Ése momento

El sábado me volvió a pasar, ése momento…

Es tan fácil dejarse llevar río abajo por la corriente de la rutina, que uno se olvida de que está viviendo en un país diferente. Bueno, no es que se te olvide, es que distraes, o priorizas, la consciencia y te haces tanto a ello que deja de importar.

Cuando uno viene aquí de visita por primera vez, los sentidos se saturan con tanto que reciben: el idioma, la comida, los lugares, la gente… eres plenamente consciente de tu condición de extranjero y quieres creer que resultas exótico a los ojos de los que aquí viven, aunque muchas veces lo cierto es que eres totalmente ignorado, lo que, por otra parte, no tiene porque tener un significado negativo, ni mucho menos. Yo en la gran mayoría de situaciones, prefiero que me dejen en paz, supongo que porque soy más tímido de lo que pretendo.

Pero si trabajas, si vives aquí, todo es muy diferente. Dejas de prestar tanta atención a lo que te rodea, digamos que te acostumbras a casi todo lo que te encuentras en el día a día.

Todo se hace hábito: ir a trabajar en bici, el arroz, las reverencias, las latas de café caliente, el ramen, los izakayas, los trenes… se relativiza su importancia que ya no se le da, o no más que la que yo le daría a coger el coche en Bilbao o irme de pintxos. Es ya lo normal, algo inherente al pasar de las horas estando donde estamos.

Aunque de vez en cuando surge ése momento. De repente levantas la cabeza, miras a tu alrededor y súbitamente te das cuenta de que eres el único extranjero, de que todas las personas que te rodean son totalmente distintas a tí. Nadie te mira, nadie te dice nada, no importa en realidad, pero de repente tomas plena conciencia de ello y de alguna manera te afecta, te altera, te supera un poco. No sabría catalogar la sensación con exactitud, pero tiene algo de nerviosismo, una pizca de temor y mucho de emoción por estar viviendo eso tan raro de ser el bicho raro, el diferente.

El sábado fue en el último tren camino de Shibuya con una multitud de gente apretujándose. Al abrirse las puertas de la penúltima estación, los que querían salir empezaron a abrirse camino a empujones. Entonces miré, y no ví a nadie como yo. Japoneses entrajetados, grupos de jóvenes con la noche a medio empezar junto a parejas de retirada, pero ni un extranjero. Sólo yo. De repente se me hacinaron en la mente mil pensamientos. Entre otros, en ese momento te acuerdas de todos aquellos que hablan de lo racista que es Japón. Y por un momento sientes miedo por si fuese verdad, que rara vez resulta serlo en mi mundo: yo miraba a todos, pero nadie me miraba a mí, como suele pasar.

Los lunes casi siempre soy el único extranjero en la clase de Karate, y a veces el de más nivel, con lo que me ha tocado dos veces ejercer de senpai guiando a los demás al principio y al final de la clase. La emoción cambia radicalmente, ahí me siento como un total privilegiado que está viviendo una aventura imposible de describir en los términos del sentir, algo más parecido a una película que a la realidad. Y sienta bien, si señor.

En Yosakoi soy uno de los tres extranjeros, aunque raramente nos juntamos todos, y entonces me acuerdo de lo mucho que se supone que ligamos con las japonesas, y voy yo y me lo creo durante un poquito hasta que te das cuenta que de verdad no tiene tanto como alardean algunos. El sentimiento es de impotencia, no por no ligar, sino por no poder comunicarme con fluidez en su idioma, que es el de jóvenes de veintitantos que no paran de bromear entre sí. Soy uno más… si no me hablan mucho. Tristemente participo en las conversaciones con la boca al 30% y la mente al 130%.

Tres ejemplos que demuestran que ése momento es único cada vez, igual de único que lo es uno mismo en ese instante.

Pero de éstos, el más emotivo es el del sábado, el que sucede cuando menos te lo esperas. Ese tipo de ése momento a mi me da vértigo porque viene tan de golpe que te inquieta, te violenta, te descoloca y crees que debes reaccionar de alguna manera cuando en realidad no hace falta que hagas nada. Aunque durante un rato a mi me cueste sincronizar de nuevo la respiración y el pulso con la razón.

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41 comentarios en “Ése momento

  1. Genial.

    Me gusta mucho este post porque es algo que siempre me he preguntado… el como te sentirías allí, siendo un extranjero, pero una vez acostumbrado a vivir allí…

    El fin de semana pasado, estuve hablando con un amigo que estuvo allí estudiando 1 año, y trabajando en el Laox de Akiba. Y la verdad, es que se deprime ahora que no está allí, necesita volver… así que, imagino yo que no será tan malo…

    Gracias por compartir!

    1. Ojo, que no es en plan depre!! o yo no quería darle ese toque, es un momento que te impone porque de repente eres totalmente distinto a todo el que te rodea, y te das cuenta.
      Y no es malo, por lo menos a mi nunca me ha pasado nada malo…
      :ikugracias: !

  2. ufff que post para un lunes por la mañana.

    Los has descrito muy bien, me he puesto en tu piel por unos instantes.

    Lo que sí veo es que tu te lo tomas con una filosofía diferente a la de los demás. En mi opinión, mejor.

    Saludos :)

    1. Entendido, los lunes legañeros no son pa posts de muchas letras!
      :D
      No entiendo muy bien lo de la filosofía diferente a los demás… ¿a qué te refieres, exactamente?
      :ikugracias: !

  3. Es verdad que la vida en Japon se puede volver muy monotona,Yo viviendo casi dos decadas aqui, te lo puedo asegurar. El tiempo pasa volando sin darte cuenta, dia con dia.
    Pero hay momentos que tengo que recordar que no soy una maquina, y parar un momento para respirar profundamente, hacer lo que mas me apetece o simplemente pasar un dia completo sin hacer absolutamente nada, tratando de desconectarte del mundo tan solo un momento para quitarme tanto estres acumulado y poder recargar baterias nuevamente!
    Un beso.

    1. Gracias Midori!
      Ya hemos hablado alguna vez de lo que me dices, y sabes que estoy totalmente de acuerdo. A mi me encanta estar haciendo siempre cosas y no sería yo estando quieto, pero sí que hay momentos en los que uno le da al botón de parar y que se mueran los feos que ese día no se hace ná. Y lo bien que sienta.
      :ikugracias: Besos!

  4. Pues imaginate lo raro que te sentirías si midieses dos metros xD :regulero:

    Siento el comentario regulero, pero por mi altura a veces yo también me siento un poco «asín» incluso en «mi propia casa», es increíble la cantidad de gente que se pone en plan :ahivalaotia: cuando me ve. :P

    :bythesegao:

    1. Tú por lo alto, yo hace tiempo por lo ancha y ahora por no estar ancha también se quedan «asín» :ahivalaotia:
      A veces solo queda :D :D y como dice Oskar » no hacer nada».

    2. Yo un poco chato también me quedé cuando te ví, eh captain? las cosas como son!
      jaja
      Te entiendo, a veces seguro que tienes que aguantar gilipoyeces supinas…
      :ikugracias:

  5. Buen post!!! y la verdad, es normal sentirse asi a veces, pero vamos eso te va a pasar estes donde estes….
    Personalmente prefiero los sitios donde todo el mundo va a su ritmo, por eso será que me llama la atencion japon.
    Saludos!!!
    PD: Como han dicho por arriba, vaya post para comenzar el lunes… :)

    1. Hmmm no se yo… que de repente levante la vista del libro y vea que el vagón de tren está lleno de japoneses y yo el único extranjero no creo yo que me pase en Bilbao…

      Lo que yo quería explicar es que a veces, estando aquí, de repente te ves en medio de un montón de gente entre la que destacas tú por ser el diferente. Y que a veces agobia…

      :ikugracias:

  6. La verdad es que me impresionas mucho, haces unas reflexiones increibles y las describes tan bien que soy capaz de entenderlas (hazme caso, eso es un gran logro)

    Animo que lo que estas viviendo es una gran aventura :gustico: y sigue asi que eres un crack!!!!!

  7. Sí, eso nos pasa a todos alguna vez, nos pillan con la guardia baja… Quizá no con tanta razón como a ti, pero quizá sea el recuerdo de un amor que nos dejó, o un recuerdo de la infancia con los amigos del colegio… Igual no es exactamente lo mismo que tú comentas, pero quiero creer que entiendo lo que quieres decir…
    :ikugracias:

    1. Un poco sí creo que me has entendido, a tu manera… al menos me he sentido identificado con lo que cuentas aunque en apariencia parezca muy distinto.
      :ikugracias:

  8. Guardando las distancias, siempre hay alguien, que en «algún momento» te recuerda quién eres y dónde estás, pero también hay otra afortunadamente, que te trata de igual.. y con esa me quedo :)

    Un besote,
    :ikugracias:

    1. Genial frase, si señorita, alguien que te trata de igual…

      Ayer el gilipoyas de Karate con el que tuve la movida me traducía lo que decía el profesor a inglés tratándome de gilipoyas a mi, porque entendía perfectamente lo que estaba diciendo. Pero como yo, y la mayoría de los compañeros, sabemos que el tío es tontolnardo, pues mira.

      Qué frase más buena, Dat!
      :ikugracias: Besos!

  9. joe que bien que lo has explicado!!!!! te entiendo perfectamente. en mi caso es según como levante, pero lo más frecuente es algo así :cry: y me suele durar todo el día…
    ánimo machote!!!!!

    1. hmm, no sé si me has entendido bien…
      no es melancolía, ni tristeza… es vértigo por darte cuenta en un preciso momento de la situación, pero no es algo que dure más allá de ese rato, o no dura demasiado más…
      :ikugracias: !

  10. Lo de no hablar con fluidez el idioma, tiene solución y ya estás en ello. Lo «otro» ese sentimiento del que hablas, es inevitable, pero ya ves, no pasa nada. Por lo que cuentas, creo que los japoneses te han acogido en sus grupos (Yosakoi, karate…), sin importarles de dónde vienes, así que sacúdete esa morriña. :) :kiss:

    1. Si si, si no es cuestión de soluciones o no, yo creo que ese momento va a pasarme de vez en cuando mientras siga viviendo aquí. Unas veces será al ir al baño de un restaurante y hacer cola, otras veces será en el tren, otras en un bar… saber que eres el extranjero, el diferente. Pero vamos, que no es algo malo, ni triste, es así y ya…
      :ikugracias: !

  11. Supongo que eso nos pasara a todos…

    Iba a decir que «incluso en Holanda» me sucede pero, claro, después pienso detenidamente que estamos hablando de gente de 1,90m, rubios, ojos azules, un idioma que no entienden ni ellos… Joder, muchas veces casi destacaría menos en Japón que aquí :D

    Al menos después vuelvo a la residencia de estudiantes que, aunque sean todos extranjeros (principalmente chinos), no me sacan una cabeza ni son rubios con ojos azules :p

    Bye!

    1. Si si, esa es otra también… cuando tenía cenas de oficina con todo kiski hablando en su inglés materno y con sus expresiones muchas de las cuales me resultan súper ridículas también me hacía sentir un bicho raro.

      En fin, tampoco es algo malo, sólo pasa y como experiencia es algo a sentir, desdeluego.
      :ikugracias:

  12. ya se que no puedo comparar 3 semanas de turismo en Japón con tu vida diaria pero tu post me ha hecho recordar lo que sentí durante esas 3 semanas caundo recorría sola las calles de Tokyo y para volver a casa de mi amiga cada noche cogía el tren durante media hora desde Shibuya hasta Hamadayama. Me sentía taaaaan diferente, tan postiza allí en medio y esa sensación te descoloca, te deja desnudo ante esa realidad verdad?
    Cuando regresé de mi super viaje miré la peli: Lost in Traslation y la verdad es que entendí la película al 100% cuando años atrás la encontré absurda.
    No sigo porqué al final parecerá más un post que un comentario.
    (madre mía es fantástica tu forma de transmitir sensaciones) :ungusto:

    1. Tu comentario sí que está genial, esa vida postiza, ese estar desnudo ante la realidad que poco tiene que ver con uno mismo aún viviendo en ella…

      Sin tener porqué ser malo, ¿verdad?
      :ikugracias: :gustico:

  13. Estoy contigo Oscar, ese sentimiento es una espada de doble filo, te baja la moral, pero tambien te hace ser mas fuerte para luchar por encajar :comillo: en esta sociedad. Cosas como estas te demuestran lo valiente que puedes llegar a ser, y si es asi, la gente de tu alrededor lo vera y te admirara.
    Buena reflexion :gambiters:

    1. Si, es bueno darse cuenta de ello también. Más que tratar de encajar, es ser consciente de quién eres y donde estás, y en mi caso, tratando de no destacar más que por mi apariencia.

      :ikugracias: señor!

  14. Lo de sentirte diferente por el aspecto.. bueno no me ha pasado, pero lo de sentirme diferente o extraño.. cantidad de veces; Identico a como tu lo has descrito: levantar la cabeza y «sentirte» real y estremecedoramente diferente al resto.. vamos sentirte «ET».
    Lo malo, en mi caso, es que me pasa con gente que se supone (y subrayo esto.. «se supone») que hablan tu mismo idioma, son de tu misma ciudad y son de tu misma especie…En fins.. como siempre un placer Sr. D. Tio Tosca. (Ayer.. demasiado profundo para poder opinar, como han comentado por ahi arriba…jijiji)

    1. También me pasa eso, también… y algunas veces con quedadas de paisanos que viven aquí, lo que no deja de tener huevos…

      Menos mal que son pocas veces.
      :ikugracias:

  15. Desde la primera vez que lei tu blog, me sorprendio tu capacidad para expresar lo que estas sintiendo y hacerme sentirlas, tanto como si las estuviera viviendo…. se agradece mucho la sinceridad con la que escribes, y poder participar un poquito en tu vida.

    un abrazo

  16. Pues sí, va pasando el tiempo y no te das cuenta de que estás aquí dentro. A mi me pasa con la ventana de mi laboratorio (en un 5º piso), cuando ves todo el mar de casas, a lo lejos los rascacielos, y piensas «sí, estás en Japón». Entonces se te vienen recuerdos a la mente de hace años cuando no estabas ni siquiera te imaginabas estar en Japón, de los dibujos de Doraemon, de la afamada tecnología nipona, de tu abuela quejándose durante una huelga porque deberían ser como los japoneses. Y llegas aquí y te metes, a fondo. Pero en el fondo conservas lo que eres.

    Por otra parte he tenido el placer de volver a sentirme turista cuando vinieron unos amigos a visitarme. De volver a ser mirado de forma diferente, aunque pueda parecer igual.

    Y sabes, lo mejor de todo es que me encanta darme cuenta de esto, de cómo soy consciente de lo que Japón me está dando y me está quitando. Nunca me arrepentiré de haber venido, aunque no quiero quedarme en Japón para toda la vida. Dos o tres años son suficientes.

    Pues eso, ¡un saludo!

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