El sábado me levanté media hora antes que la alarma del despertador, aunque la verdad es que no estaba nervioso, me sentía como en calma, como sabiendo que ya no había nada más que preparar, que sólo quedaba ir a Yoyogi y hacer lo mío allí delante de todos.

Este es el estadio olímpico que está enfrente de los Elvises. El nuestro está detrás.

Y la forma es muy similar, pero es mucho más pequeño. Aún así fue perfecto para albergar este evento.
Desayuné bastante fuerte, y llegué al estadio a las nueve de la mañana, la hora justa que se anunciaba en la hoja. En la entrada había muchísima gente, sobre todo niños con el traje de Karate ya puesto, y muchas madres acompañándoles. Así que yo no encontré a los de mi gimnasio y me sentí totalmente perdido.

Menos mal que Michiko siempre me echa una mano con las instrucciones que me dan en japonés…
Pasé adentro, y justo en la entrada habían puesto una serie de mesas con camisetas, bolsas, y demás productos de la SKIF, y estaba mi profesor Suzuki vendiendo. Me acerqué a él, le saludé con mi primer ossss del día, y le pregunté dónde tenía que ir. El se empezó a reir, y me dijo que no sabía, que fuese «para allá», vamos, para la cancha.
Allí finalmente me encontré con algunos de mis compañeros que ya estaban con el kimono, así que me fui a cambiar. Lo que pasa es que no había vestuarios por ningún lado, con lo que entré en un baño y resulta que había gente allí cambiándose. Yo me sentía totalmente desorientado, sin saber qué iba a hacer, ni cuando, ni donde.
Subí, me senté y una compañera me cogió de la mano y me dijo que bajase a uno de los tatamis donde algunos estaban calentando. Me uní a ellos, e hicimos los mismos ejercicios con los que empezamos siempre las clases. Me sirvió para relajarme un poco, aún sin perder la sensación de estar perdido.
Se me descosió el dorsal, y un chico de la organización me lo pegó con cinta. Pero al de cinco minutos se me volvió a despegar, y una chica me lo pegó con otro tipo de cinta. Cuando pasó por tercera vez, la misma compañera de antes me llevó donde una señora cuyo hijo está en mi gimnasio, que, como buena madre, tenía aguja e hilo y, más maja que ni sé, me lo cosió con lo que ya se quedó ahí para siempre. Por cierto, lo tengo que quitar para la clase de mañana, pero es que queda tan mono…
Me di cuenta de que la gente tenía como un programa con los horarios, así que fui a coger uno. Tuve que pagar mil yenes, pero me llevé un libro donde se explicaba el evento, y tenían perfectamente organizado quién hacía qué, en qué tatami y, sobretodo, a qué hora.

Fue la edición número 28 del campeonato nacional de Karate de Japón…
Yo salía a las 12:05 en el tatami B para hacer el kata que me dijesen. Me hizo mucha ilusión ver que mi nombre ha quedado impreso y unido al evento para siempre en el libro oficial, y fue gracioso ver un simple y significativo «Oskar» entre tanto kanji con nombre completo.

Ahí, el último, para que me coman más los nervios todavía!
Me enteré, entonces, que todo se hacía el mismo día: katas y combate, y que sólo si llegaba a la semifinal, tendría que ir al día siguiente. Y también el mismo día me enteré de las horas, si lo hubiese sabido antes, no habría hecho a Neki y compañía venir tan pronto.
Un chico que había venido de Hokkaido decidió hacerse mi amigo y estuve hablando con él bastante rato. De hecho, de no ser por él, no habría llegado a tiempo al recuento, mayormente porque no tenía ni idea de donde era.
Después, salimos todos en fila hasta nuestro tatami. De repente se me secó la boca, sentí miedo, creí olvidarme de todos los katas…

Sin embargo, estuve mucho más tranquilo en los combates… supongo que ya cansado de tanto esperar, empezaron cerca de las cuatro de la tarde!
Pero salí, hice el kata que me tocó, el tercero de los más básicos, y de los cinco banderines de puntuación, a mi me dieron sólo dos, así que el otro chico me ganó. En cuanto acabé el kata, sabía perfectamente el error que había cometido: perdí el equilibrio en una de las partes más fáciles, echadle un ojo al segundo 58 del video… Me llevé mucha decepción porque sabía que podía haberlo hecho mucho mejor, pero ahora estoy muy contento de haberlo intentado.
(Os aconsejo que lo veáis en la web de Vimeo, que se ve mejor por lo del HD este)
Por la tarde, como ya sabréis por el video que ya he puesto, la cosa salió un poco mejor… pero os tendréis que esperar!
PD: Por cierto, para liberarme del estrés de la competición el viernes me compré el iPhone… yo, por comentar…