Hola chatos! Este sábado anduve más que el probador de las plantillas devorolor!!, ¿pues no fui desde Shibuya hasta Gotanda andando, y luego hasta mi casa en bici?. Esto que os sonará a japonés (jaja), viene a ser como dos horas andando y media hora en bici. Al llegar en casa, me preparé un baño, y nada más meter los pies, aquello empezó a hervir…
Madre mía!
Bueno, yo os vengo a contar la ceremonia del té que me regalaron. Os pongo en antevicentes. Michiko, que sabe que siempre ando husmeando en historias japonesas, me dijo que una de sus amigas es profesora de la ceremonía del té, y que si yo estaba interesado, que nos preparaba té mientras nos explicaba los pasos.
Así que dicho y hecho. Fuimos los dos, y la profesora nos recibió en su casa con el kimono puesto y una sonrisa enorme, así da gusto.
Hablamos un rato, que si España y olé, que si Bilbao ande queda, que si hago Karate que bien… bueno, después de conocernos, pasamos a la habitación que tiene preparada para tan noble evento. Menudo cambio! de estar en una casa parecida a la de Los Serrano, nos hemos mudao de repente al Japón de las películas: suelo de tatami, puertas de madera y papel, utensilios para el té perfectamente alineados en una esquina, puertas de los armarios decoradas con flores de cerezo… precioso!
A partir de aquí todo han sido normas. Todo, absolutamente todo, está preconcebido, desde donde te tienes que sentar, hasta la manera de beber el té. Aunque no me acuerde todo, voy a intentar contaros paso a paso en qué consiste:
1- Uno va y se sienta sobre las rodillas (posición seiza), encima de un cojin pequeñito que hay. En nuestro caso había dos cojines que estaban puestos exactamente a la misma distancia desde el límite del tatami.
2- La profesora se pone en la misma posición antes de entrar a la habitación y hace una reverencia, entonces se levanta, entra, se sienta a su vez sobre las rodillas y nos saluda con otra reverencia dándonos las gracias por venir.
3- Saludamos, y entonces ella nos señala la composición que ha preparado para ese día, y en un japonés tremendamente formal, nos lo explica. Se trata de un lienzo con cuatro kanjis colgado sobre la pared, y en la parte de debajo un jarrón con flores, una figurita de un ratón que resulta ser un quemador de incienso y algo parecido a una montaña. Estamos en primavera, pero cerca del verano, con lo que las flores de los árboles se han caido, y ahora sólo quedan hojas. Los kanjis dicen esto mismo, y a su vez se representa también con el color verde del fondo del lienzo. Increible!
Nos contó que tuvo que hacer obras en casa para conseguir este hueco 4- Entonces nos pone dos platos pequeños con dos dulces. El fondo de los platos es verde, y en la parte superior del dulce, una tarta de bizcocho, hay algo confitado que recuerda a una hoja de un árbol. Lo cogemos, con la mano izquierda lo sujetamos algo por debajo de la altura de la boca, y partimos la tarta en cuatro trozos. Antes de comer, damos las gracias por ello. La profesora nos cuenta que la razón de comer el dulce al principio es para descubrir matices del té al contrastar con su sabor amargo.
La olla donde hierve el agua. Aunque no lo parezca, es eléctrica
5-La profesora, con gestos elegantes, coge el cazo, lo sumerge en la especie de olla de hierro que calienta el agua, y lo llena hasta tres cuartas partes de su capacidad. Vacia el agua en el cuenco donde va a preparar el té, pero sólo con el objetivo de calentar el recipiente y purificarlo. Desecha el agua en otro recipiente.
6- Abre el recipiente con el té en polvo y vuelca una cucharadita y media en el cuenco anterior. El té es de un color verde intenso. Entonces vuelve a llenar el cazo con la misma cantidad de agua, pero esta vez lo vierte sobre el té que tiñe el agua.
7- Con un utensilio de bambú bate el té hasta que se hace uno con el agua, después deja el utensilio en el suelo y deposita el cuenco de té en su diagonal, a una distancia exacta del borde del tatami y me hace una reverencia. El cuenco está decorado con dos motivos de ratones en honor al año actual. Uno de ellos queda exactamente enfrente de mi.
Bonito por su sencillez 8- Me levanto, avanzo unos pasos, y me vuelvo a arrodillar sin pisar los límites del tatami. Hago una reverencia y cojo el cuento con mi mano izquierda mientras lo sujeto con la mano derecha. Vuelvo a mi sitio sin pasar por delante del otro invitado y me siento sin darle la espalda en ningún momento, y deposito el cuenco en el suelo delante de mi.
9- Hago una reverencia al otro invitado y le pido perdón por beber primero. Michiko me contesta que adelante, así que cojo el cuenco con mi mano izquierda y lo giro dos veces de manera que el dibujo del ratón quede ésta vez orientado hacia la profesora. Nunca se debe beber por donde está decorado.
El cuenco a utilizar cambia con cada estación del año, según lo que se quiera transmitir 10- Levanto el cuenco por encima de mi cabeza en señal de agradecimiento y bebo el té en tres sorbos. Después lo deposito en el suelo, me levanto y lo vuelvo a colocar delante de la profesora
11- Ella lo coge, y lo limpia de nuevo con agua caliente que vierte con el cazo. Después saca un pañuelo de dentro de su kimono y lo dobla de una manera increiblemente elegante. Con él, limpia la cucharita de té en tres movimientos. Deja todo en el suelo y repite todos los pasos pero esta vez para el otro invitado.
Antes de limpiar los utensilios
¿Cómo os habéis quedao?. Estoy seguro de que se me han olvidado muchísimas cosas y que habré contado otras mal, pero esto es lo que viví yo el sábado.
Es mucho más que preparar el té, se trata de aprender una serie de movimientos y tratar de llevarlos a cabo con la mayor elegancia posible. Se trata de ser capaz de ser consciente de la importancia de los detalles. Se trata de pulir cada gesto, cada mirada, cada palabra para conseguir un momento perfecto.
Se trata de regalarle a una persona lo mejor de ti mismo.
Y, la verdad, no creo que importe demasiado que le gusté el té.