Otros momentos que esperan su turno para ser contados:
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Campamento de Karate: el día grande
Ayer lo dejamos en que nos fuimos a dormir pronto, bueno, la verdad es que no es tan verdad… Kojima san es un liante del copón, y anduvimos haciendo el tonto por las habitaciones un buen rato después de que todo el mundo se fue a dormir. Cuando ya nos cansamos de hacer el giliflautas, nos fuimos a la habitación donde resulta que estaba el franchute viendo las olimpiadas a las 2 de la mañana, que es que el tío es más rancio que darle una pandereta a Mercedes Milá!!
Así que nos tiramos en el suelo a dormir, y yo me quedé como un tronquito de pepsicola… hasta que empezó Kojima su concierto en Ro menor, la madre que le parió cómo roncaba, como le ponga la misma fuerza para pegar puñetazos mejor me aparto!. Eché mano del ipod y me debí quedar sobao entre canciones de Sabina, porque a la mañana siguiente tenía un auricular enredao entre el brazo derecho, y el aipoz sin batería por ahí tirao.
Y tocó diana a las seis para ser más exactos… después de librar algún que otro combate con las legañas (ganaron ellas), aparecimos en la calle todos sobaos vestidos de cualquier manera y empezamos a calentar en círculos. ¿Os he dicho que era a las seis de la mañana?, ah, vale, que no me acordaba.
Después empezó el correteo hasta la playa, y allí el profesor se dedicó a hacer una serie de juegos de estos de esprintar, de saltar a la rana, de llevar al compañero a kutxus y así. La cosa estuvo divertida, pero no eran horas, hombre. Y al acabar, hicimos un poco de Karate en la playa, y desfilamos para la habitación porque en media hora tocaba el desayuno. Fue decir esta palabra y apretamos el ritmo como campeones!
Pero lo mejor viene que hora y media después tocaba clase de Karate, la segunda en menos de 14 horas y con unas carreras de por medio… pero aún así, se hizo igual de ameno e interesante que la del día anterior con Kanazawa explicándonos todo con mucho detalle y su hijo yendo uno por uno corrigiéndonos. La clase duró dos horas, pero a mi me dio la impresión de que acabó super pronto.
¿Y después de la sandiada qué vino? Pues una barbacoa en la misma puerta del Ryokan!!!! allí todo kiski asando carne, verduras, bebiendo cerveza, riendo… menudo ambientillo que había montado. A mi se me puso un chaval al lado y no me dejaba de decir que qué bien hablaba japonés, jaja, y eso que lo único que hacía yo era comer y decir oishii!!
Un día tan… no se cómo describirlo, de tantas cosas que hicimos, de tanto que nos reímos a la vez que aprendíamos… es como si no fuese posible que volviese a haber otro día igual. Me lo pasé como hacía mucho tiempo, como cuando iba a alguna excursión con la escuela, como si volviese a ser niño otra vez.
Pero luego es cuando ya nos fuimos a la habitación más grande donde nos juntamos todos, casualidad que era la nuestra, y allí es donde Kanazawa nos estuvo contando entre vaso y vaso de un sake carísimo, toda una serie de historias maravillosas.
Aquello duró horas, y aún cuando él se retiró, todavía siguió la velada con todos hablando con todos, cambiándonos de sitio… menos el franchute que no hacía más que decir a la gente que se fueran que tenía sueño, menos mal que nadie le hizo caso. Si es que hay gente que tiene callos, otros tienen granos y nosotros tenemos al mesié baguette! hay que aceptarlo!
Y ya cuando todo acabó, cuando estábamos que no podíamos con los párpados, nos metimos a dormir. Y en esta ocasión no fue Kojima, sino otro compañero que vino ese día y que pudiera ser que durmiese como los angelitos, pero coincide que no. El tío no es que ronque en decibelios, es que ronca en Richter. Cuando va a dormir avisa a los de los terremotos para que bajen el sensor y no de falsas alarmas. Os juro que puse el ipod a tope y aún así seguía escuchándole!!!
Así que cuando coincidió que era la misma hora que la última que decía Sabina en el estribillo ese de “y nos dieron las diez y las once y las doce y…” yo salí de exploración en calzoncillos por el Ryokan pensando seriamente en dormir en la calle. En estas que me encontré con las llaves de otras habitaciones y echándole un par de webos, cogí una y me metí en la más alejada y pequeña que había. Pero como me quedaba un poco de vergüenza, pensé que no era plan en estropear unas sábanas, así que volví de puntillas a entrar en donde el Yeti (ahora que lo pienso habría dado igual si entro con catiuscas), cogí el móvil, doblé el futón con almohada y todo y me piré a mi nueva suite de verano. Tiré todo en el suelo, cerré la puerta dejando la llave en su sitio, y puse la alarma a las cinco de la mañana.
Dormí mis cuatro horitas como un campeón y después volví a mi habitación a dormitar la última. Me hizo muchísima gracia saber que a la mañana siguiente nadie se había enterado de nada, y cuando Eiffel le dijo a Richter que roncaba y este dijo que no, yo casi me muero de la risa!!!
Y ya sólo nos queda un día!!!!
El día grande tal cual lo vió mi cámara:
Campamento de Karate toma 1
Hola hola hola
Aunque ya sabéis que me lo pasé mejor que Nadal con una vaca, siete kilos de Colacao y una cuchara, os vengo a contar aquí un poco más lo que pasó aquél fin de semana en que una manada de karatekas nos montamos en un autobús y nos dedicamos a dar pataditas durante tres días.
El viernes salíamos por la mañana, había que estar a eso de las 10 enfrente del dojo, así que arramplé la bolsa y allí que me planté. Durante las últimas semanas unos chicos rusos han estado viniendo a las clases, y también se apuntaron al campamento. Es curioso porque de algo así como 7 personas, sólo uno habla inglés un poco, así que es gracioso ver a los japoneses hablándoles al ruso y luego éste traduciendo al resto. Es como si nadie hablase el idioma que toca o algo!
Así que después de una hora en autobús, de repente nos metimos por una carretera que resulta que estaba rodeada de mar por todos los lados. Yo flipaba, pero es que luego la carretera esa de repente se mete debajo del mar!! es un túnel que une Tokyo con Chiba, pero es que una de las entradas del túnel está en medio del mar!! no está en tierra!!! cómo han hecho para que al cavar el agujero no se vaya el agua pabajo cual desagüe????
Aquí enseñan algunas fotos de cuando lo construyeron, y también echadle un ojo al mapa, os lo pongo en grande, pero haced zoom para atrás para que veáis qué es lo que une:
Y aquí alguna fotaco que saqué a la vuelta:
Bueno, pues después de que el bus se metiese por entre todas las montañas de Japón, aparecimos en el Ryokan y nos repartimos las habitaciones. A mi me tocó con un franchute que es más soso que ponerle a Maldonado a bailar jotas, así que pensé que había que idear una estrategia escaqueante pero a la de trois. Entonces entró Kojimasan, un compañero que se está siempre riendo, y total que me junté con él y no le solté hasta el domingo, el tío fumaba cada diez segundos, pero mejor aguantar humo que sosería!
Y entonces empezó la primera clase, que se impartía en unas escuelas que había al lado. Así que íbamos vestidos de blanco todos ahí por el medio del pueblo y después las clases fueron muy parecidas a las de siempre, con la diferencia de que todas las impartía Kanazawa y que su hijo le ayudaba.
Al acabar, tocaba ofuro: uno se ducha sentao en bolas en una banquetilla de plástico, ahí te enjabonas todo lo raro, y después de aclararte bien te metes en una bañera con agua súper caliente que sales más rojo que el alemán que durmió la siesta en la playa. Pero eso sí, te quedas como Dios.
Y después toca comer, nos juntamos todos en una sala, nos sentamos en el suelo y nos ponemos ciegos a comer arroz, sopa miso, pescado… yo no dejé ni las espinas, menudo hambre que entra después de una clase de Karate y un baño de esos, majos!
Todo esto fue el mismo viernes, en el que por la noche nos fuimos a una habitación a beber, y estuvimos revisando los combates del hijo de Kanazawa en una tele y comentando la jugada. Pero como estábamos bastantes cansados, nos fuimos todos a dormir prontito porque al día siguiente tocaba levantarse a las seis de la mañana para ir a correr!!!
Mañana más, santo Tomás!
Los ojos de Kanazawa
Un anciano amable, simpático, entrañable, pienso que sería fácil quererle con un mínimo de trato.
Corresponde a nuestros saludos siempre con una sonrisa en los labios y nunca se cansará de dedicar, al menos, un “konnichi wa” a cada uno de los que estamos allí.
Cuando da la clase, todo es solemnidad. Es inconcebible que alguien ría, bostece, o mire para otro lado que no sea al centro del tatami donde aquel anciano vestido de blanco descansa sentado sobre sus rodillas. Últimamente lleva traje y cinturón nuevos. Pienso en cuántos habrá usado a lo largo de toda su vida, cuántos viejos cinturones desgastados… lo que daría por tener uno de ellos.
Con voz firme nos ordena levantarnos, y nos hace una reverencia. Y todos nos aseguramos de doblarla en grados y en segundos, creo que yo lo hice desde el primer día sin que nadie me lo tuviese que explicar, no podía ser de otra manera.
Se sabe nuestros nombres, se asegura de sabérselos y si tiene que agacharse para corregirte una postura, lo hará con gesto lento, y te agarrará la pierna y te hará doblar más la rodilla, y te explicará la razón mientras está agachado a tu lado mirando hacia arriba. Y la siguiente vez, si lo haces bien, te dirá que aprendes rápido, aunque no sea tan verdad como uno quiere creer.
Fuera de las clases suele llevar traje, como un jubilado que quiere dar lo mejor de si mismo. Aunque en el campamento de verano, llevaba bermudas, un niki y unas chanclas.
Todo son atenciones hacia él, inconscientemente le llevan té, comida… yo mismo le llevé el equipaje porque así me lo ordenaron, aunque lo hubiese hecho encantado de todas maneras. Y se suele retirar pronto, aunque no duda en sentarse entre nosotros y compartir una cerveza y anécdotas y sonrisas que valen por mil.
La otra noche estábamos todos sentados en el suelo, un poco borrachos por el sake de 25.000 yenes que nos había traído, y alguien mencionó mis combates de la competición. Él no los vió, pero se interesó por ellos y me dio la enhorabuena. Me dijo que tenía mucho valor para él tener extranjeros en su escuela, porque no sabemos japonés y aún así no nos importa pasarlo mal con tal de aprender. Que le honraba que yo estuviese allí, y me hizo una reverencia.
Y yo lloré.
Y todos se rieron, y alguna chica dijo “kawaii”. De repente, todos, unas quince personas, se callaron. Quizás no fue mucho tiempo, pero fue un silencio solemne que pareció durar horas. Todos miraban al suelo, y sólo se podía escuchar el sonido entrecortado de la respiración que yo trataba de recuperar.
Entonces la velada siguió, y entre vaso y vaso de aquel sake, él nos regaló la historia de cuando entrenaba con Bruce Lee, o de cuando el Karate estaba prohibido en la URSS y tenía que enseñar en sotanos de escuelas para que no le detuviera la policía. Su hijo asentía sonriendo con ese gesto de complicidad de haberlo oído tantas veces, los que entendían japonés le escuchaban fascinados y yo… yo me dejé hipnotizar por el sonido amable de su voz.
Me emocionaré siempre al recordarlo.
Al día siguiente nos sentamos para comer después de la clase, y a mi me tocó estar casi a su lado. No paró de sonreir en toda la comida, pero yo miraba a sus ojos. Los ojos de un anciano de 77 años que ha dedicado toda su vida al Karate, que hace decenas de años ya que fundó su propia escuela y que todos los años viaja por el mundo para contar por qué hay que doblar más las rodillas a todo aquel que quiera saberlo, que no son pocos.
Pero sobretodo, los ojos de una gran persona que siendo quién es, se empeña en no ser más que cualquiera.
Neki se vino al té
Mientras me seguís comentando el último combate de Karate, que me está gustando mucho leer las conclusiones que estáis sacando, os vengo a contar algo distinto, que menuda semana llevo de Karate. Por cierto, mañana me voy a un campamento en Chiba que se basa en estar tres días levantándote a las 6 de la mañana, correr una hora por la playa, dos clases de Karate al día… madre del amor hermoso, que no me pase nada aquí en la escuela ninja esta!!!
Bueno bueno! joe, no hay quien me pare con tanto Karate, qué pesao!
¿Os acordáis que os dije que se venía con unos amigos?, pues estuvo estuvo y a mi me dio muchísima vergüenza, no os creais que atiné mucho!
¿Vosotros qué pensáis? Yo creo que les gustó!
Para mi fue todo un lujo conocerles, gente super maja con la que compartí un par de cenas, paseos y muchas muchas muchas risas. Espero que nos volvamos a ver! Aunque me tenga que ir a Balmaseda!
Por cierto:
El tercer combate
De este combate no voy a contar nada, pero, por favor, necesito que me dejéis vuestra opinión…
El segundo combate
Después de la media decepción del Kata, resulta que había que esperar hasta las tres y media de la tarde para los combates, así que todo el mundo se fue a comer. Yo pensaba hacerlo con mis compañeros, pero como al final yo era el único que tenía a esa hora, ellos o ya habían comido o estaban compitiendo.
Con lo que me compré algo suave para comer, y me senté a ver otros combates y tratar de fichar un poco a la gente. Neki estuvo un rato largo sentado conmigo y la verdad es que agradecí un montón estar allí cascando como si la cosa no fuese conmigo. Hasta que media hora antes decidí bajar para calentar un poco y, de paso, pedir un casco que iba a necesitar y que me dijeron que me dejaban por allí.
El casco es para verlo, no sólo te protege los lados del melón, sino que tiene un plástico ahí por delante para que si te aterrizan una ondonada, no te disloquen el jerol. Esto está muy bien, pero la primera vez que me lo puse pensé que era lo más incómodo del mundo!!! Para empezar no oía nada, y encima se movía muchísimo, y con la respiración se empañaba!!
Cuando por fin apareció el jefe con la lista, había pasado más de una hora y entre que eramos un montón de ellos y que alguno no aparecía y lo llamaban más veces y que si tal y cual, aquello empezó por lo menos hora y media tarde. Yo ya no tenía ni nervios, estaba más dormido que otra cosa. De hecho estaba pensando seriamente en ir a tomar un café o algo porque de verdad que lo estaba pasando más mal que cuando me dio por leer el señor de los anillos e iba ya por la cuarta hoja (no pasé de ahí, por cierto).
Por fin desfilamos hasta nuestro tatami, y como ya sabéis, yo era el último que salía. Una vez que el arbitro dio comienzo, me di cuenta de que yo no estaba saltando como un loco como lo hacía antes. Que simplemente me puse delante de él preparado, moviéndome muy poco, con calma aunque siempre alerta, y como sabiendo lo que iba a pasar… la verdad es que me sorprendí de lo mucho que había cambiado mi forma de pelear.
Este primer combate, como ya sabéis, lo gané. Los eliminados se fueron, y nos fueron asignando colores otra vez a los que quedamos. Cómo no, yo me quedé con el blanco.
Así que pasé a cuartos!!! Emoción emoción!!! ¿Qué pasará a partir de aquí??!?!?
El Kata
El sábado me levanté media hora antes que la alarma del despertador, aunque la verdad es que no estaba nervioso, me sentía como en calma, como sabiendo que ya no había nada más que preparar, que sólo quedaba ir a Yoyogi y hacer lo mío allí delante de todos.
Desayuné bastante fuerte, y llegué al estadio a las nueve de la mañana, la hora justa que se anunciaba en la hoja. En la entrada había muchísima gente, sobre todo niños con el traje de Karate ya puesto, y muchas madres acompañándoles. Así que yo no encontré a los de mi gimnasio y me sentí totalmente perdido.
Pasé adentro, y justo en la entrada habían puesto una serie de mesas con camisetas, bolsas, y demás productos de la SKIF, y estaba mi profesor Suzuki vendiendo. Me acerqué a él, le saludé con mi primer ossss del día, y le pregunté dónde tenía que ir. El se empezó a reir, y me dijo que no sabía, que fuese “para allá”, vamos, para la cancha.
Allí finalmente me encontré con algunos de mis compañeros que ya estaban con el kimono, así que me fui a cambiar. Lo que pasa es que no había vestuarios por ningún lado, con lo que entré en un baño y resulta que había gente allí cambiándose. Yo me sentía totalmente desorientado, sin saber qué iba a hacer, ni cuando, ni donde.
Subí, me senté y una compañera me cogió de la mano y me dijo que bajase a uno de los tatamis donde algunos estaban calentando. Me uní a ellos, e hicimos los mismos ejercicios con los que empezamos siempre las clases. Me sirvió para relajarme un poco, aún sin perder la sensación de estar perdido.
Se me descosió el dorsal, y un chico de la organización me lo pegó con cinta. Pero al de cinco minutos se me volvió a despegar, y una chica me lo pegó con otro tipo de cinta. Cuando pasó por tercera vez, la misma compañera de antes me llevó donde una señora cuyo hijo está en mi gimnasio, que, como buena madre, tenía aguja e hilo y, más maja que ni sé, me lo cosió con lo que ya se quedó ahí para siempre. Por cierto, lo tengo que quitar para la clase de mañana, pero es que queda tan mono…
Me di cuenta de que la gente tenía como un programa con los horarios, así que fui a coger uno. Tuve que pagar mil yenes, pero me llevé un libro donde se explicaba el evento, y tenían perfectamente organizado quién hacía qué, en qué tatami y, sobretodo, a qué hora.
Yo salía a las 12:05 en el tatami B para hacer el kata que me dijesen. Me hizo mucha ilusión ver que mi nombre ha quedado impreso y unido al evento para siempre en el libro oficial, y fue gracioso ver un simple y significativo “Oskar” entre tanto kanji con nombre completo.
Me enteré, entonces, que todo se hacía el mismo día: katas y combate, y que sólo si llegaba a la semifinal, tendría que ir al día siguiente. Y también el mismo día me enteré de las horas, si lo hubiese sabido antes, no habría hecho a Neki y compañía venir tan pronto.
Un chico que había venido de Hokkaido decidió hacerse mi amigo y estuve hablando con él bastante rato. De hecho, de no ser por él, no habría llegado a tiempo al recuento, mayormente porque no tenía ni idea de donde era.
Después, salimos todos en fila hasta nuestro tatami. De repente se me secó la boca, sentí miedo, creí olvidarme de todos los katas…
Pero salí, hice el kata que me tocó, el tercero de los más básicos, y de los cinco banderines de puntuación, a mi me dieron sólo dos, así que el otro chico me ganó. En cuanto acabé el kata, sabía perfectamente el error que había cometido: perdí el equilibrio en una de las partes más fáciles, echadle un ojo al segundo 58 del video… Me llevé mucha decepción porque sabía que podía haberlo hecho mucho mejor, pero ahora estoy muy contento de haberlo intentado.
(Os aconsejo que lo veáis en la web de Vimeo, que se ve mejor por lo del HD este)
Por la tarde, como ya sabréis por el video que ya he puesto, la cosa salió un poco mejor… pero os tendréis que esperar!
PD: Por cierto, para liberarme del estrés de la competición el viernes me compré el iPhone… yo, por comentar…
Una de repartir
Habrá crónica en detalle, pero para que dejéis de zamparos las uñacas, aquí va un aperitivo:
Está en HD, así que si vais a la página de Vimeo, la calidad tiene que ser buena.
Neki, gracias por enchufarme!
915
Ese es el dorsal que me han dado para el campeonato nacional de la SKIF (Shotokan Karate International Federation). Llevo entrenando exactamente 84 clases desde que llegué a Japón, empecé con cinturón blanco de nuevo por distintas razones, tengo el marrón y el mes que viene me examino de cinturón negro por fin.
Pero el caso es que este sábado me presento al campeonato de Japón en las modalidades de Kata y Kumite como un alumno más de la escuela de Kugahara. Lo primero significa que tengo que hacer dos Katas: uno el que lleve preparado, y otro que no lo sabré hasta el último momento que es cuando levantarán un banderín con el nombre .
En Kumite me tocará pelear con gañanes de mi mismo cinturón, y siempre menores de 40 años que es donde empieza la siguiente categoría. Esto significa que se me puede poner delante lo mismo un adolescente de estos con las hormonas en Shinkansen y brazos colgando que me mirarán desde ahí arriba. Es igual! yo me tomo esto como el reto que es y pondré todo de mi parte, espero que si Neki se esmera con la cámara, podáis ver algún video.
Así que si estáis por Tokyo, como Neki, y os apetece venir a ver cómo uno de cerca de Bilbao se hace pasar por japonés y se mete en un cuadrao a repartir, no tenéis más que bajaros en la estación de Harajuku el sábado a eso de las 10 de la mañana e ir al estadio olímpico de Yoyogi, al pequeño, pero con la condición de que pegueis gritos bien daos. Después pueden pasar dos cosas: que gane y entonces tenga que ir el domingo a la siguiente ronda, o que no gane con lo que nos iremos a un izakaya todos juntos a celebrar que lo he intentao! Ah, y la entrada es gratis!
Qué Beijing ni qué cuentos chinos!!
Neki se viene al té
Mi profesora de la ceremonía de té es una amatxu. Aunque creo que no tiene hijos, pero nos trata como lo haría cualquier madre: con mucho cariño. Normalmente vamos directamente desde la oficina, con lo que llegamos a eso de las siete de la tarde no habiendo comido nada desde la una, así que yo personalmente me como a Dios por una pata. Pues bien, todos los días, nos tiene preparada una merienda!, unas veces son rosquillas, otras pan con algo, el último martes hasta mazorcas de maíz y todo!
A mi me tiene pelota. Creo que es porque soy extranjero y parece que no se me da mal, pero el caso es que me mima más que a Michiko y su amiga Rumiko, que vienen conmigo: me ha regalado una taza preciosa, medio bote de matcha y un abanico. Y dice, creo que más por halagarme que otra cosa, que me quiere llevar a Kyoto donde su profesora para que haga una clase con ella y así me pueda ver.
Yo creo que exagera, sólo llevo 5 clases y la mitad de las veces no me acuerdo de qué va después.
Bueno, pues el último martes coincidió que ni Michiko ni Rumiko pudieron venir, así que mientras merendaba lo que me había preparado, hablamos en japonés. Yo le conté lo que buenamente pude, y entre otras cosas le conté que unos chicos de Balmaseda me iban a venir a ver al campeonato de Karate. Que estaban aquí de vacaciones y que era mucha casualidad, que yo estaba muy contento.
Pues cual amatxu que le prepara la merienda a los amigos de su hijo, la profesora les ha invitado a que vengan a la clase de este martes. No se muy bien cómo saldrá, y a mi me da mucha verguenza ponerme el Yukata delante de unos que me pueden vacilar en castellano.. pero a Neki parece que le ha gustado la idea, y se vienen siete gañanes que además son gaijines.
Así que el martes veré a Iñigo, Neki para los blogamigos, que vive en un pueblo a 7 kms del mío, pero nos vamos a conocer a más de 10.000 km de allí.
Qué mundo este…
Ikuceremonia del Té Toscano
La ceremonia del té y mi dilema
Hola chatos! Este sábado anduve más que el probador de las plantillas devorolor!!, ¿pues no fui desde Shibuya hasta Gotanda andando, y luego hasta mi casa en bici?. Esto que os sonará a japonés (jaja), viene a ser como dos horas andando y media hora en bici. Al llegar en casa, me preparé un baño, y nada más meter los pies, aquello empezó a hervir…
Bueno, yo os vengo a contar la ceremonia del té que me regalaron. Os pongo en antevicentes. Michiko, que sabe que siempre ando husmeando en historias japonesas, me dijo que una de sus amigas es profesora de la ceremonía del té, y que si yo estaba interesado, que nos preparaba té mientras nos explicaba los pasos.
Así que dicho y hecho. Fuimos los dos, y la profesora nos recibió en su casa con el kimono puesto y una sonrisa enorme, así da gusto.
Hablamos un rato, que si España y olé, que si Bilbao ande queda, que si hago Karate que bien… bueno, después de conocernos, pasamos a la habitación que tiene preparada para tan noble evento. Menudo cambio! de estar en una casa parecida a la de Los Serrano, nos hemos mudao de repente al Japón de las películas: suelo de tatami, puertas de madera y papel, utensilios para el té perfectamente alineados en una esquina, puertas de los armarios decoradas con flores de cerezo… precioso!
A partir de aquí todo han sido normas. Todo, absolutamente todo, está preconcebido, desde donde te tienes que sentar, hasta la manera de beber el té. Aunque no me acuerde todo, voy a intentar contaros paso a paso en qué consiste:
1- Uno va y se sienta sobre las rodillas (posición seiza), encima de un cojin pequeñito que hay. En nuestro caso había dos cojines que estaban puestos exactamente a la misma distancia desde el límite del tatami.
2- La profesora se pone en la misma posición antes de entrar a la habitación y hace una reverencia, entonces se levanta, entra, se sienta a su vez sobre las rodillas y nos saluda con otra reverencia dándonos las gracias por venir.
3- Saludamos, y entonces ella nos señala la composición que ha preparado para ese día, y en un japonés tremendamente formal, nos lo explica. Se trata de un lienzo con cuatro kanjis colgado sobre la pared, y en la parte de debajo un jarrón con flores, una figurita de un ratón que resulta ser un quemador de incienso y algo parecido a una montaña. Estamos en primavera, pero cerca del verano, con lo que las flores de los árboles se han caido, y ahora sólo quedan hojas. Los kanjis dicen esto mismo, y a su vez se representa también con el color verde del fondo del lienzo. Increible!
4- Entonces nos pone dos platos pequeños con dos dulces. El fondo de los platos es verde, y en la parte superior del dulce, una tarta de bizcocho, hay algo confitado que recuerda a una hoja de un árbol. Lo cogemos, con la mano izquierda lo sujetamos algo por debajo de la altura de la boca, y partimos la tarta en cuatro trozos. Antes de comer, damos las gracias por ello. La profesora nos cuenta que la razón de comer el dulce al principio es para descubrir matices del té al contrastar con su sabor amargo.
5-La profesora, con gestos elegantes, coge el cazo, lo sumerge en la especie de olla de hierro que calienta el agua, y lo llena hasta tres cuartas partes de su capacidad. Vacia el agua en el cuenco donde va a preparar el té, pero sólo con el objetivo de calentar el recipiente y purificarlo. Desecha el agua en otro recipiente.
6- Abre el recipiente con el té en polvo y vuelca una cucharadita y media en el cuenco anterior. El té es de un color verde intenso. Entonces vuelve a llenar el cazo con la misma cantidad de agua, pero esta vez lo vierte sobre el té que tiñe el agua.
7- Con un utensilio de bambú bate el té hasta que se hace uno con el agua, después deja el utensilio en el suelo y deposita el cuenco de té en su diagonal, a una distancia exacta del borde del tatami y me hace una reverencia. El cuenco está decorado con dos motivos de ratones en honor al año actual. Uno de ellos queda exactamente enfrente de mi.
8- Me levanto, avanzo unos pasos, y me vuelvo a arrodillar sin pisar los límites del tatami. Hago una reverencia y cojo el cuento con mi mano izquierda mientras lo sujeto con la mano derecha. Vuelvo a mi sitio sin pasar por delante del otro invitado y me siento sin darle la espalda en ningún momento, y deposito el cuenco en el suelo delante de mi.
9- Hago una reverencia al otro invitado y le pido perdón por beber primero. Michiko me contesta que adelante, así que cojo el cuenco con mi mano izquierda y lo giro dos veces de manera que el dibujo del ratón quede ésta vez orientado hacia la profesora. Nunca se debe beber por donde está decorado.
10- Levanto el cuenco por encima de mi cabeza en señal de agradecimiento y bebo el té en tres sorbos. Después lo deposito en el suelo, me levanto y lo vuelvo a colocar delante de la profesora
11- Ella lo coge, y lo limpia de nuevo con agua caliente que vierte con el cazo. Después saca un pañuelo de dentro de su kimono y lo dobla de una manera increiblemente elegante. Con él, limpia la cucharita de té en tres movimientos. Deja todo en el suelo y repite todos los pasos pero esta vez para el otro invitado.
¿Cómo os habéis quedao?. Estoy seguro de que se me han olvidado muchísimas cosas y que habré contado otras mal, pero esto es lo que viví yo el sábado.
Es mucho más que preparar el té, se trata de aprender una serie de movimientos y tratar de llevarlos a cabo con la mayor elegancia posible. Se trata de ser capaz de ser consciente de la importancia de los detalles. Se trata de pulir cada gesto, cada mirada, cada palabra para conseguir un momento perfecto.
Se trata de regalarle a una persona lo mejor de ti mismo.
Y, la verdad, no creo que importe demasiado que le gusté el té.
Examen aprobado!!!
Cosas que he hecho en Japón
Ha pasado un año y mi vida es totalmente diferente. Se puede decir que no hago casi nada de lo que hacía en mi vida anterior: no como las mismas cosas, no hablo en mi idioma, no conduzco, no veo la tele, no leo el periódico ni ninguna revista, no he ido a ninguna boda, no voy al cine, casi no como fruta y casi nunca bebo vino.
Pero he aquí la lista de las cosas que he hecho en Tokyo:
Me encontré un ipod nano y no me lo llevé
La poli me dio chocolate y unos kleenex
Me estampé contra la Apple Store de Ginza y dejé los mocos en el cristal
Me dieron una patada en los huevos que me hicieron tenor
Salí por la radio en Navidad
Pasé mi primer examen de Karate en Tokyo
Se me quitaron las resacas
Fui al sumo
Salí de procesión portando un Omikoshi
Intenté subir al Fuji
Me hice fotos que no recuerdo
Descubrí las cucarachas
Me apunté a una agencia de modelos
Psicoanalicé a los de mi oficina
Viví el ambiente de unas elecciones
Hice una entrevista para doblar un videjuego y…
me cogieron y lo doblé!
He hecho más tortillas de patata que en toda mi vida
Quedé con el resto de bloguereros de Tokyo
Fui a un mercadillo en verano
Me compré un móvil
Me han confiscado tres paquetes por tener jamón, chorizo y/u/o lomo
Tuve que afrontar un choque cultural grande
Me apunté a Karate y aprendí a pasar el trapo
Vinieron los de la ETB y me hicieron una entrevista (y pagaron la comida)
La policía me interrogó en el portugués de Ronaldinho
He cantado en la estación de Shinjuku grabando un video
Esto a parte de las excursiones, los videos y otras vivencias….
Volviendo de Karate
Ya os enseñé Honmonji de noche. También de día.
Ahora va Honmonji en directo, bueno, en diferido más bien:
La patada en los huevos
Pues si, esto es lo que recibí ayer en Karate, un patadón en los mismísimos que me puso la cara del mismo color que el kimono.
Paso a contaros la apasionante y emocionante historia de cómo me hicieron tortilla:
Ayer fue mi primer día con mi cinturón marrón, así que la gente me felicitaba por haber aprobado el examen. El señor mayor me miró con desdén, como siempre, y me dijo en inglés: “that looks good on you” y seguidamente me dio la espalda. Vamos, todo según lo previsto.
Hubo novedades, como que ya no estaba a la izquierda del todo de la fila al empezar y acabar la clase (ahora ya estoy más para el medio tirando a la derecha), y ya no tengo que ir a por el cubo de agua, aunque de lo de pasar trapo no se libra nadie.
Entonces el profesor nos puso por parejas. Eramos impares, así que a mi me tocó con un chico que tendrá unos 16 años y su madre, que aparenta 10 más como mucho (tendrá 20 más). Los dos de cinturón blanco, y recuerdo que él se presentó al examen, aunque ayer comprobé que sin éxito porque no cambió de color.
La cosa era que, por turnos, uno ponía la mano y el compañero le marcaba una patada en la palma. Yo puse la mano primero, y el tío empezó a darme unas ostias como tortos en el brazo. Se suponía que era sólo marcar, pero el tío se estaba pasando. Aún así, era algo que yo todavía podía aguantar, con lo que traté de no inmutarme aunque dolía. En ese punto no sabía si es que no controlaba o lo estaba haciendo queriendo. En mi turno, lo hice como se supone que hay que hacerlo: sin fuerza aunque con velocidad.
Entonces volvimos a cambiar, y se alternaban su madre y él. Cada vez me daba más fuerte, y su madre y los compañeros cercanos se dieron cuenta, ya que los golpes sonaban a ostia de Bilbao. Así que su madre le echó la bronca un par de veces por lo bajini diciéndole que qué coño estaba haciendo.
Yo no decía nada.
Hasta que cambiamos de técnica y entonces se suponía que la patada tenía que ir al estómago. Aquí yo creo que más queriendo que sin querer, me dio una patada en los huevos que me dejó doblado en el suelo!!Jodé hasta me mareé!!!.
Cuando me pude recuperar medianamente y fue mi turno, el profesor nos dijo que atacásemos como quisiésemos. Así que todavía con los bajos boqueando pidiendo Aquarius, me dediqué a darle patadas en la cara, pero sin hacerle daño, simplemente marcándole mientras él intentaba pararlas sin éxito. Creo que esperaba ostio-réplica, pero no iba a darle esa satisfacción.
Al acabar la clase su madre vino donde mi y me pidió perdón con reverencias de esas que duran un rato cabeza abajo. Yo le resté importancia y le dije que fue un accidente, que no se preocupase, que no pasaba nada aunque tenía los redondos desbarataos. Y, sorpresa, al acabar de pasar trapo, el chico vino y me dijo en un inglés muy básico “I’m so sorry” con la cara más roja que la caja de Nestlé, contestando yo lo mismo que a su madre (y acordándome mucho de ella, por cierto).
El chico se marchó sin pasar por el vestuario, supongo que vivirá cerca, no necesita cambiarse y trataba de evitarme, pero la madre me esperaba a la salida y le estaba haciendo reverencias al profesor. ¡¡ Le estaba pidiendo disculpas por su hijo !!, aunque el profesor ni se había enterado, así que le contó lo que había pasado. Entonces el profesor vino y me preguntó si estaba bien, le dije que si, que sin problema (supongo que con voz de tenor). Y ella me volvió a hacer dos reverencias de esas largas pidiéndome perdón en japonés muy muy formal, mientras yo me sentía bastante incómodo.
En el tren camino a casa me dio por pensar que creo que le dio rabia que yo pasase de cinturón blanco a marrón directamente y él ni siquiera cambiase de color. O yo no le caigo bien por algún motivo.
No se, me siento bien pensando que no perdí la calma.
Aunque perdiese los huevos.
Vendo cinturón blanco
La razón de la venta es por cambio:
Examen de Karate
En la despedida de Josep, me enteré que había un examen de Karate el día 22 de este mes y he decidido presentarme, aunque mi trayectoria no se puede decir que sea muy normal:
Empecé con catorce o quince años en Zalla, y estuve practicando por unos diez años durante los cuales acabé dando clases a niños, y no tan niños, tanto en mi pueblo como en algunos de los alrededores.
Después nos vinimos a Japón seis meses, y encontramos un anuncio en una revista de segunda mano donde se vendía una nevera. Cuando fuimos a recogerla, el señor tenía fotos suyas en su casa con el traje de Karate, así que le preguntamos y al lunes siguiente ya estaba en Tokyo pegando patadas (gracias Tsuneo!).
Esto duró unos cuatro meses, el karategui que compré era de tela de niki del mercadillo y me quedaba grande y me lo pisaba, pero aún así la experiencia mereció la pena.
Y entonces volvimos, y empecé en un sitio distinto, en Santoña. Allí Carlos, el profesor, daba también clases de Kick Boxing, con lo que lo mezclaba un poco con las de Karate sin querer y era un poco bestia. Ya nos dimos nuestras palizas Carlos y yo allí, ya.
Después empecé en Bilbao, en Rekalde, pero duré poco. Estuve menos de medio año porque no alcanzaba a encontrar mi sitio, y eso que no me cuesta demasiado adaptarme, mirad donde estoy!
Y entonces pasaron algunos años sin practicar, tres o así, y me vine a Japón de nuevo y he podido empezar otra vez. Pero he querido hacerlo con cinturón blanco, y no con el negro que saqué tiempo atrás. Tengo muchas razones, pero la fundamental es que con tanto jaleo, ya no sabía ni por donde me daba el aire.
Así que el día 22 para mi será el momento en el que los que más saben de Karate del mundo me dirán, con un color, lo que piensan de mis pataditas. Motivante, que no?
Hay un señor mayor al que todos tratan de profesor, aunque nunca le he visto dar clases. Se da aires de superioridad, devuelve los saludos casi con desdén, trata a la gente bruscamente, echa broncas… Yo he intentado no dar demasiado la nota (dificil siendo extranjero), así que hasta hace un par de semanas nos hemos ignorado durante meses.
Pero el otro día después de la clase, se me acercó y me habló en japonés:
– Oskar-san, ponte en zenkyusu-dachi (una posición de karate)
– Hai!
– Esa posición está muy mal, dobla más las piernas!. Y levanta la cabeza, que parece que tienes miedo!.
– Hai!
– Ponte siempre así, no te quiero volver a ver hacerlo mal (y me da la espalda y se va)
– Hai! Oss! Arigato gozaimasu!
Esto se ha venido repitiendo durante las dos últimas semanas casi todos los días. Cuando no es una posición, es un kata o un movimiento, pero siempre de malas maneras.
Ayer yo estaba en la ducha y él no lo sabía, y le escuché en el vestuario que hablaba con el profesor:
– Creo que Oskar lo está haciendo muy bien, se esfuerza mucho.
– Si, eso parece, ya lleva un tiempo aquí, ¿verdad? ¿seis meses?
– Si. Se va a presentar al examen del día 22. Yo creo que su nivel es de cinturón negro, se lo merece.
– Sou desu ne…
Por dejarle seguir guardando las apariencias, no salí de la ducha hasta que supe que se había ido (fue una de las duchas más largas de mi vida).
Para mi ya ha merecido la pena haber empezado desde cero.
El chico que se ganaba a la gente
No recuerdo que día era, pero está entre lunes, martes o miércoles. Fui a Karate, como habitualmente, pero ese día llegué mucho antes. Me cambié de ropa, con rapidez y teniendo cuidado de ponerme de espaldas a la pared para no mostrar mi tatuaje, y salí al tatami o dojo, como realmente se llama.
Fue un poco raro, yo era el primero, así que me limité a ponerme en una esquina y estirar un poco los músculos, que falta me hace desde que voy a la oficina en bici.
Poco a poco fue entrando gente y empezaron los saludos. Aquel día había un chico nuevo, él era alto, moreno y con la piel quizás también un poco morena. Me saludó, como a uno más, y se fue a un rincón a hacer lo que todos.
Pero entonces entró una chica japonesa de las habituales, y fue donde él y le dijo en castellano “¿hola, como está?”. Lo siguiente que pasó es que le pregunté de donde era y él me contestó que de Castellón. Por mi cabeza pasaron muchos pensamientos en cadena, la verdad es que no todos los paisanos que he conocido aquí me caen bien, ni mucho menos. Y además en Karate yo tenía la exclusiva hispana y no me esperaba un competidor.
Aún así, me hizo ilusión. No todo iba a ser aguantar el monopolio de franceses, por fin iba a poder hablar con alguien en mi propio idioma, y esto, señores, es algo que nunca parece que se va a echar de menos hasta que todo el mundo a tu alrededor habla en inglés o en japonés. Es una especie de valla que se tiene delante y que no te permite expresar lo que realmente quieres, o no con la libertad habitual. Yo no soy 100% yo, y me he resignado a ello.
Desde aquel día habremos coincidido cinco o seis clases más, como mucho. Él está de vacaciones en Tokyo, y procura ir todos los días. Yo llevo nueve meses aquí y dosifico mi tiempo y esfuerzo, pero él es un habitual.
Las horas de oficina no me han dejado volver en semana y media, hasta hoy, y la verdad es que pensaba que él ya había vuelto a España. Pero la suerte ha querido que hoy fuese su último día, y después de la clase, hemos ido todos juntos a cenar.
De repente, le han empezado a hacer regalos. La gente le ha empezado a hablar en castellano, quizás cuatro o cinco palabras: hola, como estás, mi nombre es… Y todo el mundo se ha querido sacar fotos con él.
De vez en cuando hablábamos los dos en nuestro idioma, y la gente se sorprendía al saber que yo también vengo del mismo país.
El miércoles se va, y ha estado en Japón un mes y medio. Yo llevo nueve meses, de los cuales los últimos siete he ido al menos tres días a la semana a Karate. Hoy la mayoría de la gente se ha enterado de donde vengo, y hoy han empezado a hablarme. Él llevaba un mes y medio y se ha ganado a todo el mundo, le han hecho una mini fiesta de despedida a pesar de ser lunes, y le han hecho muchos regalos.
Es una de esas personas que sabe ganarse a la gente. Y los dos abrazos que nos hemos dado hace menos de una hora han sido realmente sinceros, también me ha ganado a mi.
Espero que algún día nos volvamos a ver… en Tokyo, Castellón, Bilbao o China… seguro que estarás rodeado de gente y no te faltará con quien hablar.
Omikoshi
Al final os lo voy a contar!!! A ver si no lloro mucho acordándome!!!!
Vamos por orden, no vaya a ser que nos liemos… Si! ya sé! hace un mes más o menos, Michiko me contó que estaban buscando gente en su barrio para llevar el Omikoshi, que es un altar japonés que se saca del templo y se lleva de procesión por ahí por la calle. Como pasa con casi todo en la religión de aquí, esto no es como los costaleros de Sevilla que las pasan canutas, sino que es una juerga.
Total, que Michiko les preguntó a los organizadores si no importaba que fuesen un par de gaijines y como contestaron que no, pues nos preguntó al americano y a mi. Jack Bauer andaba enfrascao en la siguiente temporada de 24, así que el tío no pudo venir (eso lo sabía yo desde hacía un mes), pero yo no dudé ni media vez y dije que por supuesto que iba. Anda que me iba a perder yo una oportunidad así!
La verdad es que no tenía ni idea de casi nada, sólo sabía que el sábado había quedado a eso de las doce en una estación, que tenía que llevar un pantalón corto y que aquello prometía. Llegué, y Michiko me dió el happi del templo, que es un kimono que se utiliza en este tipo de fiestas. Vamos, que la cosa destilaba tradición japonesa y yo ya estaba más emocionado que Arguiñano en una exposición de Fagor!!!
Los happi vienen de la época Edo, cuando las casas del antiguo Tokyo eran de madera y eran muy frecuentes los incendios. Por aquellos tiempos, los bomberos eran muy famosos y valorados, y en cada barriada tenían su kimono con su escudo característico. Y de ahí viene la vestimenta… ay que emoción!
Total, que la madre de Michiko me compró un pañuelo para ponerme en la cabeza, y cerca del templo me dejaron unos tabis (el calzado característico), y aparecí con estas pintas:
Al principio me moría de verguenza, pero todo el mundo me trató genial a pesar de ser (o quizás por) ser el único extranjero. La gente me sacaba fotos, todo el mundo me preguntaba de donde era, y me animaban… ay que me estoy emocionando otra vez!!!! buff que duro es esto!!
Venga, sigamos en orden, que íbamos bien!. Así que vestido del japonés más tradicional y provocando miradas de sorpresa y móviles sacando fotos a partes iguales, fuimos hasta el templo. Allí los monjes rezaban para hacer que los dioses entrasen dentro de los altares, y después se abrió una botella de sake por cada uno de ellos. Ahí ya veía yo que iba a acabar más contento de lo que ya estaba.
Tras dar tres veces tres palmadas, más una más, levantamos el altar y empezamos el recorrido. Por el camino todo era algarabía, una mujer gritaba “venga! y vosotros os llamáis hombres???” (lo entendí, que ilusión), otro marcaba el ritmo, y el resto gritábamos “soya!!!” cada dos segundos a la vez que balanceábamos el altar.
Y cada cuarto de hora, más o menos, parábamos, dejábamos el omikoshi apoyado en dos caballetes, y las amatxus de la zona nos sacaban cerveza, sake y comida a partes iguales. Yo, que era la atracción del lugar, recibía todas las atenciones del mundo y la verdad es que de tan contento que estaba, ni se cuanto sake llegué a beber en el vaso que todo el mundo se preocupaba en que estuviese lleno (y yo lo contrario).
La parada y fonda se repitió como unas tres o cuatro veces, hasta que de repente me ví en el punto de partida casi sin darme cuenta. Pero antes de llegar, el responsable de mi omikoshi me cogió de la mano y me puso en la parte de delante para que Michiko pudiese sacarme fotos. Fue increible como se portó todo el mundo conmigo…
Sinceramente creo que pocos extranjeros tienen la oportunidad de hacer algo tan tradicional y tan típicamente japonés como portar un omikoshi, y aunque no creo que me lea ninguno de ellos, desde aquí quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos los que hicieron posible que me sintiese como me sentí ese día: a los responsables del templo de Hasune, a todos mis “compañeros” de procesión, a las amatxus que tanto me cuidaron, y especialmente a Michiko por acordarse siempre de mi.
Me he apuntado a una agencia de modelos!!!
Eh! tranquilizarse!!!! no me pilléis asco antes de tiempo, dejadme que me explique!!!! Como sois!
Pues es que aquí pasa una cosa curiosa y es que suelen pillar a extranjeros para hacer anuncios tanto de televisión como de revistas y tal, parece que llamamos la atención. Y el yanki, que está metido en todo lo raro, resulta que fue la semana pasada a un casting para un anuncio de Mitsubishi, por cierto que hizo de abogado y yo ahí ya tenía experiencia!
Total que mandé un mail ofreciéndome a salir en cualquier lao (con tal de que me paguen y dejar la informática…) y me dijeron que casualidad, que estaban buscando voces en castellano. Les mandé un par de fotos trucadas con photoshop para quitar a los de al lado haciendo el gamba, y ¡¡ me han llamado !!. Así que hoy me he presentado allí. Nada más llegar, una tía imponente me ha abierto la puerta y me ha llevado a una sala, allí he estado rellenando un formulario que contenía, entre otras:
- Altura y peso. Aquí encajaría perfectamente como Frodo a nada que me deje las uñas de los pies largas.
- Si me importaría posar en bolinguillas. Como aquí no me conoce ni blas, he dicho que si, que poso. (ya veremos si luego me llaman, jaja)
- Deportes que practico, aquí he puesto lo de pasar trapo por si me cogen para un anuncio de Mr. Proper.
Luego hemos pasado a las medidas. Aquí Lucy Liu ha sacado un metro y ha empezado a medirme partes del cuerpo super raras:
- Perímetro cabezonil. Por si sale un papel de Buda extranjero, digo yo…
- Perímetro de cuello… lo mismo me cogen para anunciar corbatas!
- Espalda. Aquí no les da ni para darme un papel de llavero.
- Y de repente me ha dado el metro y se apuntaba con el dedo en aquel bello lugar en que se juntan las dos piernas. Yo no le entendía ni ostias, hasta que por fin se ha puesto ella misma el metro con el cero en tal exquisito punto cero, y me ha dado a entender que me quería medir desde las albondiguillas hasta el suelo… no preguntéis mucho más…
Y entonces es cuando me dice: un momento que te voy a hacer unas fotos. Y va la tía y me trae las playeras que había dejado en la entrada (ya sabéis que aquí se descalza uno en todos los lados).
Vamos, que me ha llamado enano a mi redondo careto de la manera más vil!!! Ponte las playeras que si no, no se te ve en las fotos!!! será perra!
Entonces ha empezado la sesión fotográfica. Yo me moría de verguenza, pero como estaba con la risa tonta, pues como que me ha acabado dando igual:
- “Sonríe!!!”. Esto era fácil, estaba ya descojonándome desde hacía un rato!
- “Cruza los brazos y pon cara de enfadado!!!“. A nada que me acuerde que me has hecho poner las playeras porque soy un tapón, me sale sola!!!
- “Ponte de perfil y entorna los ojos!“. Ostias, que es mi primera vez, no me pidas imposibles!!!
- “Pon cara de llorar“. Jodo!!! esto que es? casi prefiero al protesto de la otra vez!
Total, que lo mismo me llaman para aparecer ahí de doble en cualquier lao, joe que ilu me haría!. La tía me dice que por el tema de hablar en castellano, es muy probable que me llamen para algo. Ya me veo anunciando las clases de flamenco del profesor Takayama por la tele!!!
El profe del prota!!!
A ese he doblao!! Al profesor del protagonista del juego. Yep yep, rebobino, empiezo desde el principio.
Y como no tengo fotos del momento, voy a hacer un post cruzao (Departamento de IkuInnovación 2007). En el texto, lo del juego, las fotos, las del tsuyu.
Después de soñar con mazos, jurados y jueces con calzoncillos de topos debajo de la toga (eh! y yo que sé, son sueños!), esta mañana me he levantado todo eufórico. Además, me he tomado un Red Bull, como para motivarme más todavía!. Así que iba por la calle y no veía más que demandas, vamos, que ni la Patiño.
El caso es que a mi hora, con puntualidad japonesa, me planto en la estación dispuesto a buscar, mapa en mano, el estudio de grabación. El tsuyu se ha hecho bastante de rogar, pero justo hoy le ha dado por darse a conocer este año. En fin. Paraguas y mapa en mano, vago por las calles cuando recibo una llamada de Sancho Panzo que me dice que me espera en la salida de la estación. Así que retrocedo y me lo encuentro sudando cual manantial, saludándome con la mano, con cara sonriente de haberse comido trece donuts, y diciendo “que calor que calor”, jajaja.
Por el camino me cuenta que Capcom está volcándose en Europa, que Phoenix Wright 4 es su juego estrella y que están invirtiendo muchos millones en promocionarlo. Además, me acojona un poco diciéndome que han venido desde Osaka para grabar y que intente hacerlo lo mejor que pueda. Eh! es como el entrenado ahí cuando te dice las últimas palabras en el vestuario antes de salir!! (digo yo que no he jugado al fútbol en mi vida). El caso es que el pancímetro andante me motivó!
Subo al estudio, y resulta que está en un edificio super chulo, todo nuevo, nada que ver con la garita donde éstos hacen prácticas. Me cruzo con otro extranjero, americano según denota el niki sin mangas que se ha atrevido a llevar a la entrevista (estos van sobraos por aquí!) y entro. Allí hay como siete japoneses, me invitan a sentarme y me enseñan unos dibujos de los protagonistas del juego. Me explican de que va, quién es mi personaje y lo que mi voz tiene que “transmitir”.
Así que lo que os decía al principio, el personaje es el profesor de la facultad de derecho del prota, así que mi voz tiene que inspirar confianza, convicción, seriedad y conocimiento adquirido con la experiencia de la vida. Jajaja, toma ya!!!! Yo pensaba: “vamos, que lo diga como enfadao, Oskar imagínate que te roban la bici o se te pierde la cartera… hombre, ya está, ya tengo inspiración!!”. Después me enseñan un trailer del juego, y me dan un folio con lo que tengo que decir.
Miro el folio y veo que sólo pone “protesto”. Les pregunto que si es sólo eso y me dicen que si. Yo miro al techo, a las esquinas, para ver donde están las cámaras, pero no no, no es una broma!!! sólo voy a decir una palabra en el juego!!! y por eso me pagan unas quince mil pelas!!, pos bueno…
Pero menos mal que era sólo una palabra… igual la he dicho ochenta veces, jodé que pasada. Me hacían repetirla en tandas de tres, y al acabar, los japoneses debatían entre ellos y uno me decía cómo tenía que corregir la voz. Vamos, que la pongas más grave, que no alargues la “o” de protesto, que lo intentes decir desde el estómago, que no alargues tanto la palabra, que no la acortes tanto, que más alto, que más bajo, que más rápido, que más alto, que subas el tono, que lo vuelvas a dejar como antes, que escuches esta toma que es la que mejor has hecho y que lo intentes hacer igual pero poniendo un poco más grave, que… ahhhh!!! si todas las veces lo he dicho igual!!!!!!!
Después, al salir del cubículo de grabar, me encuentro con que los japoneses se han multiplicado por lo menos por dos, y que están en torno a un señor mayor con traje que parece ser el jefe supremo de la banda. De repente, me hacen una reverencia todos a la vez, me dicen el “muchas gracias por tu trabajo”, me dan las gracias treinta y tres veces con otras veintidos reverencias, y me voy. Todo esto mientras el “protesto” que les ha gustado lo ponen una y otra vez por los altavoces (se oía genial, no parecía yo!!!).
Cuando salgo por el pasillo, me cruzo con otro extranjero que irá a grabar alguna otra cosa, y al ir a la estación, mi amigo Sancho está acompañando a otro y me despide con un “Talk to you later”.
Esto es todo!!!! Una palabra en un juego!
Pero yo esto lo amortizo seguro, qué risas me voy a echar contándolo!!!
Mañana hacemos de fiscal!
O eso es lo que creemos!!!. La voz va a ser ronca ronca, estilo Colombo cazallero, y el juego es de abogados, así que no puede ser otro!. Aunque todavía no se ni la versión, ni donde va a salir, ni cuando ni nada. Lo que está claro es que yo le pongo la voz en castellano, que yo creo que alguno por ahí se ha liado pensando que iba a ser en inglés.
Siempre que pienso en juicios, a parte del programa Veredicto (mi vecino aparca en mi garaje, señoría!!!, jaja), me viene a la cabeza el de Ally McBeal que estaba como siete cabras, pero que siempre ganaba:
No creo que sea menester sacar la cámara de fotos, pero os aseguro que habrá crónica detallada de todo lo que allí acontezca. Además, prometo ponerle más salero que aquí mister sonrisas!!!