De como Kota llegó para quedarse (parte 3)

Como si de un flashback se tratase, recuerdo aquella noche por flashes. Yo estaba tumbado en un sofá en el que solo entraba entero si doblaba las rodillas tapado con la manta más fina de todo el hospital y de vez en cuando entreabría los ojos cuando algún ruido interrumpía algo parecido al intento de dormir en semejante situación. Veía, entonces, a Chiaki que estaba con los ojos abiertos prácticamente cada vez, que me miraba, que miraba al techo y recuerdo que yo quería levantarme y hablarle para que sobrellevase la situación un poco mejor pero entonces me volvía a dormir y me volvía a despertar sin yo quererlo. Era ese estado en el que no sabes muy bien si está pasando lo que crees que está pasando o en realidad no has abierto los ojos nunca.

Por la mañana ella me confirmó que las contracciones eran cada vez más fuertes, que no había podido dormir. Cuando la impasible entró por la puerta, por supuesto que sin llamar, nos hizo bajar a la siguiente fase de aquella historia: la sala.

Madre mía.

¿Como describir la sala?. Imaginemos una habitación muy grande que se dividía en muchas habitaciones pequeñas gracias a correr o descorrer cortinas que pendían de una autopista de raíles instalada en el techo. Para describir lo grande que era, pongamos que cada habitación albergaba, sin demasiadas estrecheces, una cama, un pequeño sofá y una máquina de esas de hacer ecografías. Y pongamos, ya puestos a poner, pues, que habría como veinte habitaciones de estas de quita y pon. Si las contracciones llegaban a un punto tal que no había más remedio que hacerles caso, te bajaban allí y te enchufaban a la máquina que monitorizaba el grado de dolor a la vez que se aseguraba que el latido del niño seguía siendo regular. Digamos, también, que las contracciones, por lo visto, vienen y van haciendo que cuando están, la inminente madre las vaya notando reaccionando según su intensidad para descansar un momento después. Era, pues, una cadena sin fin de dolores intermitentes a destiempo.

La sala, señores.

Veinte camas con veinte embarazadas a punto ya de dar a luz gritando cada dos o tres minutos según le tocaba a cada una. Por supuesto, las hay cuyas contracciones son ya tan dolorosas que no pueden contener el dolor y chillan literalmente de dolor para después recuperar el aliento al minuto siguiente. Pongamos a veinte maridos, como el que les ocupa, muertos de miedo escuchando aquel concierto de gritos y lamentos sin poder hacer más que tratar de aliviar, vía masajes en la espalda, semejante disparate. Maridos totalmente inútiles cuya presencia es anecdótica, maridos que solo sabían decir «ganbatte ganbatte» con voz grave pero que en realidad estábamos acojonaditos perdidos, que cuando estás ya un poco recuperado de los gritos de la de la cortina de la derecha, resulta que ya le toca a la de la izquierda desgañitarse a grito pelado.

Si yo lo pasé mal, no quiero ni pensar en ellas. Madres del mundo: tenéis todo mi respeto hoy y por siempre. Chiaki: te quiero.

Hoy, echando la vista atrás, no llego a entender la función de aquella sala. Cuando las contracciones son todavía débiles, no creo que sea precisamente motivante que te lleven a un sitio donde la que tienes al lado está retorciéndose de dolor anunciándote que poco te queda a ti para estar así también. Tampoco digo que te lo pinten de color de rosa cuando no va a ser así, pero es que aquello es el purgatorio.

La sala. Buff.

Las contracciones de Chiaki todavía no eran de chillar: como venían se iban. La revisión del médico nos confirmó lo que nos parecía: que todavía no, que íbamos a tener que pasar otra noche más en el hospital y que nos fuésemos pensando en la posibilidad de una inyección para acelerar el proceso porque ya era el segundo día allí metidos. Yo, la verdad es que pensaba que menos volver al purgatorio lo que hiciese falta, pero Chiaki se negaba rotundamente. Ella se tomó el embarazo muy en serio, tanto es así que, por ejemplo, se aguantó todos los dolores de cabeza sin tomar ninguna medicina por si le hacían daño a Kota. Así que no: ni inyecciones, ni epidural ni ochos ni cuartos. Ole sus huevos.

Pues en esas quedamos con la revoluciones: mientras ella hacía la cama en cuatro segundos tres decimas, yo me hacía a la idea de que la noche del martes volvía a tocar sofá y seguramente dosis de purgatorio…

Continuará…

22 comentarios en “De como Kota llegó para quedarse (parte 3)

  1. Ni epidural ni nada??? Ole, ole y ole!!!
    No me puedo imaginar dar a luz sin epidural. Aunq al pequeño casi lo tengo en el coche me la pusieron…
    Uuuuuuuffff,demasiado valiente!!! Un besazo inmenso!!!

  2. :estudier: :estudier: Dos noches! :flipader: Sin epidural :fliper: :ungusto: Chiaki. No he pasado por la experiencia, pero salvo una amiga, todas las demás dieron a luz con epidural y repito: ¡chapeau Chiaki!

  3. Me encanta como lo vas contando, pobrecita :( pero ahora le veis la cara a Kota y compensa :cuner:

    Por cierto que sepas que cuando tengo tiempo voy leyendo entradas anteriores como si de un libro se tratase, me gusta muchisimo como escribes!!
    Me encantó el «churro de té» aquí hay una tienda japonesa que quiero visitar pero dudo que lo tengan, gran invento!
    Y me quede de piedra con las fotos de la entrada «Yozakura» impresionantes, de verdad que las sigo viendo y me parecen increibles.

    1. ¡¡Como que ya se nos ha olvidado todo!! por eso estoy corriendo yo ahora escribiéndolo, para que quede constancia en algún lado, jeje. Más guapo Kooootaaaaa
      :ikurruke:

      No me acordaba de esa entrada!! pues mira, me acabo de ir a ella y he puesto las fotos más grandes, aprovechando tu comentario, jejeje. Ese lugar es muy bonito!
      :ikugracias:

  4. ¿Como que «Maridos totalmente inútiles cuya presencia es anecdótica»?

    Esa es tu impresión (realmente, es la impresión que tenemos todos los padres en ese momento, es lo más impotente que me he sentido nunca), pero preguntale a Chiaki y verás que te equivocas, que el estar alli, haciendo lo poco que puedes hacer, también es importante.

    1. Hombre, está claro que una cara conocida ayuda y que el apoyo moral es muy importante, pero también te digo que Chiaki ni se acuerda de la mitad de las cosas que yo le decía, por ejemplo. Eso es un proceso en el que nosotros poca baza jugamos y esto es innegable.

      Ahora que no se me ocurre otro sitio en el que podría estar en esos momentos que no fuese a su lado.

  5. :amosahi: Por favorrrrrr masssssss !!! mira que te leo a la hora del almuerzo en mi oficina y me muero por saber cuando nacio que es el momento mas bello,especial y sublime para una madre !!! y No digamos cuando lo llevaron a su casa…Abrazo para los dos y besos para el GUAPERRIMO Kota

  6. Dos días y lo que os queda todavía :cry: . Yo me siento afortunada, dilate sin epidural, pero los 8 cms, en 15 minutos. Ahora entiendo porque Chiaki tuvo que descansar sin Kota cuando finalmente nació. Tú mujer merece mis más sinceros respetos.

    1. Jodé, pues Chiaki se tiró dos días y medio lo que tu hiciste en un cuarto de hora!! buffffff

      Yo no solo mi mejor, sino que todas las madres del mundo… va por vosotras, campeonas!!
      :ungusto: :ungusto: :ungusto:

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