero que nació en América aunque lleva la mayor parte de su vida en Japón. Es mi jefe, el de las piñas, y se puede sentir su influencia japonesa. Es comedido, generoso y tiene el don de apaciguar los ánimos cuando las cosas se tuercen. Habla japonés como uno más aunque de vez en cuando no puede evitar un «fuck you asshole» que le sale desde lo más profundo de su ADN paterno. Además, es un amigo.
Yankilandia #2: el otro americano es la imagen más típica de un gringo. Es prepotente, insultantemente sincero, no respeta a nada ni a nadie, erupta cuando le apetece, habla mal de todo el mundo y siempre está criticando algún aspecto de la sociedad japonesa. Su novia es japonesa, muy guapa por cierto, y al verle hablar con ella, me resulta imposible no pensar en una típica peli americana del jugador de rugby y la animadora. En este caso, el tópico se cumple 100%, él es el absoluto protagonista de todos los saraos. Aunque le he puesto a caldo, os puedo decir que es buena persona y algo parecido a un buen amigo si sabes entender que no tiene educación porque no puede tenerla.
Japón: Los japoneses de mi oficina son reservados, callados, serios, amables. Están en su país y tu no, y por eso siempre tratan de explicarte cualquier cosa si estás dispuesto a escuchar (no suele ser el caso del americano). Son trabajadores, mucho, y aunque puede que no tengan conocimiento para resolver los problemas, se esfuerzan al máximo por conseguirlo. Si les ayudas, te lo agradecen en el alma. En mi oficina hay dos chicas japonesas, las dos han vivido en el extranjero y eso se nota en su carácter, más abierto, más occidental, de trato más fácil y accesible.
De los dos chicos japoneses, uno mide más de metro ochenta, es enorme en todos los aspectos. Y cumple el tópico de las personas obesas que dice que son alegres. Este hombre tiene una risa que es contagiosa como pocas, y además la utiliza mucho con lo que nos obliga a sonreir al resto unas cuantas veces al día.
Francia: Este es el tío más raro que he conocido en mi vida. Es arrogante, engreído, pomposo. Siempre trata de evitar estar con los demás. Si comemos juntos, él no viene. Si tenemos una fiesta de empresa, él es el primero que se va con algunas horas de ventaja. Es de ideas fijas, no es capaz de razonar cuando se le cuestionan, se bloquea y deja de hablar, por un rato. Lo medita, y al de dos horas quizás te viene con una respuesta, o quizás no, a veces decide hablarte dos días más tarde. Tampoco es mala persona, aunque creo que nunca acabaré de conocerle del todo porque no se deja.
Canadá: Este es un caso muy especial. Es una chica de padres chinos que nació en China, pero que se fue a vivir a Canadá, que es su nacionalidad oficial. Tiene el Noken nivel 1 de Japonés, vamos, que si no te lo dicen, nunca sabrías que no es japonesa, quizás el tatuaje que tiene en el hombro podría hacernos dudar. Aquí tenemos el mismo caso que con mi jefe, lleva tanto tiempo en Japón, que ha sabido mimetizarse perfectamente. Sabe cosas de Japón que nadie de los japoneses sabe, es capaz de darles lecciones sobre películas japonesas, tés, ropa, historia…
Yo: Me paso el día cantando. Cuando algo me sale mal, juro en castellano y el japonés de metro ochenta lo repite, con lo que ya tenemos risas. Hablo con todo el mundo, vacilo al yanki, me llevo muy bien con todos los japoneses. A veces me mosqueo porque algo no me sale, y entonces me aislo, como si fuese francés. Me pongo los cascos, resoplo, juro y me agobio. Se me suele pasar rápido, aunque hay veces que me dura todo el día. Me descubro a mi mismo hablando en inglés y me entra la risa. Trato de hablar en japonés todo lo que puedo, aunque sea mal, y los japoneses siempre me ayudan con una paciencia infinita. En la oficina, me llevo mejor con ellos que con el resto aunque aquí no creo que dependa tanto de nacionalidades, sino de formas de ser de cada uno.
Somos muy distintos, y claro que influye el país donde hemos crecido, quizás tiene un 40% de culpa de nuestra manera de ser, el otro 60% depende de cada persona. Lo bonito es saber entendernos a pesar de ser diferentes. En nuestro caso no siempre lo conseguimos… pero funcionamos juntos!