Chikan

Ese día llovía a mares, creo recordar que fue el segundo tifón al que le dió por pasarse por Tokio a saludar. Esto de los tifones es algo curioso: hace un viento acojonante y llueve en toda dirección excepto la estrictamente vertical para, al día siguiente, hacer un sol del copón y no ver ni una nube asomando.

A no ser que quisiese acabar pedaleando en la punta de la Sky Tree, mejor aparcar la bici e ir en tren. Y eso que últimamente me he comprado un chubasquero de cuerpo entero y no me rindo con lo de ir en bici ni aunque caiga la de Dios es Cristo. Pero es que ese día caía la de Dios es Cristo y Buda juntos.

Total, que me monté en un tren repleto de gente y traté de hacerme hueco cerca de una de las barras de al lado de la puerta que delimitan los asientos. Allí, justo donde quería ir yo, había un señor mayor con camisa de manga corta y pantalón de traje que se había hecho fuerte con un periódico entre sus manos y los codos apuntando hacia fuera a modo de protección. Tenía pintas de ser más salado que un cubo de mierda, así que no pensaba yo acercarme demasiado pero en estas que mucha más gente entró en el vagón y empujón a empujón di con mis riñones contra uno de sus codos colocados expresamente a tal efecto. Noté que no doblaba el brazo, que estaba haciendo fuerza para poder tener su espacio periodístico intacto mientras el resto nos apelotábamos unos contra otros cada vez más. Aparte de lo injusto de la situación, de que un rascayú quisiese leer el periódico en un vagón repleto de gente, me estaba haciendo daño así que le aparté el codo de una hostia con el mío y aproveché la inercia para empujarle con el culo haciéndole ceder el espacio que no se había ganado con su cara de palo. El viejo gruñió algo mientras al cerrar el periódico le daba en la cabeza, supongo que sin querer, a la chica que estaba sentada delante. Yo me giré más, le miré directamente a los ojos y le volví a empujar con la cadera haciéndole ir todavía más para allá. Ahí viendo que la cosa era adrede y con cierta expresión de sorpresa por la cara del que tenía delante, ahí ya si, ya se calló y apechugó.

Al de dos o tres estaciones y por el trasiego de ir y venir de pasajeros, el vagón seguía repleto, pero una chica de mediana edad coincidió que se colocó entre el viejo cascarrabias y yo. Era una chica menuda, bastante más baja que cualquiera de nosotros dos, tampoco vestía de manera especial, no destacaba de ninguna de las maneras. Pero el viejo asqueroso le echó el ojo enseguida. Aunque había oído muchas historias, era la primera vez que presenciaba algo semejante y supe que era así porque se le veían las intenciones desde lejos. Se metió una mano en el bolsillo y empezó, nervioso, mirando aquí y allá, a acercarse cada vez más a ella hasta que su cabeza quedó justo por encima del escote de la chiquilla, escote que no dejaba de mirar mientras se movía su mano dentro del pantalón.

Yo flipaba.

La chica se daba cuenta y hacía por alejarse, acercándose cada vez más a mi, aunque tampoco había demasiado margen con tantísima gente, claro. El viejales entonces se puso detrás de ella visiblemente dispuesto a frotar la cebolleta y sé que lo consigue cuando saca la mano que tenía tan ocupada dentro del bolsillo. Ahí, justo en ese momento fue cuando acabé de decidir que le iba a meter una hostia pasase lo que pasase y fui a por él pero entonces el tren llegó a la siguiente estación, la chica aprovechó el movimiento de gente para cambiarse de sitio y el chikan frustrado, nervioso, se dispuso a bajar del tren medio empalmado y con la mayor cara de salido asqueroso que he visto yo en mi vida.

Pero para salir tenía que pasar por delante de mi y al hacerlo le pegué una patada en la espinilla con toda la fuerza de la que fui capaz dado el escaso recorrido que conseguí desarrollar debido a tener a tanta gente cerca. Le dolió, lo sé porque se dio la vuelta con cara de espanto. Entonces me miró, yo le señalé con la vista a la chica, el la miró, me volvió a mirar y sin decir nada salió corriendo del vagón como alma que lleva el diablo.

Ella esperó un tiempo prudencial y a su vez en silencio salió también en la misma estación justo antes de que las puertas del tren se cerrasen. Quise decirle que esperase un poco, que fuese hasta la siguiente estación y volviese, pero lo cierto es que no creo que entre ellos se hubiesen visto las caras, así que daba igual, supongo.

Es la primera vez en más de ocho años que veo algo semejante, pero comentando la jugada me han dicho amigas y compañeras de trabajo que no es tan raro aunque con el gentío muchas veces no queda muy claro si es o no adrede, si va con intenciones o simplemente son roces casuales sin remedio.

Yo lo que si tengo claro es que como le vuelva a ver al viejo asqueroso, cuya cara no consigo olvidar, tampoco dudaré en actuar pero esta vez será mucho antes.

47 comentarios en “Chikan

  1. Qué asco, Oskar, qué asco…

    Y pasa, y tanto que pasa, y en todas partes. Aquí no tuve problema nunca (por lo que sea) pero si que tengo experiencia en España, yo con 17 años. Y lo jodido es que, por mucho que una tenga carácter y mala leche, muchas veces te quedas de piedra y muda, como me pasó a mi.

    Qué asco…pero bravo por ti.

    Besos !!

    1. Ya me imagino yo que en España pasará esto y peor, lo que no me había imaginado es que te había pasado a ti, jodé!!!!

      Vaya panorama…

  2. Joder. Era ir leyendo y las ganas de una patada, pero más arriba de la espinilla, subían.
    Y como han dicho, pasa en todas partes, pero cuando lees en situaciones de estas de indefensión o de no poderte mover, como que da más rabia.
    Es un mierdo, porque a mi edad, aún me sigo exaltando cuando leo de tarados así.

    1. Una hostia bien dada es lo que le falta al viejo este y no solo por lo de la chiquilla, menudo gilipollas ahí haciendo fuerza con los codos…

      Ahora me arrepiento de no haberle dicho cuatro cosas…

  3. ¡Bravo por ti! Si mas gente actuara como tu en los trenes, se acabaría rápidamente ese problema. Espero que ese día durmieras con la conciencia bien tranquila.

    Saludos!

  4. Menuda situación mas asquerosa. Son cosas que nunca entenderé. :copon:
    Por desgracia pasa todos los días y en cualquier ciudad del mundo. Encima hay quien dice que son las mujeres las que provocan estas situaciones.
    Bien por lo que hiciste.

  5. Tú, porque en este caso, ya le tenías fichado al figura de antes… pero como en el metro cada uno vamos a lo nuestro, con la cantidad de gente que hay, la de veces que pasará sin que nos demos cuenta…
    Pero ole por tus güevos. Yo creo que no me hubiera atrevido.

    1. Ya, cuantas veces habrá pasado la movida y no me habré dado cuenta… ahora que casi no voy en tren no, pero la de trenes petados que me he jamado.

      Bua, más le tenía que haber liado!! :ostiejas: :ostiejas: :ostiejas:

  6. Lástima que no vayas más en metro, porque ese tiene pillada la táctica y va a menudo de seguro.
    De todas formas es una lástima que no se enseñe a las niñas de pequeñas que cuando se de una situación de este tipo reaccionen dando la alarma de este tipo de gentuza, sin ningún tipo de vergüenza porque el que está actuando mal (delictivamente en mi opinión) son ellos. Y señalarles sería la solución. Pero ya se que dicho comportamiento dista mucho de la forma de ser de las japonesas. Por desgracia.
    ¿Qué te dijo Chiaki cuando se lo contaste? Si no es una indiscreción preguntarlo…

    1. Ba, más que que les enseñen a reaccionar es saber reaccionar en ese momento… cada uno es como es y seguramente no estés 100% seguro de que está pasando lo que tu crees, aparte de la vergüenza que da el asunto…

      Una hostia bien dada es lo que haría falta más que señalarles.

      Chiaki flipó, me dijo que a ella una vez le hicieron el amago pero que se piró. Y como decía, no está segura de que fuese de verdad o no…

  7. Oso ondo Oskar! :amosahi:
    Buena reacción, pena de no haberle calzado una hostia en los cataplines. Yo no he sido testigo de una cosa así nunca (o tal vez no me he dado cuenta…), aunque sí he visto una tentativa de hurto por unos carteristas en el metro de Bilbao (eso sí que es más normal por estos lares) y todos los pasajeros reaccionamos muy bien avisando y protegiendo a la víctima, una mujer joven en ese caso. Los chorizos, reaccionaron con cierta violencia, casi le dan un sopapo a un anciano que les recriminaba su desfachatez. Se defendían de los pasajeros como unas ratas acorraladas esperando que se abriesen las puertas del vagón en la próxima estación para poder salir pitando, como así sucedió. Si actuásemos como tú lo hicieste a todos estos indeseables se lo pondríamos muy difícil. Un saludo majete! :nunchakero:

    1. Habría que haberle dado una hostia bien dada para que se lo piense mejor la próxima vez.

      ¡¡ Vaya historia lo de los carteristas !!

  8. Nunca he tenido una experiencia así en tren, pero sí en plena calle. Pasó en octubre del año pasado recién llegado a Japón como estudiante de intercambio.
    Fue en Takeshita dori, en plena calle, vaya. Hacía mucho tiempo que no iba por allí, por lo que me resultó extraño que la cantidad de extranjeros trabajando en las tiendas de ropa hiphopera había aumentado considerablemente desde la última vez que estuve Allí.
    Algunos estaban diciendo obscenidades en inglés a las chicas que pasaban por delante de su tienda, pero uno de ellos paró con el brazo a una chica bastante joven, una muñeca. La chica quería escapar, pero el tío capullo el rodeó la cintura con un brazo y cogió su mano con la mano que tenía libre.
    No podía aguantar más, imagino que como te ocurrió a ti en el tren, y por las circunstancias (distancia entre el tipo y yo y que me podía moler a palos) sólo usé el ataque verbal. ¿Qué coño estás haciendo? No la toques, le grité en japonés.
    El tío me miró con cara de no tener ni papa de lo que le dije, pero en nada aparecieron dos japoneses, imagino que de la misma tienda que le dijeron algo al tío y después a mi, pero tampoco me enteré.
    Me entraron los mismos calores que me están entrando mientras lo escribo, y sin saber que hacer a continuación, me dejé llevar por la marea de gente calle arriba.
    No concibo que pasen estas cosas, la verdad.

    1. Jode, vaya plan… pero claro, lidia tu solo con un grupo de gilipollas que lo mismo encima te llevas una galleta. Yo no sé lo que haría en ese caso, en el caso del viejo lo tenía bastante claro, pero no sé si me enfrentaría a un grupo de rascayúes como los que cuentas.
      Igual lo suyo es montar escándalo para que se meta más gente en el ajo? nu sé…
      :(

  9. Me ha recordado tu historia varias anecdotas: lo que pasó hace unos años, cuando la guardia urbana de Barcelona pidió a los periódicos que publicasen en lugar destacado la presencia de viejos de estos guarreras en las Ramblas. Como allí hay siempre mucho turista, los tiparracos aprovechaban las aglomeraciones, típicas delante de las estatuas humanas, pintores y demás fauna que se gana la vida allí entreteniendo al personal, para frotarse con chicas extranjeras. Se conoce que estaban organizados como grupo y ya tenían esa estrategia porqué al ser chicas de paso por la ciudad, sin dominar el idioma y tal pues no denunciaban. La policía había recibido avisos de personas locales que se percataban, pero sin denuncia de los afectados o pillada in fraganti (lógicamente los abueletes se largaban al ver uniformes por allí) no podía actuar. Al parecer la difusión en prensa surtió efecto y pocos días después el problema bajó en intensidad (porqué no creo que haya desaparecido totalmente, siempre habrá algún salido).

    Lo del periódico me ha recordado otra anécdota, está en tren japonés y conmigo de protagonista, cuando se me puso al lado otro lector de periódico del estilo que describes. Yo estaba de pie delante de la fila de asientos y el tipo llegó avasallando para conquistar su espacio vital y de su codazo para abrirse hueco desplazó mi brazo de tal forma que el libro que estaba leyendo se lo clavé en la cabeza a la chica que dormía sentada delante mío. No era culpa mía pero no tenía forma de hacérselo entender, además que los sumimasen y mi cara roja no se si la consolaron del desagradable despertar, además que debió de dolerle. No soy muy del «ojo por ojo», pero en esa ocasión, antes de bajar un par de estaciones después, el vecino lector se llevó un «involuntario» pisotón.

    Y finalmente, una vez presencié como un salariman cuarentón acariciaba con disimulo los muslos de una escolar de las de uniforme que dormía a su lado. El vagón iba medio vacío y yo estaba sentado en la linea de asientos de delante, pero no exactamente enfrente. Primero no estaba seguro si veía lo que veía, luego busqué la complicidad de otros viajeros con la mirada pero, como suele pasar, o no se daban cuenta o todos hacían como que no. Mi japonés en aquella época era de pena (no he mejorado demasiado, pero ahora si que me sentiría capaz de decirle algo), así que sólo se me ocurrió desplazarme hasta colocarme enfrente de él y mirarle con reprobación, que debió cambiar a incredulidad e impotencia cuando vi que el tío me devolvía insolente e impune la mirada sin deponer su actitud. Ya tenía que bajar y le solté un «fucking pervert» que no solucionó nada. Ni creo que el tipo dejase de hacer lo que hacía ni yo me sentí mejor por no haber hecho lo suficiente…

    1. Tela… tiene mucha tela el asunto, jodé… y yo que pensaba que era de los pocos que había visto algo parecido, menuda movida!

      Gracias por compartirlo

  10. Muy bien hecho, Oskar, ¡sí señor! ¡Pedazo de guarro asqueroso el tío del metro, es que me pongo enferma!
    Yo he tenido que aguantar que me dijesen todo tipo de cerdadas por la calle, y no sé si os hacéis la idea de la frustración que genera, las ganas de gritarles que no tienen derecho a decirte nada, que son unos pervertidos asquerosos y que acerquen su entrepierna a mi bota y hablamos. Lo que no me esperaba era sufrir eso en Japón, con mis vetustos 40 y pico tacos… Pero lo sufrí, y es lamentable. Es un grave problema de educación y falta de respeto a la mujer.

  11. Ay que tipo tan maldito, bien le hubiera caido una patada en sus partes nobles para que se tranquilizara.

    Lamentablemente eso pasa en todos lados.

  12. Groso Oskar!!!! Ahí con todos tus huevos, me parece genial que impongas tus valores. Mi novia me comenta que con sus amigas cuando suelen ver algo así, sólo lo señalan y empiezan a decir chikan repetidamente. Hasta ahora le a funcionado.
    Saludos

  13. A mí me pasó personalmente. Iba en la Yamanote, llegando a la estación de Harajuku con el tren lleno, y un tío cuarentón se me puso detrás y me sobó el culo. Sólo me dio tiempo a girarme y matarle con la mirada, porque en cuanto me vio se bajó del tren (justo había parado en Harajuku) y se cambió de vagón.

  14. Tampoco te pienses que es solo a las mozas, que a mí hace 3 añicos (con 16) en la estación de autobuses de Plaza Castilla (Madrid) se me ocurrió la genial idea de entrar al baño a vaciar el depósito, a un hombre de unos 60 y pico que andaba por allí no dudó un momento en prácticamente meter la cabeza en donde estaba yo haciendo lo mío. Yo pasé del tío, pero fue salir de allí y ponerme a dar una vuelta por el intercambiador en lo que se hacía la hora de coger el autobús; y el tío venga a seguirme y hacerme gestos bastante poco discretos. Eso sí, que tampoco se esperaba él que le agarrara y le pegara una patadica de esas que tanto gusto dan en lo que se arrascaba con tanto ímpetu. Hubo mucho rollo con los de seguridad pero en cuanto vieron lo que había pasado en las grabaciones me dejaron ir tranquilo, con el tío no sé qué pasaría pero paso por allí a menudo y no le he vuelto a ver… De vergüenza, vaya!

    1. Aquí si que me has dejado flipado… a ese si que había que ahorcarle en la plaza del pueblo, a un niño de 3 años, vamos no me jodas…

  15. Una pena, la verdad. Había oído hablar del tema, pero no sabía si era uno de los locos rumores que pululan por ahí sobre Japón.

    Bien hecho caballero :ungusto:

  16. Illoooooooo lleva cuidado con esas situaciones a ver si vas a acabar como en それでもボクはやってない。 Aunque supongo que ver lo injusto de la situación es suficiente como para empezar a soltar patadas en plan Chuck Norris. :nunchakero:

    Un abrazo!

  17. A mi mujer le pasó en un viaje que hicimos a Italia, en Roma, en un autobús público. Un señor cincuentón la perseguía para restregarse. El caso es que cuando iba a tomar «medidas» mi mujer hizo que bajáramos del autobús, soy un tipo bastante grande (1’87 y 120 kilos) y mi mujer tenía miedo de que termináramos en comisaría.

    En fin, que menudo asco :|, pasa en todos los países.

    1. Asustado me quedo, madre mía… pues yo creo que en esto, fíjate, una hostia bien dada corrige el asunto al menos por un tiempo, no?

      Ahora que también tienes razón con lo de tu mujer, que os podéis arruinar el viaje aunque tengáis toda la razón…

      Vaya plan, manda huevos

  18. ¡Muy bien hecho!, yo dudo que el asqueroso ese, modifique su conducta, pero, si cada vez que lo hace, se lleva una hostia, se habrá hecho un poco de justicia. :espabilacopon: :peneke: :palizero: :ostiejas: :nunchakero:

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