No sabría la razón. A veces es el invierno que de tanto sentir frío no deja apenas margen para sentir nada más. Otras veces simplemente es despertarse torcido, como si se hubiese dormido a medias el rato que se estaba durmiendo.
Pero toca.
Por lo menos dos o tres días al mes, uno se siente cansado, molido, desorientado… concluyamos que sin ganas de hacer mucho más que tratar de llegar a la cama para dormir la otra mitad que nos falta.
Así fue la cosa ayer: preparé la bolsa de karate y me levanté una hora antes para poder llegar a la oficina y salir también sesenta minutos menos tarde. Estaba tremendamente motivado por la clase del viernes con el especial aliciente de poder ya hacer deporte sin escayola y prácticamente con el 100% de movilidad en la muñeca izquierda. No hay nada como que te quiten algo de una hostia para aprender a apreciarlo con toda tu alma. Es horroroso quedarse sin algo con lo que siempre has contado, ojalá no me pase nunca más.
Pero ayer no tocaba que tocase karate, tocaba un día de los de sentirse cansado, molido, desorientado… sin ganas de tener ganas de ganar.
Así que me despedí de los compañeros de trabajo pidiéndoles perdón por irme antes y cogí el tren, pero no el que me suele llevar a ese lugar secreto donde me dejan soñar dos o tres veces por semana con patadas imposibles, sino en el que me lleva a mi casa.
En el vagón íbamos un ciento de personas, mis remordimientos y yo. Remordimientos que aun a sabiendas de que ayer era imposible, volvieron con su férrea disciplina a pasar lista y sembrar quizás todavía más pesadumbre al ya de por si mohíno día.
En el móvil, Chiaki me avisaba que iba a llegar tarde a casa y a mi tampoco me acababa de agradar la idea de estar sentado en un sofá de dos sin uno, así que me bajé una estación antes y enfilé con paso mustio hacía la tienda de zapatos del centro comercial más por alargar la hora de meter la llave en la cerradura que por querer comprar ningún zapato. Es una de esas tiendas que tanto abundan por Tokyo en las que tienen cientos de carteles de oferta puestos prácticamente en cada artículo, anulando así el propio concepto. Había cuatro dependientes varones, jóvenes, de esos de pelos imposibles y cuellos camiseros alzados a lo arrogante.
No me fijé hasta un rato después en un quinto: era un señor que doblaba la edad de cualquiera de los demás. Llevaba una camisa de cuadros un par de tallas más grande lo que le daba un aspecto desaliñado, diría que andrajoso al lado de cualquiera de sus compañeros de tienda. Noté algo extraño en sus andares aunque no le dí mayor importancia. Es cuando decidió hablarme cuando confirmé que algo había en él que era distinto a los demás:
– Ese zapato está de oferta y yo creo que te quedaría muy bien, -me dijo risueño- a los extranjeros siempre os queda bien la ropa, mejor que a los japoneses que somos más pequeños, aunque es verdad que tu tampoco eres muy grande. Seguro que tu número de pie no pasa del 25.
No fue sólo que tuviese cierto incoherente compás al andar, sino que también ligaba frases saltándose palabras haciendo que se le entendiese, y no del todo, aproximadamente hacia el momento en que tocarían los puntos y seguido. Supe al instante que tenía algo que no teníamos los demás, comprendí, al igual que con mi hermano, que todo lo que saliese de su boca iba a estar teñido de tierna inocencia y extrema bondad. Me sentí inmediatamente vinculado con él, diría sin duda que incluso aprecio y sobretodo orgullo por ver que estaba desempeñando un trabajo normal igual o mejor que cualquiera de los demás.
Dos de sus compañeros vigilaban la escena desde lejos. En sus ojos también intuí cierta ternura aunque era claro que estaban atentos a mis maneras o a mi reacción por si fuese de rechazo o quizás confusión… al fin y al cabo, a este mundo le sobran personas con sentimientos por sentir y almas por albergar.
– Jajaja, es verdad, soy pequeñico y encima has acertado con el número, sólo un pelín más grande, es 25.5. ¿Sabes?, en España tendría un número 40, pero aquí usáis números distintos, menudo lío, ¿verdad?, yo no sabía al principio…
– ¿Te lo traigo? ¿te traigo el zapato de tu número?, no me cuesta nada, ¿te lo traigo? -me interrumpió visiblemente contento por tener el dato que le faltaba para seguir con su trabajo.
– Claro, por favor, me encantará probármelo.
Sin mediar palabra desapareció por la puerta naranja que quedaba a la derecha de las zapatillas deportivas de mujer. Uno de los dependientes entró detrás de él, puede que para echarle una mano si hiciese falta. Estaba claro que allí a todos nos sonaban las pulsaciones con tonos parejos.
No pude más que sentarme en el banco a esperar que aquél señor me trajese un zapato que seguramente no habría elegido por mi cuenta.
– No quedan 25, sólo queda un 26, pero ¿porqué no te lo pruebas?, pruebátelo que lo mismo te queda bien. A veces un número no hace tanta diferencia, además como eres extranjero… los extranjeros sois más grandes. Aunque tu no eres tan grande pero creo que no importa, ¿te lo pruebas?, como ya te lo he traído…
– Claro que me lo pruebo, faltaría más.
Abrió la caja y sacó el derecho. No sabría decir si eran sus manos o sus dedos, pero no acababa de tener la movilidad que tenemos los demás. Lo que le sobraba era destreza: con las dos muñecas dobladas hacia adentro sujetaba un zapato al que fue capaz de ajustarle los cordones sin saber yo cómo y dejármelo después al lado de mi pie ya descalzo. No dijo una palabra porque estaba concentrado en hacer algo que a él le cuesta más que a tí, por lo que a tí te da mucho más igual que a él.
– Me queda perfecto -mentí por verle sonreír- ¿sabes?, me lo llevo. Y también si no te importa, me gustaría probarme esas zapatillas que tenéis ahí de oferta, ¿te importaría…
Tampoco me dejó acabar. Había vuelto a desaparecer y apenas me acababa de desatar los cordones de aquél zapato un número más grande que el mío cuando ya estaba de nuevo extremadamente concentrado en otros cordones que ajustar de otro pie derecho de otro par de zapatillas.
– También me quedan bien, me llevo los dos si no te importa, ¿me pones los dos?.
– ¿De verdad? muchas gracias, gracias, muchas gracias. Gracias. Gracias
Seguía dando las gracias aleatoriamente mientras íbamos hacia la caja registradora. El mismo compañero que entró al almacén con él ya estaba allí supervisando la operación mientras simulaba estar limpiando el mostrador con un trapo. Me gustó que tuviese el tacto de no mediar palabra, de simplemente estar allí sabiendo que no iba a haber problema alguno, pero con el detalle de estar a mano por si hubiese algo que en ese momento se torciese.
Quise ser su amigo. Quise contarle que encontrarme con él fue como si alguien le hubiese dado un empujón a la línea del día que volvió a ser recta de nuevo, que me encantó haberle conocido y que en ese momento echaba de menos a mi hermano más que nada.
En lugar de eso dejé que me acompañase hasta los límites de la tienda con el pasillo del centro comercial y me despedí de él dándole las vueltas una o dos veces de las veinte o treinta reverencias con que me pagó.
Esa noche llegué a casa un poco antes que Chiaki con unas zapatillas de oferta, un par de zapatos que me bailan en el pie y el alma tres o cuatro números más grande.
Joder, Oskar… ternura por un tubo, esta entrada… qué bonita !
Besotes !!
Gracias Nuri!!
Precioso y tierno!!! Y me alegro que ese vendedor enderezase tu día!!! Besos
Gracias Helen!!
Besicos!
Seguro que a partir de ahora, cada vez que necesites unos zapatos, irás allí.
Me gustan estas entradas tuyas porque me hacen pensar. Pensar si yo sería capaz de actuar como tú. Y hay veces que me gusta lo que descubro de mí y otras no tanto…
Pues eso dalo por hecho, ya tengo tienda de zapatos preferida…
Sabia reflexión la tuya en cualquier caso… es bueno conocerse, creo yo…
Muchas gracias siempre por tus comentarios!
Me encanta lo que escribes y cómo lo escribes. En serio. Con textos como este, ¿cómo no te vamos a animar con el ikulibro?
Muchas muchas muchas gracias!
A ti siempre!
Un abrazo y un poco de calor de Okinawa
Bonita historia, los detalles hacen sin duda la diferencia
Gracias Pau!
Estos son los post que mas me gustan con diferencia, donde cuentas las cosas cotidianas que te encuentras. Los zapatos, buen, seguro que con dos pares de calcetines lo arreglas!.
Ya me los he puesto un día y la verdad es que aunque me bailan bastante, me gustan muchísimo…
Desde luego tienes un don para escribir estas historias cotidianas, para encontrar la luz que se esconde en el día a día, que a menudo se nos hace tan gris. Tú te fuiste feliz de la tienda, pero seguro que al señor que te atendió y a sus compañeros también le alegraste la tarde.
Muchas gracias David!
Pues espero que si, yo por lo menos quise que se quedase él también contento porque se lo merecía con creces…
Que bonito Oskar!! Que forma tan tierna de hacernos llegar lo que sentistes
Gracias María!! me trialegro!!!: que lo hayas leído, te haya gustado y encima hayas dejado un comentario!!
bonica historia
Gracias señor!!
¡Genial entrada de tu blog, Oskar! Para quitarse el sombrero
¡Me alegro también de que ya estés casi totalmente recuperado de la muñeca!
¡Un saludo!
Hola Dani!
Muchas gracias !! me alegro que te haya gustao!!
Si si, la muñeca va bien, a veces me duele si hago algún movimiento brusco y en Karate todavía ando con cuidado, pero prácticamente ya está curada…
Abrazaco!
Tío, ¡eres un solazo!
Solecico, solecico
¡ Gracias !
Te leo desde hace un tiempo pero nunca he dejado ningún comentario porque me da un poco de cosa… No sé, soy así de rara!! Jeje
Pero es que hoy no he podido resistirme… Vaya peazo de entrada!! Puñetero, me has emocionado y to!!! En serio, muchísimas gracias por regalarnos algo así.
Pues que no te de cosa, mujer, que a este lado del blog hace mucha ilusión!!
Muchas gracias a ti…
Esta mañana, como cada día, me he sentado en un cuartito de mi trabajo para tomerme el cafe mientras leia mis feeds y al leer el tu entrada he llorado. Yo solo sentado, casi a oscuras y llorando.
No es facil lo que has conseguido. Redactas bien, sin florituras y con sentimiento.
Si no confías en tus capacidades al redactar, creo que con todos los comentarios de hoy deberías estar seguro que si algun dia escribes una novela, no la compraran solo tus familiares.
La novela ya la tengo escrita… ahora sólo falta encontrar la manera de publicarla.
Gracias por el comentario…
Pues ya que tienes unos zapatos grandes comprate un camisa igual para meter ese peazo de heart tuyo. OLE TRONCO!!OLE!! un placer,un abrazo, un sentir.
Abrazacos grandes a intermedios para que no te acostumbres mucho.
Gracias chatuelooooo!!!
Ya me empezaba a hacer falta uno de estos post que le dejan a uno el corazon temblando, que ultimamente ando un poco flojo y como decia aquel «la vida puede ser maravillosa».
Claro que si, eso es una constante. Solo que a veces uno se siente mal y otras veces bien. Saber vivirla, para mi, significa maximizar lo segundo a toda costa…
Aunque a veces…
¡Esto ha sido puro calor en medio del invierno!
Pero, con permiso del público asistente, a mí lo que me llega al alma y más al fondo es que los compañeros de trabajo le tratasen tan bien. Esa persona tiene mucha suerte, me alegra ver que este mundo tiene una cara amable.
Si, sin duda le tienen muchísimo aprecio y eso si que emociona…
Txabalote, no es la primera ni la última vez que lo digo, tienes un corazón tan 5 estrellas…. !!
que está todo dicho..
Un primo
Te has ganao un peazo de besote!!
Gracias prima!!! Besote recibido!!!
que relato mas tierno gracias por compatirlo besillosssss
Gracias a ti por el comentario!
No sé si la historia será verdad o no, porque nadie habría hecho eso, aunque siendo tú me la creo la verdad XD
Lo que sí sé es que como dicen por ahí, tienes un arte para contar hechos cotidianos que es pa hacer un cromo vaya!
Deseando la salida del ikulibro me dejas
«porque nadie habría hecho eso», anda, ¿y porqué no?… esta historia es cierta y de momento los zapatos los estoy usando bastante más que otros…
“porque nadie habría hecho eso” – no sé, lo mismo es por la poca esperanza que tengo ya en la gente xD
Y como te digo, de ti me lo creo 100% simplemente por el calorcito que dejas en el corazón cada vez que me leo una entrada de las tuyas, de las de la vida misma.
Dan ganas de seguir buscando a gente que merece la pena para que se pase un ratito a compartir tu vida.
Gracias Óscar!
Respect!!!!!!!!!!!!!!
Gratitude!!!!!!!!!!
Que relato tan motivante.
Hay gente que «nos toca» sin darse cuenta y hace que el día pinte maravilloso, bien por tantos que como «el señor de los zapatos» nos alegran la vida.
Fue emocionante, de verdad que si…
Bonito, bonito, sin duda no solo tu te fuiste a casa con un buen sentimiento. Y sobre todo me alegro de la buena compañía que os hicisteis durante un rato.
Fue un rato bien chulo, si señor!
¿Pero cómo puedes tener alguien está facilidad para llegar a los demás contando hechos del día a día? Sin palabras me dejas, por tu forma de escribir y por ser como eres, más gente como tú hace falta!!
Muchas gracias Dafne! ná, no más como yo, por favor, menudo coñazo sería el mundo!!
xD
ABRAZOOSS
en este mundo faltan abrazos!!
Menos mal que de vez en cuando te dejas caer con un par tu
Si, nunca están de más, no!
Con esta entrada tú has alegrado mi día, que se preveía de lo más gris. Es como una cadena: quien siembra amor recoge amor; y quien recoge, lo siembra. Parece un tópico pero es así. Ese dependiente de la zapatería desprendía luz, que te inundó a ti; supiste devolvérsela y la volviste a recibir duplicada. Ahora, con tus palabras, he recibido tanta luz yo (y los demás, pero hablo por la parte que me toca), que me han saltado las lágrimas. Supongo que ahora me toca a mí devolverla…
Pues me alegro de corazón que haya sido así. También lo creo: al final uno recibe un cacho de lo que da… si nunca das nada pero recibes, sólo significa que has tenido suerte…
Besicos!
Para los zapatos un poco más grandes: plantillas.
Para el abatimiento, momentos como el que viviste no se pagan con nada.
¡ por compartirlo!
Con unos calcetines un poco gruesos que tengo, van de lujo!!
Gracias a ti por dejar siempre comentarios!
Te leo desde hace tiempo y sigo tus historias con ganas de que llegue la siguiente.
Hoy no puedo dejar de escribir para darte, simplemente, las gracias!
Gracias a ti, Elena, por dejarme un comentario esta vez!
Te superas cada día más. Ahora mismo estoy viendo esa tienda y a ese señor poniendote los zapatos desde la puerta de la tienda… No sé cómo demonios lo haces, pero tu forma de escribir transmite más que cualquier J.K. Rowling, Tolkien o lo que sea. Eres grande, pero no sólo por tu forma de transmitir, sino porque el canal que utilizas para escribir es tu propio corazón. Muy grande, señor mochacho, MUY Grande. Me alegra leerte y saber que tu muñeca pronto soltará tollinas a rodabrazo como está mandao.
En serio , sáca el libro YA! LO NECESITO! jajaja
Un gran abrazo!
PD:perdona por haber estado un tiempo sin comentarte pero estoy más liao que la pata de un guarda!
Hola Marcos!
Jaja, gracias por el comentario!! El libro ahí va, tiene que salir como sea, mecagüen la mar…
Abrazaco!!
Buf, kokoro encogido me dejas. Que lindo post.
leerlo señor Tosca.
Muchas gracias!
He vuelto a releer tu texto , en esta mañana de lunes, una de estas en las que cuesta arrancar, como a ti te costó el no ir al karate. Lo he saboreado de nuevo, porque ya lo leí la semana pasada.
¡Ya ves! lo he rescatado de la memoria porque algunas veces nos hace falta esa gasolina que pocas personas saben dar y que tanta falta hace en esta sociedad.
Hay una máxima atribuida a Aristóteles, que define muy bien tu entrada. «Hacer el bien es un egoísmo inteligente»
Un saludo.
No te creas que mi lunes tampoco fue muy allá… ando con una gripe que me tiene a medias, pero mira, en este caso ha sido este comentario tuyo el que me ha dado el empujón.
Muchísimas muchísimas gracias…
Me parece una entrada preciosa, una entrada para la reflexión. Me pregunto cuantos de nosotros reaccionamos con esa naturalidad y ese cariño ante personas tan especiales. Creo que pocos, muy pocos. Tú eres uno de esos pocos.
Esta entrada no es un relato o una historia tan solo de kokoro, esta entrada es de personas, de personas que entregan su corazón al descubierto, sin protección, de personas incapaces de odiar, que lo dan todo sin esperar nada.
La discapacidad no es incapacidad. La incapacidad la tenemos nosotros cuando no entendemos que hay capacidades diferentes.
En estos casos me encantaría tener facilidad de palabra para poder expresarme como a mi me gustaría y que se entendería bien lo que pienso.
Como siempre un placer leerte.
Besos!
Anda que no te echaba de menos aquí… muy raro se me estaba haciendo no verte pasar a dar los buenos días.
En mi caso ya sabes que me pilla de cerca, así que no se me ocurre ninguna otra manera de actuar. No dudo ni un momento que tu hubieses hecho algo parecido…
Muchos besos y gracias por seguir pasándote,
Cagüenlamar que lagrimones…
Cada vez me dejo caer por aquí más de tarde en tarde, y luego me toca ponerme al día con el reader, para que no se me pase ninguna entrada. La de hoy destaca entre el resto que he leído, y no es porque el resto sean malas ¿eh?. En casos como este hay que darle al enlace al ikublog, y dejar un agradecimiento en los comentarios, que pa eso están.
Gracias
¡Bravo! Por todos los vendedores y ¡bravo por el comprador! Qué buen momento… Gracias por compartirlo…¡gusticazo leerte!
Gracias por hacerme recordar que lo importante son disfrutar de cada momento que vivimos. Y grracias por compartir estos momentos tan tiernos con nosotros.
Un besote muy grande.
Eres un maestro de las palabras y los sentimientos, y no hay más que hablar!!!
P.D.: no tengo ningún comentario interesante que hacerte, solo demostrarte pura admiración.
No sé si eso será algo exclusivo de los que hemos crecido al lado de alguien así y sabemos de su fragilidad, inocencia y pureza, pero yo habría hecho exactamente lo mismo, y las mismas cosas hubieran pasado por mi cabeza. Gracias por compartirlo!
¡Que bonito! Disfruto mucho leyendo tu blog. Gracias
Precioso
Excelente. Además escribís muy bien. Saludos desde Misiones. Argentina
Excelente amigo me diste una lección para el alma, wow. Gracias por compartir esa experiencia.