Fue un día raro. Mi hijo no durmió muy bien, probablemente por la clase de tenis. Estaba como sobre excitado y yo que me alegro de que haga algo que le guste y le motive, pero, como me pasaba a mi a veces con las clases de karate, aunque te duermes pronto, tu cuerpo va a su ritmo y le cuesta más estabilizarse después de un esfuerzo inusual. Yo daba vueltas y vueltas en la cama y me dormía solo a ratos, alguna novia que tuve incluso grabó algún vídeo y la verdad es que era para verlo.

Yo es que me metía mucha caña en las clases de karate, así tengo la cadera ahora.

A Kota, además, le ha dado por hablar y total, que con tanto ruido no hemos podido dormir tampoco demasiado los demás.

Él se ha levantado sobre las cinco y media, los demás un poco más tarde pero tampoco demasiado. Cuando hemos subido al salón, que en esta casa está en el segundo piso, estaba viendo capítulos de Pokémon y ya llevaba un rato largo desayunado. Yo he agarrado la jarra de té verde de la nevera y mi mujer le ha preparado hoy el desayuno a mi hija, que tenía más sueño que un senador en la sesión de las tres de la tarde.

Como hace mucho calor, en vez de caliente por la mañana, suelo preparar té frío por las noches para degustarlo a modo de desayuno. Es mi ritual: alimento los dos botes de masa madre, me hago cargo de los platos y cubiertos de la cena y pongo agua a hervir para bautizar las hojas del té verde de Shizuoka que me regaló mi suegra la última vez que fuimos al templo.

Suelo dar cuenta de toda la jarra mientras leo las noticias, tanto de España como de Japón, en el iPad y si me sobra tiempo, me enchufo a Instagram. He desactivado datos en la mayoría de aplicaciones del teléfono, esto significa que solo puedo ver Instagram o Twitter si hay wifi, de esta manera me obligo a no perder demasiado el tiempo cada día, que menudo pozo sin fondo son esas aplicaciones.

Hoy, antes de ir al gimnasio, he visto este vídeo. Y que me aspen si no me ha dado el día.

Es vergonzoso cómo crean contenido falso. Todo vale y lo peor es que os cuentan mentiras a la cara y vosotros les dais likes y compartís estas patrañas demostrando nulo sentido común. No sé si no os queréis dar cuenta, no tenéis criterio o simplemente os dejáis comprar porque cualquier cosa os vale.

Lo que está claro es que es una batalla perdida.

Pero por lo menos, vamos a ver si nos podemos echar unas risas entre todos con esta gente.