Nací hace 31 años y unos cinco meses en Euskadi, en Zalla, un pueblo a unos 22 kilómetros de Bilbao. Mis padres son emigrantes, ellos vinieron literalmente con lo puesto desde Extremadura, y se establecieron aquí porque había trabajo en una fábrica papelera.
Recuerdo los días de colegio con mucho cariño, las clases de Euskera que, por alguna razón, se me daba bien, los capítulos de Dragon Ball en este idioma que mis padres sospechaban que fingía que entendía pero que no era así.
Me viene a la cabeza que me daba vergüenza ir con mi madre a los sitios porque nunca se ha podido quitar ese acento extremeño que tiene. Ahora pienso que ni falta que le hace (lo echo tanto de menos).
Los que fueron un año después al mismo instituto que yo pudieron elegir dar clases todo en Euskera, y yo sentía envidia porque era un idioma que me gustaba y pensaba que si practicaba, podría hablar con mucha más soltura de lo que lo hacía (que era sólo en las clases de Euskera y poco más).
Veía carteles por las calles, carteles enormes con fotos en blanco y negro de presos de ETA, pidiendo su acercamiento a cárceles de Euskadi. Carteles homenaje acusando al Gobierno de España, y ensalzando ideas que yo no conseguía entender, pero que, por prudencia, procuraba no cuestionar.
De vez en cuando, al salir de Karate, veía un grupo de gente en la plaza del pueblo con una pancarta puestos allí a favor de las mismas ideas. Yo, como el resto de los que íbamos de paso, seguíamos nuestro camino sin preocuparnos demasiado.
Una vez fuimos de campamento a un pueblo fuera del País Vasco y unos niños nos tiraron piedras porque éramos vascos, y nosotros no entendíamos nada.
Por aquel entonces estábamos casi acostumbrados a oir que se habían quemado contenedores, que había habido un atentado… y siempre con una punzada en el estómago, seguíamos a lo nuestro, y casi nunca se hablaba de ello de puertas para afuera.
Los años pasaron, y con ellos, la universidad con lo que empecé a ir a Bilbao a diario. En aquellos tiempos, ir a Bilbao era una especie de reto para mi, me daba miedo por lo que me pudiera pasar, por si me atracaban, o me perdía. Y, aunque me perdí un par de veces intentando llegar a Deusto, me fue fácil encontrar el camino del Casco Viejo al que fui de juerga muchas veces.
En una de esas juergas, de repente me encontré en medio de una batalla campal. A mi izquierda estaban los ertzainas antidisturbios con sus escudos, sus cascos y máscaras y sus escopetas de bolas, y a la derecha un montón de gente armando un jaleo del copón, y poniendo vallas de una obra cercana en medio de la calle.
Como me daban mas miedo los ertzainas, y no me podía quedar en el medio de todo, me dio por ir corriendo donde los otros. Un par de chicos me abrieron paso moviendo las vallas, y me dejaron seguir corriendo hasta el bar del Casco Viejo donde me esperaban mis amigos. El bar tenía la persiana bajada, como todos los de la zona cuando pasaban estas cosas, pero yo la abrí y me metí dentro cerrándola de nuevo.
No era la primera vez, así que sabía lo que pasaba. Las persianas se volverían a abrir, saldríamos a la calle y todo continuaría aunque no sería lo mismo porque habría muchos policias pidiendo carnets, policías con sus máscaras y sus cascos, y no era raro ver alguna bola de goma rodando por el suelo.
Me sorprendió muchísimo ver mi pueblo empapelado con la foto de un amigo de la infancia que habían detenido. Un chico que había estado en mi casa muchas veces. Un chico alegre, normal, un amigo de esos que luego se pierden porque uno crece y hace cosas distintas.
Y hoy, por vivir en Tokyo, sigo muy de cerca las noticias de Euskadi. Me hace especial ilusión ver fotos de sitios por donde yo pasaba todos los días, y que ahora me parecen tan lejanos.
Pero acabo de leer la prensa por internet, y de repente me he visto diez años atrás en el tiempo. Y mi corazón se ha vuelto a sentir de la misma manera, y mi cabeza se ha estancado y me vienen lágrimas a los ojos. Y después, sentado en el suelo mirando por la ventana a algún punto del cielo, se me han agolpado en la cabeza todos estos recuerdos que he querido escribir aquí.
Y este fin de semana no será como los demás. Aún estando en Tokyo.
Muy buena entrada, sí señor que se publica en momentos de turbación por lo ocurrido. Gracias por compartir esto con nosotros. Un saludo.
La gente tiende a dicotomizarlo todo, o es blanco o negro, eres «bueno» o «malo». Siempre viene bien conocer las opiniones y puntos de vista de la gente normal, no implicada en este tipo de conflictos. Cómo lo vive y qué siente cuando pasan este tipo de cosas.
En fin, muchas veces la tierra de uno le toca la fibra sensible.
Felicidades por el post porque me ha encantado.
A mi también me ha encantado esta entrada, muy humana. Espero que el fin de semana no acabe tan mal como ha empezado. Ánimo y saludos desde el límite con Araba.
Has explicado lo que a muchos les pasa
Por lo que dices mi madre es idéntica a la tuya también es extremeña y si ese acento del que me averguenzo mucho también lo tiene.
http://blog.omelas.net/2008/03/otsoen-kontra.html
Son los sentimientos normales que tiene alguien que, aunque adore a su tierra, no entiende la violencia de esa minoría, que tanto se hace notar.
Una entrada cargada de sentimientos.
Lorenzo, no te avergüences del acento de tu madre. El acento, sea de donde sea, es una identidad que no deberíamos perder nunca, por muchos idiomas que hablemos.
Un abrazo!
(parece que mi anterior comentario se borró…)
Me has dejado con un nudo en la garganta…
¿Por qué siempre tiene que ser blanco o negro en todas las cosas?
No lo puedo entender…
No debemos permitir la violencia en ninguna parte del mundo.
Un pésame de una japonesa.
Es verdad que la vida es mas de grises que de blanco y negro, pero un asesinato siempre sera negro , muy negro; tanto como el alma de la persona que lo comete.
Las ideas nacen en en la cabeza y se defienden con la boca, las manos son para trabajar por ellas, y los pies para perseguirlas y que no se nos escapen .
La violencia es inaceptable.
Muy buen post Oskar.
Una entrada preciosa macho
Nada má que añadir a lo que ha dicho el resto de la gente.
Por mi parte, puntuación máxima.
Un salduo
La distancia siempre marca una visión de recuerdo, tras muchos años fuera de casa, unos padres extremeños, una mujer madrileña de padre riojano criado en Vitoria, un apellido italiano, otro castellano, un nombre vete a saber de dónde, creo que uno pertence a los recuerdos que colecciona en su vida, y esos recuerdos son una colección de cosas que han ido cambiando, y de personas que comparten recuerdos comunes que sirven como lugar de encuentro, de añoranza.
Leyendo tu post, me emociono al compartir contigo muchos recuerdos comunes -los que escribes-, y muchos más recuerdos -los que no escribes-, que nos aplican a ambos en el tiempo común que vivivmos y que conocemos.
Me hace pensar en lo vivido, y me hace pensar en como se vivirá a partir de ello. La memoria debería servirnos para ser mejores personas y poder contruir, no consigo entender a quién se aferra a no se qué memoria para destruir.
Gracias por construir y compartir.
La vida es del color de tus camisetas, si este mundo fuera gris estariamos acavados.
Suerte!
Como muy bien dice Toscano mid, cuentas cosas que nos han pasado a todos y tal vez en estos momentos no nos vengan a la cabeza, xo hay están forman parte de nuestra vida…
Cada uno tenemos una forma de vivir, de ver las cosas, de sentirlas, de expresarlas…
Pero para todo hay un limite…
Un saludo desde aqui y emociona leerte en estos momentos…
Esta vez ha sido más duro, he vivido esto, por circunstancias, muy próximo. He estado junto a una persona que la ha tocado muy muy de cerca y ha sido más duro que nunca.
Por qué no parará esto de una vez? Si al blanco y también al negro, pero no a la violencia.
La gente utiliza la violencia porque es muy cobarde y no tiene empatía con el resto de las personas. Espero que pronto les entre la razón y dejen de crear este miedo y este dolor a todo aquel que no piensa como ellos.
Por cierto, me ha gustado mucho cómo has descrito tus pensamientos.
Aupa Ikusuki ! yo soy de Sestao y por diversas circustancias he estado fuera de mi pueblo muy a menudo y he sentido y siento cosas muy parecidas a las que tan bien relatas , me ha emocionado tu post.
Saludos desde Kumamoto
Al principio dudé mucho si publicar la entrada porque pensé que se iba a llenar de comentarios irrespetuosos y sólo se la mandé a Bea.
Pero, como muy bien dijo ella, los lectores que tenemos son de lujo.
Gracias por añadir vuestros sentimientos aquí y hacer de este uno de los posts más bonitos a pesar de lo triste del fondo.
Leer lo que has contado me trae viejos recuerdos a mi cabeza.
Recuerdo, cuando subir al colegio era un verdadero peligro, porque como tú dices, las batallas entre ertzaina y los jovenes…
Recuerdo, como niños de mi clase llegaban y mostraban una de esas pelotas de goma, como un tesoro cogido en la calle.
Recuerdo, el miedo pasado cuando tenías que pasar corriendo para no recibir uno de esos pelotazos por pasar por el lugar menos indicado a la hora más inoportuna.
Cada día me gusta más tu blog, algún día tendré tiempo de poder terminar de leer todo.
Y es que leyendo tu blog, me doy cuenta de que eres una gran persona, de esas que quedan pocas.
Veo que a Zuriñe le pasa como a mí, que va descubriendo poco a poco tus escritos (su post es de septiembre, y el tuyo era de marzo).
Y, aunque soy «algo» mayor que tú (e, intuyo, que Zuriñe), mis sensaciones son parecidas a las vuestras (yo soy de Bilbao, y mis recuerdos llegan hasta cuando eran los «grises» los que ponían las pelotas de goma en circulación y salir del Casco Viejo podía ser una aventura…).
Y comparto con Zuriñe sus impresiones/reflexiones sobre tí. No cambies.
Hola Oskar,
Parece un día un poco raro para «descubrir» hoy tu escrito después de tantos meses… Pero creo que está totalmente «al día»… Suelo seguirte pero no siempre tengo tiempo de mirar hacia atrás y nunca hasta ahora te había contestado, entre otras cosas porque te leo en el trabajo por eso de empezar bien la mañana y como que no es el momento… pero antes de enfrentarme a un grano hoy que estoy tranquila en casa…
Por cierto, ahora mismo está lloviendo otra vez, viene bastante oscuro desde tu pueblo y a la vez ha salido el sol por El Berrón así que estoy rodeada de una luz de lo más otoñal con los árboles de la Arbalitza bien iluminados ¡y un arcoiris chulísimo justo detrás del «Isti»!… Bueno, que sepas que me gusta mucho tu blog. Saludos desde Balma.