Hacía mucho que no me iba yo por ahí de picospardos a algún lugar nuevo. Así que aprovechando que el domingo me desperté más fresco que un cogollo Tudelano, cogí Internet, lo agité, lo puse del revés y me quedé con la primera excursión que cayó de pies:
¿Eto qué é lo que é? preguntaréis ávidos de sabiduría y yo raúdo y veloz cual correcaminos que va a las rebajas os lo cuento según el recuerdo me viene viniendo a la mente antes de que se pase de largo:
Échale que hay un monte con un senderillo a seguir y que según vas andando te vas encontrando con casas tradicionales japonesas del año catapún-leré puestas aquí y allá. La copla es que desde 1965 se han dedicado a rescatar, restaurar y traerse a este lugar todas aquellas construcciones cuyo valor histórico merecía conservar, así que tenemos la nada gañanable cifra de 23 edificaciones para disfrute y jolgorio del visitante.
Y todo eso mientras uno anda por una especie de bosque que tiene mil y un detalles!
Son casas tradicionales japonesas a las que se puede entrar y darse uno cuenta de cómo era eso de vivir en aquellos años. Además todo viene explicado también en inglés y así nos cuentan cómo se cocinaba en la época pudiendo ver de primera mano utensilios y herramientas reales. Muchas de las casas pertenecían a familias de granjeros con lo que también habemus aperos de labranza (¡ikumomento histórico!: la palabra apero ha sido utilizada!!, dentro violines!).
Lo mejor, sin duda, es que casi no había nadie a pesar de que era un domingo. No sé si es que el lugar no es muy conocido o qué, pero era una gozada estar ahí metido dentro de una de las casas sacando fotos con calma más solo que la una. Por ejemplo, estos tres estaban dibujando el molino de agua ahí tranquilamente sin que tuviesen que imaginárselo detrás de hordas de gente como en Nikko:
A mitad de camino hay un restaurante de soba, que el menda se comió un cancarro como estaba mandado. La señora maese hacedora de los fideos me estuvo dando conversación un rato y ahí estuve yo practicando mi japonés aguantando el tipo más resabiao que resabiao! anda que no!
También me contó la señora lo del cartel de la entrada… anda que!
Y luego al final hay un escenario de Kabuki y un taller de teñir con la flor de indigo, que llegué tarde y ya habían teñido lo que tenían que teñir… qué pena, me quedé con ganas de ver cómo se hacía el asunto!
Esto está cerquita de Tokyo: la estación se llama «Mukogaokayuen» y se llega desde Shinjuku en menos de media hora pillando la línea Odakyu. Lo único que al llegar a la estación hay que andar un poquito, como unos diez minutos, aunque es un paseo bien agradable y bien chulo. Y luego a la vuelta os podéis parar perfectamente en Shimokitazawa a comprar zapatos, porque otra cosa no, pero tiendas de zapatos hay a moles.
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