La almohada abrazable
El otro día me fui a dar una vuelta a un Muji, que esto tenéis que apuntarlo también porque ya que el Ikea queda a tomar por cleta es una muy buena alternativa para comprar algo para la casa. Porque una cosa es lavar la ropa en una lavadora de segunda mano y otra muy distinta dormir en un futón de segundo sudor. Vamos, que hay cosas que tienen que ser nuevas sí o sí!!!
Allí me compré una almohada abrazable, que diréis: eso es una chorrada como un contrabajo de grande porque todas las almohadas son abrazables! Pues si, también es verdad… pero ¿a que no están diseñadas ahí queriendo para ser abrazables? pues la mía si, ale!
Sayonara sale
Aquí hay una revista bastante famosa de estas gratis que se llama «Metrópolis«. La cosa es que es en inglés y está bastante bien echarle un ojo porque así se entera uno de los conciertos que va a haber, los eventos, nuevos restaurantes o bares…
Pero una de las partes que más consulto yo son los anuncios por palabras del final, especialmente una sección llamada «Sayonara sale», que lo podríamos traducir por «Lo vendo todo, que me piro!».
Efectivamente, la gente que ya se marcha de Tokyo después de una estancia lo suficientemente larga como para tener que alquilar un piso y comprarse algún mobiliario, pues resulta que ya no lo necesita más y trata de deshacerse de todo lo antes posible. Una razón obvia es sacarle un dinerillo, y la otra es que aquí tienes que pagar porque vengan a recoger basura «no convencional» como electrodomésticos, sofás y tal y cual, así que según qué cosas conviene más regalarlas que tirarlas. Es más, yo en mi barrio algunas veces me he encontrado con muebles puestos en una esquina en la calle y un cartel que pone algo del estilo de: «vendrán a por ello dentro de tres días, si quieres algo, simplemente cógelo».
Bueno, pues en estos anuncios puedes encontrar de todo, desde gente que te vende el pack casa completo y por 10.000 yenes te llevas una nevera, una mesa, dos sillas y una plancha, hasta otros que simplemente te invitan a que entres en su casa y te lleves todo lo que te guste por un precio simbólico. Uno de los requisitos que te suelen poner es que vayas a recogerlo a alguna estación, aunque hay gente que tiene alguna furgonetilla e incluso te lo lleva a casa.
Yo compré la lavadora y la secadora por uno de estos, y después de tres horas esperándole, al final vino un tío italiano a eso de las doce y media de la noche porque no encontraba mi casa, y se dedicó a hacer chistes sobre franceses mientras pegaba martillazos para instalarla. Menudas risas me eché con él!!
Peazo invento la secadora, por cierto!
Corazón de neón
La ciudad donde vivo es ir en el mismo tren día a día a la misma hora y sin embargo ver a miles de personas desconocidas cada vez. Es tener siempre prisa, acostumbrarse a esquivar gente y a hacer colas, es un mundo de luces y sonidos artificiales que sustituye al real cuando cae la noche y los gatos no se vuelven pardos porque se siguen viendo.
A veces es una chica que quiere ser tu novia por un rato, porque eres diferente aunque sea fácil que a uno se le olvide pero otras sea tan obvio. También es sentirse sólo entre millones de personas, que es como estarlo dos veces… como la soledad al cuadrado. Aunque casi siempre es una cara amable, una sonrisa de alguien que se interesa por saber por qué ahora tu vives en su ciudad y te alaba por intentar hablar su idioma.
La ciudad donde vivo es poder comprar cualquier cosa a cualquier hora mientras algunos leen sin pagar. Y que te calienten la comida y te den unos palillos y una servilleta húmeda, y te cuenten las vueltas dos veces, y que se te estanque la canción del local en la cabeza.
Es un paseo que se acaba cuando uno se cansa, porque el camino, muchas veces marcado de amarillo, nunca tiene fin y es casi impensable encontrar una cara conocida. Es recorrer calles sin estructura aparente, sin ordenar, donde doblar la esquina dos veces no suele significar volver hacia atrás.
A veces el sol sólo se ve reflejado en cristales de rascacielos de alturas imposibles donde siempre hay alguna luz encendida en pisos casi inalcanzables para la vista, dando a entender que alguien sigue trabajando sin importar la hora o que haya un mundo allá abajo.
Otras veces es una anciana barriendo la puerta de su casa de madera mientras su marido riega las flores con una toalla anudada en la cabeza. Es una boda donde los familiares visten de negro mientras los novios llevan trajes preciosos en templos que evocan tiempos pasados. Es un grupo de niños jugando al beisbol en la calle y hombres de oficina en traje yendo en bici con el maletín en la cesta cruzándose con madres cuyo equipaje, esta vez, son sus hijos a los que llevan al colegio.
La ciudad donde vivo tiene un mar sin playas que inviten a pasar, pero con puentes de película que lo sobrevuelan y túneles que lo esquivan por debajo. Es un mar lleno de pensamientos, de recuerdos, de deseos, de miradas porque siempre hay alguien absorto en él. Muchas veces yo.
Es escuchar graznidos desagradables de cuervos, zumbar de cigarras, ladridos de perros… interrumpidos por el estruendo de los locales de alterne, de los hombres anuncio, del sonido de las estaciones, de carcajadas sincronizadas, de melodías de teléfonos móviles.
Es que el suelo tiemble y que parezca no importar, que salga un día increiblemente despejado que hace olvidar que el día anterior hubo un tifón. Que los árboles se vistan de rosa, verde y rojo, y después irónicamente se desnuden en invierno. En un ciclo sin fin.
En la ciudad donde vivo a veces alguien decide no seguir viviendo y salta a las vías del tren.
La ciudad donde vivo tiene un corazón de cemento y otro de neón.
El trajecito de Bruce Lee
Voy a conocer al rey!
Bueno, yo y todos los que estén registrados en la embajada, que nos han mandado una invitación para ir a una recepción que van a dar.
Lo primero que pensé cuando vi la invitación fue en regalarles unas camisetas, pero nos han dicho que no se pueden dar regalos. ¡¡¡Cachis!!!
A ver cómo sale la cosa!, jaja, qué curioso! ¿me dará la mano? ¿le llenaré de orgullo y satisfacción?
Con el pí piribipipí, con el pá parabapapaaa
La verdad es que en Tokyo se puede encontrar de todo, el otro día hasta me enteré de donde había un bar que te daban txakolí, que tengo que ir por cierto. Pero también hay que decir que no hay variedad de vinos españoles, o si que hay, pero uno se tiene que ir a alguna tienda especializada, vamos que la cosa no está generalizada.
En el súpermercao de mi barrio sólo hay uno: Marques de Riscal, que además vale 2500 yenes la botella (lo que al cambio loco actual son casi 3500 pesetas), pero lo que si tenemos son un montón de vinos franceses y chilenos.
¡¡ Da rabia !! ¿será que las bodegas españolas no se han preocupado por promocionarse en Japón? ¿será que en Japón se tiene mejor imagen de otros vinos y es más difícil meterse?
A ver si la cosa cambia, que me haría ilusión comprar ahí un Rioja según voy, que además le veo yo que pega con el yakitori. De momento, ayer vi un anuncio en el tren cuando volvía para casa:
Cuanto me ha costado el cinturón negro
Sin contar sudores, nervios, esguinces, ampollas y agujetas:
Matrícula dojo y licencia | 15.000 円 |
Traje y cinturón blanco | 13.000 円 |
17 meses x 8.000 円 | 136.000 円 |
Campamento Karate | 20.000 円 |
Examen 2kyu | 4.000 円 |
Cinturón marrón | 3.000 円 |
Examen 1kyu | 4.000 円 |
Matrícula examen dan | 12.000 円 |
Examen shodan | 6.000 円 |
Cinturón negro | 8.000 円 |
Total: | 221.000 円 |
1.808 € | |
300.825 pts |
¿Ande anda Toscano?
Ranking de Ikupuntos
¿Os acordáis de este invento? aunque lo expliqué en el primer video de la historia que tenía pies pero no cabeza, fue muy fácil de entender, más que los corticoles!!
Bueno, pues que ya tenemos a gente más cerquita de conseguir esos pedazo de premios japoneses. Como dijo el que inventó el lego, vamos por partes:
Nagore, 5 Ikupuntos
Si contásemos todos desde el principio, tendría más puntos que la pantalla del comecocos nada más echar los cinco duros. Esta vez nos manda unas fotos con la Tokei desde el 56 festival de San Sebastián. La cosa es que las mandó hace un tamago de tiempo, pero como soy más desastre que Godzilla en zancos no las he puesto hasta hoy!!
Otro que si nos ponemos a mirar patrás, le tenemos que regalar hasta el coche!!! En esta ocasión nos dedicó un post en su blog:
Hoosk, 5 Ikupuntos
Pata, 5 Ikupuntos
Nacho y Adela, 5 Ikupuntos
Yatta!!!!
Pepsi yogurt
Conversación internacional
Dos chicos de California de mi antigua oficina hablando. El parlapuñaos se da cuenta de que estoy medio escuchando las payasadas que está diciendo:
– «…y entonces esos mexicanos no hacían más que pegarse entre ellos, menuda gente, ni entre ellos son capaces de llevarse bien. Normal que luego hagan lo que hagan, yo veo un grupo por la noche y me voy por donde he venido…«. Oh, Oskar, estás escuchando, perdona
– Es igual, si yo soy Español, tú mismo
– Pero tu eres medio mexicano, ¿no?
– No, no tengo nada que ver, de hecho sólo he estado en México una vez y fue de vacaciones, por cierto que me lo pasé muy bien
– Pero habláis español, ¿no?, eso es que sois medio iguales
– Si claro, hablamos español los españoles, mexicanos y como medio mundo más. Somos igual de iguales que tu y un inglés
– No es lo mismo porque vosotros coméis la misma comida picante esa con alubias y chile
– Si, yo como eso cuando voy a un restaurante mexicano, no te vendría mal enterarte un poco de como es el mundo, tío, España es España y México es México.
– Whatever man
– Yeah, whatever
Montando un restaurante
Compañeros de Karate
Hace bastante más de un año que empecé aquella primera clase de Karate rodeado de miradas curiosas de gente desconocida, empapado en sudor por los nervios pero con el convencimiento de estar donde yo quería a pesar de saber que aquél momento era el primero de otros malos tragos que tendría que pasar. Desentonaba con mi chandal gris entre tanto traje blanco, aunque creo que llamaba más la atención por otros motivos más obvios.
Algunos me hablaron movidos por la curiosidad de ver a otro extranjero de tantos que están de paso y que deciden cumplir su sueño de practicar Karate junto «a los grandes» como tan bien dijo en su despedida aquél señor gordito de gafas, que resultó ser el embajador de Brasil.
Desde entonces, y sobretodo en verano, han pasado por el vestuario compañeros indios, rusos, franceses, italianos, árabes, peruanos, chilenos y hasta otro español. Es bonito, casi poético, ver cómo este arte es capaz de unir diferentes razas, religiones, culturas, costumbres y maneras de ser. Y aunque el inglés es el idioma universal para intentar comunicarnos, en el tatami todos sabemos qué hacer cuando el profesor nombra un movimiento porque resulta que en todo el mundo se enseñan por su nombre original, que es en japonés.
Hoy, con las más de 160 horas que calculo que suponen las 105 clases a las que he asistido, me descubro mirando a mis compañeros con el trasfondo del roce, del trato que hemos tenido al menos tres veces por semana durante todo este tiempo. Con esa confianza de compartir sudores, errores, caídas, agujetas… infinidad de reverencias y gritos.
Y veo a esa chica canadiense que nos llamó la atención a Bea y a mi siete años atrás cuando vinimos de visita. Envidio el estado deteriorado de su cinturón negro desgastado por todos esos años de ser atado, casi blanco como simbolizando la vuelta al origen aún sabiéndose experta.
Está el señor mayor que en la sombra de su arrogancia juega a ser mi sempai corrigiendo mis movimientos, mi actitud… mi persona con sus malos modos, que yo creo fingidos, quizás obligados por su papel de veterano encargado de poner orden. Sonrío al recordar cuando salí inesperadamente por cuarta vez a competir en el campeonato de Karate, y me gritó un «Oskar ganbate» que abrió brecha en su orgullo y caló hondo en el mío. Me felicitó por el cinturón negro, pero como lo hace alguien que no espera menos de ti, en cierto modo creo que le habría defraudado de no haberlo conseguido.
También hay una chica de gafas con la que durante más de medio año compartí el ir y venir con el cubo por ser los dos cinturones blancos. Es la misma que finge que no me ve cuando compartimos vagón en el metro, por aquello del honne y el tatemae, o quizás por verguenza, quién sabe. Todo lo contrario que otra chica que siempre me cuenta cosas que conoce de España cuando coincidimos en el tren de vuelta, y que no se cansa de repetírmelas, porque siempre son las mismas, al menos un par de veces al mes.
A veces viene el señor que tanto roncó en el campamento de Karate y que vino con su hijo. El que me alaba, me anima, me dedica sonrisas que parecen sinceras y siempre tiene alguna historia que contarme medio en inglés, medio en japonés. Después del «challenge» que era el examen del otro día, ahora me está empujando a que compita el mes que viene. Y yo encantado.
Mi habitual compañero de nomikais, y también el que me echó una mano y algún pie con las técnicas que me tocaba hacer en el examen, se llama Kojima. La chica de gafas le llama sempai, aunque yo creo que nunca le he llamado por su nombre. Ha ido siempre un paso por delante de mí, con lo que memorizo sus exámenes porque el siguiente que haré yo, si seguimos con la misma racha, será igual. Ha habido veces que hemos tenido conversaciones de más de diez minutos en las que yo no me he enterado de nada, pero él no se ha dado cuenta por lo bien que asiento. Dice mucho de él que le pagó el cinturón negro al hijo del señor que roncaba en el campamento.
El americano, y mi sempai oficial aunque el señor mayor sea el de verdad cuando no mira nadie. Un chico amable con muchos años de experiencia, y un japonés perfecto. Supongo que estar casado con una japonesa y tener dos hijos ayuda bastante. Me corrige siempre, me ayuda, me guía en mitad de la clase y fuera de ella. Ahora me doy cuenta de que siempre me habla en japonés a pesar de que en inglés nos entenderíamos mejor. Eso me gusta de él, eso y que siempre viene…
No como los franceses, dos compañeros que aparecen durante dos semanas seguidas y no se les vuelve a ver en un mes, ni falta que hace porque, como buenos franceses, no me caen bien. Son muchos los gestos, aunque el peor fue cuando al principio les dije que en España yo era cinturón negro y se rieron con alguna frase del estilo de «claro, pero normal que empieces de blanco porque para el nivel que hay allí». No todos los franceses me caen mal, pero la verdad es que la mayoría parece que lo hacen a propósito.
La señora de coletas, con un ego que, cual francés, le hizo reirse cuando el profesor me preguntó por el nivel al que me presentaba y yo le contesté que cinturón negro. Ignorarla junto con haber aprobado el examen son mis dos respuestas a ese momento que, por otra parte, hizo que mis compañeros de nomikai tengan el mismo sentimiento hacia ella que yo.
La madre y su hijo, el que casi me deja eunuco. Después de aquél incidente, y con meses de por medio, veo cómo él ha cambiado su carácter por uno más calmado, más reposado, menos adolescente. Llegan juntos, aunque él siempre medio metro por delante de su madre dejando claro que no le gusta ir con ella, y no habla con nadie aunque saluda a todos, y las veces que hemos vuelto a coincidir su comportamiento ha sido noble. El cinturón verde que se ha ganado en tan poco tiempo lo acredita.
El chico del chandal azúl, que ahora tiene uno gris. Sigue haciendo lo que quiere y sigue cuchicheando por lo bajo pensamientos que sólo él entiende y que no es capaz de encerrar en su mente. Hay días en que parece que su progreso es tan grande que parece otra persona, y otros en que parece no haber avanzado nada. Afortunadamente los primeros son los más habituales.
Hay muchos más; en una clase no es extraño que nos juntemos más de veinte personas, pero por alguna razón éstos son los que salen en la foto que mi pensamiento enfoca cada vez que van a ser cerca de las siete de la tarde y yo estoy sentado sólo en un tren con una mochila roja, un libro y un alma que no ve el momento de llegar.
Marimokkori
Es una mascota que viene de Hokkaido ahí todo para arriba al norte de Japan con pan, y que es verde y que tiene un paquete del copón!!! Si «algea» es alga y «scrotch» es entrepierna, entonces la wikipedia nos dice que el nombre de nuestro paquetudo amigo viene de: Marimo que es el nombre de un alga que crece en algunos lagos de Hokkaido, y Mokkori que es la nomenclatura de la acepción de lo que viene siendo el paquetovski.
Es igual!, el caso es que el otro día vi una máquina de esas tragaperras del que a partir de ahora se le conocerá como…
Justo al lado había otra de Gachapín y Mukku, pero de esos ya os hablaré otro día:
A por ellos, oeeee
Que conste que no estoy en contra de que la gente fume, me es igual siempre y cuando tengan un poco de respeto por los que están al lado que hay veces que te meten unas atufadas que vamos!
Si sakeas no hagas el Alonso
Es oficial: ya ha llegado el frío
Tío, ¡eres un vinagres!
Después de un mes de escasez de ideas en el combini, de repente veo ese día una bebida nueva ahí que además estaba toda publicitada. Así que me la compré presto a realizar su previa ingesta ingestítica antes y su posterior análisis analítico después:
Es una bebida ahí pensada para la garganta, en vez de hacerte un mejunje tu en casa, te compras esto y te lo bebes lo más rápido que puedas y ale. Sabe a vinagre que tira para atrás, pero le han metido un algo que lo suaviza un poco. Aún así…. ¡¡ buagh !!!
Boda de Ale y Ai: jardines, ryokan y cena
A ver que rebobine patrás… ah! vale! lo dejamos en que nos habíamos quedado Sea Jackal, su novia y yo esperando al felino nipón en la estación. Bueno, pues cuando llegó, nos fuimos los cuatro a los jardines así chulos que nos recomendó Ale mientras ellos estaban con la familia en el banquete.
Por allí estuvimos dando vueltas, charlando un ratico y sacando alguna fotaco:
Después Ale y Ai habían fletao un pepibus que nos llevaba a todos juntos a un Ryokan que estaba ahí arribotas del todo en una montaña, y que tenía unas vistas al mar de estas de quedarse chato!!! Fijaos en la panorámica que se cascó el minino japonés!!!
Al llegar allí, dejamos las maletas en la habitación, y cuando todo el mundo estaba abajo de nuevo, una amiga de Ai les dedicó un baile. Después entramos a una sala ahí super grande donde estuvimos cenando un rato hasta que otra amiga de los novios les dedicó otro baile, pero esta chica resulta que estuvo viviendo en Bali y que lo aprendió allí. Fue de todo menos simple, hacía unas cosas más raras con los ojos y con los dedos que ni sé!!! Yo no las tengo todas conmigo que duerma bien a partir de ahora, cómo imponía, qué miedo!
Después Ale y Ai estuvieron enseñando fotos de ellos y de los invitados de la boda en plan: «aquí estoy yo con los compañeros del trabajo anterior», y éstos se levantaban y todo el mundo aplaudía. De repente salió una camiseta Inocente allí y dijeron: «estas son las camisetas de Oskar, que las hace él, compradle muchas», jaja, y yo ahí todo chulo enseñándoles la Tokei que llevaba puesta, jajaja.
Y ya para acabar Ale y Ai nos regalaron un mini concierto donde cantaron, entre otras, la canción que habían compuesto para la boda. Ya tenían una versión en castellano, pero la de aquél día fué en japonés.
Con el permiso de los dos, he hecho un video-resumen y aquí os lo pongo, a ver si os gusta!!!
Las canciones, en ambas versiones, las podéis bajar de aquí
Cuando todo esto pasó (yo lloraba de risa), nos fuimos al onsen todos juntos, que te metes en una bañera con agua súper caliente ahí al aire libre con vistas al mar. Fue gracioso que todos decíamos de ir al día siguiente a las seis de la mañana para ver amanecer, pero después sólo fueron dos o tres!! (yo no! jajaja).
Y estábamos ya en la habitación, que en la nuestra nos tocó al gato y a mi con tres japoneses y una japonesa, cuando el padre de Ale me trajo una bolsa con pipas y pepes!!! (encargao por twitter, por cierto)
Fue curioso, porque los japoneses estaban ahí todos intrigaos: ¿eto que é lo que é? Allí nos tiramos un rato enseñándoles a comer pipas, los muy perracos me hicieron abrir tres paquetes de pepes, cagüen! Pero eso sí, eran muy majos, y ya estuvimos un rato largo con ellos ahí cascando lo que pudimos.
Al día siguiente hubo desayuno, unas últimas fotos al mar, y enfilamos para la estación a coger el shinkansen de vuelta…
Y como se vinieron para Tokyo, me apunté a cenar con ellos y con Héctor. En Shibuya, enfrente del Hachiko, me encontré con que uno de ellos llevaba un chubasquero del Athletic!!! Hay pruebas!!
Bueno, pues todo esto ha sido lo que yo he vivido de la boda de Ale y Ai, me lo pasé mucho mejor que bien, hasta lloré de risa viéndoles actuar. Y fue todo un placer pasar tiempo con gente tan tan tan maja, ¡¡un lujo!!.
Aquí os pongo algunos posts relacionados con la boda que celebraron en Alicante:
– Nos hemos casao
– Fotos y vídeo de la boda
– Un montón de fotos de la boda
– Gente con Tenugui en la cabeza
Y en este habla del templo en el que se casaron en Japón:
– Nos casamos en Hofu Tenmangu
El baile en gayumbos
Bueno, pues no preocuparse, que como no salgo ni entre los cincuenta primeros de la última clasificación parcial de ninguna categoría, parece que no lo voy a hacer al final. Buff, de la que os habéis librao!!!
En teoría, si me votáis todos en una categoría concreta, puede ser que vuelva a salir por ahí, pero habiendo blogs tan geniales como el de Flapy, El Pachinko, Kirai, Nihonmonamour… lo veo más chungo que apuntarle al Dr. House a una ONG.
Yo centraría el asunto en Blog de viajes, aunque la verdad es que hablo más de mi que otra cosa, pero creo que es donde más encaja esto.
En fin, vosotros mismos!
PD: He tenido buenas vibraciones escribiendo este post… concretamente un terremotillo que ha empezado más o menos cuando he escrito «gayumbos». Bien bien!
Halloween Godzilla
Pluriempleado
Boda de Ale y Ai: en el templo
El caso es que hace un tiempo que Ale y Ai me enviaron la invitación para ir a la boda, pero como soy un ñú organizándome, no me dió por comprar los billetes del shinkansen hasta la semana pasada. Así pasó lo que pasó: que sólo había billetes para la zona de fumadores… el resultado: cuatro horas y media ahí tragando más humaco que una campana fagor y como la garganta se me secaba, no hacía más que ir a comprar bebida, y claro esto implicaba que me meaba a puñaos, así que tenía que andar molestando a los dos de mi derecha para que me dejaran salir. En fin, que fue un viaje incómodo de cohone!
Pero llegué a Shin-Yamaguchi, y ahí me monté en un tren que era como los de la Feve pero en rápido y que en unos veinte minutos me dejó en Hofu, que es donde se celebraba tamaño evento bodorriero. Dejé la mochila en una taquilla de la estación y seguí el mapa que Ale había puesto en una página web para el móvil. Por la calle no había ni Blas, y al fondo se veían montañas, de alguna manera me recordó a Bilbao, pues!
Ya en el templo vi que había mucha gente hablando en castellano metidos en una esquinilla y yo la verdad no sabía para donde tirar, hasta que de repente escucho un «Oskar!», me giro, y era Ai vestida preciosísima con el maquillaje, el peinado… menuda cara de bobo se me debió quedar!
Y luego apareció Ale, con el que estuve hablando un rato largo. El tío estaba todo guapo también!. Estaba yo ahí disculpándome por lo del traje cuando apareció Sea Jackal con su novia, y con ellos me quedé ya casi todo el rato.
Después Ale entró por la derecha del templo junto con sus familiares, y luego Ai con los suyos por el otro lado. Los demás podíamos mirar subidos al balconcillo, pero no entrar al templo. Allí yo saqué alguna que otra foto, aunque no sabía muy bien qué era lo que estaban haciendo! Se oían tambores, flautas, olía a incienso, hubo un momento en que fueron repartiendo sake uno por uno, hicieron reverencias, y Ale y Ai leyeron algo a la vez en japonés.
No fue largo, yo le calculo que media hora como mucho. Y al salir es cuando se hicieron las fotos todos juntos.
Lo siguiente es que los familiares fueron al banquete, y yo me quedé con Sea Jackal y su novia a esperar a Un gato nipón que llegó un poco más tarde. Todavía queda mucho que contar, pero aquí van unas fotos del templo, para que veáis qué chulo es:
Mañana más!!